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Más compromisos, menos enfrentamientos
from ProAsia 36
by ProAsia
Por Emb. Felipe Frydman
El COVID se sumó a la crisis de la relación entre los Estados Unidos y China. Los conflictos comerciales entre los dos países fueron encaminados en el Acuerdo Fase I alcanzado en el mes de febrero por el cual China se comprometió a incrementar las importaciones y profundizar la apertura de su economía. La trágica expansión del COVID 19 en los Estados Unidos, la cantidad de fallecimientos y las consecuencias negativas sobre las posibilidades de reelección del Presidente Donald Trump en las elecciones de noviembre intensificaron el enfrentamiento político donde se cruzaron graves acusaciones incluyendo definiciones ideológicas ajenas al manejo de las relaciones internacionales. Los últimos cuatro años quebraron la tendencia de colaboración iniciada con la visita del Presidente Richard Nixon en 1972 y reafirmada con el viaje de Deng Xiaoping en enero de 1979 donde el anfitrión fue el Presidente James Carter. En esa oportunidad ambos países acordaron el establecimiento de relaciones diplomáticas poniendo fin a la Guerra Fría iniciada con el ascenso de Mao Tse Tung al poder en octubre de 1949. Los Estados Unidos y China emprendieron un período de intensa cooperación económica, comercial, militar y también política para contener la expansión de la Unión Soviética. El Presidente George Bush otorgó en diciembre de 2001 el trato permanente de NMF (Nación más favorecida) abriendo el camino para el ingreso de China a la OMC. Miembros del Congreso presentaron una moción contra la decisión presidencial de normalizar las relaciones comerciales, pero fue derrotada por 259 a 169. La tendencia de fortalecer los vínculos con China contó con el aval de republicanos y demócratas que vieron una oportunidad para consolidar la distensión, pero también una forma de beneficiarse de la inserción del mercado más grande a la economía global. En esos años, Estados Unidos exportaba a China USD 19.182 millones e importaba USD 102.278 millones con un saldo negativo de USD 83.096 millones. En 2019 las exportaciones se multiplicaron por 5,6 para alcanzar USD 106.447 millones. Las importaciones sumaron USD 451.651 millones. Es decir, 4,4 veces del año base. En 2018, en los comienzos del
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conflicto, las importaciones habían llegado a USD 539.243 millones para disminuir al año siguiente un 17%. En estos 19 años los Estados Unidos acumularon un déficit comercial con China de USD 5.062.679 millones cercano a la cifra del total del superávit de China en su comercio global. En los primeros seis meses de este año las exportaciones fueron de USD 49.490 millones, mientras las importaciones ascendieron a USD 181.207 millones. La comparación con igual semestre del año pasado muestra una caída del 4,6% para las exportaciones y del 17% para las importaciones. La disminución podría adjudicarse en parte al COVID pero también refleja una continuidad con los datos de 2019, cuando Estados Unidos implantó el aumento de aranceles para forzar una mayor apertura del mercado de China. La normalización de las relaciones comerciales en 2001 constituyó también un fuerte impulso para las inversiones de las empresas multinacionales para aprovechar las ventajas impositivas, el menor costo de la mano de obra y el acceso al mercado interno de China. El flujo de inversiones directas norteamericanas en China desde el 2001 fueron USD 1.037.830 millones, y en especial tomaron impulso durante esta última década. El año pasado y a pesar de las advertencias formuladas por el Gobierno de los Estados Unidos las inversiones directas llegaron a USD 116.200 millones. La expansión de la economía china alentó la participación de las empresas multinacionales para estar presente en un mercado con una demanda creciente de productos de mayor calidad y por la apertura de nuevos sectores (servicios) que hasta el momento estaban reservados a capitales nacionales. Las inversiones chinas en los Estados Unidos disminuyeron fuertemente en 2019 como consecuencia de las advertencias formuladas por el Gobierno y las posibilidades de revisión cuando se trata de sectores de alta tecnología considerados prioritarios. Los mecanismos implementados por el Gobierno tienen el objetivo de limitar la transferencia de tecnología a través de adquisición o jointventures. La postergación del encuentro del 15 de agosto entre los dos países para la revisión del Acuerdo Fase I, sin acordar una nueva fecha, no fue una buena noticia; la última reunión entre el Vicepremier Liu He, el Representante Comercial Lighthizer y el Secretario del Tesoro Mnuchin tuvo lugar el 8 de mayo. Los compromisos de China de adquirir USD 77.000 millones adicionales sobre la base 2017 no se han concretado por las demoras producidas por la crisis del COVID 19 y no por la falta de voluntad de las autoridades chinas, según las declaraciones del asesor económico de la Casa Blanca, Larry Kudlow. La campaña electoral en los Estados Unidos abre un paréntesis para predecir el futuro de las relaciones entre ambos países. No todo lo que se dice durante las contiendas debe ser tomado en serio ni representa el verdadero pensamiento de los candidatos. La política de Donald Trump osciló entre un mayor compromiso pero fue acentuando su belicosidad a medida que las encuestas mostraban una diferencia a favor del contrincante demócrata, y es posible que en la última etapa se recurra a un lenguaje más agresivo. Las cifras del intercambio comercial y de las inversiones muestran que existe una clara interdependencia de ambas economías y que el sector privado prefiere una política de cooperación sin dejar de reconocer los problemas que surgen de una creciente competencia. Los 40 años de involucramiento tuvieron un efecto positivo sobre la economía mundial aun reconociendo que China fue el principal beneficiario de la globalización. Tanto el Partido Demócrata y el Partido Republicano comparten la preocupación por la creciente influencia de China en el escenario mundial y los efectos negativos de la desindustrialización por los mayores incentivos ofrecidos por ese país para promover el traslado de empresas. La plataforma de John Biden enfatiza más la implementación de una política interna para aumentar la productividad y un mayor gasto en inversión y desarrollo y al mismo tiempo fortalecer las relaciones con los países aliados para la elaboración de una política internacional de consenso. La personalidad del candidato demócrata pareciera más permeable al diálogo que a la confrontación que caracteriza el estilo del actual presidente. El mundo enfrentará un largo período de reconstrucción para recuperar todo lo perdido en este año. Los esfuerzos requerirán un mayor compromiso y la deposición de las ambiciones de hegemonía. El sentido común no es un producto abundante pero quizás pueda surgir un liderazgo que permita reconducir los conflictos por el camino de la cooperación.
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