Notamos una cierta improvisación a lo que toca a la estructura de la composición del disco, por lo tanto, podemos observar letras que evocan a un embarque a este “el tren de los momentos”, un tren que presenta, tal vez por primera vez una postura más directa del maestro frente a la injusticia, la desigualdad social, el terrorismo, entre tantos otros temas constantes en la Modernidad Líquida (BAUMAN, 1998) o Posmodernidad, en que encarnamos identidades de acuerdo con las circunstancias. Tales consideraciones se afirman, pues en el libreto de El tren de los momentos, encontramos algo común en los discos de Alejandro (un largo agradecimiento) solo que de esta vez, algo más que este agradecimiento: indicios de una postura más comprometida e causas sociales, culturales, que años más tarde le rendiría premios como Save the Children, y muchos homenajes frente la importancia de
la difusión de la cultura hispánica en el mundo: La raza de las razas. Somos la raza de las razas. En lo cruel del universo. El tren podría ser perfectamente: la vida. De hecho […] Míranos desde donde quiera que estés, a través de tu ventanilla, somos un ejército de motivos con una misma razón. Y ese silbato suena como un basta de crueldad y de dolor, basta de injusticias, basta de palabras y de abusos y de que pierdan siempre los mismos…Y de que nos cuelen palabras como colaterales, o terrorismo o “lo sentimos si matamos a sus niños pero es que las bombas inteligentes no distinguen a un soldado de un viejo o de un niño”…[…]Esas armas y esos seres son despreciables y las palabras libertad, democracia o justicia suenan obscenas en sus bocas devoradoras insaciables de dientes.[…] A los que van a escuchar este tren silbando viene a lo lejos, solo escojan muy bien el vagón y tómense su tiempo para escoger asiento. Tiempo y para bajarse…Tiempo. Recuerden que el