LA NIÑA DE LOS EMIGRANTES

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3 -Ea, la cara me dice algo -comentó el recién llegado-, pero así de pronto no caigo. -Pues yo soy de los Macarios, uno de los que salieron del pueblo a buscarse las habichuelas; y no lo hice por gusto, sino porque estábamos a mata hambre. Pero dejé parientes a manta, muchos de los cuales siguen allí. Los más próximos son los de Juanillo Manteca y los de Periquito Pulgar. ¿Los conoces? -Los Manteca viven puerta con puerta con nosotros. Y uno de ellos que militó conmigo es más de media liebre. Pero la mocica es una perilla en dulce. En cuanto a los Pulgar, son gente que no paran de trabajar y de bullir, por lo cual a la chita callando van arrimando cada uno una peseta como pueden; y eso que empezaron con lo puesto, pero ahora tienen un capitalejo que no se lo salta un galgo. -Oye una cosa, preguntó otro de los presentes. ¿Tú conoces a Felipe Cierzo? Le dicen ese mote por lo fresco que es. -¡A ver que leche!, quien no lo conoce. La familia tenía su acomodo, pero como él es un cantamañanas, cuando se le vino el aparejo a la panza tuvo que vender lo poco que tenía, y ahora anda por ahí como vaca sin cencerro, o sea, más solo que la una y comiendo donde puede, como el marrano de San Antón. Pero es que, encima que se está cayendo muerto, se le ve más estirao que el timón de un bravancillo y mirando a los demás por encima del hombro, mas como le aprieta el zapato y la procesión va por dentro, tiene que ir tapando agujeros, ya que si no cualquiera le canta las cuarenta en la mitad de la calle. Después preguntó el recién llegado: -Y aquí en Ginebra, ¿cómo se vive? -Mira -le contestó el abuelo-, esto es otra cosa. No te voy a decir que sea mejor o peor que lo nuestro, que eso ya lo comprobarás tú, mas eso sí, distinto. Pero ahora, el hecho de estés entre amigos y paisanos es diferente a que te hubieras visto solo, como nos pasó a muchos al llegar. En fin, que vienes en busca de trabajo y lo vas a tener, pero que las costumbres son otras, el idioma no digamos, y la soledad a veces se hace insoportable. Lo que si te digo, para que nunca te sientas en ese estado, es que aquí nos tienes. -Gracias, señor Juan José, dijo Ginés emocionado. El abuelo, volviéndose hacia donde su nieta Layiné tomaba notas, le dijo: -Vaya hija, con este sabioteño que ha llegado y que tantas cosas sabe de allí, te vas poner las botas. ¿A que te gusta cómo habla, lo que cuenta y todo lo que aquí estás oyendo? -Si abuelo, todo esto es muy positivo para el trabajo que tenemos que presentar, pero me falta mucho por hacer. De todas formas, como para coordinar el estudio que cada equipo prepara sobre su país de origen el colegio ha designado profesores, uno de estos días vendrá aquí la profesora que nos ha correspondido, ya que dice que le interesa conocer el medio en que nos desenvolvemos. -Bueno, dijo el abuelo, como yo no sé explicar a estos paisanos lo referente a esos trabajos que preparáis, creo que debes hacerlo tú. -Es que -aclaró Layiné dirigiéndose a los demás-, en el colegio estamos niños y niñas de distintas nacionalidades, y como cada dos años convocan un concurso sobre temas de los respectivos países, concurren alumnos a fin de enaltecer su respectiva tierra y de conseguir el importante premio que se ofrece. Este año el tema propuesto versa sobre “Situación, arte, historia, costumbres, términos y modismos de un pueblo”, y como todo lo de Sabiote me es muy conocido, pues aunque hasta ahora no he tenido la suerte de poder volver os estoy escuchando a diario, he formado un equipo de compañeros españoles para hacer el trabajo, presentarlo y... a ver si hay suertecilla. Pues a la profesora le vas a decir de parte de tu abuelo -dijo éste-, que venga un sábado o un domingo en lugar de visitarnos un día corriente, pues con los paisanos aquí conocerá en su verdadera salsa todo lo nuestro. El colegio de la niña era un gran centro pedagógico en el que se educaba un elevado número de alumnas y alumnos de diversas nacionalidades, preferentemente hijos de inmigrantes. En él estudiaba Layiné desde que ingresó en el parvulario, y en él, con sus dieciséis años cumplidos,


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