NOVIEMBRE 2021 Nº300 mondosonoro.com
MONDO
SUR
ALHAMBRA MONKEY WEEK 2021
Renacer en el Mediterráneo De Algeciras a Estambul, con escala en Sevilla y para allá que nos vamos. Con motivo del 50 aniversario de Mediterráneo, Alhambra Monkey Week, en colaboración con Fundación SGAE, ha diseñado un concierto homenaje al icónico disco de Serrat, con el que dará, por todo lo alto, el pistoletazo de salida de su decimotercera edición. Un grupo de artistas interestelares, con el timón en manos de Los Estanques, reinterpretarán cada una de las diez cimas de esta obra maestra.
M
edio siglo cumple el que quizás sea el mejor disco de la música popular en español, Mediterráneo de Joan Manuel Serrat. En mayo de 1971, Serrat se retira a Calella de Palafrugell, a un pequeño cuartito del hotel Batlle, muy cerca del mar, en busca de musas “perfumaditas de brea” que le ayuden a componer su octavo disco y cuarto en español. La playa de Port Bo y el sol libre que bañaba aquellas orillas, casi invisibles para el franquismo, más las noches y madrugadas luneras, empapadas de bohemia y amaneceres que se escapaban entre los dedos de una época vibrante e intensa, dieron a luz diez canciones eternamente jóvenes. Todas escritas por su puño y letra, a excepción del “Vencidos” que cierra el álbum, un poema de León Felipe con el que Serrat le dio voz al dolor de Don Quijote y de
todos los derrotados que lucharon por ideales justos… El disco se grabó en Milán en muy pocas sesiones, y cada una de las pistas fueron producidas y arregladas brillantemente por el pianista Gian Piero Reverberi, el director Antonio Ros y el productor Juan Carlos Calderón. La preciosista orquestación que por momentos juguetea con sonidos cercanos al jazz (con el “Take five” de Paul Desmond y Dave Brubeck muy presente) y la bossa nova, terminan de insuflar una energía, clase y perfección que pocas obras, nacionales o internacionales, han alcanzado en la historia de la música. “Quizás porque mi niñez / sigue jugando en tu playa, / y escondido tras las cañas / duerme mi primer amor... / Llevo tu luz y tu olor / por dondequiera que vaya…”. El viaje inicia con la canción que todo
poeta/mortal hubiera dado mil vidas por escribir, esa que guarda la luz y el olor del verano eterno, el latido de la libertad y las quemaduras que deja en el horizonte el primer amor… “Mediterráneo”, versos y música que se quedan, para siempre, como salitre en la piel. Comenzamos alcanzando “la ladera de un monte más alta que el horizonte”. Toda gran cosa, toda vida compartida, está hecha por pequeños momentos, por instantes materiales o no, que, aunque alguna vez creamos insignificantes, quizás, un día no muy lejano, cuando abramos un cajón o un álbum de fotos, las encontremos y desborden un sin fin de recuerdos y significados ante nuestros ojos. Así suena esa invitación a vivir en “Aquellas pequeñas cosas” que nos erizan la piel. No cabe más belleza en menos de dos minutos. Ni “más verdad que el pan y la tierra” al roce con aquella compañera que es “La mujer que yo quiero”, una oda minimalista y sincera al amor que no pasa, sino que se queda, con coros, percusiones, vientos y arreglos de cuerdas de una sutileza, una vez más, sublime. Si en el “Vencidos” final atisbamos algo de esperanza, el canto desolador encoge el alma y quiere despertar a ese
“Pueblo blanco” o de mil colores, pero siempre bajo el olvido de un cielo gris que pasa lentamente y donde “nacer o morir es indiferente”. Recuperamos la alegría con la canción dedicada a ese carismático playboy y antifranquista, Alberto Puig Palau, “Tío Alberto”, que a ritmo de vals sigue haciendo, con su recuerdo, “los otoños, primaveras”. Despegamos del nido y dejamos esa espera en la pegadiza “Que va a ser de ti”, para navegar después en ese “Barquito de papel” que juega con el viento, “sin nombre, ni patrón, ni bandera”, que vale más que cualquier armada invencible. Hay muchas historias de amor, pero pocas como “la más bella que tuve o tendré”. ¿A cuántas personas conoces que se llaman “Lucia” por esta canción? Tras el bellísimo pesar de “Lucía”, cruzamos los cielos y el mar en vuelo libre de “palomo torcaz” sin decir adiós, entre los rayos del sol de “Vagabundear”, con unos arreglos orquestales que rezuman una épica luminosa a la altura del tema titular del álbum, con tintes machadianos (ya le había dedicado otro disco imprescindible al poeta sevillano) y ese latido que empuja a surcar caminos y ser el dueño de nuestro propio destino. Hay obras de arte tan importantes, con un calado sentimental tan mágico y una energía vital tan poderosa que, aunque aún no lo sepas, incluso si aún no te has sumergido en ellas, han influido de alguna manera (abuelos, padres, hermanos, sociedad) o influirán para siempre en tu vida. Mediterráneo coló la libertad imparable de la luz del sol y el olor del mar por los barrotes de un régimen caduco, pero entonces aún vigente, y esa brisa fresca sanadora que desató Serrat con estas canciones, nos llega y afecta hoy como el primer día. “Donde haya lumbre y vino tengo mi hogar… / Si de veras me buscas, me encontrarás” en el Alhambra Monkey Week, ¡a vagabundear una y otra vez se ha dicho! -Sigue en la página 2-