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COYUNTURA
El título tiene un error: la coyuntura no existe o, para ser más precisos, está en suspenso. Es que lo está el país, esperando que se defina la contienda electoral y, cualquiera sea el desenlace, trabajar para superar una crisis económica sin precedentes. Claro que el mundo sigue su marcha, y a veces, con noticias gratificantes. Es el caso con el nombramiento de la argentina Frida Armas Pfirter (foto) como Jueza del Tribunal Internacional del Derecho del Mar, que renovó un tercio de sus 21 miembros en la 33… reunión de la CONVEMAR de junio pasado. Por cierto, hubo jueces argentinos en el pasado, pero Armas llega con un activo invaluable que fue coordinar la tarea de la Comisión Nacional del Límite Exterior de la Plataforma Continental (COPLA). Ese trabajo, con amparo jurídico internacional, derivó en una expansión marítima notable. Pero sólo en los papeles, y hacerla realidad demanda, por estos días, una estrategia geopolítica en muchos frentes. El último es el acuerdo sobre conservación y uso sostenible de la biodiversidad marina en zonas situadas fuera de jurisdicciones nacionales. Identificado con la sigla inglesa BBNJ, se firmó en Nueva York en junio pasado, y desde el 20 de setiembre y por dos años, corre su plazo de ratificación. Casi en simultáneo, en Montreal, se pronunció la conferencia sobre diversidad biológica, y con el anuncio de su agenda 30/30, el sesgo de un mar intangible se filtró en todas las interpretaciones.
En este inventario, y pensando en el Atlántico Sur, no puede omitirse un párrafo de la declaración que hizo la cumbre UE-CELAC en julio último. Es el punto 13, que dice textualmente: „En cuanto a la cuestión de la soberanía sobre las Islas Malvinas, la Unión Europea ha tomado nota de la posición histórica de la CELAC, basada en la importancia del diálogo y el respeto del Derecho internacional en la solución pacífica de controversias‰. Como implícito reconocimiento de que el archipiélago es un territorio en disputa, el párrafo confirma una Europa sin el Reino Unido y, a la vez, su interés por estrechar vínculos con América Latina. Otro frente marítimo, entonces, para la agenda geopolítica, y que demanda una definición previa: si Argentina es, o no, un país pesquero. Desde estas páginas, la respuesta es obvia, pero imposible subestimar al neocolonialismo ambientalista, que viene inclinando la cancha con la fantasía de un planeta virgen. Es fácil venderla. Los riesgos del cambio climático son tangibles, como lo es la guerra que irrumpió en plena Europa. Pero si el verde es imposible sin el azul, también lo es el planeta sin humanos. Y su presencia es inherente al concepto de sostenibilidad. Aun así, no hay tregua. Demonizar a la pesca es la consigna, y aunque la industria no ayuda, limitada a discutir permisos y toneladas de langostino, importa preservarla como proveedora de alimentos y de trabajo. En las críticas, ahora, viene ganando espacio el arrastre de fondo, práctica pesquera que trae a muelle millones de toneladas en el mundo. Pero prohibirla implica recurrir a fuentes alternativas de alimento que son más destructivas, como lo apunta un paper publicado en el ICES Journal of Marine Sciences. Es el boletín oficial del Consejo Internacional para la Exploración del Mar, y entre los autores del trabajo figura la argentina Ana Parma (ver recuadro).
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Evaluating the sustainability and environmental impacts of trawling compared to other food production systems
R Hilborn, R Amoroso, J Collie, J G Hiddink, M J Kaiser, T Mazor, R A McConnaughey, A M Parma, C R Pitcher, M Sciberras, P Suuronen
Con el primer Qr se accede al trabajo publicado en el boletín oficial del Consejo Internacional para la Exploración del Mar (CIEMICES), y con el segundo, a un resumen de Max Mossler publicado en el portal Sustainablefisheriesuw.org y traducido al castellano




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