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MISIÓN Y PERSPECTIVA

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BIBLIA Y MISIÓN

BIBLIA Y MISIÓN

La cultura del encuentro en el «mundo digital» compromiso pastoral de los discípulos misioneros

Los desafíos que presenta el mundo actual, reflejados en las costumbres y estilos de vida, requieren acciones en conjunto de las instituciones y sociedad civil. El desafío de anunciar el Evangelio desde los medios digitales de comunicación, los cuales definen estilos de vida y establecen comportamientos sociales1, precisa corresponsabilidad y compromiso de todo el Pueblo de Dios.

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Si bien, los avances tecnológicos y de comunicación han contribuido indudablemente al progreso de la sociedad (desarrollo que ha facilitado la manera en que nos comunicamos e interactuamos, proporcionando herramientas tecnológicas eficaces), el desafío se descubre ahí mismo, en los medios de comunicación, los cuales «constituyen una extraordinaria oportunidad de diálogo, encuentro e intercambio entre personas, así como de acceso a la información y al conoci-

miento» (Christus Vivit, 87). 1

El mundo digital propicia espacios de información, comunicación y encuentro, pero «hay que reconocer que, como toda realidad humana, está atravesado por límites y carencias» (Christus Vivit, 88), ya que, en circunstancias concretas, las relaciones se tornan limitadas y efímeras; se antepone el bienestar individual. Los discípulos misioneros estamos llamados a propiciar la cultura del encuentro en el llamado mundo digital2 o «sexto continente», en el cual ya estamos inmersos:

«El mundo virtual no es un lugar al cual nos conectamos, sino en el cual vivimos conectados. La tecnología ha insertado el mundo digital dentro de nuestro mundo ordinario. El reto es cómo vivir en tiempos de red: aprender a gestionar la relacionalidad constitutiva que al mismo tiempo vincula y promueve autonomía.

1El entorno digital caracteriza al mundo contemporáneo. Grandes secciones de la humanidad están inmersas de manera ordinaria y continua. Ya no se trata solo de "usar" herramientas de comunicación, sino de vivir en una cultura ampliamente digitalizada que tiene un impacto muy profundo en la noción de tiempo y espacio, en la percepción de uno mismo, de los demás y del mundo, en la forma de comunicarse. para aprender, para obtener información, para entrar en una relación con los demás. Un enfoque de la realidad que tiende a privilegiar la imagen con respecto a la escucha y la lectura influye en la forma de aprender y el desarrollo del sentido crítico. Documento final y votos del Documento final del Sínodo de los Obispos al Santo Padre Francisco (27 de octubre de 2018), 21. 2 En este mundo, los medios de comunicación pueden ayudar a que nos sintamos más cercanos los unos de los otros, a que percibamos un renovado sentido de unidad de la familia humana que nos impulse a la solidaridad y al compromiso serio por una vida más digna para todos (...) La cultura del encuentro requiere que estemos dispuestos no sólo a dar, sino también a recibir de los otros. Los medios de comunicación pueden ayudarnos en esta tarea, especialmente hoy, cuando las redes de la comunicación humana han alcanzado niveles de desarrollo inauditos. En particular, Internet puede ofrecer mayores posibilidades de encuentro y de solidaridad entre todos; y esto es algo bueno, es un don de Dios. Mensaje del Santo Padre Francisco para la XLVIII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Asumir esa nueva forma mentis en gestación que privilegia lo inmediato y lo visual, y genera sentidos de pertenencia y comunidad más allá de un espacio físico (…) El mundo virtual es el sexto continente, con su comprensión de la realidad y su estilo de vida. El continente que va configurando la nueva forma mentis humana»3

Por tanto, el desafío que se nos presenta en el uso de los medios de comunicación para la evangelización y la construcción de la

3 Cerviño Lucas, “La etapa pluralista como contexto actual de la Missio ad-inter gentes: inequidad, globalización, migración, religiones, ciudad y mundo virtual”, en La Misión, futuro de la Iglesia, PPC, Madrid 2018, pp. 64 y 65.

paz desde el mundo digital y de la información, es saber salir al encuentro de la persona humana.

La actividad pastoral de la Iglesia no queda ajena a esta situación. Sin embargo, y en diversas ocasiones, el entorno religioso eclesial manifiesta condescendencia a una religiosidad de lo privado y lo exclusivo, esto implica que el encuentro con el otro no fructifique, porque no se escuchan los intereses y necesidades del prójimo:

«La Iglesia ‘en salida’ es una Iglesia con las puertas abiertas. Salir hacia los demás para llegar a las periferias humanas no implica correr hacia el mundo sin rumbo y sin sentido. Muchas veces es más bien detener el paso, dejar de lado la ansiedad para mirar a los ojos y escuchar, o renunciar a las urgencias para acompañar al que se quedó al costado del camino. A veces es como el padre del hijo pródigo, que se queda con las puertas abiertas para que, cuando regrese, pueda entrar sin dificultad» (EG, 46).

Comunicación con rasgos humanos

Saber escuchar es saber estar presente, lo que implica ser más cercano y propiciar el encuentro con el prójimo. Pero, ¿de qué manera se propicia el encuentro en los medios de comunicación y, sobre todo, en el mundo digital o internet? ¿Se puede realmente favorecer las relaciones interpersonales y la comunicación en un mundo donde la información es muy fácilmente falsificada o distorsionada?

En las relaciones humanas es imprescindible saber estar y saber escuchar; condiciones que muchas veces no se dan, y para que se den verdaderamente «Hacen falta gestos físicos, expresiones del rostro, silencios, lenguaje corporal, y hasta el perfume, el temblor de las manos, el rubor, la transpiración, porque todo eso habla y forma parte de la comunicación humana» (Fratelli Tutti, 43). Si en los medios digitales no se buscan estos gestos, tan básicos en las relaciones humanas, la comunicación se sitúa como un mero propósito, porque «La conexión digital no basta para tender puentes, no alcanza para unir a la humanidad» (Ídem).

Dentro de la vida comunitaria eclesial la falta de gestos humanos hacia los demás se manifiesta, entre otras, en la «mundanidad espiritual4» y cuando la comunidad se habitúa en las comodidades pastorales que

4 Quien ha caído en esta mundanidad mira de arriba y de lejos, rechaza la profecía de los hermanos, descalifica a quien lo cuestione, destaca constantemente los errores ajenos y se obsesiona por la apariencia. Ha replegado la referencia del corazón al horizonte cerrado de su inmanencia y sus intereses y, como consecuencia de esto, no aprende de sus pecados ni está auténticamente abierto al perdón. Es una tremenda corrupción con apariencia de bien. Hay que evitarla poniendo a la Iglesia en movimiento de salida de sí, de misión centrada en Jesucristo, de entrega a los pobres. ¡Dios nos libre de una Iglesia mundana bajo ropajes espirituales o pastorales! Esta mundanidad asfixiante se sana tomándole el gusto al aire puro del Espíritu Santo, que nos libera de estar centrados en nosotros mismos, escondidos en una apariencia religiosa vacía de Dios. ¡No nos dejemos robar el Evangelio! EG, 97.

no implican mayor esfuerzo ni mayor desgaste por el Reino:

«(…) Hoy se puede advertir en muchos agentes pastorales, incluso en personas consagradas, una preocupación exacerbada por los espacios personales de autonomía y de distensión, que lleva a vivir las tareas como un mero apéndice de la vida, como si no fueran parte de la propia identidad» (Evangelii Gaudium, 78).

Estas actitudes, además de faltar gravemente al mandato del Maestro (Cf. Mt 28, 18-20), manifiestan indiferencia frente a la responsabilidad de salir al encuentro del otro:

«(…) Llama la atención que aun quienes aparentemente poseen sólidas convicciones doctrinales y espirituales suelen caer en un estilo de vida que los lleva a aferrarse a seguridades económicas, o a espacios de poder y de gloria humana que se procuran por cualquier medio, en lugar de dar la vida por los demás en la misión. ¡No nos dejemos robar el entusiasmo misionero!» (ibíd, 80).

Propiciar la cultura del encuentro

Salir al encuentro del otro representa trascender en virtudes como la verdad, la honestidad, el respeto, la integridad. Significa hacer presente el reino de Dios en los lugares donde la convivencia social está marcada por distintas creencias religiosas o, incluso, ideologías para nada creyentes.

«(...) La Iglesia no es ajena o extraña a la sociedad en la que se encuentra inmersa. Esta nueva época exige acompañar a cada persona y renovar con valentía nuestro profetismo evangélico, anunciando con fuerza el valor inestimable de la persona, denunciando todo lo que se opone a su plena realización y discerniendo a la luz del Evangelio esta nueva realidad, para encarnar la experiencia de la misericordia, de la comunión y la solidaridad en esta nueva época»5

Estar dispuestos a encontrarnos con el otro es disponer el corazón desde la belleza, compasión y generosidad del Evangelio. Es revelar el rostro misericordioso del Padre. Es situarse en actitud de servicio: «el servicio siempre mira el rostro del hermano, toca su carne, siente su projimidad y hasta en algunos casos la padece y busca la promoción del hermano. Por eso nunca el servicio es ideológico, ya que no se sirve a ideas, sino que se sirve a personas»6 .

La cultura del encuentro emerge cuando se construye la cultura del diálogo y la cultura de la solidaridad. De esta manera, se manifiestan actitudes como la corresponsabili-

5 Proyecto Global de Pastoral (PGP) 2031-2033, de la Conferencia del Episcopado Mexicano, 24. 6 Homilía del Santo Padre Francisco. Plaza de la Revolución, La Habana. 20 de septiembre 2015.

dad, la empatía, el esfuerzo, el perdón, la misericordia, etc. Desarrollar, pues, una pastoral a favor del encuentro, desde el terreno de los medios de comunicación digitales, requiere discípulos misioneros que sepan «primerear»7 el encuentro y ponerse en camino dialogante con el hombre de hoy: «Acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, tratar de comprenderse, buscar puntos de contacto, todo eso se resume en el verbo dialogar» (Fratelli Tutti, 198).

Libres de todo rótulo y estructura (Fratelli Tutti, 104)

Si bien el diálogo es fundamental para el encuentro y el desarrollo de una sociedad, en el mundo digital no siempre suele estar acompañado de posturas propositivas o constructivas, y más bien se generan discusiones y desencuentros que nada favorecen al bien común:

«Se suele confundir el diálogo con algo muy diferente: un febril intercambio de opiniones en las redes sociales, muchas veces orientado por información mediática no siempre confiable (…) La falta de diálogo implica que ninguno, en los distintos sectores, está preocupado por el bien común, sino por la adquisición de los beneficios que otorga el poder, o en el mejor de los casos, por imponer su forma de pensar» (Fratelli Tutti, 200.202).

Propiciar la cultura del encuentro desde el diálogo y la solidaridad es una corresponsabilidad eclesial que compete a ordenados, consagrados y agentes laicos. Como discípulos misioneros comunicamos desde la realidad que nos interpela y cuestiona, pero siempre en camino y junto al otro, con todo y que puedan existir diferencias culturales o sociales: «Lo que vale es generar procesos de encuen-

7 La comunidad evangelizadora experimenta que el Señor tomó la iniciativa, la ha primereado en el amor (cf. 1 Jn 4,10); y, por eso, ella sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos. Vive un deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentado la infinita misericordia del Padre y su fuerza difusiva. ¡Atrevámonos un poco más a primerear! EG, 24.

tro, procesos que construyan un pueblo que sabe recoger las diferencias» (Fratelli Tutti, 217).

Haciéndome semejante con el otro, el encuentro se torna solidario y generoso; lo que provoca una evangelización más consciente e integral: una evangelización «libre de todo rótulo y estructura». Libres de toda función social que cumplir, como el samaritano de la parábola (cf. Lc 10, 29-32), sin importar a quién se dirige la acción ni buscando un puesto o un reconocimiento, dispuestos a aprender de los demás con actitud humilde y responsable.

Mantenernos en la dinámica de aquel que está dispuesto no solo a ofrecer sino a compartir mutuamente, hasta con aquellos que “no cumplen función alguna”, lograremos establecer la cultura del encuentro desde los valores que propone el Evangelio, generando espacios de diálogo y compromiso social, apoyados en los medios de comunicación para hacer llegar la Buena Noticia8 a todas las gentes:

8 (…) Ambos evangelistas [Marcos y Mateo] definen el anuncio de Jesús como «Evangelio». Pero, ¿qué es realmente el Evangelio? Recientemente se ha traducido como «Buena Noticia»; sin embargo, aunque suene bien, queda muy por debajo de la grandeza que encierra realmente la palabra «evangelio». Este término forma parte del lenguaje de los emperadores romanos, que se consideraban señores del mun«La cultura del encuentro requiere que estemos dispuestos no sólo a dar, sino también a recibir de los otros. Los medios de comunicación pueden ayudarnos en esta tarea, especialmente hoy, cuando las redes de la comunicación humana han alcanzado niveles de desarrollo inauditos. En particular, Internet puede ofrecer mayores posibilidades de encuentro y de solidaridad entre todos; y esto es algo bueno, es un don de Dios»9 .

do, sus salvadores, sus libertadores. Las proclamas que procedían del emperador se llamaban «evangelios», independientemente de que su contenido fuera especialmente alegre y agradable. Lo que procede del emperador —ésa era la idea de fondo— es mensaje salvador, no simplemente una noticia, sino transformación del mundo hacia el bien. Cuando los evangelistas toman esta palabra —que desde entonces se convierte en el término habitual para definir el género de sus escritos—, quieren decir que aquello que los emperadores, que se tenían por dioses, reclamaban sin derecho, aquí ocurre realmente: se trata de un mensaje con autoridad que no es sólo palabra, sino también realidad. En el vocabulario que utiliza hoy la teoría del lenguaje se diría así: el Evangelio no es un discurso meramente informativo, sino operativo; no es simple comunicación, sino acción, fuerza eficaz que penetra en el mundo salvándolo y transformándolo. Marcos habla del «Evangelio de Dios»: no son los emperadores los que pueden salvar al mundo, sino Dios. Y aquí se manifiesta la palabra de Dios, que es palabra eficaz; aquí se cumple realmente lo que los emperadores pretendían sin poder cumplirlo. Aquí, en cambio, entra en acción el verdadero Señor del mundo, el Dios vivo. Benedicto XVI. Jesús de Nazaret. Desde el Bautismo a la Transfiguración. Planeta. México. 2007. pp. 73 y 74. 9 Mensaje del Santo Padre Francisco para la XLVIII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales

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