1 minute read

Tiempos de confusión

RENÉ DELGADO

@SobreavisoO

Aun cuando con enorme simpleza e incluso a veces con procaz altanería –infame la descalificación y recalificación de Cuauhtémoc Cárdenas–, el presidente López Obrador sostiene que estos son tiempos de definición; lo evidente es un momento de confusión. Desconcierto y alboroto que, de persistir, compromete la estabilidad política y social, colocando en peligro la recuperación.

Tal confusión no solo afecta al movimiento liderado por el propio mandatario, sino también a más de un grupo de la oposición partidista u organismo de la resistencia civil. Unos y otros se mueven y desgañitan sin desplazarse del sitio donde se encuentran y en su dinámica se complementan en el despropósito de quitarle, en vez de darle perspectiva al país.

La desesperación por conservar o conquistar el poder sin reparo ni decoro está haciendo presa a esos polos. En su afán de arrogarse respectivamente la representación, encarnación y orientación del pueblo o la sociedad civil, espolean la posibilidad de un nuevo desencuentro nacional.

Un desacuerdo más de los que tanto daño nacional han causado.

***

Andrés Manuel López Obrador puede jactarse ahora de no ser un político titubeante, zigzagueante ni andarse por las ramas y querer plantarse en la escena como un izquierdista revolucionario de viejo cuño. Puede, pero no respalda tal postura su origen, trayectoria y desempeño, como tampoco la composición de lo que fue su equipo de campaña y, más tarde, su primer gabinete.

En rigor, la pluralidad, versatilidad y flexibilidad políticas que el hoy titular del Ejecutivo mostró como candidato fueron, entre otros factores –destacadamente la corrupción y negligencia de los anteriores gobiernos–, cualidades que le acarrearon simpatía electoral. Que más tarde haya resuelto salir de los colaboradores que le daban sentido, equilibrio, viabilidad y sensatez a la pretendida transformación y, con ello, defraudar a amplios sectores socio-electorales que, justo por eso, sufragaron a su favor. Solo se explica de dos modos.

Uno, carente de la estrategia requerida para alcanzar los objetivos anhelados. En el curso del primer trienio de gobierno se fue desesperando con quienes cuestionaban u objetaban el camino y, por lo mismo, se fue recargando de más en más en quienes de la lealtad hacen y hacían fe ciega y del aplauso huella de su aportación. La confusión, no la definición, comenzó a marcar la ruta y el ritmo de los pasos.

This article is from: