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IGLESIA EN SALIDA
Una Iglesia en salida buscando la paz y la justicia universal
El día primero de enero se celebra la jornada mundial por la paz, fecha que nuestra Iglesia tomó muy en serio, como parte componente de su tarea de evangelización. Para este fin contempla trabajos de concientización social, pero, sobre todo, un gran esfuerzo para establecer un profundo y sincero diálogo con otras religiones, cosa que no siempre encuentra la misma correspondencia o respuesta en otras confesiones que pretenden superioridad, con arrogancia, especialmente en los lugares donde representan mayoría, para ellos representa perder fuerza y prestigio en la sociedad que se encuentran.
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Hay que decir que el objetivo del diálogo interreligioso no es la búsqueda de la conversión de otras religiones a la propia religión, lo que se pretende es buscar juntos puntos comunes de bondad que permitan una plataforma simultánea en la que favorezca una convivencia pacífica entre miembros de diversas religiones que comparten un mismo territorio. Ambientes que cada vez se vuelven más comunes y ordinarios provocados por los cambios y movimientos que se han registrado en los últimos años debido al desarrollo de los medios de comunicación y los masivos movimientos migratorios, donde anteriormente ideologías, religiones, culturas estaban limitadas a un cierto territorio, hoy es una realidad que nos sale al encuentro y nos interroga lo distinto, inmediatamente al salir de la puerta de nuestra casa.
El diálogo interreligioso en la iglesia católica se ubica a la puerta, teniendo una mirada al interior y otra al exterior, es decir, aunque debe ser autocrítica a su interior y permitir fuertes cuestionamientos desde el exterior, debe tener cuidado de ser como un filtro para no corromper su propia fe, su doctrina y sus dogmas, pero también debe ser accesible y no partir de prejuicios o radicalismos religioso para ver y relacionarse con los demás, quiero decir, pretender imponer nuestros valores religiosos como absolutos e irrenunciables para quienes no tienen ni siquiera familiaridad con nuestra fe, es necesario despojarnos de nuestras seguridades y privilegios a ejemplo de Jesús, «Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se anonadó así mismo, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte y una muerte de cruz» (Flp 2, 6ss). Eso no significa que quienes participan en el diálogo interreligioso deba renunciar a su identidad cristiana, por el contrario, debe reafirmar para enriquecer y dejarse enriquecer.
El diálogo interreligioso se lleva a cabo dependiendo de las condiciones y necesidades propias del contexto en el que la Iglesia se encuentra y, nosotros los Misioneros Xaverianos, como congregación de misión ad gentes, participamos con nuestra Iglesia en los diversos contextos en que nos vamos encarnando. El diálogo tiene diversos niveles y no es lo mismo establecer una comitiva de diálogo en un país de predominancia católica como es México, en Estados Unidos en su mayoría protestante, en Bangladés o Indonesia, en su mayoría musulmán o China y Japón donde el sintoísmo o budismo predominan en la sociedad.
• a) Diálogo de vida: Hay lugares en donde el diálogo abierto, sincero e igualitario es imposible, predomina una actitud de soberbia y superioridad e incapacidad de escucha, en no pocos casos, persecución y opresión contra las minorías que creen o piensan diferente de la religión predominante. En estos casos el diálogo se limita simplemente a estar presentes, compartir espacios públicos como mercados, cines, teatros, plazas públicas, la palabra no está permitida, de tal forma que a este nivel toma mayor relevancia el testimonio a través de las actitudes de servicio, caridad y solidaridad, que dan vida y hacen visibles los valores evangélicos como son el sanar, perdonar, incluir y compartir.
Los Misioneros Xaverianos presentes en países como Japón, China, Bangladés e Indonesia, se ven obligados a vivir a este nivel el diálogo interreligioso, impulsando más la participación o presencia con proyectos sociales como escuelas, hospitales o simple presencia.

• b) Diálogo de obras: Cuando se ha logrado un cierto nivel de tolerancia, al compartir un mismo espacio, se busca hacer un proyecto de trabajo o compromiso de mejoramiento social, requiere la participación común en el trabajo sin abordar temas religiosos, sí se busca un bien comunitario compuesto por miembros de diversas creencias religiosas. Aquí también el silencio requiere de un testimonio mayor en las obras, palabras y actitudes que lleven a cuestionar las otras creencias.
En este nivel de diálogo conozco un testimonio muy significativo en Bangladés de parte de un padre Xaveriano, su nombre era Valeriano Cobbe, quien muriera en calidad de mártir en los años 70´s, él impulso un proyecto novedoso en su momento, dentro del territorio de la parroquia de Shimulia, donde trabajaba, creó una comisión compuesta por hindúes, musulmanes y cristianos, con un proyecto de irrigación logró que las tierras que producían una cosecha de arroz al año, lograran en su lugar, tres cosechas. Por muchos años lograron trabajar en armonía, pero es un territorio en el que fácilmente se puede quebrar esa armonía y así sucedió motivo por el cual fue asesinado.
• c) Diálogo de paz y justicia: cuando en ciertos ambientes se logra una civilización y es posible, el diálogo, cuestionamientos mutuos, no es sólo posible trabajar juntos sino reflexionar y hacer cada vez algo nuevo promoviendo la paz y justicia social desde los propios valores que aporta cada religión a sus miembros, para ello se requiere un constante intercambio y acuerdos muchas veces teniendo que ceder a ciertos valores propios, teniendo cuidado de no renunciar a elementos esenciales que empobrezcan o devalúen la propia fe, pero que tampoco imposibilite un trabajos común y fraterno.
Recuerdo que un padre diocesano en Bangladés narraba su primera experiencia en este nivel puesto que fue nombrado por el obispo, encargado del diálogo interreligioso en su diócesis en Mymensingh, al norte de Bangladesh hizo una convocatoria a los líderes religiosos musulmanes e hindúes en una plaza pública para iniciar este proceso de diálogo en el lugar. Unas horas antes hubo un movimiento, pues muchos jóvenes corriendo con palos y piedras rodearon la plaza, corrió el rumor que habría un pleito muy grande entre musulmanes contra hindúes y cristianos. Recordaba el padre, gracias a Dios, este primer debate o conferencia se dio en un ambiente de mucho respeto y fraternidad, lo cual ayudó a muchos a comprender la finalidad de bondad que pretende alcanzar el diálogo interreligioso especialmente en un ambiente pluri religioso.
• D) diálogo teológico/espiritual: a este nivel el diálogo ha vivido un proceso de maduración máximo, en donde el respeto y aceptación mutua es sincera, se posibilita el intercambio de valores religiosos a ni-
vel profundo teológico y espiritual. Se comparten momentos de oración juntos e incluso lugares sacros compartidos como santuarios o templos simultáneos.

Otro ejemplo a este nivel ha sido la de un padre Misionero Xaveriano que, después de un largo y arduo esfuerzo, el padre Franco Sottocornola ha logrado en Japón crear un santuario interreligioso, en ese lugar sagrado se logra hacer oración y meditación, sea interactuadas como separadas por religión en diversos momentos, tanto cristianos como budistas y sintoístas. Se realizan intercambios teológicos y espirituales en un ambiente de profundo respeto. Nos muestra con su ejemplo que cuando se encuentran buenas voluntades se pueden lograr los ideales más sublimes como el que acuñó nuestro fundador San Guido María Conforti «hacer del mundo una sola familia». Que la celebración de este primero de enero, además de desearnos un año mejor, de mayor prosperidad en nuestras familias y paz en nuestro mundo a todos sus niveles, la oportunidad que tendremos también de celebrar como cada año el octavario por la unidad de los cristianos celebrada cada año del 18 al 25 de enero, que no se quede en simples bonitos deseos; que, más bien, nos llene de sentido y nuevas motivaciones para trabajar en todo eso que nos compromete como bautizados, de ser una Iglesia en salida, consciente de la necesidad de ser promotores de la paz y la justicia, no ya como ideal sino como práctica diaria en la incidencia de nuestra historia actual. Que nos dispongamos a ser esos embajadores de la alegría del Evangelio, renovados por estas consecuencias de la pandemia, marcados en nuestras vidas y que nunca olvidaremos.