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CABIN BOREAL

La Banda Sonora Del Campo De Trabajo

Mientras Juan, Javi y Artu levantaban la casa, su banda sonora no era otra que el tradicional sonido de las herramientas mezclado con los ecos del bosque…

En ocasiones, si Javi sacaba el banjo, las herramientas daban paso a improvisados conciertos en directo. Otras veces un viejo radiocassette escupía temas de Family

Time, Canned Heat, Modest Mouse o Bon Iver, o templaba el ambiente con Nils Frahm o Miles Davis sonando en descansos provocados por la lluvia, antes de volver al tajo de nuevo con Moderat, Rival Consoles o Max Cooper javi, artu y juan herrero son tres hermanos, curiosos por naturaleza, que siempre han luchado por desenvolverse en medio de las diferentes circunstancias que les rodeaban. Crisis económicas, la convivencia entre lo analógico y lo tecnológico, las aspiraciones sociales y demás situaciones complejas que ha tenido que surfear la generación millennial, han influido en sus estilos de vida, a la par que les han llevado a la búsqueda de nuevos caminos, siempre de la mano del arte y la creatividad.

Precisamente, la necesidad de evadirse y huir del acelerado ritmo de vida de estos tiempos fue lo que hizo que en 2017 diseñaran y construyeran la Cabin Boreal con la idea de crear un lugar perdido en medio de la naturaleza, un lugar en el que encontrar la calma y la tranquilidad necesaria para reconectar con su yo más íntimo. “La idea de construir un espacio para convivir con la naturaleza viene de un lugar muy profundo dentro de nosotros. Teníamos una parcela en un bosque de sabinas por la zona de la Sierra Norte de Madrid, y allí acostumbrábamos a reunirnos en un punto. Es un lugar en que el bosque se abre a una vista sobre un pequeño valle escondido al bullicio y el ruido de la civilización. En ese lugar, perdido en medio de la naturaleza, fantaseábamos con construir una cabaña de troncos tipo Alaska, un observatorio de aves… ¡lo que fuese! Un pequeño espacio con una estufa para poder calentarnos en invierno. Hay algo muy primario en el ser humano que habla de encender fuego en medio de un bosque frío. Es algo que nos lleva a un confort ancestral donde uno calienta el cuerpo y el alma también”.

En el momento en que tomaron la decisión de levantar la casa ninguno tenía conocimientos de carpintería, pero no hubo mejor fórmula que la prueba y el error para que, con mucha paciencia y algún que otro rifirrafe fraternal, la cosa empezase a funcionar. Los tres hermanos se pusieron manos a la obra haciendo cada cual lo que mejor se le daba y más le gustaba. Y al año siguiente, en 2018, lograron dar el proyecto por terminado. “El cerebro de toda aquella operación era Javi, nuestro hermano mediano, arquitecto en teoría y músico en la práctica. Cada vez que alguien tenía una duda sobre cómo debíamos seguir salíamos corriendo a buscarlo”. En este singular e improvisado organigrama, Juan, el hermano mayor y un enamorado de la escalada y los deportes de riesgo vinculados a la naturaleza, ejercía de segundo de a bordo y co-jefe de obra. Gracias a él se pudo elevar la Cabin varios metros del suelo y construir en altura sin que la idea, a priori insensata, dejara algún accidente laboral de gravedad en el proceso. Y, por último, la tercera pieza sin la que esta locura no hubiera sido posible es el polivalente Artu, el hermano pequeño. Casi siempre con una birra colgada del cinturón de las herramientas, Artu lo mismo servía para un roto que para un descosido, desde documentar en vídeo el proceso de construcción de la casa, hasta animar un trabajo tan ilusionante como físicamente exigente.

El resultado final de todo esto es un diseño único, influido abiertamente por la cultura de construcción en madera tanto norteamericana como escandinava. “La cubierta tiene una estructura llamada gambrel, usada habitualmente en los barns americanos. Pero es poco común ver una cubierta gambrel hasta abajo, y más raro aún un barn elevado del suelo por pilares. Por eso esta casa es realmente nuestro pequeño Frankenstein, porque no hemos visto nada igual. El interior es muy simple, tipo loft, y consta de dos terrazas protegidas por la cubierta”, explica Javi. Realizada con diversos materiales de distinta procedencia -madera de construcción de pino y abeto, elementos reutilizados de la basura y componentes de tiendas de segunda mano a los que han sabido encontrarles su lugar- los Herrero han logrado un diseño final minimalista y verdaderamente acogedor, que podría pasar por la localización de Ex Machina, el thriller futurista dirigido por el cineasta Alex Garland. Actualmente la cabin les sirve de refugio a los Herrero para pasar tiempo de calidad solos o acompañados y huir de los sobreestímulos que les rodean. Con la llegada del teletrabajo a nuestras vidas, la casa se ha convertido también en un pequeño centro de operaciones laboral que les ha permitido trabajar en proyectos desde la distancia, en plena naturaleza y con la única necesidad del 4G y una buena calefacción en invierno. “Los tres nos dedicábamos a profesiones artísticas ya antes de construir la cabin, y sabíamos lo fundamental que es reconectar con la naturaleza. Contar con un espacio así es un regalo para la inspiración. Allí el ruido y la sobreestimulación de la ciudad desaparecen. Las emociones, preocupaciones, ideas… cada uno de esos elementos va volviendo al lugar que le corresponde en la mente, y el espacio creativo interior se abre”. Artu y Juan, videógrafos de profesión, suelen aprovechar para editar y trabajar en sus proyectos audiovisuales desde allí; y Javi, músico y banjista de la banda folk-pop Young Forest, siempre que puede se escapa de la ciudad para pasar a tocar el banjo en un contexto que precisamente conecta con los orígenes rurales del instrumento.

La Cabin Boreal también se ha convertido en escenario de rodajes para series y videoclips, así como de localizaciones de proyectos audiovisuales. Un espacio icónico en el que se han localizado campañas y shootings para marcas de moda, motos y surf, y que ha aparecido en revistas como la mismísima Cabin Porn, “el salto grial de este tipo de construcciones”.

Porque, como decía Eleanor Roosevelt “el futuro pertenece a aquellos que creen en la belleza de sus sueños”. Los hermanos Herrero tomaron al pie de la letra la sentencia e hicieron de su pequeña cabaña suspendida en la inmensidad de la montaña su sueño hecho realidad. Y esa es la gran enseñanza de esta pequeña historia…

COMO UNA SERPIENTE QUE ESCAPA DE UN BOSQUE EN LLAMAS, MONTEPERDIDO NOS

OFRECEN UN DISCO CONSTRUIDO SOBRE LAS CENIZAS DE LAS MISERIAS DE TODOS LOS DÍAS. 'DAÑO FÍSICO', SEGUNDO LARGO DE LA BANDA MADRILEÑA, ES UN TRATADO DE

ACTITUD POSITIVA PERO REALISTA, QUE PLANTA CARA A LOS PROBLEMAS MIRANDO treinta años después, toda una escena propone el retorno a las guitarras noventeras. Lo que diferencia a estas bandas, crecidas en un contexto radicalmente diferente, es su habilidad para construir su discurso musical en castellano y alcanzar gracias a ello cotas de expresividad y (también) popularidad difícil de imaginar entonces. En líneas generales tocan mejor y han crecido con menos prejuicios que los gurús de la ortodoxia noventera, lo que les ha permitido llenar salas cada vez más grandes de forma natural. En ese contexto, Sonido Muchacho presenta su (pen)útima apuesta. Monteperdido son Tomás, Dani, Diego, Willo y Bego, un grupo de pop punk vibrante con valores y una manera de trabajar muy atada a la tradición hardcore.

SIEMPRE AL FRENTE Y A GOLPE DE GUITARRAS RABIOSAS.

Porque Monteperdido no son nuevos en esto, y se nota. Mucho. Su militancia en la escena nacional dentro de bandas de emo y screamo casi les convierte en veteranos de guerra. “Venimos del punk y del rollo social, pero hay que quitarse los prejuicios. Yo nunca pensé que acabaría tocando algo tan melódico”, comenta

Tomás. “Lo de ahora es más rock, pero tenemos influencias muy variadas que van desde el midwest emo a bandas como Amenra, Violent Soho o Drug Church”, apuntan Dani y Willo. Por su parte Bego reivindica la importancia de estar siempre a la última... “Hay que escuchar cosas nuevas y avanzar. Si no te quedas atrás. He sido gótica, punk y hardcore… Cada cierto tiempo pego un cambio y ahí está lo interesante. Me niego a escuchar siempre lo mismo”. Un cóctel de influencias artísticas que les distancian de otros grupos de su generación. “No lo considero una escena porque, aunque nos une la música, aquí no hay nada político. Y, además, no todos compartimos público”, aclara Tomás.

Daño físico, su segundo largo, fue escrito en tiempo récord -“tuvimos tres meses para hacer el disco. La experiencia nos ha gustado porque nos ha obligado a ser más directos”- y luce especialmente en lo lírico porque habla de sentimientos primarios y universales. Bego escribió a contrarreloj las letras del disco sintetizando lo vivido entre 2020 y 2022. “Esta vez hemos trabajado con un orden distinto, partiendo de la melodía de voz. Creo que ha sido una buena forma de plasmar el concepto que tenía en mi cabeza. No quiero que suene egocéntrico, pero soy muy controladora y me exijo que lo mío quede perfecto. Si la base está bien hecha sé que el resto de la banda va a construir algo increíble encima”. No solo encontramos una voz versátil y rica en matices técnicos, sino que las melodías están trabajadas en la mejor tradición pop y puestas al servicio de mensajes tan crudos como explícitos. “En mis letras no hay cabida para la ficción. Me gusta decir las cosas claras, expresar mis sentimientos planteando escenas o imágenes potentes”

Pero, de alguna manera, el disco funciona como una luz al final del túnel y nunca suena deprimido o falto de esperanza. Tal vez sea por eso que los conciertos de Monteperdido se convierten a menudo en celebraciones del momento. El cierre de Daño físico resume el sentimiento de superación y vitalidad que invade a la mayor parte de las canciones: “Hoy va a ser un día de puta madre / hoy planto cara al futuro”. “Es consciente. Tiro hacia el vitalismo, no quiero deprimir a nadie. Es el ánimo con el que he escrito las letras de este disco. Para mí la música es una forma de sacar lo malo, me gusta que las canciones sean divertidas. Necesito estar enérgica en directo. ¡Venga, espabila! ¡Quiero que esto sea una fiesta!”. Reto superado. Su acidez recuerda a algunas de las mejores bandas que han trabajado ese territorio: Juanita Y Los Feos o Los Punsetes.

La gira y presentación de Daño físico arranca en marzo y ellos no esconden sus ganas de llegar al mayor número de personas posible. De hecho, ¿creéis que Monteperdido puede trascender el underground y llegar a audiencias más grandes? “Para mí petarlo es un Wizink. ¿Eso va a pasar? Todo el mundo me dice que no, pero ¿sabes que te digo? Que les den por el culo a todos, porque es algo que deseo con todo mi corazón”. Y Bego se emociona. La confianza que demuestra en su trabajo y en el propio grupo podría resultar soberbia. Sin embargo, estamos ante una persona extremadamente terrenal y trabajadora, que se muestra segura de su trabajo y está dispuesta a defenderlo. “Sueno muy flipada, pero estoy convencida. Cuido mi imagen y mi cuerpo. No me molesta estar expuesta. No tengo nervios, para eso ensayo y hago ejercicios todos los días”. Al despedirnos me recomienda su canción favorita del disco, Marca52. “Te puede hacer llorar. Canté encima del solo y es una pena porque le quedó precioso a Diego. Todo sea por la intensidad...”. Todo sea.

Raíces

En cada una de las múltiples caras de Monteperdido se filtra la larga trayectoria de los componentes del grupo. El germen del proyecto parte de dos bandas muy recomendables, cada una en su género. Ordesa (1) casi podría considerarse el punto de partida de Monteperdido. Con centro de operaciones en Salamanca, Tomás (hoy también en Yawners) y Bego formaban esta emocionante banda acústica. Su disolución sirvió a un fin mayor, pero el disco Días cálidos, autoeditado en 2018, es un excelente trabajo que mira a los ojos de muchas bandas del género que tuvieron mucho más reconocimiento que ellos. De este tronco viene también Diego (guitarra), que contaba con su propio proyecto de emo folk: Poor Walter. Acabó siendo colaborador habitual de Ordesa, y hasta sacaron un split juntos en 2015, El incendio de todas las cosas. La inquietud de Tomás programando en salas del circuito como el 13 Monos de Salamanca o tocando en diferentes grupos le conectaron con buena parte de la escena emo y screamo, con bandas como Descubriendo A Mr. Mime (2) en la que encontramos a la otra mitad del combo: Dani y Willo eran un eje fundamental en este grupo hardcore screamo curtido en mil batallas.

EL BRASILEÑO LEO FELIPE ENTREGA EN 'HISTORIA UNIVERSAL DEL AFTER' UN LIBRO HÍBRIDO Y FASCINANTE, DONDE DROGA Y BAILE CONFLUYEN SOBRE baile. droga. dos vehículos transversales que repolitizan el cuerpo como territorio de discusión y que forman en su colisión una X de encuentro y a la vez de incógnita. “Mi objetivo era pensar y escribir como quien baila y bailar como quien piensa y escribe”, leemos al poco de empezar el texto. “El arte imita a la vida que imita a la ketamina. (…) A fin de cuentas todo giraba en torno a la K”. Y si un modo hay de encuadrar la indefinible propuesta del brasileño -que estilísticamente cruza realismo sucio y ficción, poesía vanguardista y diletancia académica, ansia y análisis- es diciendo que la primera intención se cumple plenamente: todo el libro es un baile a menudo febril, convulso. Un baile de investigación. La frase, ya manida, de que “si no se puede bailar no es mi revolución” revive en el trabajo de Felipe en toda su grandeza original.

EL CUERPO, ENTENDIDO ESTE COMO MAPA DE BATALLA DESDE EL QUE REFORMULAR TODAS LAS PREGUNTAS SOBRE LA IDENTIDAD. REPASAMOS ALGUNOS DE LOS PASAJES DEL LIBRO.

Pero esa capacidad de convertir lo fragmentado de la época en baile significativo no es, en todo caso, la única virtud del ensayo, sino su majestuoso y neurótico encuadre. Dentro, encontramos también una visión exterior al agobiante dominio anglosajón, que nos da aire; una teoría de los márgenes, brillante, que no es ajena al cuestionamiento de los propios privilegios; una ampliación de los postulados del no-lugar como franja fructífera de acción; un escaneado tan radical como humanista de las políticas de género; una reinvención imaginativa de emblemas de combate (el emoji, el baño químico); numerosos instantes de intimidad extraordinariamente bien delineados; una ausencia de sexo explícito que es en sí una pregunta, en una narración tan esencialmente carnal (¿a dónde se ha trasladado esa experiencia?) y -mi momento favorito- una reintroducción de la literatura epistolar en un modelo de libro en el que tal hazaña hubiese parecido, de entrada, imposible, pero termina resultando necesaria: “Mi interés por la escritura de cartas surgió de la distancia propia de los viajes. A través de ellas traté de generar una crítica afectiva (o más bien un afecto crítico) que estimulara el diálogo grupal, pero el abordaje colectivo resultó problemático. Nunca recibí una carta de respuesta”.

Historia universal del after es un trayecto agotador y exigente, pero sus preguntas resultan -todas- procedentes. Un momento de claridad para entender que la “postfiesta” no es un final, sino el principio.

“Lejos de ser una condición aberrante, la adicción es un estado normal para los seres humanos. Estamos atrapados en conductas reactivas y repetitivas que se reproducen a partir de la imagen adicta. El hábito es una segunda naturaleza que naturaliza lo arbitrario”

BaILe

“Bailé como si la vida entera dependiera de mi desempeño en la pista. Bailando me di cuenta de que no era música lo que nos caía encima con la intensidad de una catástrofe natural. Eran bits, bits que colisionaban violentamente contra nuestros cuerpos y contra el concreto de la construcción, bits convertidos en ondas sonoras por alguna alquimia tecnológica. Puro flujo informacional. Un dato objetivo que no tenía nada que ver con las subjetividades que consideran la música como una noción lírica. Ceros y unos chocando con tanta intensidad que acababan por generar una realidad falsa que se abría como una grieta sobre la estructura de lo real”.

“Un criminal es alguien que ha encontrado una manera de salir de la trampa del personaje humano blindado, diría Reich. No, la vibra no era buena, por eso hay tantas mujeres poniendo techno, una música dura y concreta que subvierte la lógica dramática y simbólica de la canción; música para un mundo de opresión y violencia dominado por el viejo patriarcado blanco que, ante la inminencia de su propio ocaso, cae en picado. No, la vibra no era buena y había que decir que sí lo era, como en una dictadura. Pensé en la urgencia de volver visibles todos los signos de muerte que estaban presentes de manera subliminal en la cultura techno, solo así podríamos construir algo destructivo que valiera la pena”.

“El que impulsaba y sentía las buenas vibraciones era por lo general el chico blanco cis heterosexual de clase media alta -gente de bien-, quien en perfecta continuidad con la cultura (pop) de violencia y usurpación se había apropiado de algo que originalmente se encontraba en sus antípodas. Debería haber algún criterio. Hombre que pone house y que no entregó el culo no pincha en la fiesta”.

LA CANTANTE NIGERIANA AFINCADA EN CANADÁ PRESENTA ‘GOOD LUCK’, TESTIMONIO SONORO DE UN CAMINO DE CRECIMIENTO Y ACEPTACIÓN QUE SORPRENDENTEMENTE PUBLICA EL SELLO QUE DESCUBRIÓ A NIRVANA.

“es un trabajo acumulativo, he reflejado toda mi experiencia vital en él de una manera holística. Quería hablarles a todas las partes de mí y de mi viaje. Y la idea del viaje era muy importante en este disco, quería que la gente me acompañara como si hubiéramos estado juntos en todo este camino”. El camino al que se refiere Debby Friday, que nos atiende desde su actual domicilio en Toronto, es el que representa el paso de la adolescencia a la madurez, ese proceso que cada persona vivimos de una manera diferente y personal pero, al mismo tiempo, paradójicamente, tan universal. En el caso de la joven cantante y productora, la búsqueda tuvo mucho de vida nocturna, raves interminables, periodos en los que ejerció de DJ, excesos, relaciones truncadas… Haces lo que haces, aunque eso no siempre se traduzca en cosas buenas; a todos nos suena. Y llega un día, no sabes determinar exactamente cuándo, en el que hay una epifanía, o un punto y seguido, en el que has aprendido. Has llegado a un sitio y algo ha cambiado.

“En los últimos dos años he hecho mucha introspección, lo cual es muy revelador, porque te das cuenta de cómo las decisiones que has tomado te han llevado a donde estás y a ser la persona que eres hoy. No quiere decir que haya tomado todas esas decisiones a propósito, sino que a través de seguir mi propia intuición he llegado a donde estoy actualmente, y sé que estoy en el lugar del comienzo de otro capítulo de mi viaje. Este episodio está cerrado, el disco es un testimonio de ello”.

es intuición. Si la canción me pide ir a un cierto lugar, voy a ir allí. No me da miedo ni entro en otras consideraciones. Voy a poner en ello cada emoción y todo lo que tengo, no puedo pensar en nada más”. Debby demuestra ser consciente de lo complicada que puede resultar su música en función del tipo de oyente que se enfrente a ella. Aunque es cierto que el sencillo de adelanto, So Hard to Tell, es una maravilla de pop electrónico de autor contemporáneo que podría competir con los éxitos comerciales del momento, en el disco domina la electrónica pesada, el noisecore y mucho de hip hop y otros estilos actuales siempre pasados por filtros experimentales y oscuros. “No puedo pensar en si va a ser demasiado para alguien, pero sé que hay una audiencia para esto. De hecho, lo que amo en el arte es la valentía y el coraje de hacer y decir cosas que corren el riesgo de no ser aceptadas o que puedan tildarse de raras. Los artistas tienen que hacer lo que tienen que hacer, no lo que desde fuera se suponga que deberían hacer. Yo soy ese tipo de artista”.

Good Luck, su disco de debut, efectivamente, es testimonio del camino y las experiencias vitales de Debby. Pero la música son matemáticas, es algo físico, a su arbitraria manera es un arte figurativo. ¿Cómo se imprime una experiencia vital en una composición musical más allá de escribiendo una letra que cuente una historia? ¿De dónde viene la música? “Para mí el secreto es sentirlo todo. Lo inconsciente es totalmente etéreo e intangible. Hay que apoyarse en sentir. Todos nacemos con una capacidad innata para entender dónde tenemos que ir, qué tenemos que hacer y qué tipo de talentos y capacidades tenemos. El curso de la vida va sobre descubrir eso. Hacer el disco fue en parte algo que partía de la necesidad de querer descubrir más sobre mí y expresarlo de esta manera. En cuanto al estilo, todo

La conversación deriva a temas como el estado del pop, lo comercial y la cultura de internet en la que vivimos. “Crecí con internet. Es un archivo de la humanidad. Lo bueno que tiene es que puedes encontrar prácticamente todo lo que busques. Para eso lo he usado siempre, para dar rienda suelta a mi curiosidad y perderme en agujeros de conejo en busca de información y pensamientos. Creo que es algo que se refleja en mi disco, que es un producto híbrido. No puedes hablar de un solo género más allá de que está producido electrónicamente. Y, sí, escucho música todo el tiempo. Últimamente he escuchado mucho pop, fijándome en cómo trabajan los artistas que llegan a las grandes masas, qué recursos y sonidos utilizan. La idea del pop y de lo comercial es muy diferente ahora. Puedes llegar a mucha gente de más maneras y siendo lo que tú quieras”. Y con un poco de buena suerte, claro. “El título siempre es lo primero para mí. Después viene todo el trabajo, pero ya tras ese punto de partida que lo determina. 'Buena suerte' es lo que le dices a alguien cuando parte hacia una aventura o un viaje. Me parecía un título adecuado. Además, es raro decir esto de uno mismo, pero creo que soy una persona con buena suerte”.

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