Es Noticia - Eddición 264

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12 al 25 de diciembre de 2025

Visita militar en la Navidad

De mucho sabor y calidad el lechón local

@esnoticiapr

“Ese lechoncito, me lo como yo... A comer pasteles y, a comer lechón...” Cientos de composiciones musicales navideñas alaban el sabroso lechón de Puerto Rico. El cerdo boricua -de carne tierna y jugosa- que se asa en brasas lentamente en una vara hasta alcanzar un cuero crujiente, libra una batalla por mantenerse a flote en la industria de la porcicultura frente a la proliferación del lechón americano que llena las góndolas en establecimientos comerciales.

En el sur de Puerto Rico sólo la Lechonera Sazón Alvarado, en Guayanilla, vende lechón asado cien por ciento de Puerto Rico. Las demás lechoneras venden cerdo importado y en algunas la carne es mixta, asegura Angel Rodríguez Roldán, presidente ejecutivo de la Cooperativa de Porcicultores de Puerto Rico y el Caribe (Cooporci), organismo que agrupa a 73 pequeños y medianos productores de cerdos en la isla y cobija 22 lechoneras certificadas en la venta de carne de cerdo totalmente del país.

“En el área sur lamentablemente el único pueblo que tiene una lechonera que vende cerdo del país es Guayanilla”, subrayó Rodríguez en entrevista para Es Noticia.

Aunque el cerdo criollo se produce en granjas y porquerizas en Ponce y en otros pueblos sureños, gran parte de ese lechón del país va para lechoneras en Cayey y pueblos del norte y de la montaña.

En Puerto Rico se consumen 230 millones de libras de carne de cerdo al año de las cuales, solo el 2.61% es del país, según estimó Rodríguez. Dijo que la cooperativa tiene 73 porquerizas afiliadas, entre ellas, cuatro en el sur de la isla (Guayanilla, Peñuelas y Ponce). Detalló que se calcula que en total hay unas 135 granjas porcinas en Puerto Rico.

Puntualizó que en 2004 había alrededor de 800 porcicultores registrados en el Departamento de Agricultura, mientras que ahora, hay sólo 135.

“La industria de la porcicultura en Puerto Rico se ha reducido drásticamente y quiénes han sido los que han hecho eso, los mismos americanos, cambiando las leyes para hacer bien difícil la crianza. Comenzaron con las leyes ambientales, después con charcas de oxidación y a exigir un montón de permisos y cosas y muchos productores fueron dejando la industria. Pero lo que colmó la copa

fue la llegada del cerdo importado americano porque ya nosotros no tenemos mercado. El boom del cerdo americano lo percibimos entre 2005 y 2010. Desde ahí ellos han usurpado nuestro mercado”, reclamó el líder de la industria porcina en Puerto Rico.

Para cumplir con la Ruta del Lechón de las lechoneras certificadas que venden cerdo ciento por ciento del país, dijo que la cooperativa sacrifica entre 200 a 300 lechones semanales.

-¿Cómo se distingue el lechón puertorriqueño del americano?, preguntamos al porcicultor.

“El nuestro es un cerdo que se sacrifica lunes y martes en la tarde o el miércoles en la mañana ya la lechonera lo tiene en su nevera. Es un cerdo totalmente fresco y en menos de 48 horas, el consumidor está consumiendo cerdo del país, a diferencia del importado que llega aquí congelado con tres, cuatro, cinco meses y hasta de un año lo hemos visto congelado. Además, las lechoneras certificadas por la cooperativa llevan un sello que dice: cerdo 100% de Puerto Rico, que asegura que la carne es cien por ciento de aquí”, dijo Rodríguez. Destacó además, que la carne de lechón del país “es más jugosa y tiene más sabor”.

Dijo que con el aval del Departamento

de Agricultura, la Cooperativa de Porcicultores certifica las lechoneras que venden cerdo 100% y aunque, algunos de estos negocios venden cerdo del país y cerdo americano, no los certifican. “Algunos dueños no quieren que su margen de ganancias se vea afectado y comienzan a mezclar cerdo importado con cerdo del país, pero nosotros no podemos engañar al consumidor no podemos certificar esas lechoneras”, sostuvo Rodríguez.

El porcicultor indicó que el cerdo del país es “un poquito” más caro que el importado, pero el consumidor tiene que tomar en cuenta la frescura y calidad del producto. “En cualquier industria cárnica lo fresco siempre vale más que lo congelado”, argumentó. Agregó que el cerdo criollo también se encarece por los costos de producción porque los animales se alimentan con maíz y soya y los porcicultores tienen que importar estos productos de Estados Unidos y Suramérica. “Nosotros compensamos esto con calidad porque el cerdo importado americano es totalmente magro. Los criadores en Estados Unidos prefieren un cerdo magro para sacar mayor rendimiento en los cortes, en chuletas, costillas, jamones. Ese cerdo magro es el que nos envían para Puerto Rico y

cuando la lechonera lo asa, solo en las primeras dos horas se ve jugoso, pero después deja de ser jugoso, se le van los sabores, queda totalmente pajoso y no tiene el mismo sabor que el cerdo del país”, dijo Rodríguez. Recordó que el lechón asado confeccionado con cerdo 100 por ciento del país fue catalogado patrimonio gastronómico en Puerto Rico mediante la Ley 180 de 2019 y hace unos años la Cooperativa de Porcicultores hace gestiones para que el plato sea reconocido como patrimonio gastronómico a nivel mundial por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Para obtener el aval de la Unesco han sometido diversas investigaciones, pero Rodríguez dijo que el organismo declara patrimoniales comidas de países independientes. “Estamos tratando con organizaciones que están en Estados Unidos que nos están ayudando, pero en algún momento necesitamos que el gobierno de Estados Unidos nos dé el aval”.

Rodríguez explicó que el cerdo del país es el resultado de un cruce del cerdo criollo, que llegó con los españoles hace unos 400 años con el cerdo estadounidense de la raza Duroc. Además, dijo que

han hecho cruces con otras razas estadounidenses como Landrace y Yorkshire. Explicó que el cerdo de aquí “es un cerdo mezclado con una mayor cantidad de grasa intramuscular, que es la que mantiene la jugosidad en la carne y se le adhieran bien los condimentos para que sea un cerdo delicioso”.

-¿Para esta Navidad hay suficiente lechón de Puerto Rico?Sí hay, lo que pedimos al consumidor es que cuando llegue a la lechonera mire si tiene el logo que dice ‘lechonera certificada’ y en ese logo va a ver si dice, ‘lechón cien por ciento de Puerto Rico’ y el sello de la Cooperativa de Porcicultores. Si la lechonera tiene ese sello puede estar seguro que es lechón cien por ciento del país.

Sostuvo que una libra de carne cruda de lechón de Puerto Rico fluctúa entre $2.50 y $2.60. La carne de cerdo importada fluctúa entre $1.98 y $2.10 la libra. Dijo sin embargo, que algunas lechoneras no certificadas, compran el cerdo importado a precios más bajos y lo venden a los precios del lechón del país.

“Con el cerdo pasa lo mismo como con todo el sector agrícola en Puerto Rico que tiene la capacidad productiva, pero las cadenas de supermercados no nos apoyan, prefieren el producto importado porque les deja más ganancias. Tenemos la capacidad de producción lo que pasa es que nadie siembra lo que no puede vender”, remachó el porcicultor. “En el área sur tenemos un reto con los comerciantes que están bien centrados en lo que más ganancias les deje y son los productos importados, incluyendo el cerdo. Las cadenas de supermercados dicen lo contrario, pero gracias a Dios tenemos el cerdo del país disponible”, afirmó Rodríguez, quien el día de esta entrevista transportaba 60 cerdos en un camión desde Las Marías hasta un centro de sacrificio de animales (macelo) en Aibonito.

La carne, una vez certificada por inspectores del Departamento de Agricultura Federal como cerdo del país, sería distribuida entre las lechoneras certificadas por la Cooperativa de Porcicultores. Si la carne que se vende en las lechoneras como carne del país no tiene el sello de Agricultura federal, a los comercios se les puede decomisar y se enfrentan a penalidades, agregó Rodríguez.

Cerdo del país intenta sobrevivir

GUAYANILLA - Acariciado por la brisa del Mar Caribe y en medio de icónicos quioscos y negocios con especialidad en mariscos, se abre paso el lechoncito puertorriqueño.

Era sábado poco después de las 9:30 de la mañana. Se aproxima la Navidad y a esa hora, en la Lechonera Sazón Alvarado, en la Playa de Guayanilla, ya se había agotado un lechón asado a la vara de 140 libras. En uno de los siete hornos estaba en turno otro cerdo asado de igual tamaño, pero no duraría mucho porque la clientela seguía llegando al local en busca del sabroso lechón con cuerito tostado.

Los comensales llegaban de distintos puntos, algunos de pueblos distantes, como un matrimonio de Aguadilla que encargó un lechoncito para una actividad en el trabajo. Jesús Camacho Santos, de Peñuelas, aseguró un cerdito para un jolgorio familiar, mientras otros clientes llegaban de Yauco, Ponce y Guayanilla buscando la carne fresca de lechón del país. La Lechonera Sazón Alvarado es la única en el área sur que vende cerdo cien por ciento puertorriqueño, certificada por la Cooperativa de Porcicultores.

“Soy de Yauco, pero antes iba a Guavate a comprar lechón de Puerto Rico, ahora lo compro aquí. Son lechones del país, el condimento es espectacular y el servicio es excelente”, aseguró Rafael Echevarría. “Compré lo mejor que hay aquí: lechón asado, arroz con gandules y morcillas”, agregó el yaucano.

La Lechonera Sazón Alvarado opera como

un negocio familiar. La propietaria, Aurealiz Alvarado Centeno, una ingeniera civil de 39 años, graduada del Recinto Universitario de Mayagüez y su hermano menor, Félix Joel (Joito), emprendieron el negocio en un foodtruck.

“Sazón Alvarado nace en diciembre de 2017, tras el huracán María. En ese momento había varios miembros de la familia desempleados y vimos que aquí en el área no había mucho restaurante abierto. Como estábamos metidos desde pequeños en la crianza de cerdos, vimos con entusiasmo seguir la tradición y llevar el cerdo a la mesa del consumidor”, narró Aurealiz de una tercera generación de porcicultores guayanillenses.

Relató que desde hace más de 50 años sus abuelos paternos Félix y Georgina criaban cerdos para la venta. “Así nosotros crecimos y como dice nuestro slogan, esto es tradición y de generaciones. Mi papá continuó con la granja y ahora mismo la tiene él”, explicó la ingeniera, quien destacó que por sus raíces en la porcicultura y el apoyo de la familia, han logrado desarrollar el negocio.

“Todo tiene altas y bajas, hay años que se vende menos y otros se vende más, pero hemos estado ahí. Nos ha ido súper bien”, expresó. “Además del lechón asado, aquí se fríe solo lechón del país”, acentuó la porcicultora, madre de un niño de seis años.

La lechonera abre los fines de semana: viernes, sábado y domingo. Su hermano Joito, es el gerente y también es el que

cocina, el que pone la sazón de los Alvarado.

“Nos criamos en ese ambiente y a nuestros hijos y sobrinos los hemos criado también para que no pierdan la tradición familiar. Aquí corro todas las bases en lo que me necesiten, pero mayormente estamos en la cocina”, sostuvo el único varón de cinco hermanos.

-¿Y por qué el local se llama Sazón Alvarado? “Nosotros preparamos nuestro adobo aquí. Eso lo aprendí con mi papá Félix Alvarado. Le dimos un toque especial para que sea el sazón Alvarado”, dijo para explicar que condimenta la carne con ajo en pasta, sal y pimienta.

Dijo que los cerdos criados en la granja familiar, una vez llegan del matadero, los condimentan para que la carne sea fresca al paladar. Durante el proceso de asado “les doy bañitos con una brochita de agua con sal”, reveló el mecánico diesel de profesión. Durante los fines de semana suelen poner asar entre siete a ocho cerdos de un promedio de 130 a 180 libras. Cada cerdo se inserta en una vara de acero inoxidable y se lleva al horno a eso de las 11:00 de la noche para que esté listo temprano la mañana del día siguiente, detalló.

“Se asan al carbón y le ponemos unos pedacitos de leña para el toquecito de fogón”, acentuó el gerente, quien se preparaba para esa noche asar tres lechones que serían vendidos domingo, día de mayor movimiento de clientes en la lechonera.

“En esta época de Navidad no nos dejan

caer, como decimos acá. También tenemos clientes que se llevan cerdos enteros, picados para sus fiestas y actividades privadas. Nos piden el servicio de que los piquemos en el lugar y siempre y cuando tengamos disponibilidad tratamos de complacerlos a todos”, indicó. La lechonera tiene alrededor de siete empleados, pero cuando dan servicio de ‘catering’, pueden requerir de manos familiares. Además del lechón asado y arroz con gandules, que es la especialidad, el menú incluye cerdo en fricasé, morcillas, gandinga y cuajito. “También hacemos fricasé de pavo, de pollo, de ternera, de ovejo, de cabro, viandas, guineos en escabeche, ensalada de papas, ademas de pollo y pavo asado. Siempre tratamos de tener un menú variado. Aquí estamos en la playa y abundan los negocios de mariscos, este es el único que vende lechón y lechón del país”, destacó el cocinero.

“La carne de aquí es más jugosa, la congelada que viene de afuera es más seca y tiende a ser más dura. La nuestra agarra más el sabor con menos ingredientes. Es carne fresca que no va al congelador. También necesitamos que el cliente apoye lo local. Esa es la clave”, afirmó el joven porcicultor de 35 años.

La barra, contigua a la lechonera es atendida por el esposo de Aúrealiz, Doel Rivera, y también ofrece especialidades en Mojitos y una limonada con un toque de gaseosa. Elvin Montalvo, residente del barrio Indios, en Guayanilla, es cliente asiduo de la lechonera. Llevaba para almorzar lechón asado con arroz con gandules y ñame hervido.

“No lo cambio”, soltó don Elvin. El terreno donde se ubica la lechonera es del municipio por el cual, la familia paga $400 en alquiler. Teléfono de la lechonera: 787- 974- 9121.

Aureliz y su hermano Félix Joel Alvarado mantienen la tradición familiar.

Devoción a La Morenita:

Por

PONCE - Cinco siglos después de la aparición mariana que marcó la historia religiosa de México, la devoción a la Virgen de Guadalupe sigue viva y extendida por otros rincones del mundo. En Puerto Rico, cada 12 de diciembre se ha convertido en un acto de identidad con un creciente número de devotos participando de misas animadas por mariachis, costumbre que crece año tras año. Más que una celebración religiosa, la fecha se ha convertido en un recordatorio de la persistencia de la fe católica y de la huella cultural de la hispanidad desde los altares de varias iglesias católicas y cristianas del país. En Ponce, esta tradición cumple este año 61 años de historia. Cuando aún no amanece y la ciudad apenas despierta, una multitud llega hasta la Catedral de Ponce para celebrar a la Virgen Morenita. A pesar de la distancia con México y de los siglos transcurridos desde su aparición, la celebración

sigue cobrando fuerza, con misas que combinan fervor religioso y los inconfundibles cánticos de grupos de mariachi.

“La historia de la Virgen de Guadalupe se circunscribe a Méjico, pero es reconocida por toda Hispanoamérica como parte de la reconquista de las Américas”, comentó el Padre Orlando Lugo, vicario episcopal de la Vicaría del Centro de la Diócesis de Ponce de la Iglesia Católica de Puerto Rico.

El religioso advirtió que ese fervor creciente hacia la Guadalupana brota de la cristiandad y reconfirma el proceso de evangelización y cristianismo que ocurrió durante la colonización española.

“La celebración de las Mañanitas en Ponce recuerda esa parte de la historia latinoamericana.

Acá, en Puerto Rico, hubo asentamientos españoles (en esa región) en (pueblos como) Coamo, San Germán y Ponce. De ahí nació la ciudad de Ponce y la misma

Diócesis”, sostuvo el también párroco de la Parroquia Santísimo Sacramento, en Ponce.

“Por eso tiene un papel importante de la hispanidad y de la identidad cristiana puertorriqueña. No es solo una fiesta religiosa, sino de nuestra cultura”, reiteró. Según comentó, este año la festividad coincide con la celebración de los 100 años de la Diócesis de Ponce bajo el patronazgo de la Virgen de Guadalupe. Pero su devoción se remonta a hace más de un siglo, enfatizó al referirse a las apariciones de La Morenita al indio Juan Diego en 1531, pocos años después de la llegada de los españoles a Méjico.

“Se han escuchado algunas críticas de que la gente ya no participa como antes (de este evento religioso), pero el puertorriqueño es muy de cultura y fiesta. Y Ponce es cultura, plena, vejigantes y la Virgen de Guadalupe. Cada año que voy veo mucha gente (participando)”, sostuvo Lugo. Esta celebración a días de

la Navidad, señaló, también les brinda a las personas la oportunidad de estar dentro de un espacio inmerso en la cultura de pueblo que, además, fomenta la paz.

Historia que no se olvida

Edgar Pérez, uno de los coordinadores de “Mariachi Fiesta de México”, explicó que lo más importante que caracteriza a la festividad religiosa del 12 de diciembre en honor a “Nuestra Señora de Guadalupe” es el mensaje de amor y esperanza que llevó hace unos 500 años, cuando el pueblo mejicano estaba reprimido, durante la colonización. La Patrona de Méjico y de las Américas, como fue nombrada por el Papa Juan Pablo II en 1999, se le apareció al indio Juan Diego del 9 al 12 de diciembre de 1531. En sus encuentros, la Virgen de Guadalupe le solicitó que le pidiera al primer Obispo de Méjico, Fran Juan de Zumárraga, que se construyera un templo católico al pie del cerro del Tepeyac.

Según cuenta la historia, el Obispo le pidió a Juan Diego (declarado Santo por el Papa Juan Pablo II en el 2002) una prueba de la aparición de la Virgen. Por eso, en su último encuentro con Juan Diego, el 12 de diciembre, La Morenita –como también se le conoce- le dijo que cortara unas rosas en el Tepeyac, lo que resultaba muy difícil de conseguir en diciembre, y las guardara en su tilma, una especie de capa donde solían cargar la cosecha. Cuando Juan Diego abrió su tilma para enseñarle las flores al Obispo, apareció en la tela una imagen grabada de la Virgen.

“Fue entonces que le creyeron y se construyó la ermita. Y Juan Diego dedicó su vida a cuidarla”, contó Pérez, quien

comentó que en un momento de su vida fue seminarista. En Méjico, la Antigua Basílica fue construida entre 1695 y 1709. Debido a problemas de hundimiento y de resultar insuficiente para albergar a los miles de pelegrinos que la visitan anualmente, se construyó una Nueva Basílica entre 1974 y 1976, convirtiéndose en uno de los santuarios marianos más importantes del mundo.

En Puerto Rico, cuenta la historia que, en 1670, en Ponce, se levantó una ermita bajo la advocación de La Guadalupana. Pero fue en 1964 que, según el relato popular, un grupo de mejicanos que estaban en Puerto Rico trabajando en la zona montañosa fueron integrando elementos de tradiciones mejicanas, cantándole “Las Mañanitas” a la Virgen de Guadalupe los 12 de diciembre. “Las Mañanitas” es una serenata popular que se le dedica a la Virgen.

“Llevo aquí (en Puerto Rico) 15 años y en esa fecha se me paran los pelos. Sí, los mejicanos queremos mucho a la Virgen, pero el puertorriqueño se desborda demasiado, la quieren mucho. Hemos visto un aumento en la celebración de las iglesias de Puerto Rico a la Virgen de Guadalupe y no podemos cumplir con todas las peticiones de ir a las iglesias (a cantar) porque (las misas) son casi todas al mismo tiempo”, sostuvo Pérez. El mariachi advirtió que es común que en Méjico muchos hagan ofrendas, promesas o “mandas” ese día a la Virgen, por ejemplo, arrodillándose desde la entrada de la Basílica hasta su interior. La música de mariachis y los alimentos, como los tamales y una bebida llamada atole, también son parte importante de la celebración, sostuvo.

Celebra Ponce y otros pueblos Ramón Lugo, trompetista de “Mariachi Fiesta de México”, comentó que entre las canciones que más le piden los feligreses durante la festividad de “Las Mañanitas” destacan “La Guadalupana” y “Mi Virgen Ranchera”, entre otras típicas mejicanas. Este año, sostuvo, el grupo participará de una misa el mismo 12 de diciembre en el pueblo de Adjuntas a las 5:00 a.m. y otra en la iglesia católica de Camuy, a las 7:00 p.m. El año pasado para esa misma fecha también llevaron su música a una iglesia de Mayagüez y a otra de Comerío. Además, han estado en la Iglesia Episcopal, de Santurce, según informó. José Ramón Montelongo, director del “Mariachi Jalisco de Puerto Rico”, comentó que esta agrupación se remonta al 1968 y sus inicios fueron en el teatro de Nueva York. Luego, dijo, los contrataron en Puerto Rico, donde eventualmente se quedaron. “Fueron llegando otros músicos y también empezaron a surgir músicos de aquí”, sostuvo sobre la proliferación de más grupos de mariachi en la isla. Con el aumento de la población mejicana en la isla, comentó Montelongo, también crecieron las iglesias que celebran a la Virgen de Guadalupe.

“No damos abasto de tantas iglesias llamando para ese día (12 de diciembre). Después de ir a (la Catedral de) Ponce por unos 25 años, estuvimos con el Padre Willy (Peña) en la Iglesia Santa Bernardita (en Carolina) por unos 20 años. Ahora, desde hace unos cinco a seis años, estamos (ese día) en la Parroquia San Esteban, en Toa Alta”, dijo. Según informó, el día antes (11 de diciembre) tocarían en la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús, en

Tradición que une a un pueblo

University Gardens, mientras el 13 de diciembre irían a un Santuario, en Bayamón, para una misa a las 7:00 a.m. “Ha crecido el fervor. Va mucha más gente”, destacó Montelongo.

Zimri Cruz, representante de “Mariachi Los Camperos de Puerto Rico”, comentó que llevan 25 años participando de la celebración de “Las Mañanitas” de la Catedral de Ponce. Este año el día antes (11 de diciembre) irían a la Parroquia La Milagrosa, en Aguadilla, para llevar su música a otra misa.

“En Ponce, hacemos la procesión en carroza. Luego a la misa cantada, intercalada con otros músicos, y el “show” durante el desayuno que se da (de forma gratuita)

frente a la alcaldía. Estamos de 5:00 a.m. a 9:00 a.m.”, dijo al comentar que algunas de las canciones que más les piden son “El Mariachi loco” y “Guadalajara”.

Según informó la alcaldesa de Ponce, Marlese Sifre, la festividad de este año comenzará a las 5:00 a.m., desde el monumento a Lolita Tizol, en la Calle Isabel. Como ya es tradición, la procesión avanzará hasta la Catedral Nuestra Señora de Guadalupe, en la Plaza Las Delicias, donde el Obispo Rubén Antonio González Medina ofrecerá una misa al aire libre.

“Cada cántico, cada oración y cada familia presente reafirma que Ponce mantiene vivas sus raíces, su

espiritualidad y su profundo sentido de comunidad”, dijo la funcionaria en declaraciones escritas.

Mientras, este año se celebrará la Primera Posada Guadalupana, actividad que organiza el Consulado General de Méjico en San Juan en la nueva sede del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe (antigua cárcel municipal de San Juan, en Puerta de Tierra) el 12 y 13 de diciembre.

Según informó el cónsul general de Méjico en Puerto Rico, Juan Manuel Calderón, Las Mañanitas se celebrarán el 12 de diciembre a las 7:00 p.m., con una charla previa sobre “La Virgen de Guadalupe:

Patrona de Las Américas y de Ponce” a cargo de Enrique Cárdenas. Mientras, el 13 de diciembre tendrán una serie de actividades, todas libres y gratuitas, de 5:00 p.m. a 8:00 p.m., incluyendo charlas, artesanías, música y comida. “En Puerto Rico hay unos 8,000 a 10,000 mejicanos que, con el fenómeno de la dispersión, se han ido (regando) por Ponce, Cabo Rojo, Mayagüez, Aguada, Aguadilla, Vieques y Culebra, entre otros pueblos, pero donde más están es en la zona metro”, indicó.

El cónsul mejicano advirtió que entre los mejicanos que viven en la isla hay muchos líderes de empresas, dueños de restaurantes y comerciantes.

Alta la transmisión de influenza en la región de Ponce

Por Marga Parés Arroyo redaccion@esnoticiapr.com @esnoticiapr

En plena temporada de influenza, la región de Ponce sigue destacando con la tasa más alta de contagios, con un total de 4,930 registrados este año, hasta el pasado 29 de noviembre. Mientras, a nivel isla, en las últimas seis semanas previas a esta fecha los casos de influenza han estado subiendo al punto que esa última semana de la cual hay registro –del 23 al 29 de noviembre- las infecciones reportadas al Departamento de Salud sobrepasaron el promedio histórico.

Así se desprende del Reporte de Vigilancia de Influenza para la semana epidemiológica número 48 del año.

Aunque todavía los casos no han sobrepasado ni el umbral epidémico ni el de aviso, el Departamento de Salud se mantiene vigilante a cómo se comportará la cadena de transmisión durante las próximas semanas, advirtió Miriam Ramos, principal oficial de epidemiología de Salud.

“Ya con las fiestas familiares y los viajeros se relajan las medidas de prevención”, comentó.

Para la semana del 23 al 29 de noviembre los municipios con la transmisión más alta eran Yauco, Coamo, Villalba y Dorado. Otros pueblos de la franja sur de la isla también mostraban alta

transmisión, incluyendo a Santa Isabel, Juana Díaz, Ponce, Guayanilla, Sabana Grande y Lajas, entre varios otros.

Hasta esa fecha en Puerto Rico se habían reportado 19,494 casos de influenza, 1,608 hospitalizaciones y 65 muertes asociadas al virus. De esos decesos, 58 fueron en personas de 65 años o más y ninguno había sido vacunado contra el virus.

El grueso de estas muertes ha sido en las regiones Metropolitana y Arecibo (con 12 muertes registradas en cada uno), seguido de las regiones de Ponce y Caguas (con 10 fatalidades en cada uno) y la de Mayagüez, con nueve.

A nivel de casos registrados, después de la región de Ponce, los de mayor transmisión son: Caguas (3,660 casos), Metropolitana (2,835), Bayamón (2,772) y Aguadilla-Mayagüez (2,577).

“La influenza circula todo el año, pero esta es la época cuando suben los casos.

Y en Estados Unidos hay una temporada fuerte de presentaciones graves (del virus), especialmente del AH3N2”, dijo la doctora Iris Cardona, principal oficial médico de Salud.

Según datos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), hasta la semana pasada (al 4

de diciembre), la positividad del virus en Estados Unidos estaba en 7.1% y subiendo. Además, se identificaron cinco jurisdicciones con transmisión alta del virus: Louisiana, Ciudad de Nueva York, Colorado y Nueva York, seguido de Puerto Rico.

“Aunque la (mayoría de la) gente lo toma liviano, cualquiera puede morirse (por influenza). Por eso recomendamos como prevención a la vacunación. Y el tratamiento temprano evita complicaciones”, sostuvo Cardona.

Hasta esta semana había un registro de 282,328 personas vacunadas contra la influenza en esta temporada, según datos provistos por Salud. Tomando en cuenta la población local de 3.2 millones de personas, esto implica el 8.8% de los habitantes de esta isla.

Según el reporte de vigilancia de Salud, para la semana del 23 al 29 de noviembre se habían identificado tres brotes en instituciones educativas, dos de ellos en la región Metropolitana y otro en la de Bayamón.

Mientras, había otras 11 muertes posiblemente asociadas a influenza bajo investigación. De confirmarse, esto subiría a 76 fatalidades por este virus en esta temporada 20252026.

Pendiente a otros virus

En cuanto al COVID, el nivel de transmisión comunitaria fue clasificado como bajo, en el último informe epidemiológico de este virus, también con datos hasta el 29 de noviembre.

De los 78 municipios, nueve permanecen con transmisión alta: Cabo Rojo, Aguadilla, Barceloneta, Vega Alta, Ciales, Orocovis, Barranquitas, Cidra y Humacao.

Para esa última semana epidemiológica, la región de Mayagüez presentó la tasa de positividad más alta (3.92%). Mientras, la región con la tasa más alta de casos confirmados y probables fue la de Bayamón (6.43%).

En la Región de Ponce, esa semana se reportaron 17 casos, los cuales se distribuyen entre Guayama (4 casos), Coamo (3), Ponce (3), Patillas (2), Salinas (2), Adjuntas (1), Peñuelas (1) y Villalba (1). Mientras, hasta esa fecha en Puerto Rico se habían reportado 277 muertes por COVID este año.

En cuanto al dengue, el último reporte epidemiológico, para la semana del 19 al 25 de noviembre, reporta 49 casos registrados esa semana, de los cuales 43 se confirmaron.

Esto lleva a un total de 3,129 casos este año, incluyendo 2,399 confirmados. De otras enfermedades arbovirales, este año también se confirmó un caso de chikungunya.

Y como el dengue se ha mantenido por debajo del umbral epidémico y de aviso, Ramos anunció que la declaración de epidemia que se había extendido este año, hasta el 31 de diciembre, quedará sin efecto después de esa fecha.

No obstante, la funcionaria resaltó que el dengue es una enfermedad endémica en la isla, por lo cual se reportan casos durante todo el año.

Del virus del oropouche, mientras tanto, aún en Puerto Rico no se han reportado casos, advirtió Ramos.

“Pero sí, estamos pendiente a los países vecinos (con casos confirmados) y a la Organización Mundial de la Salud (OMS)” dijo. La epidemióloga informó que a través de pruebas a aguas residuales de plantas de acueductos la agencia tiene la capacidad para detectar una serie de enfermedades, incluyendo el oropouche.

Hasta finales de julio, la OMS había informado de casos confirmados en: Brasil, Panamá, Perú, Cuba, Colombia, Venezuela y Guyana. También se habían notificado casos importados en: Uruguay, Chile, Canadá y Estados Unidos. Cardona advirtió que aún restan tres semanas del año, pero que, hasta la fecha, en este 2025 no se ha declarado ninguna epidemia en la isla. Recordó que el año pasado se activó la epidemia del dengue, en el 2023 de influenza y el año anterior (2022) surgieron los brotes de viruela símica.

Uso desmedido del alcohol durante la época festiva

El alcohol, por su naturaleza depresora, no solo afecta al cuerpo, sino también a la mente y a las emociones.

La época navideña es sinónimo de alegría, unión familiar y celebración. Sin embargo, para muchas personas, estas fechas también traen consigo una realidad menos festiva: el consumo excesivo de alcohol.

Aunque socialmente aceptado como parte de las tradiciones, este comportamiento tiene consecuencias que van mucho más allá de una simple resaca. El alcohol, por su naturaleza depresora, no solo afecta al cuerpo, sino también a la mente y las emociones. En un periodo donde la nostalgia y la tristeza pueden ser más comunes, recurrir al alcohol como mecanismo de afrontamiento puede intensificar estos sentimientos.

Según el consejero en sustancias Rafael Santos, “no importa la época del año, siempre habrá una excusa para tomar”. Este hábito, muchas veces justificado por el contexto festivo, refleja una decisión personal que, a menudo, resulta en perjuicios individuales y sociales.

Uno de los factores que contribuyen a esta problemática es la normalización del consumo desde edades tempranas. Según datos recopilados en el Centro de Salud Conductual San Lucas, la mayoría de las personas con problemas de alcoholismo comenzaron a beber

alrededor de los 13 o 14 años, influenciadas por familiares y amigos. Comentarios como “es mejor que beba en casa que con desconocidos” perpetúan una cultura que minimiza los riesgos asociados al alcohol. El impacto del uso excesivo del alcohol se extiende más allá del ámbito individual. A nivel familiar, provoca conflictos, ausencias emocionales y económicas, y desintegración. En términos sociales, el consumo desmedido se traduce en un aumento de accidentes de tránsito, particularmente durante las festividades. Santos advierte que “conducir bajo los efectos del alcohol convierte el vehículo en un arma letal”, un recordatorio sombrío de las consecuencias irreparables que estas decisiones pueden tener. Más allá de las consecuencias externas, el consumo de alcohol también afecta la capacidad de las personas para gestionar sus emociones y enfrentar la realidad. Durante las terapias, Santos enfatiza que cada individuo es el “autor intelectual” de sus emociones, y su bienestar depende de cómo analiza y enfrenta las situaciones. Por ejemplo, una pérdida personal no genera tristeza en sí misma; es la interpretación y las expectativas asociadas las que desencadenan las

emociones negativas. En este contexto, el primer paso hacia el cambio es el reconocimiento. Identificar patrones dañinos y aceptar la necesidad de ayuda son claves para romper el ciclo. Sin embargo, el verdadero cambio comienza con una decisión consciente de priorizar el bienestar personal y familiar por encima de la gratificación momentánea que el alcohol puede proporcionar. La temporada festiva, más que una excusa para beber, debería ser una oportunidad para reflexionar sobre nuestras decisiones y sus implicaciones. Al elegir la moderación y la responsabilidad, no solo protegemos nuestra salud y seguridad, sino que también cultivamos relaciones más significativas y un ambiente realmente festivo. En un mundo lleno de decisiones, optar por la sobriedad durante estas fechas puede ser el regalo más valioso que podemos darnos y ofrecer a los demás. Para información sobre el Centro de Salud Conductual San Lucas y los servicios que ofrece, accede a sanlucaspr.org, llama al 787-625-1430 o síguelos en sus páginas de Facebook, Instagram y YouTube.

Por Centro de Salud

Conductual San Lucas

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La Lola: Sangría peñolana con rostro de mujer

PEÑUELAS - “Si bebes las aguas del Río Guayanés, quedas encantado de la cabeza a los pies...” Esos versos cuentan la vieja leyenda de un idilio entre un cacique taíno y una española, en Peñuelas. Las estrofas recuerdan ahora, en su trayectoria a La Lola, una refrescante sangría nacida en el Valle de los Flamboyanes, que deja encantados a los amantes del popular elixir, cuya receta con más de 30 años, ha alcanzado el equilibrio entre la dulzura y la acidez.

Multi galardonada en festivales de cata y gastronomía, la acogida de esta sangría netamente peñolana la mantiene entre las preferidas del público.

“La Lola comenzó como una actividad familiar. La hacíamos para Navidad, despedidas de año y cumpleaños familiares”, cuenta Mayda León Novoa, propietaria de la sangría que en 2012 se registró como marca. La receta la originó Ramón (Brancho) Fornés, un querido comerciante del pueblo, quien era esposo de León Novoa y en 2007, muere trágicamente en un accidente de tránsito. No tenía nombre, le decían Sangría Brancho y desde 2008, la familia empieza a llamarla La Lola.

“La sangría nace en los años ‘90 en el negocio de mi esposo. Él me dejó la receta original”,

compartió León Novoa, en entrevista desde el restaurante Tiempo Fuera, en el hotel Royal Delonix del pueblo, donde se vende la sangría y se prepara el trago “Loli Mojito”, un mojito con sangría La Lola, también premiado este año.

La empresaria relató a Es Noticia que el proceso de perfeccionar La Lola, elaborarla, registrarla y obtener los permisos de venta ha sido difícil, pero el producto ha compensado los obstáculos.

Dijo que depositó el secreto de la sangría en el elaborador y distribuidor del producto, Johnny Alvarez García, quien hace varios años la llevó a playas del suroeste para que fuera catada por la gente y de esa forma, la bebida evolucionó.

Al preparar la sangría Alvarez García se enfoca en el sabor hasta lograr que la degustación sea la mejor. “Empecé con la sangría de parcha, la llevaba siempre a las playas, pero esta sangría no salió de mí, salió de la gente. Me decían, ‘mira a esto le falta china’, ‘eso sabe mucho a uva’… Entonces, yo la perfeccionaba hasta que me decían: ‘esto quedó en su punto’”, sostuvo el también peñolano.

-¿Y cómo se consigue el punto en una sangría?

“No puede ser empalagosa, ni dulce ni agria, que cuando la beba no sienta lo amargo, ni sienta lo dulce, que todo quede

en una medida proporcional. Uno aprende de la gente. (Ellos) me enseñaron a mí”, expresó. En 2014, La Lola cargó con el primer lugar de marca registrada en el Sangría Fest, celebrado en el Centro de Convenciones, pero desde 2011 ya había sido premiada. “La primera sangría de parcha, en ganar un Sangría Fest fue La Lola en 2011. Fue una novedad”, contó León Novoa, quien recordó que en 2012, La Lola logró el primer lugar en categoría abierta, año en que la concurrida cata fue registrada en el libro de Récords Guinness. “El nombre se inspira en una perrita que yo tenía, que llamaba Lola”, dice la empresaria, quien explica, que la etiqueta lleva el rostro de una mujer con una diadema de frutas, representativa de los diferentes sabores.

“La mujer que está en la etiqueta tiene un lunar cerca de la boca que significa el punto, que esta sangría siempre está en su punto. Es una mujer coqueta, sus labios están pintados, sus ojos son expresivos. Para mí es bien bonita y me inspiré en mi hija, Keyla, describe la propietaria de la marca. Sin revelar las medidas de la receta, el elaborador dijo que la bebida lleva frutas, china, jugo de uva, ron, vino. “Lo más importante es el amor cuando uno la hace y tener una copa al

lado, porque hay que probarla para ver si está bien o mal”, compartió.

Aunque La Lola tiene permisos de registración de la Agencia Federal de Alcohol y Tabaco, paga arbitrios al Departamento de Hacienda y puede ser distribuida fuera de Puerto Rico, todavía la bebida no se comercia fuera de la isla por los altos costos de embarque. La propietaria explicó que el espíritu destilado tiene un nivel de alcohol de 10.5 grados y para llevarla a La Florida, por ejemplo, tendrían que bajar el volumen de alcohol. “No es tan fácil, tendríamos que cambiar la receta. El costo de una botella de La Lola ahora mismo fluctúa entre $13 y $15 y si la llevamos a Estados Unidos podría costar $30”, sostuvo la empresaria, quien sin embargo, no descarta llevar La Lola a otros confines. La sangría se prepara en un local en el pueblo. “Yo quería que la sangría saliera de Peñuelas y para mí el lugar más importante es la casa de mi abuelo, que está aquí en el pueblo y por la importancia que tiene esa casa para mí, donde yo viví”, afirmó. Por varios años, la comerciante, mantuvo el Café La Lola, un espacio en la Plaza Artesanal del municipio, en el casco de Peñuelas, pero con el impacto de los terremotos el negocio no reabrió.

“La Lola para mí es como un hijo, donde quiera que la veo es parte de mí, es algo que sientes que es tuyo, que cuando oyes hablar de ella te da orgullo. Es un logro grande que yo he obtenido en mi vida y no solamente para mí, sino que se lo he podido ofrecer a mi pueblo y me enorgullece mucho que este pueblo la haya hecho parte suya. Decir La Lola es decir Peñuelas”, afirmó la propietaria de la exitosa sangría peñolana que se puede adquirir en licorerías y establecimientos comerciales.

Mayda León Novoa, propietaria de la sangría La Lola, registrada como marca en el 2012. Fotos: Héctor Santiago

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