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Alice Kellen: «Compras un libro, no me compras a mí»

Según un estudio presentado este año durante el XXV Congreso de las Librerías, el 86% de los títulos disponibles en el mercado editorial vende menos de cincuenta ejemplares al año. Dicho de otro modo, solo el 0,1% vende más de tres mil. Juan Miguel Salvador, librero responsable del estudio, destacó en su informe que, de media, las librerías han de enfrentarse a casi quince mil novedades editoriales al año. Si sobrevivir de la escritura —y a la escritura— es complicado, vivir de ella, y vivir bien, aún más. Las estadísticas contempladas en el documento condensan la totalidad de géneros publicados pero, si las miramos de cerca, observamos que ramas como la literatura romántica arrollan a la competencia y se convierten en superventas, algo que no ha cambiado desde los tiempos de Corín Tellado, que llegó a despachar cuatrocientos millones de libros. También hay casos de éxito más recientes, como el de la tan talentosa escritora valenciana Alice Kellen. Firma con seudónimo, vive en una población rural y no hace tanto que superó los treinta años de edad. Su primera novela fue Llévame a cualquier lugar, un libro que autopublicó en 2013 a través de Amazon. Como en otras tantas historias de artistas selfma de de la era digital, llegar hasta los puestos más vendidos de la plataforma provocó que las editoriales se interesaran por su producción.

Alice no firma con su nombre de nacimiento porque necesita y defiende guardar una parcela de intimidad. «Me puse el seudónimo cuando decidí subir el libro a Amazon. No sabía si iba a ser un desastre. Además, siempre me ha costado mucho que me lea la gente de mi entorno. No me hacía ninguna ilusión que vieran mi libro. Después de la publicación en Amazon, una editorial compró mi primera novela. En la foto de la solapa ni se me reconocía; como que te sientes protegida cuando no muestras tanto. Poco a poco fue creciendo todo esto, y fui superando mis miedos».

No guarda una fecha exacta de cuándo le surgió el deseo de escribir: «No hay un momento concreto. He escrito siempre, desde pequeña. Lo primero que empecé a escribir en serio fueron diarios, a los nueve años. Seguí escribiendo diarios casi hasta los veinte. Después empecé a anotar reflexiones cortitas, pensamientos que tenía. Siempre es algo que ha estado ahí; es como una afición que, de manera paulatina, te va tomando más horas hasta que un día por sorpresa te das cuenta de que te dedicas a eso».

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