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Papa Francisco
La historia de la evangelización comienza con una búsqueda apasionada del Señor que llama y quiere entablar con cada persona, allí donde se encuentra, un diálogo de amistad (cf. Jn 15,12-17). Los apóstoles son los primeros en dar cuenta de eso… La amistad con el Señor, verlo curar a los enfermos, comer con los pecadores, alimentar a los hambrientos, acercarse a los excluidos, enseñar de una manera nueva y llena de autoridad, deja una huella imborrable, capaz de suscitar el asombro, y una alegría expansiva y gratuita que no se puede contener.
Contemplar el testimonio misionero de quienes han dejado su tierra para que el Evangelio pueda alcanzar sin demoras y sin miedos esos rincones de pueblos y ciudades donde tantas vidas se encuentran sedientas de bendición, nos anima a ser valientes y a pedir con insistencia “al dueño que envíe trabajadores para su cosecha” (Lc 10, 2), porque somos conscientes de que la vocación a la misión no es algo del pasado o un recuerdo romántico de otros tiempos. Hoy, Jesús necesita corazones que sean capaces de vivir su vocación como una verdadera historia de amor, que les haga salir a las periferias del mundo y convertirse en mensajeros e instrumentos de compasión.
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Intenciones
P. Ignacio Flores García, mg
Universal:
Por una Iglesia abierta a todos
Cuando Jesús dijo a Pedro, tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia (Mt 16, 13-20), nuestro Señor inauguró el inicio de la Iglesia en la que Él es la piedra angular y sus apóstoles se convierten en piedras vivas de esta gran construcción que crece día con día.
Recemos para que la Iglesia, fiel al Evangelio y valiente en su anuncio, viva cada vez más la sinodalidad y sea un lugar de solidaridad, fraternidad y acogida.
Nosotros también somos piedras vivas por virtud de nuestro bautismo y la incorporación sacramental que tenemos en Dios, y es esta misma Iglesia aquella que se abre y recibe a quien desea formar parte de la casa divina.
Los diálogos interreligioso y ecuménico nos hablan de la apertura de la Iglesia frente al respeto, comprensión e interés de aprender de otras creencias para mantener la unidad, a fin de construir mejores sociedades, familias e iglesias.
Oremos para que los deseos de Dios de ser uno en Él, con la guía de nuestros líderes en la Iglesia católica, promuevan siempre la apertura hacia caminos de fraternidad entre hombres y mujeres en todas las naciones del mundo.
Desde

Bautizados
DIRECTORIO
Director: Sergio Augusto Martínez Sánchez
Diseño editorial: Enrique Ascencio Salgado
Redacción: Cynthia F. García García
Ilustración: Ana Patricia García Sagrero

La labor misionera en la Iglesia es de cada uno de los bautizados, pero Dios ha llamado de entre muchos a unos cuantos para que este anuncio lo hagan explícito y directo en tierras de misión: a los Misioneros de Guadalupe.
Fundados en 1949 por el Episcopado Mexicano, es gracias a la generosidad de todos ustedes, Padrinos y Madrinas, y a su oración constante, que ha sido posible seguir llevando por 73 años el mensaje del Evangelio a muchas partes del mundo.
Ser misionero es dar un “sí” al llamado que Dios nos ha hecho para estar con él y ser enviados a anunciar esta Palabra de verdad; en este 73 aniversario, como misioneros, estamos muy motivados y animados, sintiendo cómo Dios nos va iluminando para evangelizar en otros areópagos y tierras de misión, como la Amazonía y los ambientes musulmanes, a fin de atender y servir a tantos hermanos y hermanas que no han tenido la oportunidad de recibir el mensaje de salvación.
Estamos agradecidos con Dios y Santa María de Guadalupe, ya que por su gracia y compañía, continuamos esta gran labor misionera.
Los invitamos a ser misioneros en su casa, trabajo y escuela; la labor evangelizadora es de cada uno de nosotros, seamos misioneros del amor y de la paz.
Sitio web: www.misionerosdeguadalupe.org/almas/ f/misionerosdeguadalupe t@misionerosmg
Línea Misionera: 800 00 58 100
El Instituto de Santa María de Guadalupe para las Misiones Extranjeras fue fundado en 1949 por el Episcopado Mexicano y la Pontificia Unión Misional del Clero para formar y enviar misioneros a los países no cristianos que le señale el Santo Padre. El Papa Pío XII aprobó sus Constituciones. El Primer Superior General fue Mons. Alonso M. Escalante. El Instituto es sostenido por los católicos mexicanos.