Los curacas hechiceros de Jauja
Así, viendo la causa de hechicería en perspectiva, y habiendo abandonado momentáneamente los datos aportados por el expediente, se entiende cómo la oposición de los curacas de Mito y de otros pueblos de Luringuanca a don Juan Picho se remontaba al menos hasta 1673. En ese año, gracias a la decisión del corregidor y de la Audiencia, este fue designado gobernador interino del repartimiento. La alteración en la sucesión se vio favorecida por la crisis anterior y por un acontecimiento fortuito —la muerte del último Limaylla «legítimo» sin sucesión masculina—, pero sus antecedentes y consecuencias habían sido y serían de largo alcance en la política nativa del repartimiento. Una vez más, el enfrentamiento entre las parcialidades, representadas por sus respectivos curacas, y su cacique principal y gobernador interino, actuaba como causa subyacente al expediente de hechicería de 1690-1691. Don Juan, designado por la Audiencia, gozaría de cierta legitimidad en el repartimiento, pero esta no llegaría a consolidarse entre las autoridades nativas de las doctrinas de indios ni siquiera veinte años después, cuando algunos curacas de Mito y Orcotuna apoyaran al visitador de la idolatría para acusarlo de hechicero. Otros conflictos colaterales, que enfrentaban a don Juan y al visitador de la idolatría, y a este con los representantes del clero regular y de la justicia real, le daban mayor impulso y complejidad a la pesquisa sobre hechicerías. Los actores involucrados completaban el cuadro de intereses encontrados dentro de las doctrinas de Luringuanca. Hacia la caracterización de los mismos nos dirigimos ahora. 3. La red de alianzas Sin duda, don Juan Picho tenía varios enemigos que impulsaban la causa por hechicería en su contra. En cierta forma, su temor de perder el gobierno no se explicaba solo por la oposición de determinados caciques como él. Con frecuencia, estos principales requerían de alianzas con otros poderes de la sociedad colonial. La indisposición de don Juan Picho con el propio visitador de la idolatría los proveyó de un aliado de mucha consideración. Aunque Antonio Martínez Guerra decidió abrir proceso contra don Juan recién en 1690, desde tiempo antes había estado esperando el momento preciso para denunciarlo. El religioso se encontraba en la zona de Jauja desde su infancia, lo que le había permitido tejer sólidas alianzas y construir fuertes intereses en el valle del Mantaro.29 Martínez Guerra fue comisario del Santo Oficio y de la Santa Cruzada en la provincia de Jauja al menos desde 1661. En 1672, agregó el 29 El 11 de junio de 1640, Antonio Martínez, natural y residente en Mito, arrendó a Pedro Cornejo la chacra de Mantacra. Martínez era tutor y curador de la persona y bienes de Antonio Martínez Guerra, su sobrino menor, hijo legítimo de Gaspar Guerra, su cuñado. La chacra quedaba en la llamada Isla de Tayacaja, en el corregimiento de Azángaro. ARJ. Protocolos, t. 3 (Pedro de Carranza) [1640], f. 855r857v. Martínez Guerra fundaría posteriormente un censo sobre las tierras de Mantacra, en 1661. T. 2 (Pedro de Carranza / Antonio Venegas de las Casas) [1661], f. 141r y ss.
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