Mi interés por la cuestión olmeca empezó en 1966 cuando, siendo estudiante, participé en las investigaciones de Paul Tolstoy en la cuenca de México. Publicamos un artículo en el cual definimos la cronología del Preclásico en la cuenca de México y determinamos que el estilo olmeca había aparecido hacia 1200 antes de nuestra era (aC) cuando se integró a los productos culturales de esta región que presentaban una larga y compleja historia previa (Tolstoy y Paradis 1970). Posteriormente, fue el sistema de representación olmeca que me llevó a Guerrero. En 1970, éste sólo se conocía en el estado a través de pequeños y hermosos objetos de piedra pulida que se encontraban en museos y colecciones privadas; también se conocían ejemplos de pintura rupestre en Oxtotitlán y en Juxtlahuaca pero, en todos los casos, se desconocía su contexto cultural y su fechamiento.