6 minute read

Derechos sexuales con perspectiva de género y transcurso de la vida

La actualidad latinoamericana, hace que poco a poco los derechos sexuales se hagan cada vez más visibles y se involucre a diversos actores para su cumplimiento desde un enfoque de género. Sin embargo, es necesaria la resignificación de la sexualidad en términos de transcurso de la vida, para que los derechos sexuales sean pensados desde todas las etapas del vivir-envejecer, como clave esencial para un envejecimiento y una vejez con calidad de vida.

Así las cosas, se hace necesaria la generación de espacios de pensamiento, discusión y conocimiento relacionados con los derechos sexuales, en el campo de acción y reflexión del envejecimiento y la vejez. Es decir, articular los derechos sexuales con temas de género y envejecimiento, lo que implica potencialmente, la apertura hacia un nuevo conjunto de problemáticas e interrogantes, así como la necesidad de crear nuevas respuestas para una sociedad que envejece, en este nuevo siglo XXI, caracterizada por grandes cambios y nuevas formas de vivir.

Advertisement

Comprender la sexualidad como una construcción social, permite ampliar el espectro de entendimiento y ser conscientes de su importancia, no solo en el ámbito de lo personal, sino también ser pensada en un marco de derechos. Para ello, se hace necesario dejar de ver como problema la relación entre sexualidad y envejecimiento, lo que implica un reposicionamiento frente a sí mismo, revisar los valores y creencias acerca del sexo, adoptando, nuevas actitudes (Brigeiro, 2002). De igual manera, implica el empoderamiento individual, colectivo y de actores gubernamentales y privados para una construcción de un horizonte de sentido incluyente, sin discriminación por razón de edad, para la promoción de la libertad de las personas mayores para elegir los estilos de vida y las maneras de envejecer que deseen (Freixas, 2008).

¿Por qué hablar de derechos sexuales, con perspectiva de género y transcurso de la vida?

Es bien conocido que todos los países de Latinoamérica y el Caribe presentan un rápido proceso de envejecimiento de las poblaciones, con mayor presencia de mujeres mayores, en los que se evidencia un importante avance en la salud, la nutrición, la educación y, en algunos casos, en participación laboral femenina, mejorando de esta manera los estándares de vida. Pero ¿qué pasa con los avances frente al resta- blecimiento de los derechos sexuales, de mujeres y hombres mayores?

Dicha situación plantea ciertos retos con relación a los derechos sexuales con enfoque de género y transcurso de la vida, pues un aspecto característico a lo largo de la vida, independiente de la edad que se tenga, incluye el sexo, las identidades y los papeles de género, la orientación sexual, el erotismo, el placer y la intimidad. Pese a lo anterior, existe una deuda histórica con relación al restablecimiento de los derechos sexuales en las mujeres mayores:

Uno de los grandes temas pendientes en cuanto a la comprensión de la vida de las mujeres mayores pasa por el estudio de su sexualidad, a la luz de la educación afectivo-sexual, religiosa y cultural que han sufrido, promoviendo la desaparición de las limitaciones que existen sobre su deseo, reconociendo los cambios que se producen con la edad y analizando en los estudios acerca de la sexualidad de las mujeres el papel del amor, el cariño y la ternura, haciendo espacio social y cultural a la validación de nuevas formas de intimidad sexual para las mujeres en la edad mayor (Freixas, 2008, p. 46).

Evidenciar estas relaciones de género, envejecimiento y derechos sexuales pone en evidencia la doble condición de riesgo de las mujeres mayores, por condición de edad y género. Demostrando así, la necesidad de crear enfoques diferenciales para la respuesta efectiva de sus necesidades sentidas, en las que se reivindiquen las diferentes formas de violencia vividas al interior de las familias y su entorno cercano, tales como maltrato físico, psicológico y sexual, incluyendo el desconocimiento del derecho a la intimidad y al ejercicio de la sexualidad.

Aunque la población mayor masculina no está exenta de dicha vulneración de derechos. Con relación al aumento de VIH en la población mayor se destaca:

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la prevalencia e incidencia de VIH en los mayores de 50 años es sorprendentemente alta y los factores de riesgo están totalmente inexplorados, debido a que este grupo poblacional pocas veces es incluido en las encuestas de salud. El diagnóstico del VIH/SIDA en las personas de edad resulta difícil, porque los síntomas de la infección pueden confundirse con otros síndromes de inmunodeficiencia que aquejan a este grupo poblacional. Estas pueden experimentar un riesgo mayor de infección por el VIH solo porque en general no son destinatarias de campañas de información pública y, en consecuencia, no reciben educación sobre cómo protegerse de la enfermedad y tampoco se ha cuantificado el efecto del uso de medicamentos como el Viagra. (Cardona et al., 2014)

Así las cosas, las campañas sobre derechos sexuales en la población mayor son relevantes, ya que los mayores de 50 años están adoptando conductas de riesgo, como el sexo sin protección y el consumo de drogas intravenosas, lo cual provoca nuevas infecciones. Sin contar que es la población masculina, con respecto a las mujeres, la que, en menor número, acude al sistema de salud.

El principal estereotipo negativo por razón de edad relacionado con la sexualidad de las personas mayores, está relacionado con el mito de una vejez asexuada, donde el envejecimiento es concebido como sinónimo de la extinción de la actividad sexual, siendo esta una práctica de discriminación por parte de la sociedad, lo que les dificulta disfrutar su sexualidad en la vejez. El reto radica en fomentar una educación sexual que permita el disfrute de sus derechos sexuales, libre de discriminaciones ‘viejistas’ y estereotipos basados en la edad.

Un papel fundamental ha desempeñado la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, la cual insta a los diversos actores a abordar en sus diversos programas y proyectos la situación y las necesidades de las personas de edad, con relación a la eliminación de todos los tipos de discriminación por motivos de edad, la prevención de todas las formas de violencia contra las mujeres de edad, incluida la sexual, y la abolición de los ritos relacionados con la viudez (OEA, 2015).

Para ello, se hace necesario generar una cultura de los derechos sexuales en relación con el género y el transcurso de la vida, desgenitalizar los cuerpos y cambiar convenciones acerca de la sexualidad femenina y masculina, especialmente en la vejez. Igualmente, existe la necesidad de emprender una batalla contra la industria farmacéutica, empeñada en reducir la sexualidad a los términos de disfunciones sexuales tratables y de acentuar la penetración como aspecto central de las preocupaciones sexuales (Brigeiro, 2002).

¿Qué hacer entonces?

El restablecimiento de los derechos sexuales en las poblaciones puede ayudar a envejecer mejor. Una manera de hacerlo es fomentar las estrategias para fortalecer el derecho de toda persona a buscar y obtener información acerca de su sexualidad. Además de contar con los conocimientos, las actitudes y las habilidades (competencias) que se requieren para tomar decisiones sexuales autónomas, para llevar a la acción prácticas de cuidado de sí (autocuidado), de otras personas (mutuo-cuidado) y del entorno (socio-cuidado), así como el acceso a mejores servicios.

Es necesario resignificar las vivencias de la sexualidad, ser conscientes del transcurso de vida y las diferentes etapas que la acompañan, con sus respectivas creencias e imaginarios sociales que cercenan el derecho a la intimidad y el goce sexual en la vejez, principalmente en las mujeres mayores.

¡Esta es una tarea de todos! De las personas que reconozcan su derecho a la sexualidad, indistinto de la edad que se tenga; pero también de los tomadores de decisiones, las autoridades y los proveedores de servicios; y las poblaciones vulnerables acerca de los derechos sexuales con un enfoque de género y envejecimiento, para la construcción y consolidación de multiplicadores líderes en derechos sexuales, de acciones políticas y comunitarias a favor de las personas mayores.

Referencias bibliográficas

ARBER, S. Y GINN, J. (1996). Mera Conexión. Relaciones de género y envejecimiento. En: ARBER, S. & GINN, J. Relaciones de Género y Envejecimiento. Enfoque sociológico. Madrid. pp. 17- 34.

BRIGEIRO, M. (2002). Vejez y sexualidad masculina: ¿reír o llorar? Revista Latinoamericana de Psicología. 34(1-2): 83-94.

CARDONA ARANGO, D.; SEGURA CARDONA, A. Y GARZÓN DUQUE M. (2014). Riesgo invisible y silencioso: Virus de Inmunodeficiencia Humana en mayores de 50 años. Colombia, 1998-2009. Revista Investigaciones Andina, Vol 16(29), 1086-1098

FREIXAS A. (2008). La vida de las mujeres mayores a la luz de la investigación gerontológica feminista. Anuario de Psicología. 39(1): 41-57.

ORGANIZACIÓN DE ESTADOS AMERICANOS. OEA. (2015). Convención Interamericana para la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores. http://www.oas.org/es/sla/ddi/tratados_ multilaterales_interamericanos_A-70_ derechos_humanos_personas_mayores. asp

* El Dr Robledo es además docente universitario, investigador en temas relacionados con el envejecimiento y vejez, actualmente asesor para Colombia, en el proyecto: «Mejora de la gestión de centros de día y de larga estadía para personas mayores» liderado por la Fundación ASTUR y financiado por el BID. Email: direccionejecutiva@fundacol.com