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Tres precursoras desconocidas y olvidadas // Nazario Sepúlveda

I

Cuando Carlos, el director de Vuelo, me dijo que deseaba que escribiera sobre el tema de las mujeres en el cine, me di cuenta de que el escrito iba a ser muy largo y decidí abreviarlo. Basándome en la lectura de un texto francés titulado Les Maîtres du Cinéma-français, así como en la visión de algunos de los tomos de la Enciclopedia del Cine Mexicano, del español-mexicano Emilio García Riera, y en la memoria de las conversaciones que tuve con una dama —hace ya años— que me hizo saber muchas cosas acerca de los que trabajaban en el cine mexicano artesanal, me lancé a hablar de los hechos que ocurrieron a las mujeres que decidieron trabajar detrás de las cámaras haciendo el cine, convirtiéndose en las precursoras del 7° arte. Este fue el resultado.

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Alice Guy era su nombre. Nacida en Francia en 1873, comenzó a filmar las obras que fueron llamadas en Francia “Vistas de arte”. Su primer trabajo, hoy perdido, se tituló La fée aux choux —El hada de los repollos—, y gustó al público de entonces, por lo que Alice se dedicó a realizar, al mismo tiempo que su compañero de oficio Georges Mélies, muchas de estas “Vistas de arte”. Los dos, sin proponérselo ni saberlo, fueron los primeros cineastas profesionales que escribían y dirigían las breves cintas que originaron en Cine de autor. Aunque nunca he visto un solo trabajo de ella, muchas de sus obras tienen que hallarse en la Cinemateca francesa, pues el texto que aparece sobre ella informa que realizó nada menos que 406 filmes. Estas breves obras eran de género fantástico, cómico o de un tono serio y con temática religiosa, como Esmeralda o La vida de Cristo, que realizó en 1906 cuando ya era una directora querida por el público y respetada como productora ejecutiva por sus colegas de Gaumont. ¿Es justo que la primera directora y productora de la historia del cine se halle en total olvido y que no sea conocido lo que ha sobrevivido de su extensa obra? ¡No! Y me parece cruel que el libro sobre el cine francés —que además no presenta ninguna foto de ella, lo cual es muy injusto— se ocupe de ella solo al final de un apartado titulado “Algunos pioneros olvidados”, entre los que Alice Guy, era la única mujer.

Alice Guy en 1913

Alice Guy en 1913

Hay que referir que su matrimonio con el inglés Herbert Blanché-Bolton la hizo emigrar a los Estados Unidos, en donde continuó con su oficio en la industria anterior a Hollywood, dirigiendo a intérpretes de la década 1910-1920, en cuyo último año produjo su última obra titulada —en Francia— Un alma a la deriva. Ella volvió a Francia en 1922, dedicándose a escribir libros para niños, pero no se consigna cuándo volvió a los Estados Unidos, en donde moriría tras una larga y muy laboriosa vida en 1968. Me pregunto por qué no hay menciones de ella, así sean mínimas, en los muchos textos sobre la historia del cine norteamericano y del cine francés. Se sabe de muchas menciones, homenajes y ciclos de la obra de Méliès, pero del nombre de Alice Guy y de su obra perdurable, nada. No obstante, esta gran precursora merece ser reconocida y honrada por los cinéfilos del mundo, que fue, como el título de su última película, Un alma a la deriva.

II

Adela Sequeyro

Adela Sequeyro

Existe, en la crónica acerca del cine mexicano, la referencia de que en 1917, una estrella del cine silente de los años de la Revolución llamada Mimí Derba, protagonizó varias cintas con las que se pretendía lanzarla como la gran estrella del cine nacional, industria que había nacido en 1896 y que se había constituído, con reservas, en un espectáculo para el pueblo, pues no había logrado ser, como en Estados Unidos y en Europa, una industria respetable. Así, los filmes con Mimí Derba no tuvieron la distribución que requerían y sólo fueron vistas por el público capitalino, fracasando en la taquilla y creándose al mismo tiempo el rumor de que la Derba —que aquí imitaba a las divas del cine italiano— había dirigido una de estas cintas. Desgraciadamente las películas se perdieron y muchos años después, hasta 1931, Mimí Derba se incorporó como actriz al naciente cine sonoro mexicano en la cinta Santa. Fue actriz secundaria de melodramas y comedias hasta los primeros años 50, cuando falleció. Nadie recordaba o sabía de su mencionado trabajo como cineasta en 1917, sino sólo su oficio como actriz de carácter en el cine de los 30, 40 y 50 que exhiben hoy en la televisión.

Hay que ocuparse ahora de una figura misteriosa que se dedicó a la actuación en los años 30 y que a fines de los años 20 participó en un proyecto para realizar una película sonora. Cuando este último asunto fracasó, la mujer llamada Adela Sequeyro, optó por dedicarse a la actuación, pero nunca tuvo prominencia entre el público. No obstante, a fines de la década fue la primera mujer que dirigió dos películas: La mujer de nadie, escrita e interpretada por ella y Diablillos de arrabal, sobre los niños de una barriada de la capital. Las fichas filmográficas pueden ser halladas en la vasta obra sobre el cine mexicano de Emilio García Riera. Una foto muestra que La mujer de nadie era un melodrama de época, pero por desgracia ambos filmes se perdieron y no se sabe mucho sobre ellos. Adela Sequeyro continuó como actriz en contadas ocasiones en los años 40 y su última película fue La posesión, con Jorge Negrete y Miroslava, donde apareció en forma muy breve. Para entonces, el cine nacional estaba en manos de los hombres y no era posible imaginar mujeres directoras de filmes mexicanos.

Matilde Soto Landeta

Matilde Soto Landeta

III

Fue en los años 80 cuando mis buenos amigos Alfredo y Cecilia me invitaron a su casa, pues había venido a la ciudad una tía de ella que trabajaba en el cine mexicano desde muchos años atrás y que además había dirigido algunas películas. Me preguntaron si deseaba conversar con ella y, de esta suerte, conocí a la dama que al fin pudo ostentar, con muchas dificultades y obstáculos, el título de la primera mujer cineasta del muy emproblemado cine mexicano en el que realizó una obra breve y llena de persistencia. Ella era Matilde Landeta, que nunca tuvo las facilidades ni la total apertura que tuvo la francesa Alice Guy. Por ello es conveniente saber cómo el machismo intolerante y la corrupción obstaculizaron una carrera que pudo ser muy fecunda y larga, limitándose a cuatro películas filmadas entre los años 49 y 80. Matilde Landeta recordaba la sorpresa que causó cuando anunció sus intenciones de dirigir una película, aprovechando el auge que entonces tenía el cine mexicano. Como asunto para filmar escogió el de una novela de la Revolución Mexicana que se titulaba La Negra Angustias, y su protagonista principal fue María Elena Marqués, que era entonces muy popular y conocida. Hay que señalar que Matilde Landeta no era genial en su manera de dirigir cine; las contadas películas que dirigió están hechas con seriedad y cuidado, pero ella no era —ni aspiraba serlo— una versión mexicana de la alemana Leni Riefenstahl ni de la belga-francesa Agnès Varda. Ella quería narrar historias de mujeres con la visión que no daban los hombres que dirigían cine en el país. Sin pretender ser una cineasta-artista, es indispensable revisar sus cuatro únicas cintas: La Negra Angustias y Lola Casanova, realizadas en los años cuarenta; Trotacalles, única que dirigió en 1952 y tras una larga, muy larga ausencia, en la primera mitad de los años 80, escribió y dirigió Nocturno a Rosario, que tuvo como figura principal a la actriz Ofelia Medina. Tras este filme vino el reconocimiento a su insistencia por ser una cineasta mujer, ya sin los obstáculos que el machismo imperante, además de la corrupción que había en la industria fílmica, le habían impuesto para impedirle tener una carrera libre, ya sin el imperante sexismo que en estos días no imposibilita a una persona para dirigir cine a causa de ser mujer. Doña Matilde, que me concedió el diálogo que tuvimos en dos o tres ocasiones, me informó que tras la aparición de La Negra Angustias, al sindicato del cine no le gustó que ella no se hubiera sobrepasado en el tiempo acordado para la filmación, en vez de alargarse como era costumbre de muchos directores con total impunidad. Por ello, cuando estaba haciendo Lola Casanova, con Meche Barba y Armando Silvestre, le informaron que “misteriosamente” se habían perdido dos rollos filmados que no podían volverse a hacer y así, el filme quedaba inacabado y por lo tanto, suspendido. Entonces apareció otra mujer que tenía y tuvo muchos años trabajando en el cine, su nombre aparecía en los créditos de casi todas las películas que se hacían pero nadie del público la conocía, pues ella era la que editaba los filmes y les permitía tener lógica y coherencia para el público. Ella se llamaba Gloria Schoemann y era experta en editar, por lo que le dijo a Matilde Landeta que las secuencias “perdidas” se podían disimular y arreglar, pudiendo de este modo estrenar la cinta, aunque más corta que la producción original.

Un fotograma de Be Natural: the Untold Story of Alice Guy-Blanché

Un fotograma de Be Natural: the Untold Story of Alice Guy-Blanché

La Sra. Landeta realizó más proyectos para llevar a cabo y así, en 1952, pudo hacer la mujer de sus cuatro cintas, realizando de esta suerte Trotacalles, en la que unió a dos actrices muy populares, que eran la gran actriz dramática Isabel Corona y la muy hermosa Miroslava. Las mujeres seguían siendo las principales protagonistas de los filmes con estilo femenino que dirigía Matilde Landeta.

IV

"Trotacalles" narraba la historia de dos hermanas: una afortunada que se casó con un hombre rico al cual engañaba, siendo, por lo tanto, una prostituta de doble vida; la otra, la desafortunada que se ganaba la vida en las calles de la ciudad, era la sincera, despreciada por la sociedad. Matilde Landeta supo dirigir muy bien a las dos actrices, pero tuvo un problema: a la película le faltó tiempo para contar en forma convincente lo que le ocurría a las dos mujeres. Los noventa minutos que duraba el filme no fueron suficientes y muchas cosas quedaron sin aclararse, pero los productores no quisieron arreglarla. Isabella Corona estuvo muy convincente con su melodramática presencia, que en su carrera casi siempre fue trágica. Miroslava, que se suicidó poco tiempo después, actuaba bien, pero la cineasta comentaba que era muy insegura. La cinta se hizo casi al final del sexenio de Miguel Alemán, que en el cine se caracterizó por tener como protagonistas frecuentes a las prostitutas y cabareteras que cantaban en los filmes. Trotacalles se inscribía en este género. Asimismo, la directora estaba planeando la realización del melodrama social El camino de la vida, pero el sindicato de directores decidió impedirle que dirigiera más filmes, y la cinta le fue asignada a Alfonso Corona Blake, que no destacó mucho por su talento en los años 50, 60 y 70. La Sra. Landeta contó que los machistas le dijeron que podía dedicarse sin problema alguno a producir películas, escribir guiones o argumentos, pero la dirección le estaba prohibida. Ella, que desde muy joven trabajaba en el cine, se puso a esperar el tiempo en que se le permitiera ser cineasta completa y así pasaron treinta años. Ni siquiera la mediocre Margarita López Portillo, impuesta por su hermano el presidente, le dio la oportunidad de dirigir. Mas los tiempos al fin cambiaron y muchas mujeres se metieron al Centro Universitario de Estudio Cinematográfico y, de este modo, Matilde Landeta pudo hacer la biografía de Rosario, la mujer que inspiró el amor, sobre todo del poeta Manuel Acuña. La cinta fue realizada y Landeta llegó a ser premiada en un festival internacional de cine que reconoció su tenacidad. El resto de su vida lo pasó en eventos que ocurrían en ciudades del país y del extranjero en los que participaba debido a su larga experiencia y a su obstinación de trabajar el séptimo arte. Sus cuatro películas forman parte de la filmoteca nacional.

Así, gracias a estas pioneras desconocidas y olvidadas pudieron surgir y desarrollarse las mujeres que decidieron trabajar con las imágenes de los rollos de celuloide. En estos días, en la ciudad se está presentando Varda por Varda-Yarda por Yarda, que fue el último trabajo que realizó la belga-francesa Agnès Varda, única mujer de aquel movimiento que surgió en 1959 llamado La Nueva Ola. Agnès Varda, primero como fotógrafa y luego como documentalista, sobre todo de las mujeres, abordó con talento el cine de argumento en el que proclamaba el placer de vivir y amar. La Varda no sufrió para poder hacer cine y realizarlo como una autobiografía, así como una historia de su tiempo. Esto también hicieron la francesa Alice Guy y las mexicanas Adela Sequeyro y Matilde Landeta. De ellas quería ocuparme en esta ocasión, porque amaron el cine y vivieron, irregularmente, de esta actividad. Agnès Varda las hubiera apoyado y admirado sin duda alguna.

Agnes Varda, considerada como "la abuela de la nueva Ola"

Agnes Varda, considerada como "la abuela de la nueva Ola"

Índice de ilustraciones

Pág. 54 Wikipedia (Sin fecha) Fotografía tomada de la página: https://es.wikipedia.org/ wiki/Alice_Guy

Pág. 55 Torres San Martín, Patricia / Women Films Pioneers Project (2013) Fotografía tomada de la página: https://wfpp.columbia.edu/pioneer/ccp-adela-sequeyro-haro/

Pág 56 Las Directoras del cine mexicano ( Sin Fecha) Fotografía tomada de la página: https://videocine.com.mx/lista/las-directoras-del-cine-mexicano/

Pág 57 El País (Sin fecha) Fotografía tomada de la página: https://cartelera.elpais.com/ pelicula/be-natural-the-untold-story-of-alice-guy-blache/

Pág 58 Wikipedia (Sin fecha) Fotografía tomada de la página: https://es.wikipedia.org/ wiki/Agn%C3%A8s_Varda