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Por Clarice Farina
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artiendo desde el principio “TODOS tenemos un propósito”, ese para qué que nos impulsa a seguir adelante cada día. Una misión divina más allá de nuestras propias limitaciones y creencias. Descubrir el propósito de vida te permite ser más proactivo y actuar a favor de lo que deseas realizar y no corregir aquello que dejas al azar, es decir, te permite vivir por diseño y no improvisando lo que “te toca vivir”. El propósito nos llena de ese impulso y motivación tan necesarios para realizar las actividades diarias, cumplir las metas que nos proponemos y el logro de objetivos, ya que al tener definido el propósito podemos crear un plan de acción. El propósito produce felicidad, lo que hace que se viva más plenamente y esto crea un efecto en cadena que ayuda a la salud, de hecho, según la Organización Mundial de la Salud y otros estudios como el de Hill Patrick L., y Turiano, Nicholas A. realizados en 2014, por el Departamento de Psicología de la Universidad de Carleton y la Universidad de Rochester, tener un propósito en la vida se ha asociado a un sano envejecimiento, así como la longevidad en individuos adultos de hasta 14 años más que las personas que no tienen un propósito claro. El propósito también nos permite ser modelos para la sociedad y generaciones emergentes ya que al vivir sabiendo que estamos honrando nuestros dones les demostramos a otras personas a confiar en ellos mismos empoderándolos a creer para crear sus propias vidas, trabajos, empresas, emprendimientos, profesiones, carreras u oficios.
