Nuestro Tiempo 714

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NUESTRO TIEMPO

Número 714 NUESTRO TIEMPO Julio 2022

NÚMERO 714 JULIO 2022 14 euros

¿Sabes quién fue Miguel Ángel Blanco?



NUESTRO TIEMPO Julio 2022 Fundada en 1954 Año LXVIII. Número 714

Editor Teo Peñarroja Canós [Fia Com 19] redacción Ana Eva Fraile [Com 99], redactora jefe María González Zabal [Com 03] Miguel Ángel Iriarte [Com 97 PhD 16] Lucía Martínez Alcalde [Fia 12 Com 14] Paola Bernal [His Com 23] Columnistas Enrique García-Máiquez [Der 92] Paco Sánchez [Com 81 PhD 87] Ignacio Uría [Der 95 PhD His 04] Críticos Libros: Joseluís González [Filg 82] Cine: Ana Sánchez de la Nieta Series: Alberto N. García [Com 00 PhD 05] Música: Alberto Bonilla [Com 12] Escena: Felipe Santos [Com 93] Arte: María Ángeles Burguera [Com 85 PhD 21] Colaboradores en este número Blanca Basanta, Edward Brooks, Eduardo Castillo, Álvaro Ferrary, Lucía Ferrer, María Antonia Frías, Nagore Gil, Gabriel GonzálezAndrío, Juan González Tizón, María Jiménez Ramos, Teresa Llamas, Beatriz Martos, Raquel Menéndez, Aurora Nacarino-Brabo, Paula Orihuela, Bernardo Pacheco, José Poggio, Teresa Reina, José María Sánchez Galera, María Tapias Fraile, Fermín Torrano, Ramón Uría Fotografía Eloy Alonso, Iñaki Andrés, Manuel Castells, Luis Alberto García, Pío Guerendiáin, Eduardo Nave, Poldo Pomés, Santa & Cole, Slowkind, Fermín Torrano, Domenec Umbert Ilustraciones Diego Fermín, Sr. García, Javier Muñoz Diseño Errea Impresión MccGraphics Redacción y Publicidad Facultad de Comunicación, Universidad de Navarra, 31009 Pamplona, España Atención al suscriptor Palmira Velázquez T +34 948 425 600 (Ext. 80 2590) pvelazquez@unav.edu Edita Universidad de Navarra Web nuestrotiempo.unav.edu DL: NA 10-58 / SP-ISSN-0029-5795 La revista no comparte necesariamente las opiniones de los artículos firmados 8 064 ejemplares/ número (2021)

LA PRIMERA Teo Peñarroja

Cobardes susurros

Deberías escribir tu columna sobre la nueva ley del aborto. La podrías titular «Al final tampoco nos bajaron el precio de las compresas». Tendrías que explicar que no aspiras a que quitarles la vida a los niños más indefensos sea ilegal, sino que esperas que pronto sea inconcebible. Para ti debe ser una obligación moral estar del lado de la vida, la libertad y la justicia hasta las últimas consecuencias. Aunque, bueno, piénsalo bien. Al fin y al cabo, eres joven todavía. Ya habrá otros que defiendan a los que no tienen voz. Además, con tu trabajo es muy fácil acabar enterrado en vida por una opinión minoritaria. Escribe sobre eso, entonces, sobre las paradojas de la libertad de expresión en esta sociedad de identitarismos; sobre la cultura de la cancelación y toda la pesca. Podrías poner el caso de aquel periodista que sufrió el secuestro judicial de su libro por contar algo que un político prefería mantener oculto. Aunque tendrías que teclear con pies de plomo, porque últimamente los que amenazan con quemar librerías, impiden charlas en universidades y boicotean presentaciones se levantan contra el libro Nadie nace en un cuerpo equivocado. ¿Vas a decir, así, negro sobre blanco, que está mal usar la violencia contra un texto como ese? Podrías ser más abstracto y tratar en general la cuestión de los ofendiditos. Podrías escribir, por ejemplo, sobre el derecho a sentirse contrariado en un país libre. Tuviste una buena idea hace unas semanas: citabas en francés a Baudelaire, y eso siempre le da un toque chic a una columna de revista cultural. Podrías esconderte en una metáfora o detrás de unos puntos suspensivos… Lo harías lo bastante genérico como para que los que siempre ejercen de víctimas no se vieran acusados. Correrías el riesgo, eso sí, de que se den por aludidos otros puritanos de distinto pelaje. Nunca estás a salvo de la libre interpretación. Permíteme un último consejo: prevente contra el pecado de omisión. Si escribes cualquiera de esas columnas, no habrás escrito de Ucrania, y estando Europa en guerra vas a quedar de frívolo. Ni tampoco habrás dicho nada sobre el precio de la luz, el nuevo libro de Javier Marrodán, el huerto que habéis plantado en la redacción, la muerte de Domingo Villar, las nuevas formas de pobreza que reviste la juventud o el bautizo de tu hija, que para ti, no lo vayas a negar, es la noticia más relevante de los últimos meses. Creo que tengo lo que buscas, querido. Lo mejor que puedes hacer es escribir una columna seria, dócil, inofensiva —sin emplear la primera persona, no te vayan a pedir responsabilidades— sobre tus dudas cuando te planteaste escribir lo del aborto. Pero ándate con ojo: escríbela en voz baja, con mucho cuidado de que nadie te lea.

Member of CASE Esta revista ha recibido una ayuda a la edición, del Ministerio de Cultura y Deporte

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#714

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Cada lunes una nueva historia para tomarle el pulso a la vida contemporánea.

GRANDES TEMAS

EL PLAN DE PUTIN

[Página 22] Explicar el origen de la guerra de Ucrania no es tarea fácil. Para ahondar en las raíces deberíamos repasar los nombres de los líderes rusos de las últimas décadas.

SOLDADOS CAÍDOS EN EL OLVIDO

[Página 40] En un

edificio en ruinas convertido en fumadero malviven los niños soldados —ya adultos— de la guerra civil de Liberia.

REVIVIR LA MEMORIA

[Página 06] Marimar Blanco recuerda

las 48 horas en las que su hermano, Miguel Ángel Blanco, fue secuestrado y asesinado por ETA hace veinticinco años y lo rápido que hemos olvidado.

EDUCACIÓN DEL CARÁCTER Y UNIVERSIDAD

ANDRÉ RICARD

[Página 50] Convives con sus hallazgos sin saberlo. Es el padre del diseño industrial en España y ha creado desde la antorcha olímpica de Barcelona hasta tu cenicero.

[Página 106] La universidad pierde el rumbo cuando olvida las necesidades educativas de sus alumnos y el bien común. No basta con enseñar contenidos habituales, es necesario instruir para ser una buena persona.

CAMPUS Y ALUMNI LA MALETA EL ÚLTIMO DE LOS PRIMEROS

[Página 62] Leandro

ETERNO BERIAIN

[Página 76] David Beriain fue galardonado con el premio Luka Brajnovic a título póstumo. Su trayectoria marcó un antes y un después en el periodismo. Su mayor secreto... saber escuchar.

Benavides fue el primer secretario general de la Universidad en 1952, cuando la secretaría era una libreta que le cabía en el bolsillo.

Campus Alumni Cultura Ensayo

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CARTA DESDE... [Página 70] 140 alumnos participaron en

un homenaje a este género con un tinte de humor. La zarzuela de los paraguas lleva al escenario la riqueza que se crea cuando las culturas difuminan sus límites.

COLABORAN Aurora Nacarino-Brabo [Página 38] El mundo donde las instituciones eran el centro de la política abre paso a nuevos valores.

[Página 82]

LA UNIÓN HACE EL ARTE

Múnich, donde Paula Orihuela [Ing Biomédica 14] combina la medicina y la tecnología.

FIRMAS

Blanca Basanta [Página 74] En un clima de desconfianza hacia los medios, la dicotomía entre la calidad y el beneficio perjudica a la verdad.

Cobardes susurros, Teo Peñarroja Una defensa del nicho, Enrique García-Máiquez Cuando éramos institucionalistas, A. Nacarino Fallo en el sistema, Blanca Basanta Las otras armas de la guerra, Eduardo Castillo Grandes sueños, Ignacio Uría Adiciones y dependencias, Paco Sánchez

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CUÉNTANOS

Las voces de Nuestro Tiempo en las redes «El momento en que recibes @NTunav es como cuando en Harry Potter llegaban las lechuzas mensajeras al Gran Comedor. ¡Mucha ilusión!». @blancargg «“La universidad tiene que ser más rebelde, un punto de resistencia. Si hoy no se lee, que reivindique el ejercicio de la lectura; si no se puede mantener una conversación sin mirar el móvil, que sea donde eso ocurra”. @GarrochoS en coloquio con @NTunav». @JoseMTorralba [En referencia al artículo «Garrocho mira la otra cara del tapiz» de la web]

«Buen día para recordarme esto de @mariaramirezNY: escucha, calla. La historia que puedas contar es lo importante. “Todo nuestro trabajo solo sigue un principio, y es que nuestra mediocridad no se interponga en la grandeza de la historia” David Beriain a @NTunav». @MariasRecarte

«¡Oh, capitán, mi capitán! Mi profesor en 1.o de carrera (1987). Me enseñó a escribir como un periodista». @BreikinNius [En referencia a la entrevista a Manuel Casado del 708]

«NT, una revista diferente. Gracias. Siempre. @NTunav”». @LiriosCR «Our Postdoctoral Fellow Pedro de la Rosa @padlrosa featured in @NTunav @unav shares his research on #Mentalhealth in adolescents & how to be a #researcher during the the #pandemic». @HFHarvard «Con los tiempos que corren y con el tema del aborto tan de actualidad estos días, merece la pena leer este artículo de la revista Nuestro Tiempo donde personas reales de diferentes ámbitos, como una madre que abortó, un ginecólogo, una farmacéutica..., dan 12 razones para la vida». Francisco Velasco Pedraza «“Cada vez nos cuesta más ponernos en manos de otras personas, fiarnos de los expertos y asumir riesgos, porque la confianza está en crisis”». @elindividualcom [En referencia al ensayo del 712]

«El cortoplacismo es incompatible con los proyectos de futuro, y extingue la fuerza motivadora de las buenas ideas que los alentaron». @MerRubio1

HILADOS

«Quedándome a vivir en esta foto de @Lupe_». @lahijadelareyes

[En referencia a la columna «El filósofo y el carterista» del 713]

«En conversación con Nuestro Tiempo, la rectora, María Iraburu, habla de la batalla cultural, la sostenibilidad, el feminismo, el avance de la ciencia o el papel del profesor». Universidad de Navarra

«I feel you». @Lupe_ «Qué maravilla de entrevista la de @NTunav». @lahijadelareyes

«Esta mañana @MariMarBlanco_ ha compartido la historia de su hermano #MiguelAngelBlanco con diez alumnos de @unav. Gracias a @NTunav y a la profesora @maria_jimenezr por su acogida y su compromiso con la #MemoriaVT y a los jóvenes por su interés y curiosidad». @FundMABlanco

«En 2015 @NTunav publicó este reportaje: “Guerra fría en el mar Negro”. Si, como yo, necesitáis un poco de contexto para entender lo que está pasando en Ucrania, este es vuestro artículo». @Luciamalcalde «Año 2014. “Lo que empezó con unas protestas pacíficas en el centro de #Kiev se iba a convertir en una guerra civil donde han muerto hasta la fecha más 4.000 personas”. Trabajo brillante de @Guaitafran en @NTunav. Gracias, Lucía». @belenhache

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Grandes temas Ermua y el final de ETA

LA VÍCTIMA QUE CAMBIÓ LA HISTORIA

El secuestro y asesinato del concejal del municipio vizcaíno de Ermua Miguel Ángel Blanco Garrido es uno de esos acontecimientos sobre los que se construye la memoria colectiva: toda una generación de españoles sabe dónde estaban o qué hacían aquel día de julio de 1997 cuando recibieron la noticia de su captura o el mazazo de su muerte. La respuesta cívica al chantaje de ETA quebró la indiferencia social hacia las víctimas y, pese a las posteriores derivas políticas, nada volvió a ser igual. Este reportaje alterna la cronología del calvario vivido aquellos días con una reflexión sobre sus efectos en nuestro pasado reciente. Se cumplen veinticinco años de aquellas 48 horas en las que el empeño frustrado de un país por salvar a un joven desconocido pero, a fin de cuentas, uno de los suyos, cambió el curso de la historia. texto María Jiménez Ramos [Com 10 PhD 18], periodista y doctora en Comunicación

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10 DE JULIO, 17:30 H SE CONFIRMA EL SECUESTRO

«¿QUÉ HA PASADO?» Miguel Blanco, el padre de Miguel Ángel, se sorprendió al ver a periodistas y ertzainas en el portal de su casa.

SANTIAGO JIMÉNEZ / EFE

a las seis de la mañana del 4 de marzo de 1997, Marimar Blanco entró en la habitación de Miguel Ángel en su modesto piso de Ermua (Bizkaia). Poco después iba a tomar el avión que la llevaría a Escocia para perfeccionar su inglés. En el silencio de aquel cuarto, escenario de su infancia, dio un beso a su único hermano. «Le dije “Hasta luego” sin saber que iba a ser hasta siempre», rememora. Fue la última vez que lo vio con vida. Ella tenía veintitrés años. «¿Tenéis alguno veintitrés años?», pregunta al grupo de diez alumnos de la Facultad de Comunicación que la rodea en la redacción de Nuestro Tiempo. Ninguno de ellos había nacido cuando a Miguel Ángel Blanco Garrido, concejal del Partido Popular, lo secuestró y asesinó ETA. Sin embargo, todos rondan la edad que ella tenía cuando, en sus propias palabras, le «cambió la vida». No solo su biografía y la de su familia dieron un giro sin retorno aquellos días de julio. En la historia del terrorismo en España, el nombre del concejal de Ermua marca un punto de referencia generacional: para quienes los vivieron, esos momentos forman parte del catálogo de acontecimientos imprescindibles que, como en otros contextos de violencia política, dejaron una huella que persiste en la memoria colectiva. 08—Nuestro Tiempo julio 2022

cuando josé antonio ortega lara pasó de ser una foto fija para la mayoría de los españoles a convertirse en una persona que a duras penas recobraba la libertad, hubo quien comparó su imagen con la de los supervivientes de Auschwitz. Había perdido veintitrés kilos, una barba frondosa le llenaba la cara y daba pasos frágiles con la espalda encorvada y la mirada perdida. Habían pasado 532 días desde que un comando de la organización terrorista ETA lo secuestró en el garaje de su casa, en Burgos, cuando regresaba de su trabajo en la cárcel de Logroño. Ortega Lara, que aquel 17 de enero de 1996 tenía 38 años, era funcionario de prisiones, un colectivo al que el discurso nacionalista vasco radical tachaba de «carcelero» de los varios cientos de presos de ETA dispersos entonces por penales de toda España. Con el secuestro, decían, querían forzar su traslado al País Vasco. El cautiverio de Ortega Lara transcurrió en un espacio minúsculo y húmedo excavado en el suelo de una nave industrial en Mondragón (Gipuzkoa). Si extendía los brazos en cruz, casi podía rozar las dos paredes que delimitaban el habitáculo. La operación de la Guardia Civil que lo rescató casualmente el mismo día en que ETA liberó a su otro secuestrado, el empresario Cosme Delclaux, significó

un éxito de la lucha antiterrorista y una humillación para la banda. También una suerte de salvación: pese a su profunda fe, Ortega Lara ya había puesto fecha a su suicidio. ETA y su brazo político respondieron con una advertencia: la venganza. El portavoz de Herri Batasuna (HB), Floren Aoiz, anunció en una rueda de prensa que después de la «borrachera policial» llegaría la «resaca». Nueve días más tarde, un comando secuestró a Miguel Ángel Blanco. La Fundacion Körber es una entidad alemana que debe su nombre a Kurt Körber, un empresario que en su juventud perteneció al partido nazi y que, años después, se convirtió en un destacado filántropo. La entidad publicó en 2020 una encuesta en la que trataba de responder a una preocupación creciente: ¿cuánto saben los alemanes sobre el Holocausto? En los cuestionarios había una pregunta clave que funcionaba como el termómetro más revelador en materia de memoria: «¿Sabes qué fue Auschwitz?». La conclusión: menos de la mitad de los adolescentes entre catorce y dieciséis años había oído hablar del campo de exterminio donde más de un millón de personas murieron ejecutadas entre 1941 y 1945. Trasladados los datos al


11 DE JULIO, 13:00 H MILES DE PERSONAS TOMAN LAS CALLES

«Miguel, te esperamos» Carteles en la puerta de la casa de los Blanco Garrido y mensaje en todos los canales de televisión. También en las pancartas: «Te esperamos, Miguel Ángel, itxaroten zaitugu». LUIS TEJIDO / EFE

conjunto de la población, el 86 por ciento afirmaba saber cuál era el objetivo del campo. En la discusión sobre el olvido y el pasado reciente, los resultados del estudio planteaban una pregunta inquietante: ¿cuánto se tarda en olvidar un holocausto? La alarma saltó en apenas media hora. A las cuatro de la tarde del 10 de julio de 1997, Miguel Ángel Blanco tenía una cita con un cliente en Eibar. No acudió. Sus compañeros de la consultora en la que trabajaba se extrañaron: solía ser muy puntual. A las cinco y media, las televisiones nacionales interrumpieron su programación: un desconocido concejal del Partido Popular de Ermua había sido secuestrado por ETA. La organización terrorista había dado un ultimátum: el Gobierno tenía 48 horas para acercar a los cuatrocientos presos de la banda a cárceles del País Vasco. Si no lo hacía, Miguel Ángel moriría asesinado. Los resultados de la encuesta Körber se publicaron unas semanas después de que el historiador israelí y premio Nobel de la Paz Saul Friedländer pronunciara un discurso en el Bundestag y encarase el asunto del olvido: «En algún momento la gente leerá libros sobre el Tercer Reich y el Holocausto como lo hacemos hoy día sobre

la guerra de las Galias de César. Así será, y no hay nada que podamos hacer sobre ello». La visión pesimista de Friedländer no coincide con la de otros historiadores. Wolfgang Benz, por ejemplo, opina que se trata de un proceso completamente natural, pero que no debe equipararse con «el embotamiento o la indiferencia» y que el Holocausto «nunca desaparecerá de la memoria pública». Su contundencia en torno a una suerte de imperativo ético y político la comparte Angela Merkel. Durante una visita a Auschwitz en 2019, la entonces canciller afirmó que forma parte de la identidad alemana ser consciente de la responsabilidad de no olvidar aquellos crímenes, de nombrar a sus autores y de rendir a las víctimas un homenaje digno. Mientras unos ven en el recuerdo un rasgo identitario, hay también quien percibe el olvido como una tentación. Como ha escrito Antonio Muñoz Molina, «no hay injurias más fáciles de olvidar que las que han sufrido otros, sobre todo si es uno mismo el que las ha cometido». La imagen de Miguel Ángel inundó los medios de comunicación, que fueron desgranando algunos detalles de su biografía. Tenía veintinueve años. Había estudiado Económicas, tocaba la batería en el grupo

Póker y era fan de Héroes del Silencio. Tenía novia y planeaban casarse. Era concejal del PP desde 1995, el año en el que ETA puso en marcha la rueda de su asesinato. Sus padres, Consuelo Garrido y Miguel Blanco, eran gallegos y habían emigrado a Ermua. Allí se conocieron, se casaron y tuvieron a sus dos hijos: Marimar y Miguel Ángel. Consuelo era ama de casa y Miguel, albañil. De hecho, lo seguía siendo aquel 10 de julio, cuando al regresar a su casa con la ropa de faena se topó con un barullo de periodistas. «¿Qué ha pasado?», les preguntó. ¿En qué consiste el deber de la memoria, que es el anverso del olvido? La clave reside, de nuevo, en Auschwitz. Hasta entonces, como ha explicado el filósofo Manuel Reyes Mate, la memoria era un sentimiento: se aceptaba que la historia se construyera sobre el sufrimiento, y se consideraba a las víctimas como el precio necesario del progreso. El Holocausto lo cambió todo. Los supervivientes relataron «lo impensable, lo que la ciencia no había intuido, lo que escapaba a nuestros esquemas», y la barbarie se convirtió en el punto de partida de la reflexión para que aquello no se repitiera. La memoria adquirió entonces un nuevo significado: el julio 2022 Nuestro Tiempo —09


11 DE JULIO, 23:55 H JUNTOS EN LA OSCURIDAD

«¡Libertad!»

Marimar Blanco pidió a todos los españoles que acudieran a medianoche a las plazas mayores con velas «para dar luz a la oscuridad que estás viviendo». La familia Blanco y los vecinos de Ermua pasaron largas horas concentrados en la plaza del pueblo. IÑAKI ANDRÉS/EL MUNDO

conocimiento de la parte de la realidad que históricamente había permanecido oculta. Y en ese conocimiento los supervivientes desempeñaban un papel central: después de Auschwitz, fueron ellos los primeros en enarbolar la bandera del «nunca más». «La estrategia consistía en la memoria, el gran antídoto contra la repetición de la barbarie», ha concluido Reyes Mate. Esta idea sentaría las bases de «la era de los testigos» que, en un primer momento, encarnaron personas que habían dejado por escrito sus vivencias del Holocausto. Sin embargo, a principios de la década de los sesenta tendría lugar un momento decisivo propiciado por un poco conocido fiscal: Gideon Hausner. La estrategia que condujo al asesinato de Miguel Ángel Blanco tenía nombre propio: Oldartzen (Embistiendo). Se trataba de un documento con el que la dirección de la organización terrorista y HB decidieron subir un peldaño en su particular escala de crueldad. Para entonces, ETA acumulaba más de setecientos muertos y, sin embargo, sus objetivos políticos parecían lejos aún. La respuesta a la frustración fue ampliar el centro de su diana e incluir en ella a los discrepantes, desde políticos hasta periodistas o jueces. En la lógica terrorista, 10—Nuestro Tiempo julio 2022

se buscaba que los responsables públicos salieran del funeral de un compañero pensando que podían ser los siguientes. Los teóricos de la izquierda abertzale lo llamaron «socialización del sufrimiento» y llevaron el texto a votación entre sus militantes. HB celebró 211 asambleas en el País Vasco y Navarra y el 71,23 por ciento de los más de cinco mil participantes votaron a favor. «Este mundo, llámesele “la comunidad de la violencia”, logró con éxito promover una inversión moral, y el mal se convirtió en bien, y a la inversa», explica Luis Castells, catedrático de Historia en la Universidad del País Vasco. Para llegar a ese extremo, se produjo lo que describe como un «cóctel explosivo» formado por tres elementos: la carencia de valores humanos, que facilitaba la deshumanización de la potencial víctima; el fanatismo político alimentado por un nacionalismo étnico radical en el que a los discrepantes se les considera enemigos que no merecen una consideración moral; y el odio, que servía como sustento sentimental. Estos factores desembocaron en una convicción: «Matar al otro estaba moralmente justificado». El 11 de abril de 1961 comenzó en Jerusalén el juicio contra Adolf Eichmann, que había sido teniente coronel de las SS, director

de varios departamentos responsables de la deportación forzosa de centenares de miles de judíos y uno de los responsables de la puesta en marcha de la Solución Final para aniquilar a los judíos europeos. El Mosad lo había localizado en Argentina después de quince años huido. El juicio se prolongó ocho meses. El acusado declaró en treinta y tres sesiones y media, rodeado de una gran expectación mediática. Después, la mayoría de los periodistas se fueron. Entre quienes continuaron asistiendo a la vista oral se encontraba la filósofa Hannah Arendt, que publicaba sus crónicas en The New Yorker. El fiscal, Gideon Hausner, estaba convencido de que en los juicios de Núremberg se había cometido un error: aunque se había condenado a los criminales, la justicia no había logrado llegar al «corazón de los hombres». Para remediarlo, las sesenta y dos sesiones que siguieron a la declaración de Eichmann se dedicaron a escuchar a cien testigos a los que eligieron de entre centenares de voluntarios. Uno de ellos impresionó sobrecogedoramente a Arendt: Zindel Grynszpan, que narró las penurias de su expulsión y la de su familia. Tras el relato de «la insensata e inútil destrucción de veintisiete años en menos de veinticuatro horas, no se podía evitar el imprudente


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12 DE JULIO, 12:30 H REACCIÓN SOCIAL HISTÓRICA

«Un ser humano no puede tener un futuro de 48 horas» Marimar Blanco dijo esa frase al término de la histórica manifestación en Bilbao. Fue convocada por todos los partidos del Pacto de Ajuria Enea bajo el lema «Paz ahora y para siempre». Centenares de miles de personas convirtieron la marcha en defensa de la vida en una manifestación sin principio ni final. Se escucharon gritos de «ETA, suéltalo» o «Vida sí, ETA no». LUIS ALBERTO GARCÍA

pensamiento: todos y cada uno [de los supervivientes] deberían tener derecho a comparecer ante el tribunal», escribió Arendt. Los testimonios de los testigos adquirieron entonces un significado personal y político. Las víctimas, por fin, se situaban en el centro del relato. Ese «yo estuve allí» se convirtió en un elemento poderoso para privar de legitimidad a la violencia. La estrategia contenida en la ponencia Oldartzen se inició el 23 de enero de 1995. Ese día, en vísperas de las elecciones municipales, un terrorista asesinó de un tiro en la cabeza a uno de sus enemigos dialécticamente más combativos: Gregorio Ordóñez [Com 81], parlamentario vasco del PP, teniente alcalde de San Sebastián y, según las encuestas, futuro alcalde de la ciudad. El crimen removió a la sociedad vasca y empujó a algunos jóvenes inquietos a involucrarse en política. Uno de ellos fue Miguel Ángel Blanco. Aunque se había afiliado en 1993, fue en aquel 1995 cuando decidió avanzar a primera línea y resultó elegido concejal de su pueblo. Pese a tener un papel discreto dentro de un municipio de 17 000 habitantes, no se arredró. Carlos Totorika, alcalde socialista de Ermua entre 1991 y 2018, relata un 12—Nuestro Tiempo julio 2022

ejemplo en el documental El desafío: ETA (2020): «Recuerdo una intervención en la que dijo a los de HB que eran una cuadrilla de asesinos. Eso en Euskadi era una condena a muerte». Cuando Europa experimentó el giro hacia la centralidad de la víctima, España vivía los primeros envites de la actividad terrorista. Una amalgama de siglas de todos los extremos políticos actuaron en el país durante el final del franquismo y la Transición democrática, pero fue ETA la que sobreviviría más tiempo —casi sesenta años—, la que causó más víctimas —más de 850 asesinados, más de 2500 heridos y varios miles de extorsionados y desterrados— y la que hipotecó de forma más determinante la vida democrática. Aunque los años más crueles, en cuanto a asesinados, se registraron a principios de los ochenta, el protagonismo de las víctimas comenzó a apuntalarse a finales de esa década y no fue definitivo hasta mediados de los noventa. Antes, las víctimas vivieron en los márgenes de la historia, socavadas por un relato procedente del mundo violento que las deshumanizaba, por una legislación ausente y por una sociedad que miraba hacia otro lado. Lourdes Oñederra, escritora, catedrática de Filología de la

UPV y miembro de la asociación GogoanPor una Memoria Digna, ahonda en los motivos de este comportamiento: «Hay una característica fascinante de la percepción humana: discrimina, selecciona. En el terreno de la compasión humana, parece que tenemos la capacidad de no percibir aquello que “no interesa”. Nuestra sensibilidad es selectiva: nos compadecemos de algunas personas, pero no de otras. En nuestra sociedad demasiada gente se las ha arreglado para no sentir aquello que, una vez percibido, la habría sacado de la comodidad cotidiana». La expresión «algo habrá hecho» actuaba, además, como un inhibidor moral que no solo justificaba los crímenes sino que condenaba a las víctimas a la irrelevancia. El reloj se invirtió, y el tiempo, en lugar de avanzar, comenzó a descontarse. El chantaje expiraba el 12 de julio a las cuatro de la tarde, por lo que las Fuerzas de Seguridad disponían de 48 horas para encontrar a Miguel Ángel Blanco. Centenares de agentes de la Guardia Civil, la Policía Nacional y la Ertzaintza participaron en la operación. «Los mandos conocían muy bien a ETA y eran los más conscientes de lo difícil que era que le perdonasen la vida a Miguel Ángel Blanco —asegura el periodista Óscar


12 DE JULIO, 16:00 H CUENTA ATRÁS PARA UNA VIDA

«¿Cómo voy a comer si en estos momentos están asesinando a mi hijo?» A la hora en que se cumplía el ultimátum, la familia de Miguel Ángel esperaba en torno al teléfono en su casa de Ermua. «Tía, tienes que comer porque llevas dos días sin comer», le pidió una sobrina a Consuelo Garrido y esto fue lo que ella respondió.

EDUARDO NAVE

Beltrán de Otálora, entonces responsable de la información sobre terrorismo en el diario vizcaíno El Correo—. La decisión de matarle ya estaba tomada. Los agentes no se rindieron, pero sabían que necesitaban un milagro». Antes del secuestro de Miguel Ángel Blanco, la sociedad ya había empezado a movilizarse ante otros chantajes de ETA. Las concentraciones sistemáticas y silenciosas de Gesto por la Paz y de otros movimientos pacifistas fueron «llegando lentamente a más conciencias», asegura Lourdes Oñederra. El lazo azul, un símbolo por la libertad de los secuestrados que había diseñado el artista Agustín Ibarrola y que representaba la A de askatu (libre), soliviantó al mundo radical, poco acostumbrado a que sus afrentas recibieran respuesta. A raíz del secuestro del industrial Julio Iglesias Zamora en 1993, un periodista de Egin, el periódico portavoz de los postulados de ETA, tachó el símbolo de «tortura visual»: «En todos estos días nada ha habido más desafortunado y desdichado que el desafiante lazo». En las calles comenzaron a verse carteles en los que se leía «Los asesinos llevan lazo azul» o «Españolazo», con la ele formando el símbolo de Ibarrola. «Empezamos a ga-

narles la calle —afirmó José María Calleja, uno de los puntales informativos más críticos con el terrorismo—. El lazo azul significó jugar en el terreno de lo icónico, y aquello los desesperaba». Tras el asesinato de Gregorio Ordóñez, un grupo de ciudadanos que se ganarían el apelativo de resistentes, y entre los que se encontraba Calleja, se organizaron para manifestarse ante la sede de Herri Batasuna en San Sebastián: «Firmamos un acuerdo con nombre y apellidos que nos comprometía a ponernos ante la sede de HB. ¡Entre nosotros lo firmamos! Y nos plantamos delante de la sede, temblando, con unos letreros de “Aski da”, “Basta ya”... ¡Tuvimos que firmar para comprometernos a nosotros mismos!». Ese y otros pequeños gestos configuraron la antesala de la gran movilización. Aquella tarde del 10 de julio, los vecinos de Ermua salieron a la calle. Varios centenares se concentraron bajo el modesto edificio en el que vivían los Blanco-Garrido. Después, se trasladaron a la plaza del Ayuntamiento con carteles en los que se leía, en castellano y en euskera, junto a la foto del concejal, «Miguel, te esperamos». Se inició entonces una movilización sin precedentes. El lazo azul inundó solapas y pancartas.

Volvieron también las manos blancas que los alumnos de la Universidad Autónoma de Madrid habían enarbolado como protesta por el asesinato de su profesor Francisco Tomás y Valiente en 1996. Blancas y abiertas, simbolizaban la pureza frente a la sangre, la apertura y la pluralidad frente a la cerrazón. Durante las 48 horas que duró el ultimátum, se celebraron más de mil quinientos actos públicos, muchos en el País Vasco. Más de seis millones de personas protestaron en las calles de toda España con la convicción de que la presión social podía salvar la vida del concejal. «Miguel Ángel no está solo, ETA sí está sola», clamó el periodista Iñaki Gabilondo en la Puerta del Sol. «Un ser humano no puede tener un futuro de 48 horas», rogó Marimar Blanco en Ermua. Durante la noche, cientos de personas se concentraron a modo de vigilia en la localidad vizcaína, con velas y en un silencio que solo se rompió de madrugada con aplausos y gritos de «¡Libertad!». A mediodía del 12 de julio, en Bilbao, medio millón de personas participaron en la manifestación más multitudinaria en la historia del País Vasco. Las voces, esta vez, se dirigieron también al brazo político de ETA: «HB, lo tienes que pagar». Una rebelión cívica sin precedentes había despertado.

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13 DE JULIO,20:00 H SIN MIEDO AL TERROR

«ETA, APUNTA, AQUÍ TIENES MI NUCA» Las protestas en el País Vasco se dirigieron a las sedes de Herri Batasuna, el brazo político de ETA. Por primera vez y de forma masiva, los ciudadanos les señalaron como cómplices del terror. FUNDACIÓN MIGUEL ÁNGEL BLANCO/EL CORREO

La respuesta social al terrorismo creció en paralelo al protagonismo de las víctimas. Frente a las de otros delitos, eran víctimas distintas: además de sufrir el terror de manera individual, albergaban una condición simbólica, ya que representaban el ataque al Estado democrático que ETA hacía tambalear a golpe de atentado. Sus víctimas no eran, por tanto, un fin sino un medio, y la ideología que justificaba que se las asesinara, secuestrara y extorsionara las convertía en víctimas políticas. Su halo simbólico se debía también a otro motivo: su comportamiento. Ante la violencia, se mantuvieron del lado de la ley y no se tomaron la justicia por su mano, una actitud que Antonio Beristain, sacerdote jesuita fundador del Instituto Vasco de Criminología, describió como un «milagro heroico». Entretanto, la Guardia Civil, a la cabeza de la lucha antiterrorista, cruzó los datos de los comandos que habían operado en la zona y delimitó su área de búsqueda: los especialistas sospechaban que el responsable podía ser el comando Donosti y que el lugar donde tendrían retenido al concejal se ubicaría en algún paraje entre Lasarte y Hernani. Los caminos y senderos que recorrían la zona se contaban por decenas, por lo que los agentes decidieron rastrear 14—Nuestro Tiempo julio 2022

de forma alterna: uno sí, uno no. A la hora en que se cumplía el ultimátum, la familia de Miguel Ángel esperaba en torno al teléfono en su casa de Ermua. «Tía, tienes que comer porque llevas dos días sin comer», le pidió una sobrina a Consuelo Garrido. Ella miró el reloj de su muñeca: «¿Cómo voy a comer si en estos momentos están asesinando a mi hijo?».

la letra pequeña del terrorismo que solo quienes lo han padecido pueden contar en un relato que adquiere, inevitablemente, una dimensión moral: la sola presencia de las víctimas obliga a mirar hacia el horror, recuerda el mal ejecutado y activa un particular efecto espejo, aquel que interpela a los ciudadanos acerca de qué estaban haciendo mientras todo aquello ocurría.

En la importancia de las víctimas había un aspecto más: eran esenciales para conocer la verdad, en concreto, la parte silenciada de la realidad. Como ha explicado el periodista Javier Marrodán [Com 89 PhD 00], coordinador de la obra Relatos de plomo. Historia del terrorismo en Navarra (2013, 2015), los testimonios de las víctimas contienen una mirada panorámica a las consecuencias del terrorismo: no solo se centran en aquello que acapara la atención social y mediática en el momento del atentado, sino que abarcan las biografías comprometidas con las que los terroristas justificaron la persecución previa y las consecuencias posteriores a los atentados, lo que algunos han llamado la «onda expansiva del terrorismo». Se trata de los estigmas sociales, las penurias económicas, las rupturas familiares, los problemas psicológicos o psiquiátricos, incluso los suicidios. En definitiva,

Cincuenta minutos después de que se cumpliera el ultimátum, dos personas avisaron de que habían encontrado un cuerpo en una pista forestal del barrio de Azobaka, en Lasarte. Era Miguel Ángel. Estaba bocabajo, tenía las manos atadas con un cable y dos tiros en la cabeza. El primero lo había dejado con vida. El segundo, en la nuca y a cañón tocante, según la jerga forense, fue mortal. Le habían disparado por la espalda mientras estaba arrodillado. La sentencia describiría su posición corporal como de «absoluta indefensión». Pese a la cercanía de los agentes y los paseantes, nadie había escuchado los disparos. Los terroristas utilizaron un arma del calibre 22, cuya detonación es difícilmente perceptible. Para la Guardia Civil, fue un último acto de cobardía. Miguel Ángel llegó al hospital Nuestra Señora de Aránzazu de San Sebastián en coma. Falleció dieciocho horas después.


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14 DE JULIO, 20:00 H EN PIE DE PAZ, LA REBELIÓN CÍVICA

«CON LA LEY Y LA PALABRA. ¡A POR ELLOS!» Con Miguel Ángel Blanco, muchos ciudadanos vivieron de cerca el terrorismo. Millones de personas acabaron familiarizándose con la imagen de aquel joven que podía ser el hijo, el hermano o el compañero de cualquiera; conocieron a sus padres, a su hermana y a su novia; supieron que tenía aficiones quizá compartidas; y se conmovieron con unos planes de futuro que ETA, como había hecho el nazismo con Grynszpan, solo tardó un puñado de horas en truncar. De alguna manera, se reconocieron en Miguel Ángel. Su calvario constituye uno de esos acontecimientos que configuran la memoria personal y colectiva: quienes lo vivieron recuerdan dónde estaban o qué hacían cuando recibieron la noticia del secuestro o el mazazo del asesinato. En aquellos días, el terrorismo dejó de ser una abstracción para convertirse en una historia concreta: la de un desconocido concejal de Ermua al que, aunque quisieran, difícilmente podrían borrar de su imaginario. Pese a que, como advierte el politólogo Martín Alonso, hay que cuidar la proporción a la hora de hacer analogías, si el termómetro de la memoria en Alemania tiene el nombre de un campo de exterminio, en España lleva el nombre de una víctima: Miguel Ángel Blanco.

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A última hora de la tarde, mientras Miguel Ángel agonizaba, se convocaron protestas en toda España. En el País Vasco y en Navarra, si hasta entonces las concentraciones solían celebrarse ante los ayuntamientos, se mudaron a las sedes de Herri Batasuna y a algunas herriko tabernas, locales frecuentados por simpatizantes de la izquierda radical abertzale. El traspaso de la responsabilidad se había consumado. «¡ETA, apunta, aquí tienes mi nuca!», gritaron los vecinos de Ermua arrodillados ante la sede de la formación batasuna. «No tenemos balas, solo miradas» o «Queremos ver el miedo en sus caras», se escuchaba. En algunos momentos, la rabia se desató. El alcalde, Carlos Totorika, participó en la extinción de un incendio en la sede de HB. En Pamplona y en plenos Sanfermines, el Casco Viejo se convirtió en el escenario de una batalla campal: mientras varios cientos de personas pedían la suspensión de las fiestas e intentaban asaltar la sede de HB, grupos radicales incendiaron los pañuelos rojos que muchos ciudadanos habían atado a la fachada del Ayuntamiento en señal de duelo. En San Sebastián, los ertzainas que protegían la sede abertzale de la calle Urbieta se quitaron sus capuchas ante los manifestantes, que respondieron abrazándolos. El lema «Vascos sí, ETA no»

Seis millones de personas salieron a la calle durante aquellos días de julio para pedir la libertad de Miguel Ángel Blanco y, después, condenar su asesinato. Esta fue una de las consignas que se oyeron en las concentraciones.

nació en aquellas protestas. «ETA no solo había matado a una persona, sino que había hecho un desprecio total al pueblo por el que decía luchar», argumenta Beltrán de Otálora. Al día siguiente, Ermua acogió un funeral casi de Estado al que asistieron el entonces príncipe Felipe y todos los presidentes del Gobierno de la democracia. «El pueblo maldice a ETA», tituló El Mundo a toda página. El periodista José María Calleja definiría lo ocurrido como «el levantamiento democrático de los vascos». Había nacido el «espíritu de Ermua». En los últimos años, algunos estudios han dado la voz de alarma acerca del estado de la memoria del terrorismo en España. En 2017, la Universidad de Deusto preguntó a los universitarios vascos por Miguel Ángel Blanco: el 40 por ciento no sabía quién era. En 2020, la consultora Gad3 realizó un nuevo trabajo en el que se afirmaba que un amplio porcentaje de la sociedad española era incapaz de identificar a algunas de las víctimas que más repercusión habían tenido en los medios de comunicación, incluidas Miguel Ángel Blanco (el 60 por ciento de los jóvenes ignoraba quién era) y José Antonio Ortega Lara. Además, el 68 por ciento de los jóvenes admitía que no había estudia-


DOMENEC UMBERT/EL MUNDO

do a ETA en el colegio o la universidad. En 2021, el Gobierno de Navarra puso el foco en los alumnos de secundaria: solo el 57 por ciento sabía qué había sido ETA y apenas el 0,5 por ciento identificaba a Miguel Ángel Blanco. En este último estudio había otra variable preocupante: un 26 por ciento de los estudiantes navarros entre 11 y 16 años consideraba que el uso de la violencia podía estar justificado en algún caso para la obtención de fines políticos. Para Raúl López Romo, responsable de Educación del Centro Memorial para las Víctimas del Terrorismo con sede en Vitoria, estos datos se enmarcan en un «desconocimiento generalizado de la historia». «Hurtar a los jóvenes el conocimiento de una parte tan importante de su pasado es un gran error —asegura López Romo—. Ya no tienen una memoria directa de lo que fue el terrorismo y, por tanto, lo pueden ver con menor interés, como algo ajeno o lejano, pese a que en términos históricos ocurrió en nuestra misma época. Aún estamos a tiempo de paliar ese desconocimiento o ese desinterés transmitiendo un conocimiento riguroso frente a los peligros que se derivan del olvido y también de la tergiversación».

Los efectos del espíritu de Ermua se volvieron pronto visibles. En la calle, se multiplicaron los colectivos cívicos que se oponían al terrorismo y las protestas por los siguientes atentados, que no tardaron en llegar, fueron más numerosas de lo que acostumbraban. Se extendió una sensación inédita: que a ETA se la podía derrotar. En el plano institucional, partidos de todo el espectro ideológico recrudecieron la condena a la organización terrorista, a su brazo político y a su entramado social. Se unieron, además, en una campaña para desbancar a los alcaldes de Herri Batasuna y se iniciaron reformas legales contra la violencia callejera o kale borroka. Sin embargo, la unidad política resultó fugaz y el nacionalismo pronto se reagrupó ante el temor de que la ola contra ETA pudiera arrastrarlo. La magnitud de la protesta cívica contra el terrorismo, como expone Oñederra, «se desinfló» con el paso del tiempo, pero «ya nada fue lo mismo. La indignación popular había quedado patente, ya no era algo impensable ni impronunciable: se había abierto una brecha en la indiferencia social». Si en las conquistas sociales en torno al terrorismo las víctimas han tenido un papel clave, también en el ámbito educativo

ocupan hoy un lugar esencial. Las iniciativas que pretenden llevar la historia del terrorismo a las aulas pasan premeditadamente por incorporar sus testimonios. Cada víctima constituye, en palabras de López Romo, una «voz creíble», ya que se trata de «un testigo directo, que en este caso ha sufrido un tremendo daño injusto, y que además se despliega sin odio, sin ansias de venganza, que rompe, por tanto, la cadena del mal porque no quiere responder a la violencia con más violencia. De esta forma, se convierte en un modelo cívico de primera categoría. Es una voz con un poder pedagógico enorme». La fuerza de su vivencia enlaza con la necesidad de «llegar a los corazones» que expresaba el fiscal del juicio de Eichmann. Las investigaciones que han profundizado en el impacto de los testimonios de las víctimas en los estudiantes apuntan a que despiertan la empatía, y asombran la fortaleza y la ausencia de venganza. También el hecho de que acontecimientos que, a sus ojos, parecen lejanos dejen su estela en el presente. Además, el relato en primera persona contiene detalles únicos que revelan el alcance del sufrimiento. En definitiva, la potencia de una historia concreta convierte la Historia en algo completamente distinto. julio 2022 Nuestro Tiempo —17


DÉCADAS DESPUÉS EL DEBER DE LA MEMORIA

«¿Dónde está Miguel Ángel?» Miguel Blanco tenía demencia y le hizo esta pregunta a su mujer. Ella se le quedó mirando y le respondió: «¿No te acuerdas de lo que le hicieron?». Él rompió a llorar.

LUIS TEJIDO / EFE

El comando Donosti que secuestró y mató a Miguel Ángel Blanco lo integraban tres personas. A José Luis Geresta se le atribuyó la responsabilidad de sujetar al concejal mientras Javier García Gaztelu, Txapote, consumaba el asesinato. El cuerpo de Geresta se encontró el 20 de marzo de 1999 a las afueras de Rentería. El análisis forense determinó que se había suicidado de un tiro en la sien unos días después de manifestar «un proceso de delirio persecutorio o paranoico». A Txapote e Irantzu Gallastegi, Amaia, los detuvieron en 2001. Tenían 35 y 27 años, respectivamente, y eran pareja. Pertenecían a la línea más irredenta de ETA y han acumulado condenas por asesinatos, secuestros y atentados que suman decenas de años de cárcel. El juicio por el asesinato de Miguel Ángel Blanco se celebró en 2006. La sentencia estableció que resultaba «difícil pensar en una forma de causar la muerte más alevosa que la ocasionada a la víctima». «Antes de la charla había investigado sobre el suceso y las movilizaciones, pero escuchar de Marimar lo que sintió en esas 48 horas me hizo experimentar una conexión más fuerte con la historia», admite uno de los estudiantes que participó 18—Nuestro Tiempo julio 2022

en la conversación con Marimar Blanco en la redacción de Nuestro Tiempo. La hermana del concejal repasó algunas de las escenas que, mitigado el dolor, han ido regresando a su memoria: su llegada a Ermua desde Escocia («Cuando vi las imágenes de “Miguel, te esperamos”, fui consciente de que aquello sí que iba conmigo»); el reencuentro con sus padres («Mi casa estaba llena de gente. Me los encontré destrozados, aunque no sabían lo del ultimátum de las 48 horas y me tocó decírselo»); la impresión de la movilización social, sobre todo de la manifestación de Bilbao («Yo recuerdo que llegué a mi casa convencida de que habíamos conseguido salvar a mi hermano»); o el viaje al hospital de San Sebastián cuando aún pensaban que Miguel Ángel solo tenía un tiro superficial («Fue el viaje, quién me lo iba a decir, más feliz del mundo»). «Me causó una impresión muy fuerte. Empaticé mucho con ella y su dolor», reconoce otro alumno. «Me impactó la fortaleza que mostró al contar su testimonio», admite un tercero. Y uno más: «Me ha ayudado a conocer más el tema desde alguien que lo vivió en primera persona y saber qué podemos hacer desde nuestra trinchera para que no se pase página».

A Miguel Ángel Blanco lo enterraron inicialmente en el cementerio de Ermua. En 2007 y con absoluta discreción, sus padres trasladaron los restos de su hijo a la aldea de Faramontaos, en Ourense: querían evitar nuevos ataques al nicho en forma de cristales rotos, pintadas y flores tiradas. Consuelo Garrido habló desde el principio con su hija sobre Miguel Ángel: ambas querían tenerlo presente. Sin embargo, su marido no pudo: «Mi padre tardó diez años en poder hablar de mi hermano y en poder ver alguna imagen. Si aparecía en los medios de comunicación, cambiaba de canal o se levantaba. Era incapaz de pronunciar su nombre». Pasada una década, Marimar lo sorprendió contándole anécdotas de su hijo a su nieta mayor. «Tengo la imagen muy grabada; fue una escena muy bonita». Miguel Blanco padecía demencia. «¿Dónde está Miguel Ángel?», le preguntó un día a su mujer. Ella se le quedó mirando y le respondió: «¿No te acuerdas de lo que le hicieron?». Él recobró la consciencia y rompió a llorar. Miguel y Consuelo murieron en 2020 con apenas quince días de diferencia. Ambos están enterrados en Galicia junto a su hijo. Marimar se resigna: «Me he quedado sola, pero tengo muchos ángeles». Nt


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AHORA BIEN Enrique García-Máiquez

Una defensa del nicho

Caminos de intemperie, su último libro: «Las dictaduras del futuro consistirán en darnos la razón en todo. Viviremos atrapados, todavía más, en la convicción personal, en nuestra visión única, contentos en la jaula de la opinión propia. Antes de la llegada de este régimen, las democracias ya habrán supuesto un primer paso». Contra esa dinámica, no hay mejor solución que la estática: una defensa clásica de las opiniones propias. O sea, una segunda paradoja. Para tender puentes, afianzarte en tu margen. Sin ahondar sus cimientos y sus zapatas en las opuestas orillas rocosas, el puente en el aire se hundirá con estrépito. Con quien habla desde su propio nicho, aunque esté lejano, te une la fe común en que la verdad existe y merece sostenerse. Ese es el puente verdadero: el que se puede cruzar. Lo explica bien José María Torralba: para la verdad, mucho peor que el error es la indiferencia. Frente al bienintencionado poema de Antonio Machado: «¿Tu verdad? No. La verdad/ y ven conmigo Hay un momento a partir del cual la sociedad a buscarla./ La tuya, guárdatela», esta versión más realista: «¿Tu verdad? Sí. Y mi verdad…/ Que si se la busca en serio/ la de nadie líquida deja de ser aquella en la que todo fluye está de más». Hay un subproducto o sobreproducto de esta y se convierte en una inundación que termina actitud. El respeto al interlocutor. Las personas agradecen la anegándolo todo. honestidad del que piensa diferente y no les intenta escamotear su creencia. Siempre que no se crezca y se ponga a llevar la conNA PARADOJA TENDRÍA QUE hacer saltar las traria por coquetería: la razón también se pierde cuando no se alarmas. Lo enconado del debate público (censule da a quien la tiene. ras, cancelaciones, improperios, boicots) en este La defensa del nicho particular tendrá un coste, sí, pero metiempo de tolerancia unánime, de fortaleza del nor. No vayamos ahora a mentir, para adornarnos de mártires, pensamiento débil y de reverencia al relativismo. ¿Cómo es tras tantos párrafos postulando la defensa de la verdad. Puede posible? que pierdas una invitación a un foro o un premio institucional. Quizá porque la verdad, si la echas por la puerta, se cuela por Vale. También ganarás otras invitaciones y hasta quizá otros la ventana; y un tanto soliviantada. No conozco a ningún cínico premios por eso mismo; y lo sabes. al que le haga gracia que le engañen; pero, si expulsamos a la Y sabes, sobre todo, que hay algo superior a los premios que verdad de cada cual, todos andamos con la mosca detrás de la no perderás: a ti mismo. Si alguien te exige que mientas o que oreja. No terminamos de saber si nuestro interlocutor está dicalles, te está anulando. Por respeto a él —que lo hará sin plena ciendo algo porque lo piensa o porque piensa que lo pensamos. conciencia—, no hay que permitírselo. Más tarde te agradecerá El relativismo, por su implosión, produce sordera. Si todas mucho que no le hayas dejado perpetrar ese involuntario abuso. las opiniones valen lo mismo, ya me quedo yo Te atenderán los que piensan como tú, con la mía, que vale tanto como la que más, y incluyendo a los que no lo decían o incluso LA PREGUNTA DEL AUTOR me pilla más cerca. Tras ese indiferentismo, no lo sabían hasta oírte. E incluyendo todavía momentáneamente pacífico, el segundo moa más: a esos otros que, sin pensar como tú, ¿Será posible que la mejor mento es peor. Acaba generando violencia; exigen la verdad por delante y las cartas sobre manera de construir una y eso explica la paradoja inicial. En la vida la mesa. La tolerancia es una cosa muy seria sociedad tolerante sea hacen falta cierta sistematización y algún que se construye entre todos y necesita la defendiendo con firmeza acuerdo, pero, si las opiniones no se ordenan firmeza y la confianza de cada uno en lo suyo. las creencias y opiniones por un criterio de verdad o de belleza, termiEl diálogo es algo que surge, como su propio propias? na imponiéndose la opinión más impositiva. nombre indica, entre dos. El legítimo pluraYa se imponga por el número, por el prestigio lismo exige una lógica pluralidad. o por el relato. La censura, entonces, deviene esencial, para que no proliferen opiniones Enrique García-Máiquez [Der 92] es poeta y ensayista. @NTunav @EGMaiquez contrarias que socaven la unanimidad, que es Opine sobre este asunto en el sueño del relativista. Twitter. Los mejores tuits se Alguien tan poco sospechoso de dogmatispublicarán en el siguiente número. mo ni conservador ni religioso como Ramón Andrés (Pamplona, 1950) lo advierte desde

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Grandes temas ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

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Ni los zares ni la URSS, solo Putin Historiadores y comentaristas políticos están en los últimos meses tratando de explicar las raíces de la guerra de Ucrania. Muchos coinciden en que les bastan dos palabras: Vladímir Putin. El reto consiste quizá en adentrarse en la historia reciente de Rusia para entender qué ideas y esquemas mueven a la persona que tiene a un clic la destrucción del mundo tal y como lo conocemos. texto Álvaro Ferrary, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Navarra ilustración Javier Muñoz

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en enero de 2017 en el país se publicaban unas declaraciones del renombrado historiador estadounidense de origen polaco Richard Pipes. En ellas, este antiguo profesor de Harvard afirmaba que la Revolución bolchevique no cabía entenderse como una desviación de la historia rusa, sino que la utopía totalitaria traída por los bolcheviques, y encarnada en el superestado soviético, había de verse como algo congruente con la psicología colectiva de los rusos, siempre fascinados por el poder y por el mando. Pipes consideraba aquella predilección por la fuerza —supuestamente tan rusa— como un resultado de los sentimientos de inseguridad y miedo provocados por una larga experiencia histórica marcada por la violencia y las convulsiones. Lo dicho explicaba, según el académico norteamericano, que «todos los héroes de la historia rusa […] fueran personalidades fuertes: Iván el Terrible, Pedro el Grande, Alejandro III, Stalin, y ahora Putin». Solo le faltó nombrar a Lenin. Esquemas interpretativos de Rusia como este experimentaron un formidable espaldarazo de respetabilidad política y académica a partir del 22 de febrero de 1946, en plena resaca de la Segunda Guerra Mundial. En efecto, fue hacia las nueve de la noche de aquel día cuando el encargado de Negocios de la embajada de los Estados Unidos en Moscú enviaba a James F. Byrnes, secretario de Estado, un prolijo análisis cultural e histórico de unas ocho mil palabras sobre la psicología de los líderes soviéticos. Su autor era el diplomático y politólogo George F. Kennan. El texto —enseguida conocido como el «telegrama largo»— se convirtió en un documento decisivo para determinar en Washington la política frente a Moscú durante más de tres décadas. En términos muy semejantes a los esgrimidos con posterioridad por Pipes, Kennan atribuía a los dirigentes soviéticos —que asimilaba con los rusos— «una visión neurótica de la política mundial» a causa de un pasado lleno de tragedias y de calamidades. Algo que les empujaba —concluía— a fijar en la realidad tangible de un Estado fuerte y poderoso la única garantía posible de seguridad y supervivencia de la nación. No pocos historiadores y analistas han concedido a Kennan el gran mérito de desenmascarar los siniestros planes de Stalin en unos momentos de excesivas complacencias hacia el tirano soviético. Sin embargo, también hay otras voces que piensan que con explicaciones como las del telegrama largo lo que 24—Nuestro Tiempo julio 2022

El superestado soviético ha de verse como algo congruente con la psicología colectiva de los rusos, siempre fascinados por el poder y por el mando. se conseguía era justamente lo contrario: blanquear al siniestro dúo compuesto por Vladímir Uliánov (alias Lenin) y por el citado Iosif Dugashvilii (Stalin). Esa fue la posición adoptada siempre por un personaje de la talla de Alexander Solzhenitsyn, escritor, disidente político y Premio Nobel de Literatura en 1970, entre otras muchas cosas. Para el autor del mundialmente celebrado Archipiélago Gulag (1974), atribuir a los «gánsteres» Lenin y Stalin —a su juicio, unos violadores sin cuento del espíritu nacional— la categoría de expresiones legítimas de las pulsiones del alma rusa, como acusaba de hacer a Kennan, a Pipes y a otros, era algo tan desacertado como inmoral. Ahondando en estos mismos argumentos, en una entrevista publicada en 2006 en ABC, el escritor nacido en Kislovodsk, en el Cáucaso septentrional, afirmaba con gran vehemencia que el mítico hito de octubre de 1917 (fecha del triunfo bolchevique) había marcado un profundo corte en la historia de Rusia. Eso mismo era —se quejaba con amargura Solzhenitsyn— lo que tantas veces en Occidente no se había sabido ver. lenin y el baile de natacha. ¿Era en realidad tan abismal esa cesura entre Rusia y la Revolución? En su aclamado El baile de Natacha (2002), el historiador británico nacionalizado alemán Orlando Figes rememora la célebre escena de Guerra y paz en la que Tolstói relata cómo la joven condesa Natacha


Rostov, pese a su formación cosmopolita y a su educación francesa, al percibir los primeros sonidos de una balada tradicional rusa, sin pensárselo se lanza a bailar, «con tan completa precisión» que hace que se llenen de lágrimas los ojos de quienes la contemplan. Salvadas las distancias, se podría afirmar que algo no muy distinto sucedía con Lenin y el leninismo, en el sentido de que la conversión del joven Uliánov al marxismo internacional no le llevó a despegarse de las tradiciones revolucionarias más específicamente rusas. De hecho, fue de la síntesis entre dos corrientes —una más global y cosmopolita, más local y sanguínea la otra— de donde iba a surgir el marxismo-leninismo, como ya apuntó hace cinco décadas el especialista francés en la Unión Soviética Alain Besançon. También recordaba el sovietólogo galo que el Estado que construyeron Lenin y los bolcheviques no era como los demás, sino un instrumento dirigido a incendiar el mundo con el fuego regenerador de la Revolución. Como le gustaba repetir al historiador norteamericano de origen checo Vojtech Mastny, en la Unión Soviética no existía «una doble contabilidad»: la oficial y externa, decorada con el attrezzo de la ideología, y la real y efectiva, libre de cosméticas ideológicas. Los dirigentes bolcheviques miraron siempre la realidad con los ojos del revolucionario. Esto mismo se percibía en la violencia política que profesaban. Esta noción debía mucho, sin duda, a Marx y al marxismo. Pero también recibía un influjo notable del mesianismo revolucionario ruso de Mijaíl Bakunin, Nicolai Chernyshevski y de otros nihilistas. Todos esos representantes de las tradiciones revolucionarias nativas, mucho más que Marx, entendían la violencia como algo sin duda inevitable, pero sobre todo deseable en un grado y con una intensidad difícilmente perceptible en el filósofo de Tréveris. Lenin, que había sido un gran melómano, que había amado con todo su corazón las composiciones musicales de Beethoven —muy en particular su Sonata de claro de luna—, en un momento tomó la determinación de no volverlas a escuchar jamás, porque —según dijo— sacaban de él su yo más sensible, apartándole de aquel estado de vigilia que todo revolucionario necesitaba para estar siempre presto a volar en nombre de la Revolución la cabeza de quien fuera, incluidos los seres más indefensos y los más allegados.

Bien sabemos que su sucesor, Stalin, no iba a quedarse a la zaga. Al igual que Lenin, vio en la violencia el fuego purificador de la Revolución. Por ello recurrió a ella sin titubeos, de manera preventiva y desde el inicio. Como afirma el historiador ruso Dmitri Volkogonov, los dos fueron brutales y crueles debido a sus muy exigentes convicciones ideológicas. No obstante, las cosas comenzaron a cambiar tras la muerte de Stalin, en marzo de 1953. Aunque el Estado soviético continuó siendo totalitario y represivo, a partir de Nikita Jruschov (1953-1964) hasta llegar a Mijaíl Gorbachov (1985-1991), pasando por Leónidas Brézhnev (1966-1982) y otros dirigentes, la violencia política ya no se administraría con tanta intensidad ni adoptaría formas tan descarnadas. La razón de aquel relativo repliegue de la violencia seguramente habría que buscarla en una progresiva pérdida de tensión ideológica entre los líderes soviéticos. Aunque la fe en el socialismo —y su fe revolucionaria— siguiera condicionando sus acciones

Los dirigentes bolcheviques miraron siempre la realidad con los ojos del revolucionario. Esto mismo se percibía en la violencia política que profesaban.

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(Gorbachov fue un muy elocuente último ejemplo de ello), estos mismos gerifaltes se mostraban cada vez más pragmáticos y acomodaticios. Y así, a finales de 1991, la Unión Soviética se convirtió en historia. Diez años más tarde, en Rusia, la lógica de la lucha y de la confrontación comenzaba de nuevo a dejarse notar en la dirección del Estado. Sin embargo, ya sin gota alguna de aquel mesianismo revolucionario tan típicamente soviético. Su lugar lo ocupaban ahora la manipulación histórica y el cinismo. También el despecho y la venganza. 26—Nuestro Tiempo julio 2022

la finca de caza de viskuli. El domingo 8 de diciembre de 1991, el presidente de Bielorrusia, Stanislav Shushkévich, invitaba a Boris Yeltsin, presidente de la Federación Rusa, a reunirse con él en la esplendorosa finca de caza de Viskuli, en el parque natural de Belovezh, uno de los últimos bosques vírgenes de Europa. Con su iniciativa, el mandatario bielorruso buscaba asegurarse el abastecimiento de gas ruso ante la inminente llegada del invierno. Yeltsin, además de aceptar gustosamente, pidió a su anfitrión que también convocara a Leonid Kravchuk,


Yeltsin se sintió embriagado por el sueño de una Rusia democrática, postimperial y postsoviética, pero en torno al año 2000 esas fantasías se habían evaporado.

recién elegido presidente de Ucrania. Shushkévich, sin apenas pensárselo, accedió. Con la presencia de Kravchuk, Yeltsin buscaba un aliado para acabar de convencer al presidente bielorruso de que había llegado ya el momento de echar el cerrojo y dar por finiquitada la larga experiencia soviética. Todo discurrió según lo previsto. Ni al líder ruso ni al ucraniano les costó demasiado convencer al bielorruso de que la completa independencia de los respectivos territorios era la condición necesaria para hacer avanzar las reformas y lograr la recuperación económica.

En consecuencia, ese mismo día por la tarde los tres presidentes consensuaban y firmaban un documento en el que se proclamaba que «la URSS como sujeto de derecho internacional y como realidad geopolítica había dejado de existir». Seguidamente, a Shushkévich, el más joven de los tres, se le encomendó la tarea de informar por vía telefónica a Moscú del contenido del acuerdo. A través de una línea de máxima seguridad, la llamada se produjo a las ocho en punto de la noche. El receptor, un atónito Gorbachov (había sido elegido presidente de la URSS apenas hacía veinte meses), se acababa de quedar sin trabajo. A su regreso a casa desde la comentada cumbre de Viskuli, Yeltsin confesaría haberse sentido embriagado por el sueño de una Rusia democrática, a un tiempo postimperial y postsoviética, y formando parte de Occidente. Pero en torno al año 2000 hacía mucho que todas esas fantasías democráticas se habían evaporado. Para entonces, él ya no presidía la Federación Rusa. Desde marzo, su antiguo primer ministro, Vladímir Putin, estaba al frente de aquella maquinaria julio 2022 Nuestro Tiempo —27


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poco eficaz en la que se había ido convirtiendo el Estado ruso. La corrupción lo dominaba todo o casi todo. El control efectivo del país había caído en manos de una oscura élite oligárquica situada por encima de la ley y que se mostraba incapaz de mirar al sistema más que como una fuente de enriquecimiento personal. Sin embargo, en las encuestas de las presidenciales de marzo, una mayoría ponía sus más grandes esperanzas en la recuperación del prestigio del Estado y no en la lucha contra la corrupción. Lo que los rusos querían era un Estado fuerte y respetado tanto dentro del país como en el exterior. «Un Estado fuerte no es una anomalía contra la que haya que combatir —había declarado Putin durante la campaña electoral—. La sociedad desea la restauración de la función de guía y organizadora del Estado». Conseguida la victoria, se decidió recuperar el himno soviético: todo un presagio de lo que estaba por venir. En realidad, el nuevo mandatario no podía ser más claro. El principal reto para Rusia —dijo bien pronto— no consistía en restaurar los ideales ideológicos soviéticos, menos aún en hacer que en el país prevaleciera el imperio de la ley, sino en volver a dar vida a aquella «realidad geoestratégica» a la que se había renunciado en 1991, en el curso de la reunión de Viskuli.

Durante la visita de Putin a Kiev en 2013 manifestó de manera solemne su compromiso de proteger a «nuestra patria común» de los enemigos exteriores.

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ucrania en el ojo del huracán. En 2012 Vladímir Putin regresó a la presidencia de la Federación Rusa tras cuatro años de relativa ausencia: entre 2008 y 2012 había ocupado el cargo de primer ministro por el impedimento constitucional de permanecer al frente del Estado durante más de dos mandatos seguidos. En julio de 2013 se desplazó a Kiev en compañía, entre otros, del patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa, Kirill, cuya jurisdicción todavía —hasta 2019— se extendía también a Ucrania. El programa del viaje incluía de manera destacada la visita a la catedral de Quersoneso, al suroeste de la península de Crimea, en las orillas del mar Negro. Allí, en el año 988 se convirtió al cristianismo del príncipe Vladímir de los Rus de Kiev (la primera entidad política eslava considerada cuna de la nación rusa); un acontecimiento del que entonces se cumplía el 1025 aniversario. En la ceremonia conmemorativa celebrada con ocasión de la visita, aludiendo a Rusia, a Ucrania y a Bielorrusia, Putin manifestó de manera solemne su compromiso de proteger a «nuestra patria común» de los enemigos exteriores. La apelación con unos tintes tan dramáticos y solemnes a una solidaridad entre los tres pueblos eslavos orientales frente a una supuesta o real amenaza externa no era un tema nuevo. Precisamente a ello se había referido con frecuencia Alexander Solzhenitsyn hasta su muerte en 2008. En Reconstruyendo Rusia, un ensayo que el Premio Nobel publicó en 1990 ante la crisis terminal de la Unión Soviética, postulaba la creación en su lugar de una nueva o renovada «Unión Rusa», de la que habían de formar parte los territorios de Bielorrusia, Ucrania y de Rusia, además de las zonas étnicamente rusas de Kazajistán. Para Solzhenitsyn, los rusos, los «rusos blancos» (bielorrusos) y los «pequeños rusos» (ucranianos) eran las tres ramas de un único pueblo, forjado en la lucha contra la polonización y el catolicismo, e históricamente escindido a causa de «la invasión mongola y la colonización polaca». El retorno de aquellos «pueblos hermanos» a una entidad política común se presentaba en el ensayo como toda una «reunificación». Exactamente lo contrario de lo que había sucedido en diciembre de 1991 —con asiduidad repetiría Putin dos décadas más tarde— cuando, según él, se produjo «el colapso de la Rusia histórica bajo el nombre de la Unión Soviética». Solzhenitsyn acabó encaramándose como el principal gurú del


presidente ruso. Este solía presentarlo como la viva estampa de «un verdadero patriota» en lucha contra toda expresión de rusofobia. En consecuencia, en junio de 2007 fue galardonado con el Premio Estatal de la Federación Rusa. En julio de 2021, al resguardo de las ideas de Solzhenitsyn, Putin publicó en la página web del Kremlin un ensayo titulado Sobre la unidad histórica de los rusos y los ucranianos. Se trataba de un texto de unas cinco mil palabras traducido al inglés y al ucraniano. En él, entre otras cosas, aseguraba que los ucranianos y los rusos eran «un único pueblo» y que Ucrania solo podía ser soberana en estrecha asociación con Rusia. Con afirmaciones como esas, el presidente de Rusia volvía a demostrar su inclinación a explotar el pasado en función de sus propias metas políticas. no es la urss, aunque se le parezca. Vladímir Putin lleva más de veinte años dirigiendo su propaganda a convencer a los rusos de que la desaparición de la URSS había sido «la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX». Igual de falaces eran (y son) las acusaciones de «nazi-fascista» que lanzaba contra el Gobierno ucraniano. Con estos ataques, no buscaba hacer avanzar proyecto restauracionista alguno —ya fuera el del pasado soviético o el de los zares—, sino reforzar su propio poder (dictatorial) y su propio sistema (autoritario). Eso explica que para Putin la peor pesadilla consista en un hipotético establecimiento en las puertas de su Rusia de una Ucrania democrática, que forme parte de la Unión Europea y plenamente integrada en Occidente. Eliminar todo riesgo de contagio democrático ha sido su prioridad. Para evitarlo, parece estar dispuesto a casi todo. Como escribió en febrero de este año en The Economist Alexander Gabuev, investigador del Centro Carnegie de Moscú, lo que ha llevado a la acción a Putin y a su círculo más íntimo de cuatro personas —sexagenarios y con un pasado ligado a los servicios de seguridad y contrainteligencia de la era soviética— es un común rechazo y desprecio a un Occidente que perciben débil y en declive, pero que también catalogan de disolvente y de amenazante, incompatible con los valores nacionales de una Rusia fuerte, robusta y heroica. Es a partir de estas proyecciones maximalistas de la realidad —señala Gabuev— como Putin y su entorno habrían concluido que es en Ucrania donde Rusia se está jugando su supervivencia nacional.

Para Putin la peor pesadilla consiste en el establecimiento de una Ucrania democrática plenamente integrada en Occidente. Para evitarlo, parece estar dispuesto a casi todo. La antigua élite soviética se había visto cegada por la utopía modernista y revolucionaria del marxismoleninismo. La dirigencia rusa actual se ve asimismo cegada por una poderosa ensoñación. En este caso compuesta por una amalgama de nostalgia soviética, chovinismo reaccionario y sentimientos de desquite contra América y los occidentales por lo ocurrido a partir de diciembre de 1991. Lo que ha regresado a Rusia no es la realidad de la URSS, aunque en algunas cosas se le parezca, como en el sometimiento de los intereses de Rusia y de sus habitantes a las implacables pasiones de una minoría en el poder. Lo que se ha instalado en Moscú y se irradia a territorios vecinos es un régimen muy personalista, a la hechura del mismo Putin, de sus miedos y de sus prejuicios, producto de esa mezcla tan característicamente suya entre nostalgia por un pasado soviético —en el que Rusia era temida y respetada— y una comprensión pesimista y descarnada de las relaciones humanas, según la cual solo funciona la lógica de la fuerza. En esta visión neurótica de la realidad no tiene cabida la democracia. Esta no se ve como un modelo universal de libertades y de convivencia, sino como un arma de combate esgrimida por unos poderes dominantes —Estados Unidos y Europa— para imponerse sobre los demás, Rusia en primer lugar. Nt

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Grandes temas Encuentros de Pamplona

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El verano de 1972 Pamplona acogió la primera y última edición de lo que pretendía ser una bienal de vanguardia en Europa: una semana de performances y música electrónica, a veces bajo edificios efímeros. España no estaba preparada para algo tan disruptivo y muchas obras no se entendieron: destrozaron los ninots de Equipo Crónica, robaron las flores de los corredores de Llimós y hasta rajaron las cúpulas neumáticas de Prada Poole. Aunque la experiencia podría considerarse un fracaso, lo cierto es que los Encuentros de Pamplona marcaron un hito en la historia del arte contemporáneo patrio. texto Teresa Reina Uribe [His Com 18], periodista e historiadora fotografía Pío Guerendiáin

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Grandes temas Encuentros de Pamplona madrid, 1 de febrero de 2021. La ciudad se recupera de una nevada memorable. En el barrio Hispanoamérica, en una calle cualquiera, una puerta gris sin rótulo se abre quejosa y lenta. En el umbral aparece un señor bajito, el rostro curtido por el paso del tiempo. Las cejas pobladas y la calvicie le dan un aire adusto, pero la sonrisa no tarda en aparecer, y no se irá en toda la velada. El estudio de José Luis Alexanco es pequeño, o lo parece, porque está lleno de cosas, pero cada una ocupa su lugar. De fondo se oye el murmullo agradable de una canción persa, que se apresura a pausar en su cuenta de Spotify. Tiene un equipo de ordenadores con varias pantallas, en un par de mesas al final de la sala. Los libros se apilan en estanterías; muchos parecen catálogos repetidos. Los acompañan formas humanoides de plástico transparente de diferentes colores, las siluetas derretidas de algún caminante. En los huecos libres de las paredes cuelgan máscaras de culturas remotas y carteles de exposiciones y eventos, en los que se repiten sin cesar dos palabras: Soledad interrumpida.

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Una soledad que significó, en realidad, la mejor de las compañías: es el título de la obra que Alexanco coprodujo con su amigo el músico Luis de Pablo en los setenta. Las esculturas del primero con la melodía del segundo se integraron para ofrecer una pieza plástico-acústica. En su origen contaba con ciento cuarenta figuras iguales, de aspecto antropomorfo y blando. Estos seres anónimos crecían y se encogían; eran hinchables, y un sistema mecánico les insuflaba o les quitaba el aire. Todo esto sucedía en penumbra, oscuridad rota en ocasiones por ráfagas de luz y proyecciones que aparecían de forma aleatoria. La música electrónica envolvía la escena. Se estrenó en 1971 en Buenos Aires y viajó a París, Quebec, Ottawa, Múnich y Nueva York. Pero antes estuvo en Pamplona, en 1972. En aquellos meses que pasaron entre una y otra representación de Soledad interrumpida, el dúo Alexanco-De Pablo revolucionó la capital navarra con el mayor evento de arte contemporáneo en España. Ambos prepararon los conocidos como Encuentros del 72.

Después de la representación en Argentina, la familia Huarte se puso en contacto con De Pablo para que proyectara una serie de conciertos. Él eligió a Alexanco como compañero de viaje y junto con Juan Huarte se embarcaron hace cinco décadas en una aventura cultural de vanguardia. Juan era el segundo hijo de Félix Huarte, un destacado empresario de la construcción —levantó, por ejemplo, el Santiago Bernabéu— que dirigió un conglomerado de más de treinta compañías, ejerció la política y fue una de las figuras clave de la industrialización de Navarra, además de un destacado mecenas. Sus hijos, Jesús, Juan, María Josefa y Felipe, heredaron de su padre la actitud emprendedora y la pasión por el arte. Su legado alcanza hasta hoy: el ejemplo más reciente —Cúpulas neumáticas. Uno de los iconos de los Encuentros del 72 fueron las grandes cúpulas hinchables de Prada Poole, en pleno desmontaje en esta fotografía.


lo ofrece el Museo Universidad de Navarra, inaugurado en 2015, que acoge la colección privada de María Josefa.

Luis de Pablo (Bilbao, 1930-Madrid, 2021) fue un importante compositor de la vanguardia española, miembro de la Generación de 1951. Este grupo apostaba por una renovación para que el país conectara con las corrientes europeas de la época. Entonces lo que más se llevaba era la composición serial, basada en la música atonal de Arnold Schönberg. Esa que ahora llamamos contemporánea y a muchos les suena estridente o siniestra. De Pablo encabezó las Juventudes Musicales Españolas y organizó la primera Bienal de Música Contemporánea de Madrid en 1964, que también sería la última. A raíz de ese contacto con Juan Huarte, De Pablo le presentó un proyecto para difundir e investigar la música del momento. Huarte aceptó y en 1964 nació Alea, el estudio pionero de música electrónica en España, donde De Pablo fue el primero en utilizar un ordenador IBM para crear una obra, en 1966. Con este grupo el compositor organizó múltiples conciertos, tanto de artistas internacionales como españoles, incluyendo tradición, cine experimental y sesiones de música electrónica. José Luis Alexanco (Madrid, 19422021) destacaba a principios de los 60 como grabador y pintor. Empezó a trabajar con De Pablo en los inicios de Alea. Alexanco colaboraba con el Seminario de Generación Automática de Formas Plásticas en el Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid, donde generaba esculturas por ordenador. En este entorno floreció una gran amistad y una asociación muy interesante en lo artístico, cuya guinda fue la obra Soledad interrumpida. Acomodado en una silla de su estudio, Alexanco viaja al pasado. Impresiona su buenísima memoria. Recuerda cada detalle de lo que pasó y tiene un registro mental de todo lo que se ha hecho y escrito en torno a los Encuentros del 72. Libros, exposiciones, tesis doctorales, películas... Incluso guarda un buen número de fotografías en su ordenador.

—Soledad interrumpida. Luis de Pablo (izquierda) y José Luis Alexanco (derecha) en el Pabellón de Mixtos de la Ciudadela, donde tuvo lugar la representación de su mítica obra conjunta.

Tras el fallecimiento de don Félix el 12 de abril de 1971, sus hijos decidieron hacer un regalo a la ciudad de Pamplona. Juan Huarte se puso en contacto con Alexanco y De Pablo porque quería montar un concierto en honor a su padre. Sin embargo, lo que iba a ser un concierto se convirtió en un evento de artes, en plural. Aún hoy es difícil explicar de forma lineal lo que pasó aquellos días de verano. Todo sucedió a la vez, principalmente en

la calle, entre la gente, de forma un poco caótica. «La aventura del arte actual es una aventura colectiva», explicaban los organizadores en el catálogo elaborado para la ocasión. Un libro diseñado por el mismo Alexanco que hoy es un artículo de coleccionista, ya que contiene todos los carteles que se editaron para los diferentes eventos, un cronograma y otros materiales. En el prólogo, los autores defendieron que esta experiencia en grupo era el motor de los Encuentros. También marcaban como objetivo mostrar lo último en el arte, que apenas se traslucía entonces en España, y menos todavía fuera de Madrid o de Barcelona. Aunque la llegada de Manuel Fraga al Ministerio de Información y Turismo diez años atrás había suavizado un poco la censura, España llevaba mucho tiempo aislada del exterior. Los libros y las revistas de arte llegaban con cuentagotas. julio 2022 Nuestro Tiempo —33


Grandes temas Encuentros de Pamplona

—Contrastes. Dos señoras pasean por el interior de una de las cúpulas de Prada Poole.

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—En marcha. Los corredores de Llimós sacaron la pintura del lienzo. La llevaban puesta. Fue la primera performance para muchos pamploneses. 7

Desde los años cincuenta, los principales representantes del arte contemporáneo eran los pintores informalistas. Tradicionalmente se ha explicado que el auge de la abstracción pictórica constituyó una estrategia del régimen de Franco para dar a Europa y al mundo una imagen de modernidad y apertura. Por eso, la vanguardia española no tenía conexión con las tendencias artísticas experimentales que albergaban los Encuentros. De hecho, precisamente esta «abstracción oficial», representada por Saura y Millares, entre otros, no acudió a la cita. Tampoco los grandes autores de la escuela catalana, como Tàpies y Miró. Ni Chillida ni Oteiza. Quienes sí participaron fueron los valencianos de Equipo Crónica. Llevaron cien esculturas que eran como ninots. Con el título Espectador de espectadores, unos señores serios con gafas de sol y gabardina gris representaban a la policía secreta de la dictadura. Encarnaban esa sensación de vigilancia constante, que formaba parte del día a día de los españoles, y con más intensidad en el gremio cultural. Tres años antes de la muerte de Franco, la sensación de desgaste era evidente: se palpaba el final del régimen. El arte español de los setenta no estaba del todo apalancado. Fue en esa década cuando la vanguardia empezó a llamar la atención en el exterior, cuando se expandió el mercado con la proliferación de galerías y se experimentó un cierto aperturismo en la cultura. Aquel verano de 1972 en Pamplona se encontraron de tú a tú un país atrasado y un arte adelantado. También en la introducción del catálogo, los organizadores mostraban su intención de que «el llamado público pueda —casi diríamos deba— intervenir en el hecho artístico». Alexanco recuerda perfectamente cómo pidieron a los creadores que evitaran los formatos tradicionales y que trabajaran en medios que fueran nuevos para ellos. Era básico que se produjera una participación real.


Entre el 26 de junio y el 3 de julio el arte contemporáneo tomó el centro de la capital navarra. El paseo Sarasate se transformó por completo. La instalación Estructuras tubulares de Isidoro Valcárcel Medina obligaba a los paseantes a cambiar su ruta. Unas barras metálicas, parte de un andamiaje industrial, articulaban el espacio en cuatro tramos. Quien intentaba atravesarlos tenía que adoptar diferentes posturas —caminar, permanecer de pie, sentarse y estar tumbado—, tomando conciencia de su propio cuerpo y de la manera en que se interactúa con el entorno. También sorprendía el centenar de teléfonos que habían aparecido a lo largo del Paseo: en farolas, árboles, papeleras, paredes... Lugán (Luis García Núñez) los puso allí; y colocó algunas cabinas de

esas que ya se han extinguido. Cualquiera podía descolgar el aparato, pero ¿quién se encontraría al otro lado? Algunas líneas estaban conectadas con locales en distintos puntos de la ciudad o incluso con otros actos de los Encuentros. Los Teléfonos aleatorios buscaban la participación del espectador a través del oído, el tacto, la vista y el olfato, en palabras del autor. Desde la rambla pamplonesa emitieron Antonio Agúndez y Francisco Guerrero su Música para una ciudad, que habían compuesto en el laboratorio de Alea con sonidos urbanos y electrónicos. Formaron una especie de comitiva que llevó la nueva música por diferentes rincones del casco viejo. El espectáculo invadió otros enclaves emblemáticos. A Pío Guerendiáin le impresionó el ambiente en el parque de la Ciudadela. Alexanco y De Pablo le encargaron fotografiar los Encuentros. Sus imágenes se han convertido en la mejor puerta al pasado; gracias a ellas podemos adentrarnos en lo que sucedió. Hoy se puede pasear por los caminos de este re-

cinto amurallado con forma de estrella de cinco puntas, disfrutar de sus jardines o de sus salas de exposiciones, pero en 1972 era un espacio diferente. Desde sus orígenes en el siglo xvi su uso había sido en exclusiva militar. De hecho, no fue hasta 1966 cuando el Ejército abandonó las instalaciones y las cedió al Ayuntamiento. Guerendiáin había hecho la mili allí, pero, hasta los Encuentros, muy pocas personas la conocían por dentro. Destaca de esos días la atmósfera hippie, parecida a la de un concierto de Woodstock, con los jóvenes sentados en círculos en la hierba y las chicas con flores en el pelo. Cuenta que todos miraban al fotógrafo con buenos ojos. Aquella era la primera vez que la Ciudadela se llenaba de arte, aunque Guerendiáin no pensaba que la cultura hubiera llegado para quedarse. La Ciudadela acogió funciones tan diversas como el concierto de John Cage, los ritmos flamencos de Diego del Gastor o la instalación Soledad interrumpida. julio 2022 Nuestro Tiempo —35


Durante aquellas fechas, Miguel Bergasa ni siquiera tenía cámara aún: conserva algunas imágenes que sacó con una prestada. Estudiaba en Zaragoza y volvió a Pamplona para pasar las vacaciones con su familia. Le cautivaron especialmente las once cúpulas neumáticas de colores blanco, amarillo y rojo del arquitecto José Miguel de Prada Poole, la joya de los Encuentros. Fabricadas con PVC, el plástico se elevaba por la fuerza de unos ventiladores, lo que hacía que más que carpas parecieran pompas de jabón. Medían doce metros y medio de altura y veinticinco de diámetro. Para entrar en ellas había que traspasar una especie de membrana. El interior era una experiencia sensorial, con los colores, el aire y un tenue olor a vainilla. Las cúpulas estaban junto a la Ciudadela, en la explanada sobre la que hoy se levanta el palacio de congresos y auditorio Baluarte. Dentro se organizaron performances y coloquios, instalaciones (de Julio Plaza y Antoni Muntadas, entre otros) y muestras. Bergasa recuerda la exposición «Propuestas, realizaciones y montajes plásticos», que ofrecía una visión panorámica del arte conceptual, 36—Nuestro Tiempo julio 2022

minimal y land art. Las obras auténticas se mezclaban con reproducciones para, de acuerdo con el objetivo de los Encuentros, informar sobre todo aquello que aún no se había visto en España. Tres corredores de marcha atlética brotaban y se esfumaban. Algunos los vieron en las cúpulas, otros al borde de la carretera de la avenida del Ejército. Llevaban trajes y medias a juego: de fondo blanco con unas rayas negras que parecían pintadas a mano. Iban siempre en fila y sujetaban una flor. Se trataba de la performance titulada En marcha, de Robert Llimós, que se emociona al hablar de su amigo José Luis, y explica que no dudó un segundo cuando le llamó para invitarle a los Encuentros. Entonces tenía 29 años y se dedicaba a la negación de la pintura: llenaba los lienzos de rayas para no decir nada. Los corredores eran un modo de poner sus lienzos en movimiento y conectar con la calle. Pero la gente no entendía la acción; les increpaban y les quitaron las flores. Llimós llevó ese mismo verano la acción En marcha a la Documenta de Kassel, uno de los eventos de arte contemporáneo más importantes del mundo, que se celebra en Alemania desde 1955.

—Invasión hippie. Los Encuentros propiciaron que la juventud tomara los parques al estilo del movimiento hippie estadounidense.

Aunque el objetivo de los organizadores era romper con los formatos tradicionales, se colaron algunas exposiciones en los Encuentros. La más importante fue la «Muestra de arte vasco actual», que se celebró en el Museo de Navarra. Comisariada por el crítico de arte Santiago Amón, reunió a más de veinte artistas. Pedro Salaberri ha dedicado toda su vida a la pintura. No estaba invitado a la muestra, pero por una gestión del pintor Xabier Morrás —entonces director de la Sala de Cultura de la Caja de Ahorros de Navarra—, tanto él como Mariano Royo pudieron participar, reforzando la presencia navarra. Por aquel entonces solo dos lugares en Pamplona acogían piezas contemporáneas: la sala de cultura capitaneada por Morrás y la sala de exposiciones de la calle García Castañón, iniciativa de la


Caja de Ahorros Municipal de Pamplona. Para Salaberri los Encuentros constataron que había muchas cosas que él y sus colegas no conocían. Recuerda que cargó con sus lienzos a pulso desde su estudio en la calle Navarrería al Museo de Navarra. Al llegar, oyó a una de las personas encargadas comentar que la pintura de caballete había muerto. Salaberri se dio un susto tremendo, pero estas vivencias le abrieron los ojos a un nuevo panorama en el que el arte conceptual era lo último. En ese sentido aplaude el papel de los Huarte: cómo entendían que el arte español no podía vivir de espaldas a Europa, que era necesario modernizarse.

Los mecenas asumían, entre otras, la responsabilidad de justificar, cara a las autoridades, que los Encuentros discurrieran de forma segura y ordenada. Algo que no siempre resultó posible. La banda terrorista ETA detonó explosivos en varias ocasiones,el primero de ellos en la madrugada del 26 de junio, día de la inauguración. En ningún caso hubo heridos, pero la presión fue constante, también a través de amenazas y de comunicados que incitaban a boicotear los Encuentros. La lista de descontentos es larga. El entorno intelectual del Partido Comunista, un sector de la Asamblea de Artistas Vascos, Oteiza como portavoz de la Escuela de Deba, el círculo de Tàpies y Portabella… En algunos coloquios subía el tono de la conversación y el propio Juan Huarte aparecía para frenarlos. El año anterior había habido una huelga en Imenasa, industria metálica vinculada al grupo Huarte, lo que alimentaba las críticas. El mecenas también tuvo que filtrar algunas de las obras. Durante la «Muestra de arte vasco actual» se retiró una pintura de Dionisio Blanco que hacía referencia al proceso de Burgos, celebrado en 1970 contra dieciséis militantes de ETA. El caso de Blanco abrió otro foco de tirantez, y varios artistas, para mostrar su rechazo a la censura, descolgaron sus cuadros y los colocaron de espaldas al público. La sensación de decaimiento de la dictadura era evidente, como las ansias de libertad. Pero la censura no había desa-

—Los grises. Los ninots de Equipo Crónica, titulados Espectador de espectadores, fueron una crítica a la censura y una de las obras más conocidas de los Encuentros.

—Para pensar. Carlos Ginzburg ejecuta su acción pública Denotación de una ciudad, con la que pretendía hacer pensar al público sobre el entramado urbano.

parecido, y los organizadores tenían que rendir cuentas ante el gobernador civil. Este ambiente tan cargado hizo que los Encuentros terminaran de manera un tanto abrupta, y con toques de vandalismo. No es solo que la gente quitara las flores a los corredores de Llimós; también pintarrajearon la instalación de Valcárcel Medina, destrozaron varios ninots de Equipo Crónica… Las cúpulas aguantaron en pie apenas dos días y medio. Aún no está claro quién hizo los cortes que obligaron a desinflarlas. Impresiona lo profético del texto introductorio del catálogo, que menciona la «[…] inevitable polvareda que los mismos [Encuentros] han de levantar». José Luis Alexanco no titubea ante la pregunta: recuerda perfectamente cómo, antes de que acabaran los Encuentros, ya estaban preparando la segunda edición. La historia dictó otra sentencia. En enero de 1973 un comando de ETA secuestró a Felipe Huarte, el menor de los hijos de don Félix. Este suceso afectó profundamente a la familia, que se retiró poco a poco de los proyectos de mecenazgo y de la escena pública. Luis de Pablo viajó a Estados Unidos, donde permaneció hasta

finales de los setenta. Así se desvaneció la intención de que los Encuentros continuaran como una bienal. De este modo se cerró una etapa singular en el arte español, en la que mecenas y artistas trabajaron juntos para modernizar el ambiente cultural de la época. Celebramos su legado medio siglo después. Como reza la esquela de Luis de Pablo, fallecido en octubre de 2021: «Nos queda tu jardín: arbolitos cuajados de flores, semillas fructificando la tierra con la energía que tú les insuflaste y por generaciones perdurará». La puerta gris se cierra a cal y canto. Oculta todo un mundo de color y de música que se retrae en una dirección sin rótulo, en una calle cualquiera en el barrio Hispanoamérica de Madrid. La puerta se cierra para siempre: José Luis Alexanco falleció en mayo de 2021. Nos dejó antes de tiempo, igual que lo hicieron los Encuentros de Pamplona. Nt

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FIRMA INVITADA Aurora Nacarino-Brabo

dicación de la reforma y la regeneración institucional. A ello contribuyó con entusiasmo una nueva generación de intelectuales y académicos en la que yo había logrado meter la cabeza: como la canción de Bowie, an absolute beginner, pero with eyes completely open. Traduciendo a Rodrik, a Acemoglu y a North, pensábamos que el problema de España no guardaba relación con ninguna atávica maldición. No había nada en nuestro ADN que nos impidiera acercarnos a los países que destacaban en buen gobierno. La cultura no era destino. Tampoco la moral. Los españoles no estábamos hechos de una pasta peor que los suecos. Lo que sucedía es que los suecos contaban con un diseño institucional que generaba incentivos virtuosos. Creíamos que no se trataba de sustituir a unos políticos malvados por otros bondadosos. Eso no serviría de nada, porque la experiencia demostraba que la ideología no informa de la ética política. En todas partes, a izquierda y derecha, había personas que se corrompían al llegar al poder. Y escrutar almas era trabajo de curas. Lo que había que hacer era introducir incentivos virtuosos en las instituciones. El gobierno de las leyes y no de los hombres, y todo eso. «La última década se ha llevado por delante el En la estantería de mi cuarto hay otro título importante de ese mismo año 2012: The Righteous Mind: Why Good People Are neoinstitucionalismo. Vivimos una época de Divided by Politics and Religion, de Jonathan Haidt. En España: nuevos valores fuertes, identidad, cultura La mente de los justos (de nuevo, Deusto). Tomados ahora ambos y remoralización de la vida pública (y privada). libros, uno en cada mano, los miro y veo en el de Acemoglu y El mundo ya no lo explican los economistas, Robinson un final de trayecto, y, en el de Haidt, la anunciación del mundo que hoy tenemos. sino los psicólogos sociales» La última década se ha llevado por delante el neoinstitucionalismo. Quizá porque la Gran Recesión mermó el prestigio N LA ESTANTERÍA DE MI DORMITORIO, en la de los economistas, quizá porque la crisis alimentó una incercasa en la que crecí, guardo un ejemplar —el lomo tidumbre y una anomia que han propiciado el retorno de lo polvoriento, amarillas ya las hojas, los márgenes pin- emocional frente a lo racional. El caso es que vivimos una época tarrajeados con anotaciones— de Why Nations Fail. de nuevos valores fuertes, identidad, cultura y remoralización En la primera página, la dedicatoria de mi amigo Luis, y luego: de la vida pública (y privada). El mundo ya no lo explican los «Feliz cumpleaños». Debajo, una fecha de mayo de 2012. economistas, sino los psicólogos sociales. El libro de Acemoglu y Robinson fue polémico, como suelen Las instituciones ya no son tan importantes. A cambio, imserlo las obras con vocación de erizo, en la distinción de Isaiah portan el género, la tradición, el sexo, el origen y hasta el horósBerlin. Why Nations Fail (que en España publicó Deusto con el copo. Y también ahora ha calado en la política. No solo porque título Por qué fracasan los países) contenía una gran idea y con la oferta partidista se haya llenado de reivindicaciones identiella pretendía desentrañar el mundo: las instituciones inclusitarias y batallas culturales. La degradación institucional que vas, propias de la democracia liberal, explican vive España desde hace un lustro, del procés al el éxito económico de los países, y las instituuso desaprensivo que el Gobierno hace de la LA PREGUNTA DE LA AUTORA ciones extractivas su declive. No es la cultura, Administración, solo puede entenderse en un no es la geografía: son las instituciones. contexto en el que lo institucional ha pasado ¿Por qué son importantes Aquel trabajo era la culminación de un a un segundo plano. las instituciones? neoinstitucionalismo que bebía de Douglas Las ideas tienen consecuencias. Léase con North y se remontaba a Adam Smith. Una cierta estupefacción, pero sin demasiado década antes, en 2002, Dani Rodrik había lamento. publicado Institutions Rule: The Primacy of Institutions over Geography and Integration in Aurora Nacarino-Brabo es editora y politóloga. Economic Development. Las instituciones eran importantes. Y la tesis no tardó en permear el @NTunav discurso político. Lo avisó Richard M. WeaOpine sobre este asunto en ver: las ideas tienen consecuencias. Twitter. Los mejores tuits se La Gran Recesión llegó a España como un publicarán en el siguiente número. cóctel explosivo de corrupción y malestar económico que llevó al Congreso la reivinJOSÉ JUAN RICO BARCELÓ

Cuando éramos institucionalistas

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Grandes temas Little Monrovia

LOS HIJOS BASTARDOS DE LA PAZ Grupos de niños armados causaron terror en las calles de Monrovia en los 90 y los 2000. Las imágenes de menores —desnudos, disfrazados, colocados— cometiendo atrocidades dieron la vuelta al mundo. Diecinueve años después de establecer una débil democracia, algunos siguen vagando por el corazón de la capital de Liberia, alrededor de un decrépito fumadero llamado Little Monrovia, acompañados por una nueva generación de toxicómanos que no vivieron la guerra, pero padecen sus consecuencias en uno de los países más pobres del planeta. texto y fotografía

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Fermín Torrano [Com 18]


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Grandes temas Little Monrovia

BIOGRAFÍAS OCULTAS A LA LUZ DE LAS VELAS

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Niños soldado que combatieron para diferentes grupos étnicos, un guardaespaldas del señor de la guerra y expresidente liberiano (1997-2003) Charles Taylor, mujeres cuya infancia terminó atravesada de sexo con soldados que no trajeron paz. Lavacoches, fruteros, prostitutas y pescadores. Dos libaneses y un estadounidense, vehículos con los cristales tintados que tan solo permiten entrever un brazo… Esta amalgama de personajes de la calle de Monrovia acude a un ruinoso edificio de tres plantas en Center Street, propiedad —según cuentan— de la familia Pennue. La gran afluencia ha formando un mercado informal alrededor con puestos de comida y bebida, papel de aluminio, cigarrillos y cerillas. Por diez dólares liberianos (cinco céntimos de euro) las pipas para fumar crack también se alquilan. Hasta un pastor protestante se acerca los domingos y predica. La vivienda abandonada es Little Monrovia: el reflejo de una ciudad que se consideró la capital más pobre del mundo.


ENTERRADOS EN VIDA

El inmueble, quemado y medio derruido, aguanta en pie junto al cementerio de Palm Grove, que aparece en la imagen. El camposanto nacional lleva décadas enterrando las heridas y traumas de los vivos en pleno centro de la ciudad. Allí habitan grupos de zogos, un término que engloba a criminales, toxicómanos y jóvenes con escasos recursos. Al terminar la guerra, abrieron las sepulturas y robaron. Después se refugiaron del clima tropical en su interior. En la actualidad, apenas un puñado de mujeres y hombres duermen bajo tierra. La maleza oculta a los camellos durante las redadas de la Agencia Antidrogas y sirve de letrina a los habituales del fumadero, convertido en epicentro del trapicheo en la capital. La leyenda urbana dice que ciertos drogodependientes inhalan el hueso raspado de los cadáveres del cementerio por las sustancias químicas utilizadas para embalsamar los cuerpos, pero ellos lo niegan antes de ser preguntados.

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Grandes temas Little Monrovia

UNA VENTANA AL EXTERIOR Ganji (a la derecha) lee en voz alta los titulares y susurra con esfuerzo el primer párrafo de cada noticia. La tasa de alfabetización entre los mayores de quince años no alcanza el 49 por ciento en Liberia. Con un contacto limitado con el exterior y sin smartphones, los periódicos en papel y la radio son la principal ventana de acceso a la actualidad del país. «Joder, tío, lo que hubiéramos podido hacer con esto en la guerra», exclama Sicky, su amigo, al descubrir Google Maps. La falta de agua y corriente eléctrica les lleva a utilizar velas, linternas y móviles obsoletos para iluminar las habitaciones. Cuando fuman, se sujetan las fuentes de luz en la cabeza con gomas.

REDADAS EN EL CORAZÓN DE LA CAPITAL El violento pasado de los veteranos y los frecuentes robos en los que se ven envueltos provocan que los monrovianos eviten pisar Center Street. Los pocos coches que atraviesan esta calle lo hacen a toda velocidad, acelerando aún más a la altura del fumadero. «Nos miran mal, pero muchos otros roban. La Policía, ministros, vendedores ambulantes o conductores de keh-keh (mototaxis)… Todos pillan al mes más de lo que ganan. ¡Esto es Liberia!», ríe Wesseh, cabecilla del edificio. Es cierto que la corrupción generalizada y los bajos salarios —menos de cien dólares mensuales— convierten la mayor parte de redadas en captaciones ilegales de droga y objetos con las que los agentes obtienen un suculento sobresueldo.

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UNA JERARQUÍA INSTAURADA EN LA GUERRA

El cártel nigeriano distribuye las sustancias estupefacientes, procedentes de Latinoamérica y el sudeste asiático, en las calles de Monrovia, según explican fuentes policiales. Sin embargo, debido a las tradiciones liberianas y los catorce años de conflicto, los guetos los gobiernan líderes locales. Al que le retiran las pieles muertas del pie en la fotografía es Wesseh, el five star del edificio. Le llaman así en referencia al máximo rango militar estadounidense y es el jefe de la comunidad. Pintor profesional, combatió desde los doce años en la primera guerra civil. No consume drogas duras ni trafica. Se encarga de solventar disputas, organizar la limpieza o financiar los viajes al hospital cuando la salud de alguno de los toxicómanos languidece. A cambio, obtiene un porcentaje de los negocios nacidos alrededor del edificio. «Lo hago por mi hija», asegura. Su mujer espera ahora un segundo bebé.

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Grandes temas Little Monrovia

EL ESTÓMAGO CASI SIEMPRE PUEDE ESPERAR

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El hambre aprieta, aunque la adicción reduce al máximo el número de comidas. Por eso, en los principales días festivos, como el 26 de julio, conmemoración de la independencia, o en Navidad, el líder financia la compra de setenta y cinco kilos de arroz y contrata a una cocinera para alimentar a su gente. La última planta del fumadero, utilizada habitualmente para ducharse con cubos de agua, se transforma en comedor. Con las mismas manos con las que trabajan la basura y pican la cocaína, se llevan la comida a la boca. Un plato que para algunos supone el primer bocado desde hace días y a otros les ahorra un dólar con el que comprar media dosis extra. Asentada como una de las principales rutas de la cocaína, África Occidental también es la región con mayor número de consumidores de estupefacientes del continente.


LO MÁS ALTO, LO MÁS BAJO Heroína y cocaína —comúnmente llamadas tah y cocó en Monrovia— son las drogas más consumidas. La primera se inhala con un tubo después de quemarse sobre un papel de plata y produce un efecto sedante. La segunda se fuma con pipa y genera euforia. La compra habitual son dos pequeñas bolsitas de ambas drogas por un total de setecientos dólares liberianos (cuatro euros, aproximadamente). La mayoría comparte en pareja y fuma ambas sustancias sucesivamente para equilibrar los distintos impactos psicotrópicos. «El cocó me ayuda a funcionar durante el día, pero sin tah tengo escalofríos al despertar y no puedo moverme de la cama», explica Princess, adicta desde hace más de diez años.

CUANDO EL SUEÑO SE CONVIERTE EN PESADILLA Aisha tenía dieciséis años cuando cruzó la frontera de Sierra Leona de la mano de su prima Marieh. La importante presencia de tropas y comitivas internacionales les hizo pensar que dos cuerpos jóvenes podrían hacer más dinero en las avenidas de Monrovia que en su país natal. Y hubo un tiempo en el que lo lograron. «Dormía en hoteles con servicio y lavadora», recuerda, pero el ébola terminó con el «sueño liberiano». Marieh, aquejada de una enfermedad que consideran magia negra, dejó la prostitución hace seis años y pide limosna en supermercados de un barrio rico de la capital. De vez en cuando, sube al segundo piso con su hijo Miracle, de tan solo un año, que gatea y chupa objetos del suelo.

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Grandes temas Little Monrovia

EN LA SALUD Y EN LA ENFERMEDAD Aunque caciques y camellos se mueven en el segundo piso, muchos otros prefieren consumir y descansar en el sótano del bloque. Abajo no hay goteras y el ambiente cargado ayuda a colocarse con dosis menores. Al fondo destacan los compartimentos separados por telas, en los que grupos de amigos

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SOBRE EL AUTOR

y parejas comparten colchón. Las ratas campan a sus anchas. En la imagen, un matrimonio consume heroína antes de acostarse. Se conocieron seis años atrás compartiendo un tiro. Él, que prefiere no revelar su nombre, es conocido por pedir dinero sentado en su vieja silla de ruedas por las calles de Sinkor, una zona llena de hoteles, embajadas y ONG.

Reportero freelance y profesor invitado en la Universidad del País Vasco, Fermín Torrano [Com 18] ha desarrollado la mayor parte de su trabajo periodístico entre Liberia y Ucrania. Este reportaje es fruto de su segundo viaje al país africano, donde permaneció entre junio y diciembre de 2021. Los tres últimos meses visitó asiduamente Little Monrovia para documentar las historias de los toxicómanos que la habitan. Acceder al edificio fue el principal obstáculo de la producción. Una serie de fotografías a agentes del orden tras una redada violenta y donde se cometieron ilegalidades dio inicio a una relación de confianza con los drogadictos labrada sobre latas de leche en polvo. Semanas de conversación sin quitar la tapa del objetivo y un interés genuino por las vivencias de los zogos suavizaron el recelo hacia los periodistas creado por otros profesionales dispuestos a pagar un puñado de dólares a cambio de declaraciones viciadas. Interesado en el olvido y la naturaleza humana, el autor visitó el este de Ucrania en 2019 y 2021. En 2022 ha cubierto durante más de cien días la invasión rusa para El Español y para Cuatro.


GRISES Y BRECHAS DEL SER HUMANO

Nadie protegió a los más veteranos cuando, siendo unos niños, asaltaron sus casas y los raptaron para convertirlos en soldados. La droga se utilizó para eliminarles de la cabeza el miedo. Nadie los protege ahora, encadenados a una adicción que les empuja a cometer los delitos por los que les teme toda Monrovia. Sin embargo, la camaradería, la ropa de abrigo compartida o la empatía ante estados cercanos a la sobredosis revelan un instinto protector, como el que afloró aquella noche que suplicaban a una madre que saliera del fumadero para que su bebé, de apenas tres días, pudiera respirar. O las innumerables madrugadas que escoltaron al autor de este artículo hasta el mototaxi por «los peligros de la capital». Puede ser solo un mundo con códigos propios o tal vez un resquicio de esperanza. Sus vecinos, en cualquier caso, desconfían de los que dicen que han cambiado. Quizá no les falte razón. Esto es Liberia y ellos son los hijos bastardos de la paz.

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Grandes temas El padre del diseño industrial

Cómo romper el molde con una botella de leche Una rara avis a la altura de pioneros como Walter Gropius. Así califica el experto en diseño Norberto Chaves a André Ricard en el libro Un silencioso combate. Nació el 18 de junio de 1929, justo un mes después de que se inaugurara la Exposición Internacional de Barcelona. En esa atmósfera que daba la bienvenida a las vanguardias creció y respiró aires bauhausianos. Los más de trescientos objetos de nuestro paisaje cotidiano que ha diseñado, desde un frasco de jabón a una lámpara, avalan que la forma sigue a la función. Sus piezas atraviesan la barrera de los tiempos porque, décadas después, tienen la grandeza de seguir siendo inmejorables. texto Gabriel González-Andrío [Com 92] y Ana Eva Fraile [Com 99]

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Grandes temas El padre del diseño industrial

dice andré ricard (barcelona, 1929) que la mejor manera de conocer el nivel de diseño de un país es ir al supermercado. Entre sus estanterías ha pasado muchas horas de trabajo de campo: observando minuciosamente cada detalle de envases de leche, de perfumes o de jabones para lavadora, según los encargos que recibía. Pero, si tuviera que elegir un solo producto para este singular barómetro de desarrollo, iría directo a la balda del azúcar. Si al abrir uno de los paquetes el contenido se desparrama, es que quizá «se está perdiendo el tiempo en tonterías cuando hay cosas básicas pendientes». Acaba de cumplir 93 años y sus siete décadas de experiencia en esta disciplina le otorgan una perspectiva única, propia de un pionero, para desentrañar qué aporta a las personas. «Gracias a la capacidad creativa la humanidad ha podido sobrevivir —afirma—. Crear, proponer alternativas que mejoran lo que existe, es algo esencial para continuar progresando». Un sentido originario que contrasta con la percepción a pie de calle. Ricard es consciente de que muchos asocian el término diseño con objetos seductores, «que solo sirven para decorar según las últimas tendencias». Sin embargo, lo frívolo, lo efímero y lo superfluo habitan, en su opinión, en las antípodas del «auténtico diseño». Incluso llegó a acuñar el concepto polución objetual para referirse a tantas cosas inútiles que compramos de modo compulsivo y que no usamos. Es su manera de rebelarse contra la pérdida del valor social y cultural de un ámbito que, si no se orienta «al servicio del bienestar de la colectividad y es respetuoso con la naturaleza», deriva en la encrucijada actual sobre el futuro del planeta. Como señaló en una entrevista en el suplemento Fuera de serie de Expansión, «es la primera vez en la historia del ser humano que el propio sistema ha generado los problemas que sufre». Intelectual, artesano e inventor, lleva desde los años cincuenta haciéndose preguntas sobre objetos cotidianos, 52—Nuestro Tiempo julio 2022

buscando soluciones que respondan a las necesidades de las personas y faciliten la vida. Sus piezas registradas suman más de trescientas y algunas las tenemos muy cerca sin saberlo. En 1966, la firma de productos lácteos Freixas confió a André Ricard el diseño de una botella de vidrio para la leche fresca Rania. Con la misma curiosidad que de niño le llevaba a investigar por qué las cosas tenían esa forma hasta descubrir su función, Ricard se puso en el papel del usuario para analizar qué gestos hacía con el frasco. «Observé que las botellas se guardaban en la puerta de la nevera y solían estar húmedas. Resultaba difícil cogerlas también porque no se podía cerrar completamente la mano. Además —explica—, sacarlas de ese bolsillo exigía subir la botella y casi siempre se escurría». Entonces, empezaron a brotar los «¿Habría un modo de…?» y «¿Por qué no…?». Cuando Ricard habla de los «destellos creativos» abandona la racionalidad: «A veces tengo la impresión de que las ideas ya existen en algún limbo esperando ser descubiertas, reveladas». Con la botella de Rania, buscaba un modo de dar seguridad al gesto y encontró la solución: incorporó un entrante por debajo del cuello para que incluso las manos de los niños pudieran sujetarla con firmeza, disminuyó la altura del envase para que encajara fácilmente en la nevera y ensanchó la boca para reducir posibles salpicaduras.

«A veces tengo la impresión de que las ideas ya existen en algún limbo esperando a ser descubiertas, reveladas»

Así nació una botella nunca vista, la primera ergonómica, uno de los mejores exponentes del diseño industrial español. La pieza de Ricard, que obtuvo un año después el premio Delta de Oro, inauguró una línea de envases con la que convivimos aún hoy, aunque, como matiza, «ya no es necesario, puesto que las botellas ahora son de plástico y flexionan». ¿revolución o evolución? Sus «hallazgos» marcan hitos que delinean la frontera del diseño. De su lugar en la historia da testimonio el Museu del Disseny de Barcelona, centro de referencia para conocer su obra. Desde 2016, además de preservar centenares de piezas, alberga también su archivo personal, que contiene alrededor de mil documentos. Sin embargo, cuando André Ricard diseña no se reconoce en la palabra revolución. «Es con pequeñas evoluciones como realmente se consiguen grandes resultados», afirma con humildad. Tres años antes de la botella que rompió el molde, en 1964, había puesto el ojo en unas pinzas de hielo. Hasta ese momento, era necesario mantenerlas apretadas para retener el cubito, pero ¿habría un modo de que fuera al revés?, ¿y si solo hiciera falta una leve presión para atrapar el hielo y que la fuerza de la propia pinza lo mantuviera suspendido? Lo consiguió gracias a un material plástico —relativamente nuevo en la época— que recuperaba la forma. Esta vez su ingenio jugó con el concepto, le dio la vuelta «como a un calcetín» y llegó otro Delta de Oro. Casi seis décadas después de que la empresa Arce la pusiera a la venta, la pinza flexible Tong es uno de los clásicos de la firma barcelonesa Mobles 114. Y su diseño ha permanecido casi invariable. En 2018 Ricard propuso un ligero cambio en el ancho de la pinza y la utilización de nuevos materiales plásticos para mejorar, todavía más, su uso. Numerosos reconocimientos jalonan su carrera, entre los que destacan la primera edición del Premio Nacional de Di-


Cinco décadas después de que Ricard diseñara la lámpara Tatú, la firma Santa & Cole reeditó en 2021 este clásico. © santa & cole

seño (1987), otorgado ex aequo a Miguel Milá y André Ricard, la Creu de Sant Jordi de la Generalitat de Catalunya (1993), la Medalla de Oro al Mérito Artístico de la Ciudad de Barcelona (2000), y sus nombramientos como caballero de las Artes y las Letras de Francia (1998), académico de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona (2011) y caballero de la Legión de Honor francesa (2012). Más recientemente, en octubre de 2021, Ricard recibió el III Premio DesignEuropa a la Trayectoria Profesional, que concede la Oficina de la Propiedad Intelectual de la Unión Europea. El jurado consideró que sus diseños forman parte del paisaje de nuestra vida diaria y son un punto de referencia para las nuevas generaciones. No está acostumbrado a tanto trasiego de medios y entrevistas. «No me gusta repetirme como un disco», admite cálidamente al otro lado del teléfono. Aunque se muestra agradecido por los premios, reconoce que la mayor satisfacción para un diseñador es que sus trabajos atraviesen la barrera de la moda, de los tiempos, que tengan la virtud de «seguir siendo útiles, básicos, irrefutables». El cenicero Copenhagen (1965) es otra de esas piezas que ha alcanzado la categoría de clásico o, como diría su amigo Miguel Milá, de «objeto que no se puede hacer mejor». «Por aquel entonces fumaba y, con cualquier pequeño golpe de aire, la ceniza acababa sobre mi mesa de dibujo», cuenta el diseñador, que no entendía por qué todos los ceniceros eran llanos como platos. A Ricard le pareció lógico que tuvieran un cuerpo profundo, similar al de un vaso, e ideó una zona para poder apagar el cigarrillo en un cilindro que emergía en el centro, mientras las cenizas y las colillas quedaban en el foso. Otra referencia icónica en el patrimonio cultural europeo es la lámpara Tatú (1972), «revivida» por Santa & Cole cincuenta años después de su diseño. Durante un vuelo transatlántico, Ricard se percató de que con el chorro de luz que caía sobre cada asiento podía hojear un li-

bro sin impedir descansar al pasajero de al lado en la penumbra. Como a él le gustaba leer de noche en la cama, pero a su mujer no, pensó: «Si yo tuviera esto en casa sería fantástico». A partir de tres piezas con forma de codo que rotan independientemente, construyó un sistema inspirado en la flexibilidad del armazón de los armadillos o tatús que permite orientar el haz de luz hacia las páginas. Rania, Tong, Copenhagen y Tatú son cuatro ejemplos de cómo el diseño aporta respuestas innovadoras a los muchos atolladeros que, según su creador, aún encierra lo cotidiano. La arquitecta Victoria Garriga subraya en el documental El

diseño de lo invisible, dirigido por Poldo Pomés y con guion de Xavier Más de Xaxàs, el metódico trabajo de análisis de Ricard: «Tiene una capacidad de observación intensísima de lo que no funciona bien de la realidad para mejorarlo». Conjugando pensamiento racional y creatividad, el diseñador aspira a hallar siempre «la solución más simple, más depurada, aquella que cumple su servicio con discreta eficacia». Como el botón, del que solía hablar a sus alumnos del Art Center de Vevey, en Suiza, y de la escuela de diseño EINA de Barcelona en los noventa: una forma impecable que nos «completa» sin llamar la atención. Perfecto en su utilidad. Bello. julio 2022 Nuestro Tiempo —53


Grandes temas El padre del diseño industrial

diseñador hecho a sí mismo. En los albores de los años cincuenta, un incipiente Ricard descubrió que existía el diseño. Su padre, que había fundado un laboratorio farmacéutico en Esplugues de Llobregat, quiso que pasara una temporada en Londres para que cogiera tablas antes de incorporarse al negocio familiar. Hizo prácticas en Davies, Turner & Co., una agencia de transportes y viajes. Después de varios paseos de

ida y vuelta por delante de los grandes escaparates de la empresa, que le parecían horribles, se ofreció a redecorarlos. Al director le gustó el resultado y le propuso preparar varios stands para la British Industries Fair y el Ideal Home Exhibition. En mayo de 1951, mientras cicatrizaba la Segunda Guerra Mundial, emergió el Festival of Britain como un faro para el cambio. El país quería dejar atrás los

años sombríos con una gran muestra que impulsara a los ciudadanos a mirar al futuro en las artes, la ciencia, la tecnología y el diseño industrial. A orillas del Támesis, en Lambeth, los antiguos edificios victorianos y los apartaderos ferroviarios se transformaron en South Bank, un espacio cultural de más de cien mil metros cuadrados que durante cinco meses vivificó el espíritu de la reconstrucción de la posguerra.

ALGUNOS «HALLAZGOS» DE RICARD

1985 Exprimidor eléctrico Moulinex

2020 Cántaro Festa del Càntir de Argentona

2000 Líquido de lavado Norit Industrias Marca

1967 Botella de leche Rania Lácteos Freixas

1995 Juego de tupperware Ta-Tay

© poldo pomés dirección de arte: clara quintana 54—Nuestro Tiempo julio 2022

2005 Detergente para bebé Norit Industrias Marca

1987 Líquido de lavado Norit Industrias Marca

1976 Cafetera automática Mini-Moka Gaggia

1974 Gel Lavanda Puig 1968 Agua Brava eau de toilette Puig 1974 Agua Lavanda eau de toilette Puig

1988 Pinza antipolillas Orion Industrias Marca

1963 Lavanda eau de toilette Puig


André Ricard presenció cómo la ciudad mudaba la piel: «Cambiaron las farolas, los bancos, las papeleras, las paradas de autobús… Era su forma de mostrar que comenzaba una nueva era». Imbuido de aquella atmósfera vibrante, abrió los ojos a un camino profesional todavía poco transitado: la «arquitectura del objeto». Y en las páginas de Never Leave Well Enough Alone, el ensayo de Raymond Loewy (1893-1986), terminó de perfilar su voca-

ción. Tan solo tenía veintidós años cuando se cartearon y en 1956, en Nueva York, el conocido como el padre del diseño industrial moderno —suyas son la cajetilla de tabaco de Lucky Strike o la botella de Coca-Cola— le explicó personalmente las bases de este oficio. Loewy le conectó también con los fundadores del International Council of Societies of Industrial Designers (ICSID), precursor de la actual World Design

1992 Antorcha olímpica Barcelona 92

1986 Dossier para la candidatura olímpica Barcelona 92 1962 Vajilla Compact Porcelanas Bidasoa

1971 Lámpara de pared Metalarte

1991 Herrera for Men eau de toilette Carolina Herrera

«Mi universidad fueron la lectura y el diálogo, además de la introspección reflexiva que todo ello provoca. De modo que soy un self made designer»

1965 Cenicero Copenhagen Reeditado en 2000 por Mobles 114

1963 Caja de chocolates Brendli 1974 Interruptor Ibiza BJC

1972 Lámpara Tatú Metalarte Reeditada en 2021 por Santa & Cole

1964 Pinza de hielo Tong Arce. Reeditada en 2000 por Mobles 114

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Grandes temas El padre del diseño industrial

Organization. En 1959, lo invitaron a asistir a su congreso fundacional. De Estocolmo volvió convencido: «Había una profesión que era para mí y me interesaba desarrollarla en España». Ese mismo año abrió su propio estudio en Barcelona con el nombre de Centro de Diseño Industrial. Fuera el mundo bullía, pero en España «no pasaba nada». De padre francés, su pasaporte le permitió salir de un país que vivía en un agarrotante blanco y negro en busca de personalidades de las que continuar aprendiendo. En una época sin escuelas de diseño en Europa —en 1953 se creó la primera de rango universitario, la Hochschule für Gestaltung de Ulm—, «mi universidad fueron la lectura y el diálogo, además de la introspección reflexiva que todo ello provoca», dice Ricard. Los pocos libros que existían sobre diseño, casi todos en alemán o inglés, le permitieron contactar con personas e instituciones. «Relacionarme con todas ellas —comenta— fue un complemento esencial de mi formación. De modo que soy un self made designer». sus huellas, el camino. A André Ricard le tocó, como escribió Antonio Machado, hacer camino al andar. «No había otro remedio», bromea. Su siguiente paso consistió en dar con «otras individualidades interesadas por el diseño». A través del diario La Vanguardia supo de la existencia de un grupo de arquitectos a los que les habían denegado la autorización para crear un Instituto del Diseño Industrial en Barcelona. «Entonces asociarse resultaba sospechoso», aclara. Tomó nota del nombre de las personas que se citaban, entre ellas Antoni de Moragas. Contactó con él y le habló del ICSID como padrino internacional. Para afiliarse era necesario que se constituyeran primero como una asociación. Entonces alguien sugirió adherirse al círculo cultural FAD (Fomento de las Artes Decorativas), creado en 1903, que se reunía en la cúpula del Coliseum. Y así nació, en 1960, la primera Agrupación de Diseño Industrial española, ADI-FAD. 56—Nuestro Tiempo julio 2022

Ricard recuerda sus primeros encuentros. «En aquel momento, para que más de cinco personas pudieran reunirse había que pedir un permiso. Nosotros éramos unas diez y esto no lo hicimos nunca. Siempre temíamos que se abriera la puerta y apareciese un policía. Por suerte, no tuvimos problemas. Pero tampoco ninguna ayuda —reivindica—. Si el diseño en España se ha desarrollado mucho más rápido de lo que hubiera podido ocurrir, ha sido gracias a la sociedad civil». Al congreso que ICSID celebró un año después en Venecia asistió una nutrida delegación de ADI-FAD. Ricard presentó la candidatura y fue refrendada por la asamblea, de la que llegó a ser vicepresidente entre 1963 y 1971. Volcado en el desarrollo social y empresarial del diseño, su aliento está detrás de organizaciones como la Asociación de Diseñadores Profesionales (1978) y el Barcelona Centre de Disseny. Él, que siempre ha situado a la persona como punto de partida y llegada de su proceso creativo, también ha procurado que puedan beneficiarse del trabajo de buenos diseñadores las comunidades que más lo necesitan. De esa inquietud surgió en 1998 la ONG Design for the World. Hacía una década también había empezado a colaborar con la Fundación Mas Casadevall, uno de los centros de inserción de personas con autismo de referencia en Cataluña. Se vinculó con esta iniciativa

«El diseño ha sido la esencia de mi vida, lo es aún hoy, jubilado, superjubilado. El placer de imaginar soluciones no me lo quita nadie»

por su amistad con José Luis Brunet, uno de los fundadores, y treinta y cuatro años después continúa proyectando diseños en exclusiva para que los residentes puedan desarrollar su creatividad y participar en la elaboración artesanal de las piezas: ceniceros, jarras, lámparas, vajillas, velas... La última, un plato de aceitunas para el restaurante barcelonés Flash Flash. Está acostumbrado a bocetar «en prosa» objetos cotidianos, pero André Ricard también ha dado forma a la «poesía». En 1963 consiguió reflejar en un frasco el alma del aroma del Agua Lavanda de Puig, el primer encargo de una empresa con la que trabajó más de cuarenta años. Y en los noventa asumió uno de los retos más complejos —y memorables— de su carrera: revelar el espíritu olímpico en la antorcha de Barcelona 92. Su propuesta, un modelo poliédrico en aluminio, rompió con la tradición: «Tanto en esto como en el logotipo de Josep Maria Trías, de estilo algo mironiano, como en la mascota de Javier Mariscal, no miramos a Olimpia y abrimos los juegos al siglo xxi». La antorcha y muchas otras de sus criaturas pueblan cada rincón de su despacho. Las estanterías rebosan libros. Una docena los ha escrito él. Le reconforta saber que, pese a los años transcurridos desde que se publicaron, aquellas líneas «siguen diciendo lo que querría aún decir». Como remarca Victoria Garriga, ese corpus sobre diseño representa el esfuerzo de André Ricard por «dar contenido a algo que no existía», por conceptualizar y reflexionar, en palabras del propio Ricard, alrededor de «la ética y la estética de la utilidad». Esa máxima echa raíces en su modo de entender la praxis, pero el sustrato del que extrae «la savia para vivir» es su familia: su mujer, sus cuatro hijos y sus nueve nietos. Cuando él era niño, en el valle de Arán, la tierra de su madre, no había radio ni televisión, y la luz llegaba a las seis de la tarde. Cuenta que para divertirse tenían que inventar cosas: carritos con troncos para bajar los prados, pequeños jugue-


Un dibujo es el primer paso para transformar las ideas imaginadas en realidad, como afirma el diseñador. © santa & cole

tes de madera… Ahora, «superjubilado», continúa creando. «El diseño ha sido la esencia de mi vida, lo es aún hoy. El placer de imaginar soluciones no me lo quita nadie», defiende. Cada día se acerca al estudio, situado en la planta baja del bloque donde reside. Su mesa hace ángulo recto con un enorme ventanal de retícula blanca. Toma asiento en la silla Cesca. Se trata de una pieza que Marcel Breuer diseñó en 1928. Combina madera, rejilla de mimbre y, por primera vez, tubos de acero para dar forma a una estructura que sustituye a las patas tradicionales. «En ella pasan miles de cosas —la suspensión, la flexibilidad… [Se mece]— que en las que han venido después no ocurren», explica en un vídeo del Museu del Disseny. Coge lápiz y papel. Disfruta dibujando durante horas cómo resolver problemas que le plantean clientes irreales. Le hubiera gustado, por ejemplo, tener la oportunidad de diseñar más objetos de servicio público o mobiliario urbano, como un banco o una cama de hospital. André Ricard prefiere moverse entre proyectos que mirar con nostalgia los recuerdos. Cuando pone orden en sus cajones aparecen tesoros. Como uno de sus primeros bocetos: un sillón traspapelado desde 1952 que la firma de muebles de exterior Calma ha redescubierto. «Aquel fue uno de los ejercicios que yo hacía para ver si el ser diseñador entraba dentro de mis habilidades», apunta. Entonces solo descansaron en esta pieza de madera y paja, de la que fabricó una pequeña serie, unos pocos familiares y amigos. Hoy día su butaca Boomerang está en el mercado. Ricard comprobó los prototipos, con el respaldo y el asiento trenzados ahora en cuerda, y fue rotundo: «Me he sentado varias veces en ellos y puedo afirmar que el sillón sigue funcionando como hace setenta años». El diseñador suele citar a Paul Valéry para hablar de la fuente de la creatividad. Si, como decía el poeta francés, las ideas son los regalos de los dioses, a André Ricard le han bendecido con muchos. Nt

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CAMPUS

alumnos del programa de becas Alumni culminan sus estudios este año. Han podido cumplir su sueño gracias al apoyo de más de 6000 antiguos alumnos que colaboran con este proyecto.

NOS VISITARON JOAN SUBIRATS

JAVIER SANTAOLALLA

GREGORIO LURI

JOSU JON IMAZ

[26.05.22 Rectorado] Con el objetivo de explicar las claves del nuevo Proyecto de Ley Orgánica del Sistema Universitario, Joan Subirats se reunió con el equipo rectoral de la Universidad de Navarra en un viaje oficial a Pamplona. Los principales objetivos de la nueva ley apuntan a la reducción de la precariedad en el profesorado, la creación de programas de formación a lo largo de la vida y la ampliación de los derechos de los estudiantes. El ministro también aprovechó para recoger las sugerencias aportadas por nuestro centro académico. La rectora, María Iraburu, le informó sobre los retos que afronta la institución actualmente, centrados en la Estrategia 2025. Este plan tiene una estructura con tres ejes: la educación transformadora, la investigación de impacto y con foco, y el relieve de la interdisciplinariedad.

[23.02.22 Museo de Ciencias]

[23.02.22 Instituto Core Curriculum] «El objetivo fundamen-

[21-26.03.22 Club de Sostenibilidad] Los estudiantes del Club

Ministro de Universidades

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Divulgador científico

La información sobre ciencia resulta intimidante para mucha gente, por eso es difícil divulgar en internet este contenido. En la conferencia inaugural de #LabMeCrazy!, una iniciativa del Museo de Ciencias de la Universidad de Navarra, Javier Santaolalla (@jasantaolalla en redes) habló de su experiencia como influencer en este campo y de saber aprovechar las oportunidades, incluso el miedo, para avanzar y consolidar los proyectos. En la mesa redonda le acompañaron Tere Paneque (@terepanque) y Álex Riveiro (@alex_riveiro), quienes se dedican también a esta misma tarea. Todos dieron consejos a los estudiantes de Ciencias y de Comunicación para aprender a escuchar y a transmitir sus ideas, y subrayaron lo impresindible de entrelazar disciplinas aparententemente distintas para lograr las metas informativas.

Ensayista

tal de la política española es la unidad», afirmó Gregorio Luri, filósofo, pedagogo y ensayista, en un debate sobre la cultura de la cancelación y la libertad de expresión organizado por el Instituto Core Curriculum. El encuentro reunió a nueve expertos para analizar los retos del debate público en España. Elena Herrero-Beaumont, directora de Ethosfera, puso de relieve que la verdad es un requisito de la democracia, e invitó a la restauración de un «espacio común de hechos», resguardado por un periodismo veraz que combata la desinformación y la posverdad. Daniel Capó, ensayista y columnista, remarcó que el debate público no es una guerra cultural porque da paso a la reflexión: «El consenso nace del disenso, por lo que enfrentarte con otras ideas te ayuda a mejorar las tuyas».

Consejero delegado de Repsol

de Sostenibilidad —que cuenta con 130 alumnos—, en colaboración con Campus Home, prepararon una semana centrada en cuestiones sobre sostenibilidad y emprendimiento. Dentro de las actividades, se contó con la presencia de Jerusalem Hernández, socia de KPMG Sostenibilidad y Buen Gobierno; Antonio Espinosa de los Monteros, CEO de Auara; y Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol. Este último clausuró la Green Week en el campus y señaló que la crisis de Ucrania ha acelerado la necesidad de una visión sostenible de la energía: «No se puede garantizar la sosteniblidad ni una transición energética justa si no aseguramos el suministro y la competitividad. Debemos, por principios morales, posibilitar que todo el mundo tenga acceso a la energía y contar con un mercado que genere empleo».


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personas y 243 empresas e instituciones realizaron una aportación a la Universidad en el curso 2021-22. Se destinaron 21 millones de euros a diferentes proyectos y 6,5 millones a investigación. Se reforzó el programa de ayudas y se dedicaron 7 millones de euros a becas.

EFEMÉRIDE

ALFOMBRA ROJA

50 aniversario del Colegio Mayor Ayete en San Sebastián En julio y agosto de 1971, el Colegio Mayor Ayete llevó a cabo sus primeras actividades para universitarios y el 26 de octubre realizó su acto de inauguración, presidido por el entonces rector, Francisco Ponz, y con Juan Ignacio Yarza a la cabeza. El edificio fue obra de Juan Lahuerta e Ignacio Araujo. Contaba con 104 plazas, oratorio, sala de estudio, comedor y sala de estar, salón de actos, jardín e instalaciones deportivas. En 1973 se le otorgó el reconocimiento como colegio mayor universitario. Por Ayete han pasado cientos de alumnos de Tecnun - Escuela de Ingeniería, además de estudiantes de la Universidad del País Vasco, la Universidad de Deusto y el Centro Superior de Música del País Vasco.

La Unidad de Programas Profesionales da sus primeros pasos Dentro de la Estrategia 2025, el eje de «educación transformadora» opta por un desarrollo de programas de life long learning. Después de lanzar la encuesta QuestiUN a los antiguos alumnos y saber que el 75 por ciento está interesado en continuar su formación, la Universidad apostó por la Unidad de Programas Profesionales con 31 cursos, ocho de ellos de nueva creación en el 2021-22. Se imparten en los campus de Pamplona y de Madrid, con modalidades presencial y online. La iniciativa corrobora el compromiso de la institución con el desarrollo de la formación continua, de manera que profesionales de todos los sectores mantengan sus conocimientos actualizados al entorno en el que se desenvuelven.

Además, el centro, con la colaboración de Emeritus, ha puesto en marcha dos programas online para profesionales: «Nutrición de precisión» y «Big Data, decisiones basadas en datos», que estarán coordinados por Professional Programs. Emeritus cuenta con diez años de experiencia en la educación superior en línea en contacto con instituciones como la Universidad de Cambridge, Columbia Business School o el MIT.

Conoce la oferta formativa que ofrece Professional Programs.

NOVEDAD

Primera edición de SofIA SofIA está concebido como un programa de aceleración empresarial promovido por el Instituto de Ciencia de Datos e Inteligencia Artificial de la Universidad de Navarra. Entre sus objetivos destaca el de poner en contacto a start-ups con empresas innovadoras para proponer soluciones tecnológicas en los sectores financiero, farmacéutico, de seguros y distribución. julio 2022 Nuestro Tiempo —59


CAMPUS

PUBLICACIONES

REPUTACIÓN

Once grados entre los mejores de El Mundo. La clasificación del periódico El Mundo sitúa once grados de la Universidad de Navarra entre los mejores de España. El estudio se elabora con encuestas a profesores universitarios, datos facilitados por las propias universidades y análisis externos como otros rankings internacionales. En primer lugar se hallan los grados de Periodismo, Comunicación Audiovisual y Nutrición y Dietética. En tercero, las carreras de ADE, el doble grado ADE y Derecho, Medicina y Enfermería. En cuarto, Arquitectura y Relaciones Internacionales y, en quinto, Derecho y Farmacia.

La Clínica sube cinco posiciones. Según el ranking que realiza cada año Merco Talento, la Clínica se encuentra entre las treinta empresas de España con más capacidad para atraer y retener talento. Ha subido cinco posiciones respecto al año pasado, cuando se encontraba en el puesto 28, y dentro del sector Salud ocupa el segundo lugar. Para la evaluación se contó con un total de 38 526 encuestas, desde seis perspectivas y con diez fuentes de información. Seis materias en el Top 100. Si se mira por materias, la Universidad se sitúa entre las cien mejores del mundo en seis: Filosofía, Teología, Comunicación, Enfermería, Contabilidad y Finanzas, y Dirección y Administración de Empresas. Dentro de España se clasifican entre el primer y segundo puesto, según el ranking publicado por el QS World Ranking by Subject 2022.

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1. «Recordar asusta, pero no recordar es aún más terrible». Esa frase de Svetlana Aleksiévich impulsó al periodista Daniel Burgui a escribir Nuestros días contra la covid, una crónica en forma de libro que narra cómo la comunidad foral enfrentó la pandemia. Editado por el Gobierno de Navarra, el texto recorre en más de cuatrocientas páginas los datos y los rostros que quedarán para el recuerdo de estos meses funestos. 2. Enrique García-Máiquez ha publicadoVerbigracia, un trabajo de largo recorrido —cerca de veinticinco años— que recoge sus seis libros de poesía. Entre ellos se encuentran Haz de Luz (1997), un cuaderno de haikus y algún inédito. Trata temas del amor y de la muerte, con un tinte humorístico y de anhelo que se unifica en esta obra a medida que el autor la iba construyendo. 3. Después de unos meses difíciles, Elena viaja a la casa de su abuela para el verano. Aunque esto no le hace ninguna ilusión, una tarde se deja fascinar por la luz que se cuela a través de una rendija... y la luz solo atraviesa los muros con grietas. Desde su exilio entre los apuntes y los libros de texto, descubre nuevos paisajes, amigos, palabras y vivencias. Lucía Martínez Alcalde, redactora de Nuestro Tiempo, presenta su nueva novela Por donde entra la luz. 4. Veinte historias entretejidas en la misma obra reflejan la presencia de Dios en el mundo deportivo. Desde la fe se le aporta un valor distinguido al deporte para mejorar la sociedad y llevar hasta el último rincón el mensaje cristiano. Javier Trigo lanza ideas en Dios es deportista a todos los implicados en esta actividad, desde padres hasta atletas, pasando por árbitros y periodistas. 5. Los recuerdos de la infancia brindan calor y nostalgia por los momentos vividos. Pablo Echart, profesor de la Facultad de Comunicación, y Concha Martínez Pasamar, profesora de la Facultad de Filosofía y Letras e ilustradora, crean Volver. Se trata de un libro evocador, muy visual, para toda la familia.

SELLO DE CALIDAD

La Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra ha obtenido el Sello Internacional de Calidad de la Federación Mundial de Educación Médica. Esta acreditación permite cursar una especialidad o completar estancias en Nueva Zelanda, Estados Unidos, Australia o Canadá a partir de 2024.


NOMBRAMIENTOS

La Universidad inviste 202 nuevos doctores El viernes 3 de junio se celebró la investidura de 202 doctores de 30 nacionalidades distintas en el Museo de la Universidad de Navarra. La rectora, María Iraburu, presidió el acto e intervinieron también Giovanni Valentini, profesor del IESE, padrino de la promoción y Edward Augusto Vélez Aponte, doctor por la Facultad de Teología y representante de los doctores. En un mundo de «fuertes contrastes y paradojas», Iraburu remarcó las claves de una buena investigación: amor a la verdad, humildad, esperanza y vocación de servicio a la sociedad.

Directivos universitarios de todos el mundo se reúnen en el campus de Madrid El campus de la Universidad de Navarra en Madrid acogió desde el 10 al 13 de mayo la tercera edición del Curso de Dirección Estratégica de Universidades. Desde Italia, México, Nigeria, Reino Unido, Colombia, Rusia, Perú y Australia acudieron 110 rectores, vicerrectores y decanos de 25 universidades públicas y privadas para escuchar la experiencia de 15 ponentes sobre la contribución universitaria a la sostenibilidad social, económica y medioambiental. La rectora, María Iraburu, señaló que: «En sostenibilidad, las universidades podemos aportar la fiabilidad». PALIATIVOS

La Organización Mundial de la Salud designó centro colaborador al grupo de investigación en cuidados paliativos de la Universidad de Navarra ATLANTES Global Observatory of Palliative Care. El centro y la Fundación Ramón Areces firmaron un convenio para colaborar en investigación entre 2022 y 2024.

José Andrés Gómez Cantero [Ing 90] ha sido nombrado director del Cima. Ingeniero industrial por la Universidad de Navarra, ha dirigido la FIMA desde septiembre de 2021 y fue director general de la Clínica durante 16 años. Sustituye a María Pilar Civeira con motivo de su jubilación. Iciar Astiasarán [Far 82 PhD 85], vicerrectora de Investigación hasta este curso, ha relevado al profesor Alfredo Martínez al frente del Centro de Investigación en Nutrición de la Universidad. Su actividad abarca campos como la calidad y seguridad alimentaria o los alimentos funcionales. Alfonso Sánchez-Tabernero [Com 84 PhD 88] es el nuevo presidente de la Asociación de Amigos de la Universidad. Durante su periodo de rector, entre 2012 y 2022, este catedrático de Empresa Informativa mantuvo su docencia y su investigación en la Facultad de Comunicación, actividad que seguirá complementando con este cargo. Nicolás García González [Med 86 PhD 92] ha sido designado recientemente por la rectora director médico asistencial de la Clínica Universidad de Navarra en Pamplona. García toma el lugar de Marta Ferrer, nueva decana de la Facultad de Medicina.

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Campus El último de los primeros

Leandro Benavides, secretario de nada De los ocho profesores del primer curso de Derecho de la Universidad de Navarra solo siguen vivos Jerónimo Martel, de 93 años, que reside en Orense, y Leandro Benavides, retirado en Oviedo. Hemos hablado con Leandro, que a los 95 años escucha los nocturnos de Chopin y pasea alrededor de la catedral los días que hace bueno. Sus paisanos no sospechan que este vecino fue, antes de que existiera el cargo, el primer secretario general de la Universidad. Cuando toda la secretaría era una libreta negra que le cabía en el bolsillo de la camisa. texto Teo Peñarroja [Fia Com 19] entrevista Nagore Gil [Com 99] y José Poggio [Com 21] fotografía Eloy Alonso y Archivo Fotográfico Universidad de Navarra 62—Nuestro Tiempo julio 2022


en asturias todo el mundo tenía un tío en América en la década de 1930. El de Leandro Benavides se embarcó con dieciocho años en un navío mercante sin siquiera despedirse. En aquella zona rural —Benavides nació en Santa María, una aldea cerca de un pueblo, Grandas de Salime, que hoy tiene ochocientos habitantes— cundía la sensación de que «sobraba gente». Leandro fue el octavo de los nueve hijos de Manuela y Domingo, campesinos de vida modesta, y estudió porque el maestro de la escuela, Benito Marco, convenció a sus padres de que lo llevasen al instituto de Luarca, a cien kilómetros de allí. La Guerra Civil retrasó el comienzo de un bachillerato que le costeó su hermano mayor, Paquito, «cosa que suponía un gran sacrificio —explica don Leandro— porque el dinero, francamente, escaseaba». Terminó los estudios medios en Oviedo y allí se planteó estudiar Filosofía y Letras. Sin embargo, un profesor del instituto le hizo recapacitar («No querrás ser toda la vida profesor de instituto», le dijo), y acabó matriculándose en Derecho el curso 1946-47. En la Universidad, Leandro Benavides se apuntó a un sindicato estudiantil. Iba el segundo de la lista, pero el primero se echó para atrás y Benavides se vio dirigiendo a un nutrido grupo de alumnos en la España de los cuarenta. De aquel campus se podían criticar muchas cosas, a tenor de sus recuerdos, y los estudiantes lo hacían de forma descarnada pero en privado, muchas veces en unas tertulias que organizaba el profesor Torcuato Fernández-Miranda. Era un hombre culto, con una «auténtica vocación universitaria», que reunía a su alrededor a un grupo de jóvenes que leían y comentaban fuera de las aulas obras filosóficas y políticas. En la fiesta de Santo Tomás de Aquino de uno de aquellos años de licenciatura coincidieron en el paraninfo de la Universidad de Oviedo el rector del centro, Fernández-Miranda y Leandro Benavides, quien debía intervenir el primero. Cuando empezó a leer las líneas que había escrito —una crítica mordaz y poco constructiva— el rector tocó la campanilla para advertir: «Se ruega al repre-

Semioculto en la última fila, asomando entre dos cabezas, se adivina la presencia de un jovencísimo Leandro Benavides en la foto de familia de la apertura del curso 1952-53.

sentante de los alumnos que sea más comedido en su expresión». Como el joven sindicalista no moderó su discurso, el rector dio por terminada la intervención. A finales de los cuarenta, con España en pleno franquismo, la disidencia era insólita en la academia. En esa misma época, alrededor de 1950, destinaron a Oviedo al juez Carmelo de Diego Lora, que en los sesenta fue capellán mayor y catedrático de Derecho Canónico en la Universidad de Navarra. Además de trabajar en su despacho, daba a conocer entre universitarios católicos la predicación de san Josemaría: que se puede ser santo en medio del mundo. Durante un año, Benavides, «no muy dado al sentimentalismo», según sus propias palabras, trató con De Diego y acabó pidiendo la admisión al Opus Dei en 1951, su penúltimo curso de carrera. «LOS DE LA MALETA»

Este es el décimo reportaje de la serie «Los de la maleta», sobre la historia de la Universidad. Su protagonista, Leandro Benavides, dice que ese apelativo le recuerda al que les dio Ángel García Dorronsoro a los ocho primeros profesores: «Los del Mayflower», en referencia a los primeros colonos de EE. UU.

una libreta en el bolsillo. Leandro Benavides se licenció en el verano de 1952. Cuando acabaron los exámenes viajó a Barcelona para cursar las prácticas de la milicia. Se hospedó en el colegio mayor Monterols, que dirigía Francisco Ponz. Él le habló de la misión que Ismael Sánchez Bella, recién llegado de la Argentina, iba a cumplir en Pamplona por encargo de san Josemaría. «Pero sin mayor precisión —puntualiza el profesor—. Simplemente me contó que había intención de empezar unos estudios universitarios de Derecho en Pamplona». Y él decidió embarcarse en esa aventura. Benavides, con veinticinco años, se marchó a Pamplona con una maleta en la que no recuerda haber metido más que la ropa imprescindible y algún libro cuyo título ya ha olvidado. La noche antes de sumarse al equipo inicial de profesores durmió en casa de los padres de Jesús Larralde, un joven navarro catedrático de la Universidad de Santiago de Compostela que se encontraba entonces de vacaciones en Pamplona y que también se incorporó, años más tarde, al proyecto de la Universidad de Navarra. El claustro inicial lo formaron, además del propio Benavides, Ismael Sánchez Bella, José Luis Murga, Jerónimo Martel, Rafael Aizpún, Ángel García Dorronsoro, Ángel López-Amo y Manuel Morera. «Hay que hacerse cargo de que aquel primer curso no teníamos nada —explica Benavides—. Nada de nada. Ni siquiera julio 2022 Nuestro Tiempo —63


Benavides con Francisco Gómez Antón en los 25 años de la Facultad de Comunicación.

En 2003, su última visita a la Universidad, junto a don Ismael Sánchez Bella.

relaciones con alguien, familia de origen ni nada». Las primeras dificultades fueron la falta de aulas, de profesores, de dinero y, sobre todo, de alumnos. La Diputación Foral de Navarra, a petición de don Ismael, le cedió una sala en la Cámara de Comptos, un edificio medieval del casco antiguo de Pamplona, donde instalaron el mobiliario indispensable y un tapiz con el escudo del Estudio General que le daba mucho empaque. También comprometió una ayuda económica «tan pequeña —recuerda Benavides— que al ir a cobrarla me cabía en la cartera». Eran 150 000 pesetas1. Don Leandro y otros de los profesores miembros del Opus Dei que habían llegado a finales del verano del 52 estaban viviendo en hoteles, hostales y en casas de familiares de amigos, por lo que les urgía un piso en el que instalarse definitivamente. Después de mucho buscar lo encontraron, un sexto en el número 36 de la avenida Carlos III que bautizaron como «Casa Marco» en honor al constructor que se lo alquiló. «Lo montamos como pudimos, con especial empeño en el des64—Nuestro Tiempo julio 2022

Desde su jubilación en el año 2000, Leandro Benavides vive de nuevo en su Asturias natal.

pacho, la salita de estar y el comedor». La administración de la casa la dirigía Teresa —una «cocinera acreditada»— y una chica más joven que la ayudaba. Aquel primer curso, Leandro Benavides llevaba siempre una libreta en el bolsillo, que aún se conserva. En ella apuntaba los nombres de los alumnos que se matriculaban, si habían abonado o no el importe de la matrícula —«Era muy poca cosa [mil pesetas el primer curso] y algunos necesitaban pagarlo en dos veces», señala— y otros gastos como los frecuentes telegramas a Roma (10,90 pesetas), porque san Josemaría seguía de cerca el incipiente trabajo en Pamplona. «En el Estudio General el secretario era yo. ¿Secretario de qué? En realidad, secretario de nada. Yo solo llevaba mi libreta en el bolsillo de la camisa». un repetidor en el aula. El primer nombre que anotó Leandro Benavides en su libreta fue el de Ángel María Iraburu, que se matriculó de dos asignaturas, doscientas pesetas. Ese fue el primer ingreso de la Universidad. Sin embargo,

hubo alguien que se comprometió antes a inscribirse en el Estudio General: Fernando López Jacoiste, que había cursado primero de Derecho en Zaragoza. Su padre prefería tenerlo cerca y le convenció para que repitiera primero en Pamplona. El claustro, en especial don Ismael, se dedicó en cuerpo y alma a conocer familias navarras en busca de nuevos alumnos. Después de sumar muchos cafés, el curso empezó con doce estudiantes. Don Ismael tomó la decisión de arrancar las clases pero no cerró la matrícula, de modo que otros pudieran sumarse. Los exámenes finales, que se realizaban en Zaragoza —el Estudio General no tenía capacidad para expedir títulos—, los hicieron más de cuarenta alumnos. El curso 1952-53 concluyó cumpliendo las expectativas. Cundía cierta sensación de euforia por haber conseguido echar a andar un proyecto que parecía irrealizable. «Nosotros no sabíamos lo que iba a salir de ahí —asegura don Leandro—, pero nos sentíamos empujados por san Josemaría desde Roma. La conexión con


Fontán organizó en el verano del 58 un cursillo sobre comunicación y actualidad para preparar la singladura del Instituto de Periodismo, que él tenía el encargo de comenzar en el curso entrante. Leandro Benavides tuvo el tiempo justo de participar en aquel encuentro antes de su aventura francesa. Para entonces ya se habían constituido las facultades de Derecho, Medicina, Enfermería y Filosofía y Letras, y los alumnos ocupaban espacios en toda la parte vieja de la ciudad y en los hospitales. Entonces terminó la primera etapa pamplonesa de Benavides, que se marchó a París para estudiar sociología económica y opinión pública durante un periodo de tres años, hasta que en 1961 regresó para trabajar en el jovencísimo Instituto de Periodismo.

él era total». Benavides todavía conserva una fotografía del fundador con una dedicatoria animándole a soñar en grande. Un día de 1953, de paso entre Bilbao y Roma, san Josemaría se detuvo para visitar in situ a los que estaban comenzando la Universidad de Navarra. Esa fue la primera vez que Leandro Benavides le vio. Después de la tertulia en el piso de Carlos III, el joven Leandro salió a llamar al ascensor cuando ya se marchaba y se cruzaron en el rellano. San Josemaría le alborotó el pelo y se fue riendo, pero sin decir nada. El profesor Benavides todavía recuerda que el fundador estaba un poco resfriado aquel día. En 1956, Antonio Fontán, un joven catedrático de Latín de 33 años, se incorporó al equipo de la incipiente Facultad de Filosofía y Letras. En el número 23 bis de la calle Paulino Caballero instaló la redacción de la revista Nuestro Tiempo. Desde entonces, Benavides empezó a colaborar en esta cabecera, donde escribía con mucha frecuencia, en general sobre política. Su primer artículo, de junio del 57, se titula «Europa, unidad política».

pamplona - parís - pamplona. Sin embargo, su conexión con la Universidad no se detuvo en Francia, hasta el punto de que en octubre de 1960, cuando san Josemaría viajó a Pamplona para recibir el título de hijo adoptivo de la ciudad, él atravesó todo el país vecino en coche para asistir a los actos. Como era amigo del entonces alcalde, Miguel Javier Urmeneta, vio las celebraciones desde el balcón del Ayuntamiento. Allí coincidió con el Gran Canciller, con el que habló por primera vez: «Nos vemos pronto», le dijo. Y, efectivamente, cuando Leandro Benavides regresó a París al día siguiente, se encontró a san Josemaría en la sala de estar de su casa. El sacerdote tenía previsto visitar a los miembros del Opus Dei en Francia. Se quedaron a solas y el fundador le felicitó por un artículo que había publicado en un medio italiano sobre el papel de algunos católicos franceses en la vida pública: Robert Schuman, Maurice Siman y Charles de Gaulle. El profesor Benavides se quedó muy contento de que hubiese leído sus textos. En 1961, Fontán necesitaba ampliar el equipo de Periodismo y le llamó para pedirle que volviera. Y volvió. Durante nueve años más impartió docencia en Periodismo y en la Facultad de Derecho. A partir de 1970 se podría decir que Leandro Benavides continuó con lo que había estado haciendo: echar a andar universidades. Aquel año se trasladó a

Guipúzcoa para formar parte del primer claustro de la Facultad Estatal de Derecho de San Sebastián —dependiente de la Universidad de Valladolid—, que hoy es una de las dos facultades de Derecho de la Universidad del País Vasco. Fueron años muy duros por el terrorismo de ETA. Cuando Benavides ya se había ido de la ciudad, un amigo suyo, Juan de Dios Doval, fue asesinado en la puerta de su casa en octubre de 1980. Él no pasó miedo, aunque dice que no le faltaron los motivos. Se marchó en 1978 al Colegio Universitario de Córdoba, donde desde el año anterior se impartía completa la carrera de Derecho —durante la década anterior solo se estudiaba el primer ciclo— y que en 1980 se convirtió por fin en facultad de Derecho de la Universidad de Córdoba. Triplete para Benavides, que se jubiló, después de iniciar tres universidades, en la de Córdoba en el año 2000. En 2003 visitó por última vez el campus de Pamplona, y ya no conocía casi ninguno de los edificios que se habían ido construyendo a lo largo de los años. Se cruzó con una estudiante a la que le pidió que le mostrara las nuevas instalaciones. Leandro Benavides escuchó con atención. Para sí pensaba: «Si supiera que estuve en la Cámara de Comptos…». Hay algo en los asturianos que los empuja a volver siempre a su tierra. Prueba de ello son los chalets de estilo indiano que pueblan toda la costa asturiana. Igual que el tío de Leandro Benavides, que regresó a mediados de los cuarenta después de haber participado en el desembarco de Normandía, el propio don Leandro regresó en el 2000, primero a Gijón y luego, en 2006, a Oviedo. Cuando le preguntan al primer secretario general de la Universidad de Navarra qué siente al oír mencionar la Universidad, responde esto: «Pienso en la aventura de mi vida, a pesar de la poca participación que he tenido. San Josemaría solía recordar cuánto se parecen la semilla de un hierbajo y de un árbol centenario, y me consuelo con eso. Ese árbol centenario, si no fuera por mis cuadernitos, no existiría». Nt

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Ref. Archivo General: AGUN/900/910/4 julio 2022 Nuestro Tiempo —65


Campus Un trotamundos muy gallego

Nacho Carretero «Lo que te acompaña siempre son las víctimas» Periodista, escritor, reportero y productor. Nacho Carretero (La Coruña, 1981) escribió Fariña (2015), un libro sobre el narcotráfico gallego, y En el corredor de la muerte (2018). Sus obras han irrumpido en Netflix, Atresmedia y Movistar y han llegado incluso a novelas gráficas y teatros. Con una trayectoria profesional tan viva, no encaja el texto de la solapa de Fariña, que comenta que «de su experiencia como camarero de comida rápida aprendió que no quería ser camarero de comida rápida», lo que retrata de forma curiosa su personalidad, su rigor periodístico y su carácter anecdótico. texto Lucía Ferrer [His Com 23] y Paola Bernal [His Com 23] fotografía Manuel Castells [Com 87]

saltó a la fama gracias a su libro Fariña, en el que relata el recorrido del narcotráfico en Galicia: sus orígenes, sus protagonistas, las grandes descargas y las operaciones desplegadas para frenar el fenómeno. Se publicó en septiembre de 2015. Menos de seis meses después, Alfredo Bea Gondar, exalcalde de Alianza Popular de O Grove, presentó una querella por «injurias y calumnias» en la que demandaba a Carretero y a la editorial. En febrero de 2018 el libro fue finalmente secuestrado —retirado del mercado— de forma cautelar. Muchos consideraron esta decisión como un atentado contra la libertad de expresión. Esto no evitó que Antena 3 produjera una serie inspirada en el reportaje. El secuestro disparó las ventas de segunda mano y en plataformas online. Mochila al hombro y en deportivas, el periodista gallego entró en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra el 31 de marzo para unas charlas con alumnos de primero. Siempre le han 66—Nuestro Tiempo julio 2022

acompañado las publicaciones de investigación sobre realidades sociales y bajos fondos. Las experiencias periodísticas de Nacho Carretero le han llevado a dar voz a víctimas y verdugos. Más adelante empezó a leer crónicas y ensayos latinoamericanos de autores como Martín Caparrós. Un espíritu competitivo le impulsaba a intentar alcanzarlos. En la sesión compartió las nuevas formas de contar historias. Los alumnos tuvieron oportunidad de plantearle sus dudas sobre la profesión, un futuro aún lejano para algunos e incierto para los próximos a graduarse. A pesar de haber recorrido el mundo, la sonrisa le ilumina el rostro cuando habla de su tierra, Galicia. ¿Cuándo oíste por primera vez hablar del narcotráfico en Galicia? Como la mayoría de los gallegos, crecí rodeado de las noticias de alijos, operaciones, ajustes de cuentas. Crees que es normal, que pasa en todas partes. Cuando te

vas fuera te das cuenta de que no. En 1990 yo tenía ocho años y vi en el telediario la Operación Nécora [una de las mayores redadas contra el narcotráfico gallego]. Recuerdo a mis abuelos decir: «Bueno, ya era hora de que detuvieran a esta gente». De pequeñito, en las Rías Baixas, me decían: «Mira, este pazo o este hotel es de un narco, este coche es de un narco…». Yo pensaba: «¿Por qué no les detienen si ya sabéis todos que es de un narco?». Te vas acostumbrando. Al marcharme, pensé: «Aquí hay una historia porque esto es extraordinario». En Fariña hay mucho humor y sarcasmo. ¿Es una nota personal o la idiosincrasia gallega? En Galicia hay mucha retranca, mucha socarronería. Con el narcotráfico, por lo original que es, inevitablemente surgen escenas que son para reírte. Tenía intención de hacer una lectura agradable; no un libro académico, pero sí con rigor periodístico


y escrito de manera visual. Mi premisa era: si empiezas a leer, que te apetezca seguir, aunque no te interese el tema. Para eso el humor es necesario, porque en una historia dramática hay que aligerar. ¿Cómo fue el proceso de documentación para ese libro? Siempre había seguido la actualidad del narco en Galicia y tenía una estructura en mente. La idea de la que partía era muy embrionaria, pero por lo menos sabía qué hitos mostrar. Primero recopilé toda la hemeroteca posible. Una vez ordenada, localicé a los protagonistas que me interesaban porque podían contar la historia en primera persona y los entrevisté. Aunque no pude hablar con todos: me sorprendió que la gente aún tenía miedo. ¿Te planteaste dar un paso atrás antes o después de la publicación? Viví las clásicas inseguridades de periodista. ¿Le va a interesar a alguien? ¿Quién soy

yo para escribir esto? Son los demonios que te asaltan. Vienen a boicotear y toca lidiar con eso. Todos los autores sienten el vértigo de pensar que no están a la altura. Pero nunca me planteé frenar ni me surgieron dudas esenciales al respecto. No sabía si iba a funcionar o no, tampoco me preocupaba. Tenía la tranquilidad, la satisfacción, de que escribía lo que a mí me apetecía leer. Luego la primera edición se agotó en veinticuatro horas. Solo 2100 ejemplares porque la editorial, Libros del K.O., es pequeña y en esa época era mucho más modesta. Con la reimpresión pasó lo mismo. Lanzaron dos mil más y ahí dije «Carallo, esto no está bien». Me dieron ganas de repasar para ver qué puse, porque lo estaba leyendo un montón de gente y sentí vértigo. ¿Cómo viviste el secuestro de tu libro? Antes me llegó una querella que quedó en nada. Tuvimos cuatro más, que, por suer-

te, se desestimaron. De las cosas negativas que ocurrieron, el secuestro fue lo que trascendió. En España fue muy llamativo porque el estándar es de libertad de prensa. Si sales de Europa, te das cuenta de lo que significa su ausencia. Estaba tranquilo, porque en un proceso judicial el hecho de ser periodista, la intención de construir una información, prevalece. Puedes equivocarte, pero eso no hace que se pueda prohibir tu libro. Contra pronóstico, la jueza aceptó la medida cautelar y decidieron retirarlo hasta que hubiera una sentencia: un proceso de cuatro meses que me produjo mucha frustración y enfado. La gente dice que fue una campaña de marketing que me vino genial. Vale, pero resultó muy desagradable, y más porque quien presentó la querella se dedicó a decir bobadas en entrevistas. Con la editorial decidimos no participar de esa discusión pública. Al final, todo acabó bien.

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Campus Un trotamundos muy gallego

¿Cambió cómo te trataba tu entorno? Más que cambiarme a mí, lo que se transformó fue la relación con el narcotráfico, porque en Galicia seguía siendo muy tabú. Estaba únicamente en el periodismo. Fariña contribuyó a que las nuevas generaciones hablaran del tema, a que se hiciese sátira, crítica, análisis y se sacase del cajón. Es algo muy positivo, porque empieza un proceso de aprendizaje y de debate. Ayudó a madurar la relación de la sociedad gallega con el tema del narcotráfico. Fariña está en novela, en cómic, en serie… ¿Cómo se decide en qué formato contar cada historia? El periodismo se da la mano con otros mundos. En España, lo audiovisual tiene muchísima fuerza y ha descubierto en el periodismo una cantera de temas brutal. Hay un enorme número de profesionales que trabajan con productoras y realizan documentales, series, películas… Se trata de elegir qué temas, ideas, propuestas abordas y, a partir de ahí, desarrollas la capacidad, la visión y la inquietud de adaptarlas a los distintos formatos. Entonces le ves futuro al periodismo multiformato… Está ahí, es inevitable. Habrá quien decida que solo quiere hacer un tipo de periodismo, pero se perderá la oportunidad de trabajar con nuevos formatos y mucha más flexibilidad. Antes era más encorsetado y había que poner etiquetas: crónica, reportaje, entrevista. Ahora se han quedado obsoletas. Lo esencial es mantener lo inamovible: contrastar, ser riguroso, lo más imparcial posible… Se puede contar igual una historia en una crónica que en un pódcast, un TikTok o grabando con el móvil. Aunque hay periodistas de la vieja guardia que no lo entienden, la generación que viene lo tiene más o menos claro y es una noticia muy positiva para el periodismo. ¿Qué te lleva a escribir sobre un tema? La necesidad de comprender, o sea, la cu68—Nuestro Tiempo julio 2022

riosidad. Cuando un tema me genera eso, me inquieta y me apetece mucho entender qué está pasando ahí, por qué y cómo sucedió. Me nace el impulso de ir a conocerlo y, probablemente, no pare hasta conseguir contarlo. Lo que hago es escribir lo que me gustaría leer. ¿Cómo llevas el binomio de ser muy de tu tierra y al mismo tiempo un trotamundos? Lo llevo bien [comenta entre risas]. Desde que recuerdo, siempre deseé viajar. De pequeñito tenía en mi casa una bola del mundo y un atlas y me iba con eso a todas partes. Mi madre decía: «Pero este niño, todo el día con el atlas encima». De adolescente ya quería irme de Coruña. Fue precisamente al conocer otros lugares cuando me sentí más profundamente conectado a Galicia: a la familia, las raíces… Lo tuyo.

retranca gallega

«El humor es necesario, porque en una historia dramática hay que aligerar» romper el tabú

«Fariña contribuyó a que las nuevas generaciones hablaran del narcotráfico, a que se hiciese sátira, crítica, análisis y se sacase del cajón» el periodismo no es activismo

«El narrador traslada una historia y es el lector el que decide si ahí hay una injusticia y si merece la pena pelear por ella o no»

Lo valoras mucho más y se multiplica el sentimiento y el apego. Tengo la suerte de poder ir a menudo y trabajar viajando. Tus obras tienen un punto de lucha contra la injusticia. ¿Dónde está la línea entre el periodismo y el activismo? No es algo tan premeditado como localizar un desequilibrio y trabajar desde eso, sino que son las injusticias las que propician el relato y hacen que lo encuentres. Son historias que, como periodistas, nos llaman la atención y a partir de allí se cuentan. La denuncia viene implícita. Si tu intención es exponer de una manera directa la injusticia, te estás aproximando más al activismo. El activismo y el periodismo son dos cosas diferentes: se puede ser las dos pero por separado. Cuando se mezcla, el periodista pierde credibilidad. Hay que ser muy aséptico, distante a la historia, un narrador que traslade, y que sea el lector el que decida si ahí hay una injusticia y si merece la pena pelear por ella o no. El documental 800 metros trata un tema muy sensible como es un atentado terrorista, y tiene un formato distinto, donde se ve más el proceso de grabación. ¿Cómo fue la realización de ese proyecto? Eso es del director, Elías León Siminiani, al que siempre le preocupa y le interesa mucho explicar el método. Y más en este caso, que es un proceso periodístico tan duro. En el documental sale muchas veces cómo ajustamos la luz o el set. Con la mayoría de testimonios no sabes hasta el último momento si van a hablar o no, como los amigos de los terroristas. Supone una labor periodística de investigación profunda y de establecer canales de confianza, porque en Ripollet hay una herida abierta, un trauma. Anna Teixidor había escrito un libro sobre los atentados y conocía a los familiares. Era un trabajo de años, y aun así, la mayoría no quería hablar.


Durante las conversaciones algunas víctimas se emocionan. ¿Cómo te impactó esa experiencia? Evidentemente empatizas. Es doloroso de escuchar. Por ejemplo, las entrevistas a las víctimas de Las Ramblas las hicimos todas en un día. Cada uno de ellos relatando su vivencia. Acabé hecho papilla. Te está hablando gente que sufrió y sufre muchísimo. Preguntarle sobre el atentado al padre que perdió a su hijo de tres años es muy duro. Por suerte o por desgracia, tengo experiencia en reportajes en sitios de crisis humanitaria, de conflicto y campos de refugiados o de desplazados. Uno aprende, o intenta aprender, las dinámicas de cómo llevar a un entrevistado y procurar hacérselo fácil —nunca es fácil—, que se sienta cómodo. Estás hablando con alguien muy herido. ¿Hay algún testimonio que fuera complejo de lograr? En el primer capítulo, un chico converso sale de espaldas. Era muy amigo de los terroristas, formaba parte del grupo y se bajó unas semanas antes del atentado. Ese testimonio resulta muy valioso porque relata el proceso de radicalización. Hablar con conocidos, los vecinos de Ripoll o el equipo que participó en su proceso de integración social, fue una manera de construir, de acercarnos a la figura de cómo unos chicos que tenían una vida normal en apariencia acaban tomando una decisión tan brutal. ¿Es difícil entrevistar a víctimas, ya sean del terrorismo, en 800 metros, o del narcotráfico en Galicia, en Fariña? Entrevistar a un narco, a un contrabandista de personas, a un asesino o a un genocida es un desafío periodístico muy interesante —comprender estas cabezas e intentar llegar a ellas—, pero desde un punto de vista emocional, lo más complicado, lo que te toca y lo que te acompaña, siempre son las víctimas.

En 2021, Nacho Carretero cofundó Ailalelo Producións con Arturo Lezcano. Como periodista reconocido, ¿qué consejo darías a los alumnos para comenzar su carrera profesional? A pesar de la nube de pesimismo sobre la profesión —que si la cosa está fatal, que si del periodismo no vas a comer—, yo soy optimista. Les diría que si les gusta —esto es aplicable a los alumnos de primer curso y a los del último— sigan adelante, porque es una carrera de fondo. Por cada año que

avances se va a ir rindiendo mucha gente. Los periodistas que a lo mejor ahora son admirados no salieron de ningún sitio mágico ni tienen una inspiración distinta o especial. Salieron de lugares así, de facultades y de empezar desde abajo y de currar mucho. Los periodistas brillantes de mañana saldrán de aquí y serán quienes se lo crean, quienes persistan, perseveren y no se rindan. Nt

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Campus Todos a la zarzuela

Si llueve, que llueva La Universidad de Navarra sorprendió el 6 de abril a más de setecientas personas con un espectáculo insólito: La zarzuela de los paraguas. La representación estuvo inspirada en la obra de Chueca y Valverde, y subió al escenario del Museo del campus. Participaron más de ciento cuarenta alumnos entre actores, músicos, cantantes y diseñadores. texto Juan González Tizón [Com 24] fotografía Manuel Castells [Com 87]

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en el telón hay un paraguas plasmado. Se aprecian las partículas de polvo que recorren el haz del proyector. Las iniciales z y p franquean esta silueta con una tipografía afilada. Casi parecen estar cosidas a la propia tela. Suena una música in crescendo y algunos espectadores se inclinan hacia delante en sus asientos, curiosos. Pero el telón sigue quieto, dejando que la melodía haga lo suyo. A los cinco minutos por fin se abre y un presentador da comienzo al acto. Los aplausos del público se prolongan hasta que la orquesta deja de tocar y por las escaleras del palco bajan dos actores caracterizados de jornaleros avisando de unas sorprendentes inundaciones en Pamplona. La función es La zarzuela de los paraguas, un espectáculo que se gestó durante todo el curso en el programa artístico de la Universidad de Navarra, Campus Creativo. Se trata de una adaptación de la obra de Federico Chueca y Joaquín Valverde, compositores del siglo xix. La


EL BACKSTAGE

Después de muchos ensayos, en el backstage, actores y músicos se preparan para el estreno. Unos afinan sus instrumentos mientras otros ultiman el maquillaje o repasan sus líneas por enésima vez.

representación se estructura como un ensayo de teatro. Es una zarzuela original creada a partir de fragmentos de otras, como Un año pasado por agua (1888), La Gran Vía (1886) o Agua, azucarillos y aguardiente (1897). Liuba Cid, doctora en Artes y Humanidades, miembro de la Academia de Artes Escénicas de España y directora de teatro en la Universidad, ha sido la directora escénica y dramaturga de la obra. Lleva desde enero, junto con Borja Quintas, director de la orquesta y coordinador musical, trabajando en este proyecto. Además, la promoción del evento contó con la ayuda del Museo Universidad de Navarra y la Asociación Gayarre Amigos de la Ópera, que actuaron como pilares clave en el proceso. A lo largo de la función, las partes extraídas de la obra de Chueca —canciones, por lo general— se intercalan con numerosas irrupciones de un director y su equipo técnico, desesperados por poner orden. Es metateatro, una obra dentro de otra

en la que los actores desarrollan distintos papeles a la vez. Los personajes intentan representar un contexto: año 1888, grandes inundaciones, crisis, quejas sociales, problemas políticos… Todo este caos se convierte en armonía en manos de 140 alumnos de la Universidad. los de abajo. Cuando suenan las primeras notas, un hombre mayor busca desorientado algún palco especial para la orquesta o altavoces en las paredes. Su acompañante le agarra el brazo y le señala la zona baja del escenario. Entre susurros le explica la presencia del foso, abierto por primera vez desde 2014, un hito en la historia del Museo. Hizo falta mover una plancha de madera y hierro de casi veinte metros para liberar el espacio donde tocarían los setenta músicos. «El objetivo principal ha sido rendir homenaje al género de la zarzuela. Lo que importa no es tanto la obra, que también, sino cómo la hemos llevado a cabo», dice

Antonio Sierra, alumno de 6.º de Medicina. Su violín y él son dos veteranos de la representación. Toca su instrumento desde que tiene uso de razón. Sin embargo, es la primera vez que participa en un espectáculo de este calibre, con la interdisciplinariedad de talentos como una de las protagonistas. Lleva implicado en la orquesta de la Universidad desde primer curso, pero nunca había tenido la oportunidad de tocar en una zarzuela y, además, hacerlo en el foso del Museo. «Un broche increíble para mi carrera. Es verdad que al principio era un poco escéptico respecto al proyecto por la gran complejidad de esta obra. Pero esto no me echó para atrás y, una vez integrado, disfruté una barbaridad», afirma Antonio. Al estar situados todos allí, en esa enorme caja de madera, la música no necesita de ningún tipo de amplificador: asciende y retumba por las butacas hasta la última fila. Quintas, el director, con la mitad del cuerpo fuera del foso y la otra mitad julio 2022 Nuestro Tiempo —71


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La obra comienza con unos jornaleros que recorren el pasillo entre las butacas del público advirtiendo de unas grandes inundaciones en la ciudad.

dentro, aunaba el coro con los músicos. «La coordinación es de lo más complicado. No vemos lo que pasa por arriba, así que solo sabemos cuándo entrar siguiendo la batuta», cuenta Antonio, que explica también que para conseguir ese orden se requiere mucha exigencia. Durante la representación, hay un momento en el que un personaje del foso se asoma e interactúa con los actores: «Hola, ¿cuándo vamos a poder merendar?». El propio Quintas desaparece en una ocasión y provoca un retraso en el ensayo y, una vez de regreso en su puesto, pone la excusa de que había mucho atasco para llegar. Estos elementos metateatrales suponen una novedad para algunos instrumentistas, cuya experiencia se limitaba a conciertos con una orquesta. «Ahí abajo, en el foso —dice Antonio—, las risas están aseguradas nada más empezar. Son graciosos los sonidos extraños que debemos hacer a lo largo de la zarzuela; como cuando se imita el ruido del viento. Ahí, todos nos ponemos a soplar, no solo los que tienen instrumentos de viento. Eso es bastante gracioso». 72—Nuestro Tiempo julio 2022

del teatro a la zarzuela. Al comienzo de la obra, los ciudadanos hablan de recibir al Año Nuevo. Pocos minutos después este hecho cobra el sentido más literal posible: el Año 1889 —representado por Álvaro Chiva, alumno de 4.º de Periodismo y Filología— es el protagonista. La mayoría de actores tiene varias capas: cambian de personalidad en diferentes ocasiones, entran y salen del ensayo de forma constante, mientras resuenan las risas de muchos. «La zarzuela es para todos, y por eso hemos intentado acercar este género a los estudiantes, a quienes tal vez les queda un poco más lejos», comenta Álvaro Dawid, alumno de 5.º de Historia y Periodismo. Director del grupo de teatro universitario Mutis por el Foro, ha participado en una decena de obras a lo largo de su carrera. Su rol: director de la zarzuela. Aparece por primera vez cuando Neptuno, el causante de las inundaciones, se olvida de salir a escena y todos se ponen como locos, mostrando que la situación resulta una tomadura de pelo. «En los ensayos había mucha broma con este tema —co-

menta Dawid—, corría el rumor de que con nuestros papeles, como el de Vicente Martínez —organizador del evento—, se estaba cumpliendo nuestro destino. Algo así como que la realidad se correspondía con la ficción». En la representación, es uno de los personajes más cómicos. Recorre el escenario de extremo a extremo en una bicicleta y con una mochila de Glovo a la espalda, se frustra con el caos que provocan sus actores y, como bien dice en una escena, necesita desesperadamente un café. «En los ensayos nos divertíamos con la idea de que sufríamos síndrome de Estocolmo. Eran exigentes, pero no podía gustarnos más lo que hacíamos», afirma Dawid. la música de arriba. En los bordes del escenario sobresalen unas pequeñas gradas donde, con sus respectivos paraguas, se encuentran los coristas. En su primera intervención las voces entonan la canción popular La Virgen de la Cueva. Al tiempo que cantan son extras en el reparto de actores, miembros de la ciudadanía e incluso interactúan con los actores. Entonces,


Los habitantes de Pamplona celebran la llegada del Año 1889, que saluda con un paraguas y un maletín blancos.

Quintas alza la batuta, ahí es donde dan lo mejor de sí. «No estamos acostumbrados a bailar y actuar —afirma Ana Rábade, alumna de 3.º de Literatura y Escritura Creativa—. En los primeros ensayos, muchos parecían troncos bailarines». Viene de México y lleva tres años formando parte del coro. «No sabía lo que era una zarzuela, pero da igual, yo me apunto a todo lo que encuentre, siempre y cuando haya que cantar», comenta ilusionada. La zarzuela nace a comienzos de curso, pero los miembros del coro no se integraron hasta enero, tres meses antes del estreno. «Se nos hizo muy difícil al principio —declara Ana—. Los actores llevaban muchas semanas practicando y parecía que nosotros lo hacíamos mal a su lado, pero con unos cuantos ensayos nos pusimos al día». Desde que el coro se zambulló en el proyecto, surgieron dudas sobre el posible éxito de la zarzuela: «Sí, hubo preocupaciones dentro del grupo. Muchos no sabían si al final iba a funcionar —dice Ana—. Algunos no conocían lo suficiente el género y pensaban que era demasiado ambicioso. Y a otros simplemente les pa-

recía que tenía un nivel de exigencia muy elevado. Varios que no lo veían muy claro acabaron por rechazar los papeles. Pero al final los que nos quedamos acabamos amando la zarzuela». entre costuras. En el fondo del escenario, una pantalla de unos siete metros acompaña a los artistas. Una sucesión de imágenes en movimiento creadas al estilo collage se funde con las diversas escenas. Los alumnos del grado en Diseño se han encargado del vestuario, el video-collage y la estética de toda la obra. Juan Roquette, profesor de la Escuela de Arquitectura, ha sido mentor en esta tarea. «La finalidad era dar a los estudiantes una base para la comprensión de la escenografía como herramienta creativa en sí misma —afirma—, y no como un mero canal de representación de otra idea ajena». Los trajes que llevan los personajes están ambientados en la época de la obra original de Chueca y Valverde. Reflejan la España del momento, algo que demuestra una gran labor de fondo en la investigación de las zarzuelas del siglo xix. Además,

los 41 estudiantes contaron con la ayuda de Liuba Cid, que se ocupó de la dirección visual. «El proceso que los alumnos han seguido resignifica el valor de la cultura creativa de los estudios de grado», comenta. Pañuelos, trajes, vestidos, los propios paraguas… Todo este trabajo de diseño empezó en los talleres a comienzos de curso. Después de pasar por una infinidad de complicaciones —peleas con el pueblo, tormentas, discusiones con políticos…—, el Año 1889 consigue que Neptuno, causante de las inundaciones, entregue su poder a la gente para que pueda volver a su vida normal. Así, el Año Nuevo ha logrado darle al pueblo lo que más quiere y necesita. Ya no hay crisis, la fiesta regresa a las calles de Pamplona, y esperemos que la factura de la luz —asunto recurrente a lo largo de la obra— comience a bajar. Los paraguas ya no son necesarios porque la lluvia ha cesado y el sol vuelve con la llegada del Año Nuevo, el astro se desliza por la enorme pantalla con un rostro de esperanza. Fin del último acto, se baja el telón. Aplausos. Nt

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MIND THE GAP Blanca Basanta Vázquez

colaterales de las redes sociales, ni la viralidad de informaciones falsas, ni el sistema de sobreproducción de noticias en los diarios digitales. Almudena Ariza explica en el pódcast de Cristina Mitre su viaje hasta Ucrania para cubrir el conflicto. Mientras resalta la relevancia de una labor documental sobre el terreno, se sorprende de que muchos pusieran en duda lo que contaba: «A través de Twitter compartía historias de lo que veía y cada día tenía un chorro de mensajes que me decían: “Pero es que tú estás pagada por la OTAN, lo que cuentas es mentira”». Otro día escuché a una periodista que trabajó en una cadena de televisión española contar cómo sus años al frente de un talk show le permitieron hablar de temas que eran importantes para muchas mujeres en los 90. Pero, por otro lado, hace unas semanas un directivo de Mediaset soltó en una conferencia: «Nosotros hacemos televisión para vender publicidad». En verdad ese siempre ha sido el debate: cuánta rentabilidad se puede sacar de convertir la información en un negocio. Los medios de masas se gobiernan con una política en la que hay dos posturas que parecen irreconciliables: Iglesia y Estado. Desde que la información es negocio, es lógico Para la primera —la redacción— la veracidad, la honestidad y examinar si lo que publican los medios se acerca la calidad son líneas rojas infranqueables. Para la segunda —la o no a la verdad. Pero si la sospecha sobre ellos gerencia— la cuenta de resultados, los beneficios y la rentabilicada vez es mayor, cabría preguntarse si esa duda dad son lo primero. Pero, si solo gobierna el Estado, perdemos todos. tiene su origen en la credibilidad del modelo Alden Global Capital es un fondo de cobertura que compró con el que se gestionan estas empresas de MediaNews, una de las compañías de periódicos en circulación comunicación. más grande de Estados Unidos. Un artículo en The Atlantic ha demostrado que esas miles de redacciones locales han caído N UNA SESIÓN ME REPARTIERON una hojita con en una espiral de decadencia desde que su propietario es un el título «Las 10 técnicas de manipulación». Al leerlo fondo de inversión. El problema no es que sean rentables, sino se me arqueó la ceja, como le pasa a Nadal en las que solo sean rentables. «Por supuesto, es fácil idealizar épocas ruedas de prensa. «¿Solo diez? ¿No hay más?», pensé, pasadas del periodismo —sostiene el texto—. Las familias que irónica. El ponente expuso el clásico «La culpa es de los medios poseían la mayor parte de los periódicos locales de Estados de comunicación»: porque cada cual arma las informaciones Unidos —los Bonfils de Denver, los Chandler de Los Ángesegún el filtro que mejor le conviene; porque titulan distinto, les— nunca resultaron administradores perfectos. Puede que publican mentiras o cuentan los hechos como quieren; porque fueran vanidosos, torpes, incluso corruptos. [...] Pero la mayonos enganchan a las pantallas y recopilan nuestros datos o porría de ellos también tenían un interés en las comunidades a las que producen contenido basura. Pero su argumento fuerte era que servían sus periódicos, lo que significaba que, al menos, sus que quienes dirigen los medios tienen intereegos estaban implicados en sacar un producses y ahí es donde empieza el artificio. to respetable». LA PREGUNTA DE LA AUTORA Comprobé que las supuestas técnicas de El modelo tradicional ya no basta. Ahora la manipulación eran una copia mala de las audiencia elige a quién quiere creer. Pienso ¿Existen las vías que se le han atribuido a Noam Chomsky. en esos periodistas que se mantienen con sus necesarias para pedir Levanté la mano como pidiendo permiso newsletter, pódcast o canales de streaming. responsabilidades sociales para hablar, pero solté lo primero que me Crean una comunidad y fidelizan a los seguia los propietarios de un brotó en defensa de un servicio que, cuando dores. No cuentan nada nuevo, pero su éxito medio de información? desaparece, empobrece a la sociedad. Cotiene mucho que ver con ese poder que intermenté aquello del derecho a la información. net ha dado a los negocios: eliminar intermeTambién que son muchos y muy variados los diarios. Sobre todo si son dudosos. medios que circulan, y que su capacidad para @NTunav influir no quiere decir que, en sí mismos, sean Blanca Basanta Vázquez [Com 20 MEGEC 22] es peOpine sobre este asunto en riodista y consultora júnior en Llorente y Cuenca. manipuladores. Twitter. Los mejores tuits se Esa charla me despertó una pregunta: publicarán en el siguiente número. ¿por qué se desconfía tanto de los medios? No creo que sean simplemente los efectos santi g. barros

¿Fallo en el sistema?

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El premio más merecido y el más doloroso Con la entrega del XVI Premio Luka Brajnovic, la Facultad de Comunicación reconoció la trayectoria del periodista navarro David Beriain [Com 99], asesinado por guerrilleros islamistas en 2021 en Burkina Faso junto con dos compañeros. Varios actos pusieron de relieve la entereza de su figura, una referencia para futuras generaciones de comunicadores. texto Miguel Ángel Iriarte [Com 97 PhD 16] fotografía Manuel Castells [Com 87] y 93metros

las concesiones de premios a título póstumo suelen resultar agridulces. En el caso de alguien joven, y más si su fallecimiento se ha dado en un contexto violento, tienen todavía más visos de volverse melancólicas o tristes. Sin embargo, el 17 de febrero la Facultad de Comunicación vivió un acto lleno de emoción, sano orgullo y agradecimiento al homenajeado. Con una brevedad densa, en apenas treinta y cinco minutos repletos de palabras muy pensadas, aplausos entusiastas y gafas empañadas por el efecto de las mascarillas y las lágrimas, los familiares del periodista David Beriain recogieron el Brajnovic de la Comunicación 2021. Los discursos de Marc Marginedas [Com 90], corresponsal de El Periódico en Moscú; Rosaura Romero, viuda de David; y Charo Sádaba, decana de la facultad, ayudaron a acercar la figura de este apasionado por el buen periodismo y la de76—Nuestro Tiempo julio 2022

fensa de la libertad, cuyo precio pagó con su propia vida. En Marc Marginedas coincidían varios factores que le trajeron a Pamplona desde Rusia a pesar de la inestabilidad de las vísperas de la invasión de Ucrania. Por un lado, fue uno de los mejores amigos de David en el mundo periodístico tras coincidir en situaciones extremas como las guerras de Irak, Libia y Afganistán. Además, como último premiado con el Brajnovic (2019), con su presencia pasaba el testigo a un profesional cuya memoria perdurará: «David fue, es y será —explicó Marginedas—. Lo fue, porque gracias a su desbordante talento y su carisma, sacudió hasta sus cimientos las bases del periodismo internacional en España, sacándolo de un relativo anquilosamiento y diría que hasta provincianismo. Es, porque precisamente estamos aquí reunidos para rememorar su figura y examinar su

—Periodismo inmersivo. David Beriain recorrió el mundo contando historias hasta entonces desconocidas y olvidadas.

obra. Y no me cabe ningún género de duda de que será, porque su nombre en el futuro reverberará junto a los grandes de este ámbito de la profesión». Al acto acudieron Angelines Amatriain y Javier Beriain, los padres de David, así como su hermano Eduardo y su familia (esposa y dos hijos) y amigos de su pueblo, Artajona, localidad de unos mil seiscientos habitantes donde vivió David hasta los dieciocho años. La decana, Charo Sádaba, entregó la estatuilla conmemorativa a Rosaura. «Como esposa, lo repetiría todo. He sido una afortunada al tener a David como marido, y si soy fuerte y sigo adelante es porque pienso que es lo que él querría», afirmó con fuerza en su discurso de agradecimiento. «Este premio —señaló— va de aquellos valores que David hizo suyos y defendió a capa y espada: libertad, honestidad, dignidad. De eso, de haber ejercido el periodismo con


humildad, sabiendo que lo más importante es el respeto por el otro sin importar quién sea». En su intervención final, Charo Sádaba describió algunos contrastes que mostraban el estado de ánimo general de los días que rodearon la entrega del premio: «Lo justo y lo injusto. Nuestra vida está llena de paradojas [...] que David asumió con naturalidad desde el inicio de su carrera profesional: las raíces bien profundas para volar muy alto. La libertad de saberse querido y al mismo tiempo aceptar que un día sus seres queridos podrían recibir una llamada definitiva y muy dolorosa. […] El pueblo y el mundo. La familia, la cuadrilla, los colegas y amigos, y la audiencia millonaria a la que mostrar esos mundos desconocidos». Y abordó «la última y definitiva paradoja»: «Quienes habéis tenido la oportunidad de conocerle y tratarle como hijo, marido, amigo, socio, colega...

nos mostráis a un David extraordinariamente ordinario: alguien que adoraba a su abuela, que añoraba y buscaba volver al pueblo a comer con su cuadrilla, bromista, muy navarro, y que aspiraba a enseñar en el futuro. Alguien que no se dejó llevar por el brillo que a veces te da la exposición pública de esta profesión». Tras una ovación que los asistentes se resistían a interrumpir, terminó el evento central de esos días. Además se organizaron varios actos en Pamplona y Artajona: entre ellos, una mesa redonda en la Facultad de Comunicación y un encuentro informal en el pueblo. Como comentó su esposa, Rosaura, se produjo un «maratón emocional difícil de manejar», cuyo efecto positivo perdura meses después. muerte trágica, vida excepcional. Burkina Faso encaja en el triste estereotipo de nación africana marcado por la

inestabilidad, estancado en lo social y arruinado en lo económico. A ese país pozo había viajado David Beriain para preparar un documental sobre uno de los negocios turbios que alimentan la economía burkinesa: la caza furtiva. Le acompañaban el cámara Roberto Fraile, nacido en Baracaldo en 1974, y el activista defensor de la naturaleza Rory Young, irlandés de 48 años. Según contó El País, los tres entraron el 25 de abril de 2021 en el parque nacional de Arli, un territorio dominado por Al Qaeda, y poco después unos terroristas les cortaron el paso y abrieron fuego contra su convoy. Uno de los soldados locales que estaban con ellos afirmó que durante el tiroteo Beriain, Fraile y Young se escondieron en el bosque. Más tarde se supo que Roberto había sido herido de gravedad y que David y Rory se quedaron con él en vez de intentar escapar.​ julio 2022 Nuestro Tiempo —77


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—Los más pequeños. Aimar y Mikel, sobrinos de David Beriain, se acercan a tomar el Brajnovic.

—Aforo completo. El aula 6 de FCOM acogió a la familia Beriain, amigos, profesores y futuros comunicadores durante la entrega del premio.

—Orgullo.Rosaura recibe el premio mientras los presentes se ponen de pie entre aplausos y lágrimas.

Los cuerpos de los tres llegaron el 30 de abril a la base aérea de Torrejón de Ardoz. David fue trasladado a Artajona, donde se organizaron un entierro íntimo y un funeral multitudinario. El dolor y el duelo que su muerte trajo se extendieron con rapidez. Varios compañeros publicaron artículos llenos de reconocimiento y cariño en los que destacaba la aceptación de un hecho trágico pero no del todo imprevisible, pues David había decidido frecuentar los márgenes de la civilización en busca de historias olvidadas aunque para rescatar aquellos testimonios tuviera que hacer equilibrios entre la vida y la muerte. De todos modos, sería un error centrar la atención en el fallecimiento de este hombre joven, por valiente, generoso y desgraciado que resultara, ya que, como explicó la periodista de El País Natalia Junquera en la mesa redonda de febrero, «David no fue excepcional por cómo murió sino por cómo vivió». raíces profundas. David Beriain nació en Pamplona en 1977. Vivió en Mendigorría y después en Artajona. «Ese fue mi mundo hasta los dieciocho años —de78—Nuestro Tiempo julio 2022

claró David en un medio pamplonés en 2020—. En cierta forma lo sigue siendo porque es una referencia fundamental en mi vida; me ha hecho como soy». Sus padres, Angelines y Javier, y su abuela Juanita, especialmente querida por su nieto, vieron crecer a una persona inquieta, interesada por todo: política, sociología, historia, filosofía, psicología, antropología... Al final, a sugerencia de su padre, optó por estudiar Periodismo porque «era la carrera que menos cosas dejaba fuera y, además, me gustaba escribir». Así llegó a las aulas, como recordó otro invitado a la mesa redonda, Paco Sánchez, asesor de David en la Universidad, un «chicarrón de pueblo, que parecía serio, hablaba con fuerza y resultaba la persona más tierna». «Se sentaba en las tres primeras filas y exigía mucho a los profesores porque siempre repreguntaba», señaló otro participante en el acto, su compañero de piso y de pupitre Rafael Cores. Durante los veranos de la carrera hizo prácticas en el diario argentino El Liberal, donde se orientó hacia el reporterismo de investigación. Como publicó El País en abril de 2022, «fue la primera vez que su

periodismo valiente y necesario le convirtió en objetivo. Algunos protagonistas de sus artículos le siguieron y le amenazaron y volvió a España». A partir de 2002 trabajó para La Voz de Galicia en La Coruña; desde allí cubrió algunos de los grandes conflictos del momento, como las guerras de Irak y Afganistán. Su crecimiento como periodista en aquella etapa resulta evidente para quienes coincidieron con él. Marc Marginedas, durante la entrega del Premio Brajnovic, recordó una aportación decisiva de Beriain a su profesión. En 2005, David cubría la guerra de Afganistán y, tras un esfuerzo enorme, logró entrevistar a varios líderes talibanes: «Aquello —subrayó Marginedas— marcaba un hito en la historia del periodismo internacional en España: un medio español hablaba por vez primera con el así llamado “enemigo”». Según el corresponsal catalán, «David tenía una idea fija, que se convirtió en el leitmotiv de toda su trayectoria. Quería acceder a “los otros”, a aquellos de los que los medios no hablan y dejan de lado, ya se trate de milicias armadas enemigas de nuestros gobiernos, insurgentes calificados de asesinos,


sicarios a sueldo o grupos responsables de secuestros. Él buscaba conocerlos, desentrañar su verdad, entender las razones que les habían empujado a hacer lo que hacían». Después volvió a Afganistán e Irak doce veces. Allí se curtió como en un curso intensivo de supervivencia y periodismo de alto riesgo, del cual hacía, con un tono socarrón muy suyo, el siguiente balance en una entrevista de 2020: «La verdad es que fui muy afortunado. Bueno..., y muy pesado. Cogí fama de navarro cabezón». Esta tenacidad fue uno de los rasgos que destacó Rosaura en la entrega del Brajnovic: «Entendió que su éxito no dependía de lo motivado que se sintiera, sino del trabajo, la mística y la dedicación con la que se implicara en su día a día. ¡Dependía de ser constante! Sus propios miedos e inseguridades hicieron que tuviese una energía inagotable, una cabeza privilegiada que no paraba hasta que lo hacía, y entonces disfrutaba, bailaba y reía con la misma intensidad». salto al mundo audiovisual. En 2008 pasó al ámbito audiovisual, en el que se movió hasta su fallecimiento. La puerta

de entrada fue un reportaje en Colombia, donde logró introducir una cámara en los campamentos de las FARC. De allí salió Diez días con las FARC, documental por el que recibió el Premio José Manuel Porquet de periodismo digital y fue finalista en el Bayeux-Calvados Normandy, el más prestigioso del mundo para corresponsales de guerra. En los siguientes años varios conflictos y desastres naturales atrajeron a David como un imán: Venezuela, Congo, Japón, Kenia... y Burkina Faso. Entrevistó a hombres y mujeres ausentes en los medios: sicarios, encarcelados antes de enfilar el corredor de la muerte, contrabandistas y mucha gente sin escrúpulos que descubría a una persona realmente interesada en conocer sus porqués. Profundizó en su visión del periodismo, algo que recogió con lucidez Natalia Junquera poco después de su muerte: «Su forma de estar en el mundo era contarlo y, en una profesión de egos y de firmas, supo siempre que su oficio consiste en compartir. Como los buenos periodistas —nunca he conocido uno mejor—, él quería entender, y para eso hay que escuchar». «De hecho —afirmó Junquera en la mesa

redonda celebrada en Pamplona—, David habría entrevistado a su propio asesino para tratar de comprenderle». Beriain había conocido a su esposa, Rosaura Romero, en Venezuela en 2007. Ella, nacida en ese país, se dedicaba a la comunicación, y coincidieron en un encuentro de periodistas. Se casaron en Artajona en 2012. Ese mismo año, David y Adriano Morán fundaron la productora 93 Metros, especializada en grandes formatos audiovisuales; Rosaura se sumó en 2015. Allí vieron la luz cerca de sesenta documentales, que le valieron una nominación a los Goya y varios premios más, como el Iris por la serie Clandestino (2016), una nominación a los Emmy por Latinos en el corredor de la muerte (2018), dos Realscreen Awards por La Colombia de las FARC (2016) y El negocio del secuestro en Venezuela (2019), y otros a título póstumo como la Medalla al Mérito Civil concedida por el Gobierno de España. El jurado de los premios Ortega y Gasset, que reconoció conjuntamente a David Beriain y a Roberto Fraile, resumió así los motivos de su decisión: «Ennoblecían una profesión hermosa. […] Para las generaciones futuras de periodistas y para todos nosotros serán julio 2022 Nuestro Tiempo —79


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Autorretrato en 16’ 39’’ 10 de junio de 2013. David Beriain, ya por entonces un periodista reconocido, ofrecía una charla TEDx en la Universidad de Navarra. Había expectación por escuchar al autor de entrevistas y reportajes protagonizados por grandes antihéroes de nuestra sociedad: sicarios, traficantes… No venía a hablar de nada de eso, se apresuró a aclarar: su presentación trataba sobre… los percebes. Después, durante poco más de un cuarto de hora, Beriain resumió de forma tan sencilla como profunda su modo de entender el periodismo y, a través de él, la vida misma. Sobre la alfombra roja de TED se encontraba un hombre de aspecto rocoso, con pelo y barba de batalla, con las arrugas en los ojos de quien mira con atención; de gestos poco refinados pero claros; más dado a la sonrisa 80—Nuestro Tiempo julio 2022

que a la carcajada; alguien que en una guerra puede pasar por soldado, guerrillero o periodista; alguien cuya autenticidad y su falta de teatralidad resultan evidentes. Durante sus años en Galicia, explicó Beriain, comenzó a hacer reportajes de grandes conflictos para impresionar a sus jefes y al público. Sin embargo, un relato local le llevó a cambiar la concepción de su trabajo. Le propusieron que filmara un programa sobre «una persona normal» y dio con un recogedor de percebes, Sergio: «La historia me pasó por encima. Encontré a alguien épico en su día a día, capaz de arriesgar su vida por el enorme amor que tenía a su familia». Hasta entonces había visto a las personas como medios para un fin (un documental, un artículo); a partir de ese momento, como fines en sí mismas.

A continuación fue al núcleo de su idea del periodismo: «Uno de los primeros días en la facultad, un profesor, Paco Sánchez, explicó en qué consiste contar historias, escribir. Son cinco cosas: saber mirar, saber escuchar, pensar sobre lo mirado y escuchado, saber expresar lo que has pensado (esto es lo que habitualmente se conoce por escribir) y saber algo sobre qué es la naturaleza humana». Por su experiencia, se detuvo en el «saber escuchar»: «Ser capaz de escuchar historias es mi privilegio, lo que hace que mi profesión valga la pena, tanto en una guerra como en unos acantilados. Como dijo Miguel Gil [corresponsal de guerra asesinado en Sierra Leona en el 2000, premio Brajnovic en 2001], “Yo no hago esto por adrenalina”; lo hago por las conversaciones, por las situaciones en las

que la gente está en momentos decisivos de su vida —incluso pueden perderla— y decide abrirte su corazón y una ventana a su mundo; una ventana de verdad porque en esa situación no hay tiempo para la mentira ni la impostura». Después Beriain contó cómo esa mirada cristalizó en su vida al crear en 2012 la productora 93 Metros. La clave de ese nombre fue su abuela Juanita, «una mujer que murió con 98 años, como tiene que morir la gente, después de vivir bien, rodeada de su gente y de sus seres queridos hasta el final». Vivía en Uterga, un pueblo de unos cien habitantes y 93 metros era la distancia que había desde la puerta de su casa hasta el banco de la iglesia donde rezaba. «A veces la historia más grande está en un lugar pequeño. A mi abuela —concluyó David— le bastaron 93 metros para construir la mayor historia de todas. A mí me costó, alma, corazón, vida y viajes descubrir lo que mi abuela descubrió en 93 metros». Ese final llevó a los asistentes al título de la charla: «Historias grandes, ojos pequeños». Aquel hombre de gris sobre fondo rojo había transmitido una experiencia valiosa sobre lo realmente importante en la vida y el modo de mirarlo. Los presentes experimentaron quizá lo que comentó después de su fallecimiento el periodista Fernando Jerez: «Tenía un discurso emocionante y auténtico, en lo profesional y en lo personal: cuando entraba en una vida era para quedarse».


siempre un ejemplo, el mejor recordatorio de por qué y para qué nos dedicamos a esto. Para el público, una ventana a otros lugares y personas, una mirada honesta y un trabajo imperecedero porque puso siempre el foco en lo humano más que en lo coyuntural». valió la pena. Bonitas y justas palabras pero, ante trayectorias como la de David Beriain, surge con frecuencia la pregunta: ¿valió la pena? Una carrera brillante y una contribución, por significativa que sea, ¿compensa el dolor de una familia que pierde a un hijo, a un marido, a un hermano? Aquí está quizá otra clave para entender la grandeza que quienes mejor le conocieron atribuyen a David: comprobar la categoría de sus familiares; la de unos padres que, con los ojos empañados, dicen que querían a su hijo tanto que lo querían volando alto; la de una viuda joven que afirma que, si la vida volviera atrás, repetiría todo. No deseaban tenerle siempre cerca; preferían que fuera él mismo y supieron que David, por buscar la verdad y defender la dignidad de las personas, podía acabar como acabó.

En su discurso de cierre de la entrega del Brajnovic 2021, la decana de Comunicación, Charo Sádaba, destacó otro valor que, en su opinión, explica comportamientos como los de Beriain: el aprecio por la libertad: «La libertad nos da la fuerza para cumplir con aquello que hemos elegido y da sentido, incluso, a la propia muerte. Solo entendiendo esto podemos pensar que David murió libremente: porque quiso estar allá, porque no quiso abandonar a Roberto, porque sabía que su trabajo entrañaba riesgos radicales. Porque su familia sabía que quererlo libre era estar dispuestos a perderlo. Y que, al perderlo, lo han ganado para siempre: en su legado, en sus amigos, en su voz, en su trabajo. En su figura, que trascenderá los límites de su biografía temporal». En un acto homenaje a don Luka Brajnovic en el centenario de su nacimiento, en 2019, la profesora Mercedes Montero, antigua alumna suya, pronunció unas palabras también aplicables al último ganador del premio que lleva el nombre de aquel profesor y periodista croata, encarcelado varias veces y separado de su familia durante años: «Don Luka te interrogaba cada

—Con la cara descubierta. Beriain tenía claro que parte del buen periodismo es saber escuchar a todos, sin separar «héroes de villanos».

vez que contaba su historia. Parecía que no, pero sí. Y la interrogación hace que te sientas incómoda porque araña por dentro». Hay, pues, personas que desafían, que retan, que dicen con su mirada un sencillo pero directo «¿Cómo estás?, ¿qué tal vas?, ¿no podrías atreverte a más?». A la memoria de aquellos que han tenido una vida plena no conviene meterla en vitrinas o mirarla como quien ve las estrellas y sabe que, por los años luz de distancia, está contemplando el pasado. No. Así, cuando futuros estudiantes, periodistas y profesionales de todo tipo piensen en David Beriain, no verán su figura como «otro corresponsal de guerra asesinado» sino como alguien capaz de sacudir, de interpelar a fondo a quien le observe sin prisa y le escuche incluso con la mitad de atención que él ponía en quien tenía enfrente. Nt

julio 2022 Nuestro Tiempo —81


Alumni Carta desde... Múnich

Trabajo internacional y familia multicultural De la Escuela de IngenieríaTecnun, Paula Orihuela [Ing Biomédica 14] salió con un título y con amistades y experiencias para toda la vida: el grupo de teatro, el intercambio en Estados Unidos y unas prácticas que le hicieron poner rumbo a Alemania. Allí fue para continuar su formación y ahora es una muniquesa más. texto Paula Orihuela

Leonardo y Paula animando a Alemania durante el Mundial de 2018.

Paula y Cristina, con el castillo de Heidelberg y el río Neckar de fondo. 82—Nuestro Tiempo julio 2022

múnich [alemania]. El interés por continuar formándome en Alemania surgió cuando realizaba unas prácticas y el proyecto fin de grado en el departamento de Bioinformática en el centro de investigación Cima Universidad de Navarra. Allí, mi supervisora, la doctora Arrate MuñozBarrutia, me habló muy bien de los programas de posgrado de aquel país. Además, durante mi semestre de estancia en Wayne State University, en Detroit, había conocido a alumnos internacionales residentes en Alemania, que, cuando llegué a Múnich, me recibieron con los brazos abiertos. Entre ellos, Leonardo, el que después sería mi marido. Y así fue como, sabiendo solo unas pocas palabras de alemán —como bier (cerveza) o schmetterling (mariposa)—, aparecí en tierras germanas para estudiar en la Technische Universität München (TUM). Llegué a finales de septiembre de 2014, en pleno Oktoberfest. Las calles estaban repletas de gente de todo el mundo, vestidas con los trajes típicos de Baviera, brindando con jarras de cerveza de un litro al son de canciones populares. Múnich es una ciudad universitaria, donde la tecnología y la innovación conviven con las tradiciones bávaras como los biergartens, terrazas al aire libre donde se disfruta de la cerveza local y la comida típica: brezen, salchichas con mostaza, codillo o pollo asado con ensalada de patata. Siete años después puedo decir orgullosa que me siento una muniquesa más. Aunque nunca se deja de perfeccionar un idioma, soy capaz de entenderme, moverme en el día a día y trabajar en alemán. He aprendido que en Múnich una puede experimentar las cuatro estaciones del año en unas pocas horas —¡como en Pamplona!—, que a pesar de ser una ciudad de casi un millón y medio de habitantes, se puede llegar a todas partes en bici y que, como dicen aquí, no existe el mal tiempo sino la ropa inadecuada. A pesar de los estereotipos que tenemos sobre los alemanes, he descubierto que los bávaros son gente muy disfrutona, además de muy trabajadora y puntual: nunca faltan razones para celebrar. Los mercadillos de Navidad, las primeras nevadas y el comienzo de la temporada de esquí, los festivales

de cerveza, la llegada de la primavera con la apertura de los biergartens, el buen tiempo en verano con excursiones a los Alpes y a los lagos… son buenos ejemplos de ese espíritu que lo celebra todo. Desde Múnich también he podido seguir conociendo el resto de Europa. En unas pocas horas de tren o coche se puede visitar Austria, Suiza, el norte de Italia, Francia o la República Checa. Por no hablar del resto de Baviera y Alemania, que también ofrecen muchos lugares para descubrir. Por ejemplo, Heidelberg, una ciudad con mucha historia y la universidad más antigua del país, donde visité hace poco a mi amiga Cristina Pons [Ing Industrial 14], que acaba de mudarse. En TUM hice el máster en Biomedical Computing que me abrió las puertas a muchas más oportunidades de las que había soñado cuando empecé la carrera. El programa consistió en dos años centrados en imágenes médicas, investigación biomédica y programación. Dentro de esos temas, el plan de estudios era bastante flexible y nos permitía cursar asignaturas en distintas facultades, como la de Medicina, Informática, Matemáticas o Física. Ese ambiente tan interdisciplinar supuso un reto pero aprendí muchísimo. Me dieron clase profesores que son referentes mundiales en innovación biomédica, como el doctor Nassir Navab, que asimismo es docente en la Universidad Johns Hopkins y tiene más de cuarenta patentes, además de haber fundado varias empresas. También, colaboré con el hospital universitario Klinikum Rechts der Isar y conocí muchas empresas del sector. Entre ellas, General Electric (GE), la multinacional americana líder en tecnología de la salud, donde desarrollé el trabajo fin de máster en análisis de imágenes de resonancia magnética para cuantificar la microestructura cerebral. cuatro idiomas bajo el mismo techo. En 2017, cuando terminé los estudios, cambié del área de investigación de GE a las aplicaciones médicas y, desde entonces, me dedico al desarrollo de software para una aplicación que gestiona datos de pacientes e imágenes de ultrasonido. Esta solución permite crear y compartir informes médicos, así como facilitar el flujo de trabajo de profesionales sanita-


—Marienplatz. En la plaza central de Múnich se sitúa el ayuntamiento de la ciudad. rios. Me gusta lo que hago porque combina tecnología y medicina y me lleva a interactuar con gente de todo el mundo: desde pequeñas clínicas en Baviera hasta grandes complejos hospitalarios en Estados Unidos. También va en aumento el número de clientes de Asia, América del Sur y Australia. Nuestro producto está traducido a más de veinte idiomas, aunque en el trabajo sobre todo uso el inglés. El año pasado, tuve la oportunidad de acudir a la consulta de algunos de nuestros clientes y ver su trabajo desde otra pers-

pectiva: durante mi primer embarazo, he vivido junto con mi marido la ilusión de ver la carita de nuestro bebé en una ecografía 3D. Las ecografías y los correspondientes informes médicos se han creado con productos de GE. Esta experiencia me ha hecho valorar todavía más mi labor y la suerte de poder contribuir al desarrollo de algo con un gran impacto en el cuidado de la salud de la mujer y de los más pequeños. Mi hijo Nicolás llegó al mundo en Múnich el 5 de noviembre de 2021, con casi cuatro kilos, unos ojos enormes y tres ciu-

dadanías: española, italiana por mi marido y alemana por nacimiento. Múnich ha pasado de ser la ciudad a la que me vine a estudiar un posgrado al hogar donde hemos empezado nuestra familia. Somos un ejemplo más de su multiculturalidad: vivimos integrados en la sociedad alemana sin renunciar a nuestras raíces. En casa hablamos italiano, español, inglés y alemán; a veces en una misma frase inventando combinaciones que solo nosotros entendemos. En ocasiones estamos conversando en español y, si tocamos temas de trabajo, nos pasamos al inglés sin darnos cuenta. El inicio de la pandemia nos pilló recién casados y estrenando nuestro nuevo hogar. Durante esos meses trabajamos en remoto y por las tardes salíamos a dar un paseo por un parque cercano. Al igual que muchos, nos dedicamos a experimentar en la cocina, hacer deporte y hablar con la familia. Por suerte nuestros puestos nos han permitido teletrabajar; sin embargo, se echa en falta la vida de oficina, las reuniones cara a cara, la pausa del café —que en mi caso solía estar acompañada de un partido de futbolín— y relacionarse con los compañeros fuera de los e-mails y las videollamadas. La pandemia ha cambiado tajantemente la forma de trabajar y ahora las empresas se decantan por un modelo híbrido. Me parece interesante ver cómo va a implementarse y cómo se irán transformando poco a poco las oficinas en espacios más flexibles donde ya no será necesario que cada empleado tenga una mesa fija. De momento, disfruto de mi permiso de maternidad. En Alemania, son catorce meses que cada familia elige cómo repartir entre el padre y la madre; no tienen que ser consecutivos y puedes cogerlos hasta que el hijo cumpla ocho años. La verdad es que me parece que esta flexibilidad aporta muchas ventajas. Cuando vuelva a trabajar, habré estado un año entero con Nicolás. ¡Y se me está pasando demasiado rápido! En los últimos siete años he vivido Múnich desde la perspectiva de estudiante universitaria, de joven profesional y ahora como madre. Con cada giro que ha ido dando mi vida aquí he ido descubriendo nuevas facetas de esta ciudad y forjando grandes amistades que ahora son mi familia muniquesa. Nt

julio 2022 Nuestro Tiempo —83


DE TEJAS ARRIBA Eduardo Castillo

Las otras armas de la guerra

La solución al acceso a los medicamentos y a las vacunas no radica, como también se ha sugerido, en suspender los derechos de patente en situaciones como las que hemos vivido. Porque el marco legal —y no solo el español— dispone de herramientas para garantizarlo sin necesidad de expropiar o vaciar de contenido los derechos del titular, aunque parezca lo más fácil y hasta aplaudido, si el discurso de partida no es el adecuado. Por ejemplo, relacionado con las vacunas, si el titular de la patente no produce la cantidad necesaria, se le puede imponer la concesión de licencias obligatorias a favor de terceros dispuestos a explotar la patente. Este tipo de medidas suponen un instrumento eficaz para que determinados medicamentos lleguen a la población de territorios comercialmente olvidados a través de iniciativas públicas o de entidades benéficas. En la desgraciada invasión rusa a Ucrania, la suspensión de los derechos de exclusiva de las compañías de los denominados países hostiles se ha incorporado por primera vez —que «La solución al acceso a los medicamentos y a sepamos— dentro de las sanciones económicas impuestas por las vacunas no radica, como se ha sugerido, en las naciones enfrentadas. Mediante decreto, el Gobierno de Vladímir Putin aprobó en mayo que cualquier persona o emsuspender los derechos de patente en situaciones presa que cuente con el visto bueno del Kremlin pueda explotar como las que hemos vivido» una patente registrada en una región hostil, sin la obligación de pagar indemnización alguna en el caso de que el titular de la patente reclame en los juzgados. Barra libre para infringir cualAS MÁS RECIENTES CRISIS GLOBALES —tanto la guerra en Ucrania como la pandemia— han puesto el quier patente. A través de un decreto posterior, el Gobierno ruso blanqueó, foco sobre las dos caras de la moneda de los derechos asimismo, las llamadas importaciones paralelas, que suponen de propiedad industrial e intelectual. Por un lado, su la introducción en su mercado, sin el consentimiento de la otra importancia para garantizar la innovación y, en definitiva, el parte, de productos puestos a la venta por el titular de la marca desarrollo tecnológico y cultural de la sociedad. Por el otro, el en otro mercado diferente. Con esta medida se trataba de evitar peaje de los derechos de exclusiva que otorgan a sus titulares el embargo de exportación a Rusia de artículos amparados por y su alcance comercial cuando tienen por objeto tecnologías determinadas marcas, sobre todo en el sector del lujo. Cuando disruptivas. la mayoría de las firmas extranjeras del sector textil dejaron de En el ámbito sanitario, la gestión de la emergencia a raíz operar en Rusia, el Gobierno de Putin parece que pasó a considel covid-19 ha elevado el número de críticos con la industria derar los bolsos como bienes de primera necesidad. farmacéutica. Algunas voces se cuestionan la conveniencia de Los derechos de propiedad industrial e intelectual no consque vacunas y medicamentos estén cubiertos por derechos tituyen, desde luego, la solución a los conflictos de orden munde patente, e incluso atribuyen a estas compañías la creación dial. El patrimonio intangible de nuestras deliberada de alarmas como estrategia para empresas debería contribuir al progreso de la incrementar sus ventas. Ahora bien, si hay un LA PREGUNTA DEL AUTOR sociedad y al bienestar de sus individuos. Que sector donde los derechos de exclusiva —en no sean ni un arma ni un objetivo a derribar. este caso, los derechos de patentes— juegan ¿En alguna circunstancia un papel clave para el progreso científico, es razonable suspender ese es el farmacéutico. Sin esa recompensa Eduardo Castillo es socio de Propiedad Industrial, los derechos de propiedad Intelectual y Tecnología del despacho de abogados que brinda el ordenamiento jurídico —la intelectual? Pérez-Llorca. patente— por divulgar la invención y ponerla al servicio de la comunidad, resultaría imposible asumir los multimillonarios gastos que genera el descubrimiento de fármacos y vacunas, incluidos los que se quedan en el camino, @NTunav que son muchos más de los que finalmente Opine sobre este asunto en alcanzan el mercado. El coste de desarrollo Twitter. Los mejores tuits se de un medicamento, teniendo en cuenta las publicarán en el siguiente número. anteriores circunstancias, se calcula en torno a los 2500 millones de euros.

L

84—Nuestro Tiempo julio 2022



Libros Los vergeles con libros Steiner fue un crítico valiente. Con la misma libertad de espíritu, Juan Manuel de Prada comenta sesenta obras que miran a Dios, entre el desierto de la literatura frívola o cínica y la insipidez de algún confesionalismo sin arte. texto Joseluís González [Filg 82],

profesor y escritor @dosvecescuento

En el primer capítulo del primer libro de George Steiner (1929-2020) relucían, nada más abrir el ensayo, estas nobles palabras: «La crítica literaria debería surgir de una deuda de amor». Venían después otras ideas y aspiraciones audaces de aquel joven y ya rotundo profesor de apenas treinta años: «De un modo evidente y sin embargo misterioso, el poema, el drama o la novela se apoderan de nuestra imaginación. Al terminar de leer una obra no somos los mismos que cuando la empezamos. Recurriendo a una imagen de otro campo artístico, diremos que quien ha captado verdaderamente un cuadro de Cézanne verá luego una manzana o una silla como si nunca las hubiera visto antes». Los libros no son solo lo que alguien escribe sino lo que nosotros leemos e interpretamos. Tolstoy or Dostoevsky. An Essay in the Old Criticism se titulaba aquel estreno. Los apellidos de dos novelistas colosales del 86—Nuestro Tiempo julio 2022

NÚMEROS

178 30 000 millones de ejemplares lleva vendidos Ken Follett de su treintena de novelas.

millones de euros factura al año el mercado mundial del audiolibro.


Mariana Sández

Virginia Feito

Juan Pablo Villalobos

John Harding

Juan Manuel de Prada

xix eran tan radicalmente opuestos y tan imprescindibles como la aclaración que seguía en la cubierta del libro: se cerraba el año 1959 y Steiner ejercía la «antigua» crítica, la que no se plegaba a los postulados del New Criticism. El New Criticism imperaba, en sus años de formación universitaria, en los estudios literarios angloamericanos. Aspiraba a hacerse, con rigor objetivo, ciencia empírica propia de la enseñanza superior. Huía de los defectos en que se había enredado el positivismo —remontarse a las fuentes, ir deshilachando minucias de la biografía del escritor, descifrar el entorno y los hechos históricos— para centrarse primordialmente en el texto, en las palabras que desfilaban por las páginas. Su lema era ceñirse a esas «words on the page». La página, concebida como una urna. Como un tubo de ensayo. Como un sarcófago, para algunos. Pero el New Criticism logró análisis luminosos. Steiner iba más allá. Entrelazaba creencias filosóficas, intimidades y manifestaciones teológicas, convicciones o falsedades políticas y sinuosidades biográficas. Hasta con contradicciones. El texto es un sistema de relaciones donde se teje y se hilvana todo. Y es más que la suma de todos sus elementos. Las palabras se salen de sí mismas. No tienen un final. Leer —no digamos releer— humaniza más. Agranda. Dedicarse a la crítica literaria no equivale a ser reseñista. El reseñista de novedades literarias debe acreditar saber leer atentamente y con libertad auténtica, situar en el transcurso temporal de las letras tanto este título del que informa como a su autor. Tiene que escribir bien claro y encima con gracia para que se le lea sin disgusto. Con el ímpetu —aunque parezca medido— de las palabras apa-

Graham Swift

sionadas, pero razonando sus juicios y su valoración. El reseñista, como se ve, no lo tiene del todo fácil. Con ventaja para comentar libros partía el escritor Juan Manuel de Prada (1970) cuando el director de la revista religiosa Magnificat, Pablo Cervera, lo convenció por fin para colaborar en sus páginas mensuales. El narrador y articulista accedía a desentrañar obras de toda latitud, clásicos y desconocidos, que él eligiera y que a su juicio pudieran «alimentar la fe» y el espíritu de quien leyera. No por los procedimientos, perdónenme, píos o proverbialmente parroquiales que la gente entiende por catequesis sino por su sentido más etimológico: el griego bizantino κατήχησι [katechesis] expresaba que algo resuena de arriba abajo, por completo, dentro. Sesenta comentarios reunidos en un volumen titulado Una biblioteca en el oasis. Merece la pena. Todos esos libros hablan de Dios. Los más interesantes «muestran las consecuencias del mal en la naturaleza humana» y «el valor vertiginoso de la Redención» y se apoyan en «la alegría de contar» y «la sustancia misma de la vida». Como era de esperar, salen obras de Chesterton —de quien De Prada da una visión completa y poco común— y de C. S. Lewis, pero también La leyenda del santo bebedor del judío Joseph Roth, cumbres de Léon Bloy, Robert Hugh Benson, el argentino Leonardo Castellani y la narrativa del leonés Enrique Álvarez y del francés Fabrice Hadjadj. A Steiner lo acribillaron por escribir sobre los titanes de la novela rusa sin hablar una palabra de ruso. Steiner sabía seis idiomas. Además de comprender el lenguaje universal del género humano. Como De Prada.

APUNTES

lo bueno del mal «Nuestra época ha querido encumbrar a categoría de axioma aquella afirmación proterva —o sea: obstinada en la maldad— de André Gide: “Con buenos sentimientos se hace mala literatura”», recuerda, para objetar esa generalización, De Prada en Una biblioteca en el oasis comentando la novela de Betty Smith Un árbol crece en Brooklyn (1943). Pero también contraargumenta melonadas como la de un especialista que aseguró que el Quijote no es una novela católica porque el ingenioso hidalgo jamás va en ningún capítulo a misa. De Prada busca interpelar y pone en primer lugar el arte de esos libros que buscan a Dios. Sesenta comenta —a veces destripa— y rescata o vapulea en este refugio, este oasis. Narración, ensayo, biografía, obras teatrales. El alma humana y el mal humano. A los oasis se llega. Se descubren. Dan vida.

Nt

julio 2022 Nuestro Tiempo —87


Libros

Una mujer sin nombre

¿Felices para siempre?

Un clásico misterio

Juego de voces

Peluquería y letras

La joven que no podía leer

Una casa llena de gente

La señora March

Juan Pablo Villalobos Anagrama, 2022 104 páginas, 15,90 euros

John Harding Siruela, 2022 305 páginas, 19,95 euros

Mariana Sández Impedimenta, 2022 328 páginas, 21,50 euros

Virginia Feito Lumen, 2022 322 páginas, 19,90 euros

«Nada en este libro es cierto, salvo lo que sí». Con esta sospechosa cita Juan Pablo Villalobos comienza su última novela, en la que consigue aglutinar de forma rocambolesca a una peluquera bretona, clínicas de gastroenterología y stalkers ecuatorianos. Es imposible no reír a carcajadas a medida que avanza un relato que, al tiempo que te dibuja una sonrisa constante, también te invita a replantearte si en efecto lo que viene después de comer perdices es la felicidad o un mero aburguesamiento: ese «sopor embriagador» que le hace sospechar a uno que «se ha vuelto un señor conservador». Usando sucesos de su propia vida sin caer en el narcisismo, Villalobos consigue narrar la rutina de una existencia estable con un barniz de surrealismo e ironía, lo que crea escenas imposibles que nos suenan a todos. Divertida e inquisitiva, es una novela maravillosa para ver pasar una tarde de verano.

En la quinta novela del escritor inglés John Harding —la primera traducida al castellano— el doctor Shepherd cuenta su estancia en un hospital psiquiátrico de mujeres en medio de una isla. Allí, el doctor Morgan aplica terribles métodos terapéuticos que pronto cuestiona el recién llegado. Para defender sus procedimientos, el director reta al protagonista a probar la terapia moral en una paciente que no recuerda su pasado, Jane Dove. Pero pasan cosas muy enigmáticas en el hospital y todos los personajes parecen ocultar un secreto. En esta historia de misterio ágil y entretenida, Harding recupera los elementos clásicos del suspense para volcarlos en una narración que ofrece constantes sorpresas y giros inesperados. El relato se adorna con ingeniosos juegos de palabras y descripciones muy vívidas.

Eso tan inusual —la voz— lo tiene Mariana Sández. Esta porteña sin prisa no ha firmado más novelas a pesar de que lleva toda la vida escribiendo. Quizá haya algo de autobiográfico en la protagonista, una esposa madre escritora que tiene miedo de publicar. Algo de ese pudor se ve en la estructura: siempre en primera persona, pero nunca la autora, siempre un personaje u otro, todos tan bien definidos. El argumento, sencillo pero nada simple, es la vida en un edificio: las relaciones de vecindad, las niñas que se hacen amigas, las madres que se hacen amigas, las madres que sospechan, que tienen celos, que dejan de ser amigas, los padres ausentes y también los presentes, el jardín, los espionajes furtivos por el patio de luces y la literatura: un trajín de libros arriba y abajo por el ascensor. Hay una muerte. Eso obliga a deshacer la madeja en un inteligente juego de eso tan inusual: las voces.

«Pero es la primera vez que se inspira en usted para crear a un personaje, ¿no?». Ante este comentario el cerebro de la señora March hace clic y comienza a sospechar de su marido y de todos. Esta obsesión extrema y hasta cómica es el tema de la novela. Son los 80, y la March, sin nombre propio hasta el momento adecuado, vive en el Upper East Side con su esposo George y su hijo de ocho años. Él es un escritor de éxito, ella no da un palo al agua. Virginia Feito nos sumerge en un juego donde la realidad y el subconsciente de la protagonista se entremezclan hasta que no se pueden diferenciar. Y así, bajo la forma de ficción, se suceden, con humor, los tópicos ideológicos de la violencia contra las mujeres y las niñas. ¿La March es antipática o da lástima? Su compleja personalidad y falta de libertad puede proceder de la ausencia de autodominio o ser fruto del sufrimiento a causa de su sexo.

Ramón Uría Regojo

Bernardo Pacheco

Teo Peñarroja

88—Nuestro Tiempo julio 2022

María Tapias Fraile


La magia de lo cotidiano

El amor siempre es joven

El alimento de la lectura

Un puente entre el sentimiento y la acción

Bueno, aquí estamos

Los poemas de amor más antiguos del mundo

De libros, padres e hijos

Ética para valientes

Miguel Sanmartin Fenollera Rialp, 2022 414 páginas, 17 euros

David Cerdá Rialp, 2022 394 páginas, 20 euros

Uno de los libros más afamados de la pasada década es El despertar de la señorita Prim. En él, su autora expresa un gran amor por la literatura clásica, desde Homero hasta Jane Austen o John Henry Newman; un amor que —no es casual— comparte con su hermano Miguel, quien, con esta publicación, sigue una estela familiar en cuyas ilustraciones participan sus hijas. Porque este es un libro de tradiciones literarias y de cómo los padres, desde el sosiego del hogar, pueden transmitirlas a sus hijos e inculcarles el sentido del gusto, despertarles la imaginación, incentivarles el asombro, desvelarles la belleza. Una obra para aportar criterio, con consejos para cada edad, y sin que se escape ningún género, empezando por la poesía y la fábula y terminando por novelas recientes: desde los mitos griegos hasta Tolkien, el rey Arturo, Shakespeare, Mark Twain, Kipling, Elena Fortún u Horacio Quiroga.

Un ensayo atrevido y claro que demuestra la existencia de una ética objetiva. Analiza el honor ético y disecciona algunos de sus aspectos: la libertad, la verdad, la valentía, los principios o el heroísmo. Ilustra sus argumentos con referencias literarias, cinematográficas e incluso científicas. Sus postulados son sugerentes e impredecibles. Por un lado, cuestiona que el propósito humano sea la búsqueda de la felicidad (afirma que la meta del hombre es el bien, con independencia de si nos hace felices). Por otro, critica la tendencia a un excesivo racionalismo y reivindica el papel de los sentimientos en el comportamiento, ya que son los que nos mueven a actuar. Contraargumenta ideas muy asentadas, como que el hombre sea egoísta por naturaleza, y realza sentimientos hoy denostados como la vergüenza. Un ensayo tremendamente bien argumentado que recoge los ingredientes necesarios para el desarrollo de una vida íntegra.

Graham Swift Anagrama, 2022 184 páginas, 18,90 euros

Graham Swift sitúa la acción de Bueno, aquí estamos en la ciudad de Brighton a finales de los cincuenta y presenta a tres personajes que forjan su amistad en un verano de su juventud unidos por la magia y el espectáculo: Evie, Ronnie y Jack, un trío de ases cada uno especialista en lo suyo. Ronnie, el protagonista, un mago clásico y atento a los detalles; Evie, la mano derecha de Ronnie; y Jack, el maestro de ceremonias. La infancia de Ronnie está marcada por la Segunda Guerra Mundial, cuando llega a Oxfordshire y es acogido por un matrimonio sin hijos que le cuidará y con el que descubrirá el valor de la familia, el amor y la magia. Bueno, aquí estamos es un relato lleno de misterio, una historia con continuos flashbacks que nos van situando en el presente para acabar con la más brillante y sorprendente escena del mejor espectáculo de magia. Raquel Menéndez

Eduardo Gris Romero, Pre-Textos 2022, 260 páginas, 25 euros

Este libro es varios libros y son todos extraordinarios. Por las distintas tradiciones que recoge, por supuesto. Se antologa la poesía de amor sumeria, la egipcia, la griega, la hebrea y la india. Otro libro más son los comentarios sabios, sagaces y sabrosos del editor a cada poema, que constituyen un tratado implícito de cómo leer poesía antigua (y moderna). ¿No hubiese quedado más ordenado publicar una antología específica para cada tradición? Sí, pero el encanto superior de este volumen es que muestra, con emoción, la naturaleza inmutable del alma humana. Pasman las coincidencias a través de siglos e imperios de los mismos sentimientos: miedos, encuentros, enfados y alegrías. Hay referencias sexuales pícaras, aunque con gracia. También abundan, ay, los poemas de desamor. Y el amor es tan poderoso, tan espiritual y, felizmente, tan fértil que siempre se le reconoce un alado origen divino. Enrique García-Máiquez

José María Sánchez Galera

Beatriz Martos Stevenson julio 2022 Nuestro Tiempo —89


Libros Novedades EUNSA

Entender y disfrutar el arte

Algo más que novelas rosas

Memorias bordadas con gratitud

Gombrich: una teoría del arte Joaquín Lorda Iñarra 2022 529 páginas, 24,90 euros

¿Por qué leer a Jane Austen? Pedro Pallares Yabur 2022 178 páginas, 13,90 euros

Tirar del hilo Javier Marrodán 2022 576 páginas, 24,90 euros

¿Qué creador, espectador o entendido en arte no aspira a disfrutarlo más, comprender a fondo su valor y mejorar su propio cometido? Este libro —de manera clara y profunda, inspiradora y amena— lo facilita con los mismos atractivos rasgos que caracterizan la obra del prestigioso e innovador historiador del arte Ernst H. Gombrich; quien prologó elogiosamente su primera edición, que se agotó con rapidez. Consideraba que Joaquín Lorda le entendió mejor que nadie y sacó más partido a su pensamiento; pudiendo así luego aplicarlo —específicamente— a la arquitectura y el diseño. El autor, que cultivó con él una amistad fundada —según comentó Gombrich— en la conjunción de inteligencias y un sentido del humor compartido, nos confía el tesoro coherente de ideas que descubrió en sus obras; una riqueza que le fascinó y le impulsó en su propio camino. Bien puede seguir ahora impulsando el de muchos otros.

Los amantes de Jane Austen estamos de enhorabuena por este fantástico trabajo de Pedro Pallares, una obra que en un principio surge en un contexto jurídico-académico pero que nos invita a todos a una relectura más profunda de las novelas austenianas. Pallares revela a una escritora inteligente, divertida, con un profundo conocimiento del ser humano y una extraordinaria capacidad de observación. Austen es «experta en descifrar personas y en describirlas». Este libro incita a reflexionar sobre los personajes, a empatizar con sus reacciones y así «afinar la mirada para comprender la presencia del ser, su lógica y su belleza». A través de seis de las obras más representativas de Austen descubrimos cómo sus protagonistas, partiendo de un doloroso despertar sobre uno mismo y apoyados en ciertos ajustadores de la madurez (el deber, la tradición, los amigos…), logran la plenitud humana a la que aspiran.

Podría tratarse de una novela coral. Hay caballeros y asesinos, enfermos de cáncer, de sida, de soledad, arrepentidos al final de la vida o a la mitad, paisajes de película, suspense, historias de amor. Hay héroes valientes y anónimos, y otros, también valientes, que, por tener un rostro y un apellido reconocibles, perdieron la vida. A todos les une, al menos, el hilo de haberse cruzado con Javier Marrodán, de una manera u otra. Cuando el lector hace una pausa, esos personajes le acompañan, como sucede con las buenas novelas. Pero Tirar del hilo no es ficción, sino las memorias que Marrodán comenzó a hilvanar durante el confinamiento, en marzo de 2020, y que entretejen el tapiz que explica cómo ha llegado este periodista y maestro de periodistas a un seminario en Roma. De sus entrevistas, además de reportajes, ha forjado amistades fuertes como las que nacieron en pantalón corto o en la camaradería de una redacción. Le vemos cruzar la Península

María Antonia Frías Sagardoy

Teresa Llamas 90—Nuestro Tiempo julio 2022

para ayudar a una antigua alumna, y dedicar horas a editar textos de estudiantes inquietos. Nos tiemblan, como a él, las piernas, en el momento en que hacía una pregunta incómoda en una rueda de prensa anodina y desataba una reacción en cadena. Consigue con sus relatos de plomo tatuar la memoria sobre las víctimas del terrorismo de ETA. Experimentamos la satisfacción de admirar un paisaje desde la cima, y descubrimos que resuenan armónicos similares cuando contemplamos —y acogemos— a las personas con todos sus matices, sus diferencias y contradicciones. Justamente bajando de una montaña, el autor vio que Dios le quería sacerdote. «Aspiro a contar bien las buenas historias», se lee en su Twitter. Marrodán lleva décadas bordando textos, y los relatos grandes o más pequeños — en apariencia—que componen su biografía hasta el momento y que cose en estas páginas son la mejor prueba de una mirada y una escritura generosas. Lucía Martínez Alcalde


Clásicos: otra mirada

Retorno a Brideshead Evelyn Waugh Tusquets, 1987 416 páginas, 19 euros

La luz sobre las ruinas

DIEGO FERMÍN

Libros

Ronald Knox, clérigo anglicano y hombre observador, asistió a un funeral católico. Le sorprendió que para recibir la sagrada Forma la gente guardara fila con su bolso, su sombrero…, sus cosas. En cambio, en la High Church anglicana ponían a la entrada un guardarropa. Knox se lo preguntó a un cura amigo: «Los anglicanos formáis una Iglesia pura. Nosotros nos sabemos pecadores. Todos. Y nos confesamos de los errores. Por eso la gente se lleva sus pertenencias cuando se levanta a comulgar: le puede robar el que está al lado». Esta realidad se le quedó grabada a Knox, que se sentía pecador también. Poco después abrazó la fe católica. Evelyn Waugh fue novelista, combatiente y corresponsal de guerra, autor de vivaces columnas, crítico literario, bon vivant, converso y amigo de Knox. Modelando confidencias y anécdotas y amigos que iba anotando tenazmente en su diario desde casi la infancia sacó la rápida escritura —cinco meses— de Brideshead Revisited. Pero quizá su rasgo más revelador fue su religiosidad, ver lo sobrenatural en todo. Para otros, que despertaba en los demás afecto. Retorno a Brideshead, a la Arcadia, es una novela magnífica.

Cuenta una historia fascinante: si no lo hiciera, jamás la leeríamos varias veces. De desenlace inolvidable. Inspirado. Waugh la concluyó en junio de 1943, recuperándose de un accidente de paracaidismo. Y por paracaídas le llegaron las primeras galeradas, cuando se encontraba destinado en Dubrovnik. Amparado en lo que vivió y conoció y añoró de joven, Waugh deja que pinte la trama el capitán de infantería y artista Charles Ryder, desde su etapa oxoniense de estudiante hasta el amargor de la Segunda Guerra Mundial. Y se perfilan personajes plenos, como el extravagante y atractivo Sebastian Flyte —langosta Newburg, osito de peluche, Nanny Hawkins, Marruecos…—, que no se apartaban de bufandas o bolsos baratos sino de castillos, miles de libras, belleza y elegancias confortables pero que piden también perdón continuamente. El lector caerá en la cuenta de que ese regreso plasma el resurgir de la fe católica entre las circunstancias más adversas o, visto desde arriba, la manifestación de la gracia divina y sus efectos. Y sin ñoñeces ni gazmoñerías. Joseluís González

julio 2022 Nuestro Tiempo —91


Cine

NÚMEROS

500 100 millones de dólares ganó Top Gun: Maverick, la película más taquillera de Tom Cruise.

años ha cumplido la película Nosferatu.

Papi, ponme Casablanca

¿Se puede conseguir que un adolescente consumidor de TikTok llegue a disfrutar de un clásico del cine en blanco y negro? Javier Ocaña, crítico de El País y profesor de Cine, piensa que sí y propone un itinerario para introducir a los más jóvenes en el séptimo arte. texto y críticas

Ana Sánchez de la Nieta

92—Nuestro Tiempo julio 2022

Le acabo de preguntar a mi hermana, que tiene una representación de niños y adolescentes, qué pelis ven en casa. Me ha hablado de Rompe Ralph, de Canta y La patrulla canina. No creo que los gustos de millones de niños del planeta sean muy diferentes. Sin embargo, Javier Ocaña está convencido de que los chavales pueden llegar a disfrutar de los clásicos. Su tesis está encerrada en un libro maravilloso —De Blancanieves a Kurosawa (2021)— que abre un melón complejo: ¿cómo podemos aficionar a los jóvenes al buen cine? Porque, además, estamos hablando de una generación que ha crecido rodeada de pantallas, consumiendo horas de vídeos de YouTube, adicta a las series y

suscrita a varias plataformas desde su más tierna infancia. A ese joven háblale de las maravillas de Casablanca o del nervio de Centauros del desierto. Ocaña está seguro de que ese joven puede llegar a emocionarse con el cine de Douglas Sirk, a reírse con los hermanos Marx y a vibrar con los films de Kurosawa. Todo reside en cómo llegue a ellos. De Blancanieves a Kurosawa más que un libro es una guía. Ocaña parte de su experiencia de profesor y, sobre todo, de padre y, por ese motivo, su exposición es profundamente realista y práctica. Todos los niños se inician con la animación; es lo normal y lo deseable. Lo lógico


Kenneth Branagh

Cate Blanchett

Will Smith

Toni Collette

Bradley Cooper

es que les enganchen los dibujos pero lo importante es el paso de esas historietas breves a un cine de animación más elaborado, una película primero de Disney y luego de Pixar, pero no de cualquier Pixar, porque sería complicado que conectaran con Soul, por ejemplo. No hay que apresurarse por pasar de la animación a los protagonistas de carne y hueso, ni en cambiar la televisión por el cine. Hay que ir con calma; un niño no para quieto. El crítico cuenta con gracia una experiencia común a todos los que hemos ido con un pequeño a una sala de cine: que pasados diez minutos —terminadas las palomitas— gire la cabeza y diga: «¿Nos vamos a jugar y seguimos mañana?». Otro de los grandes temas al ver cine con los más pequeños es quién elige la película. Ocaña aporta un consejo lleno de sentido común que sirve no solo para esto sino para casi cualquier cuestión, y no solo para los niños sino también para los adolescentes y los jóvenes: eligen ellos… de una selección que hacen los padres. Así todos contentos. Los hijos, que han escogido la película, y los padres, que saben que lo que van a ver tiene una cierta calidad, es apropiado para su edad, etcétera. Y, una vez elegida la peli, ¿la vemos juntos o no? Siempre que se pueda, sí. A veces puede ser costoso tragarse Canta por décima vez pero, para los más pequeños, vivir esta actividad con sus padres, tíos o profesores es casi un sueño. Y piensa que va a durar muy poco. Dentro de un par de años, tus hijos, sobrinos o alumnos serán adolescentes y se encerrarán en sus cuartos a mirar lo que quieran en un móvil. Pero, si tienes suerte y se han acostumbrado a sentarse a comentar las películas con adultos, a lo mejor —pasado el sarampión de la adolescencia— vuelven al salón a

disfrutarlas contigo. Será un momento emocionante en el que agradecerás las horas de dibujos animados que compartiste en su infancia. Decíamos que se empieza siempre con los dibujos animados pero ¿con qué seguimos? El crítico de El País propone un recorrido muy flexible que va de la animación a la aventura para pasar a la comedia y después al wéstern…, pero todo según el niño porque, más que unas etapas prefijadas, uno de los grandes hallazgos de este libro es encontrar esos títulos que pueden servir para dar pasos de comprensión cinematográfica. Y aquí se despliega la sabiduría de Ocaña para recuperar películas que desconocíamos o que vimos de niños y dormían en nuestro subconsciente. Aparece, por ejemplo, La bruja novata (1971) como «banderín de enganche» entre la animación y el cine con personajes de carne y hueso o la reivindicación de El secreto de la pirámide (The Young Sherlock Holmes, 1985) como digno antecesor de Harry Potter. Y surge Big (1988) para hablar del amor y el sexo con niños o Bambi (1942) y Up (2009) para mostrar la muerte, porque, una de las propuestas de esta guía es que las cintas son, o pueden ser, un valioso instrumento para comentar con los jóvenes, para abordar con ellos temas que, en el día a día, quizá no surgen con facilidad. Eso teniendo en cuenta que el mundo no empieza ni acaba en una sala de cine. Las películas son ficciones que pueden ayudarnos a crecer, a enriquecernos como personas —o al contrario— pero siempre dentro de unos límites. El cine no nos hace buenos o malos pero sí nos hace un poco más sabios o ignorantes. Por eso enseñar a ver buen cine puede ser una magnífica asignatura para cursar en familia.

TELEGRAMAS

top 3 IMDB, una base de datos online sobre cine con 83 millones de usuarios, hace un ranking con las mejores películas para ver en familia. En primer lugar sitúa El viaje de Chihiro (2001), seguido por ¡Qué bello es vivir! (1946) y finalmente El Rey León (1994). no solo cine Uno de los comentarios más lúcidos del libro de Ocaña tiene que ver con el trabajo del crítico. «Para analizar el cine —dice— es imprescindible haber vivido, haber salido de la burbuja de la pantalla para experimentar en carne propia los conflictos del ser humano». puestos a elegir... El auge de la televisión a la carta nos lleva, en ocasiones, a pasar horas delante de la pantalla consumiendo películas o series que sabemos de baja categoría. La recomendación de Ocaña, por su evidencia, es imperativa: «Solo conozco dos categorías de películas: las buenas y las malas. Puestos a elegir, elijamos las primeras para ver en casa».

Nt

julio 2022 Nuestro Tiempo —93


Cine

El valor del perdón

Carta de amor al cine

Circo de los horrores

Mass Guion y dirección: Franz Kranz EE. UU., 2021 Si no te importa sufrir en el cine por una buena causa.

Licorice Pizza Guion y dirección: Paul Thomas Anderson EE. UU., 2021 Si te gusta el cine indie.

El callejón de las almas perdidas Guion: G. del Toro, Kim Morgan Dirección: Guillermo del Toro EE. UU., 2021 Un remake oscuro y excéntrico.

Los Ángeles, 1973. Un chaval de quince años desgarbado y feo se enamora perdidamente de una chica de veinticinco, que —como se imaginará el lector— le desprecia de manera inmisericorde. Pero no hay que descartar que el cariño desinteresado, y más si se suma a la inocencia, puedan ser unas poderosas armas de seducción casi masiva. Después de la soberbia y oscurísima El hilo invisible, Paul Thomas Anderson presenta una cinta en apariencia menor —por la historia y el tono— que es una entrañable carta de amor al cine. La naturalidad de los intérpretes, el mimo con el que ha cuidado la planificación y la fotografía, el gusto al seleccionar la banda sonora, las idas y venidas de personajes que coquetean con sus papeles, con sus historias, con sus posibles relaciones… Todo nos habla de enamoramiento en esta película. Del enamoramiento platónico de la adolescencia y del apasionado amor de un director de cine por su trabajo.

Los remakes están de moda. Ahora es el carismático Guillermo del Toro el que ha decidido revisitar El callejón de las almas perdidas, un clásico del cine negro, estrenado en 1947, dirigido por Edmund Golguin (Amarga victoria, La solterona) y protagonizado por Tyrone Power. La cinta, en realidad, era la versión cinematográfica de la novela homónima sobre los inicios de un joven ambicioso que, de simple empleado en un circo, llegará a hacerse un mentalista famoso. Del Toro es un autor amante del exceso, lo barroco y lo extravagante; lo vuelve a demostrar en un relato oscuro que no deja de ser el descenso a los infiernos de un protagonista decidido a seguir una política de tierra quemada: o yo o ninguno. Visualmente la película es muy poderosa; la ambientación circense da la oportunidad de lucirse. Otra cosa es que la oscuridad de la historia acabe asfixiando y que no termine de funcionar la elección del protagonista: Bradley Cooper no es Tyrone Power.

Dos matrimonios se sientan a hablar en los locales de una parroquia. No es una conversación cualquiera. Los dos han perdido a sus hijos adolescentes. La diferencia es que uno llevaba un arma con la que abrió fuego contra sus compañeros y el otro fue una de las víctimas. Tienen horas por delante para conversar y el diálogo busca desesperadamente un objetivo: tratar de entender. Se supone que es el primer paso necesario para conseguir perdonar. En las intensas dos horas que dura la película se descubre, con los protagonistas, que se perdona con el corazón y no con la cabeza. Fran Kranz construye uno de los dramas más penetrantes y profundos de los últimos meses. Con prácticamente un solo escenario y un cuarteto de actores —soberbios, todo hay que decirlo— logra que el espectador recorra un viaje espiritual que va de la negación y la desesperación a la aceptación y la confianza con paradas en el resentimiento, 94—Nuestro Tiempo julio 2022

la susceptibilidad, la inquina o la culpa. Además de dirigir, Kranz firma también el guion, un libreto de una densidad sorprendente y donde los puntos de giro se originan en el interior de cada uno de los personajes. Mass trata del perdón, pero abarca una multitud de cuestiones; desde las raíces de la violencia hasta la comunicación en la pareja, la educación de los hijos o las expectativas que creamos, muchas veces, al margen de la realidad. Pero habla, sobre todo, de la fragilidad y la grandeza del ser humano. Una vulnerabilidad propia de su condición de criatura y una grandeza recibida por su Creador. Sin ser una película de temática religiosa, Mass es un auténtico homenaje a la necesidad de trascendencia, con una referencia clara al Dios de los cristianos. Un Dios del que viene todo perdón.


El lenguaje del corazón

Territorio infancia

El origen de Venus y Serena Williams

CODA Guion: Siân Heder Dirección: Siân Heder EE. UU., 2021 Si te van los dramas emotivos.

Belfast Dirección y guion: Kenneth Branagh Reino Unido, 2021 No ha ganado el Óscar, pero es probablemente la mejor película del año.

El método Williams Guion: Zach Baylin Dirección: Reinaldo Marcus Green EE. UU., 2021 Para los amantes del biopic deportivo.

A pesar del ninguneo de la crítica, el veterano cineasta Kenneth Branagh ha escrito y dirigido la mejor película de 2021. No es un elogio gratuito. Belfast tiene la mejor fotografía del año —puro arte—, algunas de las mejores interpretaciones, una historia maravillosa —esa sí, premiada con el Óscar al mejor guion— y un homenaje al cine a la altura de Licorice Pizza pero aún más emotivo. Porque Branagh lo hace arrancar desde el lugar donde nacen las mejores historias: la infancia. De donde nace la Roma de Cuarón, el Boyhood de Linklater, Fanny y Alexander de Bergman, Dolor y gloria de Almodóvar o Verano de 1993 de Carla Simón. Branagh vuelve a su niñez para contarnos cómo se vivía en el Belfast de los años sesenta: los conflictos entre protestantes y católicos, las dificultades para salir adelante de una familia obrera y el valor insustituible de tener cerca, unidos y queriéndose, a padres, madres, hermanos y abuelos. Everlasting love…

Biopic sobre Richard Williams, el carismático y controvertido padre de las archifamosas tenistas Venus y Serena Williams. Con una estructura clásica y un metraje excesivo, la película refleja la lucha férrea de Richard para conseguir que sus hijas llegaran al pódium sin renunciar, por eso, a sus valores, a su familia ni a sus estudios. Williams veía en el éxito deportivo de sus herederas un camino para evitar el racismo y la pobreza que él sufrió. El tenis era la herramienta que buscaba para que ellas huyeran de la droga, la calle o el abuso. Otra cosa es que el famoso método pecara de excesivo, por muy bienintencionado que fuera. Además del atractivo de conocer los orígenes de las hermanas Williams, la película cuenta con el valor de unas buenas interpretaciones, empezando por la de Will Smith, ganador del Globo de Oro y del Óscar por este papel.

CODA, ganadora del Óscar a la mejor película de 2021, es en realidad un remake de la cinta francesa La familia Bélier (2014), en la que todos son sordos y cuya hija menor, la única oyente de la casa, tiene un talento especial para la música. En este caso se sustituye el ambiente campestre de la versión francesa por el pesquero de una pequeña localidad de Massachusetts. A pesar de la sencillez de la trama —una clásica historia de iniciación— la película consigue llegar a muy diferentes espectadores porque remite a conflictos universales: el amor de pareja como fundamento básico de cualquier estirpe, el papel de la familia y, a la vez, la importancia de la individualidad y la independencia dentro de su propio linaje. CODA también muestra cómo las dificultades, si se afrontan con el apoyo de los demás, pueden ser una verdadera escuela de maduración y resiliencia. Todo esto son aciertos claros de la historia y su relato

cinematográfico. Pero estaríamos hablando de una película muy diferente si CODA no contara, además, con un casting maravilloso. Cada uno de los integrantes del cuarteto protagonista —y podría decirse de la mayoría de los secundarios— derrocha naturalidad en todos los encuadres. Esa naturalidad equilibra bien el tono melodramático. Sus frustraciones, enfados e incluso ocasionales faltas de educación hacen que resalten más los esfuerzos que realizan para acompañar, consolar y ponerse en la piel del otro, aunque no le entiendan… porque ni siquiera pueden escuchar lo que dice. Pero donde no llegan unos sentidos llegan otros. Y, además, el lenguaje del cariño no siempre necesita sonidos.

julio 2022 Nuestro Tiempo —95


Series

NÚMEROS

52

minutos menos de televisión al día consumimos en agosto. ¡Vivan las vacaciones!

31 %

de los internautas del mundo está suscrito a alguna plataforma de streaming.

Arcane y la guerra del fin del mundo

La animación adulta de Netflix combina la épica sucia con un dibujo arrebatador. texto Alberto N. García

[Com 00 PhD 05], profesor titular de Comunicación Audiovisual y crítico cultural

96—Nuestro Tiempo julio 2022

Una niña se tapa los ojos ante el horror. Canta para escapar mentalmente. Fuego, devastación, golpes. La guerra en la parte baja de la ciudad es lo más cercano al infierno. La pequeña Powder va de la mano de su hermana mayor, Vi. Acaban de quedarse huérfanas. Vander, el corajudo Vander, las recoge para ejercer de papá sustituto a partir de ahora. A lo lejos, tras el humo y la sangre, se atisban los relucientes edificios de Piltover, la parte de arriba de la metrópolis, donde moran el lujo, la razón y la cohesión social. Este portentoso prólogo se clausura con los puños de rabia de Vi, ese resentimiento que ha alimentado

tantos traqueteos a lo largo de la historia. No es casualidad que el malvado Silco se regodee, más tarde, en la retórica de la revolución: «El poder, el poder real, no llega a aquellos que nacieron más fuertes, más rápidos o más inteligentes. No. Llega a aquellos que harán cualquier cosa para lograrlo». La colisión entre estos dos mundos es la columna vertebral de esta fascinante serie que ha reventado la animación adulta de Netflix. Pocas veces forma y fondo concitan tanta sintonía. Arcane ofrece una historia violenta y áspera, a veces complicada de seguir en sus meandros narrativos,


Diego Luna

Pedro Pascal

Bella Ramsey

pero riquísima en matices y emociones siempre a un milímetro de la agonía. Y lo hace a través de un dibujo esplendoroso, donde se mezclan el trazo heroico, una banda sonora cachazuda y la ambientación steampunk (un estilo retrofuturista en una era de corte victoriano). El arte de la serie le aporta un sabor único, una personalidad hipnótica que oscila entre la sordidez apocalíptica del submundo de Zaun y la utopía majestuosa de Piltover. Sobre ese paisaje dual se entrecruzan las historias de las hermanas Vi y Powder (que cambia su nombre a Jinx cuando se pasa al lado oscuro), apostadas en trincheras enfrentadas; las de los científicos Jayce y Victor, empeñados en descifrar los misterios de una tecnología arcana; o las del viscoso Silco, un gánster del inframundo con un arma letal a su disposición. A lo largo de los nueve episodios —emitidos de manera inédita para Netflix: en tandas de tres, a lo largo de sábados consecutivos—, Arcane permite que sus historias flirteen con la metáfora política o traigan a primer plano los dilemas morales por los peajes que implican los avances del progreso. Una variante más del clásico camino al infierno empedrado de buenas intenciones, como admite, melancólico, un derrotado Victor: «Nos hemos perdido a nosotros mismos. Y a nuestro sueño. Por buscar la grandeza, nos olvidamos de hacer el bien». Por esa trama infartada y crepuscular pululan mutaciones violentas, ratas de laboratorio, mujeres de armas tomar, puños literalmente de acero, cristales azules con propiedades mágicas, una raza de pequeños mamíferos bípedos, rostros desfigurados, tatuajes por doquier, policías con máscaras antigás decimonónicas, pociones salvajes... Sin embargo, más allá de su

Craig Mazin

vistosa cáscara, lo que hace de Arcane un producto tan potente son los personajes, alejados de la complacencia maniquea del tópico. La villanía de Silco proviene de una juventud traicionada y el hecho de que Victor quiera jugar a ser Dios nace de su enfermedad congénita. La rocosa Vi marcha atravesada por una herida insondable, esa promesa que no pudo mantener: «Cuando mis padres estaban vivos, Powder y yo jugábamos a fingir ser monstruos cada vez más grandes. A veces, me pasaba un poco y ella se asustaba. No quería que llorara y despertara a mis padres. Le decía: “Ningún monstruo te hará nada mientras yo esté aquí”. Pero cuando apareció uno de verdad... salí corriendo. La abandoné». De ese abandono forzado emerge el corazón de Arcane: la imprevisible y dañada Jinx. Una máquina de aniquilar que evoca una aleación del Joker con una guerrera anime. Con Jinx la virguería artística alcanza las cotas más sublimes, al retratar visualmente un alma tan mortífera como enferma. Inspirada en el videojuego League of Legends, Arcane propone un viaje sin descanso, una guerra sin cuartel. Cada episodio regala un torrente de escenas de acción que se coreografían a ritmo frenético. Y que jamás se rebaja con sentimentalismos melodramáticos ni salidas narrativas de emergencia. Hay violencia, hay muerte, hay tragedia. Porque en Arcane siempre anda sobrevolando la advertencia fatalista de Vander: «Nadie gana en la guerra». Menos aún cuando el propio mundo está en juego. Nt

Más en la web Durante el año 2022 publicaremos, además de lo que lees en papel, ocho críticas de series en nuestrotiempo. unav.edu.

Full Monty

APUNTES

más ‘star wars’ con ‘andor’ El universo galáctico sigue creciendo en Disney+. Tras el estreno agridulce de El libro de Bobba Fett, en los próximos meses aterrizará Andor. Esta precuela de Rogue One tiene a Diego Luna protagonizando los primeros años de la Alianza Rebelde. Aventurero. ‘the last of us’ para el 2023 Uno de los videojuegos más exitosos de la última década ya está en producción. Pedro Pascal y Bella Ramsey encarnarán a Joel y Ellie, la extraña pareja que lucha por sobrevivir en una América posapocalíptica y caníbal. Al frente de esta apuesta de HBO anda Craig Mazin, el creador de Chernobyl. Esperadísima. la fiebre de las secuelas dilatadas Twin Peaks regresó veinticinco años después con una tercera temporada. Karate Kid expandió su universo narrativo ochentero con Cobra Kai. Blade Runner se revisitó en el futuro. Ahora le toca el turno a Full Monty, aquella simpática comedia obrera de 1997. Una miniserie de ocho episodios para regresar a Sheffield, un cuarto de siglo después. ¿Necesario? julio 2022 Nuestro Tiempo —97


Música

EMPRESA FAMILIAR Mosaert (anagrama de Stromae) es un sello creativo impulsado por el artista junto con su hermano y que ha desarrollado trabajos audiovisuales para artistas como Billie Eilish o Dua Lipa.

Stromae y el baile de la intimidad

Casi una década de espera para conocer un nuevo trabajo de Stromae. El joven artista belga, que hizo bailar a medio mundo y confesó estar harto de cantar justo cuando saboreaba las mieles del éxito, vuelve ahora con Multitude. texto Alberto Bonilla [Com 12] 98—Nuestro Tiempo julio 2022

En las discotecas de media Europa en 2009 se empezó a corear «Alors on danse» —en español «Entonces bailamos»—. Una de las sentencias —de un desconocido hasta el momento— más repetidas en las pistas de baile, gracias a una melodía capitaneada por una base musical de europop tan sencilla como adictiva. La historia, como sucede tantas otras veces, pudo perderse en un one-hit-wonder, es decir, un artista de un solo éxito. Pero Paul Van Haver, mundialmente conocido como Stromae (un juego de sílabas con la palabra maes-

tro al estilo verlan, un argot francés), ha resultado ser mucho más que un artista con pretensiones pasajeras y se ha erigido como un virtuoso con deseos de trascender a su tiempo. Estas aspiraciones ya se dejaban entrever en la propia «Alors on danse», incluida en su primer trabajo, Cheese (2010). Por medio de un ritmo reiterativo, Stromae habla de las crisis existenciales y cuestiona el tejido socioeconómico actual. Y en el videoclip que la acompaña Stromae revela cómo el ocio se convierte siempre


DISCOGRAFÍA

Cheese (2010)

en el remedio más socorrido para la falta de calidad en la vida cotidiana. Aunque Cheese incluye otros temas reseñables como «Peace or violence» o «Te quiero», se trata de un proyecto más enfocado en lo instrumental. Este trabajo le sirvió a Stromae para irrumpir en una escena musical en la que tan solo tres años después facturaría un álbum como Racine carrée (2013), aclamado por la crítica y correspondido por un público cada vez más global. Stromae se confirmó como un magnífico compositor pero, sobre todo, como un letrista con mucha personalidad y con una gran conciencia social. «Papaoutai» («¿Dónde estás, papá?») es un canto a su padre, asesinado en el genocidio de Ruanda en 1994 cuando él tan solo tenía nueve años; «Ta fête» trata sobre los juicios sociales; «Carmen», inspirada en la «Habanera» de Bizet, analiza las relaciones humanas a través de las redes y la dependencia del like; «Quand c’est?» expone el sufrimiento ante el cáncer; y la magnífica «Tous les mêmes» presenta de forma brillante y con una afinada interpretación los arquetipos masculinos y femeninos. Merece la pena ver los videoclips, extraordinariamente producidos, de estas melodías, pero sin duda resulta imprescindible «Formidable», grabado en plena calle de Bruselas. En él, Van Haver, fingiendo un estado de embriaguez, interpreta uno de los papeles más difíciles de su carrera cantando a la desesperación mientras los transeúntes observan la escena desconcertados. Hacia el final, con la aparición de la policía, uno no ya no sabe si se encuentra ante una situación real, una performance o un poco de ambas. Tras alcanzar un enorme éxito global con tan solo dos discos, a finales de 2016 nadie vio venir la reacción de la que, con

Racine Carrée (2013)

Multitude (2022)

treinta años recién cumplidos, era una de las estrellas del pop europeo: «Cantar ya no me interesa». Fue entonces cuando Stromae se sumergió en una etapa de colaboración con otros artistas a través de su productora Mosaert en lo que anunció que iba a ser un parón indefinido en su música. «Lo peor para un artista es hacer un disco sin nada que decir. Por eso era realmente importante para mí tener un nuevo punto de vista», declaraba recientemente en una entrevista en El Mundo. Ese nuevo prisma se presentó en octubre de 2021 de forma inesperada con el sencillo «Santé», en el que rinde homenaje a los que desempeñan los trabajos más ingratos («Por una vez me gustaría levantar mi copa por los que no tienen una», dice la canción), y que ha sido el adelanto del nuevo álbum del belga, Multitude (2022). Un trabajo multicultural y extremadamente paradójico, tan íntimo como impersonal a la vez. En este disco, Stromae aborda también otros temas: la prostitución en «Fils de joie», desde una perspectiva poliédrica y humana; la paternidad, desde el punto de vista más escatólogico y natural en «C’est que du bonheur», e incluso el suicidio (​​«A veces he tenido pensamientos suicidas y no estoy orgulloso de ellos») en «L’Enfer», con una brillante interpretación en el informativo del canal TF1 digna de verse. Multitude es el álbum más completo y representativo del artista que mejor ha sabido representar un sinfín de causas sociales sin tener que sumergirse en la melancolía o la pesadumbre. Asimismo, nos sirve para constatar que nos encontramos frente a un genio que no ha necesitado el foco continuo para perdurar. Que no ha aceptado fórmulas ni expectativas. Y que solo ha ejercido de maestro que nos canta acerca de los problemas del mundo de hoy.

APUNTES

docente del ritmo La carrera de Stromae se inicia principalmente en YouTube, plataforma en la que fue colgando sus múltiples leçons con las que el artista enseñaba de manera didáctica y sencilla cómo componer música. Por ejemplo, «Alors on danse» se enmarca en la leçon 8. 117 minutos de puro disfrute Es también en YouTube donde se puede disfrutar de un extraordinario directo, tanto por la calidad de la música como por la escenografía, que el belga ofreció en Montreal en septiembre de 2015, justo antes de su anunciado parón indefinido. homenaje póstumo «Ave Cesaria», de su segundo álbum, es una canción en honor a Césaria Évora, la diva de la canción de Cabo Verde que falleció en 2011. Este tema es solo una pequeña muestra del gigantesco interés de Stromae por los sonidos del mundo o la conocida como world music.

Nt

julio 2022 Nuestro Tiempo —99


Escena © la re-sentida

marco layera, director de la compañía la re-sentida

«Siento que todos los procesos artísticos son transformadores»

Cuerpos deshumanizados La compañía chilena La ReSentida busca en la reflexión sobre el cuerpo las raíces del uso legítimo de la violencia en las sociedades democráticas. texto Felipe Santos [Com 93]

@ultimoremolino fotografía ©Gianmarco Bresadola

Lo dijo el director de La Re-Sentida, Marco Layera, al acabar, en las preguntas de un coloquio con el público. La compañía inventó un lenguaje para poder hablar de un tema espinoso y atravesado, uno de los fundamentos del Estado moderno: cómo se debería ejercer adecuadamente el monopolio de la violencia. Todo comenzó durante el estallido social en Santiago de Chile como consecuencia de un importante aumento de la tarifa del transporte público. La respuesta policial a los desórdenes fue demoledora. Según Human Rights Watch, entre el 18 de octubre y el 19 de noviembre de 2019 resultaron heridos graves nueve mil manifestantes y quince mil leves. Luego vendría una larga lista de denuncias por abusos sexuales y por conductas homófobas durante las detenciones. Cualquier protesta de esta magnitud siempre deriva en un debate sobre la proporcionalidad de una violencia que se legitima con el objetivo de restaurar el orden. Como la propia compañía admite, no se trata de cuestionar a la Policía, tan nece100—Nuestro Tiempo julio 2022

saria en una democracia como las demás instituciones. Consiste en conocer cómo se podrían acordar unos límites tolerados por la mayoría. El germen de la obra Oasis de la impunidad ha estado en un laboratorio teatral que la compañía inició tras los disturbios. Eligieron a doscientos entre quinientos candidatos y se encontraron con que el 80 por ciento había vivido una situación extrema de violencia durante aquellas semanas. Desde esa experiencia, lo que se ve en el escenario parte de una reflexión sobre el propio cuerpo y sus límites: el dolor e incluso la muerte. Sin explicación previa, lo que el espectador encuentra sobre las tablas es un grupo de actores desbordantes que basan su lenguaje en el movimiento y en la concepción de la realidad como un puñado de instantes ralentizados y rostros desencajados por una sociedad sobreactuada, excesivamente gesticuladora. A muchos de ellos les han crecido con desmesura las orejas, como un efecto deformador del individuo en la llamada «economía de la atención». Orejas grandes para escuchar la sobreabundante información que no conduce a conocerla mejor sino a la percepción confusa de una realidad siempre inasible. Ocho cuerpos que son al mismo tiempo los de agresores y agredidos, el dolor como modo de crear distancia entre ellos y apaciguar el ímpetu de la rabia. En ese hecho biológico, cuya consecuencia siempre es la sangre, reside una de las verdades de todo proceso violento: para que funcione, ha de olvidarse que el cuerpo es cuerpo,

En los laboratorios teatrales que La ReSentida organizó antes de la obra participaron más de trescientas personas.


LA COMPAÑÍA

La Re-Sentida es una compañía de teatro que nace en 2008 en Valparaíso (Chile), dirigida por Marco Layera e integrada por artistas jóvenes. Sus miembros se han comprometido con un lenguaje capaz de retratar las ideas de su generación, asumiendo como un deber la reflexión provocativa y la crítica con prisma político. Sus espectáculos se han presentado en más de ochenta escenarios internacionales, entre los que se reconocen los más prestigiosos del mundo. © maglio pérez

FICHA ARTÍSTICA

Oasis de la impunidad. Nueva producción del Teatro La Re-sentida y el Münchner Kammerspiele, estrenada en abril de 2022. Director de escena: Marco Layera. Dramaturgia: Elisa Leroy, Martín Valdés-Stauber. Intérpretes: Diego Acuña, Nicolás Cancino, Lucas Carter, Mónica Casanueva, Carolina Fredes, Imanol Ibarra, Carolina de la Maza, Pedro Muñoz y Walter Hess.

que el dolor lo doblega. Como ocurre en la guerra, el adiestramiento de los soldados consiste en acostumbrar la mente a un entorno inasequible a la compasión y que necesariamente deshumaniza. Ejercer la violencia exige, sobre todo, entrenamiento psicológico. Es decir, convertirse de algún modo y quizá temporalmente en un psicópata.

y transformadora y nos invita, como artistas, a dar un paso hacia lo desconocido y lo incierto, a perdernos, a arriesgarnos y a ponernos en constante peligro». El mérito de lo que acontece en el escenario reside en que esta reflexión conecta inmediatamente con otras experiencias del espectador. Están muy vivas en su interior las imágenes de una guerra cruel a las puertas de Occidente o la enésima matanza en un colegio público de Estados Unidos. El enfrentamiento con otro cuerpo necesita desprenderse de la propia racionalidad y de la conciencia. Por eso la iluminación consiste en agresivos cla«El poder performativo de lo que ocurre roscuros que acentúan las desencajadas en el exterior nos desafía como creado- muecas de cuantos trazan una danza mares de teatro y también nos pone en crisis cabra. También hay hueco para el humor —dice Layera al tiempo que rechaza la en los trasiegos grupales, como la escena idea de un arte complaciente en la descrip- que pretende evocar un interrogatorio en ción de lo que le rodea—. Requiere que un calabozo, protagonizado por quienes nuestro arte se reinvente para participar en realidad se comportan como niños, en los procesos sociales. El arte tiene el con bata de colegio y movimientos torpes reto de recuperar su capacidad subversiva pero letales. Nt

julio 2022 Nuestro Tiempo —101


Arte

la moda en el met Yves Saint Laurent se convirtió en 1983 en el primer diseñador vivo al que el Metropolitan de Nueva York rindió homenaje. La exposición retrospectiva titulada «Yves Saint Laurent-25 Years of Design» fue precursora de otras en Pekín, Moscú, San Petersburgo, Sídney, Tokio y Marsella. © teresa suárez zapater fotografía el retrato de pierre boulat.

Yves Saint Laurent o hacer de la moda arte

La chaqueta en homenaje a Pablo Picasso fue confeccionada por Yves Saint Laurent a partir del retrato de Nusch Éluard. Ambas obras se expusieron en el Museo Picasso de París. © teresa suárez zapater

Sesenta años después del primer desfile de Yves Saint Laurent (1936-2008), la fundación que aúna su legado ha rendido homenaje al modisto, con exposiciones en seis museos de París. texto María Ángeles Burguera [Com

85 PhD 21], profesora de ISEM Fashion Business School 102—Nuestro Tiempo julio 2022

A los veinticinco años presentó su primera colección de alta costura el 29 de enero de 1962 en París y hasta su retirada en 2002, Yves Saint Laurent resultó ser un diseñador prolífico y sorprendente. Hace dos decenios, tras su última pasarela retrospectiva, algunas de sus geniales piezas han vuelto a desfilar por las principales galerías parisinas. La inédita inmersión creativa «Yves Saint Laurent en los museos» desvela cómo el diálogo constante del modisto con pintores, escultores y literatos de diferentes épo-

cas insufló un inestimable aliento a sus obras. «La moda, con sus locuras, pasa, mientras que el estilo permanece», solía repetir Saint Laurent, convencido de que con su trabajo perseguía, como tantos otros artistas, un ideal estético inalcanzable. Si bien sus colecciones reflejan la huella de grandes creadores de los siglos xviii al xx, sus fuentes de inspiración no se pueden limitar a lo plástico. Desde la adolescencia amaba la literatura, el teatro y el ballet. Fue en su casa familiar de Orán (Argelia),


el viaje de las ideas Siempre que Yves Saint Laurent preparaba un bosquejo, elegía el taller de costura más adecuado entre una decena y se iniciaba una correspondencia confidencial: desde el palacete del 5 rue Marceau salía el sobre numerado con el esbozo y volvía luego con los patrones listos. Entonces se cortaban los toiles (telas en algodón blanco) y se confeccionaba una pieza previa. Era el último paso para un prototipo único, al que se añadían botones, joyas o sombreros con un mimo artesanal. © teresa suárez zapater en la casa museo del diseñador

mientras preparaba figuras recortables para un escenario improvisado, donde arraigó su conversación con las artes, una constante en su carrera. Durante su despedida en 2002, aludiendo a Nietzsche, afirmó haber buscado a «sus fantasmas estéticos» para sobrevivir. «Si la vida solo es posible gracias a ellos —dijo—, creo que los encontré en Mondrian, Picasso, Matisse, pero también y sobre todo en Proust». Por eso no es extraño que En busca del tiempo perdido, su novela de cabecera, fuera el eje central del espacio que el Musée d’Orsay dedicó al diseñador. En el gran Salón del Reloj, vestidos confeccionados para el Baile Proust, en el centenario del nacimiento del novelista (1971), lucieron junto a cinco versiones de su célebre smoking femenino: una prenda, notablemente embellecida, con la que Saint Laurent quiso desbancar al traje de noche y dotar de un nuevo poder a las mujeres. Mientras, en El Louvre, envueltas por mármoles y espejos de la época de Luis XIV, chaquetas y joyas del fondo patrimonial de la Fundación Pierre Bergé-Saint Laurent mostraron la faceta, el rostro más señorial del modisto. Cuando en una ocasión le preguntaron de qué pintor se sentía más cercano, Saint Laurent respondió: «Picasso, toujours» («Picasso, siempre»). El universo del malagueño le brindó inspiración en un momento complicado, de sequía creativa, en 1979, y el Musée National Picasso-París hizo palpable una gratitud que marcó su trayectoria. Entre las obras expuestas, sobresalía la genialidad con la que Saint Laurent dio vida a la chaqueta de arlequín que vestía Nusch Éluard, retratada por Picasso en 1937. Sus dos años de aprendizaje junto a Christian Dior, al que sustituyó en 1957

con solo veintiuno, proporcionaron a Yves Saint Laurent un magnífico dominio de la técnica. Las exposiciones de este aniversario revelan su gran capacidad para materializar ideas y extraer de las pinturas volúmenes desconocidos. En el Museo de Arte Moderno pudieron verse algunas piezas de su colección de primavera-verano de 1966. Con motivos geométricos en dos colores, Saint Laurent recreó los efectos ópticos de Alain Jacquet en su peculiar Desayuno sobre la hierba (1964), que reinterpretaba a su vez la composición original de Manet (1863). Pero quizá lo más representativo de sus transposiciones artísticas sean los vestidos que dedicó a Piet Mondrian, exhibidos en el Centro Pompidou. Una monografía, Piet Mondrian: sa vie, son œuvre, de Seuphor (1956), regalo de su madre por Navidad, permitió que el modisto descubriera muy pronto el lenguaje abstracto del holandés y sus colores puros. La prensa recibió con admiración la colección de 1965, en la que Yves Saint Laurent trasladó a varios vestidos de cóctel, sin cuello ni mangas, el geometrismo de Mondrian, aún desconocido en París por entonces. En las salas del Pompidou se vio, además, la conversación de Saint Laurent con el arte de Léger —la escultura Flor polícroma (1952) se plasmó en un magnífico vestido en terciopelo y tela bordada (1981)—, varias creaciones basadas en La gran odalisca de Martial Raysse (1964) o los diseños a partir del arte pop de Tom Wesselmann. Si el modisto eligió el Pompidou para su último diálogo con el arte en su desfile retrospectivo de 2002, dos décadas después aquella conversación se reanuda en las mismas salas que tanta inspiración le aportaron.

APUNTES

conquistar la calle Yves Saint Laurent nunca se contentó con la alta costura, también quería llegar con su moda a la calle y vestir a la mujer activa, como hicieron Chanel, Vionnet y Schiaparelli, a las que admiraba. Fue el primer modisto de haute couture en abrir su tienda de prêt-à-porter. Así surgió Saint Laurent Rive Gauche en 1966, con una colección independiente, esmerada como siempre, a un precio más asequible. piezas de museo Tras su despido de Dior en 1961, Yves Saint Laurent propuso a Pierre Bergé, como director comercial, abrir una casa de moda. Juntos lanzaron «la más bonita colección de trajes de chaqueta desde Chanel», como informó la revista Life en abril de 1962. En su taller comenzaron a marcar con una «m» —de museo— los diseños únicos que conservarían. Desde 2002, la Fundación Pierre Bergé-Yves Saint Laurent custodia celosamente cinco mil prendas de alta costura y más de un millar de prêt-à-porter.

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HISTORIAS MÍNIMAS Ignacio Uría

fesarse sea conveniente. O eso dice don Satur, el cura párroco de la Asunción, que es un tirador de primera. En particular, de amanecida, con el ojo avizor por el relente. A don Satur le gusta cazar por las mañanas y rezar por las tardes, a la fresca, antes de misa de siete. Y, si alguien le pregunta por la muerte, sonríe un poco y vacila: «¿La muerte de quién?». Eso cuenta el bueno de Zacarías, que fue concejal (Dios lo perdone), pero que ya no sale al campo por el reúma. Cualquier día, se muere. A lo largo de mi vida, he visto pasar el tiempo a toda velocidad. Hijos que se convierten en padres y padres, en abuelos. Los veo camino de las faenas, aunque no suelen hacerme caso. Apenas una ojeada furtiva para comprobar que sigo con lo mío, un trabajo a la intemperie que desgasta y ennegrece, monótono pero importante. Eso creo y es mi verdad. A veces, los niños me tiran piedras. Son unos cabrones con pintas. Yo no me muevo, pero los miro muy fijo, sin parpadear, como si quisiera agarrarlos. Ellos saben que no ocurrirá porque no puedo correr. Sin embargo, una vez le oí decir al Choto que le doy miedo porque me aparezco en sueños. Es más tonto que su padre, el Marcial, que ya es decir. Qué familia de cazurros. Sin tierras ni criterio y, encima, malos al dominó. «Una vez le oí decir al Choto que le doy miedo En otro tiempo, el tren pasaba cerca del pueblo. Si alguien me porque me aparezco en sueños. Es más tonto que hubiera ayudado a subir, me habría ido sin dudarlo. Era uno de su padre, el Marcial, que ya es decir. Qué familia esos de vía estrecha (el tren, digo, el pueblo es ancho y hasta tiede cazurros. Sin tierras ni criterio y, encima, malos ne semáforos). Hoy solo quedan los escombros del apeadero, con el bastidor del reloj al aire y los matojos ocupando unas vías al dominó» que no son suyas. Son de la Renfe, un respeto. Era un reloj bien IS OJOS SECOS HAN VISTO miles de puestas bonito, dicen, pero apenas servía para anunciar qué retraso de sol. No exagero. Ocasos de matices insospellevaba el tren. chados —del naranja al gris azulado— en los Hace una semana llovió como si fuera el diluvio. Y qué trueque una brisa ligera barría el calor de plomo, nos, madre. El agua le viene bien al arroyo de La Huerga, pero tan leonés que solo le faltaba rugir. Tardes a la espera del rayo a mí el vendaval me pilló a la rasa y perdí la chaqueta, que tenía verde, milagro que se intuye pero jamás se ve. Inaprensible. solapas y todo. Salió volando, como una bruja, pero sin escoba. Escurridizo. Anduve un par de días a pecho descubierto y la humedad se me Mi corazón de paja se consuela con el vuelo de las tórtolas y escurrió hasta el esqueleto. las golondrinas, fugaces y astutas —sobre todo, para comerse Menos mal que Silverio, el capataz, me trajo ropa nueva: la cosecha—. Las veo por encima del centeno, suspendidas en unos guantes de labranza que son un primor y un mono azul de un aire a rachas que a veces me arrebata el sombrero. Si ocurre, mecánico sin remiendos. Vaya suerte. Eso sí, la cremallera está mi cabeza se queda al sol durante días. Y debo esperar a que rota, pero no hay que ponerse estupendos porque ha sido graalguien me dé una visera de las que regala el ayuntamiento por tis. Intenté agradecérselo, pero no me salían las palabras. Todos san Isidro. en mi familia somos así. No me excuso, lo ratifico. En los días de invierno, duros como la vida, Sin embargo, nunca he tenido zapatos y mipienso cosas inauditas. Será culpa del frío. ra que es uno de mis sueños: un buen par de LA PREGUNTA DEL AUTOR Por ejemplo, quién ata las tormentas que zapatos que me lleven lejos. Con ellos me iría luego se desatan o cuántas vidas le quedan a a la capital y hasta cruzaría el Pajares para ver ¿Cuál es el lugar que un gato. Esta duda me asalta si viene Boliche, el mar. Quiero ver el mar, desde siempre. Si le produce a usted un felino negro y cauto que observa el mundo llega a ocurrir, no sé qué haré de la emoción, nostalgia? con ojos extrañados. Quizá porque lo espero pero llorar no. Eso no me sale. siempre en el mismo lugar y con una sonrisa El otro, el verdadero, el auténtico gran de oreja a oreja. Puede que algún día seamos sueño, es tener nombre. Como si fuera un ser amigos. humano —con cara y ojos de verdad— y no lo Si me da mucho el sol, me vuelven a ronque soy, un infeliz espantapájaros que acaba@NTUnav dar preguntas absurdas: a dónde se va la luz rá en el fuego. Opine sobre este asunto en cuando la luz se va o cuánto miden las altas Twitter. Los mejores tuits se horas de la noche. Si encima he perdido el Ignacio Uría [Der 95 PhD His 04] es profesor publicarán en el siguiente número. de Historia Contemporánea en la Universidad de Alcalá. sombrero, los delirios son inconfesables. De modo que no los confesaré por más que con-

Grandes sueños

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Liderazgo y carácter en la universidad

Conectar con los universitarios y contribuir al bien común En el contexto de la reflexión siempre abierta sobre los fines de la universidad, varios grupos de investigación internacionales subrayan dos elementos distintivos que convierten a los estudiantes en verdaderos agentes de cambio: la educación de su carácter y su capacidad de liderazgo.

EDWARD BROOKS Director ejecutivo del Oxford Character Project y fundador de la Global Leadership Initiative de la Universidad de Oxford.

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la historia atestigua que las universidades que dejan de mantener una conexión profunda con las necesidades educativas de los estudiantes y con los discursos de la sociedad en general caen en declive. Lo mismo ocurrirá, en última instancia, con las que no contribuyan al bien común y se refugien en la torre de marfil del academicismo o vacíen de contenido su compromiso con la investigación seria y la educación en disciplinas menos orientadas al mercado debido al desorden que genera establecer el valor monetario como medida de éxito. Los retos no son nuevos pero se presentan con fuerza renovada, ya que las universidades tratan de superar los trastornos provocados por el covid y a la vez procuran actuar de una manera ambientalmente sostenible, inclusiva y con responsabilidad social. Presionadas por la necesidad de asegurar la financiación, de acelerar su compromiso con la sostenibilidad y de diseñar estrategias digitales sólidas que vayan más allá de la urgencia de proveer de contenidos online, las universidades pueden terminar relegando la educación del carácter por no ser esta una prioridad, haciendo que pierda su lugar y su potencial. Sin embargo, lo es, y, además, puede abrir posibilidades en otras áreas estratégicas de interés. Esta es la hipótesis: una apuesta explícita por el florecimiento personal y social como propósito y un enfoque centrado en el desarrollo del carácter y el liderazgo, junto con el conocimiento académico y las habilidades técnicas, pueden ayudar a las universidades a conectar con una nueva generación de estudiantes y ofrecer a estas instituciones nuevas oportunidades para contribuir al futuro de todos.


ILUSTRACIONES: SR. GARCÍA

En una época de rápidos avances tecnológicos y transformaciones sociales, caracterizada como la «cuarta revolución industrial»1, no es fácil para las universidades seguir el ritmo de adaptación a las necesidades actuales de los estudiantes, y mucho menos discernir la mejor manera de prepararles para un porvenir incierto. Esta era la situación previa a la pandemia de covid-19, y la realidad posterior empuja a que estas cuestiones sean aún más apremiantes. ¿Qué necesitan saber los alumnos? ¿Cuál es el mejor modo de enseñarles? Como dice el antiguo rector de Harvard, Derek Bok, «los cambios significativos de nuestra sociedad exigen una nueva reflexión sobre el contenido y los métodos de instrucción»2. Además, se plantean nuevas tareas en el ámbito de la investigación, ya que la velocidad acelera no solo el discurso público sino los intereses comerciales y los desafíos sociales con una cadencia que, a menudo, va varios pasos por delante de los metódicos logros académicos. No es de extrañar que la mayor parte de las inversiones en las universidades se destine a estudios científicos que impulsan el avance tecnológico más que al trabajo en ciencias sociales y humanidades, donde el vínculo entre los resultados y el compromiso con el mundo real queda a veces menos claro.

La idea de que las universidades deben contribuir al bien común es fácil de enunciar, pero ¿qué significa en la práctica, cuando el bien común es un concepto que a menudo se pone en relación con tradiciones ideológicas específicas y, por lo tanto, resulta complicado que las universidades modernas y plurales se refieran a él específicamente? llegar primero a la persona, luego a la sociedad. La aspiración de conectar con los universitarios, satisfaciendo de manera plena sus necesidades educativas, y de contribuir a la sociedad se reitera en los discursos públicos, las páginas web y las declaraciones sobre misión y visión de los centros. Las universidades del Reino Unido —según se desprende de un análisis de sus planes estratégicos elaborado en 2020 por el Oxford Character Project— hablan de su voluntad de favorecer que «progresen» o «florezcan» los estudiantes, sus trabajadores y la sociedad en general. Los responsables explican, con audacia, que sus instituciones «transforman vidas» a través de la enseñanza, «generan ideas que cambian el mundo» por medio de la investigación y «sirven» a las comunidades en las que se insertan, a sus regiones o al conjunto global a través del impacto de sus actividades. En lo que respecta a la educación,

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ENSAYO

Liderazgo y carácter en la universidad

se insiste en la necesidad de ayudar a los alumnos en su orientación profesional inculcando «competencias académicas» y «habilidades para el siglo xxi». También hay referencias, aunque a veces implícitas, a la conveniencia de dotarles de valores y carácter, además de habilidades y conocimientos. La Universidad de Oxford, por ejemplo, afirma en su declaración de misión: «Comprometidos con la formación personal de cada estudiante, proporcionaremos una educación y experiencia de calidad que les faciliten los valores, las habilidades y la disciplina intelectual que les permitirá realizar una contribución positiva a la sociedad»3. El deseo de las universidades manifestado públicamente de preparar a los estudiantes para la vida en el siglo xxi se enfrenta a diversas presiones en la práctica. La enseñanza superior se ve arrastrada por intereses contrapuestos: un idealismo académico alejado del mundo, por un lado, y un consumismo demasiado mundano, por otro. Superar esta disyuntiva no supone eliminar cualquier rastro de instrumentalidad en el ámbito universitario, algo imposible, sino equilibrar sus fines intrínsecos con sus necesidades instrumentales. La propuesta para esa educación del siglo xxi debería implicar el diseño de planes de estudios que, en primer lugar, favorezcan su crecimiento personal, centrándose en el carácter y el propósito; también, que ayuden a los jóvenes a descubrir su propósito conectando sus conocimientos y habilidades con los problemas del momento, de forma que se vean capacitados para contribuir a la mejora de la sociedad; y, por último, planes que les lleven a desarrollar cualidades y habilidades de liderazgo para ser agentes de cambio en sus comunidades a través de sus carreras profesionales. Retomando la orientación de la enseñanza superior hacia el bien común, merece la pena detenerse a considerar una dificultad inherente a esa aspiración. ¿Es posible que la educación universitaria se dirija al bien común cuando la naturaleza de ese bien es inevitablemente discutida dentro de la propia academia? Aunque algunos, a causa de esta tensión, acaben evitando la referencia expresa al bien común, la idea está presente en el deseo de universidades como la de Oxford y está latente en la aspiración de muchos estudiantes de dejar huella en el mundo. Una alternativa a este silencio institucional es que no importe un desacuerdo teórico mientras, en la práctica, se

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viva un compromiso con un concepto quizá menos significativo pero consensuado de bien común. Conviene valorar la aportación de Cass Sunstein4 de que el consenso parcial y el «acuerdo incompletamente teorizado» pueden sostener la acción compartida incluso cuando se debate la naturaleza de lo bueno. La idea de buscar el bien común —o «bienes comunes»— puede ser una finalidad propia de la educación universitaria aunque haya ciertas diferencias sobre cómo se entienden esos bienes. En la práctica, los bienes próximos reconocidos ampliamente como característicos de una buena sociedad —como los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas— pueden aceptarse con facilidad como metas que motivan a los jóvenes y para los que la educación debería prepararles. De hecho, ayudarles a relacionar sus conocimientos con esas metas y con su sentido personal de propósito al comprometerse con ellas hace que la formación universitaria pueda sintonizar profundamente con los estudiantes. un caso concreto: oxford. El Oxford Character Project (OCP) aborda estos aspectos sociales y personales de la educación superior desde las rúbricas de liderazgo y carácter. El OCP nació en 2014 para llevar a cabo una investigación teórica y empírica sobre estos dos últimos conceptos. La base filosófica de su labor se apoya en la tradición de la ética de la virtud que resurgió en la segunda mitad del siglo xx gracias al iluminador trabajo de autores como Elizabeth Anscombe, Philippa Foot o Alasdair MacIntyre, y que se ha retomado como marco teórico de la filosofía y la práctica educativa por James Arthur, Kristján Kristjánsson, Nancy Snow y Candice Vogler, entre otros. En esta tradición, las virtudes del carácter son disposiciones personales referidas a la percepción, la cognición, la motivación y la acción, que llevan a un individuo a afrontar habitualmente las circunstancias de la vida de modo admirable. Como se destaca en el documento «A Framework for Character Education in Universities» que el OCP preparó en colaboración con el Jubilee Centre for Character and Virtues de la Universidad de Birmingham5, «algunos de los rasgos fundamentales del carácter —las virtudes morales, cívicas, intelectuales y performativas— siguen siendo educables a lo largo de los años universitarios e incluso después». Por tanto, las universidades tienen sobradas


razones para aportar proactivamente a este campo centrándose en las virtudes más propias de esta etapa, como las relacionadas con la adquisición de conocimientos de alto nivel (la humildad intelectual, la curiosidad…), la preparación para contribuir a la sociedad (el servicio, la valentía, el propósito, la honestidad), el florecimiento personal (la gratitud, la esperanza, la compasión), y la capacitación para la carrera profesional (la resiliencia, la confianza). En este conjunto, se comprueba que las virtudes están mediadas por la sabiduría práctica, desplegada a través de la experiencia y la reflexión, que sirve para integrarlas y moderarlas con el fin de guiar las acciones para promover el bien del mejor modo posible en una determinada circunstancia. Dado que este marco se basa en trabajos anteriores sobre la educación del carácter en las escuelas, su aplicación a la formación superior ha suscitado dudas sobre la posibilidad y la legitimidad ética del desarrollo intencional del carácter en las universidades. La cuestión de la licitud pone de manifiesto cierto nerviosismo ocasionado por la imposición injustificada de la mejora del carácter en la educación liberal y por la inquietud ante el adoctrinamiento de adultos autónomos. El capítulo introductorio del libro Cultivating Virtue in the University6, coeditado

este año, ofrece una explicación adecuada, que se puede resumir en cuatro puntos: primero, la educación universitaria incide de manera inevitable en el carácter y es mejor hacerlo intencionalmente, con una reflexión crítica acerca de los medios y los fines; segundo, existe un legítimo interés por perfeccionar el carácter en aquellos estudios orientados a carreras profesionales en las que son esenciales ciertas virtudes (enfermería, enseñanza, derecho, negocios, etcétera); en tercer lugar, el buen carácter es esencial para lograr una vida plena y los estudiantes desean crecer como personas; en cuarto, los métodos pedagógicos de la educación del carácter en las universidades deben ser apropiados para ese contexto, y hacer hincapié en la autonomía del alumno y en un enfoque autodirigido del carácter y la sabiduría práctica. En lo que respecta a la posibilidad de moldear el carácter más allá de la adolescencia, el OCP se ha visto notablemente influido por la teoría de Jeffrey Arnett7 sobre la «adultez emergente», una fase en torno a los veinte años. Arnett sostiene que esta etapa se ha abierto camino entre la adolescencia y la edad adulta debido a una serie de modificaciones estructurales en la sociedad moderna, que incluyen el cariz inestable del trabajo y los paradigmas de matrimonio y convivencia familiar. El autor destaca

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ENSAYO

Liderazgo y carácter en la universidad

cinco características generales de la edad adulta emergente que inciden en la maduración: la «exploración de la identidad» a través de la cual los jóvenes «aclaran su percepción de quiénes son y qué esperan de su existencia»; la situación fluctuante de relaciones, trabajo y condiciones vitales; el «egocentrismo» debido a una considerable falta de vínculos que entraña la asunción de obligaciones; «sentirse a medio camino» entre los patrones de expectativas de la adolescencia y las responsabilidades y autonomía de la edad adulta; y, por último, las grandes esperanzas para el futuro8. La construcción de un buen carácter no es fácil y requiere de un proceso para habituarse a lo largo del tiempo. Sin embargo, recientes hallazgos científicos muestran una evolución neurológica entre los veinte y los treinta años que, unida al cambio personal constante y a la aspiración positiva evidente en las características mencionadas, sugiere que esta etapa es muy propicia para el desarrollo autoguiado del carácter9. carácter y liderazgo. Este cultivo autodirigido del carácter está en el núcleo del enfoque del liderazgo que comparten numerosas instituciones internacionales de educación superior. El compromiso de la Universidad de Hong Kong de «formar y promover a los jóvenes talentos y líderes del futuro haciéndoles capaces de afrontar los grandes retos de un mundo que cambia rápidamente»10 es solo un ejemplo de una ambición educativa de la que se hacen eco campus de todos los continentes, algo que pone de manifiesto tanto la necesidad como la dificultad de la tarea. La complejidad de la modernidad tardía y los fracasos en la práctica y la ética del liderazgo han provocado que a escala mundial disminuya la confianza en los líderes. En 2020, el barómetro Edelman informó de que el 66 por ciento de los participantes en su encuesta de ámbito global «no confían en que nuestros líderes actuales sean capaces de afrontar con éxito los retos de nuestro país»11. La gestión del covid ha agravado el nivel de desconfianza, pero incluso antes de la pandemia la naturaleza del liderazgo —y de la educación para el liderazgo— estaba en entredicho12. En el libro Value(s): Building a Better World for All, Mark Carney13, antiguo gobernador del Banco de Inglaterra, afirma que los retos a los que nos enfrentamos en el siglo xxi —trata sobre la crisis del covid, pero se centra especialmente en la necesidad de

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avanzar en sistemas económicos equitativos y dejar de dañar el medioambiente— exigen una reflexión actualizada sobre cuáles son nuestros valores y su contenido. Carney se opone al auge de una sociedad de mercado que ha priorizado la perspectiva económica subjetiva por encima de los principios fundamentales. Y subraya la necesidad de un liderazgo basado en valores para reconstruir la confianza y facilitar la acción colectiva. Concretamente, se detiene en siete valores que constituyen la base de una sociedad equitativa: solidaridad, equidad, responsabilidad, resiliencia, sostenibilidad, dinamismo y humildad. En el eje principal de ese renovado liderazgo se encuentra el desarrollo del carácter: el cultivo y el ejercicio de las virtudes como músculos que permiten llevar a la práctica los valores. El argumento de Carney coincide con los que, desde Platón, Aristóteles y Confucio, han sostenido que el carácter es fundamental para un buen líder. Los respaldan también los estudios teóricos y empíricos contemporáneos centrados en las relaciones entre liderazgo y carácter. Las universidades desempeñan una particular y decisiva tarea a la hora de promover el desarrollo del carácter para el liderazgo. Como asegura Derek Bok, «la universidad entra a formar parte de la vida de los estudiantes de grado durante unos años en los que tienen una capacidad inusitada para crecer en responsabilidad personal y en hábitos de autocontrol mientras viven en un entorno que les ofrece oportunidades excepcionales para descubrir, esclarecer y aplicar los valores según los cuales desean vivir»14. La Global Leadership Initiative (GLI), impulsada por la Universidad de Oxford, reúne durante siete meses a sesenta alumnos de posgrado en tres áreas profesionales (derecho y políticas públicas, negocios y emprendimiento y tecnología e innovación) como parte de un programa extracurricular. Los participantes debaten semanalmente sobre varias lecturas seleccionadas, escuchan a oradores invitados, realizan dos seminarios de un día de duración y afrontan la resolución de casos relacionados con el liderazgo. Gracias a todo ello, adoptan una serie de prácticas como parte de un «proyecto de sí mismos» que les permitan identificar y crecer tanto en su sentido de propósito como en las cualidades de carácter que necesitarán para prosperar como líderes y promover el cambio en el mundo en los más varia-


dos ámbitos. El currículum está diseñado a la luz de la investigación realizada en campos profesionales específicos acerca de las cualidades del carácter más importantes para un buen liderazgo, y abarca temas como el propósito, el poder, la amistad, la soledad y el servicio, y virtudes como la sabiduría práctica, la justicia, la empatía, la honestidad, la integridad, el valor, la gratitud y la humildad. La pedagogía empleada por la GLI integra siete estrategias para el desarrollo del carácter que se entretejen en el programa15: práctica —somos lo que hacemos repetidamente—, modelos de conducta — nos asemejamos a quienes admiramos—, reflexión —aprendemos con mayor profundidad cuando a la experiencia le sigue una reflexión—, lenguaje —nos abrimos a nuevas posibilidades adoptando nuevos términos—, sistemas —mejoramos la resiliencia cuando somos conscientes de los sistemas en los que vivimos—, recordatorios —conseguimos que perduren nuestros compromisos con la ayuda de recordatorios— y amistades —llegamos a la mejor versión de nosotros mismos cuando nos apoyamos en amistades de responsabilidad mutua—. Estas estrategias pedagógicas se basan en los principios filosóficos de la ética de la virtud y se apoyan en recientes estudios en psicología y educación del carácter. Tras todo lo dicho hasta ahora, podemos conocer mejor los problemas pero también las oportunidades que el momento presente ofrece a las universidades que buscan conectar con los alumnos y contribuir a la sociedad. Las redes de ámbito global suscitan foros de aprendizaje y encuentro que pueden extenderse más allá de la academia para incluir a las empresas, los gobiernos y la propia sociedad civil. A pesar de la proliferación de recursos disponibles online de manera gratuita, los jóvenes siguen apostando por la universidad, y dedican sus años de formación a vivir en su órbita y cursar sus planes de estudios. Si las universidades son capaces de complementar ese compromiso con la innovación junto con un espíritu emprendedor, estarán bien situadas para aprovechar al máximo su potencial. Así, transformar el impulso del conocimiento y la adquisición de habilidades técnicas mediante un enfoque proactivo en el liderazgo y el desarrollo del carácter puede trazar un camino enriquecedor para acercarse y llegar a la generación de estudiantes de la era postcovid, educándolos con el horizonte de contribuir al bien de la sociedad.

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Schwab, K. (2016). The Fourth Industrial Revolution. Penguin. Bok, D. (2021). Higher Expectations: Can Colleges Teach Students What They Need to Know in the 21st Century? Princeton University Press, p. 1. University of Oxford (2018). Strategic Plan 2018-24: Education. Sunstein, C. (1994). «Incompletely Theorized Agreements Commentary». Harvard Law Review 108, 1733-1772. Jubilee Centre for Character and Virtues and The Oxford Character Project (2020). Character Education in Universities: A Framework for Flourishing. Brant, J., Brooks, E., and Lamb, M. Eds. (2022). Cultivating Virtue in The University. Oxford University Press. Arnett, J.J. (2000). «Emerging Adulthood: A Theory of Development from the Late Teens through the Twenties». American Psychologist, 55 (5), pp. 469-480. Arnett, J.J. (2014). Emerging Adulthood: The Winding Road from the Late Teens through the Twenties. 2.ª ed. Oxford University Press, pp. 8-17. Williams, B.A. (2022). «Developing Virtue in Emerging Adults: Perspectives from Neuroscience, Psychology, and Sociology». En Cultivating Virtue in the University, ed. Brant, J., Brooks, E., y Lamb, M. Oxford University Press. The University of Hong Kong (2016). «Asia’s Global University: The Next Decade». Edelman Intelligence (2020). Edelman Trust Barometer 2020, p. 6. Brooks, E. (2021). «A New Generation of Wise Thinkers and Good Leaders». Journal of Character and Leadership Development, Summer 2021, pp. 32-44. Carney, M. (2021). Value(s): Building a Better World for All. PublicAffairs. Bok, D. (2021). Higher Expectations: Can Colleges Teach Students What They Need to Know in the 21st Century? Princeton University Press, p. 58. Lamb, M., Brant, J., and Brooks, E. (2021). «How Is Virtue Cultivated? Seven Strategies for Postgraduate Character Development». Journal of Character Education 17:1, pp. 81-108.

nota: Este ensayo se basa en la intervención del profesor Edward Brooks en el V Congreso Building University Reputation (BUR), organizado online por la Universidad de Navarra en octubre de 2021. Bajo el título «Alzando el vuelo de la reputación. Propuestas para reconstruir la universidad en un mundo postcovid», las jornadas invitaron a reflexionar sobre cómo estas instituciones educativas pueden conectar con sus públicos y contribuir al bien común.

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VAGÓN-BAR Paco Sánchez

Adiciones y dependencias

«Como si el tiempo no se hubiera interpuesto, como si nunca hubieran estado alejados ni hubiera vivido cada uno por su cuenta. Se mantenía la misma cercanía y un afecto casi más grande, recrecido quizá por los años y las evocaciones exageradas de la memoria»

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STUVE EN PAMPLONA PARA CELEBRAR con retraso pandémico el veinticinco aniversario de las dos promociones de la Facultad de Comunicación que se graduaron en 1996. No sé qué esperaba, pero me volví a Galicia muy contento. Cuando una promoción se despide, me quedo algo inquieto, temeroso de que las mareas embravecidas se los traguen y los arrojen desfigurados cualquier día en cualquier playa. Pero no. Fue verlos y retomar sin esfuerzo las conversaciones que habíamos dejado abiertas casi tres decenios atrás. Como si el tiempo no se hubiera interpuesto, como si nunca hubieran estado alejados ni hubiera vivido cada uno por su cuenta. Se mantenía la misma cercanía y un afecto casi más grande, recrecido quizá por los años y las evocaciones exageradas de la memoria. No recuerdo quién me dijo, todavía en el siglo anterior, que la memoria tiende a la apoteosis. El caso es que los encontré mejor que como los dejé, más serenos, más sabios, más felices incluso. Supe ese día de grandes tormentas profesionales y penas familiares que han logrado atravesar sin permitirse posos de amargura ni resentimientos. Me entró un orgullo casi insano de aquellos chicos y de estas chicas, más fuertes ahora, más valientes. Me hicieron reír mucho, porque la relación es hoy más suelta, desprovista de los rigores y jerarquías de lo académico. Dicen cosas más ligeras que, en su época universitaria, acaso considerarían impropio abordar en presencia de un profesor. Un grupo de chicas, por ejemplo, comentaba que sus

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compañeros llevan el paso de los años peor que ellas. Asunto espinoso en el que no me atreví a intervenir ni para hacer una broma. Además, hablaban como si no estuviera ninguno presente, porque hubo quien señaló con tono comprensivo, quizá más cercano a la conmiseración: «Las mujeres disponemos de herramientas que ellos no tienen. Y en cuanto se les cae el pelo o engordan…». También me reí con el relato de una escritora que trabaja bastante en casa y lo pasa mal con sus hijos, porque le riñen si fuma y no tiene modo de esquivarlos. Se quejaba de la intolerancia de los chavales con una observación ruidosamente certera, propia de quien está acostumbrada a buscar comparaciones e imágenes que expliquen las cosas con un fogonazo de claridad: «Me escondo más ahora de mis hijos de lo que me escondía antes de mis padres». El comentario me hizo gracia, pero también me dio miedo. En el caso de los niños entiendo la intransigencia: «Me dicen que no quieren que me muera». Ahí, por supuesto, no caben las componendas. Vi muchas fotos de hijos de todas las edades: unos pocos ya graduados, algo a lo que no termino de acostumbrarme. Al principio se me hacía raro que se casaran; luego, que tuvieran hijos; más tarde, que esos hijos llegaran a la universidad, y, ahora, que sus hijos tengan más edad que cuando los conocí a ellos, con las caras adolescentes que recuperaba aquel día el vídeo mural del edificio de la Facultad de Comunicación que ellos estrenaron. Tuve que marcharme pronto y seguía llegando gente. Faltaron pocos pero los echamos mucho de menos. Los que no pudieron acudir, por lo visto, reclaman otro encuentro y cuanto antes. Si no los conociera, pensaría que eso es lo que se dice siempre. En el avión de regreso le daba vueltas a cómo era posible que, sin tratarse, siguieran queriéndose tanto. Me acordé de que lo había explicado don Eduardo Terrasa en la homilía de la misa que nos celebró: son las personas que Dios quiso poner a su lado para ayudarles a crecer. Fueron muy felices juntos y la felicidad genera un tipo de dependencia que solemos identificar como agradecimiento. Paco Sánchez [Com 81 PhD 87] es periodista y profesor titular de la Universidade da Coruña. @pacosanchez



NUESTRO TIEMPO

Número 714 NUESTRO TIEMPO Julio 2022

NÚMERO 714 JULIO 2022 14 euros

¿Sabes quién fue Miguel Ángel Blanco?


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