sabiote a la vista

Page 244

Antonio Rodríguez Aranda pero menos fuertes, tomaron posiciones detrás del molino de don Marcos en donde los mayores constituyeron el grupo de vanguardia en tanto los pequeños ponían «munición» a su alcance. En pocos minutos ocurrió lo que se esperaba, pues una nube de piedras cruzó el aire en todas direcciones sembrando la confusión entre las pocas personas que transitaban por allí. Pero, mire usted por donde, una de estas piedras, afortunadamente de poco tamaño, fue a darle un coscorrón a la mujer del enterrador que en ese momento salía del matadero con un cubo de despojos, y si bien es cierto que sólo le hizo un pequeño chichón, la lesionada soltó el cubo, atravesó impávida las filas de los combatientes entre una nube de piedras y se fue directamente al ayuntamiento a denunciar el caso. Los municipales hacía tiempo que estaban molestos con estos niños que alteraban el orden con harta frecuencia, razón por la cual los tres que había de servicio, con el pregonero en la retaguardia, se acercaron al campo de batalla a fin de restaurar la paz y castigar a los culpables, mientras que varias airadas mujeres les pidieron desde sus puertas que pusieran fin a tanto desmán. Los chiquillos que mantenían su posición en el viejo molino, al llegar la autoridad se encontraron entre dos fuegos y no tuvieron más remedio que correr y entrar en el pueblo a través del arco del Pilarillo. Los del bando contrario, cuando vieron que el enemigo huía y que dejaron el campo libre, subieron a tomar posesión del terreno conquistado, pero al encontrarse con los representantes de la ley volvieron las espaldas y huyeron despavoridos, mas como también por esa parte encontraron otro guardia, al quedar acosados por los flancos se vieron obligados a penetrar por el callejón de los Muertos, pese al peligro que suponía ser vistos y que ello llegara a conocimiento de sus padres. Entre tanto, el delegado o jefe de los municipales mandó al pregonero a la escuela para dar cuenta al maestro de la situación creada. Éste, aunque era hombre extremadamente resolutivo, prefirió obrar con prudencia, por lo que comisionó a dos niños de los pocos que con él tenía a fin de que los contendientes depusieran su actitud y volvieran a la escuela. Por otra parte, el pregonero interpuso sus buenos oficios y se fue a los alrededores de la casa de las Manillas en donde había gran parte de los rebeldes, pero éstos no se fiaron de él y lo mandaron a paseo. Incluso alguno, valiéndose de la superioridad que les daba el número de los que allí había, debió acompañar

244


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.