MONDOSONORO SUR NOVIEMBRE 2025

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NOVIEMBRE 2025 Nº344 mondosonoro.com

El Monkey

vuelve a casa

Hay lugares que no solo albergan festivales, sino que los hacen posibles. Y El Puerto de Santa María es, sin duda, el hábitat natural del Monkey Week SON Estrella Galicia, que en su 17ª edición regresa a la ciudad que lo vio nacer. Tres días —del 20 al 22 de noviembre— para reencontrarse con ese espíritu pionero que lo convirtió en mucho más que un festival: un laboratorio sonoro, un punto de encuentro entre artistas, público e industria y, sobre todo, una celebración de la música como ecosistema.

MONDO SUR

De vuelta al Puerto Arranca una nueva temporada de Martes Check

Soléa Morente y Vera Fauna han sido los primeros artistas en visitar nuestra cocina en esta cuarta temporada. .

Monkey Week Son Estrella Galicia regresa al Puerto de Santa María y recupera espacios ya icónicos y ese ambiente que lo forjó hace casi dos décadas. El circuito de showcases y las jornadas profesionales vertebran un programa maridado en los bares y rincones portuarios.

Hay regresos que son más que una cita en el calendario. Y el de Monkey Week

SON Estrella Galicia a El Puerto de Santa María es uno de ellos. Del 20 al 22 de noviembre, el festival vuelve a desplegar su energía por calles y rincones emblemáticos del municipio gaditano como la Plaza de Alfonso X o el Monasterio de la Victoria, reavivando la magia que lo convirtió en un laboratorio sonoro y una referencia absoluta de la música del mañana. Sanguijuelas del Guadiana, La Paloma, Cupido, Vera Fauna, La Tania, Repion, Frente Abierto con Lela Soto y Sebastián Cruz, Aiko el grupo… son algunas de las propuestas que este año atomizan un cartel que no dejará respiro. Más allá de los nombres, el verdadero protagonista será el reencuentro con su hábitat natural, aunque los monetes se han traído de Sevilla algunos espacios que en las ediciones en la capital hispalense se habían ganado una reputación: es el caso de la Pista de los Coches de Choque, que se situará en la explanada del

Monasterio. El Monkey PRO vuelve también a su hábitat natural como una de las citas más relevantes del calendario profesional. Este año contará con invitados de peso como Anamaria Sayre (Tiny Desk), Rodrigo Duarte (Rock Al Parque), Javier Hernández (Viva Latino México), Oskar Strajn (Eurosonic / ESNS Radar), Phoebe Lou Smolin (Captured Tracks) o Canan Yurdakul (EBB Music). Además, el programa incluirá el 3er Congreso de Festivales de Música en Vivo impulsado por la FMA, y una nueva edición de Suntracks, el encuentro dedicado al mundo de la sincronización audiovisual, con la colaboración de la Fundación SGAE.

Durante tres días, conferencias, mesas redondas, talleres, cócteles y sesiones de networking harán del Puerto un hervidero de ideas, contactos y proyectos, reafirmando el papel del Monkey como puente entre la creación y la industria. Por supuesto, MondoSonoro estará presente durante los tres días para daros buena cuenta de lo que allí suceda. MS

Los martes en hora vespertina encendemos los fogones de nuestro videopodcast y en clave de recetario descubrimos los ingredientes que conforman las canciones, la música e incluso la vida de nuestros invitados. Soléa Morente y Vera Fauna han abierto el apetito de esta cuarta temporada y ya se suman a la nómina de chefs que han dejado su firma en nuestro libro de honor. Desde La Plazuela a Delaporte, desde Besmaya a La Plata pasando por productores como Carlos Hernández, guionistas como Fernando Navarro o fotógrafos como Javier Rosa. Cada uno de ellos tiene su receta propia y en Martes Check os la servimos en las principales plataformas - Instagram Live, Youtube o Spotify. MS

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Mondo Sonoro edición Sur

DISCO DEL MES.

“Llegué al disco como una náufraga y salí como una astronauta”.

Soleá Morente Sirio B

Elefant Records

Soleá Morente

Con Sirio B (Elefant Records, 2025), Soleá Morente emprende un viaje interestelar hacia los sonidos universales sin renunciar a su raíz. De la mano de Guille Milkyway (La Casa Azul), la granadina se adentra en un territorio donde el flamenco, el pop electrónico y la mística se funden en un mismo cosmos, elástico como el chicle.

Cuando Soleá Morente mira al cielo, no busca respuestas, sino sentimiento de libertad. Su nuevo disco, Sirio B, nace de esa contemplación del universo: “Queríamos mirar al espacio y dejarnos guiar por la luz de las estrellas”, explica. “Trabajar con Guille Milkyway ha sido un sueño hecho realidad. Yo era fan de La Casa Azul desde que era una niña, y verme en su estudio componiendo con él ha sido un viaje cósmico.”

No hubo planificación previa ni fórmulas cerradas. “Nunca dijimos: ‘hagamos un disco electrónico con toques flamencos’. Íbamos improvisando. Yo llegaba con notas de voz, ideas o frases subrayadas de Hamlet, y de ahí salían canciones como Mi cura”. Ese espíritu libre, casi astral, impregna todo el álbum: un conjunto de cumbias galácticas, rumbas cósmicas y baladas interestelares que transitan entre la pista de baile y la emoción más íntima.

El viaje comienza con Ensoñación nº 9, una obertura casi cinematográfica. “El personaje ha aterrizado de un viaje espacial; no sabes si está en la Tierra o en la Luna, pero ha encontrado algo sagrado, algo que buscaba”, comenta Soleá. A partir de ahí, el álbum se despliega como un recorrido emocional y sonoro donde tradición y vanguardia se dan la mano.

Ahora o nunca es, de algún modo, la canción que celebra ese encuentro predestinado entre Soleá Morente y Guille Milkyway, un punto de fusión que tenía que suceder justo en este momento, sin más salida. “Desde que hicimos juntos una versión de Rafaella

Carrà para Cachitos sentimos una conexión especial. Luego llegó la cumbia Vamos a olvidar, y nos dimos cuenta de que teníamos que hacer un disco entero.” El resultado es una sinergia total entre los dos, que en el caso de Soleá se ha traducido en la confianza y libertad creativa que Guille le ha brindado para explorar sin miedo nuevos territorios sonoros.

La rumba, precisamente, actúa como eje gravitacional. “Es el ingrediente principal del disco”, confiesa. “Recuerdo escuchar Yo también en el coche con mis padres; a mi padre le encantó. Nunca imaginé que acabaría haciendo un disco con la persona que compuso esa canción.”

El tono se vuelve más canalla en Los nudillos, donde Soleá muestra su cara más combativa: “Habla de la vulnerabilidad que convive con la fuerza. Guille decía que soy muy dulce, pero con mucho coraje. Tenía razón”, ríe. A lo largo de la grabación, confiesa haber pasado por muchas fases: “Llegué al disco como una náufraga y salí como una astronauta.”

Si queremos determinar el momento exacto en el que la sonda despega, ese es Gitana María Por supuesto, ese viaje estelar no podía dejar de surcar el cielo estrellado de una noche de Miércoles Santo en el Sacromonte granadino. “Nació viendo la procesión del Cristo de los Gitanos en Granada. Me emocioné muchísimo y quise llevar esa energía mística y popular a un terreno electrónico”, cuenta Soleá. “Es una canción que une la espiritualidad del barrio con la visión futurista de Guille. La unión perfecta entre la Casa Azul y la Casa Morente.”

Más adelante llega Soledad del mar, donde se atreve a rapear, una línea roja hasta ahora para ella. “Nunca lo había hecho, me daba miedo, pero Guille me animó. Es un alegato contra cómo funciona el mundo. Me permitió descubrir otra forma de decir las cosas.” Sin duda, el capítulo más cósmico y evocador es Mercurio y Seda. Lorca, Enrique y Soleá Morente se encuentran en un tesseracto sonoro, un espacio suspendido donde lo terrenal y lo eterno se tocan a través de esa quinta dimensión que es la música. “Fue una experiencia cósmica —recuerda—. Llegué al estudio y Guille me dijo que tenía una colaboración especial: era mi padre. Escucharle ahí, tan real, fue uno de los momentos más potentes de mi vida.”

El tramo final del disco es más introspectivo. Azalea retrata su vida en Madrid, entre vulnerabilidad y confesión: “Viví cuatro años en la calle Bailén, frente a la Almudena. Esa canción soy yo, con mis luces y mis sombras.” En No Likes aparecen su madre y su hermano Kiki, aportando jaleo y guitarras. “Habla de cómo nos medimos por los ‘likes’. Estoy en contra de ese algoritmo: no se puede valorar el arte por los números.”

Los interludios como Mírame (Tengo Woa) o El lenguaje de las estrellas, expanden el universo del álbum. “Guille inventó palabras, idiomas, sonidos. Tengo Woa puede significar lo que quieras: amor, magia, poder... Es parte de ese lenguaje interestelar que hemos creado juntos.” En este corte, Soleá parece dirigirse tanto al oyente como a sí misma: un “mírame” que es invocación y espejo, donde la voz flota entre lo humano y lo sideral.

En el cierre, Mi cura y Amor mío condensan todo el viaje. “Mi cura tiene algo shakespeariano, una mezcla de locura y redención. Amor mío es el punto de paz, la reconciliación después del viaje. El equilibrio es lo más importante.” Solo queda añadir: Woa! ARTURO GARCIA

Mondo

eSCAPaRATe

“LA

FIGURA DEL ARTISTA ATORMENTADO ESTÁ INNECESARIAMENTE ROMANTIZADA”

GHOULJABOY

viene de JEREZ publican DANTE TECHNICOLOR (Mushroom Pillow, 2025).

RR Nueve días seguidos sin dormir, sin ver el sol y caminando hacia el estudio, viendo solo un camino de extrarradio lleno de locales abandonados. Así de desaturado y melancólico es el paisaje que acompañó a Jordi Arroyo, Ghouljaboy, durante las noches de ida y vuelta en las que desarrolló su nuevo disco. Dante Technicolor es una continuación natural de su fascinante lore, a caballo entre la tragedia renacentista y el retrofuturismo punk, escenario en el que el artista confiesa haberse puesto a sí mismo creativamente contra las cuerdas. “Las ideas estaban ahí desde hacía tiempo, pero no fue hasta meterme en el estudio que mi estado de ánimo comenzó a marcar el resultado final de estas”, nos cuenta el jerezano sobre el clima emocional que determinó su álbum. “Tengo horarios de sueño muy locos. Puedo estar noches enteras sin dormir para luego pasar días sin salir de la cama, especialmente cuando me obsesiono con algún proyecto. Con la elaboración de ‘Dante Technicolor’ llegué a no distinguir entre realidad y sueño. No es muy sano someterse a uno mismo a algo así, pero me apetecía llevarme a este extremo y ver qué

Dante, que por mi parte ya han sido exploradas en mi música con anterioridad. Pero claro, esto ya es café para muy cafeteros [risas].”

Jordi nunca da puntada sin hilo y son sus guiños a la cultura pop y audiovisual lo que hace precisamente que su imaginario se diferencie de forma tan marcada con respecto al trabajo de sus coetáneos.

“Soy un tío del 96 que creció cuando Internet estaba en pleno apogeo. El acceso masivo a la cultura ha marcado a mi generación y me encanta que eso se note en lo que ahora hago. He dejado que este disco se empape de mi pasión por diferentes tipos de disciplinas, desde la pintura hasta el diseño y la animación 3D, y por supuesto, el cine. Cada película que veo tiene un gran impacto en mí y eso termina colándose en mi música”, dice, al tiempo que recuerda algunas de las referencias más evidentes de su disco, como el tema Tony Soprano, la buñuelesca Ángel Exterminador o Envuelto en plástico, que muchos fans de Lynch amarán de inmediato. “Me gusta que las canciones funcionen individualmente, pero siempre que puedo trato de desarrollar cierta conexión entre todo lo que hago. Creo que a día de hoy soy el único artista español que concibe su discografía como si fuesen las temporadas de una serie.”

podía sacar de la experiencia.” Estando anímicamente en su punto más bajo pero creativamente en el más alto, le preguntamos si en esto del arte es verdad que cuanto peor, mejor.

“Para nada”, responde. “A mí me encanta hacer música cuando estoy feliz, pero si se da la circunstancia de que no estoy en mi mejor momento y me siento inspirado, habrá que aprovechar la situación y sacar precisamente algo bueno del conflicto. Pero por mí, ojalá vivir siempre chill. Los marrones te quitan memoria RAM, como dice mi colega Toni. La figura del artista atormentado está innecesariamente romantizada.”

“Me resultaba atractiva la idea de visitar un infierno moderno que se saliera de los estándares”, continúa cuando le preguntamos por el título del disco, compuesto a priori por dos conceptos cronológicamente antagónicos. “La narrativa del disco presenta una idea dispar con respecto a la obra original, conservando solo el deseo de búsqueda constante y fustigación personal del protagonista. Y ‘technicolor’ es una palabra que, simplemente, me encanta. Se sabe que es un proceso de filmación e impresión para cine que usaba solo unos canales de color muy concretos, habitualmente tres, lo cual vinculo veladamente con las tres personalidades de

Los paralelismos con sus pretéritas entregas continúan a medida que desgranamos el disco, con ejemplos como Luna (Balada a Nancy) como referencia directa a un tema de El Rascal (2020) o la recuperación de Superbisho para este disco (también presente en aquel trabajo). “Además de formar parte de nuestros directos y de ser colega, Superbisho ha participado en el diseño gráfico y la edición del vinilo. La cosa cambia mucho cuando un artista con el que colaboras conoce bien tu movida y se involucra en ella. Y si además tiene talento, es un win win.”

Dante Technicolor es también su primer disco con Mushroom Pillow, pero la marca de la casa, definida por su habilidad natural para combinar ideas imposibles, permanece intacta. “Somos una generación capaz de escuchar a The Doors y de gozarlo también con un tema de dembow”, sentencia Jordi sobre la diversidad estilística que caracteriza la música del presente. “Cada canción tiene su momento para ser disfrutada, y a mí, como artista, me sería imposible a día de hoy hacer un disco de un solo género. Me gusta obsesionarme cada día con algo distinto y hacerlo mío. ¿No es acaso así cómo se aprende en esto de la música?” FRAN GONZÁLEZ

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GHOULJABOY. FOTO: FRANCISCO MONTERO
“PARA ESTE DISCO NOS CONVENCIMOS DE QUE EL MIEDO NO EXISTE”

ENRIQUE OCTAVO

viene de GRANADA

Publica TU MIEDO NO EXISTE

RR Jose Bolívar lleva más de quince años defendiendo el personaje de Enrique Octavo, anteponiéndose al periodista (y antes fanzinero) que conocimos a principios de siglo. “Soy músico autodidacta”, aclara. “Me considero alguien que escribe. Escribo canciones, y antes artículos, reseñas o entrevistas. La parte de periodista la mantengo con un programa de radio semanal. Se llama Avisador sonoro, en Granada FM. Es muy fanzinero. Me sigue gustando escuchar discos autoproducidos o maquetas. Escribir en el Mondosonoro sería guay”. Enrique Octavo alcanza el quinto álbum, Tu miedo no existe, su mejor colección hasta la fecha. Tiene listo un single con Pablo Und Destruktion y prepara otro epé. Lo primero que llama la atención son las colaboraciones en los once temas. Se produce una conexión entre la escena granadina (Apartamentos Acapulco, Virginias, Santa Catalina) y el indie argentino, sobre todo de La Plata. Un nexo fortalecido por Srta. Trueno Negro, que ya pertenece a las dos orillas. “Es curioso, porque a veces me sale ese acento platense. Natalia y Lucho, de Srta. Trueno Negro, han formado parte del grupo durante la gestación del disco y han sido muy importantes en el proceso. Con Antolín ya había hablado. Luego supe que Natalia y él fueron novios de chicos. Hay conexiones curiosas: Virginias versionaban Maldito, de Jessy Bulbo”, comenta. No se trata de alianzas previsibles. Están desde Joaquín Pascual hasta la mexicana Jessy Bulbo. “A Joaquín Pascual lo conocí una Navidad en el estudio de Paco Loco, que produjo dos discos nuestros, en el Puerto de Santa María. Le escribí y se prestó a cantar, meter teclados... Buscamos ese toque paternal. Y con Jessy Bulbo fue a través del correo. Un amor. Y el gran Emilio Acevedo, que la grabó. Soy fan. Siempre pinchaba Todos enloquecen en mis sesiones de dj. Pensé en voces que cantaran diferente a lo habitual. Esa era la idea”, explica Jose. El cancionero se grabó durante tres años en estudios de Cádiz, Sevilla o Granada. “Iban a ser varios epés, pero la grabación de Sevilla no nos convencía y la formación cambió. Fran, de Pinocho Detective, grabó voces para una de las canciones y la sacó de ese punto muerto. Natalia y Lucho entraron en el grupo junto a Rafael Peñafiel a la batería. El trabajo de Antonio Monsalve, de Deshollinador Hot Studio, fue clave para regrabar voces y ajustar colaboraciones... Y el máster de Darío Muñoz lo une todo bastante. Con ellos hemos grabado el siguiente epé”, apunta. Tras la aparente simplicidad de las letras hay un humor cáustico marca de la casa. Estas canciones hablan de miedo, daño, ansiedad, infelicidad y pecados que no son tantos. “Luchamos para no ablandarnos, porque siempre me dieron coraje los grupos que se hacen viejos con canciones más lentas. Los Ramones son ejemplo de lo contrario. Seguimos duros. La premisa era no hablar de amor, o no directamente. Sí de las consecuencias o las contraindicaciones. Vimos que tenía sentido”, detalla. Tras la pandemia salieron Prohibido bailar y Ya vamos viendo, mientras que Llora como mujer apareció en la casete Graná enterrá. “Sonaban a otra cosa”, señala Jose. “Eran más pospandemia, con el shock reciente. Para este disco nos convencimos de que el miedo no existe. Y cambiamos un poco el sonido, quizá más oscuro”. En paralelo, un diario de gira convertido en libro de relatos que, tal vez, verá la luz en 2026. EDUARDO TÉBAR

“AL FINAL SIENTO QUE ME DEDICO ESTE ÁLBUM A MÍ MISMO”

PABLEAU

RR Se llama Pablo David Resurrección, pero vas a conocerlo como Pableau (Pabló, pronunciado). Su estilo viaja desde la bossanova, pasando por el dnbass e incluyendo muchos breaks. Es un metadisco conceptual cuyo hilo argumental versa sobre una amistad que empieza bien y termina fatal. “La amistad es una de las experiencias más bonitas (y más feas) que puede uno vivir. Como los pimientos del padrón, unos pican y otros no.” En tiempos de los hunos contra los “hotros”, ¿necesitamos bailar un poco más y descargar ahí toda la furia? “Totalmente”, responde, aunque añade que nunca ha sido un fichas en la expresión corporal bailonga (como tantos otros, me included). Es un trabajo en el que ha puesto todas sus energías, y se nota: “Aunque cuente una historia, mi historia, al final siento que me dedico este álbum a mí mismo.” Pableau es un músico franco-gaditano residente en Sevilla. ¿Hay sones heredados de donde procede y donde tiene su hábitat? “Bonne nuit es la primera canción que he compuesto exclusivamente en francés”, explica. “De la parte gaditana creo que se aprecian algunos detalles, como esa marcha militar o de Semana Santa o algunas melodías de guitarra o de voz un poco más aflamencás, como en Corales y esmeraldas.” El adelanto del disco llegó con Galopes de duelo: “Es una canción que engloba bien mi posición: vengo del indie rock, de tener como referentes en mi adolescencia a los Arctic Monkeys, y en esta canción las guitarras y los sintes tienen una gran presencia, así como las voces son melódicas.” Es un tour de force junto al productor Dsso. “Tener a Dsso ha sido un placer. Es importante crear un buen grupo de trabajo. Es mucho tiempo (y dinero también) como para que el resultado no sea satisfactorio.” Aunque crear una obra conceptual hoy no es fácil ni siempre comercial, está satisfecho con el resultado: “Es arriesgado, en un mundo donde los tiempos los marcan TikToks de dieciséis segundos de duración y donde la gente no tiene el tiempo para detenerse y pensar, escuchar y apreciar, pues un disco para un artista con poca trayectoria es un proyecto arriesgado.” Ya diseña sus directos, donde busca equilibrar producción y naturalidad, como muestra su presentación en la sala X de Sevilla. “Estuve con mis Pablos (Pablo Narea a la batería, y al bajo y sintetizador de bajos Pablo García) y fue una alegría increíble. (…) Ese era el desafío, llevar un proyecto de producción hacia un terreno más natural, y creo que muchos proyectos ahora, como Judeline o Rusowsky, lo están consiguiendo.” ¿Y qué busca al ofrecer una obra así? “Busco en el directo la interpretación, y siento que se puede llevar a un nivel alto si se buscan los músicos adecuados.” Y, como el que no quiere la cosa, planea cerrar el año y comenzar un 2026 lleno de citas: “Tengo pendiente ir a Barcelona, Madrid y Granada. El Monkey está a la vuelta de la esquina, así que quién sabe, igual nos veremos por allí…” Anotado queda. OZANTOÑO TORRES

Sonraíz

CRÓNICAS

Lugar: Diversos Escenarios. Carcabuey (Córdoba)

Fecha: 19 y 20/09/25

Cualquier imagen que uno guarde de Sonraíz es evocadora. El festival se despliega en espacios singulares y majestuosos, delicadamente intervenidos, con una marca artística inconfundible que hace que no necesite artificios. En un tiempo en el que muchos eventos fabrican espejismos audiovisuales que repiten fórmulas sin alma, aquí basta con estar, mirar y escuchar: la emoción surge sin filtros. La primera jornada nos llevó al Escenario Monte, situado en el Monte del Calvario, donde se encuentra la Ermita. La subida nocturna, guiada por un camino que parecía encendido de luciérnagas, se convirtió en un rito previo: un esfuerzo que te obligaba a respirar hondo y acompasado, a dejar abajo todo lo que no te había traído hasta Carcabuey. Arriba, el bullicio de la explanada y el ambiente acogedor del patio se mezclaban con el murmullo de la taberna Amonite, donde corría el vino de la tierra y algunos descubrían amonites incrustados en el escalón de la entrada, como si el festival nos hubiera hecho viajar al Cretácico.

La música arrancó con María del Tango, que hizo los honores de abrir el festival con el entusiasmo de quien empieza

a abrirse camino. Reinventando el flamenco desde una perspectiva personal y profunda, fusionó raíz y contemporaneidad, consolidándose como una de las voces más singulares del nuevo flamenco. Después llegó Le Parody, para sumirnos en un valle propio, ese donde Sole deconstruye la raíz y la convierte en vanguardia. Entre la calidez de su voz, la cacharrería electrónica y el orden marcial que aportaba la trompeta de Frank Santiuste, su set se mostró combativo de principio a fin. Aunque cedió a su no querido hit Summer Rain, lo cerró con una declaración que sonó como presagio: “Europa ha caído”. Y en ese momento, más allá de la canción, la frase resonó como reflejo de un continente que parecía dar la espalda a lo que estaba pasando en el resto del mundo.

Expectantes ante el primer concierto de delameseta por estas latitudes, el dúo pucelano no nos hundió en la raíz, sino que nos tatuó en la mente esa frase que lucía en su merchandising: “el perreo hasta el suelo y la jota hasta el cielo”. Menudo dominio del pandero y menuda manera de hacer que los demás meneáramos el nuestro. Rondadora acabó con el poco oxígeno que nos quedaba y nos obligó a dejarnos caer por la ladera del monte; esta vez las luciérnagas éramos nosotros. El set de Carla Valenti, a medio camino entre el downtempo y el house cosmopolita, nos pilló ya descendiendo hacia el

centro urbano de Carcabuey. La sesión fue nuestro compás de regreso, antes de que la fiesta continuara en el Calvario. La mañana del sábado abría un programa sugestivo de talleres, charlas y experiencias que ampliaban el mapa del festival más allá de la música. Este año, el Museo de Carcabuey se convirtió en un auténtico hervidero de creatividad con firma de mujer. El dúo cordobés Almas de Cántaro, formado por Noelia Millán y Carmen Avilés, estrenó la intervención escénica LUME, una fusión arrolladora de música, danza, performance e interpretación que conecta con la tradición gallega y la transforma en un grito contemporáneo. En el mismo espacio se celebró la Mesa FADEMUR, bajo el título “El emprendimiento cultural en el mundo rural con una mirada de género”. Tres creadoras compartieron su experiencia en torno al arte, la ecología y la igualdad: Úrsula Tutosaus, artista granadina cuyo trabajo transita entre el arte, la sostenibilidad y la mirada ecofeminista; Nati Villar, referente del teatro social e inclusivo, Premio Max y defensora de la intervención socioeducativa; y Clara Gómez Campos, artista plástica cordobesa que cuestiona el papel de la mujer y la identidad colectiva a través de un lenguaje visual que mezcla tradición popular y cultura del consumo. Tres miradas comprometidas con el territorio y la transformación social desde lo artístico.

Mondo Sonoro edición

A mediodía, el público se trasladó a la Peña Flamenca para disfrutar de una de las experiencias más demandadas de esta edición: Paisajes Sonoros del Vino. La propuesta, con aforo agotado un mes antes del festival, combinó una cata guiada por Bodegas Robles —con un verdejo, un fino y un vermut— con una creación sonora específica del músico Juan Velasco (EFE). Un maridaje de aromas, sonidos y sensaciones que dejó al público entre el asombro y la sonrisa. La mañana concluyó en la Plaza de España, convertida en el punto de encuentro más sabroso del día. La zona gastro y la paella Sonraíz sirvieron de refugio al apetito colectivo antes de que Ussuru Sound desplegara su sesión de mediodía, un viaje electrónico que puso ritmo al tránsito hacia la cuesta del Castillo.

Con el sol cayendo sobre las murallas, el Escenario Castillo se preparó para una tarde de contrastes. La primera en salir fue Lalola, que con un directo íntimo y delicado convirtió el atardecer en un momento suspendido en el tiempo. Su propuesta, entre lo acústico y lo poético, llenó el espacio de matices sutiles que hicieron de telón perfecto para lo que vendría después. Con la luz apagándose y las primeras estrellas asomando, apareció Natalia Doco. Su concierto fue uno de los

más esperados y no defraudó: voz cálida, discurso comprometido y una conexión total con el público. Fue un directo vibrante, pese a que el hábitat habitual de la argentina es mucho más electrónico y afilado, como ya se intuye en los adelantos de Hacha, su próximo disco previsto para 2026. Doco demostró que se mueve entre dos aguas —la ternura y la reivindicación— con una naturalidad pasmosa, logrando uno de los momentos más emocionantes de todo el festival.

Cuando cayó la noche, el festival se trasladó al Escenario Parque, un espacio más amplio que pedía baile y comunión colectiva. Allí la propuesta cambió de registro: del recogimiento patrimonial del Castillo se pasó a un terreno abierto, vibrante y festivo. La encargada de abrir la noche fue Anaïs Begón, que desplegó una sesión de electrónica orgánica y global, viajando de los Andes al sudeste asiático, pasando por la pampa argentina y la sabana africana. Su sesión marcó el tono: un mapa sonoro diverso que invitaba a moverse sin prisa, a dejarse llevar. Después llegó Iseo & Dodosound, que confirmaron todas las expectativas. Era su primera vez en Córdoba y lo celebraron con un concierto hipnótico y luminoso, una mezcla de dub, electrónica y soul que conquistó al público desde el primer acorde. Su energía

fue pura alquimia: contagiosa, elegante y profundamente emocional. Baiuca tomó el relevo con su arsenal de percusiones y beats electrónicos teñidos de tradición gallega. Hubo momentos en los que su discurso parecía empequeñecerse frente a la amplitud del entorno, pero cuando el público se dejó arrastrar por las muñeiras mutadas en electrónica, el Parque se convirtió en un hervidero. El cierre de la jornada corrió a cargo de Electronic Flamenco Esquejes, que difuminaron por completo la frontera entre tradición y modernidad. La cadencia flamenca se entrelazaba con los sintetizadores en un viaje hipnótico que sumaba capas de intensidad. Su directo, entre el duende y el trance, puso fin a una noche que convirtió a Carcabuey en el epicentro de una vibración colectiva difícil de olvidar. Sonraíz 2025 volvió a demostrar que la emoción no necesita artificios. Lo que permanece no es solo la música, sino la experiencia: subir al Monte del Calvario, dejarse envolver por el Castillo, descender al Parque y sentir que cada rincón respira una identidad común. Un festival que no busca parecerse a nada, sino recordarnos —entre raíces, montes y luciérnagas— por qué seguimos buscando lugares donde la cultura, la comunidad y la belleza se dan la mano. ARTURO GARCÍA

DELAMESETA
NATALIA
DOCO

Iwa Fest

Lugar: Fuerte Victoria Grande. Melilla Fecha: 26 y 27/09/25

Una vez vivida la cuarta edición de Iwa Fest, queda en el pensamiento la duda de si la experiencia que propone el festival —esa confluencia sonora que abraza la tradición y acaricia la vanguardia en una ciudad fronteriza en cuerpo y alma— podría replicarse en la España peninsular. No sé yo. Esa Melilla modernista, desgastada por los envites del tiempo, que abre sus fortalezas a músicas venidas de lugares recónditos y que, sin embargo, parecen haber sonado allí toda la vida, es difícilmente reproducible sin caer en fórmulas comunes. Pero claro, luego están los números, y un festival con estas mimbres se topa inevitablemente con un techo de audiencia que convierte en privilegiados al millar de personas que se dieron cita cada jornada en el Fuerte de Victoria Grande.

Llegamos a Melilla el viernes, recibidos con honores por el regimiento de Regulares que se ejercitaba con uniforme de gala en la Plaza de las Cuatro Culturas. Paradójicamente, al mismo tiempo se celebraba la Noche de los Investigadores, evento de divulgación científica impulsado por la Universidad de Granada, mientras Iwa Fest ponía cierre a su programación transversal en la UNED. El toque marcial de la banda de Regulares se mezclaba con las pruebas de sonido en el Fuerte y el

bullicio de una manifestación en favor de Palestina. Todo ello componía un mapa sonoro tan inusual como hipnótico para una ciudad habitualmente tranquila. Con la subida al Fuerte ibas dejando atrás la Melilla mundana y, conforme atravesabas los muros de la fortaleza, el tiempo y el espacio se disolvían. Era el comienzo de un viaje: ese que este año proponía el programa musical de Iwa Fest. Sonidos conocidos, o al menos familiares, porque el nido ya ha recorrido este verano buena parte del sur peninsular. Aun así, ese arranque con Lo que siento de los burgaleses sigue sobrecogiendo, y aquí se convertía en la mejor predisposición para una noche que invitaba a abrirse en canal.

Con The Leila regresaban los ecos del norte de África que han marcado la identidad del festival desde su primera edición. Layla Chakir fusionó con maestría el reggada aarfa, los sonidos bereberes y un rock ortodoxo y robusto. Hasta entonces uno podía pasear, dejarse llevar por las distintas perspectivas que ofrecía el recinto, acogedor y diáfano. Sin embargo, con Daniela Pes, el espacio se encogió, concentrando toda la atención en una propuesta que, aunque parapetada tras su cocina electrónica, rebosaba plasticidad sonora y una intensidad magnética. Pero si la italiana atrajo el foco hacia sí, el dúo Ko Shin Moon lo expandió con un diálogo retrofuturista entre el bağlama eléctrico de Axel Moon y la consola de sintetizadores de Myriam El Moumni. Un

viaje al planeta Arrakis, a esas fiestas interestelares de elegancia apabullante. Fueron la luna de esa noche.

Y cuando el Patio de Armas ya estaba en modo pista de baile, Tech Panda & Kenziani aprovecharon el impulso para acribillar con una sesión que se podía intuir incluso desde la bajada hacia el downtown melillense.

La segunda jornada comenzaba con un aire distinto, quizá más espiritual. Talvin Singh, uno de los grandes nombres de esta edición, subía al escenario al caer la tarde, envuelto en una atmósfera casi ceremonial. El productor y percusionista indio desplegó un directo construido sobre la tabla como eje rítmico, una suerte de diálogo entre lo orgánico y lo digital que atrapó al público desde los primeros compases. Su propuesta fue más que un concierto: un ritual sonoro que parecía resonar con las piedras del Fuerte y con ese Mediterráneo que a unos metros del recinto une y separa continentes.

Tras él, Bombino trajo el fuego del desierto. Su blues tuareg, eléctrico y profundo, llenó el espacio con esa mezcla de hipnosis y libertad que solo se da en las músicas nacidas de la arena. Guitarra en alto, mirada serena, su directo fue un recordatorio de por qué su nombre figura entre los más respetados del circuito internacional. Melilla se convirtió por un rato en Agadez, en frontera viva entre África y Europa, entre raíces y futuro.

Sin duda, Califato 3/4 era el reclamo popular de esta edición. Su presencia en

Melilla había levantado mucha expectación, y el Fuerte de Victoria Grande lo sintió desde el primer minuto. Tras los cambios en la formación, se nota que el intenso verano de conciertos ha servido para asentar la propuesta escénica, donde el tándem que forman Chaparro y María José Luna despacha el vodevil sin más remiendos que los que manda el guion. Su noflamenco reventó los muros del recinto con una energía desbordante: breaks, palmas, voces y una iconografía que mezcla lo sagrado y lo profano. El público bailaba con entrega, entre sonrisas e incluso lágrimas en las primeras filas, en una comunión perfecta con el cuerpo de danza que acompañó el show y con temas infalibles como Buleríâ del aire acondiçionao, El Cristo de la Nabaha o Alegría de la Alamea, donde el capataz no dio puntá sin hilo.

Luego fue el turno de Ghoula, que llevó la noche a un estado de trance con su combinación de ritmos tunecinos, bases electrónicas y visuales inmersivos. Un espectáculo que rompió cualquier frontera entre escenario y público, invitando a la danza como acto de liberación colectiva. Y como colofón, Ylia cerró la edición con una sesión que condensó toda la esencia del festival: la tradición, la vanguardia, lo ancestral y lo contemporáneo. Entre el techno, el break beat y las texturas de sintetizador, la andaluza firmó un cierre catártico, casi litúrgico, que despidió al público entre abrazos, luces y polvo suspendido. Al bajar de nuevo las cuestas del Fuerte, con el eco de los últimos graves resonando entre las murallas, uno no podía evitar pensar que Iwa Fest no solo propone un viaje musical, sino también una reconciliación: entre culturas, tiempos y maneras de entender el mundo. En Melilla, esa ciudad donde el mapa se dobla y los sonidos se mezclan sin pedir permiso, el festival encuentra su razón de ser. Y quienes lo vivimos, la certeza de haber habitado —aunque solo por dos noches— un territorio fuera del tiempo.

DÓNDE ESTÁ LA

BORA BORA

Plaza Universidad 1 Granada

LOCOLOCO VINTAGE

San Carlos, 15 Murcia

S. TEATRO TRAJANO

Muza, 50 Mérida

FAROLES

Oviedo, 4

Talarrubias (Badajoz)

BAR MUTANTE

Fresa, 15 Sevilla

Joaquín Ruano, 27 Linares

TEATRO Mª LUISA

Camilo José Cela, 9 Mérida KAVKA LIBROS

C. C.. ALCAZABA

John Lennon, 5 Mérida

MAPA TABERNA

Simón García, 57 Murcia

SALA MARTE

Nicolas, 2 Málaga

LA TÉRMICA

Avda de los Guindos, 48 Málaga

LA CAJA BLANCA

Editor Ángel Caffarena,8 Málaga

SALA CONTACTO

Crta Jarandilla. Navalmoral de la Mata.

FUNCLUB

Alameda de Hércules, 61. Sevilla

SUBTERRÁNEA

Horno de Abad, 8 Granada

BOTÁNICO CAFÉ

Málaga, 3, Granada

ESPACIO

BELLEARTES

Donoso Cortés, 6 Cáceres

PLANTABAJA

Horno de Abad, 11 Granada

JAM

Obispo Hurtado, 11 Granada

DISCOS COMIX

Enrique Villar, 11 Murcia

CÍRCULO PACENSE

Ramón Albarrán, 24 Badajoz

LA GARRAPATA

Mariblanca, 9 Málaga

OFFCULTURA

Ricardo Carapeto Zambrano, 148 Badajoz

GRAN TEATRO

San Antón s/n Cáceres

TEATRO LÓPEZ DE AYALA

Plaza Minayo Badajoz

ARTURO GARCÍA

Mondo Sonoro edición Sur

Sílvia Pérez Cruz y Salvador Sobral

Lugar: Palacio de Congresos. Granada

Fecha: 13/09/25

La quinta edición del ciclo 1001

Músicas – CaixaBank vivió una de sus noches más especiales con el encuentro entre Sílvia Pérez Cruz y Salvador Sobral en el Palacio de Congresos. Para ambos era la última fecha en España de su gira conjunta. Tras su paso por Granada le tocaba a Sobral hacer de anfitrión en Lisboa, todo dentro esa especie de “dos en la carretera” con el que han presentado Silvia & Salvador

El diáfano recinto, se redujo a un salón íntimo con alfombras y lámparas de cálida incandescencia, todo para acoger un repertorio en movimiento constante. La apertura con Ben poca cosa tens donde ya Silvia interpeló a un auditorio repleto que nanareó el final de ese poema de Miquel Martí I Pol y El corazón por delante (o el con el Corazón al volante como también bautizaron el tema de Jorge Drexler) marcó la senda de un recital construido desde la cercanía y el diálogo. Sobral celebró su primer concierto en la capital granadina recordando su paso por el Festival Tendencias de Salobreña. Imparable conversador hizo los honores y presentó a Darío Barroso (guitarra), Marta Roma (chelo) y Sebastià Gris (acústicas). Luego los dos protagonistas intercambiaron sentimientos más que palabras solemnes adelantando que iba a ser una noche en casa de dos amigos. De ahí surgieron momentos delicadísimos, como Hoje já não é tarde (tema de Luísa Sobral, hermana de Salvador) o L’amour reprend ses droits, que ambos interpretaron bailando frente a frente elevando el concierto a musical. El tono se volvió evocador con Someone to Sing Me to Sleep, introducida por Barroso con una guitarra que recordaba al Gustavo Santaolalla más cinematográfico.

Tras un interludio protagonizado po el trío de excelentes músicos, Salvador vol-

vió acompañado solo por Marta Roma y ese viaje conjunto a Brasil, y luego Sílvia regresó sola al escenario para ofrecer uno de los momentos más conmovedores: Pequeño vals vienés. Aprovechó para dedicar el tema a su mánager Álex Sánchez, a quien reconoció como la persona que la introdujo en el universo musical de lo que ella llamó sus “tres Reyes Magos”: Lorca, Cohen y Morente. Y sí, oro, incienso y mirra en su interpretación.

Con Este presente, llegó el momento de disfrutar lo que sucede aquí y ahora, como ese chelo de Marta y el diálogo de guitarras entre Gris y Barroso. “Me gustaría vivir en esta canción”, confesó Salvador. Nosotros lo vivimos. “Qué buen invento la música” añadió Silvia para reivindicar su poder para dar presencia a los que no la tiene, a los que están siendo borrados de la tierra, de la vida.

El cierre del set llegaba con Muerte Chiquita, el tema de Javier Galiana, que fue un perfecto resumen de lo vivido hasta el momento, esa intersección entre lo íntimo, lo poético y lo teatral, con un guiño de Sílvia a Carlos Cano y su María la Portuguesa Final en alto.

El público no permitió que terminara ahí y, tras un sonoro pataleo, los artistas regresaron para firmar ese epílogo esperado con Mañana. El apunte final lo puso un inesperado Anda estragar-me os planos, en el que Sobral colmó su vena teatral con un divertido monólogo en inglés buscando entre el público a una tal Angela, un amor perdido. Un grupo de turistas americanas se dieron por aludidas y fueron las que disfrutaron de lo lindo del gag. Así es él.

Lo de esa noche fue un retrato de amistad, honestidad y complicidad artística, atravesada por humor, sensibilidad y la riqueza instrumental de una formación que viajó entre idiomas y registros. La ovación final confirmó que, en Granada, la música se vivió como un acto de celebración compartida. LOLA GARCÍA

The Cat Empires

Lugar: Sala Industrial Copera. Granada Fecha: 19/09/25

La presencia de The Cat Empire —y encima en la Industrial Copera— era una de las citas que teníamos marcadas en rojo dentro de esta edición del ciclo 1001 Músicas-CaixaBank. La sala granadina se convirtió en un hervidero de ritmo, color y emoción. La banda australiana de enérgico mestizaje musical ofreció un espectáculo inabarcable, una montaña rusa sonora que arrasó con todo a su paso, desatando una fiesta que trascendió cualquier expectativa.

Desde el primer acorde, la banda dejó claro que la velada no daría tregua. La apertura con Blood on the Stage y How to Explain cargó el aire de electricidad, preparando al público para lo que sería una travesía musical sin freno. Acompañados por diez músicos sobre el escenario, los australianos alternaron instrumentos, voces y roles de una manera tan fluida que parecían tocar una música de cámara salvaje, llena de pasión y sin restricciones.

La fusión de ska, reggae, funk y ritmos latinos brilló con luz propia. Desde la sección de metales, con trompetas y trombón que añadían potencia a cada tema, hasta las percusiones tropicales y el incansable teclado de Ollie McGill, el espectáculo era un caleidoscopio de sonidos, vibrante e incontrolable.

Temas como Candela, Brighter than Gold o Qué será ahora desataron la sensación de estar viviendo una fiesta interminable. Los momentos de mayor exaltación llegaron con La Gracia y Still Young, convertidas en celebración colectiva y en himno no oficial de la noche.

La sección de metales, con Lázaro Numa, Ross Irwin y Kieran Conrau, brilló especialmente en Like a Drum, mientras los solos del batería Daniel Farrugia fueron pura energía.

El carisma de Felix Riebl sintetizó la filosofía de The Cat Empire: divertirse sin reservas y compartir esa emoción. El cierre con All Night Loud, Bulls y Chariot puso el broche apoteósico a una noche que Granada difícilmente olvidará. MARÍA VILLA

FlamencoEñe

Lugar: Centro Lorca / Sala PlantaBaja. Granada

Fecha: 17 al 19/09/25

Granada volvió a ser ese territorio donde el flamenco se reinventa sin miedo. Entre la solemnidad del Centro Federico García Lorca y la electricidad de la sala Planta Baja, FlamencoEñe celebró su décimo aniversario con una docena de propuestas que confirmaron la buena salud del arte jondo, en su forma más pura y también desde sus márgenes más libres. Más que un ciclo dentro de la primera Bienal de Granada, es un punto de encuentro imprescindible para artistas y festivales con el punto de mira en ese futuro global que el flamenco lleva años conquistando. La iniciativa de la Fundación SGAE reunió a programadores de diez países (desde el Flamenco Festival de Albuquerque- EEUU- hasta el Ibérica Contemporánea de México, pasando por Finlandia, Bulgaria o Portugal) que vinieron a descubrir nuevos talentos y reforzar la internacionalización del género. En su primera década, el ciclo ha permitido que más de setenta artistas crucen fronteras, por lo que esta cita está marcada en rojo por buena parte del sector flamenco. Por cuarta vez, el cartel de FlamencoEñe se dividió en dos vertientes. Las tardes en el Lorca fueron un homenaje a la tradición: la voz profunda de Francisco Escudero “El Perrete” abrió la muestra con Luz de guía, seguida por la elegancia contenida de Rafael de Utrera y su espectáculo Íntimo. La jovencísima Lucía Beltrán ofreció un paseo luminoso por los palos clásicos, mientras Planeta Jondo, probablemente el concierto más “off” del “on”, desplegó un sonido pop y jazz, heredero de Ketama, con músicos de enorme solvencia. La cordobesa Rocío Luna (Lámpara Minera 2023) llenó el auditorio con A la voz de la luna, y la compañía de José Luis Montón cerró con Machado Flamen-

co, una cita entre poesía y compás que recorrió la vida del inmortal poeta sevillano. Por las noches, el Flamenco Eñe Off del Planta Baja fue otro mundo. Allí el flamenco se mezcló con electrónica, pop y experimentación sin perder respeto por la raíz. Triunfaron especialmente Rezelo, Gitano de Palo y Sebastián Cruz con su proyecto Zarabanda. El trío Rezelo confirmó que el flamenco puede sonar urbano, joven y comprometido sin perder fidelidad a la tradición; Kiko Evia, alias Gitano de Palo, montó una auténtica fiesta de electropop aflamencado con su desbordante Alaiar; y Zarabanda, con la guitarra visionaria de Raúl Cantizano, cruzó tradición, jazz e instrumentos barrocos en un ejercicio de riesgo y sofisticación. Mención especial para Ruido Clavel, el proyecto de Helena Amado y Pedro Rojas Ogáyar, que rindió homenaje a la copla desde el blues, en la línea de los Cantes malditos de Pedro de Dios y Antonio Fernández (que pisaron el mismo escenario el año pasado). Entre medias, DeChipén pusieron el desparpajo popular de una verbena jonda (con ecos de Camela), y Alterflamenco, de la flautista canadiense Lara Wong y el tocaor Melón Jiménez, ofreció un viaje fascinante por la fusión oriental y el jazz. Una década después, FlamencoEñe sigue demostrando que el arte jondo es mucho más que patrimonio: es presente y posibilidad. Su fórmula, una convivencia de showcases, encuentros profesionales y espíritu colectivo, se ha consolidado como un modelo de internacionalización real, basado en la escucha mutua. Granada, ciudad de mestizaje y memoria, fue el escenario perfecto para esta celebración. Entre bulerías y sintetizadores, palmas y beats, FlamencoEñe confirmó que el futuro de este arte pasa por seguir dialogando con el mundo sin miedo a arriesgar. Y si algo dejó claro esta décima edición, es que la raíz sigue viva precisamente porque nunca deja de moverse. RICARDO RUIZ VARO

Santiago Auserón

Lugar: Patio de la Diputación. Sevilla Fecha: 19/09/25

Tercera cita del ciclo hispalense Festival del Patio+Metrópolis en el Patio de la Diputación de Sevilla. Resonaban Rebirth Brass Band justo antes de que nos dieran la bienvenida con El portal de la Academia a este enriquecedor recital de aprendizaje musical itinerante que lidera Santiago Auserón. Su colección de postales resonantes continuó su idilio con el público con Quemando caña. El fuego ardió también en La última rosa, antes de recalar en la bahía de Gíbara, allí donde hay hermosa playa y Festival de cine pobre. Para los seres queridos que marcharon a las nubes, pendía el Collar de cuentas. Entre sones foráneos, locuacidad en sus palabras, citando a Marilyn Monroe, sin ser mitómano porque yo fui afterpunk. De Vidas rebeldes surgió Los Inadaptados. La fusión de soul y el bolero cubano nos arropaba en No más lágrimas. “Este regazo fragante y oloroso. Sevilla, siempre me has gustado”. Y verte desde Triana Con un dominio vocal de primer nivel, correspondía el tema dedicado a la flor del magnolio, compuesto en la era del primer confinamiento, con un incombustible preludio de Gabriel Amargant. “No salgo en radiofórmulas. Me cuido de no aparecer en ningún talent show. El procedimiento para que puedan conocer mis estribillos es vintage, sólo por telepatía” Después de que los licenciados en bohemia exhibieran Aire, A morir amores, o esa fábula in memoriam del amor adolescente, El Sueño, esta academia nocturna de polivalencia rítmica, donde todos los gatos son pardos, proporcionó una delirante muestra de riqueza sonora, marca de la virtuosa casa, con Perla Oscura, con solo de Solsona, al quien tomó relevo el huracán de Levante, David Pastor, con guiño al Mediterráneo de Serrat a la trompeta. ¡”Tremenda banda!”, chillaban desde el patio de butacas. “Así es”. La musicalidad de Sevilla reconoce a los suyos. Volvieron a vocear alabando la prodigiosidad de la formación. “Así es, amigas y amigos. Estoy muy orgulloso de mi banda. De ésta en la que me integro como un insecto en un tarro de miel”. Las interacciones de el del Ebro se entreveraban con Luz de mis huesos, Extraños deseos y Río negro, con la que abandonaba el escenario. Regresó a los bises para agradecer lealtades y echar la vista atrás con relecturas de canciones de antaño pasadas por el tamiz de esta academia insomne, como El puente azul o El Canto del Gallo. Broche de emociones diamantino, la inesperada aparición de Anni B Sweet para colaborar en Semilla negra. “En la Academia Nocturna todo pasa de improvisto, como una tormenta eléctrica”. La insistencia de los asistentes por seguir impregnándose de aquella etapa de Radio Futura desembocó en La estatua del jardín botánico. Tras sobrepasar las dos horas, marchó mientras se contoneaba versionando a Fats Domino y su Blueberry Hill. Delectación llena de esos pequeños detalles que marcan la excelencia. BEATRIZ RODRÍGUEZ RUIZ

“Este año

he tenido muchos

highlights, creo que un chaval dándome un diente que había perdido alguien está en el Top1”

ON THE. ROAD. Sexy Zebras

Después de seis discos y tres Rivieras sold out, Sexy Zebras siguen viviendo el rock como un acto de supervivencia y comunidad. Le damos el alto en la carretera y preguntamos a Gabi, José y Jesús qué llevan en la furgo, cómo se prepara una hoguera tribal antes del show y por qué el pogo puede ser la terapia más honesta del mundo.

¿Qué no se puede olvidar nunca antes de salir de gira?

Jesús lleva hilo dental, José se trae

El Quijote pero no le he visto leer ni una página y yo me suelo meter las zapas de correr pero solo para sentirme mejor, tampoco me las he puesto ni una vez.

¿Qué ha cambiado en vuestro día a día en la carretera desde los primeros tours hasta ahora? ¿Sigue reinando el caos o hay más método en la locura?

Ha cambiado todo, el verdadero éxito de una banda es no cargar un puto ampli.

¿Qué suena en la furgo entre bolo y bolo?

¿Tenéis un DJ oficial o todo acaba en guerra civil musical?

Es algo dramático esto, me duele que ahora vayamos metidos cada uno en sus móviles, antes compartíamos mazo música, el nuevo must es que nos hemos pillado una play para hacer torneos de Mario Kart y compartir de nuevo ese bendito espacio.

Cuando toca comer, ¿seguís siendo de bar de carretera y menú del día o ya vais cuidando el cuerpo?

La verdad que comemos genial, seguimos el manual del buen Tour mánager, pero amamos los huevos fritos con patatas de cualquier bar de carretera.

¿Alguna parada gastronómica mítica en esta gira?

Te diría que hay un lugar, nada más entrar en Lleida en el que hemos parado aleatoriamente dos o tres veces este año, y hay una mujer que siempre nos trata como si fuéramos de la familia. Hay otro toc de un loco del equipo que es pedir pulpo aunque estemos en Granada.

Llega el momento de la prueba de sonido. ¿Cómo la vivís ahora?

El segundo punto en el que medimos el verdadero éxito es que ya no probamos.

¿Os lo tomáis zen o seguís midiéndolo todo al milímetro entre bromas y sudor?

En esta nuestra maravillosa banda abrazamos la imperfección como modo de vida.

¿Tenéis un setlist fijo o lo vais cambiando según la sala, el público o el estado de ánimo?

Tenemos entre 3 y 4 setlist que tocamos según conveniencia, para este nuevo tour hemos cambiado bastante cosas. Otra cosa que nos encanta es que nosotros no tenemos claqueta ni secuencias, hay días que Charly García dura 8 minutos y hay que dejar que la gente se bañe en la piscina. “Días de mierda”, “Jaleo”, “333”… temas muy distintos entre sí.

¿Cómo equilibráis el desenfreno con las partes más emocionales en directo?

Creo que es algo que hemos integrado muy bien en estos últimos años. Cada vez disfrutamos más de la parte emocional que van ocupando sobre todo nuestras nuevas canciones.

¿Aprovecháis los conciertos para probar cosas nuevas, improvisar o testar canciones inéditas?

No, eso siempre nos ha costado y nos gusta tener la seguridad de mostrar a nuestros bebés limpios y oliendo genial.

En un show de Sexy Zebras, además de energía, hay un universo propio.

¿Qué elemento visual, simbólico o escénico no puede faltar en vuestros directos?

Creemos mucho en abrazar que somos una banda de rock sencilla, de las de siempre, no va con nosotros llevar visuales, o distraer con cosas que entendemos que para nuestro concepto son superfluos. Tres gargantas y seis manos, el verdadero elemento crucial de nuestro show es la gente.

Antes de salir al escenario, ¿seguís algún ritual o mantra colectivo?

¿O simplemente os miráis y decís “a follar un montón”, como dijisteis sobre Bravo?

Hemos hecho de la canción Caracol una hoguera tribal, en la que todo el equipo danza en círculos para entrar en el mood adecuado.

FOTO:
MARIO LÓPEZ

¿Cómo se sobrevive a “mil noches de pogo”? ¿Hay algún secreto para mantener el cuerpo y la cabeza en su sitio después de tanta adrenalina? Un poquito de ensalada, un poquito de droga.

Vuestro público lo describís como “un puto manicomio”, pero también como algo liberador y saludable. ¿Qué creéis que pasa ahí abajo para que esa locura se sienta tan humana y tan segura al mismo tiempo?

Cada vez banalizamos más el concepto de diversión como sociedad, y lo pongo en valor aquí y ahora. Todos queremos lo mismo, somos chavales queriendo cantar y saltar un poco, algo que nos sirva de verdad para trascender nuestros estadios de monotonía y depresión social que nos avasalla.

Decís que el pogo se ha convertido en algo casi terapéutico. ¿Sentís que vuestros conciertos son una especie de espacio de desahogo colectivo? ¿Qué os está diciendo la gente con esa manera de soltarse? Es terapéutico hasta para nosotros. Sentimos contacto carnal, descompresión, comunidad. La reflexión en clara, todo el mundo está intentando molar siempre, en nuestro lugar eso no tiene valor. Es más importante llevar una peluca rosa, un tanga de zebra o un chaleco reflectante, perder una zapatilla y destruir tu flequillo, que cualquier pose.

¿Cuál ha sido la escena más surrealista o emotiva que habéis presenciado desde el escenario? (De la cebra borracha al pogo de piragüismo… seguro que hay material.) Buf este año he tenido muchos highlights, creo que un chaval dándome un diente que había perdido alguien es top1.

Después de tres Rivieras sold out, ¿cómo se digiere esa energía tan desbordante? ¿Os deja más eufóricos o vacíos cuando acaba el concierto?

A mí me deja completamente vacío.

¿Cómo mantenéis esa conexión con el público cuando el show crece en tamaño? ¿Hay miedo a perder la cercanía cuando el pogo se convierte en un océano?

Al universo le viene bien que las personas nos hagamos bien. Creo que mientras tengamos una sonrisa recíproca las cosas van bien.

José decía que en esos momentos “todos se entienden, pero siendo salvajes”.

¿Os reconocéis en esa dualidad también fuera del escenario?

Ahora aún más que antes, la dualidad existe en la vida y en este caso es fundamental el contrapunto vital de los martes.

¿Creéis que el público de Sexy Zebras está cambiando? ¿Se ha vuelto más loco, más diverso, más emocional…?

Mucho, es súper transversal, es la magia de las canciones. Hemos escarbado en nuestras mierdas y somos más honestos, era agotador la pose que teníamos hace unos años. Nos siento más honestos y más relajadas.

¿Preferís la cercanía de las salas o la locura de los festivales? ¿Dónde se siente mejor el rugido de la bestia?

Sala siempre. Pero ahora los aforos son gigantes y queremos mantener esa cercanía en grandes recuentos..

Después del pogo, ¿aftershow o modo monje? ¿Quién es el último en llegar al hotel? Eso no se dice jamás.

Y después de tantos kilómetros, pogos y huevos fritos... ¿Con qué sensación os quedáis al cerrar cada noche de gira?

Ahora mismo está nutriendo nuestra existencia, pero guardamos una energía increíble para estar el lunes haciendo nuevas canciones que nos llevan a Venus.

ARTURO GARCÍA

EL

“TOUR BRAVO” POR EL SUR

07 noviembre – Mamba – Murcia

08 noviembre – Impala - Córdoba

28 noviembre – Trinchera – Málaga

08 noviembre – Custom - Sevilla

Mondo Sonoro edición Sur

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