La novela española de 1975 a finales del siglo XX

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La novela española de 1975 a finales del siglo XX En los 70 la crisis del petróleo afecta a la economía occidental y España inicia la “Transición” a la democracia tras la muerte de Franco (1975). La repercusión literaria española es evidente: desaparece la censura, vuelven autores exiliados, apertura a la literatura extranjera, impulso político a la creación literaria de las lenguas españolas distintas en español, subvenciones, etc. En las últimas décadas ha habido una gran variedad temática y estética, diversas corrientes y abundantes autores. Sin embargo, resulta difícil analizar y generalizar el periodo actual dada la cercanía. Antes de la muerte de Franco destaca el experimentalismo, cuya novela era minoritaria y culturalista, hermética y experimental. Se preocupan más por el lenguaje que la historia. Estos son Martín Santos (Tiempo de silencio) o los hermanos Goytisolo. Tras la muerte de Franco llega la democracia y nuevos autores. Se reacciona contra la complejidad experimental con una concepción realista de la novela, el realismo renovado. La obra clave fue La verdad sobre el caso Savolta (1975) de Mendoza. Este cambio se conoce como regreso la narratividad, se reivindica el placer de narrar: intriga, aventura, enredo, amoríos etc. También destaca Torrente Ballester (La isla de los Jacintos cortados). En la actualidad, además del realismo renovado, una gran libertad y diversidad de tendencias destacan: la metanovela, que suele inventar un personaje escritor que indaga y dialoga sobre temas literarios, como La orilla oscura (María Merino), Juegos de la edad tardía (Luis Landero), Los enamoramientos (Javier Marías) Papel mojado (José Millás); la novela histórica dentro de una tendencia europea que recupera a viejos maestros como Robert Graves. Obliga al novelista a documentarse sobre el periodo, acontecimientos y personajes sobre los que pretende novela. Destaca El hereje (Delibes), El capitán Alatriste (Pérez Reverte). Otra es la novela de intriga y policiaca, como la serie Carvalho (Vázquez Montalbán), La tabla de Flandes (Reverte), El invierno en Lisboa (Muñoz Molina), El alquimista impaciente (Lorenzo Silva); la novela neorrealista, que estuvo muy de moda durante unos años, representaba la conducta de los jóvenes de entonces (salidas nocturnas en grandes ciudades, drogas, sexo, alcohol) como Historias del Kronen (Ángel Mañas); la novela lírica donde el valor esencial es la calidad técnica, se busca la perfección formal, como El lápiz del carpintero (Manuel Rivas); la novela autobiográfica como Corazón tan blanco (Javier Marías) o Ardor guerrero (Muñoz Molina); la novela culturalista, que analiza y explica diferentes aspectos de la cultura occidental desde unas posturas entendidas, (Juan Manuel de Prada con Las máscaras del héroe); y la novela comprometida o la novela del afterpop. En general, los autores de los últimos años rechazan desde un punto de vista ideológico los códigos éticos y morales. Existe un marcado individualismo, los autores no forman un grupo porque no existe una tendencia clara que los aglutinen. Ante los problemas colectivos manifiestan una mirada distanciadora, un tono humorístico de amargo cinismo. Las preocupaciones existenciales y los problemas de la realización propia siguen dominando: soledad, dificultad de las relaciones interpersonales, intimidad, amor, erotismo o muerte.


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