OPINIÓN Y CARTAS 12
EL REGIONAL - 24 de febrero de 2016
Papeleo amenaza la vocación del maestro Por: Caroline López, coordinadora de la Asociación de Maestros de Puerto Rico (AMPR) Wilson Muñoz, presidente de la Junta Local de Salinas, AMPR Noel Cedeño, secretario general de la Local Sindical, AMPR
La vocación del magisterio en nuestro país está amenazada por la burocracia, el exceso de trabajo y el papeleo que ahoga, asfixia y pretende obstaculizar la función de los maestros de educar a los niños. En eso coincidieron tres profesionales de esta región sur de Puerto Rico al señalar las múltiples obstrucciones que le impone la administración al magisterio. “La misma burocracia que Educación tiene a nivel central se la han impuesto a los maestros. Parece una estrategia bien planificada de la administración para provocar su salida y que abandonen su vocación de enseñar en las escuelas del país”, denunció Caroline López, coordinadora de la Asociación de Maestros de Puerto Rico (AMPR) para los pueblos de Guayama, Salinas, Arroyo y Patillas, entre otros. Evidencia contundente de esto es la infinidad de documentos que se les exige fotocopiar y tener listos en carpetas, lo que agobia a los educadores y les roba tiempo para planificar adecuadamente sus clases. El maestro tiene que tener carpetas y carpetas llenas de formularios, reglamentos, módulos, cartas circulares y otros documentos, que a pesar de estar en la Internet, la administración los obliga a tenerlos impresos para cuando alguien de la región o del nivel central los visite. Para colmo, todo ese material lo tienen que pagar de su bolsillo. La situación se complica aún más para los maestros de Educación Especial, porque a todos estos retos se añaden documentos adicionales que tienen que cumplimentar como formularios, PEIs, evaluaciones, entre otros. Esto, sin tomar en cuenta que tienen a su cargo estudiantes que requieren de mayor atención. “Es bien difícil para nosotros los maestros de Educación Especial. Uno tiene que trabajar a veces hasta 10 y 12 horas al día para poder tener el tiempo de hacer los planes académicos y cumplir con lo que exige la administración. ¿Quién trabaja horas extras para otros sin que le paguen? ¡Pues, el maestro!”, afirmó Wilson Muñoz, maestro de educación especial en la escuela del Albergue Olímpico
en Salinas y presidente de la Junta Local de la AMPR en ese pueblo. “La administración nos sigue quitando derechos porque estamos sin representación sindical. Tenemos que activarnos y ponernos en posición de negociar nuestras condiciones de empleo. Al maestro se le tiene que respetar”, sentenció Muñoz. El magisterio lleva desde el 2008 sin representación sindical. “Sin representación sindical estamos a expensas de la administración. Las agendas personalistas no pueden ir por encima de los intereses y necesidades urgentes que tenemos”, agregó Muñoz. Además de la burocracia extrema, el magisterio en la región sur encara el reto de la falta de participación en la organización de sus escuelas. Esto se suma a la desmotivación que les causa ver que los trabajadores de comedores escolares, conserjes y secretarias tienen negociadas mejores condiciones de empleo que ellos. Los empleados unionados de Educación tienen negociadas protecciones en situaciones de salud y seguridad que afectan tanto al personal como a los estudiantes. En caso de una muerte en su seno familiar, los empleados unionados tienen una licencia que les permite poner en orden sus asuntos, pero el maestro, en idéntica situación, tiene que quedarse en su salón de clases. “Los compañeros con convenios negociados trabajan al lado tuyo, pero con mejores condiciones que tú. En tus manos está cambiar esto”, clamó Noel Cedeño, secretario general de la Local Sindical de AMPR. Ser maestro en Puerto Rico en este momento es un acto heroico, si se consideran los interminables obstáculos que le impone la administración para que puedan desempeñar su vocación de educar. “No entregues tus derechos. ¡Salvemos el magisterio!”, concluyó Cedeño.