René Descartes: Primera máxima “Obedecer las leyes y las costumbres de mi país, conservando con constancia la religión en la que Dios me ha concedido la gracia de ser instruido desde mi infancia, y rigiéndome en todo lo demás con arreglo a las opiniones más moderadas y más alejadas del exceso que fuesen comúnmente aprobadas en la práctica por los más sensatos de aquellos con quienes tendría que vivir”.
En la tercera parte del párrafo dos del Discurso del Método, Descartes expone su primera máxima, en la cual el tema principal es la moral. En el texto, la tesis que nos expone consiste en obedecer las leyes, las costumbres de su país, la religión católica de la que es instruido desde su infancia y se rige en todos los demás según las opiniones más moderadas. De este modo, el filósofo expresa con claridad en esta máxima los mencionados convencionalismo y moderación. Descartes propone que ante la duda presentada en la práctica diaria para tomar una decisión, nos fijemos en el comportamiento que hay en nuestro alrededor y que a partir de cuál sea este actuemos de una manera u otra, tomando pues como modelo a nuestros gobernantes. Pero esta norma no debemos entenderla como una propuesta de conformidad acrítica dando como resultado el no poder diferenciar las opiniones sensatas de las erróneas ya que lo único que harías sería seguir lo que te han enseñado, sino más bien todo lo contrario. A lo largo del texto podemos encontrar tres argumentos principales, son los siguientes: en el primer argumento propone fijarse o guiarse de aquellos con quien tienen que vivir, puesto que para él es lo más útil; en el segundo argumento, él piensa que debe estar atento más bien a lo que practican que a lo que dicen los “más sensatos”; y por último, considera que son excesos todas las promesas o votos religiosos en las que se coarte algo de la propia libertad, puesto que nos veríamos obligados a seguirla cuando hubiese dejado de ser buena. Defiende por conductas alejadas de los excesos, recordando la teoría del justo medio de Aristóteles, y propone actuar según las normas de los “más sensatos”, a quienes puede interpretarse como los de mejor juicio. Descartes trata de pasar por un ciudadano modelo, creyente por encima de todo, e incapaz de poner en cuestión el orden establecido. En la desaprobación de las conductas extremas, sin embargo, deja caer una idea quizás un tanto molesta para la mentalidad oficial de la época: considera un exceso los votos religiosos (pobreza, castidad y obediencia), ya que suponen compromisos que en el momento de adquirirse, y al ser para toda la vida, no tienen en cuenta que no hay “en el mundo ninguna cosa que permanezca siempre en el mismo estado”. En definitiva, si conseguimos llevar a cabo esta máxima lo que habremos conseguido es tomar una decisión en el momento de duda e incertidumbre y no haber caído en el amoralismo.
Lorena Casañ Raga. 2ºBach. A