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Los chicos malos y la falsa idea de que el amor lo cura todo.

¿Se acuerdan de esos tiempos en los que la gran mayoría de las chicas estaban obsesionadas con Crepúsculo y querían un novio como Edward Cullen? ¿O como Jace Herondale? ¿Y qué me dicen de Tamlin y Rhysand? Los chicos malos abundan la literatura juvenil, conformando una de las piezas centrales del éxito de esas historias.

El Chico Malo. Ese que sabes que no hace bien, que sabes que te va a dejar el corazón hecho un trapo de piso; ese que tu mamá, tu amiga, la escuela entera, te dice que te alejes a toda costa. Por alguna razón nuestra cultura se obsesiona con este tipo de personajes, que de alguna manera se convirtieron en el favorito del público femenino: él es el opuesto al Chico Bueno y Amable, no le importa lo que es correcto para el común de la sociedad, usualmente viola las leyes, es un misterio en vida, y- lo más importante- es increíblemente atractivo, a tal punto que todos los hombres quieren ser como él y todas las mujeres quieren estar con él.

Carismático, arrogante, apuesto… y de manera simultánea cautivante y peligroso. Estos chicos malos representan el prototipo de un hombre violento, abusivo y sexista; sin embargo, en nuestra cultura y en la literatura se les perdona todo y se les premia llegando a ser una figura amada por los lectores y lectoras más jóvenes.

Muchos de los libros de este género nos han enseñado que si el protagonista masculino es posesivo, violento y misógino es porque aman a la chica. El abuso es amor verdadero, la falta de respeto es esperable, el “no” no es una respuesta válida. Para amar, tienes que sufrir, sino no es amor.

Sin embargo lo más peligroso es que, supuestamente, estos personajes no son malos. Por eso los y las autoras, para demostrar que en el fondo son buenos, les dan un arco de redención, una posibilidad de cambiar. Sus actitudes, claramente erróneas y dañinas siempre parecen ser la causa de un pasado doloroso. A través de las páginas, nos obligan a empatizar con estos personajes y perdonar siempre cualquier mala acción realizada ya que en el fondo no es su culpa.

Ese es el aspecto más tóxico del estereotipo del Chico Malo. Estos personajes nunca se hacen cargo de sus acciones y, en cambio, culpan a alguien más: la protagonista femenina, algún pariente, el destino.

Esto genera un círculo vicioso en donde el protagonista masculino siempre hace algo malo a su pareja, ella lo perdona porque en el fondo él no tiene la culpa y no puede vivir sin él, se reconcilian y el ciclo se repite. Ella nunca escapar, ella no puede ser feliz estando sola, ella no puede decir que está cansada de ser tratada como un saco de papas.

Ella, en todo momento y bajo cualquier circunstancia, debe perdonar. Los libros tienen efectos en los lectores, especialmente si son jóvenes. Una frase, un personaje, una historia, puede marcar a aquella persona que lo lee e incluso ayudarla a ver el mundo con otra mirada.

En esa investigación lograron concluir que, si bien estas historias son escritas por mujeres y tiene como protagonistas a chicas, la narrativa suele perpetuar el sexismo, los estereotipos raciales, reducir a las heroínas a intereses amorosos, romantizar las relaciones tóxicas y usar la violación como un mecanismo de trama. La excusa de la industria lite raria y de las autoras de estas novelas de que estas novelas “son solo ficción” es probablemente lo peor del asunto.

Muchos de los lectores que leen estos libros todavía no tienen tanta experiencia en comparación a un adulto, todavía están aprendiendo lo que es una relación, por lo que vender una relación tóxica como romance, en donde se normaliza el abuso, las relaciones no consensuadas y la violencia física, emocional y verbal no está bien.

Obviar el papel que tienen como formadores de cultura es algo que no se puede justificar. Las relaciones tóxicas pueden formar parte de la lectura de los más jóvenes, al final de cuentas también existen en el mundo real. No debemos censurar la realidad de muchas personas en el mundo. Pero, ahora que estamos en una época de cambios en donde nos cuestionamos los roles y la violencia de género, es importante que las editoriales, tomen mayor conciencia sobre cuál es la imagen de romance que quieren mostrar y cómo serán las personalidades y actitudes de los personajes que conforman las historias.

Estamos en un momento en donde, más que romantizar estas situaciones, podríamos generar conversaciones sobre los peligros de los romances abusivos en el mundo real. No nos podemos permitir que ésta sea su visión del amor que se merecen, que aspiran a tener, que anhelen un amor tóxico, no nos podemos permitir una generación de chicas que permiten este tipo de violencia porque “así demuestra que en el fondo le importas”.

Si hay tantos libros sobre feminismo y mujeres inspiradoras que han motivado a tantas personas, ¿por qué no escribir novelas en donde el amor sano y respetuoso sea el referente de las mujeres del mañana? ¿Por qué no crear más historias en donde todos los chicos quieran ser como el Chico Bueno? ¿Por qué no escribir personajes femeninos que no necesiten un romance para ser felices?

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