La poesía de 1939 a finales del siglo XX

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Poesía de 1939 a finales del siglo XX. Tendencias, autores y obras principales. Tras el proceso de rehumanización de la poesía de los años 30 y de compromiso ideológico, la variedad ha sido desde entonces lo más dominante. En la Guerra Civil, ambos bandos desarrollan una literatura de propaganda ideológica. Entre la Generación del 27 y la del 36 cabe destacar a dos personas: Juan Gil Albert y Miguel Hernández. Gil-Albert destaca por una lengua sobria y la búsqueda constante en su mundo interior. Su poesía es metafísica. Su exilio político es también un exilio interior que lo mantiene apartado del mundo literario. Miguel Hernández es la figura clave de esta época. En su primera etapa destaca el simbolismo con la gongorina Perito en lunas. Su plenitud poética fue en 1936 con El Rayo que no cesa, donde predomina el tema del amor. Con la guerra la poesía es más comprometida y el lenguaje más sencillo y directo: Viento del pueblo. En la cárcel compone Cancionero y romancero de ausencias, una poesía desnuda y profunda. Habla del amor, pero del que siente hacia su familia, frustrado por la separación. En la Guerra Civil mueren muchos escritores como Machado o Lorca, y otros marchan al exilio como Salinas o Cernuda. En los 40, la poesía se desarrolló en 3 revistas importantes: Escorial, Garcilaso y Espadaña. Hay dos corrientes: poesía arraigada. Busca la perfección en el verso recuperando las formas clásicas (soneto). Tiene un sentimiento religioso o tradicional y muestran el mundo como un lugar ordenado y de alabanza al régimen vencedor. La poesía desarraigada contraria al esteticismo usa el verso libre, lenguaje prosaico... Busca la libertad e innovación y se basa en sentimientos con un tono trágico, mostrando un mundo caótico y devastador. En la poesía arraigada tenemos 3 revistas: Escorial, Cántico y Garcilaso. De la primera surge un grupo de poetas falangistas, que buscan una poesía intimista, sencilla y directa. Fue dirigida por Dionisio Ridruejo, destacando obras como Poesía en armas. La más representativa fue la de Garcilaso, (a este grupo se le conoce también como gongoristas), con José García Nieto, Leopoldo Panero, Luis Rosales, etc., cuyos temas fundamentales eran Dios, la patria, el paisaje castellano... La revista Espadaña era de poesía desarraigada y comprometida socialmente. Reclaman mayor contenido humano y existencial. Sobresale Eugenio de Nora con Pueblo cautivo, de poesía impura y humanizada, que conectaba con la línea de Pablo Neruda. También Dámaso Alonso con Hijos de la ira, cuyo tono conversacional la asociación al existencialismo de los años 40. Y Blas de Otero, la crisis espiritual que le lleva una poesía existencial, desarraigada y expresionista. Otros son José Hierro con Libro de las alucinaciones y José María Valverde con Hombre de Dios. Entre estos movimientos surgen otros de inspiración vanguardista. El Postismo reivindica la libertad y lo lúdico, trata la poesía como juego, sigue el arte por el arte, y aporta nuevas creaciones lingüísticas; su principal fundador fue Carlos Edmundo de Ory. En los años 50 es un medio para cambiar las cosas, es una poesía testimonial y de compromiso social y político. No solo expresar malestar por la realidad del momento, sino trabajar por cambiarla. Destaca Hierro con Tierra sin nosotros y Celaya con Tranquilamente hablando y Cantos íberos, que contiene lo que podría ser el lema del movimiento “La poesía es un arma cargada de futuro”. Otero escribió para la inmensa mayoría, al principio poesía existencial


arraigada donde plantea el tema de Dios y su ausencia con Ángel fieramente humano; luego evoluciona a poesía social tratando las injusticias y el sufrimiento en Pido la paz y la palabra. En los años 60 se da una poesía como conocimiento. Mantienen la actitud crítica y de compromiso y buscan mayor elaboración del lenguaje, pero los temas pasan a ser personales. Destaca Ángel González con Palabra sobre palabra. Valente escribe poesía metafísica, se conoce como poesía del silencio, como Poemas a Lázaro. Jaime Gil es quien más ilustra el cambio poético de los años 60. Se basa en experiencias personales como en Las personas del verbo. En los años 70 se caracterizan por la rebeldía con el arte establecido y la búsqueda de renovar el lenguaje poético. Los modelos literarios son poetas hispanoamericanos. El crítico Castellet publica la antología Nueve novísimos poetas españoles, incluyendo a Gimferrer y Carnero. A partir de 75 surge diversidad de tendencias, aparecen los poetas ocultos, que entroncan la tradición clásica, destaca Villena. Otros continúan la tradición de maestros del 27, en especial Aleixandre y de poetas de los novísimos cercanos al irracionalismo. Se habla de poesía neo surrealista, aunque la tendencia general es saber que ya se conocen los límites de la modernidad y resurgen movimientos neoclasicistas, de la experiencia o la poesía del silencio. En estas últimas décadas la poesía llega a un público masivo dada la inmediatez tecnológica y el espectacular aumento de la demanada. Presenta numerosas tendencias: neorromanticismo, sensismo, neosurrealismo, poesía hermética. Tras leer la poesía de la generación del 50, poetas de la experiencia como Luis García Montero reivindican la crítica frente a la estética, dejando poco espacio para otras tendencias como el minimalismo de Ruiz Noguera, neobarroquismo…En definitiva, según Manuel Rico, los poetas actuales se definen por la estructura clara y cerrada, lenguaje coloquial y directo, rechazo a las vanguardias, simbolismo, referentes urbanos, subjetividad del autor y transmite desencanto vital sin desarraigo.


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