NAN Arquitectura y construcción - 170

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FÁ B R I C A D E I D E A S

Recuperando el sentido: de Pompeya a los ODS Es hora de que reflexionemos sobre una temática clave para el presente y el futuro cercano, los nuevos modelos de ciudad y vivienda centrados en la persona. Algo estaba cambiando en el mundo del diseño urbano, y la pandemia vino a acelerarlo. Un modelo de ciudad amable que propicie las relaciones entre las personas y los espacios en los que desarrollan su día a día se está abriendo paso para dejar atrás el viejo modelo de aislamiento de las ciudades.

Carmen Fernández Hernández y Yolanda de la Fuente Robles, docentes del Master de Accesibilidad para Smart City de la Universidad de Jaén y la Fundación ONCE.

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a llegado el momento de huir del individualismo y el cortoplacismo: no somos nada cuando dejamos de ser comunidad. Necesitamos aparcar los coches y patear la ciudad, fomentar la movilidad sostenible y practicar las relaciones personales. Hay que poner en marcha diseños urbanos que entiendan las relaciones físicas y virtuales que se suceden en la ciudad, evitar desplazamientos innecesarios para realizar actividades cotidianas y aprovecharse de las tecnologías innovadoras de la información y la comunicación. Hablamos del diseño urbano centrado en las personas. Lejos de pensar en las ciudades como un conjunto de edificios, monumentos e infraestructuras, lo importante como defendía David Sim, autor del libro Soft City, uno de los pioneros de la idea del diseño urbano centrado en la persona, está en promover las relaciones entre las personas y los espacios, con la naturaleza y entre una persona y otra. El modelo de planeación urbana centrado en la persona se basa en tres conceptos clave: la conectividad para lograr una mejor integración del espacio, la accesibilidad para garantizar la inclusión y la generación de valor para fortalecer la identidad y el patrimonio urbano.

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Las ciudades requieren nuevos planteamientos que mantengan escalas “pequeñas” para fortalecer la ciudad compacta. Estas aportan beneficios tanto para el sector público como para el privado, se administran más fácilmente, aumenta la calidad de vida de las personas, disminuye el tráfico y se reduce la contaminación. Desde este punto de vista, una ciudad amable o “soft” (suave) sería aquella que hace posible todas esas conexiones.

¿Cómo podemos saber si vivimos en una de ellas? Prestando atención a una serie de detalles: ¿Tiene espacios compartidos, como plazas, parques o patios en los que poder interactuar con otros vecinos? ¿Es fácil encontrarse con gente por la calle o más bien se hace vida dentro de casa? ¿Hay que conducir para ir a la cafetería o al supermercado más cercano? ¿Está llena de coches o resulta fácil ir en bicicleta o caminar? ¿Hay lugares en los que poder sentarse? ¿Puedo hablar con la persona del kiosco que vende la prensa? ¿En la tienda me pueden recomendar porque conocen mis gustos?


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