DERRAME DE REPSOL LA FALTA DE PREVENCIÓN ES TAN TÓXICA COMO EL PETRÓLEO
Refinería La Pampilla, una subsidiaria de la compañía española Repsol, ya había cometido antes graves infracciones contra el ambiente. Luego del derrame de petróleo ocurrido en Ventanilla el último sábado, quedó en evidencia que no había aprendido de sus errores: no contaba con un adecuado protocolo de contención. Mientras que sus voceros señalan que no tienen responsabilidad sobre el hecho, la fauna marina sigue muriendo y los pescadores no tienen cómo obtener recursos para sobrevivir. Entre el mar tóxico y maloliente y la arena pegajosa y ennegrecida de Ventanilla, se deja ver con claridad una cruda verdad: en el Perú, las prácticas de prevención para proteger al medio ambiente no han sido prioritarias y ahora, una vez más, se sufren las consecuencias. La reacción ante el derrame de petróleo ocasionado el último sábado por la gigante energética Repsol, propietaria de la Refinería La Pampilla que opera en dicho distrito del Callao, ha sido bastante gráfica como ejemplo. De hecho, hasta ayer, la transnacional española solo había desplegado algunos obreros subcontratados para intentar limpiar, en las orillas de las playas y con recogedores caseros, los 954 mil litros de hidrocarburo vertidos en el mar chalaco. Como era previsible, frente a la inmensidad del desastre ambiental, el recojo manual no ha tenido ningún éxito. El Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) ya ha calculado que el área afectada es de 1'739,000 metros cuadrados y no descarta que se extienda aún más. “El primer problema es para la fauna marina, aves, mamíferos. Algunos voluntarios intentan rescatarlos, pero muchos ya están agonizando y es difícil", explica Juan Carlos Riveros, especialista de la ONG Oceana. El experto precisa que si bien algunos animales están sobreviviendo, estos mantendrán residuos del crudo en sus organismos, por lo que a futuro sufrirán enfermedades o alumbrarán crías con malformaciones que limitarán su vida.