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5. DISCUSIÓN

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5. DISCUSIÓN

El trabajo aquí presentado se centra en el desarrollo de la criticidad del pensamiento a través de un programa televisivo. ¿Cómo se logra este cometido? No es sencillo, toma tiempo, pero es posible. Ahora bien, se abordará este apartado de acuerdo al orden de los objetivos. Los resultados reflejan que una de las limitaciones para el desarrollo del pensamiento crítico es la actitud. Bien mencionaban Mackay, Franco y Villacis (2018) que las barreras que impiden el aprender a pensar críticamente recae en la actitud del alumnado.

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Sin embargo, no es suficiente tener actitud si esta no viene acompañada de conocimiento y habilidades cognitivas. Uno de los motivos por los cuales se seleccionó como muestra a estudiantes con promedio de 8 a 10 puntos fue para evidenciar que un buen promedio disiente de la crítica en el pensamiento. ¿Por qué? Para resolver la interrogante se toma en cuenta el aporte de la Mg. Andrade: en la enseñanza prevalecen metodologías tradicionalistas que se empeñan en fortalecer la memoria y no el pensamiento. Es decir, los métodos empleados precisan en la revisión de información más no en la construcción del pensamiento.

No se pretende cuestionar ni desestimar el cómo la muestra llegó a tener un promedio relativamente alto, lo que vale preguntarse es ¿disiente el buen rendimiento académico de la capacidad de pensar críticamente? Se da respuesta a la interrogante desde una perspectiva metafórica: las enciclopedias no cambian lo que se ha escrito en ellas. Para dar fuerza a esto, se apela a lo sugerido por Montoya y Monsalve (2008) quienes citando a Sócrates coinciden en el rescate de la verdad como el fin máximo de la crítica: no se trata de acumular saberes

sino poner a crítica lo que se aprende.

Volviendo a la metáfora de las enciclopedias, el alto rendimiento de los adolescentes se puede entender de esta forma: memorización. Los estudiantes acumulan saberes de todo tipo cual enciclopedia para reproducir, sin poner a crítica, lo que alguien más ya ha dicho. En los antecedentes, Bezanilla et al., (2018) convida a entender el proceso del pensamiento crítico como la profundización del conocimiento que no necesariamente se aplica al contexto educativo. Por su parte, Núñez, Ávila y Olivares (2017) esclarecen que para construir buen conocimiento es necesario internalizar, aplicar, observar y evaluar.

Por tanto, el conocimiento debe ser entendido como un primer paso al proceso del pensamiento para que, valiéndose de habilidades, el adolescente sea capaz de analizar cualquier realidad con el objetivo de cuestionarla y transformarla. Se resalta que la buena memoria proporciona una ventaja considerable al pensador crítico, pero no lo convierte en

uno.

Se resume en un término lo que Facione (1990) decía acerca del pensador crítico ideal: virtuosidad. Por ende, el pensador crítico no es una enciclopedia, mucho menos una amalgama de habilidades, peor aún puede ser catalogado como un intelectual que, creyéndose dueño de la verdad, se resiste a entender que el aprendizaje es un proceso constante. Por el contrario, el pensador crítico se vale de sus virtudes para emplear adecuadamente sus habilidades y conocimientos con la sociedad, pues su compromiso para con la verdad implica dar soluciones a desafíos que van más allá de lo que demanda el aula de clases.

El siguiente aspecto trata de la televisión, esta entendida como mecanismo de difusión. Asociar la televisión con el pensamiento crítico puede, en principio, resultar chocante, más aún cuando la calidad televisiva del país es lo suficientemente cuestionable. Por supuesto que no todo en la televisión es malo, lo malo es que lo bueno acapara ínfima audiencia. Entiéndase lo malo como aquello que influye negativamente en la formación de los adolescentes. Ya lo decía Hernández (2018) que gran parte de la información presentada en la televisión se basa en el espectáculo, exclusivo de generar mayor audiencia y dinero.

Esto tiene sentido con lo expuesto por el Mg. Moreira: los medios viven del rating. Por consiguiente, ¿qué genera rating? el entretenimiento. Pero ¿qué tipo de entretenimiento? el sensacionalista. Razón que se atribuye a la falta de cultura que impide al adolescente apreciar lo verdaderamente formativo. Por otra parte, los contenidos propuestos por la televisión local distan de lo que se concibe como programa formativo del pensamiento, a excepción del noticiero que podría valorarse como uno de ellos.

Ahora bien, ¿qué consumen los adolescentes en la televisión? Dicho brevemente: cultura. ¿A qué viene lo antes descrito? Pues si la televisión es un medio que influye en distintos ámbitos, deben los adolescentes involucrarse en dicha influencia. ¿Cómo? Siendo los principales gestores del pensamiento crítico, son ellos quienes contribuirían mayoritariamente en el desarrollo de los contenidos para la construcción del programa televisivo.

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