El Guincho Foto Adrà Cañameras
El Guincho, boicot en estéreo Ritmos secos, AutoTune, trap, hip hop y electrónica quebrada se retuercen en el nuevo trabajo de Pablo Díaz-Reixa, casi seis años después de “Pop negro”, el álbum que confirmó su expansión internacional. Sí, “HiperAsia” (Canadá/ Popstock!, 15) es ‘wearable’, pero nadie dijo que a la hora de vestirse la combinación fuese a resultar sencilla.
U
nos grandes almacenes chinos a las afueras de Madrid están en el origen del nuevo trabajo de El Guincho, que llega en forma de álbum ‘wearable’: pulseras y sudaderas con un chip NFC que da entrada al imaginario “HiperAsia”, en el que se puede encontrar un biopic animado, vídeos y una subescena de música que sólo existirá en ese universo. “Es una consecuencia de mi carrera. He visto que con la secuencia discogira-disco no soy feliz, necesito que mis inquietudes se vean reflejadas a todos los niveles, y en ese sentido me parecía interesante hacer algo que incluyera mis obsesiones aparte de la producción, como la realidad aumentada. A mí no me gustaría tener un CD de El Guincho, porque lo perdería, me lo dejaría en casa de un amigo y al final no lo usaría. Mi relación con la
música es diferente y quería mostrar eso, que sea una experiencia valiosa”.
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l propio Pablo Díaz-Reixa montó el estudio en un destartalado ático en Madrid para trabajar mano a mano con su ingeniero, Brian Hernández. Un ejercicio, señala, de resta más que de suma, buscando la esencia para acabar situándose en las antípodas de “Pop negro” (10), arrinconando cualquier amago de ‘convencionalidad’. “Quizá al tipo de seguidor que gané entonces sea más difícil explicarle esto, pero para mí la canción sigue siendo importante, no sólo el proceso. Busco enfrentarme a las cosas que he hecho en el pasado, y eso puede suponer perder fans, pero es que también es importante renovar las adhesiones. Quería que todo lo que ocurriese molestara o boicoteara de alguna forma el curso natural de la escucha: que se entendiese rápido de qué iba el tema y, a partir de ahí, que hubiese nuevos comienzos, sacudidas, vacíos, silencios…”. Por eso, el músico canario asegura que es su trabajo más fresco (y habría que añadir que también el menos complaciente, aunque él se encargue luego de rebatir la afirmación). “Siempre he usado el estéreo como un mecanismo de placer. Algo ancho, que te ayude a entrar en la canción, efectos, cosas muy mojadas, que te masajeen un poco el oído… Pretendía romper con esa idea y utilizarla a la contra”. No hay que extrañarse tampoco de que estemos ante
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el álbum de El Guincho más potencialmente bailable, y a la vez el más difícil de bailar, con una exigencia que, según su propio autor, tiene también un componente generacional. “Esto es algo que me decía mi ingeniero y que no quería creer, y es que la edad de la persona modifica mogollón la comprensión del proyecto; cuanto mayor es, más claustrofóbico le resulta; en cambio, cuanto más joven, lo ve más natural. Ese cambio habla de cómo nos hemos educado y de las referencias que tenemos. Por ejemplo, un chaval de veintiún o veintidós años que nunca haya escuchado nada mío podrá tener una idea completamente distinta a la que tienes tú, aunque también creo que este álbum tiene elementos en común con ‘Alegranza’ (07) desde el punto de vista de las estructuras”.
“
HiperAsia” -que se presenta en Bangkok (Tailandia), dando cuenta de la dimensión global de su protagonista- es también fragmentación, viñetas (como ocurre en “Pizza”, “Zona Wi-Fi” o “Cómix”, aquí con La Mala como estrella invitada) y escenas de su vida en Canarias, con un poso de melancolía que comparte espacio con momentos casi cómicos, para rebajar tensiones. “Crecí escuchando rap francés y luego me empezó a interesar el punk y el hardcore; me parecía interesante recuperar ahora esas vivencias, porque estaban conectadas con los códigos que estaba utilizando. Por eso es la pri-
“La edad de la persona modifica mogollón la comprensión del proyecto” mera vez que hablo de cosas que me pasaron en Las Palmas, igual que hay elementos que pueden recordar al reggaetón y que en realidad son muy canarios, porque es una música que en España se escucha hace relativamente poco, pero que nosotros teníamos más presente. Además, al incorporar vivencias personales se crea una especie de ilusión de sinceridad”. Ojo, que hablamos de apariencia, dentro de esa estrategia que El Guincho ha utilizado para mostrar lo que define como su peor yo y que tiene su trasunto en un sonido en el que las melodías de voces se presentan cargadas de AutoTune y los ritmos se hacen añicos. “Cuando hablamos de música, esa ilusión se crea generalmente colocando en el medio algo seco, que no esté muy tratado. Pero es una herramienta, un truco de producción; es más bien una táctica a mi favor y no tanto una forma de expiación”. n Enrique Peñas Más en www.mondosonoro.com