Degustación de la manzana Por qué el cambio climático afecta al sabor de las manzanas
Ilustraciones de Luz Safont Pérez. Siempre suele surgir un tema en torno a los frutos que deja que pensar, además de surgir amplias discusiones sobre sus razones. ¿En qué momento los tomates dejaron de saber a tomates? ¿Tienen razón nuestros mayores al decir que antes las frutas y hortalizas sabían mejor, y que ahora saben a cartón? Estas referencias suelen salir en torno a las frutas y hortalizas que se venden en los comercios. Productos que, si no tienen una procedencia cercana y reciente (lo cual no suele ser el caso), se ven afectados por una falta de maduración en la planta que, por lo general, se completa en su distribución (gracias a cámaras con poca aireación y adición de etileno para la desverdización (transformación de clorofilas en carotenoides) de la fruta y su maduración rápida (en el caso de frutos climatéricos)) hasta llegar a la mesa del consumidor. Por regla general, en la distribución comercial de fruta, este es el esquema típico de producción. Por ejemplo, en la producción de manzanas, desde su fructificación hasta su venta, se producen estas etapas para la gestación y maduración no total del fruto, que se acabaría de madurar en una cámara para su transporte, hasta llegar al puesto de venta donde el consumidor la compra para comer. Pero, en el modelo general, este modelo de producción, distribución y venta no tiene como variables una modificación del clima, como es el cambio climático. ¿En qué afecta este hecho a la maduración del fruto y, por tanto, al sabor?