la gena manuscrita de tus dedos albinos. El gato en su siesta nos reĂşne y al compĂĄs de su pecho respiramos como reciĂŠn nacidos. Compartimos la dieta del amor sin deseo, el tacto que sugiere el agua primordial y sus tormentas. Quiero pensar, vas a venir cuando el tiempo su voluntad recree.