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Nota sobre esta edición

ciones representativas y la ciudadanía. Por último, la tercera sección argumenta que dichos mecanismos funcionan mejor que otras alternativas democráticas señaladas por los estudiosos (descentralización, deliberación o democracia electrónica) para tratar el malestar democrático antes descrito.

Efecto de los mecanismos de democracia directa por iniciativa ciudadana en el juego político

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La mera presencia de referéndums iniciados por los ciudadanos altera el juego democrático. Muchos de los detractores de la democracia directa basan sus quejas en el hecho de que premian de forma desproporcionada las políticas extremistas, ya que los que se encuentran en los extremos del espectro político son los actores que más utilizan estas instituciones. Aunque estos temas se trataron con más detalle en los dos capítulos anteriores, aquí expando las razones por las que los detractores de la democracia directa están ampliamente equivocados. A pesar de que dichos mecanismos son instituciones mayoritarias por excelencia, de forma paradójica también generan justo lo que buscan sus detractores: incentivos para la negociación y el consenso amplio. Además, amplían las alternativas de debate público, ofrecen oportunidades a los perdedores de la política legislativa y abren perspectivas para la inclusión institucional de aquellos que, debido al sistema electoral (o a cualquier otra razón), suelen estar excluidos o subrepresentados en el juego representativo típico. Considerados induvidualmente, los referéndums iniciados mediante recolección de firmas pueden ser excluyentes y rígidos de la misma manera que las elecciones ordinarias, pero, como grupo de instituciones, estos mecanismos suelen contener más que excluir, y a comprometerse más que a imponerse.

Creación de consenso

Una vez que un grupo interesado (organización no gubernamental, partido político, etc.) organiza un referéndum –ya sea para revocar

7. ¿Cómo se puede mejorar la democracia directa? Comisiones ciudadanas y contrapropuestas ciudadanas

Este capítulo desarrolla las razones por las que las poliarquías actuales necesitan una actualización, “mejorando la calidad de la esfera pública”, tal como sugiere Fung (2003). En consideración con lo argumentado desde el principio del libro, los mecanismos de democracia directa iniciados por los ciudadanos constituyen una vía importante y viable entre el menú de innovaciones democráticas para vigorizar los regímenes democráticos actuales, especialmente en el contexto de sociedades muy desiguales. A sabiendas de que dichos mecanismos pueden ser explotados por grupos con opiniones políticas extremas, este capítulo esboza, empero, una nueva propuesta institucional destinada a ampliar las opiniones públicas sobre un tema polémico, ofreciendo una alternativa a ambos lados de la votación popular mediante un nuevo tipo de foro denominado “comisiones ciudadanas deliberativas”. El resultado es una combinación factible de las tres corrientes de la democracia: representativa, directa y deliberativa. Mediante un ejemplo empírico, el capítulo demuestra cómo la existencia de estas instituciones podría haber resuelto algunos de los problemas inherentes a la democracia representativa y directa.

Representación

Gran parte del debate sobre la reforma democrática contemporánea gira en torno a cómo controlar las tendencias plutocráticas de las elecciones, ya que para ser elegido –o incluso para ser propuesto para un cargo– se necesitan grandes recursos, que pocos individuos poseen. Si los ricos y bien conectados pueden (directa o indirecta-