Valor ¢ 100
BOLETÍN # 581
Del 23 al 29 de Enero del 2017.
Parroquia Nuestra Señora De Las Mercedes, Grecia Telf. 2494 1616 - Fax 2494 1525 / Parroquia Nuestra Señora de las Mercedes Insertados en el cuerpo de Cristo vivimos una Iglesia fraterna y solidaria
DOMINGO III TIEMPO ORDINARIO. Respuesta al Salmo responsorial del domingo 22 de Enero 2017 “El Señor es mi luz y mi salvación”
Sofonías 2, 3; 3, 12-13; Salmo 145; 1 Corintios 1, 26-31; Mateo 5, 1-12.
IV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO Dichosos los sufridos, porque heredarán la tierra En otras traducciones dice «los mansos» ¿Y qué significa ser manso? Por el P. Raniero Cantalamessa, O.F.M. Para descubrir quiénes son los mansos proclamados bienaventurados por Jesús, es útil pasar revista brevemente a los términos con los que la palabra mansos (praeis) se plasma en las traducciones modernas. El italiano tiene dos términos: miti y mansueti. Este último es también el término empleado en las traducciones españolas, los mansos. En francés la palabra se traduce con doux, literalmente «los dulces», aquellos que poseen la virtud de la dulzura (no existe en francés un término específico para decir mansedumbre; en el Dictionnaire de spiritualité esta virtud está expuesta en la voz douceur, dulzura). En alemán se alternan diversas traducciones. En la traducción ecuménica de la Biblia, la Einheits Bibel, los mansos son aquellos que no ejercen ninguna
violencia —die keine Gewalt anwenden—, por lo tanto los no-violentos. Algunos autores acentúan la dimensión objetiva y sociológica y traducen praeis con Machtlosen, los inermes, los sin poder. El inglés vincula habitualmente praeis con the gentle, introduciendo en la bienaventuranza el matiz de gentileza y de cortesía. Cada una de estas traducciones evidencia un componente verdadero, pero parcial, de la bienaventuranza. Hay que considerarlas en conjunto y no aislar ninguna, a fin de tener una idea de la riqueza originaria del término evangélico. Dos asociaciones constantes, en la Biblia y en la exhortaciones cristianas antiguas, ayudan a captar el «sentido pleno» de mansedumbre: una es la que acerca entre sí mansedumbre y humildad, la otra la que aproxima mansedumbre y paciencia; la una saca a la luz las disposiciones interiores de las que brota la mansedumbre, la otra las actitudes que impulsa a tener respecto al prójimo: afabilidad, dulzura, gentileza. Son los mismos rasgos que san Pablo evidencia hablando de la caridad: «La caridad es paciente, es servicial, no es envidiosa, no se engríe...» (I Co 13, 4-5). Vivir la mansedumbre en el siglo XXI Algunos no entienden bien qué significa ser mansos, y creen que una persona mansa es alguien tonto, tímido, que se deja pisotear por los demás. Sin embargo, ser manso es ser tranquilo, agradable, dócil para aprender, tardo para reaccionar violentamente. La mansedumbre es una virtud y lo único que puede matarla es el sentimiento de orgullo. Para los católicos del siglo XXI ser
manso significa: 1. Ver la propia vida desde la oración, sabiendo que Dios sabe mejor lo que nos conviene que nosotros mismos. 2. No ser ciego ante las injusticias económicas y sociales, pero tampoco caer en la desesperación, señalarlas con firmeza pero sin perder de vista la caridad y sabiendo que la violencia engendra violencia. 3. Practicar la gentileza, la dulzura en la propia familia. Sólo así construiremos relaciones sanas donde se formen hombres y mujeres mentalmente sanos. 4. En nuestro contacto con otras personas llevar por delante la cortesía y que esta sea fruto de la caridad, no de lo políticamente correcto. 5. Reconocer nuestras virtudes y defectos; de esta forma estamos abiertos a entender los puntos negativos y positivos de los que nos rodean. 6. El manso no se aparta de los problemas del mundo; al contrario, los enfrenta, pero con la espada de la paciencia y la prudencia.