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LU YANG

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Editorial

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LuYang Vibratory Field es el nombre de una muestra protagonizada por la artista china Lu Yang, que puede verse hasta el 21 de mayo en la Kunsthalle Basel, el espacio expositivo de la ciudad de Basilea (Suiza). Desde Shanghai, Lu Yang se ha convertido en referente del arte digital, explorando en su impactante obra temas como la representación de género o la cultura del manga y los videojuegos.

CONTESTAN SIEMPRE AL ALIMÓN, DEJANDO CLARO QUE LO SUYO, ANTE TODO, ES SER UNA BANDA. Y NO UNA CUALQUIERA. LO MISMO LOGRAN QUE TE REPLANTEES ESA CHULERÍA TUYA TAN MASCULINA QUE TE HACEN BOTAR DE LO LINDO EN PRIMERA FILA DE SUS CONCIERTOS. LLEGAN CON DISCO DE DEBUT Y YA PARECEN VETERANAS. DECIDIDAMENTE, Y COMO REZAN SUS REDES, @SHEGOMANDA.

'suerte, chica'. menudo título para un primer álbum. ¿era cuestión de darse ánimos a una misma o funciona como consejo generacional? “Creo que es un consejo hacia nosotras mismas”, rompe el hielo Raquel en nuestra conversación. “Sí, pero el disco también habla sobre enfrentarse a la vida adulta”, reflexiona Aroa, “entonces es un mensaje de ‘ánimo con eso’ tanto para nosotras mismas como para cualquier persona que se enfrente a esa situación. No es generacional: funciona para esta generación y para las que vengan”. Y Raquel pone la puntilla: “Y para las de antes también”. Con el compromiso hemos topado. Basta pegar la oreja a alguno de los temas anteriores de la banda, como Vicente Amor. ¿Se sienten Shego con la necesidad como artistas de denunciar o, cuanto menos, de poner en solfa ciertos estereotipos?

Maite toma la palabra: “En las canciones del disco hay denuncia social, quizá no de forma totalmente explícita, pero está ahí. Creo que en general nosotras solemos poner en el punto de mira todas las afecciones emocionales y sentimentales que vivimos y que surgen como efecto del panorama socioeconómico. Al final esto se refleja quieras o no en un disco que esencialmente habla de cómo estamos”. Aroa, algo callada hasta ahora, rubrica y matiza: “Más que denunciar, se trata de visibilizar cómo nos sentimos respecto a lo que nos rodea. Si vivimos en una sociedad que está bastante jodida se va a notar en nuestro discurso, porque nos afecta directamente”.

Hablando de situaciones jodidas: no hace tanto que Shego colaboraron codo con codo con Zahara en Merichane, todo un ajuste de cuentas con la violencia machista, con los abusos de cualquier tipo de poder y hasta con la industria musical. “Un poco difícil enfrentarnos a contar una experiencia personal de mierda”, confiesa Raquel. “Cada vez que hay que cantarlo es intenso”. ¿Tanto? “Yo disocio un poco en esta canción”, apostilla Maite, “porque si nos pusiéramos a sentir esta canción cada vez que la tocamos nos pondríamos a llorar: es bastante tremenda”. Aroa reincide en esa línea: “Recuerdo traer cada una nuestra estrofa y prestar atención a cada historia, y que fuera tan fuerte... Damn!”. ¿Quién iba a decir que Zahara iba a encontrarse tan cerca de Shego? Lo triste del asunto es que esa cercanía se haya producido también por razones extramusicales. “Es tremendo que una artista tan experimentada como Zahara haga esta canción y nos pida que hagamos lo mismo en la versión, contar lo nuestro, y que todavía haya cosas que contar, que todas tengamos momentos así…”, comenta Charlotte. “Da que pensar. Nadie se libra, ¡qué pena! Aunque qué bien por otro lado que podamos funcionar como altavoz para contarlo”. ¿Y con quién ajustaríais cuentas Shego en el momento actual? “¡Con quién no!”, gritan todas. “Sería una lista muy larga”, avisa Raquel. “Vamos a intentar no vivir en el odio, porque si no nos morimos”.

Pasemos pues a temas menos escabrosos. Hay otra característica muy Shego que marca a fuego este disco: la sensación de libertad que se traduce al jugar con la forma de las canciones. Por ejemplo, Estoy cachonda comienza casi como una tierna canción de Julieta Venegas, y al minuto justo se convierte en un ejercicio pop-rock que haría las delicias de una radio universitaria en plena eclosión indie. ¿Es el eclecticismo bien asumido la mejor manera de sacudirse las etiquetas? “Los movimientos o las decisiones que tomamos no son siempre premeditadas o están perfectamente estudiadas”, corre a corregirme Maite. “No nos ponemos en el local a forzarnos sonar eclécticas para librarnos de encasillamientos. El proceso es totalmente natural...”. “Es más”, añade Marta, “el hecho de construir los temas in crescendo empieza a ser marca de la casa”. Como también lo es esa forma de interpelar al oyente en las canciones que se tornan en una conversación a dos bandas. Es el caso de Qué voy a hacer, su feat. con Natalia Lacunza, o Sorry ojitos… “Yo creo que es como un deje en la manera de escribir, que de alguna forma provoca al oyente”, piensa Aroa en voz alta. “O una manera de hablar con una misma...”, apunta Charlotte. Decidido, han dado con la ecuación, puntualiza Maite: “Eso es, muchas de las canciones son un diálogo interno que puede confundirse o convertirse en externo. Quizá es esto lo que comentas”. Parece pues que no hay tanta intencionalidad al ponerse manos a la obra con las canciones, que Shego confían bastante en las virtudes de dejarse llevar. ¿Correcto? “No creo que haya un esquema de cómo hacer las cosas”, afirma Raquel. “Desde luego no somos de cocinar a fuego lento en el estudio”, sentencia Aroa. “Las canciones salen por combustión espontánea, surgen de una idea raíz y en el local crecen”. En el local, y también en el estudio, han sobrevolado bastantes influencias a la hora de darle lustre al disco. “Han estado muy presentes Warpaint, Sharon Van Etten, Triángulo de Amor Bizarro, Jaden Smith, Little Simz, Biig Piig, Daniel Caesar…”, reconoce Maite. Claro que sin atarse a nadie. “Cada canción tenía una influencia que aparecía en la parte final del proceso para terminar de darles forma”, apunta Aroa. Lo que es indudable -y es algo que parece afín a toda una nueva generación de artistas- es ese sonido noventero que parece volver cada vez con más fuerza. “Es cierto que nos hemos criado con la música de los noventa. Por eso se refleja en lo que hacemos”, continua Aroa. Pero Raquel no duda en marcar distancias: “De todos modos, hay muchos sonidos diferentes en el disco y no lo planteamos como un revival noventero. No, no lo creo”. Maite, como el resto, lo tiene bien claro: “La idea original del disco era que todos los temas sonaran a canción que no te quieres saltar, estaba pensado así. Igual si en el próximo disco queremos hacer 18 canciones y nos apetece que 10 sean…”. “¡Que ninguna sea un éxito!”, se apresura a gritar Raquel. Y de nuevo vuelven las risas. Desde luego, si siguen en la senda de este Suerte, chica estará complicado no facturar ningún hit. A ver si al final el súper poder de Shego, esa villana animada de la que toman su nombre, va a ser el de componer temazos, uno tras otro. Por cierto, qué acierto mirar hacia el lado oscuro. ¿Molan más las chicas malas que las superheroínas? “Nos atraen todas. TO-DAS. ¿Por qué tenemos que ser ángeles o demonios? Qué pereza”. Más alto y claro imposible. No hay duda: @shegomanda.

SUERTE, CHICA (ERNIE, 2023)

Siendo mala / Sorry ojitos / Qué voy a hacer / Lucky / Estoy cachonda / Me lloro toda / Steak tar tar / Peggy Lee

DIGITAL / VINILO ello, lidia con alguna manía (“lavarme los dientes junto después de pintarme los labios”) y alguna que otra superstición (“necesito que la luz no dé mucho al público para no rayarme demasiado. Tener la púa localizada y no estar borracha. Eso y sentir a las Shego cerca”). Tan cerca como siente Me At The Museum, You In The Wintergardens, la canción de Tiny Ruins en la que se quedaría a vivir.

“Me dejó de funcionar la guitarra. Por aquel entonces usaba una que iba a pilas...”. Ahí está el recuerdo del primer concierto de la encargada de poner voz y cuerdas en Shego. “También de pasármelo lo mejor que pueda”, avisa. Fan por igual de Bad Gyal que de Destiny's Child, y en su día enganchada a majísima de la banda -o al menos, reconoce que es la virtud de la que más puede alardear: siempre se presta a abrazar a sus amigas- también nos confiesa que siempre quiso ser cantante. A sus veinticinco años ya puede presumir de sueño cumplido.

Con tan solo 23 años, lo mismo te confiesa que Transa de Caetano Veloso es el disco ideal para sobrevivir a una tarde de lluvia, que te aconseja revisionar El diputado de Eloy de la Iglesia. ¿Hemos dado con el perfil más maduro del grupo? Quizás no debamos colgarle tal sambenito. Se encarga de tocar la batería y, como ella misma reconoce, “antes de saltar al escenario, en Shego también me aseguro de que cenemos”. Atesora pese a su juventud no pocos proyectos: es “una relación monógama”. Bastante picoteo hay en sus orígenes: de nacionalidad holandesa, nació en Chile pero se crio en La Palma, Canarias. Un melting pot casi tan asombroso como el de sus filias musicales, donde hay hueco para Ice Cube, Khruangbin o System of a Down por igual. Más tajante se muestra respecto a una constante que se repite en todos los directos: “Si la prueba de sonido va bien, lo más probable es que el concierto vaya fatal...”. en septiembre de 1985 el traficante de drogas andrew

Tras el estrepitoso fracaso de su particular reinterpretación del serial televisivo 'Los Ángeles de Charlie', Elizabeth Banks se atreve a llevar a la pantalla una orgía de sangre y violencia provocada por un oso enfarlopado hasta las trancas.

C. Thornton II moría en accidente de paracaídas tras una entrega de drogas frustrada, sobrevolando los montes Apalache. Su cadáver sería encontrado posteriormente en una carretera en la población de Knoxville, Tennessee, calzando mocasines de Gucci y con aproximadamente 15 millones de dólares en cocaína atados a su cuerpo. Cuatro meses después se encontraría, en el norte de Georgia, el cadáver de un oso negro americano junto a otros cuarenta paquetes de cocaína de la misma entrega fallida. Los paquetes habían sido desgarrados, seguramente por el propio oso, que había muerto, también presumiblemente, de sobredosis.

Esta historia, casi una leyenda urbana ya, llegó a las manos del guionista Jimmy Warden hace un par de años mientras navegaba por su muro de Twitter. Una imagen y un pie de página llamó su atención: “Pablo Escobear: el oso cocainómano”. Warden inmediatamente se dio cuenta de que quería contar esa historia, pero no desde el punto de vista del narcotraficante, sino desde el del plantígrado. Un guion que una vez terminado Warden entregó a la productora de Phil Lord y Chris Miller, artífices de exitosas comedias irreverentes como The Lego Movie y su spin-off, The Lego Batman Movie, o singulares fusiones entre comedias de instituto y la saga Arma letal como Infiltrados en clase y su secuela, Infiltrados en la universidad

Phil Lord y Chris Miller quedaron tan impresionados con el libreto de Warden que, inmediatamente, se lo enviaron a Universal, que a su vez se le lo acabaría ofreciendo a la actriz y directora Elizabeth Banks. Banks había mordido el polvo comercial y artístico poco tiempo antes, allá por 2019, con su reinterpretación en clave femenina del serial televisivo de los setenta Los Ángeles de Charlie, con Kristen Stewart por protagonista. Un fracaso que la propia Elizabeth Banks acepta de buen grado: “Me echo a la espalda toda la responsabilidad por el fracaso de Los Ángeles de Charlie, sobre todo porque nadie más lo asumió. Toda la carga se sustentó en mí, por lo que, ¿qué otra cosa podía hacer?”.

Cuando el agente de Elizabeth Banks le entregó el guion, la directora de Dando la nota. Aún más alto se quedó absolutamente prendada de la historia. Tanto que inmediatamente comenzó a buscar información gráfica sobre ataques de animales a seres humanos. Algo que la propia directora no recomienda especial- mente: “Si rascas un poco en internet encontrarás una gran cantidad de contenido gore y retorcido”. Un gore que la propia Banks no teme, ya que, como ella comenta, “cuando era joven estaba enamorada del género gore, sobre todo de la saga Posesión infernal. Y es que, al final, el gore termina por convertirse en la parte divertida de este viaje”.

De V Ctima A Verdugo

Ese es el motivo por el que el guion y la cinta de Banks parten de la mirada del propio oso como protagonista de la historia, ya que la cineasta, al investigar el suceso real que inspira la película, sintió inmediatamente una profunda compasión por el animal: “Me parecía muy jodido que este oso se convirtiera en la víctima última de una operación de tráfico de drogas que salió mal y que acabara muerto. En el fondo, mi película bien podría ser la historia de venganza de ese oso”. Porque, al contrario que en la historia real en que se inspira la cinta, en la cinta la sobredosis de cocaína provocará que el animal se introduzca en una espiral de violencia con los humanos por objetivo. Un bicho de media tonelada de peso que ha sido recreado en la película con un presupuesto de entre 30 y 40 millones de dólares y la participación de la compañía de efectos especiales Weta Workshop, propiedad de Peter Jackson y artífice de algunos de los trucajes digitales más asombrosos de las últimas dos décadas, como la saga de El señor de los anillos, del propio Jackson, o las dos entregas del Avatar de James Cameron. También ha sido la oportunidad para Banks de demostrar que el cine gore, salvaje y violento podía realizarse por mujeres: “Quería hacer algo testosterónico y muy masculino. Quería romper esa leyenda absurda sobre qué géneros y temáticas son los que supuestamente siempre quieren hacer las mujeres. Por alguna extraña razón, hay muchos ejecutivos en Hollywood que piensan que las cineastas femeninas no son capaces de realizar películas muy técnicas. Es algo que está muy arraigado”.

Algo M S Que Una Comedia Gore

Y aunque la violencia explícita es uno de los principales alicientes de la película, Elizabeth Banks define Oso vicioso como “una comedia de terror. Hay un montón de momentos terroríficos, pero también es una gran comedia de personajes. Trata sobre un conjunto de personas que se encuentran en una situación que les sobrepasa. Ellos están obsesionados por recuperar la cocaína, pero lo que no saben es que el oso ha llegado primero…”.

Pero no solo de comedia y gore vive la película. En el interior de la misma subyacen otros temas que también le interesaban a su directora: “Uno de los temas que no te esperas en una película llamada Oso vicioso es la cuestión de la paternidad. La cinta habla sobre las relaciones entre padres e hijos, entre madres e hijas. De proteger a nuestros cachorros. Es uno de los temas que desde mi perspectiva personal me atrajo como madre, el planteamiento de cómo llegar a ser la mejor versión de un padre o una madre. Y también se encuentra de soslayo una mirada a la guerra contra las drogas de la Administración Reagan durante los años ochenta. Muchas de sus políticas descarrilaron, y este oso es uno de los muchos daños colaterales que provocó aquel Gobierno. Sin olvidar, por supuesto, nuestra relación con la naturaleza. Los humanos creemos que podemos controlarla. Pero si jodes a la naturaleza... ¡esta te joderá a ti!”.

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