Ponerse en el lugar del otro: El cine como herramienta de reconocimiento por Romina Ordóñez

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Romina Ordóñez Ponerse en el lugar del otro: El cine como herramienta de reconocimiento Ponencia leída en la apertura de la exposición TransInDisciplinar en el Museo Universitario MUCE, el 31 de Enero del 2018. Autora: Romina Ordóñez. Productora audiovisual, docente de estética audiovisual, parte del Festival de cine LGBTI El Lugar sin límites. viringaproducciones@gmail.com Ponerse en el lugar del otro: el cine como herramienta de reconocimiento. En este análisis abordaré dos características de la imagen audiovisual, la una relacionada al aspecto social del cine y la otra relacionada a su aspecto sicológico. Me he basado en los textos de Román Gubern: “La mirada opulenta”, Edgar Morin: “El cine o el hombre imaginario”, los análisis de Marta Masoliver y Anna Arguimbau en: “Modos de Representación: Sujeto y tecnologías de la imagen”, entre otras lecturas. El cine desde sus inicios se presentó como un espectáculo dirigido a grandes públicos, relacionado al negocio del entretenimiento, ahí fue cimentando su historia y construyendo lo que hoy se conoce como la industria del cine. Esta industria desarrolló fórmulas y procesos que le permitieran producir más, con menores costos. Esta lógica fue acentuada desde los mismos comienzos de la historia del cine, no hay que olvidar que fueron los bancos quienes compraron muchas de las grandes productoras de cine de principios de siglo XX, definiendo así el principal fin de esta actividad, que sería el de obtener réditos económicos de sus producciones. Para obtener réditos debían garantizar llegar a públicos cada vez más amplios y esto se logró estandarizando las historias y la técnica en cuanto a la producción. En cuanto a la distribución, ya desde esa época, llegaron con

representaciones internacionales a muchos países. Como anota Roman Guber el cine además de ser una de las formas de entretenimiento comercial más grande del mundo, tiene un efecto decisivo, en cuanto induce de forma más sutil al consenso social, legitima el statu quo, contribuye a la homogeneización de gustos y valores, transmite la ideología conservadora, principalmente de la cultura de Estados Unidos, por ser la industria que dominó el mundo con sus producciones desde los inicios del cine. Históricamente el cine y luego la televisión han transmitido la ideología conservadora por ser hegemónica en estas industrias. Una muestra evidente de las restricciones sobre la creación de historias la podemos observar en el Código Hays, vigente desde 1934 hasta 1968. Este código de creación de Hollywood definía una lista de imágenes y temas que no podían ser parte de su producción y eran censurados. La intención, según Gubern, fue presentar una sociedad estadounidense inmaculada, confortable, justa, estable, aséptica: no se podían mostrar a mujeres quitándose las medias, mostrar tobillos y ombligos de mujeres o pechos de hombres, gente bebiendo en exceso, no debía contener blasfemia, palabras groseras y por supuesto las escenas de pasión, deben ser tratadas considerando “las acciones habituales” de forma poco explícita. Un amor impuro nunca debe parecer atractivo o hermoso. Así, es fácilmente comprensible que gran parte de la producción de Hollywood, un beso inocente termine con un desvanecimiento de la imagen a negro (fade out). Según algunos


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