¡Quieta Margarita!

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¡Quieta Margarita!

Señoras y señores, damas y caballeros, niños y niñas, persona extraña que me escucha y transeúnte de la última fila que se quiere gorriar la función, tengan ustedes muy buenos días.

Con el poder de los vivos y de los muertos y también con el poder de los cuatro elementos, reciban un cordial y abrigado saludo que les manda el Taita desde las mismísimas profundidades de la selva del Amazonas y también del Putumayo.

Aquí donde me ven, les recuerdo que soy serpentólogo, culebrero, yerbatólogo, matemático, filósofo, astrólogo, obstetra, neurólogo, naturista y curandero.

La última vez que estuve por aquí, mis queridos amigos, fue en aquel entonces cuando los colores del arco iris todavía estaban en blanco y negro y cuando el dinosaurio más grande tenía el tamaño de un pollito recién nacido.

He recibido información de todo lo que por aquí pasa. Las buenas y malas lenguas que todo lo informan y todo lo transforman me dicen que hoy por hoy las cosas por aquí tienen proceder extraño y sospechoso. Todo ello, señoras y señores, se debe a que las cosas cambian y cambian y siguen cambiando como dijo el filósofo. Y para que vean ustedes como cambian las cosas, tengo para contarles que los espantos que antes salían en blanco y negro y con espectro de penumbra y con ruidos de apariencia macabra y escalofriante, hoy esos mismos espantos de antes, se dan el lujo de salir a pleno día con lucecitas de colores en su sombra espectrante y dicen además que algunos de esos espantos hasta usan walkman y otros disque hasta piden limosna.

Eso sí no me consta, pero les juro que lo he oído, porque soy un ser que presta mucha atención cuando hablan los mayores.

Como ustedes bien saben, vengo de aquel lugar remoto donde espantamos el mal, las dolencias, las enfermedades del cuerpo y del espíritu y de donde nada de eso existe, porque nuestros ancestros se han dejado guiar humildemente a las fuentes CAICEDONIA, años 60, 70 y 80

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de donde emana el poder que todo lo cura y todo lo sabe. Y desde esa lejanía he sido enviado a ustedes para contarles con pelos y señales el poder de esta pomada que voy a presentarles a continuación.

Esta mixtura, esta mezcla gelatinosa, esta poción bienaventurada, este brebaje nacido del amor y del misterio que hoy les estoy ofreciendo, señoras, señores, señoritas, jóvenes y personas mayores, es el fruto de una tradición que a continuación procedo a explicarlo.

Mucha atención. Para que no se le vaya la mano y para que sus amigos y vecinos lo admiren y para que sus enemigos se mueran de la envidia. Este secreto legendario se inicia con 33 raíces, luego de le añaden 33 hojas amargas y 33 hojas dulces de plantas y árboles diferentes a los árboles y plantas de las raíces ya mencionadas. Acto seguido le pican y le añaden 33 tallos diferentes de plantas diferentes a las de las raíces y a las de las hojas. Pero para reforzar la fórmula y por si las moscas, se le añaden 33 cortezas de árboles con colores diferentes y el mismo número de 33 de frutos con los olores y sabores del paraíso terrenal. Pero ahí no termina la composición de la fórmula. ¡Tomen nota para que no se les vaya a olvidar! A todo eso usted le hace unos pases mágicos, y le echa los polvos de la madre celestina; recuerden que unos van por debajo y otros van por encima. Se me olvidaba decirles que esta mezcla especial se activa con los poderes del veneno de la cobra y de la rabodeají, 3 cucharaditas, oigan bien 3 cucharaditas, porque como ustedes saben todo exceso ha sido y seguirá siendo malo. Luego añada 3 copitas de aguardiente, 3 pepitas de ají, 3 pizcas de sal, 3 pizquitas de pólvora –eso sí de la buena-, 1 gotica de limón y otra de vinagre, 1 huevo de codorniz, 3 bendiciones, 3 padrenuestros, 3 aves marías, ¡y santo remedio! Espero que hayan tomado atenta nota de todos los detalles.

Marco A. Barrios Henao

ISBN: 978-958-46-5774-9

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Años atrás esta receta también incluía leche de tigre, pero decidimos suspenderla para dejar en paz a estos animalitos.

Ahora hablemos de la dosis. Recuerden que todo es bueno o todo es malo según como se le mire o se le aplique. Como ustedes bien saben, la dosis depende siempre del estado de salud del paciente y no la puedo publicar porque me lo prohíben las leyes de las minorías indígenas, de los indios rumichacas, la de los chamapucuches y la de los chuchumeques. Hoy en el hotel El Esculcadero atenderé a pacientes desde las dos de la tarde. Eso sí, no vayan pelados a la consulta y allí yo mismo en persona los atiendo y les encimo la lectura de las cartas, del tabaco, del reflejo del agua, y también les enseñaré a conocer el significado de la posición de los astros, a ver el futuro en las vísceras frescas o disecadas de cualquier animal y también los haré expertos en la interpretación de las diferentes posiciones del huevo: la del huevo crudo, la del huevo cocido, la del huevo frito y la de aquellos o de aquellas que de cuando en cuando también tienen o quieren huevo.

Pero no sólo traigo la pomada, también tengo este jarabe.

Con esta pócima bendita, usted se repone, se restablece, se recupera, se reconforta, se le duplica la energía del cuerpo y de lo que sabemos pero que nos da pena decirlo y también algo muy importante: se le multiplican por millones los poquitos pesos que usted tenga debajo del colchón y aunque no me lo crea, apreciado joven y paisano, a su señora y a su suegra se les espanta el mal genio, las rabietas, los celos y las pone a hacer rendir el mercado de tres a cuatro veces más que de costumbre. Y si tiene moza, hasta lo reparten con ella.

Esta belleza de producto sin ISO pero certificado por el uso de más de cien generaciones que lo consumen, ha sido la toma mágica y sagrada que los antepasados le dieron a Tarzán, a Supermán, al Fantasma, al Hombre Araña, a Sansón, a Hércules, a Herculito y a Herculano . Se recomienda para combatir CAICEDONIA, años 60, 70 y 80

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cualquier tipo de limitación, queja, poder maléfico o malquerencia de los envidiosos. Eso sí. Siga las instrucciones que están al dorso en la etiqueta; no sea que en un arranque de emoción se le vaya mano.

Si a Usted, querido amigo, querida amiga, no le gusta que le duela, que le pique, que le rasque, que le haga cosquilla o que le produzca hormigueo, o si por el contrario a usted lo que le gusta es que le duela, que le pique, que le rasque, que le haga cosquillas o que le produzca hormigueo, le cuento que llegó al lugar donde tenía que llegar, porque este jarabe es de doble efecto según sea su deseo. Es decir, repito. Si usted, sumercé, quiere que le pique, le pica y si no quiere que le pique, pues no le pica. Así de sencillo. Y si el deseo a la mañana siguiente se le invierte, el ungüento mismo en absoluto silencio sin que usted note cambio alguno, también tiene el poder invertir el efecto, porque está diseñado para leer en secreto el pensamiento y el deseo de Pedro, de María, de Juan y del resto de la familia. Lo mismo que tiene el poder para hacer felices a los gays, lesbianas, travestis, o transgeneros. El costo de este producto no incluye iva, ni sobretasa, ni 4 por mil, ni parafiscal, ni cuota de manejo, o cualquier otro etcétera que se hayan inventado.

Y es que para poder presentar a ustedes esta maravilla de producto como el que le estoy ofreciendo, les cuento que he cruzado todo tipo de travesía y he recorrido el mundo por los lugares más extraños que cristiano alguno haya conocido.

Imagínense que estuve en la tierra donde hablan los animales. Si señor, así como lo oye, la tierra donde los animales hablan.

Fue en esta tierra donde una vez vi como un elefante le habló a un hombre desnudo. No me lo van a creer, señoras y señores, pero por las palabras de todos mis antepasados difuntos. ¿Saben qué le dijo el elefante al hombre desnudo? Por lo que veo en sus rostros, querido público, parece que no me fueran a creer, pero les voy a terminar de contar la historia… Cuando el elefante Marco A. Barrios Henao

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vio al hombre desnudo, se le acercó con paso de patriarca, lo enfocó con mirada de compasión y con acento de caballero, el elefante, le dijo al hombre desnudo: - Oiga hombre, hace algunos días te vengo observando y quiero saber: ¿cómo hace usted para respirar bien con esa cosa tan chiquita?

-Esto no es para respirar, le contestó el hombre.

El elefante ofendido por la displicencia del homo pensante desnudo, le replicó con tono desafiante, -Siga así, hágase el güevon y verá que se queda así retuñido pa´ toda la vida.

-¡Uy!, Seguro que mi amigo elefante se la fumó viche, pensó el hombre en sus adentros. ¡Cómo se ríen, no! Eso sí, así es, así me gusta verlos. Me gusta verlos felices, de buen color, de buen humor y que se rían a carcajadas con las ocurrencias de este servidor, porque hoy no estamos anunciando y vendiendo veracidad de los hechos, sino que estamos encontrando e inventado hechos, eventos o sucesos que en verdad nos sorprendan y que por ahí derecho nos amenacen con hacernos felices. Recuerden que la risa, la sonrisa y la complacencia son signos vitales de bienestar y buena vida.

Porq’ es que a la pobreza hay que buscarle el ladito. En tiempo malos, cuando las vacas flacas abundan y nos acechan, cuando el infortunio nos secuestra la alegría, nos embargan el sueño y nos masacra las ilusiones, es decir; cuando se nos cierran todas las puertas, no queda otro camino que comer del cuento, vivir del aire, nutrirnos de ilusiones, hacer de tripas corazón y hacer del humor nuestro mejor aliado.

Sepan ustedes que reír y sobretodo reír a carcajadas es muy importante en la vida de cualquier ser humano. Los científicos conceptúan que una sonrisa, una carcajada con duración de dos a tres minutos tiene el mismo poder nutritivo de un huevo y por las carcajadas que ustedes sumaron a esta historia, parece que ya CAICEDONIA, años 60, 70 y 80

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completaron la dieta para toda la próxima semana. Así amigos, que a reír porque la vida es corta.

Secretario. Tenga cuidado con ese animal. Aprovechemos el buen humor de este selecto público y démonos una pasadita con el sombrero. Recuerden que a este servidor, a la culebrita, a los loritos, al perrito y al secretario les gusta la carnita, la papita, la yuquita y eso tan rico no lo regalan. Recibo todo tipo de piedritas, dientes de oro, etc. Y si usted es de los que está encañengado con una piedrita de diamante, de esmeralda o una o varias pepitas de oro, no sea tímido que yo se la recibo, no importa su tamaño y entre más grande mejor.

Ahora si llegó el momento del suspenso. Ahora si la voy a sacar, pongan cuidado, presten atención. Secretario, tenga mucho cuidado con ese animal que es más peligrosa que una suegra mariguanera. ¡Quieta Margarita!

Quieto animal feroz Que antes que voz nacieras nació Dios. ¡Quieta Margarita!

Ignora tu intención que aquel a quien tú miras, soy a tus pies, tu servidor. ¡Mira Margarita!

El público te quiere saludar y una venia hace para decirte ¡Hola!, ¿Cómo estas? ¡Piensa Margarita!

Que el trabajo es honra y con lo que hoy ganemos, nos vamos de rumba.

Marco A. Barrios Henao

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Vean que ejemplar tan hermoso, observen esa mirada de felicidad que les brinda este animal, miren como les pica el ojo.

Ahora que veo caras nuevas y antes de seguir contándoles más historias de mí deambular, paso a recoger otra monedita que no empobrece, ni enriquece a nadie.

Quería contarles mis queridos amigos que vengo de aquel lugar lejano y remoto donde abunda el queso, la miel, las futas y donde no falta el plátano, la yuca, la arracacha, y la maracachafa; de aquel lugar donde todas las mujeres son hermosas y donde las suegras se extinguieron.

Sigo entregando, sigo recetando. Como siempre y pensando en su salud, en su felicidad, en su bienestar y nada más que en su salud, les cuento que esta vez les voy a ofrecer el ungüento reforzado que acaba, aniquila, destruye, asola, devora cualquier tipo de bacteria, virus, o vicho indocumentado.

Recuerden que no deben dejar nada al azar. Déjese asesorar por este servidor que hizo del Iso un juguete de niños, para convertirse en su servidor, amigo, consejero, confidente, defensor de toda clase de problema que a cualquier mortal o cualquiera de cuerpo angelical le pueda aparecer Ahora un par de consejos. Si usted querido amigo, querida amiga, aún no ha conseguido su media naranja, no se preocupe.

Yo le tengo la cura y la receta para que soluciones esos males, locales, globales, mortales, terrenales, espirituales y materiales. A falta de su media naranja, cómprese un limón, si señor, así como oye, un limón, pártalo a la mitad, échele sal y póngale aguardiente, guaro, chicha, whisky o ron y a rumbiar por el tiempo que el cuerpo y el bolsillo le aguante. Recuerde que el profeta dijo: “a mal tiempo, buena cara”.

Si usted no sabe que es lo que le duele, ni sabe que es lo que está buscando o si usted alumbra de lo enfermo que está y se mantiene desganado y lleno de lombrices y parásitos y si lo único que le gusta es comer sobrebarriga pero sobrebarriga con capul, y CAICEDONIA, años 60, 70 y 80

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no es capaz de dejar de comer y de comerse con cuanto vejestorio se le atraviesa y que de tanto comer lo prohibido, ve que los ojos se le están hundiendo, que el culo se le está chupando y el sobaco desapareciendo, no se preocupe que le he traído este libro que he titulado “Cómo dejar de ser enclenque”.

O si usted es de esos que se le moja la pólvora, es decir, de esos que cuando está haciendo el amor, quiere hacer pum, pum, puuum como cañón de artillería y lo único que le sale –si es que le sale- es un miserable destartalado, retardado, insignificante, descolorido e invisible pis,… pis, le cuento que a usted lo que le hace falta es aplicarse esta ampolleta de vergaminol intercular que yo le estoy ofreciendo; eso sí joven, amigo, señor, o caballero yo se la receto pero no se la aplico.

También les voy a dar consejos para que no se confunda, ni se deje confundir; para que se afile usted en el uso preciso y selecto del manejo del lenguaje, es decir, maneras para ser un hombre culto. Este curso que estoy ofreciendo tiene la garantía del diploma y la medalla de cuero que les haré llegar a vuelta de correo.

Recuerde que no es lo mismo decir que se avecina una tormenta, que decir que lo atormenta su vecina, o decir, una bola negra en vez de una negra en bola, ni una culebrilla negra con una negra que le brilla algo que no quiero decir, ni tampoco confundir Yugoeslavia con labios de yegua, ni Checoeslovaquia con la vaca de checo está loca, ni Manolete con olete la mano, ni crepúsculo con un crespo en el culo.

Señores y señoras los espero la próxima semana en este mismo sitio, en esta misma esquina, en esta misma plaza, en este mismo parque, en este mismo canal, en este mismo dial, en esta misma web y no se les olvide de llegar con el mismo ánimo, con la misma sonrisa, la misma cordialidad de siempre y con un par de moneditas. Este servidor con el cariño de siempre les dice

Marco A. Barrios Henao

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“hasta la próxima, los quiero a todos y que Dios los bendiga.”. ¡Gracias!

---------En un espacio libre, informal y espontaneo el Culebrero es un personaje creado, moldeado a imagen y semejanza de nuestras ilusiones, creencias y carencias. Es un cómplice con el cual jugamos a exorcizar los perjurios del pasado, del presente y también los del futuro. Un compinche que nos acompaña en la tarea de creer que el inexorable mañana será una recompensa y no estado de sacrificio, suplicio o inmolación.

No es un dramaturgo, porque hace lo contrario. Con sus gestos, su gracia, su atuendo, su verbo, y espontaneidad pretende eclipsar todo lo que huela, aparezca o se perciba como trágico. No es un mensajero porque no trae noticias, ni razones de remitente alguno para destinatario alguno. No es un comerciante porque generalmente al borde de la subsistencia, nació, se crió y se reprodujo para la diversión y el rebusque. Ni se cree enviado de Dios porque jura ser tan terrenal como sus ancestros mismos y sus taitas que dizque, de algún rincón selvático, nos hacen llegar un caluroso saludo.

El culebrero nos despierta un sentimiento de alegría, nos roba una sonrisa, nos arranca una carcajada y también un par de monedas como recompensa. Ahí todos reunidos, damos fe y dejamos constancia de cuanto nos encanta y nos seduce el embrujo de la palabra -el más grande logro de la racionalidad-.

El culebrero es hijo de la práctica de comerciantes que llenaban las calles y plazas de mercado de los pueblos con toldos ambulantes o tendidos improvisados en el suelo. Nació allí en la plaza de mercado; lugar convergente donde se surten, se mezclan y se amalgaman todo tipo de olores, colores, sabores y cuantas más cosas pueda crear la informalidad y el rebusque.

El culebrero, tal como lo conocemos, nació de la excusa aparente de ofrecer algún producto bueno para cualquier fin.

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La necesidad de atraer público para la venta de sus productos inclinó la balanza al lado del aplauso, la distracción y el encanto del verbo improvisado. Los vendedores ambulantes se volvieron más coloridos en la vestimenta, maestros en el manejo dúctil y versátil del lenguaje oral. Al final era más lo que se divertía que lo que se vendía.

Una vez inclinada la balanza, el genio popular le añadió gracia y luego un amago de misterio. Como si hubiera salido de la nada, transportada en una caja misteriosa, rústica e improvisada, apareció Margarita y con un grito inconfundible, ¡QUIETA MARGARITA!, todos en pleno regocijo aplaudimos la llegada del nuevo miembro de la familia que se quedaría para siempre en el colectivo de la familia colombiana. Uno más de la gran familia que todos adoptamos, alimentamos, al que le damos la bienvenida y le hacemos corrillo y le damos una moneda cada vez que se nos anuncia. ¡Quieta Margarita! un grito inconfundible que nos referencia a un imaginario donde conjugamos misterio y alegría. Una voz o un personaje o un estado que nadie conoce ni quiere conocer para no perder el encanto, que encierra este misterio que nosotros mismos sabemos que no existe.

El culebrero: un personaje astuto, divertido, parlanchín, ingenioso, que se mueve con destreza en el límite del sentido de las palabras, así como en el basto alcance de la imaginación.

Todos atienden, todos pendientes de sus palabras no porque sea portador de la verdad, ni porque sus rezos y pócimas curen lo que dice que ha de curar, ni porque sus presagios sean acertados, sino porque el arte de hacer una alegre y entretenida pausa en el camino, termina siendo tan sagrada como la mismísima obligación de descansar en el séptimo día.

La fiesta semanal de cualquier culebrero en cualquier población de Colombia, ha contado con la complicidad de todos, la disponibilidad de minutos de tiempo libre de los espectadores, Marco A. Barrios Henao

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de la espontaneidad del que habla y la atención del que escucha, y la honradez de todos los espectadores porque jamás se oyó de alguien que metiera sus manos en bolsillo ajeno o de alguien que tocara partes nobles del vecino de adelante, del de atrás, del de la izquierda o del de la derecha.

El culebrero es la típica representación del mundo informal.

Es la muestra viva del talento de la improvisación, de la capacidad recursiva y la viva estampa de cuanto disfrutamos en este paralelo biodiverso y paradisiaco en que vivimos.

La función del culebrero es un acto social espontáneo, callejero, colorido, improvisado y divertido. Su magia misma nos cautiva, su magia nos refrigera los pulmones, nos limpia las vísceras, nos fluidifica la flema, nos alcaliniza la digestión, nos libera las fosas nasales, nos destapa los oídos, nos desentumece el cerebro, lo mismo que nos desengrana el esqueleto, músculos y tendones. El culebrero. Un invento del colectivo, nacido de la profiláctica y divertida intención de hacernos sentir ligeros, libres y felices.

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