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Volver al trabajo en pandemia

Implementación de protocolos de seguridad contra el COVID

Entrevista a la bioquímica Valeria Rodano

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¿Podrías hacernos una breve síntesis de tu carrera y explicarnos cómo esta te terminó llevando al programa Lenor Sano?

Soy bioquímica graduada de la Universidad de Buenos Aires e inicié con una beca como investigadora en la misma universidad, en la cátedra de Fisiopatología Humana. Más tarde, trabajé en el INGEBI (Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular) donde, junto a un equipo de químicos, trabajamos en el desarrollo de nuevas tecnologías específicamente para el desarrollo de biosensores. Luego me desarrollé en el ámbito privado, realizando consultorías y trabajando en un laboratorio de ensayos orientado a medio ambiente y geoquímica de superficies. Finalmente, me especialicé en certificación de productos, realizando evaluación de seguridad y calidad de juguetes, productos gráficos, caños y accesorios, y otros productos. Por cuestiones de la vida llegué a Lenor, donde actualmente trabajo, inicialmente en el Organismo de Certificación de Lenor, que era mi área de especialización, para luego desarrollarme en otros espacios de trabajo. Ahora formo parte del equipo de Lenor Sano, un servicio que inicia con la pandemia, donde con un equipo interdisciplinario nos enfocamos en armar protocolos sanitarios COVID para diferentes rubros y actividades. Este servicio tuvo un abordaje regional, y participan hoy los profesionales de nuestras sedes en otros países también. De este modo, se incorporaron los marcos regulatorios de cada país para extender geográficamente el servicio de Lenor Sano en la región. Así es como empezamos a realizar protocolos sanitarios muy robustos, ya que recolectan lo mejor del saber regulatorio regional e internacional. Pero el servicio no termina en el protocolo, esto es solo una pequeña parte del programa Lenor SANO.

¿Con qué obstáculos se encuentran las empresas a la hora de reabrir sus plantas?

Hoy por hoy, hay mucha información tanto en los medios masivos como a nivel científico, y esto genera grandes obstáculos ya que las empresas tienen que realizar una gran

inversión de tiempo y dinero para adaptarse a medidas adicionales, capacitación del personal, etc. Es fundamental que los protocolos estén enfocados en medidas prácticas y específicas a cada sector y organización. Para eso hay que entender que debemos elaborar protocolos que mitiguen los contagios en la organización y a la vez mantengan la sustentabilidad de cada negocio o actividad. Si se trata de un gimnasio, por ejemplo, se puede imaginar una clase en donde los participantes son separados en círculos de 2 mts. de diámetro; pero si en la práctica esa distancia no se respeta o no es funcional, ya que las personas no se mueven sincrónicamente, entonces esa medida de distanciamiento puede ser insuficiente. En otro extremo un peluquero, donde mantener una distancia de 2 metros con su cliente sería imposible para cortar el cabello, e incluso no sería seguro. Por lo tanto, no existen soluciones generales o que apliquen a todos por igual. Se tiene que evaluar a la empresa, a su quehacer, y cómo realiza ese quehacer particular. Para que el protocolo COVID sea asertivo tiene que estar adecuado a la realidad de esa organización. Podemos diseñar un protocolo sanitario perfecto, pero si a vos no te permite llevar a cabo tu actividad, lo único que vamos a lograr es el quiebre de tu empresa. Porque el protocolo COVID perfecto sería que nadie fuera a trabajar, pero eso no genera sustentabilidad en los negocios. Tenemos que llegar a una armonía entre resguardar a las personas, cuidarlas, y que podamos mantener nuestro negocio activo. Porque si sólo nos enfocamos en evitar contagios, lo cual es valioso y loable, no estaríamos cuidando los puestos laborales, y esto sería un problema para el trabajador, para su familia y para la empresa que no puede seguir adelante. Debemos crear un equilibrio. Y no sólo diseñar estrategias preventivas sino también buscar la manera de trasladarlas a la acción. Cuando nos reunimos con referentes de una organización evaluamos en profundidad sus actividades, sus costumbres. Desde allí se realiza un análisis de las actividades que pueden sostenerse o las que van a prohibirse (o modificar para la seguridad de todos). Revisamos absolutamente todo. Hemos visto empresas que, en la desesperación de querer hacer algo, terminan, por ejemplo, adquiriendo instrumental o equipamiento como termómetros digitales que no son los adecuados y teniendo un mayor impacto económico negativo. Realizan inversiones en vano por falta de información apropiada.

¿Cómo se lleva a cabo todo el proceso?

El primer paso de este servicio es diseñar un protocolo que se ajuste a las actividades de la organización, utilizando elementos de protección y medidas de seguridad que puedan ser adquiridas sin altos costos y que a su vez generen el beneficio que buscamos. Pero siempre cumpliendo con los requisitos legales de la jurisdicción donde nos encontramos situados. El segundo paso es capacitar. Un protocolo escrito es una carta de buenas intenciones; no significa que esto después se lleve a la acción. Tenemos claro que capacitar genera conciencia, contiene a las personas involucradas y les da un espacio para resolver todas las dudas, sean tanto sobre el COVID o sobre las medidas tomadas. Se genera un espacio de diálogo que termina siendo un espacio de contención, de integración y de respeto, y que a su vez proporciona a estos equipos de trabajo la confianza para llevar adelante estas medidas en la inmediatez si ya están trabajando o en el futuro para aquellos que todavía no han vuelto a trabajar. El tercer paso es lo que llamamos "proceso de certificación" donde un tercero, independiente de la organización, releva el grado de implementación alcanzado del protocolo sanitario. Básicamente. un auditor de nuestro equipo releva las actividades de la organización in situ. Esta observación, junto al diálogo con las personas del equipo de trabajo, son fundamentales para determinar el nivel de avance que la empresa tuvo desde la implementación del protocolo. De esta manera se trabaja desde el corazón de la organización para poder detectar posibles desvíos, acciones, o elementos necesarios de ser reforzados (un ejemplo es la colocación de la señalética). En otros casos son simplemente oportunidades de mejora, como cambiar una alfombra sanitaria, o un espacio nuevo que se pasó por alto. Por ejemplo, hay edificios que tienen espacio fumador y quizás en la entrevista inicial no se acordaron de mencionar este sector, pero cuando va el auditor lo detecta. Simplemente con realizar turnos para salir a fumar, quizás sea suficiente. Esta auditoría permite buscar posibles fallas, que en el futuro podrían propiciar los contagio. El esquema de certificación incluye una auditoria inicial para la obtención del certificado y el sello Lenor SANO y una segunda etapa de mantenimiento con auditorias mensuales más cortas. ¿Por qué vamos todos los meses? Porque es una forma de no distraerse, de no flexibilizarse demasiado, seguir teniendo la vara alta hasta que los cambios se conviertan en hábitos. Porque el ser humano, por

costumbre, tiende a volver a los viejos hábitos. Romper las viejas costumbres para reaprender nuevas nos cuesta mucho. Por eso es que son necesarios estos mantenimientos.

¿Cómo se deberían hacer las cosas para no retroceder en las fases?

Hacer las cosas bien significa tres acciones básicas: garantizar el distanciamiento, llevar adelante un aislamiento cuando sea necesario (cuando tengo síntomas compatibles con COVID) y usar los elementos de protección para mitigar contagios, tales como el barbijo, la máscara, el lavado de manos y el alcohol en gel. Por ejemplo, si voy al banco o al supermercado y tengo que darle la tarjeta de crédito a alguien puedo apoyarla en la mesa y que la otra persona la tome, en lugar de entregarla en mano. De esa manera estamos garantizando el distanciamiento en esos pequeños actos. Si estamos al aire libre, que tan bien hace para la salud emocional y física, tenemos que estar atentos en las esquinas donde suele aglomerarse más personas en el semáforo y siempre usar el barbijo. También hay que tener en cuenta que el lavado de manos no es reemplazable por el alcohol en gel. Existen medidas que podemos implementar y llevar adelante para cuidarnos y no tener que retroceder a fases anteriores. Es importante que entendamos que no vamos a poder evitar estar en contacto con el virus, porque eventualmente estaremos en contacto, pero podemos minimizar la exposición a una carga viral excesiva y así cuidar nuestra salud y de aquellos con quienes vivimos y convivimos a diario.

¿Cuán consciente somos de nuestras acciones respecto de los protocolos?

Muy poco. Menos de lo que pensamos. De hecho, a nuestro método lo bautizamos “Selfie”. Le pusimos este nombre ya que nos dimos cuenta que uno no sabe de sus acciones hasta que las observa. La mayoría del tiempo estamos actuando de manera automática. De modo que una manera de ser consciente de cómo actuamos es utilizar nuestro teléfono en modo selfie para grabar una secuencia cotidiana y observarla a conciencia. Por ejemplo, un individuo se graba a sí mismo entrando al edificio, luego al ascensor, ingresando a la oficina, en reuniones con los clientes, etc. Y con esto se pueden identificar situaciones de riesgo, o generar más atención en acciones automáticas potencialmente peligrosas en términos de contagio. Con este método, empezamos a generar conciencia de lo que hacemos y de lo que hacen otros, para mitigar esos potenciales focos de contagio.

¿Qué importancia tiene lo comunicacional dentro de las organizaciones, para la aplicación de estos protocolos?

La comunicación y el diálogo son fundamentales para transitar este momento. Se necesitan de diálogos honestos y sinceros en los equipos de trabajo, tanto de manera grupal como en uno a uno, poniendo foco en qué significa trabajar en esta pandemia, el modo en el que afecta nuestras interacciones, y como podemos apoyarnos mutuamente en este proceso. Acompañando a los que vuelven a trabajar tanto como aquellos que están transitando la enfermedad. En el contexto de la epidemiología organizacional no vamos a poder evitar que, tarde o temprano, alguien se enferme. Lo que es importante es como se actúa en esas circunstancias y realizar las evaluaciones necesarias para mitigar el contagio a su mínima expresión con protocolos de acción específicos, tales como hisopados, o rotación de personal, manteniendo las funciones vitales de la empresa activas. Este programa de Lenor Sano puede ser aplicado a una variedad de organizaciones. Desde una terminal portuaria, hasta una cadena de hoteles o un taller de cerámicas. No está reservado a grandes empresas, sino que se puede desarrollar desde micro, pymes, medianas y grandes empresas, ya que lo que todas tienen en común es que sus dueños o representantes quieren garantizar la salud y seguridad del espacio para sus empleados y clientes.

Contacto:

lenorsano@lenorgroup.com

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