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EX POR TA CIO NES.

En materia de comercio exterior, no hay abordaje que pueda eludir la distorsión cambiaria, producto de una manipulación muy cara al acervo económico argentino. Y con resultados que, una vez más, aconsejarían penalizarla con suficiente rigor como para desanimar nuevos intentos. Es que además de inútil, viene acompañada de notable mala praxis y, sin pudor, reclamando complicidades bochornosas. Fue el caso el año pasado, allá por agosto, cuando el sector se comprometió a „adelantar fondos para la prefinanciación de exportaciones por 300 millones de dólares‰, y el secretario de Agricultura lo considero un gesto que „habla muy bien del sector y de su compromiso con el país‰. Pero el tiempo, para bien y para mal, borra todo, y casi que parece una anécdota lejana, casi irreal. Hoy la rutina de los exportadores continúa siendo una carrera de obstáculos, mientras la „ingratitud‰ del mercado toma en solfa al crawling peg, al decreto 378 y a los sucesivos conejos cambiarios que siguen apare- ciendo. El peso está muerto y toda la expectativa, más allá de partidismos, pasa por la inminencia de un cambio de gobierno. Que no garantiza nada, pero que luce como trámite previo para el inevitable sinceramiento de las variables. Hasta entonces, todo es especulación.

En cambio, son un dato contable los u$s 1.823 millones que dejaron las exportaciones 2022 y los u$s 167 millones (-8%) que quedaron en el camino respecto a los ingresos de 2021. Al menos en ingresos, este año pinta mejor, en alza hasta junio (4,32%), con menos volumen (-8%) y con mejor precio promedio por tonelada (13,4%). Además, con pronóstico seguro de mejorar por la reacción del calamar, que retomó la zafra el cierre de esta edición. El año pasado, fueron precisamente los ingresos del cefalópodo (+26%) los que ayudaron a remontar el quebranto del langostino (-21%), dos especies que suelen definir el ejercicio. De hecho, en la década aportaron 67% de los ingresos, cuota que tuvo su record en 2021, con u$s 1.446 millones y una porción del 72,4% en el total de la factura. Pero al margen de especies, la última palabra es del mercado, y el año pasado, en el español, se encendieron las alarmas, con un recorte del 12% en el volumen y más en el valor (-18%) por la caída de precios (-7%). Que no benefició a los españoles. En su informe sobre consumo, el ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA) estimó que los alimentos del rubro se encarecieron 7,4%, y que la ingesta per cápita cayó por debajo de los 20 kilos (-15,5%). Esta dinámica, y para todos los alimentos, la reflejó la inflación, que llegó a 15,7% e impactó en la factura del mercado: los españoles pagaron 2,7% más por un volumen 7,1% menor. En parte, para pagar la hipoteca. Sucede que la terapia antiinflacionaria de Bruselas pasa por la tasa bancaria, que arrancó en 0,5, cerró 2022 en 2,5, y a junio pasado había llegado a 4%.

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Encarecido el dinero y disparados los precios, no es sorpresa la retracción española, más significativa aún en el caso de Italia, que recortó 48% el tonelaje de sus compras 2022. Este año, a esta altura, la expectativa se concentra en el flujo turístico y el consumo estival, pero para el largo plazo no hay indicios auspiciosos.

La UE y el RCEP

De nuevo, son señales que llegan de España, que como inversor y como mercado tiene enorme gravitación en la pesca argentina. Y en la dinámica comercial con la Unión Europea. El año

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