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Envejecimiento activo y acceso a la tecnología ¿Cómo dialogan entre ellos?

Evitar la inactividad, la soledad y el aislamiento durante la vejez son cuestiones de los tiempos que corren, encontrar las formas para mitigarlas es y debe ser una preocupación de todas las sociedades y al poner sobre la mesa estas situaciones se lleva directamente a hablar de envejecimiento activo.

Para poner en contexto, la Organización Mundial de la Salud delimita el concepto de envejecimiento activo como «... el proceso de optimizar las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida al ir envejeciendo. El envejecimiento activo permite a las personas realizar su potencial para el desarrollo social, físico y de bienestar mental durante toda la vida y participar en la sociedad, ofreciéndoles al mismo tiempo una adecuada protección, seguridad y el cuidado cuando los necesitan».

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En términos más simples, envejecer en forma activa implica que las personas mayores puedan transitar esta etapa con los apoyos necesarios para mantenerse integrados desde el punto de vista social y cultural, con un nivel de salud y calidad de vida razonables para cada situación, y con un ambiente físico que tenga garantías de accesibilidad y seguridad. Optimizar las oportunidades de salud implica trabajar para mejorar el bienestar físico y psicológico. Optimizar la participación supone a su vez fortalecer o reconstruir el relacionamiento social del individuo y su red de apoyo. La optimización de la seguridad tiene que ver con el concepto de «contextos seguros», esto es, espacios urbanos y privados que permitan que las personas mayores accedan a sus derechos sin restricciones. Las personas mayores son un colectivo social y biológicamente heterogéneo, con diferentes trayectorias de vida, que presenta variados potenciales de desempeño y diversas formas de percibir y comprender la realidad. Son individuos que viven en sociedades en las que hay desigualdades múltiples, por lo que, al llegar a esta etapa de la vida, van a tener problemas, intereses y necesidades distintas entre sí.

Por otro lado, el lugar que ocupan las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en las sociedades contemporáneas se vuelve innegable y, aunque no se pueda catalogarlas como buenas o malas, tampoco se deben incluir dentro del campo de lo neutral, teniendo en cuenta la revolución que han producido en la vida de todas las personas, más aún luego de lo experimentado a raíz de las situaciones de aislamiento mundial y generalizadas provocadas por la pandemia del COVID-19. Pese a los esfuerzos de universalización del acceso, continúa existiendo aún una brecha entre niños/jóvenes y adultos en lo que refiere al acceso y uso de las TIC. Los primeros son considerados como «nativos digitales» mientras que los segundos se encuentran en una situación de «migrantes digitales». Los niños y los jóvenes suelen parecer expertos en lo que refiere al aspecto tecnológico y los adultos, particularmente las personas mayores, se encuentran algunas veces por fuera de estos nuevos códigos. Sin embargo, en la medida que nuevas generaciones de adultos con mayor vinculación con la tecnología se incorporan a esta etapa de la vida (la vejez), se va estrechando la brecha digital entre generaciones.

Además, desde la experiencia de la Fundación Astur y amparados en evidencia existente de estudios y evaluaciones a nivel mundial, pareciera ser que las TIC proporcionan, en principio, los mismos beneficios a las personas mayores que al resto de la población. Estos beneficios son: posibilidades de comunicación, acceso a información de diferente índole, acceso a servicios y recreación, gestión administrativa y motivación, facilitando así su vida cotidiana. Pero también el conocimiento y el uso de las TIC proporcionan una oportunidad para aprender nuevas habilidades y mantenerse en contacto con el entorno social y son además una necesidad si se quiere acceder a muchos de los servicios que se ofrecen desde las empresas privadas y desde la Administración Pública.

Asimismo, en términos de derechos, las personas mayores tienen los mismos derechos que el resto de los ciudadanos. Por lo tanto, todas las barreras que limiten sus posibilidades, como ser la exclusión tecnológica, deben ser eliminadas. De esta forma, la inclusión digital puede jugar un papel importante para alcanzar un disfrute efectivo de los derechos y beneficios de la sociedad en igualdad con el resto de la población. Y ofrece la posibilidad de prolongar la autonomía de la persona mayor, por ejemplo, a través de la teleasistencia. Analizando diferentes intervenciones se pueden identificar también otros posibles impactos del uso de TIC en la vida de las personas mayores: desarrollo de la capacidad motora y de habilidades cognitivas, ampliación de conocimientos en las áreas de interés, mayor vinculación con familiares y amigos a través de redes sociales de la mano de video, imagen y texto, sociabilización entre pares, transformación del tiempo de ocio en un ocio recreativo, generación de mayor autoconfianza y autoestima, rompiendo muchas veces con esquemas y estructuras familiares.

De esta manera, las TIC ofrecen a la persona mayor posibilidades de comunicación, de contacto con el entorno social, de aprendizaje de habilidades, de gestión administrativa, de acceso a información y a servicios públicos y privados; promueven su autonomía e igualdad de derechos, mejorando de esta forma su calidad de vida y jugando a favor del envejecimiento activo.

Fuente:

Guías de trabajo para talleristas y docentes. Tomo I – Talleres intergeneracionales para introducción a las TIC. Fundación Astur. Montevideo, 2018.