Escena
bertolt brecht
«El arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma»
El atajo pedagógico El teatro, arte de artes, busca su lugar en el mundo de hoy. texto Felipe Santos [Com 93] @ultimoremolino
Desde que Tespis se lanzó por los caminos del Ática con su carreta de actores, el teatro anduvo buscando su sitio. Creyó alcanzarlo físicamente en la Grecia clásica con la construcción de un espacio, y así ganó su lugar en la polis. Si los griegos tenían dos dioses del tiempo, el teatro siempre estuvo más lejos de Cronos, el del tiempo cronológico, cuantitativo, el tiempo de los calendarios y de los días que se suceden sin destino, y más cerca de Kairós, que era el dios de lo vivido, de los instantes únicos. Este problema con el tiempo le depararía incomprensiones de su público, confundido por si lo que presenciaba ocurría de verdad y asustado por una catarsis que había generado una aparente mascarada. La cuestión de la autenticidad ha rodeado siempre a este arte fugaz, tanto como la música que siempre lo acompañó. ¿Qué es lo que ocurre realmente en el escenario? Al menos la música se toca de verdad, pero ¿y el actor? ¿Actúa o vive? Durante un tiempo, a este remedo se unió el de un público que acudía a matar el aburrimiento y evadirse de las cuitas de palacio. Hasta que apareció Shakespeare y recuperó el sentido de la tragedia griega. Más que los problemas de la polis, lo que al Bardo le interesaban eran los propios del ser humano como sujeto: el amor, el poder, la amistad, la muerte. 98—Nuestro Tiempo primavera 2018
El actor Giovanni Mongiano durante su representación en el Teatro del Popolo.