Valencia Misionera Octubre-Diciembre 2022

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VALENCIA MISIONERA

Octubre 2022 Número 156
Edita: Secretariado Diocesano de Misiones. misiones-valencia@omp.es C/ Avellanas 22-4 46003 Valencia 96 392 24 12 - 644 757 662 Dep. Legal: V-229-1984 Coeditores: Arzobispado de Valencia Director: Arturo Javier García Colaboran en este número: Juan IgnacioLópezÁlvarez Clementina María Gimenez P. Jesús Martínez AVAN OMPRESS Sergio Cánovas Nohales Imprime: Imprenta Nácher s.l. VALENCIA MISIONERA Delegación de Misiones Valencia misionesvalencia misionesvalencia.blogspot.com.es @valenciamision

En esta misión encontrarás...

En portada: Niño mozambiqueño (Foto Proyecto Ontupaia)

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Desde el origen: A la luz de la primera Carta a Timoteo, profundizamos en el lema la Jornada del Domund de este año y sus implicaciones en nuestra vida 6

Fundación Ad Gentes ¿Qué relación tiene Pio XI, Nairobi y nuestra sociedad actual? Nuestro compañero Juan nos habla de ello 8

Un ratito con... María Elisa Verdú, misionera alcoyana que nos resume en una breve entrevista su misión desde el orígen de la vocación hasta el día de hoy 10

La firma invitada Jesús Martínez, misionero itinerante en Venezuela, nos comparte su entrevista a Monseñor Jaime José Villarroel, obispo de Carúpano

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Desde el seminario de Valencia

Tegucigalpa ha sido el escenario donde Ignacio vivió el pasado verano una experiencia misionera que le ha hecho replantearse muchas cosas 15

Cartas desde la misión Con motivo de la comunicación por Santa Teresita de Lisieux, Clementina Maria Gimenez A.C.I., nos escribe una breve carta desde Japón 16

Misionews Nos hacemos eco de las noticias más destacadas de los últimos meses en el amplio campo de las misiones 18

Para pensar y rezar A veces nos enredamos entre tantas palabras. Miremos al mundo desde la Palabra. 20

Misión y memoria

Una visita “fortuita“ a la delegación, para entregar unos sellos, propició este encuentro en el que conocimos el testimonio de Mª Teresa 22

Jóvenes y Misión

De un testimonio de misión surge otro. Esto le pasó a Marta, quien el pasado verano vivió un verano misionero.

¡Seréis mis testigos!

“Ruego, pues, lo primero de todo, que se hagan súplicas, oraciones, peticiones, acciones de gracias, por toda la humanidad, por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos llevar una vida tranquila y sosegada, con toda piedad y respeto. Esto es bueno y agradable a los ojos de Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Pues Dios es uno, y único también el mediador entre Dios y los hombres: el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos; este es un testimonio dado a su debido tiempo y para el que fui constituido heraldo y apóstol —digo la verdad, no miento—, maestro de las naciones en la fe y en la verdad. Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, alzando unas manos limpias, sin ira ni divisiones ” (1Tim 2, 1-8)

San Pablo escribe esto a Timoteo que le está acompañando para que dirija la comunidad que san Pablo comenzó, y quiere que sea un buen guía a imagen del único guía que es Jesucristo, el verdadero pastor. ¿Qué pretende san Pablo? El Espíritu Santo ha inspirado esta Palabra, por lo que está viva, Dios te quiere en todo lo que te dice. ¿Qué te dice a tí ahora? Escucha, lee y dejate querer.

“Bueno y agradable a los ojos de Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.” ¿A qué verdad se refiere? Sin duda a Jesucristo y al Evangelio. Casi todos los hombres tienen una idea de Dios en cada religión, como Pablo o Timoteo y los demás de su nueva Iglesia, que eran judíos o paganos, pero se encuentren con Jesús y entonces conocen la verdad de Dios. Hay quien piensa que se está bien sin conocer la verdad, ¿para que incomodar? Pero eso no es lo que quiere Dios, es incomoda la Cruz, pero el amor es más fuerte que todo incomodo. Si amas incomodas porque no puedes dejar de querer lo mejor para el otro. Además nadie quiere vivir en la mentira, porque es una locura, no sabes por donde vas, sin Norte. Cada vez que actúas como misionero, en cualquier lugar, cuando hablamos de Cristo a alguien o sostienes con tu oración a los misioneros estás abriendo los ojos a los que no conocen la verdad, a Cristo que es verdad, camino y vida, y sólo Él. “Único también el mediador entre Dios y los hombres: el hombre Cristo Jesús” ¿Cuántos viven en la confusión de que el mediador, el profeta es Mahoma, Moisés, Buda… ? Cuando yo pido a mi amigo que rece por mí él intercede ante Jesucristo el único mediador, tanto como

DESDE EL ORIGEN

si reza a un santo o a la Virgen María, ellos interceden ante Jesucristo, como lo hizo el centurión por su criado enfermo ante Jesucristo, o María por su hermano Lázaro, o la mujer sirofenicia por su hija endemoniada.

También aquí los misioneros descubren a los no cristianos que Jesús es el único mediador. Jesús se encarnó y así es más fácil dirigirnos a él, el sabe nuestras necesidades, nuestra pobreza y además está delante de Dios Padre, a su derecha intercediendo continuamente por nosotros. ¡Qué pena que tantos y tantos no sepan el Padre nuestro para hablar a Dios con sus propias palabras!

“Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos” ¿Pero cuántos que no lo saben? Es un regalo tan grande que Jesús ya es el sacrificio agradable a Dios, en su obediencia al Padre, y no saben como agradar a Dios, cómo ofrecerle algo y hacen todavía ofrendas de alimentos, de incienso, de animales, incluso de

personas, o de mortificaciones… sin saber que el sacrificio agradable a Dios, el más grande, nos lo ha regalado Cristo en la Ultima Cena y lo puedes ofrecer siempre que quieras algo de Dios. Sobre todo darle gracias. En ese sacrificio podemos ofrecer nuestra propia obediencia al Evangelio, nuestra caridad… pero esto nuestro tan liviano, es mucho más grande poderlo ofrecer en la grandeza del sacrificio del Hijo único, es como regalar una sola guinda, una almendra o hacerlo sumada a toda una increíble tarta. “Constituido heraldo y apóstol —digo la verdad, no miento—, maestro de las naciones en la fe y en la verdad.” San Pablo se despide satisfecho de haber entregado su vida a la Misión. ¡Cuánto sacrificio!: palizas, cárcel, naufragios, frío, calor, hambre… Pero nada de esto le hacía vacilar porque estaba decidido a darlo todo por el que le había perdonado y elegido en esta vocación. Tanto es el amor de Pablo por Cristo que todo lo que pasa por Él le parece poco, y además está contento. ¿Cómo sería su encuentro con Cristo tras su martirio? ¡Una grandísima fiesta y Pablo estaría lleno de gozo en el abrazo con Jesús! ¿Cómo me entrego yo por la Misión? A veces, cuando ya es tarde nos arrepentimos de no haber hecho más por un padre, por una amiga, por un hijo… ¡Qué no nos pase con Cristo y la misión de anunciarle que nos ha dado! ¡Sé ya un misionero generoso!

Construyendo el Reino

No recuerdo exactamente dónde lo leí, pero de algún sitio saqué la idea de que cuando Pío XI declaró el penúltimo fin de semana de octubre como Jornada Mundial de las Misiones, en 1926, se eligió ese día porque el domingo siguiente se celebraba la fiesta de Cristo Rey (instituida también por Pío XI en 1925 en su encíclica Quas Primas, y que cambió de fecha tras el Vaticano II). Se vinculaba la Misión con el Reino de Cristo en la tierra en un momento en el que, sin haberse curado las heridas de la Gran Guerra, comenzaban ya a vislumbrarse los nubarrones de la tormenta que estaba por venir (la guerra civil en la Rusia post-imperial entre 1917-1923, la marcha sobre Roma en 1922 o la hiperinflación alemana de 1923, como ejemplos típicos). Pío XI nos presentaba la ausencia de Jesús en los corazones humanos, en especial de los dirigentes de las naciones, como clave para interpretar buena parte de la situación de aquella época.

Hay que dar presencia a Jesús hoy también. Trabajar por el reino de Jesucristo tiene un gigantesco valor añadido porque “Él es sólo quien da la prosperidad y la felicidad verdadera, así a los individuos como a las naciones: porque la felicidad de la nación no procede de distinta fuente que la felicidad de los ciudadanos, pues la nación no es otra cosa que el conjunto concorde de ciudadanos”, como escribía Pío XI (Quas Primas, 16) citando a San Agustín.

Uno de los proyectos que este año nos solicitaron (y pudimos apoyar) desde la Fundación Ad Gentes ejemplifica justamente eso. En concreto, es la fundación de una nueva presencia de la Congregación de las Siervas de la Pasión en Kikuyo, a las afueras de Nairobi, en Kenya: una nueva embajada del Reino de Cristo en medio de los más pobres.

Desde esa nueva casa, atenderán a las mamás embarazadas (carisma propio de la Congregación) pero también, con la pastoral parroquial, la atención sociosanitaria y la Cáritas local, a los más ne-

FUNDACIÓN AD GENTES
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cesitados. Cuatro frentes que marcan las rutas de expansión de ese reinado del Amor a través de la conquista incruenta de los corazones humanos. Hay otros muchos frentes de esa lucha por extender el reino en lugares donde se quiere alejar al hombre de Cristo. La presencia del misionero y de la Iglesia son faro de esperanza en lugares como Cuba o Nicaragua, de triste actualidad en las noticias, pero también, por ejemplo, en Argelia, donde se han cerrado por orden gubernamental las actividades de Cáritas, sin tanta repercusión mediática. En estos países, como en todos y como siempre, la Iglesia continúa sembrando esa semilla de concordia, entendimiento y paz que es el Evangelio… a la espera de que la lluvia del Espíritu la haga germinar y crecer. La sociedad en la que nacieron las encíclicas de Pío XI no nos es totalmente ajena hoy. Vivimos con la guerra, con las más mediáticas pero también las muchas calladas cuando no ocultadas directamente; con la crisis económica, con las propuestas políticas de rápidas y drásticas soluciones que no han conducido nunca a nada bueno, con

el interés de los poderosos en fragmentarnos, dividirnos, enfrentarnos, para continuar medrando a costa del dolor ajeno. Posiblemente la idea de Pío XI de que, si Dios y Jesucristo desaparecen de las leyes y de la gobernación de los pueblos, al final llegamos a la pérdida de fundamento sólido para la sociedad (cfr. Ubi Arcano Dei Consilio n.28), nos dé pie a comprender por qué tenemos hoy la situación que padecemos. Quizá por eso es tan importante rogarle al Padre sed libera nos a Malo (Mt 6, 13): libéranos, Señor, del Maligno que busca ocupar el lugar de Cristo en el corazón del hombre, para que Tu Paz reine en nosotros y, así, colaborar en la construcción de Tu Reino.

Si quieres saber más sobre la Fundación Ad Gentes y sus proyectos, puedes contactar al 96 392 24 12, escribiéndo a adgentes@fundacionadgentes.org o colabora en Banco Sabadell ES74 0081 5515 2900 0261 7863

familia, don de Dios

Recibimos la visita de la religiosa de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, médica y misionera en África desde hace más de 40 años, María Elisa Verdú.

“Más moral que el alcoyano hace falta para estar ahí”. Nos cuenta como, hace años, en una entrevista le salió espontánea esta respuesta ante la pregunta de su presencia en Mozambique. Como vemos, respira sencillez y alegría. También me dijo que no publicara todo que a veces dice “alguna gorda”.

¿Cómo surge la vocación?

Mi padre era médico y yo empecé medicina en casa, en Alcoy, y en segundo descubrí la vocación de las Hijas de la Caridad en el servicio a los pobres, a mi aquello me llamó mucho y decidí que sería Hija de la Caridad.

Una vez dentro, la provincial me invitó a continuar la carrera, pero ya continué en la universidad de Navarra. Cuando acabé, hice el MIR y elegí Valencia, mi zona, donde también había hermanas. Estuve en el Hospital La Fe, luego me mandaron al Hospital psiquiátrico de Bé-

tera como internista y estando allí, en 1975, pidieron desde Médicos Mundi para ir a Ruanda durante un año. Aquí mi misión no tenía mucho sentido, allí era mucho más útil, me sentía vocacionada, y me fui. Luego, siempre he sido un poco rebelde. La gente se apostaba que me devolvían y cosas así –bromea-. Pero siempre me ha conducido Dios, me ha ido llamando.

Por ejemplo, cuando estaba en Ruanda, surgió lo de Mozambique, donde estaban en plena guerra, pidieron un médico y fui allí. Era 1984. En aquel tiempo nos quemaron el hospital, la casa… las pasamos “muy gordas”.

En Mozambique ¿a qué se dedicó? Las hermanas tenían un centro de salud en Chokwe. Hacíamos de todo pero venían muchos tuberculosos, incluso desde 40 km de distancia. Y muchos se nos morían sin saber porqué.

En unas vacaciones que vine a Valencia, en el año 90, fui a La Fe y allí

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UN RATITO CON

me preguntaron por la situación del SIDA en África, porque no se hablaba nada. Entonces me dieron 200 test. Pedimos permiso al Ministerio y tal y vimos que el 35% de los tuberculosos a los que hicimos el test tenían VIH. Ahí vimos la causa de las muertes que no sabíamos explicar.

En 1992, en un edificio de las Carmelitas (devuelto a la Diócesis) que no sabían qué hacer con él, pensamos poner ahí el centro de sida y tuberculosis, más accesible a todos. Lo acondicionamos de convento a hospital y en el año 1995 empezamos. Eso sí, Cristo seguía presente, donde las carmelitas lo veían en el sagrario, nosotras lo veíamos en los pobres y en los enfermos. Él estaba ahí, solo habíamos cambiado el edificio de carisma. Hasta el año 2002 no tuvimos tratamiento de sida, simplemente los acogíamos y los acompañábamos hasta la muerte. Y, en ese año, la Comunidad de Sant’Egidio apareció y quiso demostrar que el sida se podía tratar. Y colaboramos. Hacíamos análisis y los mandábamos a Maputo; se informatizó todo. Fue en 2005 cuando el gobierno aceptó que aquello era una epidemia gorda y nos incluyó como hospital dedicado a tuberculosis y sida. El ritmo que llevábamos para poder hacer efectivo todo aquello era inviable, nos levantábamos a las 4:00 para hacer extracciones y que llegaran a Maputo antes de las 12. Entonces nos ayudaron a hacer ahí un laboratorio que ahora es referente nacional. Es parte del Sistema Nacional de Salud, pero viendo como hemos funcionado, nos han dejado llevar la dirección a las Hijas de la Caridad. Está muy bien porque no queremos que sea privado. Hacemos contratos locales.

Además, han ido surgiendo, con ayudas de España, pequeños proyectos para ayudar a niños huérfanos con sus estudios. Hay unos sesenta y tantos que han estudiado con nosotras y ahora son médicos, ingenieros, arquitectos...

Y ¿ahora qué? ¿Cómo se ha vivido la pandemia del Covid?

Pues cuando estábamos un poco más estabilizadas llegó esto y fue otro empezar de nuevo. La diócesis de Valencia nos ayudó con la compra de 500 test de antígenos. Pedimos en varios lados. Fuimos las pioneras de la provincia, pues solo se hacían en Maputo. Y con estos conseguimos controlar un poco la situación hasta que nos hemos contagiado todas. No había medios para no contagiarse.

La Providencia, en octubre del año pasado, dos médicos que vinieron para un mes y se quedaron por un año; nos compraron dos concentradores que transforman el aire ambiente en oxígeno. Llegaron en octubre y lo estrené yo. Y no puede ser tratarme a mí y dejar a los pobres sin atender, por eso hemos empezado un proyecto para hacer unos cuartos donde poder aislar a estos enfermos que nos sirven para todos los enfermos contagiosos. La construcción nos la ha pagado Manos Unidas, falta la ayuda para poder acondicionarlo.

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NO TODO VA MAL EN VENEZUELA

Monseñor Jaime, Obispo de Carúpano, nos cuenta su experiencia entre los indígenas de la etnia Warao en Guariquén. Estos meses de pandemia han sido oportunos para atender esa realidad dura y difícil. Mons. Jaime ¿Dónde queda Guariquén? Cuando me hacen esa pregunta, yo siempre digo: “En el corazón de Dios” porque en Guariquén la dignidad del hombre es pisoteada; el valor de la persona no cuenta; los servicios públicos no existen; los poderosos se aprovechan de los más vulnerables; donde una niña de 14 o 15 años, al desarrollarse como mujer, es entregada a un hombre que puede ser su abuelo. Allí es donde está Dios esperando que algún buen samaritano venga a acompañar y consolar a esta pobre gente abandonada y sacarlos de la mayor miseria en que se encuentran: la ausencia de Dios en sus corazones”.

¿Por qué esta misión se ha puesto bajo el patrocinio de Santa María Magdalena?

Porque María Magdalena es la primera que va al sepulcro, ve que está vacío, y se encuentra con Cristo Resucitado. A continuación va a anunciar a los apóstoles la Buena Noticia. Nosotros hemos querido, como ella, ir a anunciar a la etnia Warao que el Señor está vivo y viene con nosotros.

Ha dicho la Conferencia Episcopal Venezolana que uno de los males que aquejan al país es la desnutrición, sobre todo en los niños.

Si, es cierto; y con la ayuda de las Obras Misionales Pontificias intentamos paliar esta situación. Cada día damos de comer a 1.000 niños. Hace unos meses vino a inaugurar los comedores el Señor Nuncio Aldo Giordano, recientemente fallecido, y quedó emocionado de la cariñosa acogida que le hicieron los indígenas, expresando así su agradecimiento a la Iglesia. También hemos desarrollado el trabajo para las mujeres. Saben tejer muy bien y con los medios que les facilitamos hacen pulseras, vestidos, chinchorros (hamacas), que se comercializan en distintos lugares. Llevar todo esto adelante necesita la dedicación de mucha gente. ¿Con qué colaboradores cuenta? Invité a varios laicos de las Dióce-

w LA FIRMA INVITADA 10

sis de isla Margarita y de Carúpano y les propuse la idea de formar un núcleo misionero para atender esta obra de Guariquén. Después de varios encuentros nos lanzamos a la obra. Creo que el Espíritu Santo nos ha ido guiando en todo momento. Contamos con familias cristianas del Camino Neocatecumenal, catequistas, maestros, seminaristas… que dedican parte de su tiempo a esta misión. También, con la ayuda de organismos internacionales, vienen regularmente médicos, enfermeras, y dos veces a la semana dos odontólogos.

¿Es importante la presencia de familias cristianas?

Si. Muy importante porque aquí las mujeres tienen hijos de varios hombres, la fidelidad matrimonial no existe, nadie está casado por la Iglesia, los hijos crecen abandonados. Necesitan ver la familia cristiana: cómo se tratan marido y mujer, cómo crían y educan a sus hijos, cómo viven, ver la dignidad y belleza del cristianismo.

¿Qué formación cultural imparten? Contamos con maestros que dan una cultura básica en la cual no falta la historia de Venezuela, y poco a poco son

introducidos en le mundo de los ordenadores. También fomentamos el deporte: béisbol, fútbol, básquet, pero siempre sin olvidar la iniciación cristiana.

¿Cómo han vivido este tiempo de la pandemia en Carúpano y el resto de la Diócesis?

Hemos tenido los templos siempre abiertos para que la gente pudiera entrar a rezar. También hemos dado catequesis para adultos y hemos visto con sorpresa que la gente tenía verdadera hambre de escuchar una Palabra. En algunas parroquias han acudido en masa.

Las autoridades ¿han interferido este tipo de pastoral?

Bueno…tenemos un párroco que, lleno de celo, salió con el Santísimo en la Custodia a bendecir a la gente por las calles, acompañado de dos monaguillos. La policía los detuvo porque a esa hora no se podía transitar por la calle y los llevó a la comisaria en su camioneta. ¡El Señor otra vez ante Poncio Pilato! El comisario que tenía cierta cultura religiosa pidió perdón al Señor, recibió su bendición y los devolvió a la iglesia. ¿Dónde vive en Guariquén?

Mi casa está entre el cielo y la tierra. Tiendo un chinchorro de árbol a árbol, me cubro con una mosquitera para librarme de la fiebre amarilla, y allí descanso bajo las estrellas…oyendo los latidos del corazón de Dios.

P. Jesús Martínez Presbítero Itinerante

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VALENCIA

MI EXPERIENCIA EN HONDURAS

Soy Ignacio Álvarez Nölting, seminarista de 6° año de la Diócesis de Valencia, y vivo en el Colegio Seminario de Santo Tomás de Villanueva. Tengo 35 años y soy natural de Valencia.

A finales del curso pasado se nos ofreció desde el seminario la posibilidad de participar de una experiencia misionera en Honduras, por medio de la asociación ACOES. Esta organización católica que lleva el Padre Patricio Larrosa, lleva 30 años ofreciendo a los niños y jóvenes sin recursos la posibilidad de acceder a estudios básicos y universitarios. Además, les garantiza un ambiente propicio para crecer en valores propios del Evangelio como son la fraternidad, el compromiso, la dignidad del trabajo y el valor infinito del ser humano sea de la condición social que sea. Como dice el Padre Patricio, el proyecto de ACOES no es otro que el proyecto de Jesucristo.

A esta aventura nos apuntamos tres seminaristas y cinco jóvenes de la parroquia de la Asunción de Torrent, con la propuesta del Padre de participar en el proyecto pastoral que promueve la asociación. Y con esta idea salimos para Tegucigalpa el 25 de Julio. Nunca hubiera imaginado todo lo que el Señor nos ha regalado vivir en este corto pero intenso tiempo.

Puedo decir que me llevo en el corazón muchísimas experiencias que me han hecho reflexionar sobre mi vida, mi fe y mi misión como cristiano y, si Dios quiere, futuro sacerdote. ¿Por dónde empezar a agradecer? ¿Por los espectaculares paisajes de Olancho, Yoro, Colón, La Paz o Francisco Morazán? ¿Por poder viajar en las “pailas” de

los 4x4 por toda Tegucigalpa? ¿Por la aventura de conocer comunidades rurales en mitad de las montañas? Honduras tiene muchos tesoros que ofrecer, pero si esta experiencia se nos ha grabado a fuego ha sido por los encuentros personales. Hemos conocido a gente increíble que nos ha acogido en sus casas y comunidades con muchísimo cariño y generosidad. Me vienen a la cabeza muchísimos nombres: la señora Peita, Jerson, Jesús, Yovani, el Padre Enrique, Jaime,... y la lista sigue y sigue. Hemos compartido la fe, historias de conversión y oración. Y también hemos compartido la mesa, juegos, risas y también sufrimientos y preocupaciones.

12 DESDE EL SEMINARIO DE

Éste es el segundo año que Iglesia me ofrece vivir una experiencia misionera, después de visitar el año pasado la selva amazónica de Perú, en el poblado de Orellana. Consciente de la precariedad de mi experiencia, para mí la misión no consiste tanto en qué haces o dejas de hacer por la gente que vive allí. Va mucho más allá. Es compartir lo que has recibido de Dios y acoger lo mismo de otros. Es llevar a Cristo en todo lo que haces (sea catequesis, dar clases, barrer, jugar, cocinar, o enseñar cantos) y aprender a ver a Cristo en cada encuentro y en todo lo que vives y te enseñan.

Puedo decir con mucha alegría que me he sentido en casa desde el primer día hasta el último. Siento que Dios me ha concedido disfrutar y agradecer todo lo que hemos vivido, fuera más o menos cómodo para mí. Además, me ha permitido poder servir

en lo que se me pedía, y no porque sea muy bueno, sino que siento que ha sido un regalo de mi Padre. He disfrutado muchísimo preparando convivencias y retiros, dando clases de repaso o catequesis, visitando escuelas y residencias, compartiendo momentos con presos, caminando por la montaña mientras llovía a mares, cocinando y limpiando, preparando carteles, dibujando o cantando con los jóvenes, jugando a fútbol, o simplemente conversando. Siento que Dios me ha regalado además mucha comunión tanto con mis compañeros de misión como con todos con los que hemos convivido, especialmente con los chicos de las casas Populorum Progressio , donde viven y cursan sus estudios durante el año.

He sido testigo de historias de mucho sufrimiento, de violencia e injusticia, de pobreza material y humana. Pero también grandes historias de perdón, de bendición, de superación, de fraternidad, de amor y de confianza en Dios. He podido crecer en la escucha. Escuchar la voz y la huella de Cristo en la vida del otro. Y esto me ha servido muchísimo para replantearme mi vocación y mi forma de vivir y entender la

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fe. He podido palpar la realidad del sufrimiento y la miseria humana, así como en la infinita dignidad de cada criatura de Dios. He tenido tiempo de mirar hacia fuera y aprender de los demás, y tiempo de mirar hacia dentro y de ver qué hay en mi corazón, en mi deseo de vivir la santidad y en mi llamada al sacerdocio. Y he visto cosas increíbles, y otras oscuras que me sirven para recordar que necesito a Dios en cada minuto. Y he descubierto que la misión es un lugar privilegiado para acoger el don de mirar como mira Dios.

¡Qué importante es la mirada! «La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso; pero si tu ojo está malo, [...] ¡cuánta oscuridad habrá en tu interior!» ¿Con qué mirada he vivido este tiempo de misión?, ¿Cómo veo las necesidades de los demás y las injusticias sociales? ¿Cómo veo las diferentes realidades de la Iglesia? ¿Cómo miro a los demás, con sus heridas, sus historias de alegrías y sufrimientos? ¿Cómo me miro a mí, a mis pecados y también a los dones recibidos? Pero sobre todo, ¿cómo mira Dios toda esta realidad de pecado y de gracia, de miseria y de dignidad? Tal y como mira mi Padre del Cielo a todos, así quiero aprender yo a mirar la realidad, a mirar a los demás y a mí mismo. Aquí en la misión he visto miradas heridas en pequeños y grandes por la necesidad, por la enfermedad y por el sufrimiento, pero también muchas miradas sanadas y sanadoras. Miradas de amor, de fraternidad, de acogida y gratuidad, de deseo de Dios. Este ha sido el mayor tesoro que me llevo de este verano de misión.

Así que sólo puedo dar las gracias, a Dios, por permitirme vivir todo esto. Al padre Patricio, a Eloísa y a todos los que llevan Acoes, por su amor a la Iglesia y su delicadeza con las necesidades de los demás. A cada una de las personas que nos han acogido como verdaderos hermanos. Y además de agradecimiento, siento un gran deseo de volver y a la vez de animar a todos a que se atrevan a vivir la gracia de la misión. Disfrutar, aunque sea sólo por unos meses, de anunciar el amor de Dios con obras y palabras allá donde te envíen.

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CARTAS DESDE LA MISIÓN

Misión Japón

Las Esclavas del Sagrado Corazon de Jesus tenemos desde I962 un Colegio Internacional en Tokio. Desde que nuestras primeras misioneras fundaron en este país, en I934, tenemos varios colegios y dos universidades japonesas; y este centro internacional de evangelización también procura abrirse de modo especial a todo el mundo.

Como todos nuestros centros educativos de Japón el nombre de este colegio es SEISEN (en japonés “Fuente de pureza”).

Nuestra Fundadora, Sta. Rafaela Maria del Sagrado Corazon, quería que el Instituto fuera “Universal como la Iglesia”. Este Colegio Internacional cumple, sin duda, su deseo. Los alumnos son de diversas razas y unas 50 nacionalidades. El Jardín de Infancia es mixto y la enseñanza primaria, media y secundaria es solo para niñas.

Se procura inculcar los valores del Evangelio con una mirada amplia basada en la “Pedagogía del corazón”. Los niños son de distintas religiones y el número de católicas no es muy elevado. Todas las alumnas toman parte en las clases de religión, se les inicia en la oración y se les invita a participar activamente en la celebración eucarística, que se tiene frecuentemente. Hay algunos bautismos, primeras comuniones y confirmaciones.

Se forma a las alumnas en los valores cristianos y, además de atender a los que lo necesitan en Japon, se esfuerzan por ayudar a otros países, como India, Vietnam, Timor del Este, etc.

En este Domund, especialmente unidas a la oración de todos, deseamos seguir poniendo a Jesus “a la adoración de los pueblos”, como tanto deseaba nuestra Fundadora.

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Seréis mis testigos

Desde 2019 no se celebraba la Rueda de prensa del Domund que pretende dar a conocer el sentido de la campaña: acercar la labor de los misioneros, rezar por ellos y por las vocaciones misioneras, y dar apoyo económico para que lleven adelante su misión.

Con ello, este año se pudo celebrar y en la presentación de han compartido su testimonio el sacerdote valenciano Guillermo Moret, párroco de Alcublas que fue 33 años misionero en Benín; Marie Claire Silatchom, camerunesa Dominica del Rosario, misionera muchos años en la República del Congo y en su país natal; y el fotógrafo valenciano Alberto Sáiz, miembro del equipo de Comunicación del Arzobispado, que viajó en verano a la Amazonía peruana.

Se puede encontrar la rueda de prensa en la web de la Archidiócesis

Supergesto vuelve para llegar a los jóvenes

Para acompañar a los jóvenes, OMP España ha lanzado una nueva plataforma, heredera de la revista misionera de jóvenes, Supergesto, con un formato 100% digital. Se trata de una web con diferentes secciones: testimonios, noticias, firmas, oración, formación… y, además, estará en redes sociales: Instagram, Twitch, Youtube… con diferentes contenidos y muchas sorpresas, para animar el espíritu misionero de los jóvenes. La web es: www.supergesto.es

Personajes como Javi Nieves, Juan Manuel Cotelo, Patricia Trigo, Jaume Vives, Pedro del Castillo, Grilex, y muchos más… se unen a esta plataforma como colaboradores de la causa misionera.

La revista Supergesto nació en 1991, de la mano de Montserrat Sarto, para acompañar a los lectores de la revista misionera infantil Gesto (también fundada por ella), que se iban haciendo mayores. Esta revista bimestral ha acompañado a generaciones de jóvenes, hasta que en 2021, tras el fallecimiento de su directora, Rosa Lanoix, dejó de editarse en papel. Ahora vuelve como una apuesta renovada por los jóvenes, y bajo la dirección del trabajador de nuestra delegación Sergio Cánovas.

MISIONEWS 16

Catret, misionero hasta el final

El pasado mes de agosto recibimos la noticia de la partida a la casa del Padre de Juan Vicente Catret, misionero muchos años en Japón y unido a nuestra delegación.En vida desarrolló gran cantidad de escritos que recopilaron y ahora han publicado de manera totalmente gratuita en www.lumen-fidei.com, una página web sobre espiritualidad.

Compartimos un soneto de Pedro Casaldáriga, con el que concluía uno de los últimos de estos escritos que nos enviaba tan fielmente. Descanse en paz.

Ámame más, Señor, para quererte Búscame más, para mejor hallarte.

María, misioneradiscípula

La conferencia “María, discípula misionera”, organizada por la Cátedra de Misionología de la Facultad de Teología, la delegación de Misio-

Desasosiégame, por no buscarte, Desasosiégame, por retenerte. Pódame más, para más florecerte. Desnúdame para, no disfrazarte. Enséñame a coger, para esperarte. Mírame en todos, para en todos verte. ¡Por los que no han sabido sospecharte, por los que tienen miedo de encontrarte, por los que piensan que ya te han perdido. por todos los que esperas en la muerte, quiero cantarte, amor agradecido, porque siempre acabamos por vencerte!

nes del Arzobispado y Obras Misionales Pontificias (OMP) de España, quiso hacerse eco de los dos grandes acontecimientos eclesiales que la Archidiócesis de Valencia está viviendo: el Año Jubilar Mariano por el Centenario de la Coronación de la Virgen de los Desamparados y la gran misión diocesana. La conferencia fue ofrecida por María José Caram, profesora de la Universidad Católica de Córdoba (Argentina) y doctora en Sagrada Teología por la Facultad de Teología de Valencia.

La doctora Caram reflexionó sobre, María, modelo para los cristianos por el doble título que nos caracteriza a todos: discípulos y misioneros; como expone en su magisterio el Papa Francisco. La ponencia se encuentra completa en el canal de Youtube de Archivalencia

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PARA PENSAR Y REZAR Lc 14,1.7-11
“El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”

Memorias de África

En la comunidad del colegio del Sagrado Corazón de Jesús, muy cerquita de nuestra delegación, vive María Teresa Llorca. Nació en Oliva hace 92 años. Es Hermana Carmelita de la Caridad desde los 20 años. Desde bien joven pidió ir a Japón pero no pudo ser hasta la edad de 56 años, cuando faltó su madre, que pudo salir a misión. Era el año 1987.

¿Dónde fuiste misionera? Estuve cinco años en Guinea Ecuatorial. Allí teníamos tres comunidades. Yo estuve en Bata, donde hoy día con- tinúa el aspirantado. Éramos cuatro misioneras que atendíamos un hospital, un instituto y una escuela.

¿Cómo era todo por allí? ¿Qué hacíais? La escuela era al aire libre. Yo acudía al instituto. Allí impartí clases de ciencias. El instituto era de La Salle, pero quedó a medio construir, pues los hermanos tuvieron que salir durante el periodo de expulsión de los españoles (con la crisis diplomática de 1969 tras la independencia).

Otras dos hermanas estaban en el “hospital”, que también estaba medio derruido por dentro, no tenía camas… aunque era muy bonito por fuera. En aquel tiempo empezamos a reformarlo para poder dar un mejor servicio. Todavía recuerdo como me impresionó el ver cómo toda familia acompañaba al enfermo, incluso por las noches, donde dormían en el suelo.

Muchas veces, más que enfermos lo que atendían era a personas hambrientas. De España recibíamos algunas comidas en conserva y era lo que les brindábamos. Las madres, cuando las recibían, cogían una sardina la hacían miguitas y se las daban a los recién nacidos. También hacíamos arroz y lo que teníamos para darles, además de medicinas.

A mí, personalmente, me encargaron, a parte de las clases, que preparara para cocinar y alimentar a los pequeños a un grupo de mujeres que acompañábamos.

MISIÓN Y MEMORIA
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¿Estuviste los cinco años en Bata?

Conocí todas las comunidades y muchas realidades del país. Una vez, fuimos a un poblado de la selva, Lum. Allí estuvimos haciendo letrinas, pues no las tenían. Convivimos en sus casas, que eran chabolas de paja, caña y hoja de palmera, estaban divididas por la mitad, por una especie de enrejado, pero no tenían habitaciones. Recuerdo como el fuego estaba siempre encendido. La iglesia del poblado era de madera y estaba al lado de nuestra “casa”. El catequista reunía allí a la comunidad y trataban la fe. Su hija de unos 13 años, tuvo una hija y él quiso dármela porque decía que tenía derecho sobre él y igual que sobre su hija.

Allí teníamos una enfermería, y las hermanas dejaban un encargado con los medicamentos y para distribuirlos.

Una vez me encargaron sanear un manantial. En el

afluente del río igual lavaban la ropa que los cacharros y dejaban la yuca (venenosa) para reblandecer. Luego cogían agua para beber. El saneamiento consistió en poner un tronco de parte a parte y limitar una parte con cañas para que, siguiendo el curso del agua, cogieran el agua limpia y después ya hicieran el resto de labores.

¿Cómo se vivía la fe allí?

Es un pueblo con mucha devoción. El cura solamente podía venir de vez en cuando, al ser una comunidad alejada de Bata, pero se vivía mucho la fe. En cambio, en la comunidad de Ebebiyín (ahora en Gabón), las misas era más frecuentes y duraban horas cantando; tocaban y bailaban. Unas celebraciones muy vivas.

Ya hace años de esta experiencia ¿Han cambiado las cosas?

¡Cuando yo fui no había ni carreteras! También para llegar a Malabo, la capital, había que ir en avión, que era… un pecado mortal subirse -bromea-. Ha cambiado mucho todo.

Aquel tiempo lo que sí cambió fue mi corazón para siempre.

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Desde pequeña, una de las personas con las que más tiempo he compartido ha sido una de mis primas, Corina. Pasábamos los días juntas, tanto haciendo deberes como jugarretas de las nuestras. A día de hoy, seguimos pasando tanto tiempo o más juntas, ya que se ha convertido en una de las personas más importantes de mi vida.

Uno de los tantísimos días hablando con ella me sugirió la idea que cambiaría mi manera de ver la vida. Me contó que un amigo suyo había vuelto hacía poco de hacer un voluntariado y me propuso que fuéramos nosotras también a disfrutar de la experiencia de ayudar.

Cuando tuvimos claro que íbamos, nos pusimos en contacto con la Delegación de Misiones de Valencia. Hicimos unos cursos preparatorios para que una vez allí supiéramos salir adelante fuera cual fuera el contratiempo y fue allí cuando conocimos a nuestro compañero estrella, Javi.

No sabíamos hasta casi a punto de irnos de voluntariado cual sería nuestro destino final, aunque nosotras teníamos nuestro

destino favorito: Perú. Después de la brillante noticia que confirmaba que el destino final era el que ansiábamos no podíamos pensar en otra cosa que no fuera nuestro voluntariado.

Maletas preparadas, vacunas puestas y pilas cargadas, emprendimos nuestro viaje. Tras 12h de vuelo, llegamos por fin al aeropuerto Jorge Chávez, en Lima, dónde nos recogieron el Padre Vicent y el que sería uno de nuestros mejores acompañantes, Ronald. Recorrimos el trayecto hasta Santa Rosa de Lima, que era donde nos íbamos a quedar y nos dimos cuenta de las grandes diferencias que existían, ya fuera en la manera de conducir, el estado de las carreteras y coches, la ausencia de señales de tráfico o las construcciones que desde la carretera se contemplan.

A la mañana siguiente empezamos la labor que habíamos ido a hacer: apoyo en el colegio Santo Tomás de Valencia. Conocimos a los profesores y auxiliares, que eran encantadores, y nos ayudaron a adaptarnos al nuevo entorno que teníamos frente a nosotros, ya que no es un colegio como los que estamos acostumbrados. También conocimos a los niños, quienes sentían una gran curiosidad al vernos, pues nos veían “como si fuéramos de otro planeta”.

JÓVENES & MISIÓN
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Nos mandaron a la clase en la que estaría cada uno, a mí me tocó la clase de Miss Mayté, 5 años, “Solidaridad”. El primer día los niños me miraban extrañados. Esto fue cambiando con los días, puesto que cada vez existía más confianza entre ambas partes. Pasábamos mucho tiempo juntos, jugando y haciendo tareas, hasta en el recreo teníamos nuestros equipos de fútbol preparados para cuando fuera la hora de salir.

Todos aprendimos muchas cosas. Ellos los números y las letras, a colorear sin salirse del dibujo, a completar historias mediante pegatinas, y un montón de cosas más. Yo en cambio, aprendí que se puede ser feliz con muy poco, y que las cosas que realmente tienen valor no son cosas materiales.

Además de compartir el tiempo con los más pequeños, otra de nuestras tareas era reforzar las materias atascadas de los mayores. En mi caso, impartía clases de refuerzo a los niños de 4º, 5º y 6º de primaria. Comíamos todos juntos y tras un breve recreo

nos poníamos manos a la obra. De ellos aprendí lo que es el significado del compañerismo y la amabilidad, ya que siendo de clases diferentes hicimos una gran piña.

La peor parte de la experiencia fue el momento de la despedida. No queríamos volver a casa y dejar de verles cada día. Ya nos habíamos acostumbrado a recibir nuestra dosis diaria de “buenos días, miss”, a ver esas caras de felicidad cada vez que nos veían, y a todas las preguntas que siempre tenían preparadas para hacernos en cualquier momento.

Toda mi vida agradeceré la oportunidad de haber podido ir y realizar una experiencia tan enriquecedora como la que hemos vivido nosotros, ya que nos hemos convertido en mejores personas, con otras cualidades que no teníamos y que hacen que valoremos las cosas que tenemos en nuestro día a día y que nos parecen insignificantes. Sinceramente, un trozo de mi corazón se ha quedado allí con aquellos niños.

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