Gabriel Munar

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Al principio de aquel siglo Mallorca era como una colonia religiosa. Quizás no había otra región en España, donde el clero y en particular los frailes tuvieran tanto ascendiente; mas poco a poco se fueron infiltrando las ideas revolucionarias que nos llegaban de Francia. La Enciclopedia de Diderot y de D'Alembert tenía aquí suscriptores, aunque pocos, y aquellas perniciosas doctrinas fueron dando, poco a poco, sus frutos. Hubo profundos cambios de mentalidad en política, en religión y en costumbres. De ahí brotaron fuertes convulsiones sociales. Ora predominaban los progresistas, ora cantaban victoria los reaccionarios. El triunfo definitivo pareció ser de los primeros, al ser promulgada vor las Cortes de Cádiz, el 19 de marzo de 1812, la nueva Constitución de la Monarquía Española. Esta Constitución empezaba invocando el nombre de Dios y proclamando la unidad católica en España; pero su espíritu era revolucionario a la francesa. El día 22 de agosto de 1812 fue el señalado para la solemne promulgación y jura de la nueva Constitución en Palma. Aquella ceremonia se realizó con una pompa nunca vista, en el borne convertido en grandioso salón exquisitamente adornado con arcos, columnas y festones de arrayán y flores. Asistieron al acto seis Obispos, que residían en Mallorca desde el comienzo de la invasión napoleónica, gran número de


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