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Un monumento a la empanada El monumento a la empanada que hoy se exhibe en el parque recreacional, fue el último hijo natural de Jesús Alberto Villa Vélez, fruto de una pasión extraconyugal que lo acompañó durante toda su vida y que lo alentó a ser actor, partícipe y proponente de muchas obras cívicas en su pueblo natal. Siempre fue tan fiel a sus propósitos cívicos como a su propia esposa. Fue un hombre cívico comprometido que le puso ganas a crear, fomentar y ejecutar todo lo que se pareciera a progreso. Para fortuna de todos, nunca le picó el bicho de la política. Esta vez se trataba de crear un monumento no a una persona, sino a un producto consumido por personas, exactamente, consumido por todos, por todas las edades y en todos los tiempos y lugares. Una idea aparentemente en broma, sin forma y desabrida que él mismo y sus contertulios se la tomaron en serio; la amasaron, le dieron forma, la aliñaron, la diseñaron y sin acta que dé constancia de la fecha de instalación o de inauguración, sin discurso, sin público, sin aplausos y con una foto informal de amigos alrededor de su creación, finalmente le dieron ubicación en el parque recreacional. Todo sucedió según el plan trazado. Su instalación estaba condicionada a la seña de finalización del latonero. Y así sucedió. Quince días después, aproximadamente, El Tiempo en su edición dominical del 22 de mayo de 2005 destacó la noticia en su primera página de titulares. Igualmente, dos meses más tarde, RCN le dedicó 50 minutos a una entrevista con testimonios en línea directa desde USA y Canadá. Del otro lado de la línea se recibieron palabras de apoyo, reconocimiento, agradecimiento y felicitaciones por la materialización de esta idea que nos pone de presente que a falta de recursos, la iniciativa ciudadana a punta de empanadas ha logrado construir obras de corte social y comunitario. Otros se unieron a la tertulia radial para dar testimonio que gracias a este CAICEDONIA, Un Centenario
Un monumento a la empanada