Nuestro Tiempo 712

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NUESTRO TIEMPO

Número 712 NUESTRO TIEMPO Otoño 2021

NÚMERO 712 OTOÑO 2021 14 euros

KABUL 15.08.21 Evacuación de Afganistán: la huida de una familia

Los que se quedan Sobrevivir al suicidio de una madre Ana Iris Simón La autora de Feria habla del mito del progreso, de España y de la infancia De la posverdad a la posconfianza Cómo recuperar un valor en crisis



NUESTRO TIEMPO Otoño 2021 Fundada en 1954 Año LXVII. Número 712

Editor Jesús C. Díaz [Com 82] Gerente Carmen Muriel [Bio 92 PDG IESE 08] redacción Ana Eva Fraile [Com 99], redactora jefe María González Zabal [Com 03] Miguel Ángel Iriarte [Com 97 PhD 16] Lucía Martínez Alcalde [Fia 12 Com 14] Teo Peñarroja [Fia Com 19] Columnistas Enrique García-Máiquez [Der 92] Paco Sánchez [Com 81 PhD 87] Ignacio Uría [Der 95 PhD His 04] Críticos Libros: Joseluís González [Filg 82] Cine: Ana Sánchez de la Nieta Series: Alberto N. García [Com 00 PhD 05] Música: Alberto Bonilla [Com 12] Escena: Felipe Santos [Com 93] Arte: José Javier Azanza [His 92 PhD 97] Colaboradores en este número Judith Alegría, María Álvarez de las Asturias, Álvaro Aramendi, Guadalupe Arévalo, Rebeca Arias, Manuel Casado, Manuel de La-Chica, Leire Escalada, Luisa Etxenike, Diego S. Garrocho, Alejandro Iribas, Victoria De Julián, Beatriz Leopardi, Teresa Llamas, María Malo, Gustavo Milano, Juan Narbona, Gonzalo Robles, Antonio Rubio, Esperanza Ruiz, Álvaro Sánchez León, María Tapias Fraile, Fermín Torrano Fotografía Manuel Castells, Miguel Osés, Juan Carlos, Ingrid Ribas, José Juan Rico Barceló Portada: American Photo Archive / Alamy Stock Photo Ilustraciones Alberto Aragón, Diego Fermín, Javier Otazu Diseño Errea Comunicación Impresión MccGraphics Redacción y Publicidad Facultad de Comunicación, Universidad de Navarra, 31009 Pamplona, España Atención al suscriptor Palmira Velázquez T +34 948 425 600 (Ext. 80 2590) pvelazquez@unav.edu Edita Universidad de Navarra Web nuestrotiempo.unav.edu DL: NA 10-58 / SP-ISSN-0029-5795 La revista no comparte necesariamente las opiniones de los artículos firmados 8 344 ejemplares/ número (2020)

Member of CASE Esta revista ha recibido una ayuda a la edición, del Ministerio de Cultura y Deporte

LA PRIMERA Jesús C. Díaz

Escuela de humanidad

En las biografías de Gregorio Marañón se señala que sufría problemas para la relación por su timidez y una enfermedad nerviosa —la dislalia— que dificultaba su capacidad para hablar. En una carta a su entonces novia, Lolita Moya, señalaba: «Me expreso con mucha más facilidad escribiendo que hablando». Su padre y el doctor Menéndez Pelayo le ayudaron a superar el examen oral de fin de bachillerato. Poco a poco ganó confianza, recibió premios extraordinarios en Medicina y acabó siendo uno de los intelectuales españoles más destacados del siglo xx. De la confianza en uno mismo pasamos a la confianza en los demás, de la que se habla en el ensayo de este número. El profesor Juan Narbona analiza las causas de la pérdida de crédito de muchas instituciones desde los ochenta y explica cómo recuperarlo. Resultan cruciales la integridad y la coherencia. Nos fiamos de las personas y organizaciones que son fieles a las ideas en las que dicen creer y que asumen como guía y límite. En un ámbito más personal, confianza es ese intangible, a la vez tan palpable, del que he disfrutado en los casi tres años como editor de esta revista: todo un privilegio. Aprovecho la oportunidad para agradecer a lectores, suscriptores, donantes, alumni y toda la comunidad universitaria el seguimiento tan cercano de la publicación. Asume el puesto de editor una persona joven y de gran talento, Teo Peñarroja, hasta ahora redactor. Forma parte de un equipo experimentado, lleno de pasión por el buen periodismo y de ilusión por responder a las necesidades informativas de los lectores en el formato impreso y en el desafiante ámbito digital. Agradezco lo mucho que he aprendido profesional y personalmente de los miembros de la redacción: Ana Eva Fraile, Lucía Martínez Alcalde y el propio Teo, como redactores, y Palmira Velázquez, como secretaria. Recordaré siempre la calidad de un trabajo bien hecho y el cuidado de los detalles que he percibido en todos. He visto Nuestro Tiempo como una escuela de humanidad. Asimismo, doy las gracias a los columnistas y a todos los colaboradores, entre ellos Miguel Ángel Iriarte, anterior editor, que continúa escribiendo y ayudando en la búsqueda de nuevos temas. Gracias, cómo no, al apoyo constante de Alumni y al equipo de Errea Comunicación. Quisiera agradecer también la libertad —otra forma de confianza— con la que he trabajado en NT. Refleja bien esa característica de la publicación la siguiente frase de su primer número, en 1954: «Aspira a ser una revista que recoja los latidos de la vida contemporánea, que informe y oriente acerca de los hechos, las ideas y los hombres que definen nuestra época, constituyen el presente y están creando el mundo de mañana». Por supuesto, quedo a disposición de NT en lo que pueda necesitar de mí desde la Dirección de Comunicación de la Universidad de Navarra, tarea en la que continúo. El empeño merece la pena. jediaz@unav.es otoño 2021  Nuestro Tiempo —01



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Cada lunes una nueva historia para tomarle el pulso a la vida contemporánea.

GRANDES TEMAS

CIEN AÑOS DE LAFORET

CONFÍE

[Página 106] El

[Página 36] Un si-

ESCÚCHAME

glo después del nacimiento de la escritora Carmen Laforet recuperamos las idas y venidas de una autora de éxito prematuro.

[Página 20] Los

pódcast son ya un fenómeno completamente asentado, hasta el punto de que grandes productoras están adaptando algunos para que sean series de televisión.

EL GRAN ÉXODO

[Página 06] Después de la invasión

talibana, la familia Farzam huyó de Kabul con lo puesto. Esta es la crónica de su evacuación a través de un aeropuerto que ya es icono.

AMOR Y GUERRA

[Página 48] ¿Qué hace un matrimonio recién casado en el frente de guerra? Quedarse con los niños del Donbás (Ucrania) que no han conocido la paz.

profesor Juan Narbona Cárceles da claves para comprender lo que viene después de la era de la posverdad: la de la posconfianza.

CAMPUS Y ALUMNI LA MALETA NATALIA LÓPEZMORATALLA

[Página 62] La serie

EL BEBÉ DE ANA IRIS [Página 68]

La célebre autora de Feria presentó en el Museo Universidad de Navarra su libro. Nuestro Tiempo la acompañó en una entrevista que contó con un testigo de excepción: su hijo de pocos meses.

sobre la historia de la Universidad trae esta vez un perfil que incluye calabazas, bombas ABAJO EL REGUETÓN [Página 76] atómicas y hasta una copa de coñac. Ignasi Cambra ha tocado el piano en las mejores salas de conciertos del mundo. Campus 56 Habla en esta entrevista sobre cómo Alumni 76 vive la música una persona ciega, pero Cultura 86 también de cómo nos acercamos a lo Ensayo 106 clásico en el siglo xxi.

COLABORAN Diego S. Garrocho [Página 84] El profesor de Filosofía que ha ganado el premio Gistau de periodismo le da una vuelta a la polarización.

CARTA DESDE...

[Página 82] Oxford, a donde se acaba de mudar Lucía Martínez Alcalde [Fia 12 Com 14], redactora de Nuestro Tiempo.

FIRMAS

María Álvarez de las Asturias [Página 46] reflexiona sobre cómo ayudar a los jóvenes a construir relaciones para siempre.

01 Escuela de humanidad, Jesús C. Díaz ¿Soy un snob o no?, Enrique García-Máiquez 18 Amores universitarios, María Álvarez 46 ¿Dos siglos de qué independencia?, Gustavo Milano 74 Los polos de la virtud, Diego S. Garrocho 84 Música eterna, Ignacio Uría 104 Vivir de milagro, Paco Sánchez 112 otoño 2021  Nuestro Tiempo —03



CUÉNTANOS

Las voces de Nuestro Tiempo en las redes «La entrevista a @Lau_Ferrero en @NTunav es una gozada, recuerdos de Pamplona y profesores incluidos. ¡Y qué bien está escrita!». @borjamfm «He recibido en papel el último número de Nuestro Tiempo. Tras hojearlo, me gusta el titular que el editor, Jesús Díaz, da a “La Primera”: “Más que una cuestión de esfuerzo”. Siendo este necesario, se necesitan oportunidades donde ejercitarlo y lograr avances reales». @jmmanyu «Pienso que a los profesores nos conviene leer el artículo de @pacosanchez en el último @NTunav: “El color de la puerta importa poco. Importa que les importe el matiz, que lo busquen y lo disfruten, que no se queden en dicotomías primitivas, en claro y oscuro, en blanco y negro”». @mmalgarra «Mil veces dicho: la infancia es la patria de la vida. ¿Hay vida sin patria? Es la duda». @cespinov «Me flipan vuestras portadas». @icanosa07

«Hace un año la mascarilla era novedad, y escribí sobre esa «mirada sonriente» que podía adivinarse en los estudiantes al volver al campus. Nuevo curso, y me encanta leer a @amayavizmanos en @NTunav, sobre el superpoder de la mirada para cambiar el mundo». @jgmanglano «Últimamente se habla más del suicidio y de las enfermedades mentales. Es una buena noticia. Entre lo mejor que he leído, destaca este ambicioso reportaje en @NTunav, firmado por @javiermarrodan y diez estudiantes. Ofrecen una perspectiva muy completa». @JoseMTorralba

«Seguro que gran parte de las enseñanzas, aptitudes, actitudes y valores aprendidos en la Universidad @unav nos han servido para poder estar en la línea de salida y poder finalizar el mundial. ¡#Gratitud y #reconocimiento por todo! #Gracias. Nos vemos pronto. #tándem». @attitude_fr [Fernando Riaño, alumni entrevistado en el número 700, revalidó en septiembre el título de campeón mundial de duatlón larga distancia adaptado a personas con discapacidad visual].

«Fue una alegría celebrar ayer con la Fundación IEISA su 40.o aniversario, donde pudimos agradecer el apoyo que han brindado a «El telos de la universidad la @unav y al @CIMA_unav es buscar la verdad, en torno en todos estos años. La a una comunidad, en diáloUniversidad no sería hoy lo go abierto, plural, y en un que es sin la ayuda de sus marco de respeto y desafío Amigos. ¡Muchísimas feliciintelectual. @JonHaidt en dades!». #BUR2021». @astabernero @gubieda «La #newsletter de @NTu«La noticia llegó en Ucrania nav es de lo mejorcito para y el diploma me pilla de arrancar la semana». vuelta en Liberia. Gracias a @CrisGHevia @majimeno y @NTunav». @FerminTorrano «Acabo de escribir a mis [Fermín Torrano recibió un premio alumnos: “Cualquier duda, La Buena Prensa de periodismo no dudéis... en preguntarpor una entrevista publicada en el me”. Y me he hecho mucha número 708]. gracia». @EGMaiquez

HILADOS

«Un texto estupendo sobre los comienzos del campus @NTunav, a propósito del libro memorable de Carlos Soria. Os va a gustar y traerá grandes recuerdos a muchas personas». @PerezLatre «La primera vez que hablé con Carlos Soria en Buenos Aires de mi intención de hacer el doctorado en Navarra, año 1992, calculo, me habló mucho del campus y sus árboles. Y yo pensé: “Qué tío más raro”. Jajajaja». @ReyLennon «Trece años de esta portada de @NTunav, entonces dirigida por @javiermarrodan, sobre el último atentado de ETA en la Universidad de Navarra». @Yago_Glez

«Algunos fuimos la mañana siguiente a @NTunav buscando refugio. Qué suerte que estabais». @maria_jimenezr «Fue algo más que refugio. Besos enormes a todos.». @establesb otoño 2021  Nuestro Tiempo —05


Grandes temas Sobrevivir al horror talibán

«COGE LAS COSAS Y DEJA EL RESTO» 06—Nuestro Tiempo  otoño 2021


IMPORTANTES —Retratar el caos y la desesperación. Juan Carlos fue uno de los pocos fotoperiodistas que siguieron trabajando en Kabul pese al avance talibán. Con sus imágenes ha documentado la situación vivida en los alrededores del aeropuerto internacional Hamid Karzai así como en las calles de la capital afgana tras la toma de la ciudad. En esta fotografía, un padre cae sobre la concertina de la puerta norte del aeródromo cuando intenta entrar para ser evacuado.

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Grandes temas Sobrevivir al horror talibán

«Nunca ha conocido la paz en su país». Así empezaba el texto del número 662 de Nuestro Tiempo que recogía el testimonio de Feroz Farzam. Nacido en Afganistán, en 1982, de pequeño presenció cómo un soldado soviético mataba a un niño en la cola del pan por armar alboroto. Once años después de ese reportaje, su historia de supervivencia continúa. En agosto consiguió escapar con su familia de Kabul, tras la llegada de los talibanes a la capital. Este es el relato de cuatro días agónicos mirando al cielo para dejar atrás el infierno. texto María Malo García [Com 11] colaboradora Ana Eva Fraile [Com 99] fotografía Juan Carlos

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«tienes que estar listo mañana a la una del mediodía para dejar el país; no se lo digas a nadie, no enciendas la luz. Coge las cosas importantes y deja el resto». Este fue el mensaje que Feroz Farzam, afgano y trabajador de la embajada italiana en Kabul, recibió el 15 de agosto de 2021 de madrugada. Ese mismo día los talibanes habían rodeado la capital, y el presidente Ashraf Ghani dimitió. Desde el exilio, publicó un mensaje en Facebook en el que aseguraba que se había retirado para «evitar un derramamiento de sangre». No quería, según dijo a través de la red social, que su nación sufriera una catástrofe como las de Yemen o Siria. Feroz, casado y con cinco hijos de entre tres y catorce años, apenas tuvo unas horas para improvisar la huida: debían llegar al aeropuerto a tiempo para subirse a un avión humanitario del Ministerio de Defensa de Italia. Sus padres y varios de sus hermanos, residentes en la región de Pansjshir, también podían viajar en ese vuelo. Sin embargo, sabedor de las reticencias de su padre por abandonar la casa familiar, los animales, las tierras..., dudaba de que la unidad de los Farzam pudiera trasladarse fuera de las fronteras afganas, lejos del infierno de la violencia y del horror talibán. Todavía guarda en su teléfono las imágenes de vídeo que recorrieron el mundo el 30 de mayo de 2017. «Mis amigos en Italia me reconocieron pasando con la moto junto a la embajada alemana momentos antes de que explotara una bomba. Dieciocho segundos me salvaron», explica Feroz. En aquel atentado más de doscientos civiles perdieron la vida. Desde entonces, «cuando me iba a trabajar, besaba a mis hijos y a mi mujer, y agradecía a Dios regresar sano y salvo. Tenía la sensación de que podría ser mi último día», relata conteniendo la emoción. De hecho, tomaron la medida de aislarse cada vez más para garantizar su seguridad: «Los fines de semana nos quedábamos en casa, nunca viajábamos, nunca planificábamos nada con amigos, no veíamos a la familia». Feroz telefoneó a su padre, Mohammad Saber, pasadas las tres de la madrugada, hora a la que solía levantarse a rezar. Mantuvo con él una larga y tensa conversación sobre la importancia de ser evacuados de su país. Contra todo pronóstico, entró en razón y le prometió que se reunirían con ellos en la base militar de la capital afgana. El miedo a la muerte y a no volver a ver al resto del clan pesó más que el apego a su tierra. Como sucedió frente a la ocupación soviética en los ochenta y durante la guerra civil en la década de los noventa, los «cinco leones» de Pansjshir —así se traduce el nombre de ese histórico valle— se convirtieron este verano en el último bastión de la resistencia afgana. Si el 1 de mayo —fecha en la que las tropas de Estados Unidos iniciaron su repliegue— las fuerzas gubernamentales estaban al mando de las treinta y cuatro provincias de Afganistán, el 15 de agosto treinta se habían rendido ante la


imparable ofensiva talibán, según informó Foundation for Defense of Democracies. Una hora después de la llamada, Feroz despertó a su mujer, Parnian. Debía convencerla de que trasladarse a Italia era su única opción de soñar con un futuro de esperanza y libertad. Ella, ama de casa, no había conocido otro modo de vida que el afgano. A diferencia de Feroz, que estudió Relaciones Internacionales en la Università degli Studi di Perugia en Italia, y que habla inglés, árabe, italiano y un poco de español, Parnian no es capaz de leer o escribir en su lengua ni una sola palabra. La pareja se casó en 2012, como habían acordado sus progenitores, cuando él regresó de Italia. «En mi cultura los padres conciertan los matrimonios. Nunca me he llegado a plantear que no fuera así, ellos tienen experiencia y saben qué es lo mejor para sus hijos», relata Feroz. Para tranquilizar a Parnian le dijo que el traslado sería algo temporal, «de tres o cuatro meses», aunque en el fondo sabía que no. Entre llantos, recogieron apresuradamente lo imprescindible. Toda su vida cupo en tres maletas. Más importante que lo que atesoraron en su equipaje era lo que debían hacer desaparecer: «Quemé cualquier documento que me pudiera relacionar con Italia y con su Gobierno: desde que trabajaba en la embajada supe que me había convertido en un objetivo para el régimen talibán», asegura.

—North Gate, Kabul. 19.08.21 Miles de afganos y ciudadanos estadounidenses intentan todos los días llegar a la puerta norte del aeropuerto pero la multitud es constantemente rechazada por los soldados que custodian la entrada. Los talibanes controlan las vías de acceso y patrullan las calles.

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Grandes temas Sobrevivir al horror talibán

cuando un muro partió su familia en dos. El avance talibán fue más rápido de lo esperado. A las diez de la mañana de aquel 15 de agosto los terroristas cercaban Kabul. Las carreteras de acceso a la ciudad quedaron completamente bloqueadas. La inminente amenaza sembró de pánico las calles. La familia Farzam cubrió una parte del recorrido en coche; el resto del trayecto fue a pie. Un calvario tanto para ellos como para sus cinco hijos —cuatro varones y una niña—. Cuando consiguieron llegar hasta las inmediaciones de la base aérea, eran ya pasadas las cuatro de la tarde. El avión con destino a Italia había partido hacía poco más de tres horas. Sin embargo, los Farzam decidieron continuar con su intento de huir del país. Los italianos tendrían que asignarles un nuevo vuelo: quedarse en Kabul había dejado de ser una opción para ellos. A los padres de Feroz y a dos de sus hermanos les resultó imposible alcanzar la capital afgana. No hubo más remedio que regresar a su casa, en Pansjshir. Si aproximarse al aeropuerto supuso una odisea, franquear alguna de sus puertas aún lo fue más. «Los ejércitos estadounidense y turco controlaban la base aérea. Todos nos dirigíamos al único sitio por el que nos dejaban entrar en ese momento, Abbey Gate, con temor a que se infiltraran talibanes, y también a que se desencadenaran avalanchas humanas», recuerda Feroz. Sus peores presagios se cumplieron: «Por la tarde los trabajadores 10—Nuestro Tiempo  otoño 2021

locales de las embajadas llegaban de forma masiva por miedo a que los asesinara el nuevo régimen». La familia Farzam permaneció junto al muro del aeropuerto durante horas. El calor, la falta de alimentos y el caos se apoderaron de la situación. Sus hijos sufrieron hambre, sed e, incluso, episodios de desvanecimiento. «A las diez de la noche me llamaron para comunicarme que debíamos cambiar de puerta: de Abbey Gate a West Gate. Allí no había casi nadie y, por primera vez, vimos la posibilidad de alcanzar la entrada. Pero, pasados cuarenta minutos, la gente se empezó a amontonar», lamenta Feroz. Los nervios, el agotamiento y el miedo se fueron adueñando de ellos. «Vi unos cuatro o cinco vehículos militares por allí rondando: estaban vigilando. Me di cuenta de que sus ocupantes no eran afganos sino talibanes —relata Feroz con voz temblorosa—. Me asusté mucho. Teníamos que entrar al aeropuerto cuanto antes». Llamó de nuevo a sus interlocutores del Gobierno italiano. Le aseguraron que estaban buscando, de acuerdo con los militares americanos y turcos, la forma de evacuarlos. Entonces el ejército volvió a abrir la puerta: «Logré cruzar con una maleta y tres de mis hijos. Después escuché a gente corriendo que venía detrás de mí y los gritos de mi mujer, que se quedó al otro lado con los otros dos. Mi hija se soltó de mi mano, cayó al


suelo y la pisotearon. Conseguí cogerla y sacarla de ahí. Después la puerta se cerró a mis espaldas». Desesperado, rogó a los americanos que la reabrieran, pero se negaron. Feroz no tenía nada que ofrecer a sus pequeños para comer, y su mujer vivía una angustia similar. A pesar del hambre y del calor, lo más duro para él fue «no poder ayudar a los miembros de mi familia que se quedaron fuera», confiesa. Pasó la noche en vela sujetando a dos de sus pequeños en brazos, intentando calmar su llanto. Al día siguiente, lunes 16 de agosto, apeló de nuevo a la conciencia de los soldados que controlaban el acceso a la base aérea. Pero el argumento era siempre el mismo: «Si abrimos, la gente entra sin control y este es un aeropuerto militar, no podemos asumir el riesgo». A siete kilómetros de allí, la cadena de televisión Al Jazeera retransmitía en directo cómo un grupo de insurgentes armados recorría los salones del palacio presidencial de Kabul. Con la retirada de la bandera afgana, los milicianos celebraron simbólicamente la reconquista del país. El matrimonio intentó comunicarse por teléfono, pero «los inhibidores bloqueaban tanto las llamadas como los mensajes de los móviles», explica Feroz. Mientras tanto, insistía con sus peticiones de ayuda a los militares, así como a los responsables italianos, para encontrar una solución que parecía imposible.

—Manifestaciones en Kabul. 19.08.21 Un grupo de personas desfila por la calle con la bandera de Afganistán para celebrar el Día de la Independencia de la nación, el 19 de agosto. Bajo el nuevo Gobierno talibán no hay celebración oficial ni se reconoce el día. —Valle de Pansjshir. 06.09.21 Combatientes talibanes entran por la puerta que conduce a la ciudad de Bazarak. Han tomado la ciudad pero no han podido con la región entera y es el último paso para reclamar el fin de la guerra y proclamarse vencedores.

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Grandes temas Sobrevivir al horror talibán

—Papeles para la huida. 19.08.21 El hombre de blanco muestra su pasaporte estadounidense a los soldados estadounidenses que custodian la puerta norte del aeródromo. Otros presentan visados o cualquier documento que les ayude a salir del país, por ejemplo, justificantes que demuestren que han trabajado durante un tiempo para una empresa extranjera.

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Feroz consiguió contactar con su hermano Jalandar, estudiante de Medicina, que también residía en Kabul. Le resumió de manera acelerada la situación y le dio instrucciones claras: debía ir a buscar a su esposa y a los niños inmediatamente. «Se los llevó a comer algo a un restaurante, y de ahí a casa. Durmieron casi veinticuatro horas seguidas». Luego tenían que volver a la base. Parnian no se sentía con fuerzas: «Me rogó que embarcara yo con mis hijos, que ella permanecería en Kabul con los demás». Tan solo imaginar cómo podría acabar la historia si partía sin ellos le dio coraje para convencer a su mujer. El 17 de agosto al mediodía probaron otra entrada, la North Gate. Pero se quedaron a más de cien metros de tocar siquiera la puerta: «Vi cómo los pequeños que estaban con Parnian se desmayaron por el calor, los cuerpos de seguridad italianos no pudieron salir a por ellos. Entonces ordené tanto a mi hermano como a mi mujer que se fueran a casa; lo intentarían de nuevo más tarde». En el centro de la ciudad, Zabihullah Mujahid, hasta entonces la voz sombría que descolgaba el teléfono para atender a los reporteros —y una mano hiperactiva en Twitter que reivindica atentados y desmiente la autoría de algunos ataques— compareció por primera vez en público. Durante esa histórica rueda de prensa habló en nombre del Emirato Islámico de Afganistán, la denominación con la que


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RECONSTRUCCIÓN

La familia Farzam en el aeropuerto Entrada

16 de agosto 16:00 h Un hermano de Feroz se reúne con Parnian y dos de sus sobrinos. Duermen en su casa durante 24 horas.

17 de agosto 12:00 h Parnian y dos hijos se quedan a cien metros de North Gate.

North Gate

7 18 de agosto 20:00 h La familia se sube al avión.

ZONA MILITAR

8 19 de agosto 13:00 h El vuelo aterriza en Roma.

2 15 de agosto 22:00 h La familia al completo cambia a West Gate.

West Gate ZONA CIVIL

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TERMINAL

15 de agosto 23:20 h Feroz y tres hijos logran cruzar la puerta.

6 18 de agosto 09:00 h Parnian y dos hijos consiguen entrar al aeropuerto.

Abbey Gate

East Gate

1 Entrada principal

Entrada

los integristas rebautizaron el país cuando ostentaron el poder entre 1996 y 2001. Como señaló la BBC, sus mensajes resonaron «extrañamente moderados y conciliadores». Palabras como amnistía, paz y derechos humanos, matizadas «dentro del marco de la ley islámica», provocaron recelo dentro y fuera del país. Imborrable el recuerdo de las mujeres afganas, presas bajo el burka, a las que prohibieron ir a estudiar y trabajar. Otras escenas palpitan aún en la memoria reciente. Hasta el 6 de agosto, el asiento que ocupó Mujahid durante su estreno frente a los medios había pertenecido a Dawa Khan Menapal. Al entonces director del Centro de Información del Gobierno, también exviceportavoz del Palacio Presidencial, lo asesinaron militantes talibanes en un tiroteo, según el propio Mujahid confirmó en Twitter. Feroz relata una nueva tentativa en el aeropuerto a las nueve de la mañana del día 18 por la West Gate: «Y esta vez lo consiguieron. Todos juntos volamos finalmente a Italia». Los cinco miembros de la familia Farzam y Jalandar. Sin embargo, la premura de la huida dejó sus maletas en tierra. sin ropa y sin dinero, pero vivos. El avión procedente de Kabul aterrizó el 19 de agosto en Roma. Después, trasladaron a la familia a Cosenza, donde pasaron la cuarentena: permanecieron encerrados en una habitación en un complejo militar durante

15 de agosto 16:00 h La familia llega al aeropuerto. Se sitúa frente a Abbey Gate. Su vuelo ha partido hace tres horas.

diez días. Una mala conexión a internet solo les permitió mensajearse por WhatsApp con los familiares que continuaban en Pansjshir y los amigos que Feroz tiene en Italia y España. Los militares les facilitaban únicamente tres comidas diarias. «Los niños y Parnian lo pasaron muy mal. Apenas ingerían alimento porque no están acostumbrados a la cocina italiana —explica— y tampoco podíamos adquirir otros comestibles y prepararlos». Durante varias jornadas, Feroz padeció un fuerte dolor de garganta: «Ya se pasará», le decían, sin ofrecerle ningún medicamento. Con sus pertenencias en Kabul, tampoco pudieron cambiarse de ropa. El aeropuerto cayó en manos talibanas antes de que el ejército italiano pudiera transportar sus maletas en otro avión. «Me inquieta la seguridad de mi familia en Afganistán. Nuestro equipaje contenía documentación que podría identificarme a mí y que puede comprometerles a ellos», explica Feroz, preocupado. Además, también perdió el poco dinero que había logrado reunir en casa —unos cinco mil dólares americanos por un lado, y otros ochocientos dólares en moneda afgana por otro—, así como alguna joya familiar que tenía un valor más sentimental que económico. Una vez superada la mala experiencia de la cuarentena, les trasladaron a Ancona, un municipio en la costa este. El Gobierno italiano les ha proporcionado una vivienda temporal, ropa y una otoño 2021  Nuestro Tiempo —13


Grandes temas Sobrevivir al horror talibán

CRONOLOGÍA

Los últimos veinte años en Afganistán l 11 de septiembre de 2001.

Al Qaeda atenta contra el World Trade Center y el Pentágono. Estados Unidos, bajo la administración de George W. Bush, declara la «guerra contra el terrorismo internacional». l 7 de octubre de 2001. Las

tropas estadounidenses y sus aliados invaden Afganistán con el objetivo de derrocar al Gobierno de los talibanes, que protegía a ciertos grupos terroristas.

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l 14 de abril de 2021. Joe Bi-

den anuncia la retira definitiva de tropas de Afganistán. Con una duración de veinte años, se trata del conflicto bélico más largo llevado a cabo por EE. UU. en su historia. Han perdido la vida 2300 militares y ha costado dos billones de dólares.

l 1 de mayo de 2021. EE. UU. inicia el cierre de algunas bases aéreas en Afganistán. En los distritos rurales del país tiene lugar un repunte de la ofensiva talibán. l 15 de agosto de 2021. Los

talibanes rodean Kabul y conquistan la ciudad. El presidente Ashraf Ghani huye.

l 16 de agosto. Los talibanes

toman el palacio presidencial de Kabul y retiran la bandera afgana. Pansjshir Kabul

l 30 de agosto. La presencia

militar de EE. UU. en Afganistán durante veinte años termina a medianoche. l 31 de agosto. Kabul amanece sin tropas internacionales.

l 6 de septiembre. Los talibanes proclaman el control total de Afganistán tras la caída del valle de Pansjshir, la única de las 34 provincias afganas entonces en combate. l 18 de agosto. El portavoz ta-

libán, Zabihullah Mujahid, da su primera rueda de prensa.

l 20 de agosto. Pansjshir re-

siste. Es el último bastión.

l 26 de agosto. Explosión en

el aeropuerto. El ISIS reivindica finalmente el atentado.

l 7 de septiembre. Los talibanes forman Gobierno. l 12 de octubre. Cumbre G20

especial sobre Afganistán. Se aprueba una inversión de 1300 millones de euros en Afganistán que coordinará la ONU.


pequeña asignación que les permite «de momento vivir, que no es poco», reconoce con alegría Feroz. Sin embargo, se vieron separados de su hermano, al que alojaron en Pésaro, una localidad también bañada por el Adriático, a una hora en coche. El día a día de la familia Farzam pivota entre las clases de italiano por las tardes, para que la integración resulte más fácil, y la espera de noticias, tanto de los funcionarios italianos como de sus seres queridos en Afganistán. «Mi madre sufre depresión, pasa los días llorando. La melancolía por tenernos lejos está pudiendo con ella aunque comprende que nos era imposible permanecer en Kabul más tiempo», asegura. La acogida en esta región ha sido muy positiva: «Nos han recibido con los brazos abiertos, sobre todo la gente mayor. Cuando nos ven paseando me paran y me preguntan cómo estamos, si necesitamos algo... Son muy amables y nos sentimos muy felices aquí», cuenta Feroz. Su hermano anhela una respuesta rápida a la petición de reunificación familiar en Ancona. empezar de cero soñando con volver. La mayoría de los afganos que han recalado en tierras italianas lo hacen en calidad de asilados políticos. No es el caso de Feroz: el 9 de agosto, poco antes de su accidentada huida de Kabul, recibió la ciudadanía italiana.

—¿Solvencia talibán? 13.10.21 No deja de ser paradójico que los talibanes sean los encargados de la seguridad. Un combatiente extremista custodia un mercado de intercambio de moneda que, durante la invasión, permaneció cerrado. A pesar de la incertidumbre económica provocada por el nuevo régimen, la Western Union y Money Gram han reanudado sus servicios. —La ciudad tras el éxodo. 04.09.21 Antes de que los talibanes llegaran, las calles de Kabul, una urbe de más de cuatro millones de habitantes, estaban llenas de gente. Algunos datos hablan de que la población se ha desplomado en un 70 o un 80 por ciento. Afganistán es el tercer país del mundo con mayor número de desplazados.

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Grandes temas Sobrevivir al horror talibán

—Rostro borrado. 19.08.21 Un póster rasgado del expresidente de Afganistán, Ashraf Ghani, quien renunció en medio de la toma de posesión de los talibanes y huyó del país. —Derechos en entredicho. 11.09.21 El futuro de las mujeres afganas en el nuevo gobierno talibán aún es incierto, a pesar de que los representantes del Emirato Islámico han dicho que permitirán que las mujeres afganas puedan trabajar y estudiar «de acuerdo con la ley islámica». La imagen se tomó en un evento en la Universidad Shaheed Prof. Rabbani de Kabul, donde estudiantes universitarias y niñas en edad escolar expresaron su apoyo al régimen.

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Como trabajador gubernamental adscrito al Ministerio de Asuntos Exteriores Feroz debe elegir ahora destino para continuar desarrollando sus funciones diplomáticas en una nueva embajada. Prefiere permanecer en Europa, en Alemania o Italia, pero quizá la balanza se incline por Turquía «porque hay alguna vacante y la vida allí cuesta menos». No obstante, su deseo inicial fue decantarse por Roma: «Aprender italiano es más sencillo y creo que facilitaría la adaptación de mi familia, pero no me han dado esta posibilidad». Insiste en que lo que más le preocupa es su mujer: «Le va a resultar difícil el cambio. Afganistán no estaba tan avanzado como podía parecer. Y su condición de analfabeta aún complica más las cosas. Por eso voy a enseñarle a leer y a escribir, para que sea autónoma». Una de las personas que ha defendido con más firmeza los derechos de las mujeres afganas es Zarifa Ghafari. En 2018, con 26 años, se convirtió en la alcaldesa más joven del país. Desde entonces su nombre está en la lista de voces que los talibanes quieren enterrar. Su destino se cruzó con el de la familia Farzam el 18 de agosto en el aeropuerto de Kabul. Llegó escondida en un coche para volar a Alemania. «Subir a ese avión resultó más doloroso que perder a mi padre», aseguró a la cadena BBC. Era un alto cargo del ejército afgano y el 5 de noviembre de 2020 la milicia lo asesinó cerca de su casa. Fue él quien algunas


semanas antes recordó a su hija por qué merecía la pena tanto sacrificio: «Luchas por ti, para cambiar todo». Feroz, de arraigada cultura árabe y fiel seguidor de las tradiciones musulmanas, siempre actúa de acuerdo con lo que los demás esperan de él: sus padres, su mujer, sus amigos... Pese a todo, nunca ha querido vivir en Estados vecinos como Pakistán. «En los demás países árabes a los afganos nos consideran ciudadanos de segunda. Y empezar de cero en otro lugar ya es demasiado duro como para tener que lidiar con eso», señala. Nunca han visitado Turquía, pero les resulta «familiar». En Afganistán, Feroz seguía las series de televisión turcas y le parece un país «bonito y moderno». «Me ilusiona vivir allí —comenta—. Además, mi hermano Waisudin estudia Medicina allí. También se encuentra más cerca de nuestras raíces, y los vuelos son más económicos que desde Europa. No pierdo la esperanza de viajar a mi patria si dentro de unos años vuelve la paz», confiesa. Sin embargo, elegir dónde establecerse no es la mayor inquietud a la que se enfrentan. A Feroz le quita el sueño pensar en sus padres y las tres hermanas que no pudieron salir de Afganistán. «Tengo el deber de regresar algún día a cuidar de ellos, soy el hijo mayor», expone con firmeza. Apenas unos segundos después de esta afirmación se pregunta: «¿Para qué volver a un lugar sin futuro, sin trabajo, del que médicos, ingenieros y las personas

capacitadas para liderarlo han huido por miedo a los talibanes?». Tampoco está muy seguro del recibimiento que darían a los ciudadanos que, como él y su familia, abandonaron su patria. ¿Les harían prisioneros? ¿Les condenarían a muerte? «Los talibanes afirman que van a respetar los derechos humanos. Quieren retener allí a la gente con estudios, pero yo no me creo esta nueva versión: sus actos dicen lo contrario de lo que promulgan», reflexiona Feroz. Para él, Afganistán seguirá los mismos pasos que Siria hace unos años, cuya población abandonó en masa el país intentando llegar a Europa, «enterrando con ese gran éxodo el futuro de una sociedad formada en las aulas universitarias». De momento, la familia Farzam espera que se confirme su destino en Turquía. Están muy ilusionados con la oportunidad de recomenzar y no piensan desaprovecharla: «Mis hijos tienen un horizonte de paz y libertad con el que no podríamos haber soñado en Afganistán». Nt

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AHORA BIEN Enrique García-Máiquez

¿Soy un snob o no?

de trabajo de la Diputación de la Grandeza. Esto es, sabiendo que los alumnos con los que voy a tratar son personalidades importantísimas. Como almas inmortales, merecen la más rococó de mis reverencias. La hago crípticamente cuando me agacho a recoger el borrador de la pizarra. El espléndido John Keats definió al poeta como aquel «hombre que, en presencia de otro,/ se sentirá su igual, sea este el rey/ o el más pobre de los mendigos». Es verdad que otra pregunta aparejada que me hago a menudo es la insoslayable del insigne Lorenzo Stechetti: «Io sonno un poeta o sonno un imbecile?». Pero, en cualquier caso, como poeta o como lo otro, sintiéndome muy importante y aplicando al pie de la letra la ley Keats, tendré a mis alumnos en la más alta de las consideraciones. Más reyes que iguales. Estoy hablando, además, de pedagogía. Nada agradece el alumno tanto como un trato exquisito. Es la primera lección. Y, aunque parezca extraño, sorprende a muchos. No están El esnobismo puede tratarse por homeopatía, acostumbrados, fuera del amor (¡Dios bendiga la fuerza de la superando un elitismo tonto gracias a un elitismo sangre!) de su madre y de su padre y de los abuelos. No digo que no los hayan tratado bien antes los demás profesores, que por universal. supuesto que sí; pero, como eran muchísimo menos snobs que ONOCIÉNDOME, TEMO que no les extrañará yo, se les notaban poco las formalidades, los aspavientos en las que, cuando me invitaron a una cena en la casa de delicadezas y las hipérboles sutiles. playa de la marquesa de Tacochuelo (el título está Juan Ramón Jiménez afirmaba que nunca había puesto cambiado para no interferir en la intimidad de los poesía en el trato con los otros sin que estos no se la hubiesen grandes de España), a la que asistía, además, un duque rimbom- devuelto con creces. Mi esnobismo, igual: los encuentra extrabante, yo encontrase la ocasión sumamente atractiva. Y que no ñados, primero; curiosos, después, y luego, en cuanto captan perdiese la ídem de dejarlo caer (dropping names) el resto del las reglas implícitas del juego, entregándose como el que más. verano a diestro y siniestro; y todavía hoy, como se ve aquí misPondré un ejemplo para concretar. Les hago saber que para mí mo (quod erat demostrandum). Diría, sin embargo, que eso no es su palabra será una palabra, naturalmente, de honor, de manera una prueba definitiva de mi esnobismo. que, salvo una flagrante prueba en contrario, les creeré siempre. La prueba de fuego viene ahora, sin ir más lejos. Empieza el Es posible que al principio alguna vez se aprovechen, pero, de curso y daré mis clases de Derecho del Trabajo a un buen puver cuánto les creo, terminan siendo sinceros por un prurito de ñado de muchachas y muchachos que estudian su Formación pundonor. Luego tendrán que aprender algo de la asignatura, Profesional. Ellos no saben que son la piedra de toque de mi pero les confesaré a ustedes que cuando veo esa chispa de amor esnobismo o no. ¿Seré capaz de ilusionarme por conocerlos y propio e incluso de orgullo brillar en los ojos de mis alumnos de tratarlos tanto como al duque de Marras? EnFP ya sé que he cumplido. Nada menos que tonces no sería snob, aunque sea por el métoJohn Henry Newman decía que el fin de la LA PREGUNTA DEL AUTOR do homeopático de un esnobismo universal. educación superior es forjar caballeros. En Que es el que me gusta. Cito mucho a mi caso, tampoco es puro altruismo, porque ¿Es posible mejorar Chesterton, en general; y, en particular, así consigo ir a mi trabajo con la ilusión del a la gente con el cuando dijo que el problema de la democracia que acude a una fiesta de campanillas. Con método de tratarla es que se ha empeñado en que el duque de la tranquilidad de conciencia de que mi esexcepcionalmente bien? Norfolk sea como todo el mundo en vez de nobismo no es esnobismo (porque es descoque todo el mundo sea como el duque de Normunal). folk. Por mí no va a quedar que la democracia (y el sistema de enseñanza pública) se queEnrique García-Máiquez [Der 92] es poeta y ensayista. @EGMaiquez den tan tranquilos con su problema intrínseegmaiquez.blogspot.com.es co de concepción práctica de la dignidad de @NTunav la persona humana. Además de dar mis clases Opine sobre este asunto en con toda seriedad (aparente), y ajustándome Twitter. Los mejores tuits se (en la medida de mis posibilidades) a la propublicarán en el siguiente número. gramación oficial, yo entro en mis aulas como quien acude a una cena de gala o a una sesión

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Grandes temas En compañía del narrador

Cuando las series empezaron a mirar al pódcast El éxito de Serial en Estados Unidos en 2014 marcó un antes y un después en el consumo sonoro. Al mismo tiempo se empezó a experimentar en España con las series transmedia y ahora, por primera vez, comienzan a grabarse series de televisión basadas en los universos narrativos del pódcast. texto Manuel de La-Chica [Fia Com 19] ilustración Alberto Aragón 20—Nuestro Tiempo  otoño 2021



Grandes temas En compañía del narrador

hae min lee, una joven surcoreana residente en Estados Unidos, desapareció el 13 de enero de 1999 en Baltimore. Tenía diecisiete años. Como un día cualquiera fue al instituto, estuvo con amigos…, pero no recogió a su hermano pequeño a las 15:15 horas como solía hacer y eso despertó las alarmas. El 9 de febrero de ese mismo año, un hombre paró en medio de la carretera junto a un parque, avanzó cuarenta metros entre árboles para orinar y descubrió el cuerpo. Las autopsias revelaron que había muerto estrangulada. Tres días después, dos llamadas anónimas a la Policía de Baltimore aconsejaron empezar a investigar a Adnan Syed, su exnovio y compañero de clase, estadounidense de padres pakistaníes. El 28 de febrero lo arrestaron. Según confesó su amigo Jay Wilds, él había ayudado a Adnan a enterrar el cuerpo de Hae Min el 13 de enero. Adnan fue condenado a cadena perpetua por homicidio en primer grado. Este asesinato levantó la expectación mediática en 2014, cuando This American Life, un programa de radio de la NPR, publicó el pódcast Serial, producido por Ira Glass. Semana a semana, la presentadora Sarah Koening iba contando cómo había investigado durante un año dónde estuvo Hae Min Lee los veintiún minutos en los que se le perdió la pista. ¿Por qué confesó el crimen Jay, que además había cambiado de versión en varios interrogatorios? ¿Por qué el hombre que encontró el cadáver paró en un bosque a solo cinco minutos de su casa? ¿Cómo fue el noviazgo de Adnan y Hae Min? ¿Y su ruptura? Koening descubrió, entre otras cosas, el testimonio de una persona que aseguraba haber hablado con Adnan en la biblioteca en el momento en que Hae Min desapareció, pero no la llamaron a declarar en el juicio. Miles de estadounidenses se sumaron a la investigación de Koening a lo largo de doce semanas. Serial se convirtió así en el primer pódcast en conseguir más de un millón y medio de descargas por episodio 22—Nuestro Tiempo  otoño 2021

(más de diez millones en sus primeros tres años de vida) y nacieron otros pódcast e hilos en la plataforma Reddit, donde los usuarios analizaban el caso e intentaban dar con una solución. La prueba de la testigo no utilizada en el juicio sirvió para que un fallo de la Corte de Apelaciones de Maryland en 2015 declarase «deficiente» la defensa de Adnan Syed y se aprobara un nuevo proceso. No obstante, en 2018 la Corte de Apelaciones cambió de opinión alegando que el veredicto no sería diferente. Y a finales de 2019 el Tribunal Supremo estadounidense también cerró la puerta a una reapertura del caso. Alberto N. García [Com 00 PhD 05], crítico audiovisual, cree que Serial pudo haber abierto camino en la consolidación del true crime en el mundo del entretenimiento. El estreno del pódcast coincidió con éxitos como Making a Murderer (Netflix, 2015) o The Jinx (HBO, 2015), que aprovecharon el tirón del pódcast para dirigirse a una audiencia atraída por los crímenes. «El éxito es muy promiscuo, y, si hay algo que funciona, es muy lógico que la gente intente replicarlo», dice. García apunta dos factores que han podido contribuir al auge del true crime durante la última década: resulta más barato producirlos y, por otra parte, es normal que se busquen posibilidades de entretenimiento en la propia realidad cuando hace tiempo que se han cruzado las líneas de separación entre información y entretenimiento. La buena acogida de Serial provocó que HBO produjera en 2019 el documental The Case Against Adnan Syed, para contar en cuatro episodios los avances en el caso. Pero este no ha sido el primer pódcast en dar el salto a la pantalla. En noviembre de 2018 Netflix estrenó Dirty John, una miniserie de ocho capítulos basada en el pódcast del mismo nombre, producido por Wondery, y Amazon lanzó Homecoming, una miniserie de ficción, protagonizada por Julia Roberts, que es una

adaptación del pódcast de la productora Gimlet, y Lore, una serie de terror a partir del pódcast homónimo que en cada capítulo cuenta una historia independiente. Precisamente estas dos producciones del gigante de Jeff Bezos han hecho posible que en España se pueda ver en 2022 la primera serie de ficción televisiva que nace de un pódcast. María Jesús Espinosa de los Monteros, directora de PRISA Audio, reconoce que cuando estrenaron El gran apagón (Podium Podcast, 2016) sabían que era «una historia muy visual y potente, pero no nos podíamos imaginar lo que vendría después». Lo mismo le pasó a Ana Alonso, directora de la ficción: «No teníamos muchas expectativas, porque no habíamos hecho nunca una serie de varias temporadas. Fuimos los primeros sorprendidos».


En la comunicación audiovisual predomina la imagen, pero lo sonoro posee un lenguaje propio. Escrita por José Antonio Pérez Ledo y dirigida por Ana Alonso, El gran apagón es una distopía en la que una tormenta solar de clase X9 alcanza la Tierra y deja sin energía eléctrica a todo el planeta. A los pocos días, la comida y el agua potable comienzan a escasear, lo que da lugar a disturbios en las grandes ciudades. Las calles se vuelven peligrosas. Empieza el caos. Durante el pódcast, que, como insiste Ana Alonso, «no es ni una radionovela ni radioteatro, sino ficción en audio», se van contando distintas historias ambientadas en ese mundo narrativo: la de un abuelo y su nieta encerrados en una pequeña aldea de Galicia, la de un periodista que intenta demostrar que las autoridades sabían lo que iba a ocurrir, la de una secta pseudocristiana que entiende que la oscuridad en la que se ha sumido el mundo es una señal

de una nueva venida del Mesías, la de un guardia atrapado en una cárcel colombiana con más de ocho mil presos… «Se creó una comunidad extraordinaria en torno al pódcast», resume Espinosa de los Monteros. A lo largo de las tres temporadas, alcanzó seis millones y medio de descargas, con oyentes hispanoparlantes de diversos rincones del mundo. Alonso confiesa que desde el principio tuvieron esa vocación de llegar a una audiencia heterogénea y por eso utilizaron acentos distintos. el resurgir del audio. Roberto Maján, que nunca antes había hecho ficción, fue el encargado de la realización técnica de la serie. Cuenta que para intentar explicar qué es un pódcast a gente que nunca había oído hablar de eso partía del concepto del radioteatro clásico, «pero

con tramas que se cruzan, con finales de capítulo en tensión que hacen que quieras escuchar el siguiente». También les decía que los pódcast son algo que se cuelga en internet y uno puede escucharlo cuando quiera. Aunque las nuevas formas de consumo ligadas al móvil han permitido que el pódcast se afiance, Maján piensa que una de las claves del éxito de la serie fue el guion y el empeño del equipo por elaborar tantas versiones como hiciese falta hasta que sonara bien. Manejaron referencias muy variadas: películas, canciones, series de televisión, otros pódcast… «Todo lo que tenía sonido servía de inspiración, pero nada era igual», comenta. En la comunicación audiovisual predomina la imagen, pero lo sonoro posee un lenguaje propio y no basta con poner solo lo que escuchaotoño 2021  Nuestro Tiempo —23


Grandes temas En compañía del narrador

ríamos en una película. Mayca Aguilera, realizadora de ficción en RNE desde 1998, explica que «en un proyecto de este tipo pierdes toda la información que aporta la imagen: cómo se mueven los personajes, sus expresiones, los decorados... Y debes transmitir con elementos sonoros eso que la imagen comunica con un vistazo». Para empezar, señala Aguilera, los diálogos tienen que ser más descriptivos y llevar mucha más carga informativa. Pero el trabajo también afecta a la realización en el estudio y a la grabación, en la que los actores deben interpretar de forma distinta. Aguilera fue, junto con Benigno Moreno, de las primeras en trabajar en un

pódcast de la mano de una serie de televisión: El Ministerio del Tiempo (2014). Aguilera recuerda cómo para dar vida a este producto visual en un medio diferente contaban con «mucha ventaja» porque los personajes ya estaban creados y el oyente los conocía. Esos espectadores, además, también les aseguraban una audiencia ganada. Sobre esta primera incursión en las sinergias entre pódcast y televisión, Aguilera reconoce que en la primera temporada, escrita en clave de diario, infravaloraron lo sonoro. Sin embargo, en la segunda dieron un giro, con piezas muy breves y dos personajes con una carga humorística

Breve historia del pódcast Podríamos definir pódcast como un archivo de audio creado para su consumo y distribución en internet. Es decir, a diferencia de la radio, el producto no se capta en directo sino a demanda del oyente, que lo busca y escucha, parando y siguiendo cuando quiere. La palabra pódcast se acuñó en 2004. Ben Hammersley, periodista de The Guardian, escribió entonces un artículo en el que pronosticaba una revolución en el mundo de lo sonoro gracias al avance de internet. Hammersley destacaba que los pódcast que habían comenzado a hacerse en 2001, cuando fue posible indexar archivos de audio mediante sistemas RSS, tenían en común tres características: la intimidad de la voz, la interactividad de los blogs y la portabilidad que permitía la descarga de esos archivos en MP3. El siguiente empujón lo dio Steve Jobs el 6 de junio de 2005 durante la presentación de iTunes y del iPod. «Cualquiera, sin mucha inversión de dinero, puede hacer un pódcast, ponerlo en un servidor y obtener una audiencia mundial para su programa de radio», dijo. Además, Jobs anunciaba que gracias a iTunes no solo podías descargarte los pódcast para consumirlos cuando quisieras, sino que podías suscribirte a ellos y, así, que los nuevos episodios de tus programas favoritos se descargasen solos cuando estuviesen disponibles. Para su consolidación fue clave Serial (2014), pero su éxito no habría sobrevenido, según Erik Nuzum, uno de los mayores expertos mundiales en pódcast, si dos semanas antes no se hubiera lanzado el sistema operativo iOS 8. En esta actualización, Apple promovió enormemente el consumo de pódcast otorgándoles una aplicación propia, separada de la de la música. Además, simplificó su descarga: de nueve clics para poder escuchar el programa se pasó a dos. 24—Nuestro Tiempo  otoño 2021

importante que conseguían enganchar al oyente. Eso propició que RTVE volviese a confiar en ellos para extender los universos narrativos de la serie Carlos, rey emperador con el pódcast Carlos de Gante en 2015. Estos experimentos sirvieron de impulso para Movistar+, que en 2017 apostó por una estrategia transmedia en sus series La zona (2017) y La peste (2018). Como explica Miriam Lagoa [Com 01], responsable de transmedia de producción original de Movistar+, cayeron en la cuenta de que «el universo narrativo de La zona podía extenderse a otros formatos que sirviesen como motivo para recomendar la serie, pero también para contentar a los fans que tenían ganas de saber más y de atraer a una nueva audiencia potencial». Esos formatos podían ser de todo tipo: desde crear una página web o montar un restaurante ambientado en la Sevilla del siglo xvi como se hizo en la segunda temporada de La peste, pero ahí también entraban los pódcast. Movistar se los encargó a El Cañonazo Transmedia, una productora-estudio especializada. Roger Casas-Alatriste, su CEO, cuenta que en ambos casos pudieron experimentar y en cada una de las series optaron por dos pódcast, uno de corte más narrativo que ampliara algunas líneas de la trama y otro más conversacional y pegado al making of para dar valor a la producción. «Gracias a eso descubrimos que el pódcast tenía muchas ventajas», afirma. Para Casas-Alatriste la principal es la intimidad que genera. «Escuchar un pódcast es incluso más íntimo que leer un libro —señala—. Porque, a fin de cuentas, si estás leyendo en un sitio público te expones a que la gente vea qué libro es. Pero eso no pasa con el pódcast: con tus auriculares puedes ir por el metro escuchando sobre canibalismo y nadie más lo sabe». En este sentido, Mayca Aguilera sostiene que una de las grandes virtudes del sonido es que «no te lo da todo hecho


«No es cierto que en el audio no haya pantallas, porque tenemos la más importante: la de nuestra mente», dice María Jesús Espinosa de los Monteros, de PRISA Audio.

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Hay series de televisión que se plantean ampliar su universo con contenidos transmedia, entre ellos los pódcast, pero también algunas productoras intentan el camino inverso. Grandes temas En compañía del narrador

La era de la audificación Vivimos rodeados de pantallas y, sin embargo, la producción y el consumo de audio no paran de crecer. Según Listennotes.com, una de las páginas de referencia a nivel mundial sobre pódcast, solo en 2020 se crearon más de un millón de nuevos programas. En septiembre de 2021 esta web contabilizaba ya 2,6 millones de pódcast distintos y un total de 115 millones de episodios. Para poner estos 26—Nuestro Tiempo  otoño 2021

datos en contexto, IMDB contiene 7,7 millones de títulos de películas, el catálogo de Spotify 70 millones de canciones y Audible 445 000 audiolibros. De los 324 000 pódcast en castellano, solo 42 000 están producidos en España, uno de los países europeos que mejor ha acogido este formato. Según el Digital News Report 2021, el 38 por ciento de los internautas españoles escucharon pódcast con regularidad en el último mes, una cifra por encima de Noruega (37 por ciento), Estados Unidos (37), Australia

(31), Francia (28), Alemania (25), Japón (25) o Reino Unido (22). En cuanto al público nacional, el 54 por ciento de los jóvenes de entre 18 y 24 años escuchan pódcast con regularidad, un dato que va descendiendo conforme avanza la franja de edad pero que se mantiene por encima del 50 por ciento hasta los 35 años. Con respecto a las temáticas, el público español opta mayoritariamente por temas especializados (ciencia, tecnología, medios, salud), aunque los pódcast más escuchados suelen ser de comedia (Esti-

rando el chicle, Nadie sabe nada, La vida moderna…). Una de las principales diferencias del público español con respecto al de otros países se encuentra en las plataformas de consumo. Aunque Spotify tiene en su catálogo más de un millón y medio de pódcast y iVoox solo cuenta con 25 000, los españoles relegan a la app verde a la tercera posición entre las aplicaciones de escucha (18 por ciento). Por encima de ella se encuentran iVoox (20) y YouTube (27) como plataformas favoritas para la reproducción de pódcast.


«esa libertad que aporta el audio» también está el poder escuchar sus productos al margen de las plataformas, de la televisión o de los canales habituales. Solo necesitas un teléfono móvil. Y puedes estar haciendo cualquier otra cosa a la vez.

como una pantalla, sino que te lo tienes que imaginar». Esto, que podría parecer una desventaja, conforma, en palabras de Espinosa de los Monteros, «el reino del audio»: «No es cierto que en el audio no haya pantallas, porque tenemos la más importante: la de nuestra mente; la pantalla de la imaginación». Otra de las claves, según indica Roberto Maján, reside en cómo se puede jugar con la espacialidad del sonido, haciendo creer al oyente que las acciones suceden a su derecha, a su izquierda, a sus espaldas… Asimismo, el realizador destaca la flexibilidad de este formato, que no está atado a los tiempos de la radio. En la primera temporada de El gran apagón, por ejemplo, los capítulos oscilaban entre los nueve y los veintitrés minutos. Según Ana Alonso, en

formatos que hablan entre sí. Todos estos aspectos no solo han hecho que haya series de televisión que se planteen ampliar su universo con contenidos transmedia, entre ellos los pódcast, sino que además ha provocado que algunas productoras intenten el camino inverso. Según contaba en Deadline.com Jenna Weiss-Berman, cofundadora de Pineapple Street Studios, buscan «pódcast que se puedan imaginar como películas o series» y que puedan derivar en ellas. Wondery, la productora de Dirty John, ya tiene dieciséis pódcast en proceso de adaptación, como recogía ese mismo artículo, y está negociando con Amazon su venta. «Somos, ante todo, una empresa de pódcast y primero creamos historias para el oído —explicaba Jen Sargent, directora de operaciones—, pero la naturaleza misma de nuestros programas hace que se presten para la televisión. Este desarrollo se ha convertido en una parte muy lucrativa de nuestro flujo de ingresos». En Podium Podcast, Ana Alonso niega que hayan empezado a crear pódcast pensando en adaptaciones a la pantalla, porque, dice, si pensaran así, irían a proponer proyectos directamente a una televisión. Sin embargo, la directora de ficción de Podium cree que «sí habrá pódcast que generen investigaciones, series, películas, libros e incluso espectáculos». Un ejemplo es Estirando el chicle, un programa de humor que empezaron a producir durante la cuarentena nacional en 2020 y que ha comenzado a grabarse en teatros con público. Para Espinosa de los Monteros, Estirando el chicle es el Serial español, «por su capacidad de concitar a grandes masas», explica.

Por su parte, Roger Casas-Alatriste señala que los ejemplos del mercado estadounidense les están animando a «trabajar en pódcast que puedan abrirse a otras plataformas o contenidos». Sobre esto, Miriam Lagoa sostiene que los pódcast están viviendo «una época buenísima», algo parecido a lo que sucedió con las series a partir del 2004-2008, y constituyen una «fuente de inspiración» para proyectos de todo tipo porque «las buenas historias te las puedes encontrar en cualquier parte». Ambos consideran lógico que surjan diálogos entre los distintos formatos. «No son excluyentes, sino que suman —defiende Alonso desde Podium—. Cuanta más ficción consumimos, más queremos, y lo hacemos en diferentes formatos». Lagoa lo compara con la simbiosis entre la literatura y la pantalla: «El pódcast está creciendo mucho en seguimiento. Si las empresas ven que hay un público potencial en el que pueden invertir, lo harán». Después de que Movistar+ anunciase a mediados de junio que está trabajando en una serie basada en el universo narrativo de El gran apagón, solo falta saber si será el empujón definitivo para que la expansión de los pódcast se consolide. ¿Podría ser Guerra 3, un pódcast de ficción que se pregunta qué haría que hoy se desatara un gran conflicto internacional, que acumula más de un millón y medio de descargas, la próxima serie? Espinosa de los Monteros y Alonso responden las mismas tres palabras: «¿Por qué no?». Nt

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Grandes temas Unos preciosos ojos verdes

Sobrevivir al suicidio de una madre Javier Díaz Vega (Getafe, 1987) ha conseguido pasar página doce años después de que su madre se quitara la vida. No ha sido fácil. Así lo confiesa en Entre el puente y el río, un libro en el que relata su proceso de duelo, pero con el que quiere concienciar sobre la necesidad de la prevención y lanzar un mensaje de esperanza. Una virtud que —paradójicamente— heredó de ella, Cándida, y que ahora él transmite a su hijo: «Me dicen que tiene los ojos de su padre, pero en realidad son los de su abuela». texto Marcos Ondarra [Fia Com 20] fotografía José Juan Rico Barceló

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Grandes temas Unos preciosos ojos verdes

¿Qué dice el cantar, mi madre, qué dice el cantar aquel? No dice, hijo mío, reza, reza palabras de miel; reza palabras de ensueño que nada dicen sin él. ¿Estás aquí, madre mía? porque no te logro ver… Estoy aquí con tu sueño; duerme, hijo mío, con fe. Miguel de Unamuno, Madre, llévame a la cama

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ué hay entre un puente y el río? Muchos dirán que nada. Acaso una masa de aire y una mezcla poco uniforme de sonidos. Por arriba, coches, bicis o transeúntes. Y por debajo, el agua, algún barco o una bandada de pájaros. Eso dice Javier Díaz Vega en la contraportada de Entre el puente y el río. Una mirada de misericordia ante el suicidio (Nueva Eva, 2020). Para él, ese vacío será siempre el lugar donde su madre se quitó la vida. Ante el precipicio del suicidio el vértigo produce un silencio atenazante, colectivo, que afecta especialmente a los supervivientes cuando aparecen preguntas que Javier confiesa como «inesquivables»: ¿dónde estaba yo? ¿Dónde estaba Dios? ¿Por qué no lo impedí? ¿Por qué Él no lo impidió? ¿Por qué no puedo compartir mi dolor? Cuestiones a las que, tarde o temprano, hubo de responder para seguir con este camino de sufrimiento y pérdida que, a veces, es la vida. Javier sabe bien que el mutismo es el peor antídoto contra el suicidio. Su madre, Cándida, se arrojó desde un alto el 16 de diciembre de 2009 tras años lidiando con una depresión crónica. Y si él salió adelante es porque comprendió la necesidad de hablar del tema, de no dejarlo pasar, de romper el estigma. Por eso ha escrito su libro: por necesidad, pero también por un fuerte deseo de ayudar, de «acompañar e iluminar la vida de otros». Ese empeño ha llevado también a este psicólogo y experto en afectividad y sexualidad a impartir charlas y talleres en colegios y parroquias, aunque es en redes sociales (su cuenta de Twitter es @Javiviendo_) donde aglutina más seguidores: quince mil. A sus 34 años, vive en Getafe, está casado y tiene un hijo de diez meses que ha heredado los ojos de su abuela. Cruzó un puente de dolor, culpa y miedo empuñando el arma que reivindica: una «mirada de misericordia».


el suicidio. Su madre se llama Cándida —Javier emplea el presente—. Nació en Chinchón (Madrid) a finales de los años cuarenta. Siete hermanos. Familia de agricultores. Todo se tuerce cuando su melliza fallece a los 30 en accidente de tráfico. Cándida se hace cargo de sus tres sobrinos. Luego da a luz a Javier y a su hermano. Una vida complicada que, «unida a algunos factores de personalidad, no ayudó a su salud mental. De eso tuve constancia desde bien pequeño, con varios episodios depresivos graves y algún intento de suicidio en nuestra infancia». Pero si algo la caracterizaba era que tenía unos preciosos ojos entre azul y verde que transmitían esperanza. Fue ella, de hecho, quien inculcó esa virtud esencial a su hijo: «Nos llevaba a misa todos los domingos, nos subía al Cerro de los Ángeles… Recuerdo, incluso, verla en sus momentos más duros sentada en el sofá rezando el rosario. Ahora me doy cuenta de que no rezaba por ella, sino por nosotros, para que viésemos dónde poner la esperanza». A la memoria de su hijo se aparece como una mujer «particularmente alegre» a la que le gustaba cantar, bailar y «disfrutar de las cosas pequeñas». «Qué bien se está aquí» era probablemente su frase más repetida, acaso su modo de arengarse contra las vicisitudes de la vida. El día en que Cándida se suicidó, cuando Javier acompañaba su cadáver en el Instituto Anatómico Forense de Madrid, sonó su teléfono móvil. Era una consagrada amiga de la familia: «Javier, tu madre estaba enferma —le dijo con vehemencia maternal— y tú lo sabes. Dios es misericordioso». Le explicó a grandes rasgos algunos aspectos del catecismo que fueron para él «un escudo ante el tsunami de pensamientos y tentaciones» que le asaltaron. Gracias a aquella llamada, en Javier la idea de que su madre podría haberse condenado «no llegó a aparecer con la fuerza con que lo hace en otras personas». Sin embargo, recuerda con viveza que, después de publicar el libro, una mujer que había perdido a su pequeño se le acercó en una

¿De dónde viene el título? En el prólogo de su libro, Javier cuenta que el cura de Ars, san Juan María Vianney (1786-1859), recibió a una viuda angustiada y desolada tras el suicidio de su marido, que se había tirado de un puente. Los médicos le recomendaron que viajara por su estado de tristeza y depresión. El santo, que salía de catequesis, se detuvo delante de la señora enlutada y le dijo: «Se ha salvado». Ante el ademán de desconfianza proferido por la

viuda, el cura de Ars insistió: «Se ha salvado. Está en el purgatorio y hay que rezar por él. Entre el parapeto del puente y el agua tuvo tiempo para hacer un acto de contrición. La Santísima Virgen le alcanzó esta gracia». Entre el puente y el río cabe la misericordia de Dios. Sean cuales sean los métodos, las circunstancias personales y el estado mental que rodean a un suicidio, siempre cabe la esperanza. Esa es la primera certeza que desliza el libro de Javier: la última palabra sobre la vida de cada uno siempre la tiene Dios.

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Grandes temas Unos preciosos ojos verdes

El suicidio en datos El suicidio es la primera causa de muerte no natural en España, por delante incluso de los accidentes de tráfico. Los datos del Instituto Nacional de Estadística resultan estremecedores: cada dos horas y media una persona se quita la vida en nuestro país. Diez al día. 3700 al año. Además, un estudio realizado por la Fundación Española para la Prevención del Suicidio revela que fue la principal causa de muerte en España entre los menores de 30 años en 2020.

La laguna en prevención En octubre de 2021, el Gobierno de España anunció una reforma de su Estrategia de Salud Mental que incluye en su enfoque la prevención de la conducta suicida. Prometió también la puesta en marcha de un teléfono gratuito y confidencial de información. Sin embargo, y pese a lo preocupante de las cifras, el Ministerio de Sanidad carece de un departamento específico para gestionar esta área. 32—Nuestro Tiempo  otoño 2021

Estas cifras guardan correlación con la fragilidad de la salud mental. «La mayoría de suicidios están ligados a ella, especialmente a la depresión», explica el psicólogo Pedro Villanueva, que resalta que «asumiendo esta realidad y la importancia de prevenir y tratar la depresión para reducir la cifra de suicidios, existe también una proporción de casos, documentados en ocasiones hasta un 50 por ciento, que no están asociados a ninguna enfermedad mental diagnosticada». Pero no solo la depresión y las enfermedades mentales pueden estar detrás del suicidio. Un estudio sobre las llamadas al Teléfono de la Esperanza (717 00 37 17) en Navarra en 2019 demostró la presencia de otros factores emocionales y de adaptación: el sentimiento de fracaso, la soledad, el aislamiento, la falta de sentido o la desesperanza. Una de cada cuatro personas admitió sentirse una carga.

Los resultados de este estudio permiten conocer, según Villanueva, «cómo viven las personas estas situaciones de crisis y el proceso, en un continuo de menor a mayor severidad, de la ideación suicida»: «El sufrimiento que se percibe como insoportable lleva a las personas a pensar en el suicidio como la única forma de alivio, como la única solución». Para combatir este problema, y en esto insisten tanto Pedro como Javier, hay que romper el tabú. Javier propone «informar con responsabilidad, sin sensacionalismos ni simplificaciones, desde un enfoque preventivo y de ayuda». Por su parte, Pedro sostiene que «la formación y la información para lograr un cambio de actitud en la sociedad es fundamental».

Una consigna en la que insiste Susana Al-Halabí Díaz, profesora de Psicología en la Universidad de Oviedo, que defiende que el «sensacionalismo y el poco rigor» pueden constituir un factor de riesgo a través del «efecto contagio o efecto Werther»: «Hay revisiones y metaanálisis que establecen causalidad entre la información sensacionalista (contar el método, dar explicaciones simplistas, poner fotos o titulares morbosos…) acerca de la muerte por suicidio de una persona famosa y el aumento de muertes por suicidio mediante el mismo método en los días siguientes».

Sí existen, en cambio, direcciones generales para la prevención en materia de drogas e incluso de «salud digital». «En España hay una importante laguna en el campo de la prevención, que no ha recibido la atención que merece ni cuenta con la necesaria evaluación de los resultados de las intervenciones preventivas», explica Susana Al-Halabí Díaz. Pide «la puesta en marcha de una ley nacional de prevención del suicidio, tal y como aconseja la OMS y como se está realizando en otros países europeos». Por

eso cada vez son más los expertos que, como Al-Halabí Díaz, creen que sería fantástico que se crease una secretaría de Estado para el suicidio, porque actualmente la voluntad del Gobierno es «escasa e insuficiente». En su opinión, es necesario poner en marcha medidas concretas y ambiciosas, «empezando por asuntos sencillos como implantar una línea telefónica de tres cifras (como el 016, por ejemplo) para la atención en crisis, hasta políticas de regulación de alcohol y drogas, programas de competencias sociales y emocionales en el

currículo escolar o facilitar el acceso de la población a los tratamientos psicológicos para el abordaje clínico de la conducta suicida». Para ello se requiere «un marco de actuación con las iniciativas recomendadas por los expertos», así como «compromiso político y técnicos para tomar las decisiones»: «Necesitamos más psicólogos en las instituciones públicas, tanto para la prevención y el tratamiento como para la terapia con supervivientes, la gran olvidada del suicidio».


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presentación, compungida. «Todavía se estaba preguntando qué había sido de él», dice. «La Iglesia no puede decir si una persona se condena o no. Sí que podemos decir que la libertad no es siempre total y que cuestiones como un trastorno mental o una momentánea desesperación pueden viciarla. Solo Dios puede juzgar el alma, lo profundo del corazón y de la mente», considera el autor. el siguiente capítulo. Solo se puede pasar aquella página que se ha leído. Sobre esta premisa orbita toda la enseñanza de Javier sobre el suicidio, pues «en la vida conviene estar muy atento y detenerse ante determinados capítulos para poder leerlos adecuadamente, aunque cueste mucho. Es necesario procesar todo y tener presente que lo que haces tiene un sentido y puede hacer un bien. Por eso han sido necesarios nada menos que diez años para ordenar páginas», sostiene el psicólogo, que ha logrado superar un capítulo doloroso gracias a esta lección. Una lectura con la que Pedro Villanueva, especialista en suicidio y voluntario del Teléfono de la Esperanza, está de acuerdo, por cuanto el silencio revictimiza a las personas que han perdido por suicidio a un ser querido. «Notan el distanciamiento de sus conocidos, sus amigos se vuelven parcos en palabras porque no saben qué decir… Incluso la familia no habla del tema, evitan pronunciarse o hacer referencias sobre la persona fallecida. ¡Sufren el estigma!». «Esto les duele mucho porque necesitan que se hable del ser querido, que se normalice su muerte, que se dé valor a la pérdida y no a la forma de morir. No les asistimos en un momento complicado. La culpa les invade y estará presente durante mucho tiempo. Sabemos que tienen riesgo de suicidio. Existen grupos de apoyo a través de asociaciones de supervivientes que ayudan a superar el duelo, cada cual a su ritmo, con sus procesos y sus emociones», explica Villanueva. 34—Nuestro Tiempo  otoño 2021

Javier aún se sorprende de su reacción a la muerte de Cándida. No tuvo un shock emocional. No se enfadó. No peleó con el mundo a pesar de ser un hombre visceral. Sintió, eso sí, «un dolor profundo, lleno de preguntas». Pero, a la vez, percibía una fuerza que no venía de sí mismo: la fe. «Estaba entero, de pie —dice— y de alguna manera me sentía sostenido». Así es como se sobrepuso a «una sombra que siempre está ahí»: la culpa. «En cierto modo toda persona que vive el suicidio de un ser querido va a experimentar una doble pregunta: ¿dónde estaba yo? ¿Qué he hecho para evitarlo? Tarde o temprano debes enfrentarte a ellas y hacer un proceso lo más racional posible, teniendo en cuenta que, aunque hubieses actuado de otra manera, la decisión última era individual. Además, en el caso de mi madre estaba muy condicionada por un trastorno mental. La culpa tiene un proceso doloroso que pasa por asumir la realidad: por más que me atormente, por más que intente escudriñar qué cosas pude haber hecho, mi madre seguiría muerta. No hubiese conseguido que volviese a la vida». el papel sanador de la literatura. En esta ardua tarea —pasar página— J. R. R. Tolkien y Viktor Frankl jugaron un papel determinante para Javier. Si el primero estuvo en el frente de la Primera Guerra Mundial, Frankl sufrió en un campo de concentración durante la Segunda. Los dos fueron testigos de la crueldad y del terror, de la casi total desaparición de lo bello, así como de la deshumanización más absoluta. Pero ambos supieron encontrar, entre bombas y fusiles, un atisbo de esperanza, de sentido y de verdad. La Navidad de 2009, con la herida aún supurando, Susana, la novia de Javier entonces —y ahora su mujer— le regaló El hombre en busca de sentido. El libro es ya un clásico porque Frankl —que, a diferencia de otros supervivientes del Holocausto, no acabó suicidándose después del trauma— muestra en él la piedra de toque de su solidez psicológica: el sentido. «Eso era muy


importante para él —resume Javier, tantos años después de su primera lectura—. Cada día, cada cosa que haga ha de tener un sentido. No hay que rebuscar la esperanza: está en los detalles sencillos que te muestran la realidad y te enseñan a vivir». El sentido sostiene también a los protagonistas de El señor de los anillos, otra obra clave en el duelo de Javier. «Sam tomó la mano de Frodo; y así­permaneció, en silencio, hasta que cayó la noche —escribe Tolkien—. [...] Asomando entre las nubes por encima de un peñasco sombrí­o en lo alto de los montes, Sam vio de pronto una estrella blanca que titilaba. Tanta belleza, contemplada desde aquella tierra desolada e inhóspita, le llegó al corazón, y la esperanza renació en él. Porque frí­o y ní­tido como una saeta lo traspasó el pensamiento de que la Sombra era al fin y al cabo una cosa pequeña y transitoria, y que habí­a algo que ella nunca alcanzarí­a: la luz, y una belleza muy alta». Javier aprendió de Sam la necesidad del acompañamiento en el duelo. «Esa sombra me envolvía, pero a mi madre ya no la alcanzaba —afirma—. Mi madre ya no está enferma, ya no está sufriendo. Que yo tenga esperanza me ayuda a ver esa estrella». Como es habitual en la tradición cristiana —Stella maris, Stella matutina— Javier vio «nítidamente» a la Virgen representada en el astro. Sentirse acompañado es esencial también para que una persona en crisis pueda encontrar alternativas al suicidio. Pero, ¿cómo hacerlo? Pedro Villanueva explica que lo mejor es «escuchar» para «hacer saber a quien sufre que estás ahí». «Necesitamos tener una actitud de comprensión ante el dolor; hablar abiertamente, con cercanía, sin juzgar ni criticar, procurando que busque y acepte ayuda». Según Villanueva, conviene no forzar el contacto, procurar «que se sienta seguro» y «tranquilo» mejorando su imagen «con aquellas cosas que conoces de él»: «Ante los estímulos negativos, la vivencia de estos y el estado emocional son también negativos y tú puedes ser un estímulo positivo importante». Y, en

todo caso, «aun cuando creemos que traicionamos su confianza, su familia debe conocer la situación para poder prestarle apoyo y contactar con recursos de ayuda». una mirada de vida. El tabú del suicidio habla de un fracaso a nivel social y cultural, pues en las sociedades individualistas las personas viven «casi exclusivamente para sí mismas», entiende Javier. «Este tipo de actitudes dificultan mucho la comprensión del dolor y del sufrimiento ajeno. Sé que es incómodo dialogar sobre este asunto, pero es imprescindible hacerlo para ayudar a quienes lo padecen y avanzar en la necesaria prevención a todos los niveles», asegura Javier. Pero más allá de grandes planes nacionales, el cambio siempre empieza por uno mismo. Así es que Javier se ha propuesto «prevenir y consolar» compartiendo su historia, su experiencia. «Si hoy mismo se dejara de matar gente, aún habría muchos que sufrirían porque se les ha suicidado un ser querido. No solo hay que hablar de prevención, sino acompañar a quienes lo han vivido cerca». Pocas expresiones de vida como la mirada de una madre, que puede vaciar de odio un corazón, alegrar a uno triste o entusiasmar al desesperanzado. Lo sabe bien Javier, a quien la mirada tierna e inocente de su hijo de diez meses le recuerda hoy a su madre: «Cuando me dicen “Tiene los ojos de su padre” yo lo traduzco inmediatamente como “Tiene los ojos de su abuela”». El legado de Cándida permanece vivo por cuanto Javier pretende proyectar en su hijo esa mirada «de esperanza» que su madre le trasladó a él: «Sería un mal padre si le dijera a mi hijo que todo le va a ir bien en la vida y que no va a sufrir, solo quiero darle una mirada de esperanza y misericordia». Una mirada cándida. Nt

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LA CHICA DE LA CALLE ARIBAU 1921 36—Nuestro Tiempo  otoño 2021


Durante los años veinte del siglo pasado, España vivió una continua convulsión política, económica y social. Eduardo Dato, presidente del Consejo de Ministros, es asesinado, y en medio de la inestabilidad, el país se tambalea por el desastre de Annual. En 1921 se publica La tía Tula de Miguel de Unamuno, se funda el Partido Comunista de España y se inaugura en Madrid una nueva estación del metropolitano, entre Puerta del Sol y la glorieta de Atocha. El 6 de septiembre nace, en el segundo piso del número 36 de la calle Aribau de Barcelona, Carmen Laforet Díaz. texto Esperanza Ruiz, columnista y escritora

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su exótico apellido es herencia de un bisabuelo francés. Sus padres, Eduardo Laforet y Teodora Díaz, se habían conocido en la academia de dibujo en la que él daba clases. Eduardo posee un carácter fuerte, es culto y arquitecto. Apasionado de la pintura, en su colección destaca un murillo en el que una Virgen tiene una quemadura en las manos. Carmencita, en las Canarias, a donde se mudó la familia año y medio después de su nacimiento, pensaba siempre que miraba el cuadro que la quemadura era un puro. No le extrañaba lo más mínimo que la Virgen fumara, como era frecuente en las mujeres de la isla en aquella época. Teodora sembró la semilla de los libros en sus hijos —Carmen tuvo dos hermanos, Eduardo y Juan José—. Dulce y protectora, había estudiado para maestra gracias a becas ganadas con su inteligencia y esfuerzo. No ejercería nunca pero su afán por cultivarse marcó las aficiones de su descendencia. La escritora recordaría en un artículo de El País en 1983 su infancia como «demasiado racionalista», pero lo cierto es que fue feliz. Sentía predilección por esa abuela paterna con la que había convivido desde su nacimiento y que había dejado atrás en Barcelona. La familia va a visitarla y la anciana viaja a la isla y cuenta historias a Carmen. Luego ella, con una vocación temprana, las repite a sus hermanos. A la edad en la que se forja el carácter, Carmen nada. El mar, la playa y los paseos en balandro ejercen una especie de embrujo sobre ella. La isla. Escucha y cuenta historias. Escribe y lee. En esa época en la que uno ni siquiera se hace aún preguntas —corre el 1934—, fallece

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Teodora. La orfandad dejó una profunda huella en Carmen. La madre amable y acogedora muere de manera inesperada, el mismo día en que cumplía 33 años, por una infección tras una intervención quirúrgica. Lo último que Carmen le susurra al oído es que ya era mujer. En 1934 Carmen Laforet era alumna del Instituto Pérez Galdós y una adolescente independiente que elegía a sus amistades y gustaba disponer de su tiempo. Con catorce años se descolgaba por la ventana de la clase y se escapaba a nadar; prefería la playa al patio, las olas a la compañía de las demás niñas. la isla y carmen. «Carmencita suda sal», cuchicheaban las criadas. Eduardo Laforet se ha casado con la peluquera de su mujer fallecida y Carmen no soporta a su madrastra, una mujer histérica y celosa que boicotea la relación padre-hija. Con su hermanastro apenas mantuvo contacto, y la aversión que le producía la nueva esposa de su padre se refleja en la brutalidad de personajes de sus novelas. Cada vez pasa más tiempo en la playa, paseando por la isla en bici, fascinada por el mar. Es una alumna aplicada, sobre todo en Literatura, y entabla una relación de amistad con una de sus profesoras, Consuelo Burell. Esta, formada en la Institución Libre de Enseñanza, imparte Lengua y Literatura en el Pérez Galdós y guía a Carmen en sus lecturas. Le descubre a Proust, a Emily Brönte y a Dostoievski —autores que, posteriormente, la crítica relaciona con la obra de Laforet—. Le habla de Pedro Salinas, de Alberti, de Menéndez Pidal.


Todavía vive Carmen en Las Palmas cuando da sus primeros pasos como escritora: la revista de Santander Mujer le publica un relato con el que gana su primer premio literario. Pero la felicidad del pasado no es la misma desde que se había quedado huérfana. Por eso su relación con la isla tiene un sabor agridulce. En Carmen Laforet se entremezclan recuerdos de felicidad, de sol y sal, de placidez y libertad, con otros de soledad y demonios. Cuando, muchos años después, publica la guía turística Gran Canaria, elogia su belleza, descubre itinerarios, explica su gastronomía y folclore y ensalza su naturaleza… pero la realidad es que, tras su marcha a Barcelona en 1939, Carmen solo regresó una vez a las islas. Benjamín Prado, en su biografía de la escritora, deja constancia de su respuesta cuando le preguntaban por qué no volvió más: «Eran un paisaje demasiado bello para matizarlo, revocarlo o verlo cambiado por el tiempo y las circunstancias». la huida. Efectivamente, en septiembre de 1939 Carmen cumplió dieciocho años a bordo del barco que la llevaba a Barcelona para iniciar sus estudios universitarios. La posibilidad de vivir con su abuela Carmen y de abandonar la casa familiar y el ambiente enrarecido que se respiraba allí se suman a un romance frustrado con un joven isleño. El primer amor de Carmen Laforet es Ricardo Lezcano, al que ella llama «Dick». Se alistó como voluntario en el bando republicano, pero esa fue toda la repercusión de la Guerra Civil en su familia, que la vivió desde el burladero de las islas.

La fuga, o su anhelo, se convirtieron en un rasgo más del carácter de la escritora. Tan inseparable de su espíritu como la sonrisa de su fisionomía. A la calle Aribau llega tan solo con un par de trajes de verano y una maleta de libros. La casa de la abuela Carmen ya no es el paraíso de su niñez, sino un fiel reflejo de la sociedad de la posguerra española. La otrora familia burguesa acoge a Carmen y le da cobijo, pero esta vez con todas las miserias y problemas económicos que resultan de la contienda. Barcelona es una ciudad gris y asolada que contrasta con los días de mar y la naturaleza exuberante que ha dejado atrás en las islas. En la Ciudad Condal se matricula en la carrera de Filosofía y Letras, pero solo cursa un año y medio. Sin embargo, allí forja —mujer de lealtades extremas— con Linka Babecka, hija de unos inmigrantes polacos, una de las amistades que marcaron su vida. llevarse ‘nada’ de aribau. Carmen se traslada, en 1942, de Barcelona a Madrid siguiendo a Linka y a su instinto y acompañada de un impulso. Sus huidas eran siempre producto de decisiones súbitas. En Madrid se aloja en casa de su tía materna Carmen y se matricula como alumna libre en la Facultad de Derecho. Tampoco esta vez acaba la carrera y vive con doscientas pesetas mensuales que le pasa su padre. Es su tía la que insta a Carmen a presentarse a un premio literario del Frente de Juventudes ante la falta de dinero para comprar un abrigo. Lo ganó. El germen de Nada está sembrado. Carmen va con una libreta a todas partes, callejea, toma notas y

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escribe. La mesa del comedor de su tía y las salas de lectura del Ateneo de Madrid son testigos del proceso de elaboración de la novela. Carmen se inspira en ambientes, personas y situaciones conocidas. De la casa de la calle Aribau está todo. Podemos adivinar la personalidad de su abuela, su relación con Linka, la frustración del amor perdido, su primer año de universidad e incluso el retrato de la madrastra que se repite a lo largo de su obra de una manera casi obsesiva. Los celos, el rencor, las calumnias y las sospechas en el seno de una familia que representa a un país: la España de los años cuarenta. Linka Babecka es la primera persona que lee el manuscrito de Nada y le habla a un amigo suyo editor, Manuel Cerezales, de la novela de Carmen. Cerezales es doce años mayor que Carmen y un lector asiduo de la biblioteca del Ateneo. Queda maravillado por la novela y le sugiere que la presente al premio Nadal. Su pequeño sello editorial no publica ficción pero, de no ganar el certamen, haría una excepción con Nada. Carmen se enamora de aquel hombre culto, soltero, profundamente católico, apuesto e inteligente que encarna los valores burgueses de la familia de la que la joven escritora procede y a los que es sensible. Un año después del Nadal se casa con Manuel Cerezales. ganar el nadal a los 23. En 1944 repatrian a los últimos divisionarios que permanecían en Alemania y nace el semanario de amenidades ¡Hola! Llegan a

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España las primeras dosis de penicilina y Luis Miguel Dominguín toma la alternativa en La Coruña. En 1944 se crea el premio Nadal de novela en homenaje al redactor jefe del semanario barcelonés Destino, Eugenio Nadal, fallecido en abril de ese mismo año. Unas horas antes del cierre de la convocatoria, en la redacción reciben un paquete con Nada. Se presentaron un total de veintiséis novelas y llegaron a la final tres: La terraza de los Palau, de César González Ruano; En el pueblo hay caras nuevas, de José M.ª Álvarez Blázquez, y Nada, de Carmen Laforet. El fallo del jurado, tres votos contra dos a favor de Nada, se hizo público la noche del 6 de enero de 1945. La noticia apareció al día siguiente en los periódicos junto a una fotografía de la autora. Carmen ganó 5000 pesetas y una atención mediática que nunca llegó a entender. Este hito marcó profundamente su existencia. Tenía veintitrés años y una formación intelectual poco sólida y había escrito la novela más emblemática de la posguerra española junto con La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela. La flamante ganadora del premio Nadal logra pasar la censura franquista y la obra se publica en mayo de 1945. En abril del 46 ya han visto la luz cinco ediciones y en 1948 la Real Academia Española le otorga el premio Fastenrath. La protagonista de Nada, Andrea, es una joven de dieciocho años que llega a Barcelona después de la guerra para estudiar en la universidad y se aloja en casa de unos familiares. La


sordidez de la atmósfera que describe y la bajeza en el comportamiento de los personajes enfadan a los parientes de Carmen, que se ven retratados. Laforet negó siempre en público que la novela fuera autobiográfica. La crítica recibe de manera entusiasta la capacidad de la joven para explicar el conflicto de un país y sus secuelas en la vida de una familia. «¿Qué es la calle Aribau sino la España de 1936?», escribió Miguel Delibes. El autor vallisoletano creía que Nada era pionera de lo que luego sería el objetivismo de Sánchez Ferlosio y otros autores de la generación del 50. Azorín también se muestra favorable y Juan Ramón Jiménez le habla de «la belleza tan humana de tu libro» en una carta publicada en la revista Ínsula en enero de 1948. Ve influencias de Pío Baroja y Unamuno en su prosa. lo que ocurrió después de ‘nada’. Entre 1946 y 1957 Carmen Laforet y Manuel Cerezales tienen cinco hijos. Carmen, un espíritu libre y alejado de cualquier convencionalismo, se decepciona pronto con las ataduras de la vida matrimonial y la maternidad. No reniega de ellas; ante el silencio de ocho años que se produce entre su primera novela y la segunda, explica que fue un periodo lleno de fecundidad, aunque durante los tres primeros no escribiera nada para el público. «Todo artista, si tiene familia, lleva una doble vida que es imposible de separar. Las dos son igual de importantes», declaró en una entrevista. Después comienza a enviar artículos y cuentos que considera «intrascendentes, casi confidencias». Lo hace para pagar facturas o el alquiler de la casa de vacaciones.

Carmen era una mujer solitaria en un mundo de intelectuales formado por escritores como Umbral y Cela. No tuvo el apoyo del ambiente literario que frecuentaban sus admiradoras Ana María Matute, Carmen Martín Gaite o Josefina Aldecoa. Cela llegó a vetar la presencia de Laforet en la revista Ínsula, validando de esta manera el talento de la escritora. Su segunda novela, La isla y los demonios, la publicó Destino en 1952 y la escritora aúna en ella el recuerdo idealizado de la Gran Canaria que vivió en su infancia con una trama de pasiones humanas. «la verdad me ha traspasado». El vacío espiritual del que participan los personajes de Nada no es ajeno a su autora. Carmen había sido bautizada y, vagamente, tenía conciencia de la existencia de Dios. Con ocasión de la amistad con dos grandes mujeres, a las que admira sin ambages, se empieza a interesar por las cuestiones de la fe. La ganadora del premio Nadal había crecido sabiendo que sería escritora. Su camino hacia la literatura y su vida tenían presente a Elena Fortún, creadora de la saga Celia, aun sin conocerla. Cuando entablan amistad, la autora —enferma de cáncer— se ofrece a rezar por Carmen y esta le pide que lo haga por su alegría interior, «que a veces pierdo desastrosamente». Su intercambio epistolar se mantuvo hasta el fallecimiento de la escritora infantil a los 65 años, en 1952. La otra mujer que espolea la religiosidad de Laforet es la deportista olímpica Lilí Álvarez. A Carmen, tan libre, le fascina que el espíritu indómito y pionero de la tenista esté sujeto con gozo y convencimiento a

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los dogmas de la Iglesia. La mezcla de audacia y paz en el sufrimiento de la ganadora del Roland Garros intriga a Carmen y la predispone a la lectura de libros religiosos. En diciembre de 1951, Elena Fortún escribe de manera premonitoria a Carmen Laforet: «Todo llegará. Un día cualquiera, cuando más descuidada se esté y menos se espere». Fortún llevaba un tiempo inquieta por Carmen pero desconoce el motivo. Sin lugar a dudas, las oraciones de ambas personalidades dan su fruto y Carmen recibe la gracia de la conversión. Tan solo días después de las palabras proféticas de la autora de Celia, Lilí Álvarez está rezando por Carmen Laforet en Los Jerónimos y esta acude a su encuentro en la iglesia. Charlan unos minutos y Laforet prosigue el camino de vuelta a casa. En un instante comprende todo. Lo oculto se revela en su mente con una claridad límpida. «Dios me ha cogido de los cabellos y me ha sumergido en su misma esencia —le escribió en una carta a Fortún—. Ya no es que no haya dificultad para creer… Es que no se puede no creer». Reconoce la naturaleza milagrosa de su experiencia mística y se maravilla ante la felicidad completa, nunca antes sospechada. Dios había salido al encuentro de su alma una tarde de diciembre, en una calle cualquiera de Madrid. Pese a la inefabilidad del acontecimiento Carmen escribe La mujer nueva (1955), una novela en la que la protagonista, Paulina, recibe la gracia de manera repentina. Su instantánea conversión años atrás

determina que su literatura sea un instrumento al servicio de Dios. La obra gana el premio Menorca y el Nacional de Literatura pero decepciona a los que alabaron la rebeldía de Nada y veían a Carmen como a una abanderada de la libertad. Sin embargo, lejos del sometimiento, al escribir sobre la conversión a la fe, demostraba no importarle lo que fuera moda o se esperara de ella. «Es una obra poco convincente artísticamente porque le falta perspectiva. Religiosamente, por lo mismo», escribió tiempo después a Ramón J. Sender, al que también explicó su alejamiento posterior, no tanto de la fe sino de la Iglesia, con la que se sintió desilusionada. Laforet se confiesa así a su amigo: «Para mí la cosa de Dios ha sido tremenda; primero como algo que vino de fuera, luego una búsqueda de siete años […]. Y luego otros siete años en los que estoy casi huida, de volver a mi ser, de encauzar todo a mi razón. Pero siempre encuentro a Dios en todas partes. A veces es como una locura tranquila. Si me voy a París, Dios está en París. Si voy a USA, Dios está en USA. Si creo que le he olvidado, me doy de narices contra Él». de cómo conoció a ramón j. sender. La relación con el escritor español Ramón J. Sender tiene mucho de curiosa y un poco de rara, como algunos definen a Carmen. Empieza con algunos desencuentros y acaba con una confianza íntima e inquebrantable. Tal y como era Carmen en la amistad. Solo se ven dos veces en


la vida; Sender —veinte años mayor que ella— está exiliado en los Estados Unidos, donde es profesor de Literatura Española en la universidad de Albuquerque. En octubre de 1947 lee Nada y queda tan impresionado que escribe a Laforet desde Nuevo México para felicitarla. Carmen no conoce al escritor y no responde. Casi veinte años después, el Departamento de Estado la invita a realizar un viaje por los Estados Unidos e impartir algunas conferencias; Nada es un fenómeno mundial que trasciende generaciones y no hay departamento de Hispánicas en el que la novela, la española más traducida junto con el Quijote y La familia de Pascual Duarte, no esté incluida en su lista de lecturas. Carmen recuerda entonces la misiva de Ramón J. Sender y contesta a la correspondencia que le debía desde hacía veinte años, proponiéndole conocerse a su paso por Los Ángeles. El autor no recibió esta carta hasta varios meses después, pero el encuentro, azarosamente, se produjo en ese viaje. Comenzó entonces una relación epistolar magnífica, preñada de confidencias y admiración mutua, que acabó en 1982 con la muerte del escritor aragonés. Sus experiencias en aquel viaje las plasmó en artículos que enviaba a la revista La Actualidad Española y en el libro Paralelo 35, editado por Planeta a modo de cuaderno de bitácora. después de dios y antes del fin. Tras perder la fe de manera tan súbita como había llegado, Carmen halla refugio en el Tánger cosmopolita de los años cincuenta, donde su marido trabajaba. Se une a un grupo de literatos que cohesiona Sanz de Soto

y entre los que se encuentran Paul y Jane Bowles y Truman Capote. Atisba un mundo bohemio transgresor que hasta entonces desconocía. Laforet vuelve a Madrid inspirada por su etapa en el país africano e inicia una trilogía: Tres pasos fuera del tiempo. En ella pretende contar la vida de un hombre en distintos escenarios de los últimos veinte años de España. Solo se publicó la primera parte, La insolación, en 1963. De ella se dice que es la novela mejor estructurada escrita por Carmen, emparentada en calidad con El Jarama de Sánchez Ferlosio. Finalizó el segundo tomo: Al volver la esquina. Lo envió a la editorial y recibió de vuelta las galeradas para su corrección. Carmen nunca remitió la obra terminada. Con La insolación habría acabado su producción novelística para siempre. Tenía 42 años. Pese a que trabajó en ella —se cree que la tercera parte, Jaque mate, llegó a estar esbozada en manuscritos—, la escritora no supo salir del bloqueo mental y creativo en el que estaba sumida. Un halo de misterio rodea su silencio literario, pero lo que es seguro es que nunca pudo volver a escribir pese a que lo intentaba continuamente. Acababa rompiéndolo todo. Los estudiosos de su figura creen que su éxito prematuro le creó una gran inseguridad porque ya no volvió a encontrar nada a la altura de su primera novela. Comienza un periodo de desasosiego para Carmen. Se aísla en una casa que alquila en Cercedilla para lograr la ansiada soledad. En la sierra madrileña pasea a sus perros y los vecinos creen, por su forma de vestir, que es forastera. A Carmen le encantaba sentirse extranjera en todos lados. Formaba parte de

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la libertad que perseguía. Al mismo tiempo, la esterilidad creativa y la necesidad de aislamiento empiezan a conjurar un nuevo fantasma: el deterioro de la vida matrimonial. separación y fuga. Carmen Laforet amó al hombre con el que tuvo cinco hijos. Le cautivaban su mente poderosa y sus bromas, con las que ella reía abiertamente, le atraía su encanto personal. En él buscó la seguridad y de él huyó persiguiendo la libertad. El binomio escritora-crítico literario no funcionó; Laforet sentía coartada su actividad creativa a su lado. Él pasó por momentos de penumbra, en los que la mantuvo al margen. Ella se posicionó sumisa frente a su criterio. El 11 de septiembre de 1971, Carmen Laforet cerró la puerta de la casa familiar en la calle O’Donnell y se fue como se iba de todos los sitios: con una sola maleta. No quería que su marido viviera en hoteles, «como tantos hombres tristes». Manuel Cerezales le ofreció un permiso notarial para que pudiera moverse y viajar como soltera a cambio de que nunca hiciera referencia en su obra a sus años de convivencia. La misma promesa que, en su día, le arrancó su padre. Esta cláusula añade un importante obstáculo a la sequía creativa que estaba sufriendo la autora de Nada y La mujer nueva. La anhelada libertad y sus constantes huidas no tienen el resultado que ella espera. Declara que siente una pereza invencible para escribir y que le horroriza, casi patológicamente, cualquier

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aparición en público. En 1971 llega a un acuerdo con ABC, donde escribía con mayor o menor asiduidad desde los años cincuenta, para colaborar en una serie de artículos a modo de diario personal. Las sesenta entregas nos acercan a las inquietudes de la autora en la época: la filosofía oriental, el naturalismo o los fenómenos paranormales. Carmen en constante búsqueda. Carmen tratando de llenar vacíos. En los viajes a Roma y a París entre 1970 y 1979 nunca cejó en el empeño de corregir el tomo de Al volver la esquina y de preparar dos nuevos libros. Durante su estancia en Roma trabó amistad con Alberti y con su compañera, María Teresa León. Eran vecinos del Trastévere, barrio en el que se instaló Carmen. Además frecuentaba a Paco Rabal y a Asunción Balaguer, consuegros suyos. Antes de regresar a España, Carmen encarga a un amigo enviarle una maleta que contiene sus últimos textos. Nunca fue posible recuperarla. grafofobia. «Grafofobia», le confesó a su biógrafa Roberta Johnson. La profesora norteamericana la invitó a dar conferencias en Estados Unidos, y cuidó de ella, ya debilitada física y mentalmente, durante el periplo. Parece ser que Laforet intuía, además, que comenzaba a padecer alguna enfermedad que mermaba sus capacidades cognitivas. Finalmente, los hijos de Carmen la acogen, y entonces su retiro es absoluto. Se niega a conceder entrevistas y recibir visitas. Las excepciones las hizo con su amiga Linka Ba-


el silencio y, de nuevo, dios. Carmen sufrió un alzhéimer que llevó a sus hijos, con los que había convivido alternativamente las últimas décadas, a internarla en una residencia geriátrica hasta su fallecimiento en 2004. Tras más de veinte años negándose a tener una reunión con Manuel Cerezales se produjo un cordial encuentro entre ambos. Carmen disfrutó los bombones que él le había llevado a casa de su hijo Agustín. Cerezales dudó de que le hubiera reconocido, la halló serena ante su presencia. Ella respondió: «Claro que sé quién eres. Eres Manolo». Las posteriores conversaciones fueron desiguales. Quizá la mente inescrutable y deteriorada de la autora vagaba por distintos recuerdos en cada uno de ellos. En la siguiente, tal y como lo cuenta su hija Cristina en Música blanca, Carmen no reconoció a su esposo y volvió a quedar subyugada por su encanto, probablemente volviendo a descubrir en él lo que le llevó a amarle. En la siguiente, actuó con displicencia, mostrándose disgustada.

Y el último. Sus hijos organizaron una comida familiar y cuando Carmen Laforet reparó en la presencia de Manuel Cerezales, de camino a su asiento, se detuvo ante su marido. Le tomó la mano y se la llevó a los labios acompañando el gesto de una mirada amorosa. Su hija escribe que le ha perdonado. Ahora es libre y ligera. Mientras recorre con ayuda los pasillos de la residencia, oye que en alguna de las habitaciones están asistiendo a la retransmisión de la misa. Con señas, Carmen pide entrar. Repite esta demanda durante varios días y una de sus hijas comprende su inquietud espiritual. Un sacerdote la conforta con los sacramentos de la confesión y la unción de enfermos. Su espíritu, al fin, encuentra la paz. A veces, un gusto amargo, un olor malo, una rara luz, un tono desacorde, un contacto que desgana, como realidades fijas nuestros sentidos alcanzan y nos parece que son la verdad no sospechada. Cuando ya no recordaba quién era le gustaban los helados y escuchar los versos del poeta onubense Juan Ramón Jiménez que encabezan Nada. Nt

EFE/LAFOTOTECA.COM

becka y con Carmen Martín Gaite, que cumplió así el sueño de cincuenta años de conocer a su maestra. La mujer atrapada en el éxito prematuro de Nada, la mujer asfixiada en el mundo estrecho de la clase media, cuyo espíritu estaba ebrio de libertad, la mujer que amaba reír. La mujer que exalta la amistad, que vivía de lealtades extremas y de grandes decepciones, la de la huida, la perfeccionista. La mujer que nadaba y sudaba sal. La mujer que amaba vagar siempre prefirió, en el fondo, vivir la vida en lugar de contarla.

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FIRMA INVITADA María Álvarez de las Asturias

Amores universitarios

bre el matrimonio (fidelidad, indisolubilidad y fecundidad) es consecuencia del amor: he descubierto que mi mundo es mejor porque tú existes, elijo estar contigo, todos los días, y este amor nos da vida y saca lo mejor de los dos. Las estadísticas —en España, la duración media de los matrimonios que se rompen es de poco más de dieciséis años— pueden llevar a creer que el «para siempre» es imposible. Pero se nos olvida que el matrimonio es un tipo especialísimo de amistad y, por lo tanto, se puede construir, como hacemos con otras relaciones. Esa tarea comienza en el noviazgo: un tiempo de conocerse y ver si, además del enamoramiento, se comparten los valores fundamentales sobre los que se quiere edificar la vida. Un noviazgo bueno no termina en boda necesariamente: lo importante es que acabe en la decisión libre y sensata de seguir adelante —casarse— o en ruptura, cuando se ve que no tiene sentido o no se quiere dar el paso siguiente. Los años universitarios son una ocasión privilegiada para El matrimonio puede resultar un horizonte aprender a cultivar relaciones sólidas porque los estudiantes se lejano en primero de carrera, pero siempre es enfrentan a situaciones que pueden favorecer este crecimiento. Por ejemplo, cumplir los compromisos, como estudiar, entrena buen momento para poner las bases. Los años en no seguir automáticamente los «Me apetece» sino compleuniversitarios son una ocasión privilegiada para mentarlos con el «¿Me conviene?». Estos dos aspectos, emoaprender a cultivar relaciones sólidas. ción y razón, son imprescindibles en las relaciones afectivas. Más la voluntad, que se ejercita estudiando con ganas y sin ellas, OS AÑOS EN LA UNIVERSIDAD son un regalo: una por la satisfacción de seguir el bien que uno ha elegido. época de preparación para la vida profesional, pero Establecer unas rutinas ayuda a centrarse y a integrar trabajo, también para formarse personalmente, poniendo las descanso, relaciones... y así resulta más fácil afrontar sin mucho drama los imprevistos (cambios de horarios, temas que entran bases de unas buenas relaciones afectivas. en el examen a última hora…), porque irrumpen sobre terreno Con la madurez intelectual, hay que buscar también la emotrabajado. Esto supone un entrenamiento para superar las cricional: aprender a reconocer los sentimientos sin tenerles miedo, sin dejar tampoco que gobiernen los propios actos, sino sis, que no son más que alteraciones de la situación existente y la necesidad de llegar a un nuevo equilibrio incorporando lo que aprendiendo a nombrarlos —a veces confundimos, por ejemha surgido como novedad. plo, tristeza con enfado, cansancio con tristeza...— y dirigiénPor otra parte, en los encontronazos con compañeros y prodolos hacia el bien y la belleza de relaciones verdaderas. Cultivamos las amistades cuando somos capaces de abrirnos fesores se aprende a respetar ideas distintas, a llegar a puntos de encuentro compartidos, a saber apreciar a la persona por encia los demás y compartir ilusiones, miedos, proyectos; cuando ma de las diferencias, a discutir y expresar los enfados sin atacar, no solo somos los amigos incondicionales para las noches de y a pedir perdón y perdonar. Estas herramienfiesta sino también en los momentos en que tas ayudan a resolver las dificultades y a lograr el otro tiene un problema; cuando damos lo LA PREGUNTA DE LA AUTORA una mejor comunicación, dos de los aspectos mejor que tenemos —en forma de tiempo, más importantes para el éxito en la pareja. energía, atención—. Unas actitudes igual¿Qué actitudes nos ayudan El matrimonio puede resultar un horizonte mente válidas para vivir el noviazgo y el a cultivar relaciones algo lejano en primero de carrera, pero siemmatrimonio pero que, en estos casos, se ven perdurables? pre es un buen momento para cimentar las como cargas en lugar de bienes, por la sospebases de una manera de vivir que sitúe a las cha con que consideramos los compromisos personas en el centro. Hay que ser valientes definitivos. para arriesgarse a amar, ya que eso nos hace Tal vez este rechazo tiene su origen en que vulnerables. Pero dejarse impactar por los la noción de matrimonio natural, que incluye otros, eso es amor. el «para siempre» entre sus aspectos esencia@NTunav les, ha desaparecido de la preferencia social y Opine sobre este asunto en de las leyes y solo permanece en la propuesta María Álvarez de las Asturias [MMF 08] es abogada, Twitter. Los mejores tuits se canonista y orientadora de familia. Dirige el Instituto de la Iglesia. Por eso muchas personas consipublicarán en el siguiente número. Coincidir. En 2021 ha publicado Más que juntos. Cómo deran que es algo que afecta exclusivamente a disfrutar del matrimonio desde el «sí, quiero». los católicos; pero lo que la Iglesia enseña so-

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Grandes temas Los últimos del frente

El alma de una guerra eterna

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Nacieron a 460 kilómetros de distancia y jamás se habrían conocido sin el estallido del conflicto del Donbás (Ucrania) en 2014. Una experiencia cercana a la muerte y un mensaje en Facebook transformaron su relación en el compromiso de salvar a una generación crecida bajo las bombas y el odio. La historia de Andrii Polukhin y Olga Vovk es la de un matrimonio joven en el frente de guerra, pero también el reflejo de un país que no se rinde a pesar de las derrotas. texto Fermín Torrano Echeandía [Com 18] fotografía Miguel Osés otoño 2021  Nuestro Tiempo —49


Grandes temas Los últimos del frente

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oscuras y con el frío invierno de un 18 de enero en el este de Ucrania, un coche se acerca al aeropuerto de Donetsk a recoger heridos. Sin tiempo para cargar los cuerpos de los soldados, el segundo disparo de un lanzagranadas impacta en el vehículo y el chófer comienza a arder. El automóvil está en llamas, la terminal está en llamas. Son ocho meses de asedio y más de ciento sesenta muertos. Apenas quedan tres días para la derrota a manos de los rebeldes prorrusos. Vova —así se llamaba el conductor— tan solo durará unas horas más. Su muerte y la llegada inesperada de un oficial de sus filas para preparar la última barricada con basura y escombros tiene un único significado: nadie acudirá al rescate de los aguerridos ucranianos. La escasez de agua apremia, la moral está por los suelos. «Empiezas a pensar en la muerte», recuerda Andrii Polukhin, capellán militar. Los días y las noches traen un goteo constante de nuevas bajas, y el material quirúrgico para las heridas más graves se termina. Entonces llega la calma. Quizás se pueda aguantar, quizás solo es cansancio, quizás Kiev envíe refuerzos. Son las 3:30 a. m. y hay un nuevo aviso: un convoy marcha hacia la terminal. Una hora después, el vehículo aparecerá. «Y empezamos a cargar», explica Polulkhin. Los cuerpos se apilan. La adrenalina mitiga el dolor del voluntario religioso, que lleva tres días con cortes en las extremidades. Cuando todo está listo para regresar al coche, el médico le obliga a marcharse. El espacio es tan reducido en el carro blindado que los cadáveres los atan al techo. Andrii se aprieta contra la puerta trasera. Poco después, escucha que el vehículo se detiene. Bombardean la carretera y no hay marcha atrás. El conductor acelera, los proyectiles explotan al golpear el suelo. Todo parece que va a salir mal. Minutos después, un soldado abre la puerta y Andrii cae al suelo. «¿Y tú qué haces ahí?», le pregunta. Él no responde, está tan cansado…

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lga Vovk entrechoca las sartenes mientras friega. La cama de su dormitorio se ha convertido en un improvisado expositor militar. Dice que prefiere no oír, pero se acerca de vez en cuando y matiza algunas palabras de su marido. Ha escuchado muchas veces la historia en la que Andrii estuvo a punto de morir. En aquel momento todavía no estaban casados, ni 50—Nuestro Tiempo  otoño 2021

siquiera eran pareja. Sin aquel providencial convoy que nadie esperaba ya, Olga jamás le hubiera escrito a través de Facebook un mensaje que dio inicio a una amistad fraguada en una iglesia de Kiev y que acabó en boda tres años más tarde, en 2018. Desde entonces, viven en el único apartamento con luces de colores de la triste Svitlodarsk, una ciudad industrial de once mil almas en el frente ucraniano. A pesar de su juventud —veinticinco años ella y cinco más él— saben que está en juego el futuro de su país y el de una región que lleva desde 2014 hundiéndose en las trincheras. Un conflicto que, según Naciones Unidas, ha dejado cerca de catorce mil muertos y que paradójicamente les ha unido para siempre. La de Olga Vovk y Andrii Polukhin es la historia de una artista bohemia y un capellán militar protestante. La de una chica del oeste y un chico de la capital. La de una hija de militares ucranianos y el vástago de un inmigrante ruso. La de una voluntaria que trata de


—Una ciudad gris. Svitlodarsk es una localidad industrial donde viven 11 000 personas. En 2013, 12 000, y antes, más. La cercanía del frente la está despoblando. —Capellán militar. Andrii Polukhin se alistó como voluntario religioso en el Ejército ucraniano. Su primera misión, en 2015, fue el sitio del aeropuerto de Donetsk.

curar las heridas emocionales de los más pequeños y un héroe de guerra herido en combate. Su batalla constante —quizás estéril— puede compararse con la memorable resistencia del ejército ucraniano en el aeropuerto de Donetsk entre mayo de 2014 y enero de 2015. Fueron ocho meses de asedio y muerte que terminaron en derrota pero que levantaron el orgullo de una nación.

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o sé quién defiende el aeropuerto, llevamos tres meses sin poder echarlos […] Hemos disparado multitud de misiles y se esconden en los túneles subterráneos. No sé quiénes están allí, pero no son humanos. Son cyborgs». Había desesperación en el mensaje que los ucranianos interceptaron a un militante separatista de la autoproclamada República Popular de Donetsk. Pero también respeto hacia un grupo de

soldados y voluntarios que soportaron doscientos cuarenta y dos días de sitio. En aquel edificio destruido empezó la vida militar de Andrii en 2015, sustituyendo al anterior capellán, al que en menos de veinticuatro horas hirieron gravemente. Las paredes de la terminal temblaban por los impactos de los tanques. Los ojos de los veteranos revelaban que algo no iba bien. La torre de control se había desmoronado. Al tercer día en aquella ratonera, la metralla de un proyectil impactó en los hombros y las piernas de Andrii. Quedaban cinco jornadas para la victoria prorrusa —o «los terroristas», como él prefiere llamarlos— y medio centenar de hombres sucios y exhaustos permanecía arrinconado en una esquina del aeropuerto. Mientras unos le gritaban que se resguardara, él decidió exponerse para salvar a un compañero maltrecho que yacía en mitad de la sala. Aguantó tres días más pertrechado con su chaleco antibalas de veinte kilos. La última madrugada, otoño 2021  Nuestro Tiempo —51


Grandes temas Los últimos del frente

—Algo de color.. Andrii y Olga se casaron y viven dedicados a los niños del frente. Su piso, lleno de color, contrasta con el tenebroso gris soviético de la ciudad. —Arteterapia. Olga es licenciada en Bellas Artes. En la ONG, ella ayuda a los niños del Donbás a reconciliarse con la vida a través de la pintura.

pasadas las 4:30, un vehículo llegó hasta su posición para evacuar heridos y cadáveres. Le obligaron a montar. Fue el último en subir al vehículo, el penúltimo carro que abandonó aquel infierno. El restó de los militares ucranianos terminaron muertos o capturados por el enemigo.

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n su galardonado El encanto de la batalla, Cathal Nolan, director del Instituto Internacional de Historia de la Universidad de Boston, explica cómo el término «decisión» es más útil para analizar el resultado de una guerra que el concepto de victoria o derrota. Lo que vuelve decisivas a muchas contiendas —teoriza— no es el éxito, sino su capacidad para generar cambios a través de decisiones políticas y sociales. Quizá fuera ese, precisamente, el logro de los cyborgs en Ucrania, tras casi un año apilando féretros

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a lo largo de la línea del frente. Si aquel puñado de hombres sobrepasados en número resistió en la «pequeña Stalingrado», ¿por qué no iban a poder miles de voluntarios con meses de experiencia? ¿Qué pasaría cuando el Gobierno profesionalizase el Ejército gracias al impuesto creado en 2014 para sufragarlo? Sus pírricas victorias antes de la derrota final más la negativa a rendirse definen muy bien el espíritu de la sociedad ucraniana. Un pueblo que en 2004 anuló el resultado de unas elecciones amañadas gracias a sus protestas en la llamada Revolución Naranja. Una nación que diez años después obligó a huir en helicóptero a Viktor Yanukovych, entonces presidente, tras incumplir sus promesas de acercamiento a la Unión Europea. La represión del Maidán dejó un centenar de muertos en las calles de Kiev y Moscú lo aprovechó para invadir Crimea y apoyar la ocupación de Donetsk y Luhansk. El Donbás, como se conoce la re-


En esta calma tensa, los ejércitos llevan años en las mismas posiciones y los desplazados internos —menos de 800 000 a finales de 2020— se han reducido a la mitad. Mejoras que no podrían comprenderse sin la ayuda internacional y el apoyo económico estadounidense, pero tampoco sin la decisión que tomaron miles de ciudadanos de a pie al lanzarse a las trincheras para defender la integridad territorial de su país. En aquellos días, cientos de voluntarios organizaron la ayuda humanitaria, y chicos con cara de niño murieron con fusiles en mal estado entre los brazos. Al mismo tiempo, la división identitaria se propagó de la mano del odio por todo el Estado. La toponimia, el idioma e incluso el acento siguen siendo motivos de sospecha. Cualquier vecino que esté viendo la televisión rusa —teóricamente bloqueada desde Kiev—se hace candidato a que lo consideren un espía. A alguien que esté hablando ucraniano se le tilda de banderivtsi, o fascista, en referencia a Stepan Bandera. Este líder nacionalista es una de las figuras más polémicas en la historia ucraniana: terrorista nazi para unos; promotor de la independencia contra la URSS y Alemania para otros. Por eso, en las poblaciones del frente que están fuera de tiro, las bombas preocupan menos que las miradas, los comentarios y los escupitajos. Las primeras se escuchan, todo lo demás duele. gión, da nombre a un conflicto que ha estado a punto de saltar por los aires siete años después de su inicio. En abril de 2021, Rusia desplegó más de cien mil efectivos en la frontera, mientras las bajas de las fuerzas armadas ucranianas aumentaban en un goteo lento pero incesante. Con la Unión Europea mostrando su «profunda preocupación» ante la mayor movilización de tropas desde 2014, Ucrania presionó sin demasiado éxito para acelerar su entrada en la OTAN. Desde entonces, los informes de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) revelan cientos de violaciones diarias del alto al fuego. Una misión de transparencia y vigilancia que puede haber terminado; el 30 de septiembre de 2021, Rusia no renovó el acuerdo para que el organismo continuara trabajando en el territorio ocupado y su frontera. En Kiev alertan de que una guerra abierta podría estallar en cualquier momento.

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bril de 2021. Se tapian algunas ventanas en el este. Los estallidos suenan cada vez más cerca. La cadencia de los disparos se ha incrementado en las últimas semanas y todas las conversaciones giran en torno a la guerra. Olga resopla: está agotada. Ya no tiene ganas de hacer el tonto como hace dos años. Teníamos la misma edad —23— y la noche anterior a viajar a Svitlodarsk quiso enseñarme la «música tradicional» del Donbás. El mensaje de voz parecía vacío hasta que las explosiones empezaron a acumularse: pum, pum, pumpum, pum... El audio terminaba con una carcajada y susurrándole a un gato. No estaba loca. Días después comprendí que tan solo era una persona feliz en un lugar violento. Ahora está asustada y harta de las continuas «agresiones rusas». Ya no ríe, y sus ojos tristes se encienden únicamente al hablar de su marido y al cruzar la otoño 2021  Nuestro Tiempo —53


Grandes temas Los últimos del frente

puerta de VPN, la organización que montaron cinco jóvenes que soñaban con cambiar el mundo a través de la infancia. El nombre hace referencia a las redes privadas virtuales, una forma de navegar en internet lejos de la vigilancia de los algoritmos. Es una metáfora de un espacio en el que ser libre, sin importar el origen o el pasado. Una antigua sucursal bancaria convertida en un local seguro donde la ideología y las diferencias económicas no caben. Organizan talleres, conciertos, noches de cine y seminarios con profesionales. Utilizan la biblioteca, los ordenadores o los juegos de mesa como medios para alejar del rencor a los más pequeños. Son víctimas de la guerra, pero también de familias sumidas en la pobreza, el alcohol y las drogas. Hay entre esos niños biografías como la de Daniel, de once años, que pesca en el lago y vende en el mercado para alimentar a sus parientes y a los perros abandonados de la ciudad. O la de Vlada, una chica de catorce que solo tiene dos amigas —el resto huyó cuando cayeron las primeras bombas— y ahora teme quedarse sola. Son historias llenas de grises que se pintan en negro, por eso Olga trata de abordarlas con arteterapia desde hace un año, gracias a un proyecto con Voices of Children, otra ONG del frente ucraniano. «En Toretsk, por ejemplo, tenemos un chico que no deja de dibujar personas ahorcadas en árboles y siempre con tonos oscuros —cuenta bajando la voz—. Al principio era un poco escéptica con esto, pero he visto cómo cambian a la vez la paleta de colores y los temas de conversación. Me siento con ellos, les escucho, les animo y luego traslado mis impresiones a la psicóloga para planificar el trabajo». Ahogada por la emoción de estas historias, Olga intenta ser fiel a unos versos de la poeta Lesya Ukrainka que lleva tatuados en su cuerpo: «Cuando no lloro, hago bromas». Y sonríe al reconocer que las sesiones pueden llegar a torturar a una licenciada en Bellas Artes. «Para mí es lo contrario a terapia: no puedo ver algunas mezclas o fallos. ¡A veces me quiero tirar del pelo!». Sin embargo, hay orgullo en sus palabras. Al hablar de los menores regresa la vitalidad que los meses de pandemia, alejada de los niños, parecen haberle robado. No es sencillo, asegura, seguir peleando a 1300 kilómetros de su hogar, sin más amigos que su marido y el pastor que coordina la organización. Menos aún cuando figuras relevantes, como el director del colegio, les dicen a las familias que «los ucranianos de VPN asesinan a niños». 54—Nuestro Tiempo  otoño 2021

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e acaba el grechka —trigo sarraceno— de la cena, también la tarta, y Andrii Shutkevych se balancea en la hamaca del cuarto de estar de la pareja. Es el líder del centro juvenil y la única amistad de la familia en Svitlodarsk. El grupo lo completaban Aleksandr y Alla, otro matrimonio forjado en el frente. Sin sueldo fijo y con un segundo hijo a punto de nacer, decidieron marcharse en 2019, después de tres años de acoso vecinal. En una población mayoritariamente prorrusa, todos sabían que él era un desplazado por la invasión de Crimea. Lo mismo ocurre con el pasado militar de Polukhin y la procedencia de Olga. Un juicio público que se ha reducido con los años, aunque siguen sufriendo al ir a comprar el pan. «Nadie ha dicho que vivir aquí sea fácil. Mis amigos pensaban que había perdido la cabeza, no me entendían, pero cuando me trasladé sabía que era


—La ventana indiscreta. En Svitlodarsk, donde el 75 por ciento de los habitantes habla ruso, el idioma y la procedencia resultan siempre sospechosos para alguien. —Una vieja sucursal. Las oficinas que ocupaba un banco son el local donde la ONG VPN desarrolla sus actividades con los niños del frente de guerra.

duro: yo venía a una región con problemas para ayudar a niños que ni entienden ni son responsables de la situación política del país —explica Olga—. Vivir en el frente tiene un coste para ellos. Necesitan personas, programas, educación para tener otra mirada. Necesitan apoyo psicológico». Del precio que ellos pagan no dicen nada. Rehúyen hablar de sí mismos tras años rodeados de personas que no disponen de la oportunidad de empaquetar todo y empezar una nueva vida en la otra punta del país. No obstante, el sacrificio es alto: ambos descartan formar una familia en esta ciudad. «Cada año pensamos que es el momento de marcharnos, aunque mientras sintamos que somos útiles nos quedaremos. Un año, dos… los que sean. Cuando veamos que no hacemos falta o que otras personas de aquí pueden encargarse, será la señal de que ha llegado nuestra hora —confiesa Andrii—.

Este no es un buen lugar para criar a un hijo. A pesar de todo, no hay que temer vivir en lugares incómodos. Tiene desventajas y es peligroso, pero somos humanos y podemos ayudar a los demás». Sin embargo, las fuerzas flaquean y reconocen en privado que la tentación de rehacer su vida en la capital aumenta mes a mes. Son muchos los días en los que Andrii y Olga dudan de una labor cuyos resultados ni siquiera alcanzan a intuir. ¿Cuándo da frutos la semilla de la educación? ¿Cómo medir el efecto terapéutico en la vida de un niño? ¿Qué proporción de éxito compensaría el esfuerzo de tiempo y dinero? Preguntas sin respuesta en el sofá de un matrimonio que, al igual que sus compatriotas del Maidán o el aeropuerto de Donetsk, no está dispuesto a arrojar la toalla. Su refugio es Dios, y la batalla, sacar adelante a una generación olvidada a las puertas de Europa. Nt

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CAMPUS

becas Alumni se pudieron conceder a estudiantes de más de veinte países durante el curso 2020-21 gracias a todas las donaciones recibidas. El programa distribuyó 2,8 millones de euros con una beca media de 7725 por alumno.

NOS VISITARON CARLOS PARRY

Government Affairs Head de AstraZeneca

[10.11.21 Facultad de Derecho] Con transparencia, honestidad y empatía. Así es como deben afrontarse las crisis de reputación, según Carlos Parry, Government Affairs Head de AstraZeneca. El director de la fundación de esta compañía intervino en la I Semana de Asuntos Públicos, organizada por la Facultad de Derecho de la Universidad en colaboración con Kreab. Meses antes, cuando los efectos secundarios de las vacunas de AstraZeneca llenaron portadas y titulares, esta firma farmacéutica, que buscaba «contribuir a la erradicación de la pandemia para ayudar a la sociedad», se vio inmersa en una profunda crisis. Para recuperar la confianza fue clave hallar un punto de encuentro con la estrategia del Gobierno de España: la necesidad de donar vacunas. Actualmente, AstraZeneca distribuye dosis a 170 países de todo el mundo.

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SANTI NOLLA

PATRICIA PHELPS DE CISNEROS

m. montilla - mundo deportivo

mauricio donelli

[21.10.21 Centro de Estudios Olímpicos] «Ahora mismo un perió-

[11.10.21 Museo Universidad de Navarra] Como promotora de

Director de Mundo Deportivo

dico deportivo no es sostenible sin fútbol, pero las buenas historias harán que otros deportes comiencen a tener más visibilidad». Esta fue una de las conclusiones que Santi Nolla, director de Mundo Deportivo desde 1991, compartió con los asistentes al Foro Deporte y Sociedad, organizado por el Centro de Estudios Olímpicos en colaboración con ADESP y patrocinado por Caixabank. Nolla habló de cómo ha evolucionado la comunicación del deporte en las tres últimas décadas y reflexionó sobre el exceso de información. A su juicio, la prensa debe «ayudar a interpretar» los numerosos impactos que se difunden a través de diversos canales para «ofrecer una información que no esté manipulada». Durante su visita al campus, el periodista también mantuvo un encuentro con alumnos de la Facultad de Comunicación.

Coleccionista e impulsora de la Fundación Cisneros

educación y de arte desde los años setenta, Patricia Phelps de Cisneros suele trabajar con museos universitarios como el de Harvard. En España «no es algo tan común» y por eso quiso donar piezas de fotografía latinoamericana de su colección para apoyar al Museo Universidad de Navarra en 2018. Aquellas obras han protagonizado este curso los Trabajos de Fin de Máster del Master in Curatorial Studies y Phelps de Cisneros participó en su defensa. «La relación entre arte, museo y academia es algo fundamental. Del arte se aprende a pensar, a sentir, a comunicar, y me parece que este modelo une teoría y práctica de manera ejemplar», comentó. La coleccionista venezolana considera que el arte es «un espacio de libertad y de pensamiento crítico» que la sociedad necesita «para crecer y desarrollarse».

ADOLFO SUÁREZ ILLANA

Presidente de la Fundación Concordia y Libertad

[17.11.21 Foro Universidad de Navarra] Más de un centenar de

alumnos escucharon en el aula 6 de la Facultad de Comunicación a Adolfo Suárez Illana en el acto de apertura del congreso anual Foro Universidad de Navarra (Forun), que lleva por título en esta edición «Reconstruyendo juntos. El valor de las relaciones humanas». El presidente de la Fundación Concordia y Libertad destacó en su ponencia el espíritu de la Transición española como solución para sanar heridas y unir a la ciudadanía en momentos convulsos. «El secreto de la convivencia está en la renuncia a la exigencia máxima, en dejar espacio a la discusión», señaló Suárez. Asimismo, recalcó que solo basándose en los principios se consigue «despejar temores para defender lo razonable y lo fundamental». Porque «quien obra renunciando a sus principios está dejando que otros impongan los suyos».


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estudiantes de grado han comenzado el curso 2021-22 en los campus de Pamplona y San Sebastián. El 29,1 por ciento de las más de 2300 nuevas matriculaciones corresponde a alumnos internacionales.

ALFOMBRA ROJA

EFEMÉRIDE

Se cumplen cincuenta años de la llegada de Cambridge a Pamplona El Instituto de Idiomas de la Universidad celebra este curso el cincuenta aniversario del centro de exámenes de Cambridge. José Dawid, entonces director del Instituto (en la imagen), y su esposa, la profesora Diane Milner, secretaria local de Cambridge, lo inauguraron en 1971. Fue el primer centro examinador en Navarra y el séptimo de España. Desde ese año, se han realizado más de cien mil exámenes. En la actualidad, el campus acoge a alrededor de seis mil aspirantes cada curso.

¿Cómo valoran su paso por la Universidad los antiguos alumnos? 4,45 sobre 5 es la nota con la que los alumni califican su experiencia en el campus. Además del grado de satisfacción global, los resultados de la primera encuesta lanzada por la Universidad a finales del curso 2020-21 han permitido conocer las necesidades formativas de los antiguos alumnos y la relación que mantienen con su alma mater, entre otros aspectos. «Si eres alumni, tienes mucho que decir» fue el lema elegido para la encuesta, que logró reunir la opinión de 7626 titulados. «QuestiUN» ha ayudado a constatar que los antiguos alumnos tienen una percepción muy positiva sobre la formación académica recibida en la Universidad, valorada con un 4,44 sobre 5. La recomendación para estudiar en su Universidad es también muy alta, con un indicador de 8,84 sobre 10. Acerca de la demanda de apren-

dizaje continuado y actualización profesional, el 75 por ciento de los participantes expresa su deseo de seguir formándose en la Universidad de Navarra. Sergi Molas [MGEC 05], director de la Oficina Alumni, afirma que «gracias a estos datos, estamos trabajando, en colaboración con las facultades y escuelas, en un plan de acción para satisfacer las necesidades de los egresados». Este plan, que se comienza a implantar a lo largo del curso, consta de varios proyectos orientados a facilitar el networking entre los graduados, poner en marcha una plataforma de mentoring, generar nuevas oportunidades de colaboración con la Universidad, ampliar la oferta de formación continua, así como personalizar los servicios teniendo en cuenta la variedad de perfiles de los antiguos alumnos.

ALUMNI

¿Conoces «Punto de encuentro»? Desde noviembre llega a nuestra bandeja de entrada cada quince días «Punto de encuentro», la nueva agenda de eventos que recoge toda la oferta de actividades formativas, culturales y de empleabilidad dirigidas a antiguos alumnos.

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CAMPUS

PUBLICACIONES

PREPARANDO EL CURSO 2022-23

El nuevo grado en Lengua y Literatura que la Facultad de Filosofía y Letras pondrá en marcha el próximo curso integra en una única oferta lo mejor de los grados en Filología Hispánica y en Literatura y Escritura Creativa. Además de ofrecer formación filológica, incluye dos diplomas de especialización en Escritura Creativa y en Ciencias del Lenguaje.

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6 El Máster en Cristianismo y Cultura Contemporánea es un programa único en España que la Facultad de Filosofía y Letras lanzará en septiembre de 2022 en colaboración con la Facultad de Teología, el Instituto Core Curriculum, el Instituto Cultura y Sociedad (ICS) y el Grupo Ciencia, Razón y Fe. Tendrá un formato semipresencial que combinará clases en el campus de Madrid una tarde a la semana y contenidos online. El Máster en Práctica Avanzada de Enfermería en Oncología comenzará a impartirse el próximo curso en el Campus de Posgrado de Madrid. El programa se orienta fundamentalmente a profesionales que trabajan en el ámbito de la oncología y ven necesario ampliar su formación con un máster que los sitúe como referentes en el cuidado del paciente y de su familia.

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1. Riverview es la primera novela de Álvaro González Alorda [Com 96 PDD-IESE 06]. El consultor empresarial relata la metamorfosis de Sara, que tras años de silencio decide retomar el contacto con una de sus mejores amigas. Una historia esperanzada para comprender los retos de los habitantes del impetuoso siglo xxi. 2. Jaime Sanz Santacruz, capellán de la sede de posgrado de la Universidad de Navarra en Madrid, describe en Reilusiónate treinta posibles causas de desilusión que pueden presentarse en el camino de la vocación cristiana y sus correspondientes remedios. 3. En el silencio de la madrugada, Teresa Gutiérrez de Cabiedes [Com 99 PhD 06] se sumergió en un viaje interior meditando los misterios del rosario de la mano de san José cuando no lograba rezar por un enfermo grave de covid. De esa experiencia que ha marcado su vida da cuenta en San José, ¿rezamos juntos? 4. El yo y sus metáforas es un regalo que Rosa Montenegro [Pedg 87] hizo a su marido en sus bodas de oro. Como dice la autora, se trata de un libro sobre antropología para saborear a «sorbos cortos», para adentrarse en un periplo «submarino, hacia dentro, a veces costoso». 5. Después de cinco años de investigación, el catedrático de Historia Económica Rafael Torres Sánchez desmonta en Historia de un triunfo el mito de la decadencia de la Armada española en el siglo xviii. Alejado del «fatalismo de la derrota de Trafalgar», el profesor defiende que la Armada fue una de las mayores palancas de riqueza que tuvo España en esa época. Los cuatro mil ejemplares de la primera edición se agotaron en solo quince días. 6. El Libro Blanco de la Influencia Responsable nace en el marco de un proyecto europeo para facilitar un uso seguro del ecosistema digital. Es una iniciativa de iCmedia, en la que ha participado ISEM Fashion Business School como partner académico. La profesora Patricia SanMiguel ha coordinado esta guía que se puede conseguir online (influencerstrustlabeleu.org).

¿CONOCES «CUENTA»?

La editorial Graviola ha publicado Cuenta, una antología que recoge 18 relatos de 18 voces jóvenes españolas y latinoamericanas. Los estudiantes de la Facultad de Comunicación están acompañados por tres profesores: Beatriz Gómez, Josean Pérez y Antonio Martínez Illán.


CON NOMBRE PROPIO

Un prototipo de vacuna frente al covid-19 nacido en la Universidad Investigadores del Cima y de la Clínica Universidad de Navarra han desarrollado un prototipo de vacuna frente al SARS-CoV-2 cuya eficacia se ha confirmado en un modelo animal. Los resultados de este estudio, publicado en la revista especializada Emerging Microbes and Infections, han dado lugar al registro de una patente. Dada su facilidad de desarrollo, puede ser una alternativa en países que todavía no tienen acceso a una vacuna. El proyecto se ha realizado gracias a la financiación del Gobierno de Navarra, entre otras instituciones e iniciativas solidarias.

¿Cuáles son las áreas de mejora de los cuidados paliativos en el mundo? El Observatorio Global de Cuidados Paliativos ATLANTES del Instituto Cultura y Sociedad ha coordinado para la Organización Mundial de la Salud un conjunto de indicadores para evaluar y monitorizar el desarrollo de cuidados paliativos en el mundo. El trabajo, presentado en octubre en el Congreso Mundial de Cuidados Paliativos, recuerda que cada año 56,8 millones de personas necesitan estos cuidados y que 2,5 millones de niños mueren con sufrimiento derivado de una enfermedad.

LOS MÁS CITADOS

Los investigadores Ignacio Melero, Miguel Ángel Martínez-González, Jesús San Miguel y Pascual Berrone repiten su presencia entre los más citados del mundo según Clarivate. La lista, elaborada siguiendo el índice de citación de Web of Science, destaca a 6602 científicos de más de setenta países; 109 de ellos, españoles.

Jesús San Miguel [Med 76], director de Medicina Clínica y Traslacional de la Universidad, director médico de la Clínica y director científico del Cima, ha sido distinguido con el Premio Nacional de Investigación Gregorio Marañón de Medicina. También ha sido galardonado por la Real Academia de Artes y Ciencias de Holanda. César Izquierdo [Fia 76 PhD 88 Teo 77 PhD 80], director de la revista Scripta Theologica y vicedecano de la Facultad de Teología, ha sido nombrado por el papa Francisco nuevo miembro del Pontificio Comité de Ciencias Históricas del Vaticano. Luis Montuenga [Bio 81 PhD 84], investigador sénior del Cima Universidad de Navarra y decano de la Facultad de Ciencias, ha obtenido el I Premio de Investigación de la Lung Ambition Alliance España. El proyecto, dotado con 60 000 euros anuales, estudia cómo detectar de manera personalizada el riesgo de sufrir cáncer de pulmón. Luis Chiva, director del departamento de Ginecología y Obstetricia de la Clínica Universidad de Navarra, ha sido elegido por el American College of Surgeons como uno de los diez cirujanos más destacados del mundo. Es el segundo ginecólogo español que recibe el reconocimiento de Honorary Fellow desde 1913. otoño 2021  Nuestro Tiempo —59


CAMPUS Green Flag Award. Por cuarto año consecutivo, el campus de Pamplona ha sido elegido como una de las mejores zonas verdes de Europa. En su edición de 2021, el Green Flag Award ha entregado 29 premios en ocho países, después de valorar 2297 candidaturas. En España, han sido reconocidos otros tres parques.

javier arias

REPUTACIÓN

Global Alumni Reunion del IESE: transitar juntos hacia un mundo más sostenible La Global Alumni Reunion, celebrada del 11 al 13 de noviembre en el nuevo edificio del IESE en Madrid, ha transmitido un mensaje claro: la sostenibilidad debe incardinarse en el mismo corazón de las empresas mediante una acción inmediata, colaborativa e integral. De manera presencial y online, los más de cinco mil inscritos pudieron escuchar a una treintena de referentes del ámbito de la empresa, el pensamiento y la política que inspiraron un cambio global sostenible.

La primera universidad española en el ámbito del derecho. El ranking por áreas de Times Higher Education (THE) califica a la Facultad de Derecho como la mejor de España en docencia, investigación, impacto de su investigación (citas académicas) y enfoque internacional. La Universidad se encuentra entre las cien primeras del mundo en derecho, en la posición 67. En el podio nacional en el ámbito de la salud. La Universidad de Navarra es la tercera de España en el ámbito de la clínica y salud del ranking británico THE por áreas. Según los indicadores, ocupa el primer puesto nacional en cuanto a los ingresos de investigación procedentes de la industria y segunda por impacto de la investigación, medida por el número de citas que obtienen los artículos publicados por sus profesores. Líder en el impacto de la investigación en las áreas de medicina y enfermería. Para llegar a esta conclusión, el informe anual de la Fundación CYD ha considerado el número y la calidad de citas que recibe en otras publicaciones académicas. Asimismo, la Universidad de Navarra es la primera de España en orientación internacional y se encuentra en el top ten en indicadores de rendimiento en enseñanza y aprendizaje. 60—Nuestro Tiempo  otoño 2021

El grado en Diseño, ganador del premio Nueva Bauhaus Europea El grado en Diseño de la Escuela de Arquitectura ha sido galardonado con el premio New European Bauhaus en la categoría Modelos Educativos Interdisciplinares. Entre dos mil candidaturas, otros tres proyectos del centro académico resultaron finalistas: el campus de la Universidad, el Máster en Diseño y Gestión Ambiental de Edificios y el Museo. La New European Bauhaus, iniciativa de la que la Universidad es socia, fomenta un desarrollo común y sostenible desde la colaboración y el saber hacer de los distintos agentes públicos y privados de Europa.

EMPLEABILIDAD

La Universidad de Navarra es la 41.ª en empleabilidad del mundo, según el ranking de Emerging para Times Higher Education. El dato representa una mejora de cuatro posiciones respecto a la edición anterior y sitúa a la Universidad como segunda de España, entre los siete centros nacionales que han conseguido clasificarse.


LAPIDARIUM

carlos naya, director de la escuela superior de arquitectura

«Navarra está en las mejores condiciones para ser una región faro sobre el futuro de la edificación y el diseño» Del artículo «El arquitecto de una sociedad mejor», publicado el 16 de octubre de 2021 en Navarra Capital.

La Fundación IEISA renueva el convenio de Matching Funds y celebra su cuarenta aniversario de nuevos benefactores, es decir, por cada euro recibido, la fundación aportará otro, hasta un máximo de 300 000 euros. Para celebrar su cuarenta cumpleaños, la Fundación IEISA reunió a más de un centenar de amigos en el edificio Alumni del campus de Madrid. El evento contó con la participación de los tres últimos rectores de la Universidad —José María Bastero, Ángel J. Gómez Montoro y Alfonso Sánchez-Tabernero—, que conversaron sobre la institución universitaria, su misión en la sociedad y hacia dónde se dirige. Sánchez-Tabernero resaltó que el proyecto de la Universidad, basado en el mensaje cristiano, solo ha sido posible por los amigos: «Estamos aquí por ellos». Antes de finalizar el acto, cuatro antiguos becarios alumni compartieron su testimonio y agradecieron la generosidad de los donantes.

PREMIO BRAJNOVIC

La Facultad de Comunicación entregará el 17 de febrero de 2022 el Premio Luka Brajnovic a título póstumo a David Beriain [Com 99], asesinado el 27 abril de 2021 en Burkina Faso. El acto académico irá acompañado de diversas iniciativas en las que participarán amigos y compañeros del periodista navarro.

ricardo piñero, catedrático de estética y teoría de las artes

«Si prescindimos de la verdad, de los otros, del bien, construimos una sociedad al margen de las grandes cuestiones filosóficas, que son las grandes cuestiones del ser humano» Del vídeo con motivo del Día Mundial de la Filosofía, celebrado el 18 de noviembre de 2021.

alfonso sánchez-tabernero, rector de la universidad de navarra silvia penco

Cumplir cuatro décadas es un buen momento para mirar atrás y hacer balance de la colaboración entre la Fundación IEISA y la Universidad de Navarra. Como resumió Alberto Horcajo, presidente de la Fundación, durante este periodo han impulsado la puesta en marcha del centro de investigación Cima Universidad de Navarra y han destinado más de 26 millones de euros a becas de grado y posgrado, facilitando así que estudiantes brillantes, pero con escasos recursos, puedan realizar sus estudios en la Universidad. Un afán que mira también al futuro porque, en el contexto del aniversario, la Fundación anunció la renovación por tercer año consecutivo del convenio de emulación o Matching Funds para el programa de Becas Alumni. Este acuerdo tiene como objetivo incentivar las nuevas donaciones al igualar la cantidad que se reciba

«En Navarra sumamos fuerzas; colaboramos desde el ámbito público y privado porque así prestamos un servicio mejor a los ciudadanos» De la intervención en el acto de apertura de curso, que tuvo lugar el 3 de septiembre de 2021.

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Campus Los de la maleta

Natalia López-Moratalla: «He visto el nacer de la bioquímica: apasionante, preciosa. A mí me gusta la vida» Natalia López-Moratalla estudió Ciencias Químicas en Granada y es catedrática de Bioquímica y Biología Molecular. Pionera, la segunda de España. También fue vicerrectora junto con Alfonso Nieto y Francisco Ponz. Recibió la Medalla de Oro de la Universidad por su defensa de la vida. A la búsqueda del conocimiento de ese origen consagró su carrera científica. texto Victoria De Julián [Fia Com 21] fotografía Archivo Fotográfico Universidad de Navarra y Manuel Castells [Com 87]

el profesor esteban santiago camina nervioso, de un lado a otro, por los pasillos de los laboratorios de Ciencias. Dirige la tesis de Natalia López-Moratalla, que ha pasado meses triturando cientos de kilos de cáscaras de calabaza. El trabajo investiga la Localización de componentes de la cadena respiratoria en partículas submitocondriales. O sea, cortar por la mitad una mitocondria y ver dónde se sitúan ciertas moléculas. —Echaba ácido ascórbico para partir la mitocondria —explica—. Pero luego no quería que se metiese dentro sino, con precisión, quitar un compuesto que me estorbaba, para ser rigurosa. Así que pensé: «Ascórbico oxidasa y me lo cargo». No existía como reactivo, pero yo sabía que estaba en la cáscara de las calabazas, aunque en cantidades muy pequeñas. Natalia ríe al recordar el tamaño de las calabazas —abre los brazos como para dar un abrazo, calcula en su memoria la anchura—, cómo las hacía rodar por los pasillos y que llenaron la despensa de los 62—Nuestro Tiempo  otoño 2021

colegios mayores durante meses. Treinta calabazas después, llegó el momento de precipitar unas gotitas del diminuto tubo que había conseguido. —Esteban Santiago estaba muy nervioso solo pensando en el tiempo que llevaba yo detrás de las calabazas —ríe de nuevo—. Yo, tan tranquila, pensaba: «Lo voy a obtener y punto». Eso lo valoraron mucho en el tribunal de la tesis. No se me ponía nada por delante. «LOS DE LA MALETA»

Este texto es la octava entrega de «Los de la maleta», una serie de reportajes y entrevistas con los que Nuestro Tiempo pretende escarbar en los corazones de los pioneros que levantaron la Universidad de Navarra. En esta ocasión presentamos un perfil de Natalia López-Moratalla, investigadora, científica, profesora, gobernante, maestra.

a un coñac de la cátedra. Natalia López-Moratalla llegó de su Granada, donde estudió Ciencias Químicas, a Pamplona el 24 de septiembre de 1968 para convertirse en doctora. Viajó en tren con una carta de recomendación del rector de la Universidad de esa ciudad andaluza y catedrático de Bioquímica, el profesor Federico Mayor Zaragoza. Esteban Santiago se había incorporado a la Universidad de Navarra en 1962 desde Wisconsin y estaba a punto de marcharse a Murcia, donde ganó en aquella época la cátedra. Así que buscaba a alguien que le sustituyese. —Y se encontró conmigo, que no sabía ni una palabra de bioquímica —confiesa Natalia—. Me miró… Era muy cría y siempre he aparentado menos edad. Él se esperaba una auténtica señora, ¡pensaba que yo era una bioquímica! Y no. Iba a trabajar en la mitocondria y me preguntó por la fosforilación oxidativa. No tenía ni idea y le dije: «Lo contrario de la fotosíntesis». Me respondió: «Señorita, ¿no sabe usted algo más de este tema?».


Esteban Santiago le mandó estudiar una serie de artículos suyos y la dejó a las órdenes de Merche Preciados en el laboratorio, donde Natalia «cacharreaba bien». A la vez, empezó a impartir clases de Bioquímica clásica. No había libro de texto porque se trataba de una disciplina muy nueva, así que Natalia inventó el programa de la asignatura. Preparaba la clase de las nueve de la mañana con los artículos que leía y lo que veía en el telediario la noche anterior. Por ejemplo, cuando Luis Federico Leloir ganó el Nobel de Química, centró una clase en sus descubrimientos. En los exámenes fotocopiaba un trabajo de investigación al que le quitaba la discusión para que la pensasen los alumnos y les dejaba llevarse el papel a casa. Una noche de mayo, allá por los años setenta, Natalia dormía cuando le llamaron por teléfono a las dos de la mañana. Eran unos alumnos, que se habían reunido para hacer la prueba y se habían atascado. —Al principio los estudiantes me daban miedo porque yo no tenía ninguna formación en bioquímica y era casi de su edad.

Iba estudiando delante de ellos. Se reían de mi acento andaluz, pero obedecían. Definí mi sistema de enseñanza: si a mí me gusta algo, les tiene que gustar a ellos, porque a mí me gustan las cosas buenas. Eran unas clases muy de diálogo. Disfruté mucho con los alumnos. Les retaba. Me parece que en las aulas sobran trabajitos y falta más trato directo. Para mí la universidad no es examinar, es enseñar a pensar. Es como echar las redes para pescar. »Y cuanto más lejos eches la red, más abarcas. A mí siempre me han gustado los resultados negativos. Mis doctorandos se reían de mí… ¡Natalia, tenemos un resultado negativo! —lo dice expresando alegría—. Si un experimento sale, has dado un pasito. En cambio, si no obtienes el efecto esperado, no hay que hundirse. Eso te impulsa a lanzar las redes más lejos. Aunque Esteban Santiago no quería resultados negativos. Natalia cree que Esteban Santiago le pidió al profesor Juan Jiménez Vargas que cuidara de ella. Don Juan, catedráti-

co de Fisiología, había llegado a Navarra en 1954, apenas dos años después de la fundación del Estudio General, como una de las piedras angulares de la Facultad de Medicina y la Clínica. Si Esteban Santiago, dice, ejercía de padre para ella, don Juan fue como su abuelo. Como Natalia era pequeñita, le puso una tarima en clase. La perseguía por los pasillos para que no se juntara con los filósofos: «Mira, Natalia, el cerebro es como es y no como los filósofos quieren para que les encajen sus teorías». Y le dio la idea para deslumbrar al tribunal en su oposición a catedrática: —Ponte un vestido y un maquillaje de esos. —Pero, don Juan, ¿qué quiere decir? —Esos que hacen mayor. Mira, los del tribunal están comentando que pareces una monjilla —le explicó, molesto—. Y que hablas tan flojito que, en un aula con cien alumnos, tú desapareces. Cuchichean que es que eres mujer. Mañana no desayunes. Te tomas una copa de coñac y te vienes. otoño 2021  Nuestro Tiempo —63


El rector Francisco Ponz impone el birrete de doctora a Natalia LópezMoratalla en mayo de 1972.

En el acto de apertura del curso 1984-85, cuando Natalia era vicerrectora de Profesorado.

La lección magistral, el cuarto de los siete ejercicios de la oposición, era a las ocho de la mañana. —¡Salí como un toro! Y, además, con la copa de coñac. A don Juan le enfadó tanto que me consideraran una niñita que quería que yo sacara el genio. Había recibido un curso de doctorado solo para esa lección magistral y me ayudó Isidoro Rasines [antiguo secretario general de la Universidad que fue profesor de investigación del CSIC y pionero de la química de materiales]. Trataba sobre una enzima que yo creía que tenía hierro. Estudié cómo cambiaba la actividad de los electrones a través de ese elemento químico. Muy trabajada. De hecho, el tribunal me pidió la bibliografía. Entre la tesis, que leyó en 1971, y la cátedra, en 1981, Natalia sacó otras dos oposiciones, impartió las clases de Evolución y Embriología, comenzó a dirigir tesis, fue vicedecana de Ciencias, impulsó en 1976 el departamento de Bioética y viajó por medio mundo con el profesor Esteban Santiago —que estuvo en Murcia y en Oviedo y regresó de nuevo a Pamplona— para asistir a congresos de bioquímica. En uno celebrado en Suecia, como Santiago sabía ruso, le echó una mano a Natalia para que pudiese conversar con el nobel de Química Aleksandr Oparin, a quien 64—Nuestro Tiempo  otoño 2021

la URSS había censurado su investigación sobre el origen de la vida. Una noche fueron a cenar con Alberto Sols, pionero de la bioquímica en España. Natalia y Sols hablaron sobre una nueva manera de comprender la célula que luego se extendió con el nacimiento de la biología molecular. En medio de la cena, escribían fórmulas y dibujaban proteínas en una servilleta. —He visto todo el nacer de la bioquímica, apasionante, preciosa. Mejor que las químicas. A mí me gustaba la vida. la bomba atómica y san josemaría. Un día de 1963, mucho antes de pensar en Navarra, cuando aún cursaba primero de carrera, Natalia escuchó hablar de Niels Bohr, el físico que dilucidó la estructura íntima del átomo y en quien encontró la clave del sentido de su propia carrera científica. «Me deslumbró que pudiera explicar el mundo subatómico con esa

«Me impactó ver que tu propia investigación pudiese usarse para el bien o para el mal. Me fui a Pamplona con ese runrún que me impulsó a dedicarme a la bioética»

precisión. ¡Se entendía! Eso me atrajo mucho», recuerda alegremente. Lo que oyó sobre el alma del átomo, el origen material de las cosas, hizo que se decantara por la química. Fue en una lección que impartió Fermín Capitán. Después de clase, corrió a buscar libros sobre Bohr. Comprender el átomo implicó saber cómo se desintegraba y qué era la radiactividad. Y, sin embargo, algunos de los discípulos de Bohr participaron en la fabricación de la bomba atómica. —Leí que Bohr se lamentaba de no haber hecho pensar a sus estudiantes. Decía: «Si hubiera reflexionado en mis clases, mis alumnos no habrían fabricado la bomba atómica». Aquello se me grabó. Me impactó ver que tu propia investigación pudiese usarse para el bien o para el mal. La técnica en sí misma es neutra. Me fui a Pamplona con ese runrún que luego me impulsó a dedicarme a la bioética. Los López-Moratalla son muy de ciencias. Su madre, Consuelo, era maestra de escuela. Y su padre, Natalio, quería ser médico, pero le pilló la guerra. La hermana mayor de Natalia, Conchi, estudió Matemáticas. Y sus dos hermanos, Manuel y Gabriel, sí fueron médicos. Natalio era de un pueblecito granadino, Atarfe, y fue comisario de la policía secreta: se dedicaba a vigilar los libros que entraban en


La profesora López-Moratalla junto a don Álvaro del Portillo en la investidura de doctores honoris causa de 1989.

Natalia y otros compañeros, reunidos en al salón de grados con profesores de la Universidad de Moscú en 1990.

España. Natalio sacaba todas las semanas alguno bueno del centro artístico del Casino de Granada, que tenía una biblioteca estupenda, para llevárselos a sus hijas. Natalia se deshace en elogios hacia su familia: «Mis padres nos pedían estudiar a fondo; eran profundamente trabajadores, honrados, una familia feliz». En tercero de carrera, en 1965, Natalia conoció el Opus Dei. —Eso es otro lío —ríe—. Entonces había muchos grupos de oración de jóvenes. Íbamos gente de la universidad a la típica sabatina. Los que estábamos más comprometidos comentábamos entre nosotros el Evangelio. Y después, como Dios manda, salíamos a ligar. Los chicos eran majos y tenían inquietudes. Un día alguien criticó al Opus Dei. Yo leía Camino (supongo que me lo regalaría mi madre) y me encantaba. Ese libro era impresionante pero yo no tenía ni idea del fundador ni conocía la Obra. Luego me entró el remordimiento por haberme callado y no haber defendido una institución de la Iglesia y me fui a confesar. El sacerdote al que acudió le dio la dirección de un centro del Opus Dei en Granada. «Me acompañaron unas amigas por si me raptaban», comenta riendo. La directora se ofreció a explicarle qué era la Obra, pero, como al día siguiente empezaba un curso de retiro, le invitó a conocerla por

ella misma. El retiro era en una casa en la carretera que lleva a Atarfe. —Y caí en el curso de retiro, paracaidista del todo, buscando la verdad. Me encantó todo lo que vi. Tenía un novio, lo planté de la noche a la mañana y nunca he dudado. El 7 de octubre de 1967 Natalia se subió a un tren: el Pitasur de Córdoba a Pamplona. Montaron chicos, chicas, familias y sacerdotes para asistir el 8 de octubre a la II Asamblea de Amigos de la Universidad de Navarra. La misa al aire libre que se celebró en el campus a los pies de la Biblioteca deslumbró a Natalia. Cinceló en su corazón cada palabra de Amar al mundo apasionadamente, la homilía que pronunció san Josemaría. Sobre todo, eso de «descubrir ese algo divino que en los detalles se encierra». Por eso, un año después, cuando pidió consejo al profesor Federico Mayor Zaragoza sobre dónde realizar la tesis

Cuando Federico Mayor Zaragoza le recomendó que realizara la tesis en Navarra, no se lo pensó dos veces. En Pamplona siguió bailando con la fe y la ciencia.

en Bioquímica y este respondió que en Navarra, no se lo pensó dos veces. En Pamplona siguió bailando con la fe y la ciencia, algo que nunca le ha supuesto conflicto. Todo lo contrario. —Los primeros capítulos del Génesis me han servido para echar las redes muy lejos y sin miedo a encontrarme algo que no me cuadrara. Cuando Dios crea a Adán y Eva dice que cogió barro de la tierra, lo amasó y llegaron a ser seres vivos. Natalia completa el Génesis con sus conocimientos de biología, genética, evolución y la filosofía de Leonardo Polo; y decanta con sutileza su hallazgo sobre el origen de la vida. —No es «aquí tengo un ser vivo», sino que llegaron a ser. No es que haya un cuerpo sobre el que llegue un alma, sino que no hay cuerpo sin el alma que lo desarrolla. No es que los padres hagan el cuerpo y Dios vierta el alma. Los padres preparan el barro, los gametos. Ese genoma solo se convierte en un cigoto que arranca a vivir si Dios le llama a la existencia y le comunica libertad. Eso es ser persona. media vértebra extra para sujetar un vicerrectorado. Natalia cambia todas las letras de sitio, las confunde y tiene muchas faltas de ortografía. Es distraída. Su madre le intentaba otoño 2021  Nuestro Tiempo —65


Campus LosJuan de la maleta Junto a don A Natalia siemJiménez Vargas, pre le ha gustado maestro y amigo, andar por el laboen el acto en el ratorio. En la foto, que él recibió la de 1996, con CarMedalla de Oro, los de Miguel. en 1990.

enseñar cuando era pequeña que la b tiene barriguita y la d no. En el colegio la mandaban a párvulos para castigarla, y ella hacía rabiar a las monjas, porque se ponía a jugar con los niños pequeños. Ya era catedrática cuando, leyendo un artículo de Telva, se enteró de que tenía dislexia. —Hay una serie de palabras que no soy capaz de decir y he ido buscando sinónimos. Con las veces que he de escribir neuro sigo poniendo nuero. Yo esto lo he tenido siempre, pero nunca le he llamado nada. Hasta que leí un artículo sobre niños disléxicos. Solo hubo una pieza que no me encajó. Hablaban de falta de afecto. ¿Yo? ¡Si algo soy es adoración de mi madre y de mi padre! Ahora todo es psicológico y falta de nosecuantos. Natalia fue nombrada vicerrectora de Profesorado en 1984 para sustituir a don Ismael Sánchez Bella. Su misión consistió en alentar la calidad de la docencia y la investigación. Hablar mucho con los profesores y buscar personas que mejoraran el equipo de la Universidad. «Yo tenía un concepto muy claro de lo interfacultativo. Me tocó lo más fácil y lo más bonito», cuenta. Alfonso Nieto, entonces rector, le aconsejó que se arrimara al profesor Francisco Ponz, que llevaba desde 1966 en el Rectorado. 66—Nuestro Tiempo  otoño 2021

Otro secreto de Natalia López-Moratalla es que siempre ha sufrido una lesión muy fuerte en la espalda. Media vértebra de más hace que se le curve la columna hacia la izquierda. La han operado varias veces: en el 69, recién llegada a Pamplona; en el 80, preparando las oposiciones; y en el 92, ya siendo vicerrectora. Esa vez le injertaron un trozo de peroné en la columna y estuvo unos meses recuperándose en la Clínica. Fue a visitarla el entonces prelado del Opus Dei, el beato Álvaro del Portillo. —¡Con esos ojos azules! Me dijo que la enfermedad era un bien para mi alma. ¡Y oye! Así fue. Yo hubiera sido una yuppie, pa’rriba, pa’bajo… Y como estaba más limitada, me he frenado y he podido pensar. Cuando se recuperó y volvió al trabajo en Rectorado, el doctor Ponz la recibió con un escueto «bienvenida». Natalia recuerda lo sobrio y recto que era, y que esa fue la muestra de afecto más efusiva que le dio. Por su parte, Alfonso Nieto

«El doctor Ponz tenía un Bic. Nunca le he visto otro. Y una letra muy pequeñita. De él aprendí el rigor»

era muy sociable y alegre, tenía una vitrina en su despacho de la facultad en la que guardaba detalles de congresos, cacharros, tonterías, pequeños detalles que luego regalaba a todo el mundo. «Tan cercano y divertido, me tomaba muchísimo el pelo. Me llamaba Pantoja por mi acento», recuerda. —El doctor Ponz tenía un Bic. Nunca le he visto otro. Y una letra muy pequeñita. De él aprendí el rigor. Estudiábamos muchos expedientes. Recuerdo uno en particular al que él dedicó mucho tiempo y me pasó después para que lo revisara. Cuando se lo devolví me llamó. Se puso de pie, siempre de pie, respetuoso al máximo. Me preguntó con asombro: «¿Podría usted explicarme cómo ha resuelto este expediente tan rápido? No ha pasado ni un cuarto de hora». Lo que pasó es que yo me había guiado por la intuición femenina. Nieto bromeaba con Natalia sobre ese sexto sentido: «Huele esto, a ver a qué te suena». Después de investigar sobre el origen de la vida en Embriología, Genética y Evolución, la doctora LópezMoratalla comenzó a indagar en el cerebro humano y las diferencias entre el varón y la mujer a nivel cognitivo. Ella sabía a ciencia cierta que sus conexiones cerebrales seguían patrones ligeramente


En el Aula Magna de la Universidad, Natalia recibió la Medalla de Oro en 2008, de manos del rector Ángel J. Gómez Montoro.

distintos: ellos realizan más conexiones en el hemisferio izquierdo, el analítico; y ellas, más conexiones entre hemisferios, viajando del analítico al emocional. «La intuición. Con el primer golpe casi siempre aciertas. Luego había que razonarlo, para que los hombres entendieran que llegabas a lo mismo, pero de otra forma», se jacta. En 1987, cuando el Gobierno de Navarra impulsó la creación de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) y dejó a la Universidad de Navarra sin subvención, su intuición presagió tormenta. En el Rectorado debatieron qué hacer al respecto. El doctor Ponz pensaba que el Gobierno obraba legítimamente y estaba de acuerdo con Nieto en elevar el precio de las matrículas para solventar el problema de financiación. A Natalia aquello le horrorizó. —Eran muy magnánimos, acostumbrados a conseguir mucho dinero si hacía falta. A mí los temas económicos me parecían un mundo, porque en mi familia siempre hemos ido muy justicos. Yo no quería subir las matrículas. Me parecía que eso iba en contra de todo lo que quería el fundador: que nadie se quedara sin estudiar en la Universidad de Navarra porque no tuviera medios económicos. Hablé un poco triste con el vicecanciller, porque me parecía una

decisión muy fuerte. ¡Me daba miedo que empezara otra universidad diferente! Me consoló y me dejó muy claro que esa medida iba acompañada de buscar medios para los que no pudieran pagar la matrícula. He dado muchas gracias a Dios porque no me hicieran caso entonces. Es muy importante para una institución educativa gozar de autonomía; san Josemaría quería que fuese una universidad «del pueblo y para el pueblo». Por eso creó la Asociación de Amigos. Él también soñaba que, a partir de un momento, fuesen los antiguos alumnos quienes ayudaran a otros alumnos, y eso son las Becas Alumni. Es muy bonito. Natalia no es miedosa. Pero le da miedo que los jóvenes no estén bien formados para los retos del futuro y le preocupa ver que se rompen muchas familias. Por eso en 2021 publicó Humanos. Los vínculos familiares en el corazón del cerebro, que indaga en la vida afectiva a nivel neurológico. Es el libro del que está más orgullosa.

«Me he dado cuenta de que la Universidad ha cambiado mucho. Pero el aire, la esencia, se mantiene de otra forma»

También le dio miedo que la Universidad de Navarra cambiara con la introducción del plan Bolonia y los avances tecnológicos. Su intuición, de nuevo, se equivocó. —Me he dado cuenta de que ha cambiado mucho. Pero el aire, la esencia de la Universidad, se mantiene de otra forma. Ahora la comunicación es más personal. Los profesores son más cercanos y los jóvenes son más abiertos y cariñosos. El día que fue a EUNSA, la editorial de la Universidad, a recoger ejemplares de su último libro, quedó deslumbrada. Cinco personas se acercaron a ayudarla. El bedel de la Facultad de Comunicación le prestó un carrito para que los cargara. Dos profesoras le echaron una mano para superar un obstáculo, unos cables que había en el suelo. Y dos alumnos subieron los ejemplares a su coche —más de treinta, de cuatrocientas páginas—. Y, quizá, sin saber que eran los libros de la segunda catedrática de Bioquímica de España, la maestra audaz que inventó el programa de la asignatura, la científica filósofa laureada con la Medalla de Oro por su incansable búsqueda de la verdad para defender la vida. Tiene entre manos un trabajo sobre los genes que dan la forma y el color —la belleza— a lo natural. Esa sí será, de momento, la última, porque tiene ya 75 años. Nt

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Campus Fenómeno Feria

Ana Iris y el ratón Tras el gran éxito de Feria, un relato sobre su propia historia y la de su familia, Ana Iris Simón (Campo de Criptana, 1991) visita la Universidad arrastrando un debate del que prefiere hacer oídos sordos. A través de una prosa certera e ingeniosa, defiende que el amor se entiende mejor con unas flores que con un tratado filosófico, que Machado es tan popular como Don Patricio, y que la mayor herencia puede residir bajo la sombra del almendro que plantó su abuelo Vicente para ella. texto Judith Alegría [LEC 22 Fil 23] y Antonio Rubio Martínez [LEC 22 His 23] fotografía Manuel Castells [Com 87]

un buen día, un ratón quiso hacer turismo. Pero no a la Alhambra ni al corral de comedias de Almagro, aunque este último le quedara más cerca. Escogió como destino una clase de Inglés del Vicente Aleixandre en Aranjuez. Como suele pasar, nadie pensó en los derechos de tránsito de una criatura tan pequeña, el conserje lo invitó a abandonar el aula, y la profesora de Lengua pidió a sus alumnos una redacción sobre el incidente. El padre de Ana Iris Simón, que era una de las estudiantes, le sugirió la que luego sería una de sus máximas: ponerse en el lugar del ratón. Entonces ganó un diccionario Vox y un estuche, pero ahora ha conseguido que miles de lectores discutan sobre cada línea de su primer libro, Feria (Círculo de Tiza, 2020). En él, a través de su familia y de su propia vida, reflexiona sobre temas tan variados como el amor, la política, el sentimiento

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de pertenencia a algo que la trasciende, la religión, la cultura popular y los problemas de este siglo. El texto ha suscitado una gran controversia entre quienes piensan que es una defensa de la familia y de la patria y quienes ven en Feria un espíritu reaccionario. El 9 de septiembre, Ana Iris se encargó de cerrar (ella, que tantos melones ha abierto) el curso de Escritura Autobiográfica de Mujeres organizado por la Facultad de Filosofía y Letras, en el que también participaron, entre otros autores, Ana Caballé y Clara Obligado. Ana Iris ha hecho a sus lectores añorar Ontígola, un pueblo de Toledo que nunca han conocido y donde ella se crio, y que reconstruye con mucho cariño. ¿A quién le iba a interesar que el abuelo Vicente preparara las tostadas el día anterior? A cualquiera que, aunque no sea manchego ni nieto de


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Campus Fenómeno Feria

Vista de Ontígola (Toledo), el pueblo en el que la escritora pasó su infancia y que reconstruye en Feria. feriantes, tenga una familia, un lugar al que volver, algo de lo que sentirse tan orgulloso como avergonzado. Porque, como dijo Julio Cortázar, al que citó la autora en la presentación, cuando uno subraya un libro, el subrayado es él, porque este no acaba sus días hasta que no deja de haber personas capaces de emocionarse con las vidas ajenas, en este caso con un matrimonio de carteros. Por un lado, Javier, su padre, hijo de Vicente y Mari Cruz, familia de tradición comunista, y, por otro, Ana Mari, su madre, hija de Gregorio y María Solo, dueños de un puesto de juguetes. dos infancias. Ya a solas con Nuestro Tiempo en la biblioteca del Museo, y mientras daba de mamar a su hijo, «que tenía más hambre que el perro de un ciego», definió el arte de la escritura como «robarle trocitos al mundo». Y Ana Iris Simón, porque, según su padre, no sabía inventarse nada, decidió tomárselos prestados 70—Nuestro Tiempo  otoño 2021

a su familia y, de paso, a ella misma. En esos momentos que comparte en soledad con una criatura que aún no dice palabra, no puede dejar de explicarle lo que aprenderá en la escuela o de imaginarse cuando vayan a regar el árbol de San Isidro que plantó su bisabuelo en Ontígola. En este mundo de contenidos, de inmediatez, dar de mamar es una ocasión en la que «no se consume nada; al contrario: le estás dando a alguien tu cuerpo, se está alimentando de ti». «Es como estar enamorado —continúa—, la forma de gratitud más pura». Para su hijo, anónimo por decisión de la pareja, el pecho es «la solución a todos los males: a su estreñimiento, a su hipo, a su sueño y, por supuesto, a sus ganas de cariño y a su hambre», como dice en una columna en El País. Para ella, en cambio, es «la revelación primigenia de que casi nunca hay salida individual a los problemas ni alegría posible si no hay un otro con quien celebrar».

Ana Iris querría para su hijo la infancia que ella tuvo, porque «de a poco que hayas sido feliz, quieres que vea lo mismo». No obstante, como le recuerda su padre, eso es imposible. Su Ontígola es más un recuerdo encerrado en las calles en las que jugaba que un lugar al que se vuelve por Navidad. Ella misma tampoco es la niña que, aunque sociable, «estaba mucho sola, y me gustaba». Una de las sensaciones más placenteras era la libertad que sentía, como todos, cuando sus padres dormían la siesta. La casa pasaba a ser cómplice de sus andanzas, aunque no hubo (hasta los diez años) un hermano al que echarle la culpa. Siempre tuvo, además, la manía del cuento de la lechera, la de adelantarse al futuro, que se remonta a la tarde vergonzosa en la que su padre le descubrió una dedicatoria grandilocuente para un libro aún sin escribir. «Me di cuenta de que había hecho algo mal, porque había perseguido la gloria sin hacer nada». Sí


«Ana Iris señala que este “pensamiento piruleta, liberal y capitalista ” es la otra cara de la autodeterminación, de la búsqueda ilusoria de unos ciudadanos libres de las ataduras no escogidas, como la familia, la lengua o la patria»

que tenía un diario, en cambio, de esos que uno nunca sabe si guardar o quemar, en el que se prometía que sería o política o periodista. el dilema del progreso. Ahora, como le ocurría a su padre cuando ella era niña, le irrita la manida pregunta del qué quieres ser de mayor. «Él me decía que respondiera que buena persona». Y tenía razón. ¿Por qué angustiarlos con un futuro en el que todavía no tienen que pensar? Quizá antes tenía más sentido. La generación de sus padres estrenó la democracia y aún no había perdido la confianza en el progreso. Este es el mismo motivo, a su juicio, por el que no se tienen hijos. Al contrario, se promueve la vida individualista, la pobreza del iPhone y el Netflix. «El hombre moderno piensa que la historia es lineal, que el uno es mejor que el cero solo por venir después, pero esto únicamente es parte de la soberbia y de la inocencia», reflexiona. Si, como recuerda, en la Revolución fran-

cesa fusilaron relojes, nosotros condenamos a las generaciones previas por no tener nuestros mismos criterios morales. En este punto, recurre a una sentencia de C. S. Lewis que ha citado en varias ocasiones: «Cuando uno se está acercando a un acantilado, lo más progresista es dar dos pasos atrás». Ante esto, Ana Iris se encoge de hombros y sentencia que la historia se rige por «movimientos pendulares», es decir, que, como los pantalones de campana, algo desaparece para volver a la palestra décadas después. En el arte, comenta, como en todo, si la subversión es un fin en sí mismo, si se ha convertido en la norma, entonces lo clásico es lo que rompe con el sistema. El péndulo no garantiza la repetición literal; así lo dice la cita de Marx reformulando a Hegel que aparece en el libro: la primera vez ocurre como tragedia, y la segunda, como farsa. Hay quien no quiere ver que la historia pueda ser el badajo de una campana, porque se ha creído en el mito del progreso, en ese para el que Ana Iris no encuentra una definición, ni tampoco los jóvenes que buscan una tabla en el naufragio del mundo moderno. Se les ha vendido que con soñar es suficiente para cumplir los planes más ambiciosos. Ana Iris señala que este «pensamiento piruleta, liberal y capitalista» es la otra cara de la autodeterminación, de la búsqueda ilusoria de unos ciudadanos libres de las ataduras no escogidas, como la familia, la lengua o la patria. Muy pocos se atreven a hablar de esto, dice; por eso ella lo hace,

y suscita tanto revuelo. En definitiva, no aceptan las circunstancias que resultaban tan importantes en la idea del yo de Ortega y Gasset, y solo valoran aquello que, a juicio de la autora, tienen derecho a elegir por considerarla la única forma de manifestarse y, aún peor, de ser. Quizás lo más fácil sería acusar a una millonaria fábrica de ilusiones como Disney de habernos convencido de que somos capaces de todo, y sin necesidad de mover un dedo. Sin embargo, considera que no hace falta irse tan lejos. Unos días antes de la presentación, cuenta la escritora, escuchó la entrevista de Javier Gómez, guionista de La casa de papel, en El faro de la Cadena SER, en la que argüía que, si había llegado a ese puesto, era exclusivamente por haber estudiado en el sistema público. Ante estas declaraciones, coincide con la respuesta de Sergio del Molino, autor de varios libros sobre la España vacía, que acababa así: «Más nos valdría dejar de poner velas a la fe familiar y reconocer de vez en cuando que también hemos tenido mucho de eso que en el barrio llamábamos potra». Si se entiende la vida como un sistema de causa-efecto, el 68 por ciento de los jóvenes, que son los que estudian en la enseñanza pública, tendría asegurado un trabajo acorde a sus más ambiciosas ensoñaciones. Pero la trágica cifra de que uno de cada dos esté en el paro desmiente esta afirmación. «Mi padre me decía que iba a ser la cajera más lista del Mercadona», recuerda. Y, aun trabajando en lo suyo, en algo, otoño 2021  Nuestro Tiempo —71


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según muchos, infinitamente superior, Ana Iris cobra lo mismo que ella, y tampoco la ha librado de sufrir tres ERE. En uno de sus trabajos, cuenta, viajaba mucho, y pasaba de hoteles de seis estrellas, que los hay, al piso de Malasaña, a la habitación compartida con su madre y su hermano. Ana Iris explica que su generación, por haber ido a la universidad, piensa que tiene el futuro asegurado. «Pero cuanto antes nos caigamos del caballo, mejor», dice. «La mayoría de los de mi curso no trabajan en lo suyo». Y, sin embargo, se creen clase media, cuando son, como dice en un punto del libro, lumpen-burguesía, incapaces de pagar una mala hipoteca y mucho menos de tener un hijo. Esta es la conclusión a la que llega: que su abuela no conoció a su nieto porque no pudo nacer a tiempo, que «el problema es mío por haber elegido la universidad antes que nada en el mundo y el centro de Madrid y las exposiciones de La Casa Encendida y las noches en el Dos de Mayo con todo lo que eso excluye, y todo lo que eso excluye es lo que realmente soy». españa y el fin de la excepcionalidad. Mientras le cambia el pañal a su hijo, concluye que ella es producto de esa España que «dejó de ser excepcional», y que, al volver a sus orígenes, ha encontrado su fundamento. Ella presenció el paso de la papelería El Abanico y los disfraces de la Corales de su pueblo al Leclerc de mostradores brillantes y olor a suelo recién fregado. Y no hay que irse a Ontígola

para ver la ruina de unos por el monopolio de otros. Ana Iris, como muchos españoles, fue testigo de un cambio que, de tan sutil, pasó desapercibido. De toda aquella vorágine se ocupa en otra de sus columnas de El País, protagonizada por un zapato rojo que, viudo de futuro, alguien olvidó en el mostrador de Calzados El Rápido, una zapatería de Ontígola que cerró por la falta de clientes. Pero si España ha dejado de ser diferente, como promocionaba el eslogan turístico de los años sesenta, ¿qué era entonces? Lo mismo que ahora, responde Ana Iris: esa pregunta con la que unos se empecinan de por vida y otros, en cambio, evitan constantemente. Tal vez, menciona, una de las singularidades de este país es que el orgullo que se permiten los humildes mana de las cosas más cotidianas: la comida de casa, los paisajes, las tapas. Porque, como descubrió un amigo suyo, también en Nueva York tienen sobremesa, pero no como la nuestra. Adopta de un libro en el que se refleja el cambio que ha sufrido el paisaje tras la burbuja inmobiliaria el concepto de nación-rotonda, que dio lugar a algunas especialmente extravagantes. ¿En qué otro país podrían dedicarse a una encajera, a una paellera de récord Guinness o a una patata punky? Puede que, al leer esto, dé vergüenza sentirse orgullosos del país, pero cuando partimos, llevamos, como Juan Ramón Jiménez, una brújula siempre apuntando a España, recuerda Ana Iris. Vamos, que tenía razón Juanito Valderrama al cantar aquello de que

«“Me da envidia la vida que tenían mis padres a mi edad”. Cómo debe estar el patio para que, de una frase tan sencilla, de reconocer que ellos poseían algo, poco pero suyo, se haya armado tal marimorena» 72—Nuestro Tiempo  otoño 2021

«aunque soy un emigrante jamás en la vida podré yo olvidarte». Aunque lo tome como anécdota, formar parte de una sociedad, de un país, no es solo reconocerse en los monumentos de las rotondas, sino también considerar los muertos del vecino como propios. Eso le hizo a la abuela feriante de Ana Iris insultar a los asesinos de Miguel Ángel Blanco, y puede que motivara a la chica nicaragüense de la que habla en su columna sobre la Hispanidad a ofrecerse para llevarle «un ramito de flores» a su tío abuelo misionero que murió en aquel país. Génesis, que así se llamaba, se sintió hermanada con ella por la lengua, que sin duda es el mejor puente entre dos pueblos, y, como dice en ese artículo, por «nuestra querencia por los vínculos fuertes y nuestra manía de anteponer —aún y menos mal— lo afectivo a lo productivo». Porque ya lo sabían los exiliados republicanos, que abandonaron su casa para irse a la de sus parientes, y Carlos Cano, quien, citando a Lola Flores, cantaba aquello de que «La Habana es Cádiz con más negritos, / Cádiz es La Habana con más salero». Hoy, esta «familia extensa, humilde y rural» se ha visto reducida, según Ana Iris, como La Mancha, a ser la periferia del mundo. amar en tiempos de perreo. De esa familia, y de la suya propia, mantiene viva una herencia que no precisa de notario: su refranero, esa sabiduría popular a la que uno puede aludir cuando quiere zanjar una conversación. Y es que cosa hecha no corre prisa, diría el abuelo Vicente, que se dejaba «las pastillas del día siguiente preparadas, la bolsa de manzanilla en el vaso» y la escoba presta para barrer las migas del desayuno. Sin embargo, lo estamos perdiendo. A esta reflexión llegó Ana Iris cuando, preocupada por si un día se quedara sin leche para su hijo, le respondió la Ana Mari, que, como dice la autora, se expande como el universo y resulta ser su madre: «Nada, hija, que cuanto más llama, más aclama». Pero la cultura po-


Ana Iris Simón firma un ejemplar de Feria a un alumno de la Universidad en la presentación que tuvo lugar en el Museo. pular no está solo en los dichos, sino que abarca desde Tijeritas hasta Campos de Castilla, que a los dos se los puede citar sin que se sea ni un clasista ni un marrullero, argumenta en Feria. Sostiene también que «populares y plebeyos son también Machado y Hernández y Lorca, y mi abuelo Gregorio los recitaba a los tres». Se ha impuesto la idea de que hay que aparentar ser de la calle pero no serlo, porque hay que «tener plantas tropicales en vez de geranios para parecer menos provinciano» y «que si no le gusta Camela es porque es un elitista», sentencia. Todo esto, y no solo McDonald’s, es el liberalismo. Como dice en el libro, «es también un señor cantándole a que “estar soltera está de moda / por eso ella no se enamora” porque se conoce que amar es una cosa antiquísima y que la revolución será perreando hasta abajo o no será». Aquí, como siempre para las cuestiones trascendentales, hay que recurrir al abuelo Vicente, un hombre rudo, poco dado a

mostrar sus sentimientos hasta que murió su Mari Cruz. Entonces, puso en palabras y en pequeños gestos lo mucho que la quería, porque «si enamorarse significa la posibilidad de un futuro, no tenerla cerca es lo más parecido a carecer de presente». Por él, y no por el horóscopo, sabe que el amor, como la fe, no es fácil, y que tal vez por eso se niega tanto su existencia, porque es materia de película navideña y poeta cursi. ¿Y a qué se debe esta obsesión? A que «éramos y somos unos mediocres y a los mediocres no les gusta intuir nada que aspire a lo sublime y a lo épico», dice en su libro, y que «las relaciones cada vez son más líquidas porque parece como si le exigiéramos cada vez más al amor a la par que somos, paradójicamente, más incapaces de trabajar y esforzarnos por él cada día». La autora aprendió de su abuelo que «el amor es dejar de plantar solo cosas que sirvan y regar, cada día, un tiesto con flores en su honor», y de Juli y Tamara, dos amigos suyos de los que habla en otra de sus

columnas, que «cuando algo se rompe no se tira sino que se arregla». «Me da envidia la vida que tenían mis padres a mi edad». Cómo debe estar el patio para que, de una frase tan sencilla, de reconocer que ellos poseían algo, poco pero suyo, se haya armado tal marimorena. Entre sus páginas, Ana Iris habla del arte de escribir y de tener hijos, de la infancia añorada, de esa que consistía en «guardar secretos», y del temido abismo de la adultez, de España y de sus vecinos, de la cultura popular y de la religión, pero, sobre todo, de los afectos, que es como decir de la familia. En su libro, ya lo anunciaba el prólogo del músico Pablo Und Destruktion, refleja «el amor a un hermano, a una amiga, al PCE, a un feto metido en un bote, a un oficio, a un país y a todo lo que se ponga por delante», incluso a un ratón que, un buen día, explicó a Ana Iris sin saberlo que, como cantaba El Último de la Fila en Mar antiguo, «No hay otros mundos, pero sí hay otros ojos». Nt

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MIND THE GAP Gustavo Milano

Las civilizaciones precolombinas, que habían echado raíces más o menos sólidas en las tierras americanas, sufrieron fuertes cambios a causa del contacto con el mundo europeo. Como sostiene el catedrático Javier de Navascués en el artículo «Las dos leyendas sobre la conquista de América», publicado en el número 701 de Nuestro Tiempo, en la esfera cultural se puede reconocer que «el imperio español en América no tuvo el menor interés en destruir las lenguas indígenas, que, de hecho, se mantuvieron vivas en su mayoría durante todo el periodo colonial». La lengua, en particular, es el eje de la cultura, porque delimita un universo comunicativo donde los conocimientos circulan sin necesidad de intérpretes o traducciones. Y poder acceder a una comunidad lingüística más amplia y desarrollada conlleva ventajas innegables. En torno a 1820 los países latinoamericanos ya tenían sociedades autóctono-ibéricas, fruto de la mezcla de ambas tradiciones. De modo retórico y fuerte dice el periodista y escritor argentino Martín Caparrós en Ñamérica: «Lo cierto es que durante trescientos años la América Hispana fue parte del mismo estado, la misma religión, la misma cultura. Su territorio pasó más tiempo A inicios del siglo xix la convulsión europea en aquella unidad que en esta dispersión de veinte países. Algo propició las independencias de las naciones debe quedar de eso. Nos acostumbraron a pensar esa unidad latinoamericanas. Ahora, otro tipo de mutua como un corsé que nos aplicaron hasta que pudimos sacárnoslo dependencia internacional se ha hecho necesario de encima gracias a las independencias nacionales: es una construcción mítica como cualquier otra». para paliar el coronavirus. Prosiguiendo con la metáfora anterior, podemos decir que N ESTA DÉCADA ALGUNOS PAÍSES latinoameriincluso después de la independencia el corsé siguió ahí, porque canos, como Brasil, México o Perú, conmemoran dos uno no se puede emancipar del conjunto de condicionamientos siglos de independencia, sea de Portugal o de España. políticos, económicos, sociales y culturales comunes a todos los Curiosamente, la efeméride coincide con una panpueblos. Después de tres siglos, lo que se independizó en el caso demia que ha hecho patente una profunda interdependencia de Guatemala, por ejemplo, no fue parte del imperio maya, porentre las naciones de todo el planeta para poder vencer al virus. que ya no existía. Lo propio era algo nuevo. La historia no tiene Y eso con implicaciones a nivel político, económico, social, cul- marcha atrás. tural, sanitario... Si no fue una mera casualidad que esos países Las independencias latinoamericanas fueron, pues, relativas, se emanciparan casi a la vez en su momento, tampoco lo es que y es eso lo que se conmemora al inicio del siglo xxi. En efecto, hoy en día deban juntarse para contener un enemigo suprananinguna cultura se encuentra en una burbuja, aislada del entorcional. Entonces, ¿qué tipo de independencia celebramos en la no, sino que entabla relaciones de mayor o menor entidad con actualidad los nuevomundistas? lo cercano. Aún más en la actualidad, con el avión e internet: El 16 de septiembre de 2021 el papa Francisco envió una cartodo está cada vez más cerca. Por eso, a distintas medidas y ta al presidente de la Conferencia del Episcovelocidades, las civilizaciones actuales se van pado Mexicano diciendo, entre otras cosas, tornando autóctono-cosmopolitas, con perLA PREGUNTA DEL AUTOR que «celebrar la independencia es afirmar la dón por el oxímoron. Todos sabemos algo o libertad, y la libertad es un don y una conquismucho de inglés, y todos ahora usamos masDentro de doscientos años, ta permanente». De manera que —pienso— carillas y hemos sido vacunados. En los últi¿serán los países más o si uno deja de luchar por conquistarla, estará mos dos siglos las interdependencias entre menos independientes aceptando perderla gradualmente. Por eso el los países —no solo entre las exmetrópolis unos de otros, y en qué papa sugiere «fortalecer las raíces y reafirmar europeas y sus excolonias latinoamericaaspectos? los valores», ya que no se trata de cortar cualnas— han alcanzado magnitudes inauditas. quier tipo de relación con el pasado a fin de En este contexto, el auténtico anhelo por más construir el futuro sobre una base imaginaria. independencia habría de abrirse su espacio. Independizarse —continuaría yo— significa @NTunav valorar lo propio, no comenzar de cero. Es coGustavo Milano es alumno de la licenciatura en TeoloOpine sobre este asunto en gía Bíblica en la Universidad de Navarra. Anteriormente mo lo que hace un hijo cuando sale de la casa Twitter. Los mejores tuits se ha estudiado Comunicación Social en la Universidad de de sus padres: está llamado a emprender su publicarán en el siguiente número. São Paulo (Brasil) y Teología en la Pontificia Universidad propio camino llevando consigo todo aquello de la Santa Cruz (Roma). que recibió en el hogar paterno.

¿Dos siglos de qué independencia?

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ALUMNI

Ignasi Cambra «Las dificultades siempre existen. El reto es verlas como parte de la realidad»

Tiene 32 años y una mirada firme. Es uno de los pianistas españoles noveles mejor valorados por la crítica. Con seis años puso el ojo en la tecla y disparó una carrera vertiginosa. Nueva York, Londres, Barcelona, el mundo. Cambra podría verse en la cumbre de la música sin barreras, pero la melodía de su vida le lleva también a otras partes. Ha cursado el Programa Executive MBA del IESE y ha entendido que su futuro está entre el arte que lo embellece todo y los negocios que pueden envolver la sociedad con partituras prósperas. Cambra no ve, pero suena. texto Álvaro Sánchez León @asanleo fotografía Ingrid Ribas [Com 12]

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otoño. paseo de gracia. barcelona. en frente de La Pedrera —Gaudí, modernismo consumado, octavo monumento más visitado de España— vive Ignasi Cambra y aquí habita también su piano de cola, ante el que cada día se pasa más de cuatro horas haciendo que la música conquiste con alevosía esta esquina del Ensanche. De lunes a domingo. Sin permiso para vacaciones, porque a ver quién se lleva este Bösendorfer a la playa, o a ver qué pianista deja que se enfríe un día la maña de sus dedos. Los vecinos lo constatan: suena este joven puntero con poderío y personalidad. Vibra el barrio. Aplauden los oídos. Del salón de su casa en el ángulo oscuro, donde Bécquer veía el arpa silenciosa y cubierta de polvo, asienta su naturalidad un músico novel serio y efervescente de inquietudes. A un lado, los 230 kilos de este bisonte negro de cuerda. Al otro, atravesando el cristal, un portento de la naturaleza arquitectónica de cemento y olas que él no puede ver, porque es ciego.


Ignasi Cambra. 1989. 32 años. Ciego de toda la vida. Sin traumas. ¿Por qué debería tener algún trauma? Quizá haya personas que piensen: pobre..., joven y ciego. No es mi caso. Cuando miras hacia aquí, ¿qué ves? Nada. ¿Todo negro? Si esto es negro o no, ya me lo dirás tú… No tengo en mi cabeza el concepto de cada color. ¿Te imaginas La Pedrera? Cuando era pequeño tuve dibujos en relieve de la casa y más o menos me hago cargo. De todas formas, te digo como defecto mío que, más allá del conocimiento sobre las características de la arquitectura de Gaudí, que las sé, porque casi son cultura general, pongo poco interés en cómo son

las cosas que no veo, porque no me aporta nada. Muchas personas con una discapacidad son un ejemplo de humanidad y otras se pasan la vida resignadas y tristes. ¿Por qué has madurado sin resentimiento? ¿Resentimiento hacia qué o hacia quién? Te aseguro que hay problemas más graves que el mío. Hay dificultades que afectan más que no ver o funcionar en silla de ruedas. Yo he adquirido una costumbre y he desarrollado unas habilidades que me permiten hacer vida normal siendo una persona ciega, por eso me cuesta mirarme desde fuera. Es verdad que algunas personas con discapacidad piensan que pueden llegar a menos, o que todo lo van a tener más difícil, o que el mundo entero está en su contra, pero no me imagino que nadie en mi situación pueda vivir con resentimiento hacia alguien, porque eso no tiene ningún sentido.

La ceguera no ha frenado a Ignasi para nada. Nació y se educó como uno más en una sociedad donde no ha tenido que integrarse.

Una vida normal. Cualquier persona con discapacidad solo será capaz de desprender sensación de normalidad si es real. Lo contrario no se aguanta. Y hay muchas personas ciegas que dicen que viven como uno más, pero se pasan el día rodeadas de otros en las mismas circunstancias y al margen de la realidad. Ese nunca ha sido mi mundo. Tu vida ha sido la pura integración. He vivido en el entorno que me ha tocado. No he tenido que hacer ningún esfuerzo concreto. ¿No tuviste profesores especiales en el colegio? otoño 2021  Nuestro Tiempo —77


Alumni Un don como un Bösendorfer

Estudié en el Liceo Francés y era un entorno poco propicio para que alguien dijera cómo tenían que hacer las cosas… En aquella etapa, la ONCE me ofreció la ayuda de profesores de refuerzo. Desde que tuve uso de razón decliné ese apoyo, porque me parecía extraño. Se dieron cuenta de que lo que yo necesitaba era solo que me transcribieran al braille algunas cosas cuando hacía falta, y desde entonces todo fue muy bien. ¿Alguna ilusión profesional marcada por entonces? Hice el bachillerato científico, después me matriculé en Esade y en Ingeniería Informática. Pero abriste un paréntesis y te fuiste a Nueva York. Tuve la opción de irme a Estados Unidos y me pareció mucho más interesante. Soy una persona bastante impulsiva, lo vi claro, y me fui. No te ha frenado nada. He hecho lo que he querido. Antes de volar a Nueva York, rebobinemos. Barcelona. Tienes seis años y tu madre descubre que te gusta la música. Mi hermano mayor dedicaba bastantes horas a tocar el piano y me entró curiosidad. Cuando él acababa sus ejercicios, me sentaba ante el instrumento y trataba de copiarle y, entonces, mi madre me apuntó a clases. ¿Qué te enganchó a la música? No lo recuerdo. Si me preguntas qué me interesa ahora, tampoco te sabría decir exactamente. Supongo que cuando era niño me divertía. En la escuela tuve una buena profesora de piano, una de esas maestras que hacen que un chaval con interés y cualidades salga adelante. Con diecisiete años te lanzaste a ser pianista profesional. 78—Nuestro Tiempo  otoño 2021

un parón necesario

«El confinamiento ha sido mi ocasión para reformular mis decisiones profesionales sin dejarme llevar por la inercia, aunque la inercia fuera positiva» en la superficie

«El pop actual ha destruido cualquier posibilidad de escuchar el lenguaje de la música. Es contaminación acústica con dejes de parafernalia» la atención

«El mundo necesita concentrarse en algo. Estamos absorbidos por lo inmediato y la música clásica no lo es» Decidí que me iba de Barcelona porque me interesaba conocer personas y ambientes diferentes. Obtuve una beca muy generosa que me daba la Universidad de Indiana, donde estudié los primeros cuatro años. Además de cumplir con todos los créditos de la carrera de Piano, aproveché la ventaja del sistema educativo estadounidense para hacer asignaturas de filosofía, de matemáticas, y diseñé mi propio currículo. ¿Estados Unidos fue medio o fin? Nunca sentí esa pasión de dedicarme al piano en exclusiva para toda la vida, aunque eso sea lo habitual entre las personas que se entregan a esto. No me fui a Estados Unidos pensando en un objetivo concreto. Simplemente, seguía mis intuiciones. Después estuve en el lugar oportuno en

el tiempo correcto varias veces, y eso me ayudó a hacer la carrera sin saber exactamente cómo. He puesto esfuerzo, porque es imposible tocar el repertorio sin haber trabajado, pero, en gran parte, he tenido mucha suerte. En tu sueño americano, ¿no hubo cerca personas que quisieron quitarte ese propósito de la cabeza, porque a ver a dónde iba un universitario sin ver por aquellas calles inmensas de un mundo nuevo? No. Tampoco di mucho margen para el debate, porque decidí a finales de junio que me iba, y volé en agosto. Tras pasar por la Jacobs School of Music de la Universidad de Indiana, de entre todas las universidades americanas acabé en la Juilliard School de Nueva York. No existe ninguna institución académica —ni siquiera Harvard y compañía— que acepte a menos porcentaje de alumnos de nuevo ingreso. Eso me colocó en un rango internacional entre la gente que se dedica a lo que me dedico, y, a partir de ahí, estoy donde estoy. Supongo: tú, queriendo ser un pianista competitivo. El contexto: mira, un ciego que es pianista... Hay gente con la que te cruzas por la calle que te observa de una manera u otra si piensa que ser ciego es traumático, pero cuando estamos hablando de salas de conciertos que ponen su presupuesto de la temporada aquí o allá, hay muchas cosas que importan más que ver o no ver. ¿Cómo ha sido tu experiencia en estos quince años de piano high level? Muy buena. Mientras se fue afinando mi carrera y aumentaban los conciertos y las actuaciones en salas grandes, me preguntaba qué había hecho esos años, porque tendría que haber estudiado más piezas diferentes. Durante un tiempo no me quedó más opción que aprender repertorio nuevo casi dos meses antes de tocar; gran error mío, esa es la verdad. Un día caí en


la cuenta de que me había convertido en una de esas personas a las que yo iba a escuchar cuando era pequeño. ¿Cómo ha sucedido esto? Después empecé a echar en falta algo más. Al principio lo pensaba, luego lo pensaba mucho, y después lo pensaba muchísimo, y tres años después de volver de Estados Unidos y vivir en Londres, me puse a cursar el master del IESE. Lo terminé después de los momentos más álgidos de la pandemia.

Algunas personas creen que dedicarse a la música debe ser una ocupación exclusiva, y no comparto ese planteamiento. Seguramente, si sabes que esto es lo tuyo al cien por cien, estás dispuesto a dar mucho más. Me encanta lo que hago, pero debo encontrar la manera de colmar mis inquietudes compatibilizando el instrumento con otra actividad para la que me siento capacitado. El piano es tremendamente solitario.

La música parece un camino cuesta arriba. Un mundo bello, pero duro. Su situación durante la pandemia ha sido desastrosa, pero he tenido mucha suerte. Hay gente que debería estar tocando sin parar y está en su casa sin conciertos. Y hay otros que tocan constantemente y no hacen nada que valga demasiado la pena oír. El mundo de la música es complicado e injusto muchas veces, pero yo ya lo sabía.

Más que otra dedicación, buscas otro reto. Eso cree mi profesor de Self Management del IESE, que, al estudiar mi test de personalidad, me comentó que parece que tengo una necesidad constante de retos nuevos y que eso no es fácil de contentar permanentemente. Estoy de acuerdo, pero es que soy así. No creo que sea así para siempre, pero lo soy de momento.

Estás enamorado del piano, pero no habrá boda.

El confinamiento ha sido tu punto de inflexión.

Su carrera empezó a los seis años. Desde entonces, cuatro horas de piano todos los días. Sin apenas vacaciones. Así, hasta llegar a los escenarios más altos.

Se cancelaron todos los conciertos y ese stop me dio que pensar. Fue mi ocasión para reformular mis decisiones profesionales sin dejarme llevar por la inercia, aunque fuera positiva. La pandemia ha facilitado que la gente entienda mi paso por el IESE y mi interés también por algo distinto al piano después de haber llegado hasta aquí. El 13 de noviembre tocas en la inauguración del nuevo edificio del IESE en Madrid [la entrevista fue realizada unas semanas antes]. ¿Qué esperas que escuchen tus compañeros de escuela de negocios? La idea de este concierto salió tras una comida con mi profesor de Operaciones. El auditorio ha quedado fantástico otoño 2021  Nuestro Tiempo —79


Alumni Un don como un Bösendorfer

y actuar allí es una maravilla. Espero que los antiguos alumnos que vengan lo disfruten. Hay pianistas obsesos de la pulcritud y la perfección. Tu pasión por la música tiene más que ver con disfrutar y expresar emociones. La música es un lenguaje y, cuantas más palabras intentas añadirle, menos significado tiene para mí. Veo la música como algo que dice muchas cosas si se escucha con las disposiciones oportunas. Oigo en mi cabeza cómo debe sonar algo e intento llevarlo a la realidad con el instrumento que tengo entre manos. Unos días sale mejor y otros peor, pero no intento expresar algo concreto. Solo pretendo hacerlo bien y con buen gusto. Vista, mal. ¿Oído? Normal. ¿Tacto? Más sensible, porque leer en braille lo agudiza. ¿Tacto, en sentido metafórico? No mucho… Soy bastante directo y digo de manera natural lo que pienso. Eso, a veces, puede entenderse como tener poco tacto. ¿Gusto? Musical creo que sí. ¿Olfato? Bastante mal… ¿Olfato para los negocios? Eso ya lo veremos… Espero que sí. Ser pianista es como llevar mi propia empresa y, de momento, no ha ido mal. ¿Olfato en las relaciones humanas? Sí, pero intento mejorar un defecto: a los pocos minutos de haber conocido a alguien ya tengo claro si vamos a llevarnos bien o no. Me falta paciencia y muchas veces me doy cuenta de que me he equi80—Nuestro Tiempo  otoño 2021

vocado. Si eso me pasa con las relaciones humanas, imagínate cuando oigo a otro pianista en un concierto… ¡A las tres notas he decidido si me gusta o no! Ahí, además, es muy difícil que cambie de opinión. Una seguridad muy potente. O una capacidad de errar potentemente... ¿Has tenido ganas de tirar la toalla? Sí, pero, si tiras la toalla, ¿qué ganas? Más que tirar toallas, prefiero proponerme un cambio. En el mundo del piano, si desertas, estudias menos, pierdes forma, no te salen los conciertos como deberían... De pronto, entras en un ciclo negativo que intento evitar. He vivido épocas de cansancio, de no poder más, de no querer estudiar tantas horas, pero esos baches se pasan. ¿Qué música social escuchas por la calle? La misma que tú, aunque quizá me fije más. ¿Te imaginas más rostros sonrientes o más caras largas? No intento imaginarme nada concreto, pero, entre abril de 2020 y hoy, el panorama se escucha más optimista. ¿Somos de verdad empáticos con las personas con discapacidad, o solo políticamente correctos? Políticamente correctos, por supuesto, especialmente cuando hablamos de instituciones. La gente, en general, empatiza regular, pero porque lo ve todo desde una clave subjetiva, sin mala fe. ¿Cómo necesitas que te miren? No necesito que me miren. ¿Cómo quieres que te miren? No pienso en cómo quiero que me miren, porque entiendo que la gente me mirará como soy. Si a mí me gusta o no, eso es otra cosa. Todos podemos tener una tendencia a encasillar, yo el primero. Es un campo interesante para mejorar como persona y como sociedad.

¿Qué has aprendido en tu vida que nos pueda enseñar a luchar contra las dificultades? Cuanto más me digo que estoy peleando contra los problemas, peor. Las dificultades siempre existen. El reto es verlas como parte de la realidad. Se nos llena la boca hablando de igualdad. ¿Notas a veces la indiferencia de la desigualdad de una minoría? En muchas cosas hemos avanzado, y en otras no. Hay aplicaciones para móviles a las que no puedo acceder en igualdad de condiciones, pero es una excepción. Hoy, entras en Netflix y encuentras mucho contenido con audiodescripción. Cuantos más recursos y alternativas eres capaz de encontrar, más fácil es superar la desigualdad de acceso. España está muy bien en clave de accesibilidad para las personas con discapacidad con respecto a otras partes del mundo que he conocido. ¿Qué asignatura pendiente tiene la sociedad con las personas con discapacidad? Ni las instituciones ni el resto de la sociedad deben tratarnos como si nos hubiera pasado algo, a no ser que alguien te diga lo contrario. Eso no quiere decir que no haga falta algún tipo de ayuda. A mí me sirve que me ofrezcan un mando para que piten los semáforos de Barcelona, pero no necesito que la gente me trate de una manera diferente constantemente. Poco a poco. Cuantas más personas con alguna discapacidad vivan una vida normal, menos extrañará a la sociedad que seamos personas completamente normales. ¿Entender el lenguaje de la música es para expertos? No, pero… hay mucha gente cerrada a entender este lenguaje, porque la música pop actual ha destruido cualquier posibilidad de escuchar. Es contaminación acústica con dejes de parafernalia. Cuando acostumbras a una mayoría de la sociedad a oír ese ruido haciéndoles


pensar que es música, es difícil introducir un mínimo nivel de complejidad y que los oyentes se concentren, y no porque no lo entiendan sino porque están hechos a un ritmo superficial, fácil, cortoplacista y metronómico. Cuando has convertido la música en eso, cuesta mucho más escuchar lo que está escrito y pensado con profundidad. No es que la gente sea tonta. Es que la industria de la música tiene que ganarse la vida y el precio social es lo de menos. ¿Te gustan Rosalía y C. Tangana? No. Por si no había quedado claro… Pero tú también tendrías tus hits y tus canciones del verano… Para aguantar esa música tengo que haber tomado unas cuantas copas. A veces da la impresión de que la alta cultura mira al pueblo por encima del hombro.

No es verdad. Solo digo que, si tú te acostumbras a algo pobre, es más fácil dar la espalda a la verdadera belleza. En el mundo de la música hemos perdido la capacidad de fijarnos en algo que dure más de dos o tres minutos. Una sinfonía de Mahler tarda entre media hora y tres cuartos en llegar a su punto culminante y es posible que se prolongue durante una hora y media. Entender la buena música requiere paciencia, situarla en su contexto, saber cómo y por qué se ha escrito aquello, qué hace la orquesta… El pop actual está diseñado para que se te grabe en la cabeza sin haberlo oído nunca y se reproduzca sin freno en Spotify. La música que merece la pena exige un entrenamiento y un esfuerzo, pero llena. Tu maestro Alexander Toradze se arrodilla y pide ayuda a Dios antes de salir a un escenario. ¿Tú trasciendes así también?

Cambra considera que saber escuchar una obra maestra es «un superpoder» para la vida, y esa afirmación se constata en la partitura de su propia biografía.

La verdad es que no… En mi vida he tenido buenos y malos conciertos. Cuando uno sale mal, lo ves venir. Si no cuentas con la posibilidad de cancelarlo, sabes perfectamente que vas a pasar un mal rato, y nadie te sacará de esa, así que no vale la pena ni arrodillarse, ni nada… [Risas]. ¿Por qué el mundo necesita saber escuchar los pianos? El mundo no necesita saber escuchar los pianos. El mundo necesita concentrarse en algo. Estamos absorbidos por lo inmediato y la música clásica no lo es. Quien es capaz de entender y seguir una obra maestra de la música tiene un superpoder para el resto de su vida. Nt

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Alumni Carta desde... Oxford

Prejuicio y sensibilidad «Te has casado con uno de Pamplona, así que aquí ya toda la vida», le dijeron muchos a Lucía Martínez [Fia 12 Com 14] tras su boda con Pablo Callejo [Ing 06] en 2015. Pero ella ya sabía que ese prejuicio no se confirmaba en su marido. En agosto trasplantaron sus raíces a Oxford: de ciudad universitaria a ciudad universitaria. texto Lucía Martínez Alcalde

oxford [reino unido]. «Nos vamos a Oxford». Lo había repetido muchas veces desde que tomamos la decisión, unos meses antes. Pero fue entonces, el 24 de agosto, en el asiento del copiloto de nuestro Seat Alhambra cargado hasta los topes, mientras me despedía de Pamplona, cuando pensé que esas pocas palabras no reflejaban todo lo que implicaba irse a Oxford. En cuatro días metimos toda nuestra vida en cien cajas. Marta Manzarbeitia [Der 11], que tiene experiencia en traslados internacionales con familia (primero São Paulo, luego Dubái), me había aconsejado: «Lleváoslo todo. Es clave para adaptarse». Me he acordado muchas veces de Marta, desde aquella primera noche en que, tras decir adiós a los de la mudanza pasadas las diez, hora inglesa, pudimos sentarnos en nuestro propio sofá.

A Pablo [Ing 06], mi marido, le habían ofrecido un trabajo en Vicon Motion Systems, la empresa número uno del mundo en desarrollo de sistemas de captura de movimiento. Una de sus aplicaciones más llamativas —y con la que suelo explicar a qué se dedica— es la relacionada con efectos visuales en el cine. Los productos creados por Vicon se han utilizado en películas de Star Wars, la serie The Mandalorian y en videojuegos como Final Fantasy. Llegamos a Portsmouth el 25 de agosto, tras un viaje en ferry que supuso un preludio emocionante para la aventura familiar. Jaime, nuestro hijo mayor, de cinco años, se acuerda con frecuencia del barco, y es un elemento recurrente en sus juegos con Ignacio (dos años y medio) y Fátima (cumplió uno en octubre). Condujimos hasta Oxford y dormimos esa primera noche en un hotelillo indio a las afueras. A la mañana siguiente, tras recoger la llave, tomamos posesión de nuestra nueva casa. Vivimos en Kidlington, al norte de Oxford. Pablo llega en cinco minutos en coche al trabajo (antes tardaba cincuenta), y aquí podemos comer juntos todos los días. El cole de Jaime también está cerca, a un cuarto de hora caminando a paso de niño. Cada semana, Jaime trae a casa un cuento diferente. Cuando fuimos a la revisión de un año de Fátima, la enfermera nos regaló dos libros infantiles. Me chocó en un primer momento pero me encanta que consideren básica la lectura para el desarrollo de un niño: una buena dieta de alimentos y de páginas. Yo ya sueño con que los Reyes Magos (o Father Christmas) les traigan en un futuro no muy lejano Las crónicas de Narnia, de C. S. Lewis, y puedan leerlo en su lengua original. Pasamos las primeras semanas vaciando cajas y montando muebles de IKEA. —Tierra a la vista. En las veinticuatro horas que duró el viaje hubo tiempo para jugar, probar fish and chips por primera vez e incluso conseguir dormir un poco.

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Mis hermanos Álvaro [Arq 15] y Pablo viven en Inglaterra —Londres y Bristol, respectivamente— y vinieron a echarnos una mano. Gracias a ellos adelantamos bastante la puesta a punto de la casa antes de que Pablo se incorporara a la oficina. una acogida cálida, como un té con canela. Un cierto recelo generalizado me llevaba a pensar que los ingleses eran personas frías. Mis prejuicios se disolvieron más rápido que los de Elizabeth Bennet hacia Mr. Darcy en la novela de Jane Austen. Desde que llegamos no hemos parado de conocer gente acogedora. El primer sábado en Oxford, saliendo de St Aloysius —la iglesia donde predicaba Newman, donde Hopkins fue sacerdote y donde Tolkien solía ir a misa—, se nos acercó un matrimonio chileno, Magdalena y Clemente, con sus dos hijos, a darnos la bienvenida. Enseguida intercambiamos teléfonos y el viernes siguiente estábamos merendando en su casa. Cuando aún pensábamos si venir o no, un amigo en común nos puso en contacto con Marta y Víctor. Ellos llegaron aquí en 2016, cuando su hijo mayor tenía casi un año; ahora tiene seis y tres hermanos. Sus consejos y su disponibilidad para resolver cualquier duda práctica han hecho mucho más suave nuestro desembarco. Por Magdalena conocí a Nathalie, que me invitó a un plan de amigas en su casa sin haberme visto nunca. Y allí estaban también Bea y Rocío. Unas semanas después, Rocío y su marido, Dominic, nos prepararon una rica cena de pollo asado con coles de Bruselas y Yorkshire pudding. En un pícnic de familias, nos presentaron a Ana [Eco 99] y Edward, que se habían mudado hacía relativamente poco, desde Londres. También hemos celebra—La cámara Radcliffe. Es parte de la Bodleian Library, la principal biblioteca de la Universidad de Oxford. Tiene capacidad para 600 000 libros.


—St John's. Fundado en 1555 por el comerciante sir Thomas White, es uno de los cuarenta y cinco colleges de Oxford. do el cumpleaños de Mikel, el hijo mayor de Maibe y Ben. Maibe es de Bilbao y, al escuchar a sus hijos llamándola «amatxo, amatxo», por momentos me preguntaba si estaba en Oxford o en Pamplona. Los domingos, después de la misa de diez y media en St Gregory and St Augustine, sirven café, zumo y pastas, y ha sido una ocasión de conocer a mucha gente. Y de reencuentros: Michael y Pablo coincidieron en Singapur hace diez años y tendría que haber grabado sus caras cuando de repente se vieron saliendo de la iglesia. Todo esto en el primer mes. Con solo cinco cajas por vaciar, el siguiente reto consiste en cuadrar horarios —Las huellas de grandes escritores. En Magdalen College fue profesor C. S. Lewis. Cruzando el río se llega a The Grove, una gran pradera del college donde habitan ciervos.

de oficina de Pablo, colegio y teletrabajo. Estoy feliz de poder continuar en Nuestro Tiempo, ahora desde la distancia, así como seguir escribiendo para Aceprensa y colaborando con Canavox, un movimiento internacional a favor del matrimonio y la familia. En nuestra nueva casa tengo «una habitación propia», aunque —no sé qué diría Virginia Woolf al respecto— en bastantes horas del día la comparto con Ignacio y Fátima, un perro de plástico que ladra y piezas de construcciones. Desde la primera semana los niños dicen «Vamos a casa» para referirse a la de aquí. Jaime, por iniciativa propia, se presenta como «Jimmy». No me costó

más de dos días acostumbrarme a comer a las doce y media y a que los coches conduzcan por el lado equivocado. La semana pasada me atreví a echarle leche al té y me sorprendió gratamente. Solemos merendar gelatina y porridge, como me recomendó Mariona [PhD Fia 16]. Cuando se asomaba el otoño, suspiré pensando en los colores del campus. Pero, una vez más, este país me sorprendió, con rojos en los que chisporrotean pinceladas doradas y granates intensos que brillan con fuerza ante el más pequeño rayo de sol. Y, de repente, en el jardín de Marie y Carlos (un matrimonio inglesa-español que nos invitó a tomar el té hace unos domingos, y a quienes hemos adoptado como «los abuelos en Oxford»), descubrí con alegría un ginkgo biloba, que aún no había comenzado a volverse de oro. En las semanas de analizar pros y contras con Pablo, sobre si venir o no, me acompañaron los mensajes de WhatsApp de Sole [Fia 12 Com 14], a la que acudí —como tantas veces durante nuestros seis años de carrera juntas— en busca de palabras sabias: «Mira, Lu, es compatible la pena con la ilusión, y la incertidumbre con ver claro lo que hay que hacer». Como siempre, Sole tenía razón. Y ese desgarro interior ha sido menos doloroso de lo que sospechaba. He descubierto que el «Home is wherever I’m with you» que cantan Edward Sharpe & The Magnetic Zeros es una realidad que, en mi caso, tiene la forma de Pablo, Jaime, Ignacio y Fátima. También, me acuerdo mucho de lo que le decía Hannah Arendt a su marido: «Eres mi hogar portátil». Venir a Oxford no me lo ha descubierto, ya lo sabía, pero sí me ha hecho experimentarlo como nunca. Y es una verdad enorme y acogedora. Nt

—Brothers. Dos de los cuatro hermanos de Lucía viven también en Reino Unido: Álvaro (primero por la izquierda) es arquitecto y Pablo, psicólogo. primavera 2021  Nuestro Tiempo —83


CÁTEDRA ABIERTA Diego S. Garrocho Salcedo

Los polos de la virtud

«No llegaré a alinearme con Heráclito, para quien la guerra era el padre de todas las cosas, pero sí creo que existen virtudes civiles que solo se ejercen en el enfrentamiento y en la fecunda oposición de ideas»

L

que germinan y florecen mediante la oposición lealmente instruida. Por eso es de justicia recordar que en el debate, como en la guerra, también existen las reglas. E incluso formas de cortesía y ocasión para la elegancia. Lo que está degradando el régimen de nuestra palabra pública no es tanto la polarización como la mediocridad de los polos. Nada nos impide concebir un espacio público de deliberación donde los contendientes aglutinaran fortalezas y virtudes, principios y recursos de seducción que nos hicieran capaces de amar a un contendiente y a su contrario. Así ocurría en los duelos homéricos, en los que uno nunca sabe del todo por qué héroe habrá de tomar partido, y así imaginamos que sucedían las remotas justas literarias, en las que ambición y vanidad servían para preñar de tino e ingenio a la producción del escribiente. La oposición de ideas no es solo una consecuencia de lo político sino que se distingue como la condición de posibilidad de su más alta dignidad. Recordemos, por ejemplo, que Aristóteles en su Política no describía el logos como un puro instrumento comunicativo. Si somos animales de razón, en verdad lo somos por cuanto conversamos (disputamos, debatimos...) acerca de lo justo y lo injusto. Pedimos la palabra, damos la palabra e incluso, a veces, también la perdemos. Dos amigos lo resumieron en el certero título de un libro: somos seres de palabra. Pero lo somos de la buena como también lo somos de la mala. El hombre es un animal que duda y esa duda, habremos también de recordarlo, es el alimento que nutre su creencia. Es más que probable que el arraigo identitario de nuestros valores —somos aquello en lo que creemos— justifique la vehemencia con la que tantas veces defendemos nuestras ideas. Pero si la valentía debe apreciarse como una virtud civil, y así lo era en sede griega, la generosidad para exponer nuestras creencias a la crítica habrá también de describirse como una forma de excelencia. No sé si el bien, como advirtió el de Estagira, se dice de muchas maneras. Lo que sí tengo claro es que para encontrar tal bien, signifique este lo que signifique, habrán de reunirse distintas maneras de decir para reconocer, de entre todas ellas, la que ojalá mejor lo exprese.

A POLARIZACIÓN ya no es lo que era. En un tiempo en el que todo el mundo clama en su contra, merecería la pena, así fuera como intento, ensayar una posible apología de esta expresión contemporánea del enfrentamiento verbal. Sabemos que ya no amamos —ni odiamos— como solíamos, que la crispación pública y mediática se ha visto agravada por la intoxicación de las redes sociales y sospechamos, haríamos mal en no hacerlo, que detrás de cada tecnología se esconde una nueva forma de dominación política. Pero debemos ser sinceros. La polarización nos molesta, sobre todo, porque nos ocurre como con el infierno de Sartre: los que polarizan y tensionan son siempre los otros. Nunca somos nosotros los que cometemos excesos ni son nuestras las ideas que asedian la posición de los interlocutores. La defensa legítima de nuestras posiciones jaLA PREGUNTA DEL AUTOR más nos resulta hiriente, y la agresividad o el ruido se exhiben siempre como atributos del ¿Hace cuánto que no adversario. «L’enfer, c’est les autres». cambia de opinión sobre No llegaré a alinearme con Heráclito, para algún tema muy relevante quien la guerra era el padre de todas las cosas, para usted? pero sí creo que existen virtudes civiles que solo se ejercen en el enfrentamiento y en la fecunda oposición de ideas. Nuestra tradición filosófica asienta sus raíces en el diálogo platónico, que encarna la sublimación de un @NTunav desacuerdo, y las universidades medievales Opine sobre este asunto en consagraron la disputatio como un instruTwitter. Los mejores tuits se mento imprescindible para la indagación y el publicarán en el siguiente número. conocimiento. Las ideas no solo se cultivan a través del contacto armónico y mullido sino 84—Nuestro Tiempo  otoño 2021

Diego S. Garrocho Salcedo es profesor de Ética de la Universidad Autónoma de Madrid y presidente del consejo académico de Ethosfera. En noviembre de 2021 recibió el II Premio de Periodismo David Gistau. @GarrochoS



Libros

NÚMEROS

7000 2500 idiomas distintos existen en el mundo, según redondea el anuario Ethnologue.

idiomas pueden estar hoy en peligro de extinción, se teme la ONU.

¿Que una imagen vale más que qué…? Entre los conocimientos que elevan la cultura y sus posibilidades en una persona, debería sobresalir hoy el saber interpretar imágenes, fijas y en movimiento, incluso el poder crearlas. texto Joseluís González [Filg 82],

profesor y escritor @dosvecescuento Suelo examinar a mis estudiantes de Cultura Audiovisual con dos preguntas básicas y sencillas. Aparentemente. Pretendo comprobar, por supuesto, su hondura de reflexión, su capacidad para relacionar lo que van asimilando, la fuerza de su originalidad o al menos su pericia en esquivar tópicos. Una —no la pongo todos los años— plantea «¿Para qué sirve una fotografía?». La otra cuestión, más trillada, interpela por esto: «¿Comparte usted el axioma de que una imagen vale más que mil palabras?». La respuesta más frecuente es «Depende». Cierto: depende. ¿Pero de qué factores, de qué circunstancias, de qué objetivos...? Un argumento irrefragable consiste en asegurar que para afirmar la primacía de la imagen por encima de las palabras se necesitan —¡oh, casualidad!— siete palabras. Quedan bastantes para llegar a las mil. Y la potencia del aforismo y los mensajes afilados está fuera de duda. Aquel constante y esperanzador «Hoy es siempre todavía» de Machado admite millares de glosas. 86—Nuestro Tiempo  otoño 2021


Delphine de Vigan

Gabriel Insausti

Depende, por supuesto. Parece que tienen diferente tratamiento y distinta consideración el plano del Madrid de los Austrias, un entusiasta dibujo infantil para el Día de la Madre, el Guernica o un Rothko o El mundo de Cristina de Andrew Wyeth, una foto de 1932 de unas marisqueiras o el retrato de unos recién casados. No digamos un holograma, la estatua de una de las decenas de fundiciones de El pensador de Rodin o un cartel veraniego pero artificial de Coca-Cola o incluso la señal de dirección prohibida. Puede añadirse una cohorte de ejemplos. Mis estudiantes destacan la inmediatez de tener delante una imagen fija y pararse a mirarla y, además, la universalidad de ese lenguaje. Un texto verbal —una sucesión de palabras— o una película son secuenciales: hay que dar un paso y a continuación otro, el siguiente, el que se eslabona con el anterior. Los lingüistas distinguen hoy entre los textos continuos y los discontinuos. Son discontinuos las infografías, los mapas, una tabla estadística, el formulario de una inscripción, incluso una factura. Suelen apoyar informaciones y requieren «estrategias de lectura no lineal»: admiten leerse a saltos, sin empezar por el principio ni seguir por el «a continuación». Pero una imagen es como una avalancha: una repentina y habitualmente masa enorme de información. Y admite múltiples interpretaciones si resulta compleja. Aunque quizá no tantas si corresponde a la foto en internet de unas sandalias bajadas de precio o de una linterna recargable. Algún alumno destaca que las palabras —la verborrea, más bien— tampoco ayudan. Una imagen, y en según qué circunstancias el silencio, supera en elocuencia a mil palabras. También un acto es más va-

Ida Vitale

Ignacio Uría

lioso que mil promesas. Suena contundente. Como los poemas perfectos de César Vallejo: «Por ellos va mi corazón a pie». Aclaró bastantes de esos dependes un catedrático de la Universidad Complutense, Justo Villafañe, pionero en estas investigaciones. Todavía deberíamos leer su Introducción a la teoría de la imagen (1984 y 2006) para curarnos del analfabetismo visual. Villafañe aplica dos criterios o más bien dos procesos inherentes a una imagen y su naturaleza: la percepción y la representación. Establece una útil tipología: imágenes mentales, naturales, creadas y, si admiten multiplicarse, imágenes registradas. Las naturales requieren de dos milagros: la luz y un sistema de percepción visual eficaz. Por ejemplo, ver a los de enfrente esperando el mismo semáforo en rojo o un hayedo recién amanecido. Las compartimos. Las mentales, tan por dentro, ¿qué materia tienen? ¿Cómo transmitir, si se recuerdan, una alucinación psicotrópica o una secuencia onírica? Las creadas pretenden seleccionar un fragmento del entorno óptico. La mano humana dibuja, pinta, esculpe, rueda, diseña, dispara la foto… El artista reinterpreta o abstrae. Pero no sabemos siempre los fundamentos de la plástica: para qué la escala del tamaño, cómo ordenan a nuestros ojos hacia dónde mirar, qué efectos entraña la textura, los significados del color y su tríada de matiz o tono y saturación y brillo. Ni vemos puntos ni líneas ni formas ni pesos visuales. Cuánto nos perdemos. Lo anterior es una lenta coartada para resaltar la reedición de un imprescindible sobre «lenguaje icónico», el manual La sintaxis de la imagen. De Donis A. Dondis. Suena a pseudónimo y no lo es. Sintaxis significa «con orden».

Rachel Cusk

Jean Echenoz

APUNTES

¿cuánto vemos? ¿qué interpretamos? Formada en el Massachussets College of Art, la diseñadora estadounidense Donis A. Dondis (1924-1984) enseñó en la Boston University. Su manual La sintaxis de la imagen, de 1973 y pulido después, es imprescindible en alfabetización visual. Con ejemplos claros, y basándose en principios de percepción de la Gestalt o psicología de la forma, Dondis adiestra en fundamentos de composición, en cómo se disponen los elementos medulares de una representación gráfica o una plasmación abstracta. Punto, línea, contorno, dirección, tono, color, textura, dimensión, formato, escala y movimiento desgranan cómo se configura una imagen. Los contrastes entre equilibrio o inestabilidad, entre simple o complejo, entre economía o profusión suelen marcar los recursos técnicos. Dondis agranda la forma de mirar.

Nt

otoño 2021  Nuestro Tiempo —87


Libros

Jugando con la novela negra

La vida es un jardín

¿Sin hombros ni gigantes?

Tiempo hecho tempo

Vida de Gérard Fulmard Jean Echenoz Anagrama, 2021 176 páginas, 17,90 euros

Recuerdos de un jardinero inglés Reginald Arkell Periférica, 2020 224 páginas, 17,90 euros

La lira de Linos. Cristianismo y cultura europea Gabriel Insausti, Encuentro, 2021, 374 páginas, 24 euros

Tiempo sin claves Ida Vitale Tusquets, 2021 130 páginas, 15 euros

La vida de Gérard Fulmard es monótona y previsible hasta que se le ocurre fundar una agencia de detectives. Realmente, su clientela se reduce a dos casos de desaparición de mujeres algo estrambóticos y peculiares. Por medio de su psiquiatra le encargan el secuestro de la esposa del presidente de la Federación Popular Independiente, un conocido partido político francés. El autor presenta una serie de protagonistas que solo se mueven a la sombra del poder y a los que no les importa ordenar el asesinato de un líder en decadencia para ascender a otro. Pero, en esta novela, nada es lo que parece: hay secretos y aspiraciones ocultas entre los personajes que se van mostrando a medida que avanza el relato. Jean Echenoz, en esta obra, muestra su maestría en las detalladas descripciones, así como en los giros imprevisibles, que rozan en muchas situaciones el absurdo.

Quienes disfrutaron de Los restos del día también lo harán con esta novela de 1950 (recientemente traducida), escrita por Reginald Arkell, un periodista inglés que destacó por sus guiones y libretos. Si la obra maestra de Ishiguro rinde homenaje al trabajo de mayordomo, este libro ensalza el oficio de jardinero al contarnos la vida de Bert Pinnegar, jefe de jardinería de una mansión inglesa. Y hay más paralelismos: comparten tono elegíaco, cierta alabanza de virtudes sin brillo social —como la lealtad o la discreción—, y la historia de una relación entre la amistad y el amor. La narración fluye con un estilo delicado y elegante, en el que hay una mirada irónica sobre las vidas humanas. Vaya esta cita como ejemplo: «La reina Victoria murió y el príncipe de Gales se convirtió en rey de Inglaterra, cuando ya era casi demasiado tarde para que eso tuviera importancia para él».

El nuevo libro de Gabriel Insausti se compone de tres ensayos: «Estética del atrio», «La luz en el túnel: tres citas en la Lumen fidei» y «La cultura: ¿liturgia o akelarre?». En el primero reflexiona acerca de las diferentes reacciones suscitadas por el proceso de secularización entre algunos escritores franceses. El siguiente estudia el papel de lo estético en la cristología moderna y la añoranza de un sustrato teológico para edificar una civilización que parece haber olvidado sus raíces. En tercer lugar, partiendo de algunas características de cierto arte contemporáneo y del cine, se ocupa del olvido del pulchrum en las artes plásticas, así como de las contradicciones íntimas del conato posmoderno de construir una nueva cultura sobre la negación del legado judeocristiano. Admira la familiaridad de Insausti con la literatura moderna en distintas lenguas y con el actual debate de ideas.

El nuevo libro de Ida Vitale (Premio Cervantes 2018) parece susurrarnos al oído la clásica cita: «Nomen omen», el nombre es el sentido. En efecto, en esta poesía, la vida siempre es lo esencial y nunca va de vuelta. El primer poema tiene algo de exposición de motivos: «Como no estás a salvo de nada, intenta ser tú mismo la salvación de algo». Para ello, se propone «caminar despacio, a ver si tentado el tiempo hace lo mismo». La poeta ensaya tentaciones al tiempo para que se transforme en música. Hay muy poco postureo artístico: «Después de los ochenta […]/ dejarán de angustiarte/ las teorías estéticas». En estos poemas encontramos «tiempo esperanzado» y un juvenil regodeo en las rimas y las aliteraciones. Sucede a sus versos, al fin, lo que a las hojas de otoño: «no están cayendo: vuelan/ en el viento tangente/ con novísimas alas/ al terminar su vida:/ otros pájaros ciertos/ que acompañan el año».

Gonzalo Robles

Manuel Casado

Enrique García-Máiquez

Rebeca Arias

88—Nuestro Tiempo  otoño 2021


La amabilidad de lo cotidiano

Merci

Amores eternos

El salvavidas y la estaca

Entre columnas. Historia, periodismo y otros animales Ignacio Uría Renacimiento, 2021. 244 pág., 18,90 €

Las gratitudes Delphine de Vigan Anagrama, 2021 176 páginas, 18,90 euros

Editor para toda la vida. Conversaciones con Juan Cruz Ruiz Mario Muchnik. Trama editorial, 2021. 120 pág., 19 €

Segunda casa Rachel Cusk Libros del Asteroide, 2021 184 páginas, 17,95 euros

El cine, el amor, Morante de la Puebla, la literatura, Gattuso, la infancia, Dios, la familia, Cuba, ganar, la música, Gijón, Indiana Jones, «el escalafón y el horario» de D’Ors, Les Luthiers, Pamplona, Hamlet, la felicidad, Roma, perder, Audrey Hepburn, Juan Pablo II, viajar en tren, Cabrera Infante, la pandemia… La vida es lo que da unidad a esta colección de artículos de Ignacio Uría, director de Nuestro Tiempo de 2012 a 2017, publicada por Renacimiento. Así, tocando infinidad de temas con un estilo ágil y sin perder la profundidad, Uría logra transmitir al lector una mirada de sorpresa siempre renovada ante lo cotidiano. Enrique García-Máiquez, poeta y columnista de estas páginas, firma la presentación del volumen y señala que la memoria favorable del autor es también protagonista de la obra, porque este sería uno de los libros que, como en la novela Fahrenheit 451, habría que salvar del fuego del olvido.

«¿Os habéis preguntado cuántas veces en la vida habéis dado realmente las gracias? Unas gracias sinceras. La expresión de vuestra gratitud, de vuestro agradecimiento, de vuestra deuda», dice Marie, uno de los personajes de Las gratitudes. Delphine de Vigan narra con gran delicadeza el deterioro de Michka Seld, una anciana que sufre afasia y poco a poco va perdiendo sus facultades cognitivas. En este camino la acompañan Marie, vecina de la infancia, y Jérôme, su logopeda, en una preciosa amistad hilvanada por la gratitud. De Vigan nos habla de la importancia de las palabras, también de aquellas que no llegamos a decir, de la soledad, la vejez, los recuerdos y las ausencias… Una conmovedora novela desde el corazón en la que el agradecimiento interpreta el papel protagonista. Las gratitudes forma parte de una trilogía que comenzó con Las lealtades. Ambas tienen en común la búsqueda de lo que nos hace seres humanos.

El físico Mario Muchnik heredó de su padre ser editor y la vocación definitiva de traer al mundo libros necesarios y además urgentes. Quinientos. Con Léxico editorial, Normas de estilo y otros títulos retrató su carácter. Audaz, clarividente, este nonagenario honrado y con criterio propio, «torrente de historias, torrente de vitalidad», con memoria fiel para las anécdotas reveladoras, aceptó departir amistosa y larga y sinceramente con el periodista y escritor —editor también— Juan Cruz Ruiz. Preguntas y respuestas llenan un centenar vivo de páginas en torno a la experiencia de qué significa este trabajo. Se suceden confidencias y confesiones de Muchnik. Declara la supremacía de Guerra y paz, el respeto a la personalidad de Canetti y de Primo Levi, su devoción por su colega de profesión Carlos Barral, su admiración por Ernesto Sabato, su afecto por Cortázar... Y enseña a ser mejor editor.

A través de un largo monólogo, la protagonista de Segunda casa cuenta el cambio que experimenta al acoger en su casa de invitados a un afamado artista cuya pintura la deslumbraba. El encuentro propicia la oportunidad de mirar a través de un nuevo prisma su propia identidad como mujer y como madre, así como de reexaminar su pasado. «Incluso estando yo en mi casa y rodeada de las cosas que más quería, L tenía la capacidad de suscitarme dudas y revelar dentro de mí lo que normalmente estaba oculto», explica la mujer. Esta situación le permite también indagar en las relaciones familiares y en su percepción del mundo desde la marisma aislada en la que vive con su pareja y, temporalmente, con su hija y yerno. La narración, con una densa dimensión abstracta, logra horadar los personajes y propone una reflexión en torno al arte, muy entrelazada con la figura del artista, en la que un pretendido salvavidas puede ser una estaca.

María Tapias Fraile

Teresa Llamas

Joseluís González

Leire Escalada otoño 2021  Nuestro Tiempo —89


Libros Novedades EUNSA

La mirada de Dios Desmitificando a Nietzsche

Paz y esperanza del siglo xx

¿Ser alguien o hacer algo?

Autoestima a la luz de la Palabra de Dios Julio Sánchez Díez 2021, 64 páginas, 7,90 euros

Cautivados por la libertad Miguel Ángel Balibrea Cárceles 2021 236 páginas, 15,90 euros

Enfermeras: mujeres protagonistas en los conflictos bélicos María López Vallecillo 2021. 212 páginas, 15,90 euros

23 claves para el éxito en la Universidad José López Guzmán 2021, 224 páginas, 11,90 euros

El autor se abre con generosidad para transmitir su vivencia del amor que entiende más puro: el que recibe como don gratuito de Dios. Esto le lleva a considerar la autoestima como un regalo que se obtiene sin merecimientos y que capacita para mirarse interiormente tal como el Creador ve al hombre. La autoestima, como tal, no se encuentra condicionada a habilidades o méritos particulares, sino que el Amor encarnado la trasciende y supera; de algún modo la desborda. Así, la referencia constante a la Escritura como alimento espiritual de la existencia se convierte en el hilo conductor en una obra que se construye con reflexiones sinceras que brotan de una experiencia de filiación divina, gratitud y misericordia. Se trata de una realidad personal liberadora que el autor comparte haciendo vivo el mandato evangélico de «Dad gratis lo que habéis recibido gratis».

Lo inalcanzable del mito es lo que lo configura, el horizonte que separa la mitología de la historia. El punto donde el mito deja de ser accesible posibilita la interpretación, la suposición. Nietzsche se construye a sí mismo como una fábula, y el siglo xxi ha sabido alimentarla hasta el punto de que cualquiera cree que conoce su filosofía. Cada uno elige la porción intelectual más sabrosa y la hace suya para poder justificarse. Miguel Ángel Balibrea recorre con agudeza y sentido crítico las enseñanzas que han configurado el pensamiento social de nuestra época, poniéndolas en relación con las inquietudes y corrientes más influyentes: ideología de género, ecologismo, el conocimiento, la verdad, etcétera, argumentando con un estilo atractivo y de divulgación, desmitificador. Una invitación a la reflexión sobre lo cotidiano como un todo y no una parte interesada.

En estos tiempos en los que el personal sanitario ha tenido tanta importancia en el escenario mundial, conviene echar la vista atrás para conocer también su impacto en nuestra historia. María López Vallecillo nos muestra los entresijos de una profesión que, a pesar de haber estado siempre en segundo plano, se volvió urgentemente indispensable durante los conflictos españoles de principios del siglo xx. Más allá de los frentes de guerra, el icono de la enfermera tuvo también un gran impacto sobre la imagen social de la mujer como cuidadora. Las condiciones deplorables de su entorno, un trabajo exhaustivo sin remuneración económica y el escaso reconocimiento de su labor solo muestran el espíritu heroico de miles de enfermeras cuyos nombres han sido olvidados. La historia de la enfermería es también la historia de la mujer.

«Si se hiciera una película sobre mi vida, todas las escenas acabarían suprimidas en la sala de montaje. Son solo pequeños acontecimientos sin importancia. Pero para mí son recuerdos valiosos llenos de sentido». Como en estas líneas de Murakami, José López Guzmán hilvana anécdotas en apariencia insignificantes que han determinado su vida y también la de muchos de sus alumnos universitarios. En su nuevo libro, el autor extrae de la realidad lo que permite sondearse a uno mismo: casos prácticos, actitudes, formas de ser… que retan a tomar el pulso a la trayectoria personal. Su objetivo es ofrecer puntos desde los que reflexionar sobre la propia situación y, en esa especulación, vislumbrar una versión mejor de uno mismo. No lo olvidemos: «Es más difícil ser alguien que hacer algo». Por eso, unas claves para el éxito particular y académico no nos vienen nada mal.

Guadalupe Arévalo

Beatriz Leopardi

Alejandro Iribas

Álvaro Aramendi

90—Nuestro Tiempo  otoño 2021


Clásicos: otra mirada

Ancho mar de los Sargazos Jean Rhys Anagrama, 1998 192 páginas, 5,10 euros

Entre dos continentes

DIEGO FERMÍN

Libros

La lectura de Ancho mar de los Sargazos nos aporta una satisfacción doble, porque no leemos una novela sino dos al mismo tiempo. Su protagonista, Antoinette Cosway, reaparecerá en Jane Eyre de Charlotte Brontë, una vez convertida en Berta Mason, la mujer «loca» que Edward Rochester mantiene encerrada en su mansión de Thornfield. Conocemos la historia: Berta, que es el obstáculo para el nuevo matrimonio de Rochester con Jane, acabará prendiendo fuego a Thornfield y suicidándose. Posibilitando así el final feliz de Jane Eyre. Igual que Berta Mason, Jean Rhys (1894-1979) era antillana, y cuando de niña leyó la novela de la Brontë decidió que esa mujer muda en la novela inglesa merecía una voz. Y que esa mujer loca merecía una lucidez. En definitiva, que esa mujer —de la que Jane Eyre nos dice que «no se sabe si es persona o animal»— merecía ser, reconociblemente, un ser humano. Y eso hace Ancho mar de los Sargazos: devolverle a Berta Mason su voz, su lucidez, su condición humana. La trama de la novela la constituyen entonces dos procesos. Primero, el de desposesión: cómo Antoinette Cosway se va convir-

tiendo en Berta Mason; cómo de ser una rica heredera pasa, después de su matrimonio con Rochester, a no tener nada. Y cómo se va tejiendo su supuesta locura con hilos de intereses, confusiones, crueldad. El segundo proceso es el de reposesión. Porque Antoinette/Berta hará en la novela lo que tiene que hacer: prender fuego a Thornfield y tirarse por la ventana —su destino está escrito en Jane Eyre—. Pero lo hará siguiendo su propio texto; como un sujeto en plena posesión de su memoria y su lucidez, es decir, consciente de que está ahí para desempeñar un papel, el que le conviene a Rochester, y a la causa de las identidades monocordes, sabiendo que no tiene sitio en ese mundo, porque su identidad es criolla, polifónica, como el propio mar de los Sargazos que se abre entre dos continentes. Ancho mar de los Sargazos siembra dudas en las certezas de Jane Eyre. Alumbra rincones oscuros. Da voz a quien no la tenía. Cumple, en definitiva, lo que hace la gran literatura: interrogar, revelar, darle una verdadera oportunidad a lo humano. Luisa Etxenike

otoño 2021  Nuestro Tiempo —91


Cine

NÚMEROS

25

películas han sido protagonizadas por el agente 007.

6

actores se han metido en la piel de James Bond. El primero fue Sean Connery, en 1962.

James Bond vuelve a casa

Sin tiempo para morir es un ejemplo de cómo se puede adaptar un clásico que se había quedado absolutamente acartonado. La evolución del personaje ha servido para resucitar una saga moribunda. texto y críticas

Ana Sánchez de la Nieta 92—Nuestro Tiempo  otoño 2021

Como dice un buen amigo, a mí lo que me gusta es hablar de la vida aprovechando las películas… Y como en NT me dejan mezclar el cine y la vida voy a hablar de mis reflexiones sobre James Bond. Aviso, hay spoiler. La última película de Bond, además de sacar la saga del dique seco, me parece el broche final de una interesante evolución del agente 007 hacia una masculinidad mucho más sana. Y aquí hago un inciso para los que piensen —con toda la

razón, probablemente— que qué hago yo metiéndome en el jardín de las masculinidades. Acepto todas las críticas, podéis enviar vuestras sugerencias a los maravillosos editores de la revista, que ellos me las hacen llegar. Hablo desde la distancia y el cariño, que es desde donde podemos hablar cada uno de hombres, mujeres y viceversa. Después de este inciso, entremos en materia. James Bond siempre se ha presentado como un personaje cien por cien


Dolores Fonzi

Cary Fukunaga

masculino dirigido a un público mayoritariamente masculino. Un hombre de acción, sin miedo al peligro, resolutivo y frío, que además podía presumir de una elegancia y atractivo que le hacían absolutamente irresistible para las mujeres, que estaban encantadas de sentirse maltratadas por un tipo con tanto glamour. Al escribir estas líneas una se pregunta cómo semejante personaje pudo sobrevivir al siglo xx. Pero lo hizo. Lo de los papeles femeninos, mejor lo dejamos para otro día. La resurrección empezó hace quince años, en 2006, con Casino Royale y con el estreno de Daniel Craig como James Bond. El actor británico repetía muchos clichés de los agentes anteriores —seguía siendo igual de atractivo—, subrayaba la ironía de Ian Fleming pero, y aquí estaba lo novedoso, añadía profundidad a la historia de nuestro protagonista, que, por fin, tenía un pasado y sufría por un futuro. Un sufrimiento todavía un poco básico, pero algo es algo. El agente 007 comenzaba, tímidamente, a explorar sus emociones, y sus relaciones no eran mecánicas y sin consecuencias. Dejaban una huella. Como en la vida real. Y no me refiero solo a sus relaciones con las mujeres, que por supuesto, sino con sus jefes, con sus compañeros, con sus amigos e incluso con sus adversarios. Y esta evolución en las cinco películas del que algunos llaman «ciclo Craig» culmina con un broche de oro en Sin tiempo para morir. Porque ya no se trata de que James Bond tenga amigos y sufra por ellos, o que no utilice a las mujeres como hasta ahora. No se trata incluso de que sea capaz de valorarlas e incluso de ser fiel a su pareja. Todo esto ha ido configurando al protagonista en los últimos

Denis Villeneuve

María Valverde

títulos, pero hay un paso más. El recorrido termina en un legado sorprendente: la paternidad. Sorprendente, aunque en cierto punto lógico, porque la evolución de James Bond le ha llevado de un encerrado solipsismo en el que los demás eran simples instrumentos para conseguir retos —unos más confesables que otros— a un darse en una relación más sincera, más gratificante y mucho más fructífera. Este proceso de Bond no se entiende sin su progresivo abrirse al resto de personajes. Y ese abrirse se traduce, en las sucesivas películas, en aceptar, en perdonar, en renunciar, en pedir perdón, en ceder. En amar. El impacto es que nuestro héroe —ya sí podemos llamarle héroe— ha vuelto al lugar donde el hombre —y también la mujer— son más auténticos y más valiosos. Ha vuelto a la familia. Ha vuelto a la filiación y a la paternidad. Ha vuelto al hogar. Al lugar donde cualquier gesta, grande o pequeña, tiene sentido. Y, por eso, el final de Sin tiempo para morir me parece sencillamente espectacular para entender el valor de la nueva masculinidad. Una masculinidad capaz de perder la vida por salvar a su familia. Y una masculinidad que gira alrededor de la paternidad, de los detalles —ese peluche—, de la escucha y de la apertura al otro. Una masculinidad que se demuestra, en primer lugar, en lo doméstico y en lo cercano. Después de recorrer el mundo, James Bond —ahora sí, irresistiblemente atractivo— vuelve a casa. Nt

Clint Eastwood

TELEGRAMAS

doble influencia «Espero que Bond haya cambiado mucho mientras he sido parte de él», afirmó Daniel Craig en una entrevista para GQ en la que también señaló que interpretar este personaje le había cambiado la vida enormemente, «el 99 por ciento de ella para mejor». ¿un 007 mujer? «No estoy particularmente interesada en tomar un personaje masculino y que una mujer lo interprete. Creo que las mujeres son mucho más interesantes que eso». Son palabras de Barbara Broccoli, productora de Sin tiempo para morir, cuando le preguntaron por distintas opciones para el próximo 007. heredero de una saga «No puedes cambiar al personaje sin traicionarlo. Lo que sí puedes y debes es cambiar el mundo que le rodea y mostrar cómo le afecta esa transformación. Las películas de Bond reflejan su tiempo», ha comentado Cary Fukunaga, director de Sin tiempo para morir.

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Cine

En el desierto de Arrakis

No te alejes, mamá

Apariciones marianas: una investigación

Dune

Distancia de rescate

Medjugorje

Dirección: Denis Villeneuve. Guion: E. Roth, D. Villeneuve, J. Spaihts EE. UU., 2021 Para los amantes de la ciencia ficción.

Dirección: Claudia Llosa. Guion: C. Llosa, Samanta Schweblin Perú, 2021 Un thriller con un punto filosófico.

Dirección y guion: Jesús García Colomer, Borja Martínez-Echevarría España, 2021 Para creyentes y escépticos.

Una mujer joven vive calculando mentalmente todo el día la distancia que puede haber entre ella y su hija para que la pequeña no corra peligro: es la distancia de rescate. La cineasta peruana Claudia Llosa adapta la novela homónima de Samantha Schweblin, uno de esos textos a priori inadaptables porque todo lo que pasa ocurre en la mente de los protagonistas. Llosa sale bien parada del reto y construye una película mitad drama intimista mitad thriller de terror que funciona gracias a un guion inteligentemente construido, una puesta en escena que recoge la potente atmósfera de la obra original y un magnífico casting en el que destacan las interpretaciones de las dos protagonistas: María Valverde y Dolores Fonzi. Como paisaje de fondo, la película encierra una potente reflexión sobre la maternidad, ese hilo capaz de unir para siempre y a pesar de cualquier circunstancia, desgracia o catástrofe a dos seres humanos.

Medjugorje es uno de los fenómenos espirituales más importantes de finales del siglo xx y principios del xxi. Unas apariciones marianas en una aldea desconocida de Bosnia. Un acontecimiento que, desde su inicio, ha llamado la atención a multitud de creyentes, escépticos… y periodistas. Uno de ellos, Jesús García, empezó en el año 2006 a investigar sobre las apariciones. Desde entonces, ha escrito libros, ha pronunciado cientos de conferencias y, ahora, dirige —junto con Borja Martínez-Echevarría— este documental. Dos horas que recogen una gran cantidad de datos, testimonios y entrevistas. El resultado es un reportaje muy completo narrado en un tono documental. Muchos de los detalles que se narran no son novedosas para quien ha seguido estos sucesos, pero el mérito es haber recopilado y ordenado la información y contar con las declaraciones en directo de la mayoría de los protagonistas de este misterio.

Año 10000. Un planeta desértico —Arrakis, también llamado Dune— es el único lugar de la galaxia donde se puede encontrar la especia, un bien absolutamente necesario para el progreso y la supervivencia. Con este argumento, Frank Herbert publicó en 1965 una novela de ciencia ficción que se convertiría en best seller. Diez años después, el cineasta chileno Alejandro Jodorowsky presentó a varias productoras un detallado proyecto de una adaptación de Dune que fue imposible rodar: el guion era tan ambicioso como poco realista. En 1984, David Lynch adaptó Dune a la pantalla grande, pero la cinta no convenció a nadie y relegó a Dune a la categoría de obra maldita. De ahí la expectación que ha rodeado el estreno de la película del cineasta franco-canadiense Denis Villeneuve (La llegada, Blade Runner 2049), presentada en el Festival de Venecia. El resultado es una película que emocionará a muchos y cansará a otros tantos. Villeneuve ha rodado una pie94—Nuestro Tiempo  otoño 2021

za maravillosa desde el punto de vista de la producción. Ha creado un mundo visual absolutamente subyugante: desde el sobrecogedor desierto con sus monstruosos gusanos de arena hasta las naves, el vestuario o la puesta en escena de los desfiles militares. La planificación y encuadres de Villeneuve —da igual que sean las escenas con centenares de extras que los diálogos íntimos entre madre e hijo— están cuidados al detalle. El universo que se despliega ante nuestros ojos muestra una riqueza y una belleza apabullantes. Y, al mismo tiempo, el tono que utiliza Villeneuve es excesivamente frío, solemne y árido para que el espectador conecte con los personajes. Y el tempo narrativo, muy lento, tampoco facilita esta conexión emocional. Y con todo… es cine de muchos quilates.


Open Arms: un compromiso que salva vidas

Vuelve el maestro

Entre el amor y el odio

El rápido paso de los minutos

Mediterráneo

Cry Macho

Sevillanas de Brooklyn

Tiempo

Dirección: Marcel Barrena. Guion: Danielle Schleif. Historia: M. Barrena, O. Camps. España, 2021 Para amantes del cine con mensaje.

Dirección: Clint Eastwood Guion: N. Richard Nash, Nick Schenk. EE. UU., 2021 Para seguir disfrutando del wéstern.

Dirección: Vicente Villanueva Guion: Juan Apolo, Nacho La Casa España, 2021 Risas y un brindis a la familia.

Dirección y guion: M. Night Shyamalan EE. UU., 2021 Thriller atmosférico.

Después de contemplar el cadáver de un niño inmigrante en la playa, un empresario decide hacer algo para ayudar a las personas que tratan de escapar de la guerra de Siria. Al cineasta catalán Marcel Barrera le va la marcha social, el cine con mensaje, las películas que ponen el foco en problemas humanos o, mejor dicho, en soluciones humanas. Si en su primera película —100 metros— recreó la hazaña de Ramón Arroyo, un enfermo de esclerosis múltiple que terminó participando en una prueba de triatlón, ahora lleva a la pantalla la gesta de Open Arms, una iniciativa que ha salvado la vida de miles de migrantes. La cinta quizás no es redonda desde el punto de vista cinematográfico —hay algunas caídas de ritmo y subtramas peor contadas— pero la historia es magnífica, tiene un reparto más que notable y algunos actores muy solventes y, sobre todo, es de ese tipo de películas que nos hacen mejores personas. Que falta nos hace.

A sus 91 años y después de más de cincuenta al frente de películas, Clint Eastwood dirige e interpreta este wéstern crepuscular. Una vieja estrella del rodeo más que jubilada recibe la petición —casi exigencia— de un antiguo jefe: rescatar a un joven de las malas influencias y llevarlo de vuelta a casa. El duelo entre lo nuevo y lo viejo, la tradición y el futuro está servido. Un duelo que le apasiona a Eastwood y que hemos visto otras veces en su filmografía. Al igual que las reflexiones sobre el amor, el legado o el perdón. Eastwood es un clásico: por su edad, por su manera de rodar, por sus temas y por el modo —siempre el mismo— de acercarse a la complejidad del ser humano. Lo hace con respeto, con admiración, con curiosidad, con un punto de pesimismo pero —y esto se percibe aún más en su última película— también con esperanza y apertura a la trascendencia. En un cineasta casi centenario es de elogiar y mucho. Un maestro.

La comedia española —al menos algunos títulos— tiene un don especial para sacarle la chispa al no siempre agradable choque cultural. Aquí quienes se estrellan son una humilde familia sevillana y el snob estudiante americano al que acogen. Vicente Villanueva utiliza una fórmula muy sencilla —apelar a las emociones más comunes del ser humano— sin recurrir al humor facilón ni a los clichés. El guion mezcla en su justa dosis la comedia costumbrista, una historia de amor y una lúcida radiografía social con una sólida carga de denuncia, aunque venga envuelta en risas. Hay una crítica interesante al imperio del postureo y el vivir para las redes sociales, y un positivo y esperanzador mensaje sobre la importancia de los lazos familiares. Destaca además un elenco de actores convincentes y algunos gags definitivamente hilarantes.

Una familia emprende unas vacaciones paradisiacas. El destino: una isla de ensueño con todo tipo de incentivos para disfrutar. El lugar es tan maravilloso como extraño, especialmente cuando descubran que el tiempo en aquel paraje transcurre mucho más deprisa. Night Shyamalan fue un cineasta prodigio en sus inicios, pero lleva años pegando bandazos y su filmografía podría decirse que, con excepciones, está en punto muerto. En Tiempo Shyamalan exhibe algunas de sus virtudes y consigue una fuerte atmósfera de misterio y un primer tramo de suspense clásico apoyado en las relaciones entre los personajes y una planificación cuidada minuciosamente. Sin embargo, los constantes giros de la historia hacen que pierda interés y se vuelva inverosímil. Una pena, porque el envoltorio visual es más que notable y el planteamiento de la trama resulta original. La película promete mucho y da poco.

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Series

NÚMEROS

6

capítulos tiene La Fortuna, primera miniserie dirigida por Alejandro Amenábar, basada en un cómic de Paco Roca.

206

expertos de 43 países distintos consultados por la BBC han seleccionado The Wire como la mejor serie desde el año 2000.

El tumulto universitario se hace televisión

The Chair ofrece una farsa sobre el auge del identitarismo en los campus. texto Alberto N. García

[Com 00 PhD 05], profesor titular de Comunicación Audiovisual y crítico cultural

96—Nuestro Tiempo  otoño 2021

Desde hace casi una década, la universidad estadounidense anda navegando un extraño oleaje. Sus aguas están más revueltas en el ámbito de las humanidades y las ciencias sociales, pero tampoco se salvan las ingenierías o la medicina. La libertad para pensar cuestiones controvertidas y para expresar opiniones minoritarias está siendo asediada. Cada quincena salta una nueva noticia de escraches en el aula, cancelaciones a invitados polémicos, códigos de habla obligatorios, linchamientos mediáticos por naderías y, en general, una presión impuesta por los guardianes de la corrección política que dificulta la sagrada

misión académica de reflexionar en voz alta. En ese convulso paisaje intelectual se ubica The Chair, la miniserie de seis episodios creada por la actriz Amanda Peet y Annie Julia Wyman, una doctoranda de Harvard que se ha pasado a Hollywood; de ella proviene la autenticidad que se respira en buena parte de la propuesta. Porque The Chair narra las desventuras del departamento de Literatura Inglesa en la ficticia Universidad de Pembroke. La profesora Ji-Yoon Kim (interpretada con solvencia por Sandra Oh) acaba de ascender a directora, lo que explica el título de la serie. Entre sus nuevas tareas como jefa


Sandra Oh Elena Rivera

está la de lidiar con un claustro avejentado y escasas matriculaciones de alumnos. No obstante, el verdadero gatillo del drama se dispara cuando una de las estrellas del departamento, Bill Dobson (Jay Duplass), hace una parodia de un gesto nazi en clase. Con la preceptiva descontextualización, su levantamiento de brazo se convierte en viral y una bola de nieve echa a rodar. Cada vez más grande, más grande. Hasta que se vuelve imparable. Ahí es donde The Chair captura con precisión un ambiente turbulento que, para quien siga las noticias de educación superior, es ya una trinchera más de las sempiternas batallas culturales. Emergen estudiantes que se sienten «amenazados» por un gesto sacado de contexto, se suceden las manifestaciones para exigir el despido del docente y se eleva la anécdota a ejemplo de racismo «sistémico». El diálogo se torna imposible y las autoridades sacrifican su integridad académica por el terror de convertirse en trending topic. En esa recreación moderna de la caza de brujas, The Chair retrata más y mejor el actual tumulto universitario. La gestión de la «crisis nazi» provocada por el profesor Dobson evidencia, además, una institución obsesionada con la imagen hasta límites patológicos, incapaz de tratar a los alumnos como seres maduros que trasciendan el sentimentalismo de las apariencias y para quienes las palabras hieren como cuchillos. En esa mezcla de marketing omnipresente, mermelada emocional y fragilidad estudiantil que la serie retrata, resulta especialmente lúcido el cameo de David Duchovny (el famoso coprotagonista de The X-Files), interpretándose a sí mismo, bajo la excusa de que la lección inaugural del curso académico necesita hacer ruido en la opinión pública. Ducho-

Michael K. Williams

David Duchovny

Warwick Davis

vny realizó en Princeton una tesina sobre Samuel Beckett, allá por los ochenta. La metabroma, pues, apunta hacia una cultura de la celebridad que arrambla con la excelencia del pensamiento y la visibilidad pop por encima de años de investigación rigurosa. Aunque The Chair sea crítica con la deriva woke de la universidad norteamericana al mismo tiempo que denuncia su obsesión por la imagen, el punto flaco de la serie es el de subirse, también, al carro de los identitarismos. Las entretelas del drama —a ratos muy cómico— ponen el acento en cuestionar la meritocracia universitaria, acusándola de discriminatoria en favor del hombre blanco. Sin matices. De manera maniquea. Así, el relato denuesta por sistema a los profesores eméritos, reflejados todos como dinosaurios de tarima, aburridos y endiosados. Y apuesta por una docencia divertida, activa y revisionista, dejando como lamentable cualquier alternativa tradicional, sí, esa tradición que tan buenos resultados ha ofrecido al progreso desde que se fundara la Universidad de Bolonia en el siglo xi. Con sus aciertos y exageraciones en la representación del ethos universitario actual en Estados Unidos, The Chair se revela como una propuesta imprescindible para todos aquellos interesados en el mundo de la enseñanza: sus derivas, sus problemas y sus espinosas promesas de futuro. Por suerte, más allá de sus simplificaciones y tópicos, The Chair también abre una ventana para un relato de personajes que luchan por encontrar un equilibrio —vital y profesional— entre el deber y el querer, entre la pérdida y la esperanza. Una extraña comedia romántica entre el melting pot de los muros del saber, esos en los que hay días en los que la realidad supera a la ficción.

APUNTES

el universo de dc comics Durante años, Marvel ha llevado la delantera expandiendo su gigantesco universo narrativo. DC parece que contraataca con fuerza: una de las series más esperadas de 2022 será Peacemaker, un spin-off de El escuadrón suicida que se verá en HBO Max. Rotundo. ‘sequía’, la apuesta de tve Dos cadáveres aparecen en un pueblo que quedó inundado años atrás. Un crimen oculto, dos familias. Es la premisa de Sequía, un ambicioso thriller rural con el que la cadena pública quiere no perder el tren de las series de calidad. Nostálgico. el pequeño willow regresa a lo grande Quienes tengan más de cuarenta años recordarán aquella fantasía épica producida por George Lucas en 1988 en la que unos granjeros enanos salvaban a un bebé de las garras de una bruja malvada. El actor Warwick Davis retoma aquel emblemático papel para una serie que prepara Disney+. Ambicioso.

Nt

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Música

hacer disfrutar disfrutando Live Vol.1 es un trabajo en directo grabado en los Hansa Studios de Berlín, ciudad donde reside la banda desde 2018. El álbum, editado en vivo, cuenta con una magnífica e hipnotizante versión audiovisual de poco más de una hora que se encuentra disponible en YouTube. Imperdible.

Parcels, madura juventud

Los componentes de Daft Punk se quedaron prendados de Parcels tras verlos actuar en 2016 en un club de París, y les ofrecieron pasar por su estudio. Tras esta colaboración, la banda australiana saltó a la palestra. texto Alberto Bonilla [Com 12]

98—Nuestro Tiempo  otoño 2021

Con apenas 26 años y solo un álbum de estudio editado, los australianos Parcels se erigieron en la nueva sensación del pop internacional. Bendecidos y apadrinados por Daft Punk, los dos cascos más famosos de la música, han logrado hacerse un hueco en el panorama gracias a una magnífica selección de melodías apacibles a la par que bailables. La fórmula se nutre de diferentes géneros, como el electropop, el funky, el soul, el folk, el bluegrass y la música disco de finales de los setenta, entre otros, creando una dócil atmósfera de sonidos tan accesibles como pegadizos.

Fue en París, en 2016, cuando Thomas Bengalter y Guy-Manuel de HomemChristo, los dos integrantes de Daft Punk, asistieron al directo de unos jóvenes por entonces desconocidos que mostraban unas tablas y una calidad inusitadas encima del escenario. Al terminar, les invitaron a grabar en su estudio un tema que acabó llevando por título «Overnight», y que les situó en el radar de la prensa musical especializada. Sin un disco publicado y con tan solo algunos sencillos en las plataformas, Parcels generaron una expectación poco común para una banda novel, y la incógnita acerca de su progresión y futuro termi-


DISCOGRAFÍA

Parcels [2018]

Live Vol.1 [2020]

nó por despejarse con el lanzamiento de «Tieduprightnow», una de esas canciones contagiosas difíciles de olvidar. Después llegó otro adelanto de ese primer y esperado disco por medio de una de sus composiciones más complejas, «Bemyself». «Trabajamos durante un año. La grabamos a principios de 2017, intentamos hacer algo diferente. Podemos estar horas, meses o todo un año centrados en una sola canción», declaraba Noah Hill, el bajista de la banda, en una entrevista con Jenesaispop. Y con esos mimbres y delicado oficio aparecería Parcels, un disco homónimo que se coló entre lo mejor del año para la crítica gracias a canciones como las mencionadas y otras revitalizantes y paradójicas composiciones como «Withorwithout», que, a pesar de mantener un pacífico clima, cuenta con un tenebroso videoclip protagonizado por Milla Jovovich al más puro estilo slasher (un subgénero del cine de terror); así como otras melodías atrapantes como «Iknowhowifeel», con ese ritmo disco-funk añejo, o la inagotable «Everyroad», en la que exploran multitud de estilos durante más de ocho minutos. Esa querencia a disfrutar de la progresión melódica en sus composiciones es algo que se visualiza claramente en el maravilloso directo Live Vol.1. Ahí encontramos quizás el corte más significativo, con el triunvirato musical y sin pausa formado por «Redline, Iknowhowifeel y Elude», que se erige como la mejor credencial de lo que son capaces a pesar de su insultante juventud. La entrada de «Elude» en el minuto seis del vídeo es probablemente uno de los momentos musicales del pasado año, no solo por el goce para el oyente sino por los propios gestos de deleite de

Day/Night [2021]

una banda acompasada y que disfruta con la melodía. Tras este impresionante debut, en la actualidad el quinteto ha estrenado Day/ Night (Because Music, 2021). Desde junio hemos podido conocer varios temas que confirman una línea continuista. «Free» es una de esas canciones que crece conforme avanza el minutaje, en la que los teclados asumen un especial protagonismo previamente al estallido final; en «Comingback» demuestran que son capaces, si les apetece, de volver a facturar un himno pop sin estridencias ni florituras innecesarias; y en «Somethinggreater» vuelven a los sonidos tenues de la música funky y disco que manejan a la perfección por medio de un apartado vocal delicado y coral. Si has llegado hasta aquí, puede que te estés preguntando de qué nos hablan los Parcels más allá de su calidad y virtuosismo instrumental. La respuesta es simple y común: de amor y desamor, pero también de identidad, anonimato, aislamiento, nostalgia y del “yo”. «Fuiste algo divino, aunque diría que fuiste el principio de algo que no necesito» o «Hasta que dure para siempre, hasta que dure tanto, hasta que volvamos a estar juntos, estaré solo» son algunas de las sentencias de sus canciones. Pero eso no significa que Parcels sea una banda para el desánimo; al contrario: el optimismo es un terreno que domina el quinteto a la perfección. Quien quiera reflexionar por medio de su música sobre este tema universal tiene vía libre; pero quien desee adentrarse en un universo de atmósferas y baile encontrará en esta magnífica banda una aliada ya sea para mover la cintura o para amenizar una jornada de trabajo. Es algo que tiene la música, que cada uno la puede interiorizar, interpretar y disfrutar como prefiera.

APUNTES

por su cuenta Aunque seguro que no les faltaron novias, Parcels quiso autoproducirse su primer álbum para así contar con toda la libertad creativa en el proceso y desarrollarlo a su manera. Es algo poco común para un grupo debutante que había generado tanta expectación. la confirmación El segundo disco de Parcels, Day/Night, recoge 19 canciones grabadas en París, en La Frette Studios. Compusieron los temas los miembros de la propia banda y James Ford, productor de grupos como Arctic Monkeys y Foals. Se publicó el 5 de noviembre. todos para todos No busques a un líder o cantante principal en Parcels. La banda disfruta entonando las letras a coro en buena parte de las canciones y, realmente, el único motivo para que alguien ponga voz a un verso u otro en una composición es bastante sencillo: quien escribe canta.

Nt

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Escena

un emigrante, en el acto i de ‘intolleranza 1960’

«Estoy cansado de esta vida gris, de este trabajo en la oscuridad»

Cien artistas, entre cantantes y bailarines, están presentes a la vez en el escenario durante casi toda la obra.

«I can’t breathe» El ya centenario Festival de Salzburgo convierte en clásico la ópera Intolleranza 1960, del compositor italiano Luigi Nono. texto Felipe Santos [Com 93]

@ultimoremolino

fotografía © SF / Maarten Vanden

Abeele

100—Nuestro Tiempo  otoño 2021

«No puedo respirar». Las muertes de los estadounidenses Eric Garner, Javier Ambler II, Manuel Ellis y George Floyd están unidas por unas palabras famélicas y suplicantes, inaudibles o más bien ininteligibles para sus torturadores. Apenas queda en esas grabaciones el eco de unas calles asoladas por el tráfico y las sirenas de policía. Lo que para unos es un grito de auxilio para otros es una treta para poder escapar. De esta frontera creada por la incomunicación trata esta ópera que sube por primera vez al Festival de Salzburgo. No muy lejos de donde Thomas Bernhard veía a sus compañeros de internado suicidarse se levanta la imponente Felsenreitschule, la que fuera escuela de equitación del obispo de la ciudad. El celebrado director de escena Max Reinhardt, que junto con Richard Strauss y Hugo von Hofmannsthal fundó el Festival en 1920, lo convirtió en lo que es hoy: un inmenso teatro labrado en la piedra de la colina que

sirve de decorado del mundo y de la cultura occidental. Todo puede representarse aquí como si contuviera todos los mitos y todos los diálogos. Un siglo más tarde, aún mantiene su magia. Intolleranza 1960 se estrenó al año siguiente del que figura en su nombre, una década y media tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Como suele ocurrir con hechos traumáticos como aquellos — también esta pandemia—, la aspiración consiste en volver a la normalidad anterior. Pero ya nada es lo mismo. No puede serlo. El planteamiento de unas formas artísticas que querían volver a formulaciones antiguas provocaron en Luigi Nono la necesidad de revisar las bases de la ópera tradicional. Ya lo decía Adorno: no era posible escribir poesía de la misma manera después de Auschwitz, y tampoco podía serlo componer música o escribir una novela. La magnitud de la barbarie al-


FICHA ARTÍSTICA

Intolleranza 1960, de Luigi Nono. Nueva producción del Festival de Salzburgo, estrenada el 15 de agosto de 2021. Director de escena, escenografía y vídeo: Jan Lauwers. Figurinista: Lot Lemm.

Intérpretes: Sean Panikkar, Sarah Maria Sun, Anna Maria Chiuri, Antonio Yang, Musa Ngqungwana, Victor Afung Lauwers. Orquesta Filarmónica de Viena. Dirección musical: Ingo Metzmacher.

Jan Lauwers. © bea borgers

teró radicalmente la mirada contemporánea. Pero lejos de convertirse en un hecho histórico superado, sus efectos siguieron confirmando que las causas seguían, y siguen, latentes. Esta es la historia de un emigrado que decide volver a su país, y que en el camino tropieza con las grietas de la intolerancia, la aversión a lo distinto, a lo diferente. El Festival de Salzburgo estrena este montaje en un momento que, al escribir estas líneas, recupera una vez más su actualidad, con miles de migrantes atrapados entre Polonia y Bielorrusia. El director de escena belga Jan Lauwers emplea un lenguaje expresionista que narra la violencia con que puede conducirse el cuerpo, la carne, lo finito, la mortalidad. Todo se convierte en huida o agresión en una sociedad atravesada por alambradas y controles. Lo era en 1961, anticipando unos meses la fractura que provocaría el

Muro de Berlín, y desgraciadamente lo es hoy, sesenta años después. El escenario es vasto y ancho como el mundo. Nono lo intuyó buscando sonoridades más amplias, con los doce percusionistas al fondo que pelean con las veintiséis maderas y cuarenta cuerdas de la orquesta en primer término. El espacio sonoro que se crea es en sí mismo una frontera por donde transita una partitura disonante, que empieza a hacer hueco al ruido por encima de la música, según cuenta en el programa de mano el director, Ingo Metzmacher. La estructura pensada por Nono otorga al coro un papel esencial, similar al de una tragedia griega, que comenta las escenas entremezclado con los personajes. Lauwers mueve con eficacia al coro, los figurantes y los cantantes, e introduce un elemento nuevo: un poeta ciego, un trovador sin mirada en cuyas palabras resuena la metáfora del mundo. El libreto es obra de Angelo Maria Ripellino, aunque Nono incorporó textos de Bertolt Brecht o Jean Paul Sartre, entre otros autores. «I can’t breathe» se escucha como una losa en la escena de la tortura, cuando al protagonista lo detienen en un lugar que recela de su origen. Un susurro que emerge entre los golpes y los jadeos de torturadores y torturados. Qué extraña es la coreografía del dolor. Esa respiración es la antesala de la muerte. Y se escuchan las palabras del filósofo francés: «En ninguna época la voluntad de ser libre ha sido más consciente y más fuerte. En ninguna época la opresión ha sido más violenta y ha estado mejor armada». Cuando el 13 de abril de 1961 esta obra se estrenó en Venecia, un grupo de fascistas trató de reventar la función. Algunos recuerdan cómo, mientras eran detenidos, se alejaban gritando «¡Viva la Policía!».

APUNTES

el director A Jan Lauwers (Amberes, 1957) le une a Salzburgo que allí dirigió su primera ópera, en 2018: L’incoronazione di Poppea. Con esta Intolleranza 1960 augura una relación larga con el Festival. Se ha dado a conocer por su trabajo pionero para la escena con Needcompany, a la vez que creaba un importante conjunto de obras de arte visual. Desde 2009 hasta 2014, Needcompany fue compañía residente en el Burgtheater de Viena. Lauwers recibió la Condecoración de Honor en Oro por los Servicios a la República de Austria en 2012. En 2014, fue premiado con el Golden Lion Lifetime Achievement Award en la Bienal de Venecia.

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Arte

la «casa» del genio El Museo del Prado es el lugar de referencia para estudiar la figura de Goya. Entre pinturas, dibujos y estampas, la pinacoteca conserva 1200 obras, más de la mitad de su producción. También atesora 118 cartas escritas a su amigo Martín Zapater, imprescindibles para comprender la personalidad del artista. «autorretrato», serie «caprichos». museo del prado

museo del prado

Goya, el espejo en el que se miró Picasso

Fragmento del óleo El 3 de mayo de 1808 en Madrid, también conocido como Los fusilamientos, pintado por Goya en 1814.

Pablo Picasso nació 135 años después de Goya y estuvo media vida admirando al genio aragonés. No sin razón lo bautizaron en París como «le petit Goya». texto José Javier Azanza López,

catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Navarra

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«El tiempo también pinta», dijo Goya en una ocasión. Una frase que se interpretó como la voluntad del artista de que el tiempo modificara sus obras o la percepción que se tenía de ellas. 275 años después de su nacimiento, Goya continúa pintando en el tiempo a través de aquellos artistas que sintieron —y sienten— la influencia del genio. Uno de ellos fue Pablo Picasso, que en octubre de 2021 habría celebrado su 140 cumpleaños. En el verano de 1895, al regreso de las vacaciones con sus padres, Picasso des-

cubrió a Goya en el Museo del Prado. Pese a la distancia de más de un siglo, enseguida se estableció una conexión no solo artística sino también vital. Aquel adolescente malagueño de catorce años se vio reflejado en el temperamento rebelde e individualista del pintor aragonés. Volvió dos años después a las salas del Prado, durante su formación en la Academia de San Fernando, para copiar a Velázquez, Murillo, Tiziano, y también a Goya. Los cuadernos de apuntes de Picasso se convirtieron en su diario


víctimas y denuncia Picasso creó en 1951 Masacre en Corea, una obra en diálogo con Los fusilamientos que Goya pintó 137 años antes. Sobre un paisaje devastado por la guerra, militares desfigurados como robots sin alma encañonan a personas inocentes. Con esta violenta escena Picasso denunció las matanzas durante el avance del Ejército de EE. UU. en Corea del Norte. musée nacional picasso-paris

íntimo, su laboratorio de ideas. «Je suis le cahier», escribió en 1907 en uno de ellos. Las páginas del Cuaderno de Madrid (1898) contienen dibujos de las series goyescas Caprichos y Tauromaquia, tratados con precisión y energía a pesar de su inmediatez y espontaneidad. Goya y Picasso comprendieron bien el universo taurino —resalta la figura del minotauro como alter ego picassiano— en un país en el que los ruedos fueron uno de los ejes vertebradores de la sociedad. La temprana fascinación de Picasso por Goya se manifiesta en Episodio de la Guerra de la Independencia (1896), inspirada en El 2 de mayo de 1808 en Madrid o La lucha con los mamelucos (1814). Ambos nos ponen frente a la barbarie y la sinrazón de la guerra, más allá de la visión épica y patriótica. También en La nana (1901) la actitud desenfadada de la muchacha con el brazo en jarra hace pensar igualmente en los retratos goyescos. Picasso es conocido como «le petit Goya» ya en la época barcelonesa de Els Quatre Gats y también por sus amigos franceses en París, donde el eco de Goya está presente en obras como El peinado (1906), trasunto del Capricho n.º 31, Ruega por ella. Los años treinta, en especial las series Suite Vollard (1930-1937) y Sueño y mentira de Franco (1937), abren nuevos espacios de diálogo entre ambos. El desgarrador grito femenino del Guernica (1937) —que no es munchiano, sino goyesco, picassiano, sauriano— es el grito de Los fusilamientos (1814) y del Ataque a un campo militar (1798-1800). Un alarido humano de quienes huyen una y otra vez en el transcurso de la historia de la violencia del enemigo. Como en Masacre en Corea (1951), marcada por la desolación general con las ruinas del fondo en recuerdo de Hiroshima.

Pero la barbarie no había terminado. Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, Picasso desarrolla el tema de la vanitas mediante descarnados bodegones de cráneos de toro, cabezas de cordero y costillares que entroncan con la tradición pictórica del Siglo de Oro español y, de manera especial, con la serie que Goya pintó entre 1806 y 1812. «Goya comenzó algo que yo he terminado», afirmó en octubre de 1939 desde su refugio en Royan al presentar su Naturaleza muerta con cráneo de oveja. No extraña que el crítico y coleccionista de arte británico Douglas Cooper, propietario de un bodegón picassiano, se refiriera a él como «mi Goya». Picasso sigue la estela del aragonés en Gato atrapando un pájaro (1939), alegoría de la Guerra Civil española. En medio de este intenso dramatismo, Picasso tiene tiempo a partir de la década de 1950 para fijar su mirada en la belleza de la Maja desnuda (1795-1800), como antes lo hicieran Manet, Zuloaga o Romero de Torres. La regeneradora creatividad picassiana alumbra así un conjunto de desnudos femeninos tumbados en los que, bajo las violentas distorsiones, se oculta y al mismo tiempo se hace visible aquella anatomía femenina, a veces hipertrofiada, a veces grotesca. El legado de Goya en el arte moderno es probablemente más rico que el de ningún otro pintor. «Con Goya comienza la pintura moderna», afirmó André Malraux. Picasso no solo tomó sus temas y composiciones, sino también su espíritu y su mensaje. Lo que uno comienza el otro lo culmina, en un eterno diálogo entre dos artistas universales, pictórico y poético, que trasciende las coordenadas del tiempo y del espacio. Nt

APUNTES

caminando entre goyas Con motivo del 275 aniversario del nacimiento de Goya, se estrenó en marzo la gira mundial de la primera exposición inmersiva dedicada al artista: #INGOYA. Las treinta y cinco pantallas gigantes sobre las que proyectan más de mil imágenes se trasladaron en octubre de Granada a Madrid, donde permanecerán hasta el 16 de enero de 2022. La experiencia se acompaña de partituras musicales de Albéniz, Falla o Granados. reverencia al precursor del arte moderno Alrededor de dos centenares de piezas—pinturas, dibujos, grabados— integran la mayor exposición sobre Goya presentada fuera de España. La Fundación Beyeler, en colaboración con el Museo del Prado, inauguró el 5 de octubre en la ciudad suiza de Basilea un «viaje hacia lo bello y lo insondable» de una trayectoria artística que abarca más de seis décadas. Hasta el 23 de enero de 2022, los visitantes podrán dejarse fascinar por la genialidad de sus retratos y el drama de sus enigmáticos universos pictóricos, en los que los límites entre la realidad y la fantasía se vuelven borrosos.

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HISTORIAS MÍNIMAS Ignacio Uría

Música eterna

contró en la música un cielo nuevo y una tierra nueva y, cuando movía las manos, se le caían las notas como cae la gracia sobre el corazón de los justos. El sistema no pudo tolerarlo: aquel muchacho era demasiado espiritual para el materialismo dialéctico. De modo que intentaron reeducarlo. En vano. Había algo en su arte que lo acercaba a Dios. Sin descanso. Irremediablemente. Una música extremada e inaprensible, tan celestial que solo los ángeles la entienden. Arvo Pärt recorrió la siguiente década sin apenas salir de casa. Entregado a su misión con el furor de los iluminados. Compuso entonces para grupos de cámara instrumentales, un poco al estilo de Stravinsky, otro poco al de Sostakóvich. No le sirvió de nada. La jerarquía soviética despreciaba el neoclasicismo y lo despreciaba también a él. Así que, harto de estar harto, se marchó al exilio, ese hermano triste de la libertad. Viena lo acogió y Berlín lo consagró, pero al precio incalculable de una profunda crisis personal. ¿Qué hacer? ¿Qué compo«Arvo Pärt encontró en la música un cielo nuevo ner? Encontró la respuesta en la música sacra, una de las raíces y una tierra nueva y, cuando movía las manos, de la cultura occidental e inseparable de la liturgia tridentina, se le caían las notas como cae la gracia sobre el tan vieja que parece nueva. corazón de los justos» Consciente de su ignorancia, Pärt estudió canto gregoriano y la polifonía del Renacimiento. Ese viaje en el tiempo despertó NA TARDE DE SEPTIEMBRE, por pura casualisu fe y lo transportó por el aire a la semilla de su niñez, la Iglesia dad, descubrí el De profundis de Arvo Pärt, compo- ortodoxa, en la que le habían bautizado. Su crisis, por tanto, no sitor contemporáneo de música antigua —aunque era solo musical, sino también espiritual. Superó ambas. no solo—. A partir de entonces, compuso piezas radicalmente diferenA Pärt me lo presentó Michael Moore, el robusto (ejem) tes porque también él era otro. Un renacido. Llegaron las camdirector de Farenheit 9/11, mientras los aviones de Al Qaeda panas con su ritmo simple e inalterable. Llegó la voz humana y impactaban contra las Torres Gemelas. La mezcla de muerte y llegó el latín. Todo ello para cantar la Pasión según san Juan, el espiritualidad que rezuma esa escena golpea como un gancho Nunc dimittis del viejo Simeón y el Sancta Maria, Mater Dei. directo al alma. Sientes entonces el dolor de los que mueren y Sin quererlo, pero sin evitarlo, escribió obras orquestales la ira de los que matan. conmovedoras como La Sindone, Psalom o Trisagion, llena esta La sencillez de la pieza, en la que las campanas tintinean con última de ímpetu y de silencios. Alabanza inefable a la vida una delicadeza inaudita, puede rondarte muchas horas. Coníntima de la Trinidad en el siglo de la shoá y el aborto, tragedia vertida ya en el reverso de pureza de un mundo que ha vendido sobre tragedia. su alma a la tecnología como Fausto se la vendió al diablo. Todo Él compara su música con la luz blanca que se descompone por ser como dioses, un deseo pueril. E imposible. al atravesar un prisma. Ese prisma es el alma del que escucha Así lo entendió también Sorrentino en y se conmueve y reza entre acordes de otro La gran belleza, donde Arvo Pärt surge de tiempo, cuando los grises que liberó Pandora LA PREGUNTA DEL AUTOR nuevo, ahora con timidez, en una maravillosa no se habían adueñado de todo. terraza frente al Coliseo. Suena justo cuando Gil de Biedma escribió que lo sagrado nos ¿Tiene la tradición algún Jep Gambardella se levanta impecable de devuelve una imagen completa y perdida de valor en la sociedad su hamaca de lino y madera para asomarse nosotros mismos. Arvo Pärt lo demuestra. actual? a la infancia, que es un jardín como el de los Finzi-Contini. Allí juegan unos niños en la Ignacio Uría [Der 95 PhD His 04] es profesor de Historia en la Universidad de Alcalá. edad de la inocencia, tiempo lejanísimo que @Ignacio_Uria termina con un sorbo (otro) a su inseparable whisky, símbolo de lo efímero. @NTUnav Gambardella, el náufrago, el rey de los Opine sobre este asunto en mundanos, pasó el resto de su vida traicioTwitter. Los mejores tuits se nándose. Justo al contrario que Pärt, nacido publicarán en el siguiente número. en 1935 en Estonia y criado en la rabia homicida del estalinismo. Sin embargo, Arvo en-

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ENSAYO

En la cultura de la sospecha

La confianza, el ingrediente mágico de las relaciones

Cada vez nos cuesta más ponernos en manos de otras personas, fiarnos de los expertos y asumir riesgos, porque la confianza está en crisis. O, al menos, un modo de entenderla. Si queremos revitalizar las relaciones personales y sociales, es importante reflexionar sobre este pegamento que une nuestra vida a la de los demás.

JUAN NARBONA [Com 98] Profesor de Comunicación Digital en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz en Roma.

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«los reyes necesitan tres cosas para gobernar —dijo Confucio a su discípulo Tsze-Kung—: armas, comida y confianza. Si un gobernante no puede poseer las tres, en primer lugar debe prescindir de las armas; luego, si es necesario, de la comida; pero nunca nunca debe perder la confianza» (Analectas de Confucio). No hace falta ser rey para constatar la intuición del filósofo asiático. La confianza es fundamental para que cualquier relación se mantenga en el tiempo y dé frutos. La comida o las armas que menciona Confucio podrían equipararse a las ventas en una empresa o a la situación laboral de una pareja. En estas agrupaciones, las relaciones atraviesan siempre por circunstancias favorables o adversas, altibajos y crisis, que forman parte de la vida; pero, si falta la confianza, empeñarse en construir algo juntos deja de tener sentido. Por el contrario, cuando poseemos la esperanza de que el otro cumplirá nuestras expectativas, aunque no tengamos certeza de ese anhelo, se progresa con más agilidad, eficacia y satisfacción. Desde finales de los años ochenta, las encuestas han mostrado un progresivo debilitamiento de la confianza,


ILUSTRACIONES: JAVIER OTAZU

en especial hacia organizaciones que durante siglos han sido la columna vertebral de la sociedad. Por ejemplo, un informe publicado por la agencia de comunicación Edelman en 2021 revela que solo el 61 por ciento de la población mundial confía en las empresas, mientras que apenas el 50 por ciento otorga credibilidad a agrupaciones políticas y medios de comunicación. Las cifras empeoran cuando se pregunta sobre la credibilidad que inspiran los líderes que gestionan esas realidades: solo el 41 por ciento cree en la honestidad de los políticos, el 42 por ciento en la de los sacerdotes y el 45 por ciento en la de los periodistas y empresarios. Enfermeros, médicos y científicos superan, en cambio, el 85 por ciento de consenso popular. Tras un periodo aciago, que comenzó en 2007 con la debacle económica mundial, la confianza en las instituciones y sus líderes mejoró ligeramente a partir de 2016. Durante la pandemia por el covid-19, algunas de las entidades involucradas en la gestión de la crisis —Gobierno, hospitales, medios de comunicación, confesiones religiosas…— registraron índices de apoyo muy

elevados. Sin embargo, los análisis más recientes indican que hemos vuelto a las sombrías cifras en tendencia descendente. Conclusión: en circunstancias normales, nos fiamos poco de quienes llevan las riendas de la sociedad. A causa de estos altibajos, la confianza ha despertado el interés de académicos y expertos de diversas áreas, no solo porque hace falta reactivar el papel de las organizaciones en la vida pública, sino porque de ella dependen también la fluidez de las relaciones personales. Por propia experiencia, sabemos que cuando confían en nosotros nos sentimos más valorados y aumentan nuestras ganas de colaborar, somos más creativos y capaces de aceptar riesgos, porque nos implicamos plenamente en aquello que nos encomiendan. Sin ese aceite, nuestro compromiso y nuestras relaciones chirrían y se ralentizan hasta paralizarse. Un ambiente de trabajo tenso, una familia donde se exigen excesivas explicaciones o una amistad en la que se piden cuentas de cada error son contextos en los que nos ahogamos. En los siguientes párrafos, revisaremos el concepto de confianza y realizaremos una lectura sobre su

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ENSAYO

En la cultura de la sospecha

evolución reciente, con especial atención a la crisis de las instituciones. Después, propondremos algunas ideas para revitalizar ese pegamento social tan necesario para mantener unida a una comunidad. un salto en el vacío. Aunque no siempre seamos conscientes, la confianza está presente en las operaciones más ordinarias de la vida: bebemos el café en un bar sin dudar del camarero que lo sirve, subimos al autobús seguros de que seguirá su ruta o consumimos un medicamento que, según el médico, nos ayudará a superar una dolencia. Solo gracias a la confianza es posible entrelazar cada día las innumerables historias personales que construyen el gran tapiz de la sociedad. Como ocurre con otros conceptos aparentemente obvios, no es fácil definir la confianza, aunque intuyamos de qué se trata y la experimentemos a diario. Su origen etimológico se remonta a la palabra latina fides, que a su

Cuando confían en nosotros nos sentimos más valorados y aumentan nuestras ganas de colaborar, somos más creativos y capaces de aceptar riesgos. vez deriva del término sánscrito fid, que significa atar1. Así es: la confianza ata o une nuestra voluntad incierta a una certeza que aún no poseemos, nos impulsa a tomar una decisión y dar un salto en el vacío, con la esperanza de que el comportamiento futuro de la otra parte será coherente con las expectativas generadas. Por eso, ha sido definida como «una relación esperanzadora con lo desconocido»2 o, simplemente, como el hecho de «abandonarse»3. Para enumerar las características de la confianza, podemos reflexionar sobre la relación con el mecánico al que llevamos nuestro vehículo. El mío se llama Antonello y es un italiano muy simpático y competente. Desde hace años llevo el coche a su taller para que repare los numerosos desperfectos que causan los baches de mi ciudad y algún que otro despiste. En primer lugar, descubrimos que la confianza es necesaria. De hecho, se ha dicho que es «el lubrificante de la vida social»4, ya que agiliza las relaciones e impide que

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la valoración de los riesgos bloquee nuestras decisiones. Si yo no confiara mínimamente en Antonello, no podría entregarle mi vehículo y su estado empeoraría cada vez más. Como señala O’Malley, «la confianza es necesaria no porque todo sea completamente predecible, sino al contrario, porque la vida solo puede ir adelante sin garantías». Es, además, progresiva: a Antonello lo conozco desde hace doce años y se ha ganado mi confianza poco a poco pero, cuando me cambia el aceite sin que yo se lo pida, recuerdo que debo estar alerta. Confiar es un proceso frágil y siempre en movimiento: exige tiempo para crecer y se pierde con demasiada facilidad. No se trata de abandonarse ingenuamente, ni de desconfiar sistemáticamente, sino que se requiere un prudente equilibrio5. La confianza es contextual: los conocimientos y habilidades que se tienen, así como las circunstancias en que se otorga o solicita, ayudan a circunscribir sus límites. Es decir, confío en Antonello para que arregle el motor de mi coche, pero no le dejaría administrar mis ahorros. Por eso, cuando una persona o institución pide la confianza de sus clientes debe hacerlo para aquellas cuestiones en las que crea ser competente. A veces, la respuesta más prudente será: «No lo sé» o «No es mi ámbito de competencia». Por otro lado, la confianza exige reclamar o asumir un riesgo: si confío en mi mecánico, me hago vulnerable ante él, porque puede escapar con mi coche o poner en peligro mi seguridad. Pero solo repararé el vehículo si acepto la incertidumbre y el riesgo de que Antonello no cumpla mis expectativas. Se ha dicho, con razón, que «confiar es hacerse vulnerable voluntariamente»6. Quien desconfía sistemáticamente lo hace por debilidad, ya que se demuestra incapaz de depositar la propia fragilidad en manos de los demás. Es la imagen que ofrecen, por ejemplo, los jefes que no se fían de sus empleados y necesitan tenerlo todo bajo control. Por último, la confianza es performativa: quien confía transforma y se transforma. Si Antonello piensa que dudo de su profesionalidad, trabajará más tenso y no se concederá la libertad de ajustar pequeños arreglos que no le he pedido, pero que quizá son necesarios. Al contrario, si percibe que me fío de su juicio, podrá corroborar su buen oficio con los hechos. Se ha demostrado que en aquellos equipos donde el líder muestra confianza en sus ayudantes se refuerza la de estos hacia él, y surge de esta manera una espiral positiva de colaboración y responsabilidad7.


el origen de la crisis. Como ya se ha dicho, estamos en medio de una crisis global de confianza. Con frecuencia, se ridiculiza por anticuadas e irrelevantes a instituciones que simbolizaban el prestigio y el honor, o que pretendían transmitir seguridad y equilibrio social. Para suplir el vacío, buscamos otras fuentes de autoridad y de información, como nuestros contactos próximos, las redes sociales o los resultados que Google filtra a su gusto. Por ejemplo, no es extraño que un paciente dude del diagnóstico del médico «porque en internet he leído otra cosa». ¿Cómo hemos podido llegar a esta situación? El motivo principal de la crisis puede hallarse en la extensión generalizada de la cultura de la sospecha8, un ambiente colectivo en el que la confianza se mueve lenta, dificultando las relaciones. Los expertos —si es que aún merecen nuestra credibilidad— señalan que esa cultura tiene dos causas: la pérdida de reputación de algunas organizaciones y la información de calidad deficiente. A continuación, profundizaremos en estos dos factores. En cualquier relación social, la propia reputación se propone como fundamento principal para merecer la confianza cuando se ofrece un bien o se desea prestar un servicio, ya se trate de un centro académico en el que formarse, de un parecer médico o de la opinión de un vendedor al que le pedimos un kilo de fruta madura9. Sin embargo, en los últimos años la reputación de algunas grandes organizaciones ha quedado seriamente cuestionada a raíz de una serie de graves escándalos (papeles de Panamá, Cambridge Analytica, las emisiones de los Volkswagen, los efectos de Astrazeneca o los abusos sexuales en la Iglesia católica), y se ha propagado un creciente malestar social hacia las élites que las dirigen. Es como si hubiéramos descubierto de repente que las instituciones sirven al sistema y no a la sociedad. Poco a poco, se ha ido consolidando en la opinión pública la idea de que los valores que guían a esas organizaciones no están alineados con los de sus públicos. Como consecuencia, sospechamos de los expertos y de las élites, encumbradas por criterios históricos, curriculares o económicos, porque presuponemos que opinan o aconsejan llevados por intenciones ocultas y egoístas. Por desgracia, los engaños de unos pocos han socavado la confianza en enteras categorías profesionales: tal es el poder destructor de la mentira. El segundo elemento que está alimentando la cultura de la sospecha es la información deficiente o de escasa

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ENSAYO

En la cultura de la sospecha

calidad. Como es sabido, el escenario público actual presenta un panorama informativo complejo, debido en gran parte a las alteraciones introducidas por las tecnologías digitales. La polarización de las opiniones, la creación de burbujas ideológicas, la sobrecarga de información o las fake news han contribuido a aumentar el miedo, la indignación y el populismo, caldos de cultivo de la desconfianza. En la era de la información global, los escándalos y crisis de diverso tipo (inmigración, violencia doméstica, contagios, seguridad laboral…) están debilitando nuestras ganas de ponernos en manos de los demás, porque cada vez nos sentimos más vulnerables e indefensos. Por desgracia, una sociedad en la que no se estrechan lazos termina siendo frágil y manipulable. En un panorama confuso —ya debilitado por el relativismo ideológico del siglo xx— el miedo a que nos engañen

Con la confianza ocurre como con la energía en el universo: no se crea ni se destruye, sino que se transforma para fluir de manera diferente. con información interesada nos hace desconfiar de quien enarbola la bandera de la verdad. Por eso, preferimos no dialogar y confiar únicamente en quien dice o piensa lo que se ajusta a nuestras opiniones. A la era de la posverdad (post-truth) ha seguido, de modo lógico y coherente, la era de la posconfianza (post-trust). Si las informaciones que recibimos contribuyen solo a aumentar la percepción del riesgo que supone abandonarse en manos de los demás, ni siquiera la reputación positiva de la otra parte logrará que demos el salto de la confianza. Un ejemplo reciente es el debate social en torno a las vacunas contra el coronavirus. Pese a la enorme reputación de médicos y científicos, las informaciones contrastantes y la guerra de las compañías farmacéuticas por vender sus fórmulas desacreditando a las demás han extendido un ambiente de incertidumbre y miedo que ha desembocado en la resignación ante las curas o incluso en su rechazo. En un ambiente mediático enrarecido ha faltado confianza, «esa fuerza extraordinaria que permite llenar el vacío entre la certeza

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y la incerteza, una mezcla entre nuestras esperanzas más altas y nuestros miedos más profundos»10. En esta ocasión, a muchas personas les han vencido los miedos. la confianza, como la energía, se modifica. Antes de proponer algunas ideas para salir de la crisis, querría mencionar un fenómeno que, junto con la cultura de la sospecha, condiciona el panorama actual: el nacimiento de modos nuevos de generación y flujo de la confianza. La profesora Rachel Botsman, de la Universidad de Oxford, ha hecho notar que con la confianza ocurre como con la energía en el universo: no se crea ni se destruye, sino que se transforma para fluir de manera diferente. En su opinión, la crisis de las tradicionales formas de autoridad está abriendo paso a una nueva fase. Inicialmente, la confianza fue local: es la propia de sociedades pequeñas, donde es posible fiarse de quien se conoce (es la que se sigue dando dentro de un grupo de amigos o en un barrio); posteriormente, el desarrollo de las civilizaciones hizo necesaria la confianza institucional, una especie de intermediación entre individuos y estructuras sociales basada en contratos, acuerdos, protocolos, pólizas, ceremonias, etcétera. Según Botsman, entramos ahora en la tercera fase, propiciada por las tecnologías digitales: la era de la confianza distribuida. En ella, los individuos se fían porque otros muchos —también ellos individuos anónimos— se fían. Esto es posible gracias a las relaciones múltiples que ha facilitado internet. Nos subimos en un coche con un desconocido, consultamos una enciclopedia escrita por autores anónimos, compramos objetos online o nos alojamos en la casa de particulares a los que no hemos visto jamás gracias a que los mecanismos de seguridad y reputación de la red nos permiten asumir los riesgos que implican esas operaciones. En definitiva, el control ejercitado por todos disminuye el riesgo individual11. Aunque la confianza distribuida no sea aplicable a todas las relaciones sociales —me seguiré fiando de Antonello porque le conozco directamente, aunque en Google su taller tenga críticas negativas—, el nuevo modo en que se genera y fluye forma parte cada vez más de nuestra vida normal. El constante uso de la red parece estar influyendo en los mecanismos de credibilidad que aplicamos a todas nuestras interacciones. Por ejemplo, las relaciones laborales basadas en una confianza topdown —vertical, física y burocratizada— están dejando espacio a otras que se inspiran en la confianza distribui-


da —horizontal, digital, participativa y transparente—, y que prioriza los sistemas de trabajo colaborativos y en red frente a los jerárquicos. No parece casual que vivamos una crisis de confianza precisamente en un momento histórico de choque y coexistencia entre dos modos diferentes de generarla. ¿es posible inspirar confianza? La pregunta final es obvia: ¿es posible volver a inspirar confianza? Sí, porque, aunque se trate de un valor en crisis, es necesario y nunca puede desaparecer. Para contribuir a su fortalecimiento, formularemos algunas propuestas concretas —entre otras muchas posibles— a partir de unas consideraciones de Aristóteles12. Al filósofo griego no podía pasarle inadvertido un elemento tan importante de las relaciones humanas y sugirió tres ingredientes para inspirar confianza. El primer elemento es la competencia o capacidad: la posesión de conocimientos, destrezas y habilidades que permiten a alguien desempeñar una función determinada. Algunos ejemplos para transmitir competencia son: asegurar que nuestras obras precedan a nuestras palabras (cuando se ha perdido la credibilidad, las acciones son el mejor modo de comunicar nuestros valores); especificar lo que se sabe y se puede hacer y no comprometerse en lo que no se sabe o no se puede; obtener resultados... El segundo ingrediente es la benevolencia, que consiste en desear sinceramente el bien de la otra parte y demostrarlo. Entre otras posibilidades, se puede facilitar toda información que pueda disminuir la sensación de riesgo (el coste final de un producto o servicio, por ejemplo); declarar las intenciones de modo claro y transparente (explicando claramente el beneficio mutuo que surge de la relación); facilitar canales para que se puedan verter críticas constructivas, evitando toda cultura institucional que penalice el disenso o entierre el conflicto; o plantear vías para revertir una decisión (devolver un objeto), cuando sea posible. El tercer y más importante componente de la confianza es la integridad o coherencia: la fidelidad a las ideas en las que se cree y que se asumen como guía y límite de la propia actividad. Para cultivar la integridad o coherencia es especialmente importante evitar la mentira o ponerse en aquellas condiciones que la faciliten. Nietzsche explicó bien sus consecuencias devastadoras: «Lo que me molesta no es que me hayas mentido, sino que a

partir de ahora no podré creerte»13. Es decir, la mentira no solo es mala en sí, sino que corroe nuestra capacidad para relacionarnos. Con ella, demostramos ser capaces de traicionar nuestros principios con tal de salvar un bien aparentemente mayor, pero egoísta (el prestigio de una institución o la reputación de sus trabajadores o directivos, por ejemplo). Otros modos de fomentar la integridad son pedir perdón cuando se haya incurrido en un error, una acción que resulta siempre difícil pero que ayuda a alinear a la organización o a la persona con sus valores; o compartir los objetivos y los planes con quien esté implicado en un trabajo. En efecto, es más fácil confiar en los demás cuando se entiende el sentido de la tarea que toca a cada uno en el contexto de un proyecto común: desde responder a un teléfono hasta buscar financiación. Se atribuye a Ortega y Gasset una frase que resume, con el lenguaje del sentido común, la propuesta aristotélica sobre la confianza: «La belleza atrae, la inteligencia encanta y la bondad retiene». Es otro modo de expresar el atractivo que tienen la persona o las organizaciones que saben poner por obra y comunicar sus valores, sus talentos y su deseo de servir. Con ellos, y con grandes dosis de paciencia, el aceite de la confianza ayudará de nuevo a engranar las relaciones en pequeñas y grandes comunidades. Fíense, si pueden. Nt

1. En inglés, la etimología de la palabra propone un significado igualmente sugerente: trust proviene del nórdico antiguo traust, que surge del término protoindoeuropeo deru, un calificativo que se podría traducir como «ser firme, duro, sólido». 2. Botsman, R. (2017) Who can you trust?, Penguin. 3. Spaemann, R. «La confianza», Revista Empresa y Humanismo Vol. IX, 2/05, pp. 131-148. 4. Uslaner, E. (2010), Trust and Consequences, University of Maryland. 5. Séneca dice que «es un vicio confiar en cualquiera, tanto cuanto no confiar en nadie» (Epístolas morales, III). 6. Mayer, R. C., Davis, J. H. y Schoorman, F. D. (2007) «An Integrative Model of Organizational Trust: Past, Present and Future», Academy of Management Review, Vol. 32, No. 2, 344–354. 7. Cfr. Maister, D. H.; Galford, R. y Green, C. (2012) The Trusted Advisor, Free Press. 8. O’Neill, O. (2002) Reith Lecture Series, BBC. 9. Según Mora, «la reputación es el camino más corto hacia la confianza». Cfr. Mora, J. M. (2020) El valor de la reputación, EUNSA. 10. Botsman, R. (2017) Who can you trust, Penguin. 11. Uber, eBay, Wikipedia, Blockchain o AirBNB son algunos ejemplos. 12. Aristóteles, Retórica. 13. Nietzsche, F. (1886). Más allá del bien y del mal. Parte IV, Aforismo 183.

otoño 2021  Nuestro Tiempo —111


VAGÓN-BAR Paco Sánchez

Vivir de milagro

«De la misma manera que a las playas salvajes solo se puede acceder desde el mar, a las regiones más remotas de nuestra infancia solo entramos por la memoria de nuestra familia»

N

O SÉ POR QUÉ me sentó tan mal. Por qué tardé un par de días en asimilar la novedad. Supongo que a todos nos llega de vez en cuando la referencia irreconocible a algo que hemos dicho o hemos hecho años antes. A menudo se trata de la desfiguración que padece todo relato al transmitirlo. En otras ocasiones, consiste en un hecho real interpretado por alguien en fuera de juego, que desconoce las claves. Me alcanzó hace tiempo el chisme escandalizado de que le había espetado a alguien: «¡Ten alumnos para esto!». Se lo había dicho, riéndome, a un antiguo alumno en un pasillo de la Televisión de Galicia. Quienes me han padecido como profesor saben que quizá utilizo demasiado la frase pero siempre como broma. De la misma manera que a las playas salvajes solo se puede acceder desde el mar, a las regiones más remotas de nuestra infancia solo entramos por la memoria de nuestra familia. De ahí nos llegan noticias, pocas y pequeñas, tantas veces repetidas, casi siempre para avergonzarnos, que terminan adquiriendo la textura de los recuerdos propios. A pesar de mis años, de esa zona procede la información que desconocía hasta hace nada y que tardé en asimilar, insisto, no sé bien por qué. Una amiga de mi hermana vivía en un ay porque le había nacido un nieto sietemesino. Así que Cruz decidió mandar a la mujer una foto que nos habían hecho juntos en su cumpleaños. Como soy bastante más corpulento que ella, añadió unas letras que pretendían llevar a la amiga una sonrisa y algo de tranquilidad: «¡Adivina quién es el sietemesino!».

112—Nuestro Tiempo  otoño 2021

«¿Quién?», dije alarmado, para ganar tiempo, pese a que en aquella frase cabían pocas dudas. Cruz me miró extrañada, «¿Cómo? ¿No lo sabías?». Mi madre le contestó en un tono escéptico: «Está cansado de saberlo, mujer». Sabía, sí, que había sido muy llorón de pequeño y que habían tenido que reforzar mi dieta con todo un símbolo de la posguerra: el Pelargón, la primera leche infantil disponible en España, producida por Nestlé a partir de 1944, según la Wikipedia. Todo eso lo sabía, pero nadie me dijo que había nacido dos meses antes de tiempo. Por lo visto el número de sietemesinos aumenta año tras año en España. Somos líderes mundiales en sietemesinos. Y sobreviven casi todos. Pero en 1959, un sietemesino de una pequeña aldea de Galicia, nacido en casa y, por tanto, sin incubadora —que quizá tampoco había en los hospitales provincianos—, tenía pocas probabilidades de prosperar. Acaso fue esta consideración la que se me atragantó. Mi madre se disculpaba: «Pero si tu tía Carmen te ha dicho mil veces que casi cabías en una mano y que no tenías ni uñas». No recuerdo semejante cosa. Por unas horas, tuve la sensación de que se movían piezas por dentro queriendo reacomodo. Busqué sin éxito en el Instituto Nacional de Estadística las tasas de supervivencia de aquella época. Luego recordé las muchas veces en las que a punto estuve de morir. Es cierto que vivimos de milagro. Paco Sánchez [Com 81 PhD 87] es periodista y profesor titular de la Universidade da Coruña. @pacosanchez



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Número 712 NUESTRO TIEMPO Otoño 2021

NÚMERO 712 OTOÑO 2021 14 euros

KABUL 15.08.21 Evacuación de Afganistán: la huida de una familia

Los que se quedan Sobrevivir al suicidio de una madre Ana Iris Simón La autora de Feria habla del mito del progreso, de España y de la infancia De la posverdad a la posconfianza Cómo recuperar un valor en crisis


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