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Vivir en Japón

Nicolás Proganó es argentino pero desde hace más de un lustro reside en Japón desempeñándose como profesor universitario. Accedió amablemente a contarnos su experiencia.

¿Podrías relatarnos cómo se inició tu interés por el país que hoy has elegido como tu hogar?

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Empecé a estudiar japonés el último año de la secundaria, cómo hobby. Quería estudiar un idioma nuevo y me gustaba la cultura japonesa gracias a mi padre, que me llevaba al jardín japonés todos los domingos cuando era chico. Durante la secundaria, pensé en aprender un tercer idioma y me debatía entre chino y japonés, y por tener más afinidad con Japón, me decidí por este último. Por la misma razón comencé a estudiar la carrera de Estudios Orientales y allí descubrí una beca de posgrado del Ministerio de Educación japonés. Cuando me gradué trabajé unos años en la Cámara de Comercio China mientras preparaba la beca. Finalmente, la obtuve y llegué a Japón en el 2013 para estudiar en la Universidad de Wakayama. Hoy en día vivo en Osaka y trabajo en la Universidad de Wakayama, donde hice un máster y un doctorado en turismo. El primer año estuve como oyente, luego entre 2014 y 2016 cursé el máster y entre 2016 y 2019 hice el doctorado. El tema de la tesis, que también desarrollé en publicaciones y conferencias, es una comparación entre turistas japoneses y australianos en Kumano Kodo, un camino de peregrinaje en Wakayama, y las diferencias y similitudes de por qué visitaron este lugar. Actualmente mis clases y temas de investigación giran alrededor de la relación entre turismo y sitios religiosos, patrimonio cultural y turismo en Asia.

¿Podrías darnos un ejemplo de algún choque cultural que hayas tenido?

Antes de venir ya tenía una idea de lo que era Japón, porque había hecho la carrera de Estudios Orientales, pero lo que más me costó fue adaptarme a la dinámica social, es decir: aprender a manejarme con los japoneses. Por ejemplo en cuanto a la flexibilidad frente a imprevistos: en Japón les cuesta improvisar y adaptarse a situaciones inesperadas o nuevas, en tanto que, en Argentina estamos más acostumbrados (casi que el cambio es la norma). Si surge algo nuevo, algo se nos va a ocurrir para resolverlo. Cuando vivía en Wakayama fui a un banco a hacer un trámite. Cuando llego a casa veo muchas llamadas perdidas y al rato me llaman de nuevo: era un empleado del banco diciendo que me olvidé 50 yenes, lo que es equivalente a medio dólar. Les iba a decir que no importaba, que lo dejaran como cambio porque era engorroso trasladarme de nuevo hasta allá tan

sólo por 50 centavos. En Argentina esto sería fácilmente entendible. Acá no. Así que, simplemente para corresponder el buen trato, volví al banco y me estaban esperando 3 o 4 empleados para devolver aquella “fortuna olvidada” y pedirme sinceras disculpas. También me obsequiaron una lapicera por el error. Los japoneses por lo general son amables y tienen un excelente servicio al cliente. Trabajan mucho pero les cuesta adaptarse si surge algo imprevisto, ya que tienen un protocolo a seguir que no admite muchos cambios, especialmente si son repentinos. El argentino ante un problema se las ingenia para solucionarlo, como sea. La demostración de afecto también es muy diferente. El argentino es cariñoso y afectuoso, mientras que el japonés lo es, pero puertas adentro. Puertas afuera, las muestras de afecto no son socialmente bien vistas. Me costó aprender a descifrar a los japoneses. Acá no te dicen lo que piensan y básicamente tenés que adivinar, leer a la persona. Hay una expresión para eso que dice “leer el aire”. Esto es muy importante porque generalmente los japoneses no te van a decir algo muy directo. Si algo les molesta intentarán hacértelo entender sin decirlo, porque ser confrontativo es visto como una falta de respeto.

Siendo los japoneses pocos flexibles ¿podrías decir que son ineficientes?

Los japoneses apuntan a hacer sus tareas con un grado de perfección alto. Pero la eficiencia ya es otra historia. De hecho, en 2015 la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) publicó un ranking que mide la productividad laboral y Japón está en el puesto 20 de 35 países medidos, a pesar de las extensas horas de trabajo. Los trámites en general son complicados y burocráticos. Mucho papelerío. Desde trámites bancarios hasta cuestiones del día a día. Por ejemplo, hace poco quería tirar un futón, pero para eso hay que seguir un proceso determinado: entrar al sitio de la municipalidad, anotar específicamente lo que se desea descartar y solicitar un turno para que vengan a buscarlo en una fecha determinada. Pero no termina ahí. Yo reservé mi turno, me quedé en casa esperando que vinieran a buscarlo pero nunca aparecieron. Entonces volví a investigar el tema y me entero que después de reservar el turno tenía que ir a pagar 200 yenes y retirar un sticker para pegarle al futón. Recién ahí sacar el futón a la calle y pegarle el sticker para que lo retiren. Todo tiene un proceso burocrático extenso que debe seguirse pie de la letra. Si algo no funciona y planteas una forma alternativa para hacerlo, te vas a encontrar muchas veces con la negativa. Los cambios toman tiempo.

¿Las jerarquías también son rígidas?

En el ámbito educativo, los profesores no tienen el tipo de jerarquía tan rígida de las empresas. Sí, hay respeto y colaboración entre colegas, pero cada uno hace su trabajo de investigación por su cuenta. En general, diría que uno, como extranjero, no participa tanto en las jerarquías sociales japonesas, porque en última instancia ya está de cierta manera afuera por el hecho de ser foráneo. Y eso no está del todo mal, porque navegar como un nativo una jerarquía social dentro una cultura diferente puede ser complicado. En última instancia, uno no es japonés y tratar de serlo es una tarea imposible. Pienso que es mejor participar de la sociedad y del sector laboral, con el aliciente de ser un extranjero que conoce el idioma y la cultura. De todas formas, esas jerarquías se relajan un poco en el after office. Aquí, el alcohol ayuda a desinhibirse y formar relaciones, convirtiéndose en un elemento social importante.

¿Podrías decirnos algunas palabras sobre el lugar que ocupa la mujer en la sociedad japonesa?

diferente al de Occidente, ya que Japón tiene procesos culturales e históricos completamente distintos. Hay que pensar que la cultura occidental irrumpe hace menos de 140 años en el archipiélago, así que es relativamente nueva para ellos. Por ello, los roles de hombres y mujeres naturalmente difieren a lo que nosotros pensamos en Occidente. Hoy, en el ámbito educativo hay programas que promueven específicamente el trabajo de profesoras, pero es cierto que aún no se ven muchas mujeres en cargos ejecutivos. El gobierno ha tratado de incluirlas en el mercado laboral en parte para paliar la falta de mano de obra, con resultados discutibles. Generalmente, la mujer que sí quiere tener un cargo ejecutivo es la que está más internacionalizada, aquella que por lo general habla inglés y mantiene un contacto fluido con el extranjero. Otras mujeres también tienen una fuerte impronta en el mercado laboral pero generalmente en industrias relacionadas a la moda, productos de belleza, etc.

¿Cómo es tu semana típica en Japón, qué es lo que hacés?

Vivo cerca de la estación, así que me levanto a las 7 am y a las 8 me tomo el tren. Dependiendo del día preparo y dicto clases, corrijo y edito manuscritos, escribo artículos o hago trabajo de campo. En un día promedio tomo el tren de vuelta a casa a las 6 y llego a las 7 a cenar en casa o afuera si tengo alguna reunión social. Me gusta pintar, así que cuando llega el fin de semana voy a clase de pintura y luego tengo el resto libre para salir con amigos. Viviendo en Osaka tengo acceso directo a otras ciudades como Nara, Kyoto o Kobe, todo en un radio de 40 minutos.

Suelen ser famosos los pequeños espacios habitacionales japoneses, ¿son así?

Teniendo en cuenta el estándar argentino, sí, acá las viviendas son chicas. Mi departamento consta de un pasillo, un cuarto para el

inodoro y otro para el baño (donde está el lavamanos, el lavarropa y la ducha), la cocina y la habitación. Por lo general estoy poco en mi casa, siempre estoy haciendo algo afuera, pero igual tuve que hacer una adaptación al espacio y aprender a ser minimalista. No compro cosas que no necesito, trato de no acumular y tengo un ebook en vez de libros. En Osaka no se vive tan “apretado” como en Tokio, pero tengo que destacar que, a pesar de la cantidad de gente, todo el mundo es considerado, se respetan las filas y nadie te empuja. Si bien estás un poco apretado, hay mucho orden y eso compensa.

¿La vida social en Japón guarda similitudes con la nuestra?

En general, se podría decir que es diferente a lo que conocemos. La puntualidad en Japon es importante. Se llega un poco antes al lugar acordado, y se espera al horario fijado para ingresar. En Argentina somos más relajados (o más laxos) con el horario. Desde ya, el encuentro se proyecta con tiempo, como si se tratara de una cita con el doctor. Nada de los acostumbrados arreglos sobre la hora de Buenos Aires, ni, mucho menos, de las visitas sorpresa. Para cualquier tipo reunión, los japoneses ponen un gran esfuerzo en que todo salga bien. Así, por ejemplo, si decidimos ir de paseo a otra ciudad, ellos se ocupan de buscar los horarios exactos del transporte. Hay una percepción de que el japonés es tímido, pero no siempre es el caso. En distritos de entretenimiento y compras, incluso, vas caminando por la calle y encontrás gente que te invita a pasar a sus negocios. No es que ten dan un volante y vos seguís tu camino, sino que te siguen e intentan persuadirte de que entrés a su negocio, bar o restaurante. Los japoneses son reservados, pero pueden ser frontales según la situación.

Allí, ¿se escucha hablar de Argentina o de otros países sudamericanos?

En Japón creo no hay un claro registro de nuestro país. Sí se escucha hablar de Brasil y de Chile, en el primer caso pues poseen una comunidad japonesa muy importante y en el segundo por su vino. De Argentina te suelen mencionar a nuestro ícono deportivo: Messi (la gente más grande te nombra Maradona) y en menor medida el tango, o nuestra carne. Existe una comunidad de inmigrantes latinos en Japón que son mayormente de Brasil y Perú. Algunos nikkei (los descendientes de japoneses) vienen a trabajar en fábricas en zonas industriales, en las afueras de las grandes ciudades. En cuanto al turismo, según datos de la Japan National Tourism Organization, toda Latinoamérica envió apenas 111.200 turistas durante 2019, siendo la segunda región que menos visita Japón. En comparación, China envió cerca de 9.500.000 de turistas durante el mismo año.

¿Podrías decirnos unas palabras sobre el índice de pobreza y la seguridad en Japón?

Actualmente se calcula que el país tiene un 16% de pobres, aunque el número puede haber variado después del COVID-19. Cerca de donde vivo está Nishinari, que es uno de los tres barrios pobres más grandes de Japón. De hecho, una de mis investigaciones está centrada en este lugar. Pero la inseguridad no existe como la entendemos en Argentina. Aquí te sentís muy seguro, a cualquier hora y lugar. Hay unos muy pocos robos, pero no son violentos, y si hay un crimen es en general un tema pasional. No hay delincuencia de tipo “entraderas” o robos en comercios como en Argentina. Económicamente, con el coronavirus, el PBI ha bajado al menos un 7%. Frente a la situación, el gobierno ofreció subsidios y ayuda económica. Si eso soluciona o no la problemática, se deberá evaluar después. El turismo doméstico, por ejemplo, ha recibido importantes subsidios del gobierno, como también otros rubros, para que el impacto sea menor. Los estudiantes estuvieron entre los más afectados, porque los trabajos de medio tiempo en rubros gastronómicos y de indumentaria sufrieron por su relación con el turismo. El numero de turistas internacionales cayó a prácticamente a cero desde abril, y no se espera una recuperación importante hasta el próximo año.

¿Qué amás de Japón?

Cuando uno viene a Japón generalmente llega atraído por la cultura tradicional, que es lo más publicitado y lo más conocido afuera. El gobierno le ha dado mucho énfasis a promocionar estas tradiciones (como la ceremonia del té o las artes tradicionales), y creo que son unos de los principales elementos que atraen a la gente hacia Japón. En lo personal, me gusta mucho la pintura japonesa. Además, me resulta un lugar muy rico socialmente, siempre hay cosas nuevas por hacer o por conocer. La gente también es interesante y amable. Tienen una excelente red de trenes y transporte así que podés conocer lugares nuevos muy fácilmente. Japón también es un punto ideal para recorrer Asia, por el tipo de cambio favorable y las distancias cortas de viaje. He visitado Hong Kong, Macao, Taiwán y Corea. Para el año que viene, tengo programado visitar Tailandia para participar de una conferencia. Japón me ha ayudado mucho a desarrollar primero mis estudios y luego mi trabajo. En Argentina no habría podido desarrollarme profesionalmente con la misma profundidad, en parte porque mi trabajo de campo sería difícil de llevar a cabo. En ese sentido estoy agradecido con este país y contento viviendo acá.

Contacto:

nprogano@wakayama-u.ac.jp

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