CRiTICANDO
Rufus T. Firefly La eterna paradoja Tras más de una década de carrera, todo parece haberse precipitado alrededor de Rufus T. Firefly con motivo de la publicación el año pasado de Magnolia. Con Loto (Lago Naranja, 18) han querido profundizar en su vertiente más psicodélica, fruto de los numerosos conciertos en los que han participado. Sin embargo, Víctor Cabezuelo y Julia MartínMaestro ya están pensando en cambiarlo todo de nuevo. Veamos el porqué. —texto Don Disturbios —foto Iris Banegas
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expectativas a las que llegan porque lo suyo se basa en el continuo cambio. De lo contrario... “Si no hubiéramos tenido esa voluntad de cambio no estaríamos aquí. Seguiríamos haciendo canciones muy noventas y seguiríamos intentando ser Smashing Pumpkins, que está guay, no lo critico, pero nosotros tenemos la necesidad de no repetirnos. Y no nos gusta que la gente sepa lo que le vamos a dar. No nos gusta ser muy complacientes con el público. Creemos que es importante que, de alguna manera, las bandas moldeen el gusto del público y no al revés. Y además me parece importante para la música que esté en poder de los músicos, aunque el factor publico sea muy importante, pero hacer un tipo de música porque es lo que está de moda, o porque es lo que más se demanda... no sé, lo veo un poco frustrante”. De lo que no cabe duda es de que, vayan hacia dónde vayan, se han ganado por derecho propio el que nos mantengamos muy atentos a sus próximos pasos. Sean los que sean, seguro que estarán hechos desde profundo amor por el oficio de hacer canciones. El mismo que te lleva hacia adentro, para que se proyecte con fuerza hacia afuera. ¿Acaso no hablábamos de paradojas?
—d.d.
Loto
Lago Naranja, 2018 Pop-Rock 8/10
La llegada al nirvana La flor de loto es un símbolo de pureza, y se puede decir con orgullo que Rufus T. Firefly son de lo más puro que puebla nuestra música independiente. Con el aroma de Magnolia (17) –merecido reconocimiento y pasaporte a nuevos públicos y escenarios– se inició un viaje psicodélico que parece alcanzar su Nirvana particular en estas ocho canciones, pues no son descartes, sino temas con entidad propia que completan un álbum en dos partes año y medio después. La teoría se plantea desde las primeras estrofas (Druyan & Sagan) y la práctica es el hilo conductor, porque para dar con el lago en el que florece el loto, hay que dejar el sendero y abrirse paso por el bosque. Así han hecho los de Aranjuez, que en la aventura personal que supuso renacer con una nueva alineación han dado con un sonido consistente ya propio de estos Rufus, tan compenetrados y liberados que la experimentación fluye y funciona a todos los niveles. Valgan ejemplos como esa jam entre batería, bajo, sintetizadores y teclados tan de The Stone Roses de San Junipero o Final Fantasy, pieza en la que una banda amante de un buen riff deja las cuerdas de lado. A todo esto podemos sumarle el homenaje a The Beatles con un Lucy In The Sky With Diamonds que han llevado a su terreno y la liberación compositiva que implica la ausencia de metáforas de Un insignificante momento, etcétera… Para su autor, Víctor Cabezuelo, Loto da cuenta de la efervescencia creativa de una banda que, estando de gira, dio de forma natural con una segunda parte al trabajo iniciado un año atrás, la mitad luminosa del jardín que marca el fin del viaje y el cierre de una etapa.
—beatriz h. viloria
septiembre 2018 #29