La polución del aire El mayor riesgo ambiental para la salud La contaminación atmosférica aumenta el riesgo de padecer diversas patologías agudas, como la neumonía, o crónicas como las enfermedades cardiovasculares o el cáncer de pulmón. Inicialmente se reconoció que el cambio climático afectaría a la economía y a las infraestructuras mundiales. La crisis climática es ya una crisis sanitaria en la que los políticos comienzan a situar el foco.
La atmósfera terrestre se compone de un 78% de nitrógeno (N2), 21% de oxígeno (O2), 0,9% de argón y 0,1% de otros gases, lo que incluye un 0,04% de dióxido de carbono (CO2). Son cifras redondeadas. Y, salvo catástrofe planetaria, no es previsible que deban corregirse los libros. Pero con los decimales la cosa cambia: según la Enciclopedia de Geología, desde la Revolución Industrial el CO2 ha crecido de un 0,0385% a un 0,0414%, lo que ha reducido el oxígeno de un 20,9435% a un 20,9406%. También son cantidades pequeñas las de otros contaminantes que han crecido a causa de la actividad humana, como los óxidos de nitrógeno (NOx), el dióxido de azufre (SO₂), el monóxido de carbono (CO), el ozono (O₃) o las partículas en suspensión. Pero teniendo en cuenta que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 99% de los humanos respira un aire contaminado que está implicado en siete millones de muertes al año, se entiende que las Naciones Unidas califiquen la contaminación atmosférica como “el riesgo ambiental a la salud más importante de nuestro tiempo”. Hace unos años, los medios dieron cuenta de una sorprendente corriente: si ya sabíamos del negacionismo de las misiones lunares, del cambio climático o de las vacunas, conocíamos entonces a los negacionistas de la contaminación atmosférica; o más exactamente, de sus efectos sobre la salud. El gancho informativo era la presencia de defensores de esta tesis entre los miembros de alto rango y asesores de la Agencia de Protección Ambiental de EEUU (EPA) designados por el entonces presidente Donald Trump. Sin embargo, en realidad no era una corriente nueva: uno de ellos, el profesor de la Universidad de California en Irvine Robert Phalen, decía en 2012 a la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia que “el aire moderno está demasiado limpio para una salud óptima”. Tampoco es algo restringido a EEUU: en India, Polonia o España también han surgido voces negando el vínculo entre contaminación atmosférica y mortandad.