Wushu verdadero, una profunda cultura de vida

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Las respuestas de la sabidurĂ­a milenaria a las preguntas eternas del hombre

El arte de

El poder curativo de las artes marciales

Espejismos: la existencia de otros espacios Telescopios antes de Cristo

Verdad Benevolencia Tolerancia

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Por Christine Lin

Wushu verdadero

una profunda cultura de vida Medio siglo de vacío por la destrucción de la cultura tradicional hizo que las artes marciales popularizadas hoy tomen solo la cáscara y omitan la esencia de lo que es un profundo compendio de ciencias para salvaguardar la paz. Analizamos aquí los factores de la historia reciente que desvirtuaron las artes marciales y redescubrimos la esencia perdida.

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iñas furiosas, patadas vengadoras, competencias ruidosas con presentadores graciosos… quizás para sorpresa de muchos, nada de eso es “Wushu”. Esparcidas por el vigoroso auge de las películas hongkonesas de artes marciales de los ’80, diversas técnicas de wushu, desplegadas en escenas de sangrientos combates entre héroes y mafiosos corriendo por los interminables muelles, fascinaron a Occidente. Desde entonces, las artes marciales se difundieron ampliamente en cada rincón del mundo. Pero pocos de quienes las adoptaron tuvieron en cuenta que entre esas imágenes y la verdadera esencia y profundidad de la cultura del wushu había un abismo de tres décadas, que se prolonga hasta hoy. Así, la nueva concepción popularizada de las artes marciales tomó 48

sólo la cáscara y separó la sustancia: una enriquecedora cultura holística de vida. Hermanas de la danza, las artes marciales existen en China desde hace cinco mil años. No es una coincidencia que el termino chino “wu”, que se traduce como “marcial”, suene igual que término que significa “danza”. Los practicantes superiores de wushu, aun cuando están luchando, manifiestan belleza; se ven como si estuvieran bailando. Mientras que la danza se utilizaba para alabar a los dioses y a los antepasados, las artes marciales se empleaban para detener al mal; pero nunca se concibieron para infligir daño, sino para proteger a la gente buena. El wushu derivó inicialmente de la escuela Dao(Tao), por lo que está relacionado estrechamente con la

cultivación espiritual. Sus pilares básicos eran cultivar la virtud, perfeccionar la técnica artística, nutrir la salud y la longevidad, mejorar las condiciones físicas, defenderse a uno mismo y prevenir la violencia.

Una historia de películas A pesar de haber sobrevivido a las innumerables turbulencias de la historia china hasta mediados del siglo pasado, el wushu despareció casi completamente cuando el partido comunista chino tomó el poder en 1948 y empezó una aniquilación sistemática de la cultura tradicional. El remate de su perdición ocurrió durante la Revolución cultural, entre las décadas de los ’60 y ’70, cuando aquel impuso una prohibición total y violenta contra todos los aspectos de la cultura tradicional. Varias


sabiduria antigua del corte tajante de la tradición en China, era casi imposible encontrar una escuela verdadera; de hecho, casi nadie sabía o tuvo realmente en cuenta que en el wushu clásico y verdadero la cultivación interior es un requisito absoluto y primario.

rectitud, coraje, compasión, respeto, honor, honestidad y lealtad; estos son, de hecho, los principios básicos para el comportamiento humano en la cultura antigua china. Kurosawa basaba sus personajes en estos principios, por lo que sus películas de artes marciales quedaron para siempre como material de enseñanza sobre el comportamiento recto de un hombre.

No es una coincidencia que el termino chino “wu”, que se traduce como “marcial”, El wushu “modernizado” suene igual que término que significa “danza” Hoy, el wushu se ha transformado

décadas después de verse forzados a dejar de practicarlo –o incluso morir en el intento–, muchos grandes maestros perecieron o fueron tan denigrados y adoctrinados durante ese tiempo que nunca más se atrevieron a continuar la tradición. Por eso, el wushu se fue olvidando como tantas otras facetas de la cultura antigua, hasta que fue revivido y popularizado en los 80’ a través de las películas cinematográficas hongkonesas; estas, a su vez, tomaron ideas de las películas de artes marciales japonesas. En ese tiempo se empezó a filmar en Hong Kong un sinfín de películas de artes marciales que hicieron furor alrededor del mundo. Por todo el globo surgieron innumerables aficionados del wushu, y muchos se dedicaron a aprenderlo y enseñarlo con mucha pasión. Pero, como consecuencia

En las películas de Hong Kong faltaba este aspecto vital. Quizás por eso muy pocas de esas películas –por más populares que hayan sido– pudieron consagrarse como leyendas del cine, ya que apuntaban solo al entrenamiento y la satisfacción instantánea derivados de los movimientos y las acciones. En cambio, varias películas japonesas de wushu sí quedaron como leyendas en la historia de cine, porque contienen el significado profundo del wushu. Esto se debe a que la cultura de Japón viene de China, y cuando en China la cultura tradicional era prohibida y aniquilada por el régimen comunista, Japón la atesoró y la difundió, tratando de llevarla, a su vez, a mayores niveles de perfección; así sucedió con el wushu, el juego de mesa go, la ceremonia de té, la cerámica, etc. Recién cuando el régimen comunista chino se dio cuenta, en las últimas décadas, que esta cultura antigua era respetada por el mundo, comenzó a utilizarla para validar a su régimen. El famoso director y actor japonés Akira Kurosawa (1910-1988), apodado “el emperador”, hizo famoso el wushu con sus 88 películas. ‘Los siete samuráis’ (1954) y ‘Rashomon’ (1950) fueron de las más famosas e influyentes. Kurosawa es descendiente de auténticos samuráis, para quienes lo más importante son los principios de comportamiento:

de un arte del combate y la cultivación del corazón a un conjunto de técnicas que se practican para competir, para pelear y para perseguir beneficios personales. La mayoría de los occidentales y los chinos jóvenes no conoce el wushu verdadero. Muchas competencias se realizan como espectáculos de boxeo, ruidosas, incluso con un presentador haciendo chistes. Así, carecen de la disciplina y la tranquilidad que deben tener los practicantes de wushu. A los principios del wushu ya no se les da importancia aun en China misma.

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Por eso, muchas artes marciales difundidas en la actualidad se encuadran tan solo en la mera técnica, el entrenamiento y la destreza corporal. Hoy, el kungfu se considera una mera práctica de combate. El Taichi, que es conocido en todo el mundo, tampoco es lo que era. El Taichi Quan fue desarrollado por el practicante taoísta Zhang Sanfeng durante la dinastía Ming (1368-1644). Formaba parte de la Escuela Tao para la cultivación interna. El Taichi Quan utiliza la energía interna; sus movimientos son suaves y lentos, haciendo que la suavidad domine el vigor. Sin embargo, con el paso del tiempo, el Taichi Quan perdió la parte más importante –la cultivación interna– y empezó a distorsionarse. Ahora abundan las enseñanzas por todo el mundo por parte de ‘maestros’ autos denominados que lo comercializan. Esto no tiene nada que ver con el Taichi original.

Los grandes maestros hoy en día vienen de Taiwán; ellos fomentan la filosofía en la enseñanza Pero por suerte, en Taiwán se ha salvaguardado la cultura china antigua. Allí está ocurriendo actualmente un florecimiento del wushu clásico, respetando los principios. Los grandes maestros de hoy en día vienen de Taiwán; ellos fomentan la filosofía en la enseñanza.

La diferencia Tal como enseñan los maestros del wushu tradicional, la mayor diferencia con el wushu moderno y otros tipos de técnicas de combate es que el contenido interior del wushu tradicional arrastra una riqueza cultural muy amplia y elevada. Para poder asimilar el wushu, hay que vivir la filosofía detrás de la

enseñanza, entender el contenido, valorar la belleza en los movimientos, experimentar el grado de dificultad al aprender, encarnar el logro de la excelencia, conocer la ciencia del entrenamiento y asumir el requisito absoluto en lo que respecta a la cultivación del interior. En pocas palabras, el wushu no es solo un conjunto de técnicas de combate sino un compendio de ciencias que toca la filosofía social, la medicina china, la ética, la ciencia militar, la estética, el qigong (o “chi kun”) y otros valores y tradiciones culturales. Asimismo, se adentra en la cultivación tanto interna como externa; esto incluye la erudición sobre principios tales como el equilibrio de yin y yang, y la teoría de la energía, el movimiento y la tranquilidad. Ricas en contenido y de significado profundo, las artes marciales son un valioso patrimonio que el pueblo chino ha legado a la humanidad, cuya verdadera esencia aguarda por resurgir.

El legado de un maestro incorruptible Después de la Masacre de Tianamen en 1989, para confrontar el malestar del pueblo, el régimen comunista chino tuvo que soltar un poco del control sobre la vida privada de las personas. Así, pudo un gran maestro de wushu, Li Zhongxuan (1915-2004), a los 85 años, dictar a su nieto la historia de su vida como artista marcial en lo que era la comunidad de wushu hace más de medio siglo. Su relato se publicó en un libro que causó furor en China y en el exterior. Li Zhongxuan tuvo la suerte de ser discípulo de tres grandes maestros: Shang Yunxiang, Xue Dian y Tang Weilu. Su libro en chino se llama ‘Shiqu de Wulin’ -‘Los guerreros desparecidos’- y es una recopilación de su vida bajo los 50

tres grandes maestros, junto con sus reflexiones sobre la verdadera práctica de Wushu. Cuando el partido comunista tomó poder de China en 1949, empezó a eliminar a la comunidad de wushu bajo la acusación de “traidores” o “agentes secretos”. Li Zhongxuan fue encerrado durante 19 años por ayudar a uno de sus hermanos-discípulo de su Maestro. En sus 36 años de vida después del cautiverio, trabajó como portero en un negocio de electrónica. Este maestro murió en 2004, pobre y solo, pero su libro –que reflejan que él nunca fue contaminado por la comercialización de las artes marciales– despertó en muchos la búsqueda del verdadero significado del wushu.


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enigmas y tabúes

La esencia del

aprendizaje E

l wushu es superior a las otras técnicas de combate porque está arraigado en la sabiduría holística de una cultura milenaria y no en el combate en sí. Al practicar wushu, el practicante eleva su comportamiento y su manera de ser. Por eso, puede ocurrir que un practicante de wushu sea golpeado por otros; pero no es frecuente que este golpee a otros. Así, el wushu en la antigua China era una fuerza de paz para la sociedad. Cuando un occidental aprende el wushu tradicional, incorpora los valores de la cultura tradicional china: en el ámbito laboral presta atención a respetar a sus superiores y a ser cordial con sus subordinados; es respetuoso con los padres y cuida a los más jóvenes. Esto es algo natural, porque emerge de las clases de enseñanza del wushu; de hecho, es lo primero que hay que aprender. Algunos prefieren el aspecto duro del wushu, otros el aspecto suave, y otros ambos. Cada manifestación es diferente; pero en cualquier caso se necesita un maestro que enseñe tanto la técnica y el entrenamiento como los principios y valores inseparables. Cuanta más edad tiene el maestro, mayor es su experiencia y, por lo tanto, su comprensión del wushu. Cuando los verdaderos artistas marciales entrenan, sus maestros les dirán que practiquen todos los días, y también que sean pacientes, que

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tengan tolerancia, que eleven sus estándares morales; es decir, fundirán en ellos la filosofía y el proceso de elevarse moralmente junto con su práctica. En la historia de la transmisión del wushu no ha sido inusual que los discípulos superen a los maestros, pero los discípulos respetarán a los maestros para siempre. Existe un lazo especial entre un maestro y su discípulo, uno que nunca se cortará. Este lazo se refleja en el término ‘Shifu’ utilizado por el discípulo para llamar a su maestro. ‘Shi’ significa ‘maestro’, y ‘fu’ significa ‘padre’; de esta manera, la relación es aun más estrecha que con el padre biológico. El Shifu te enseña todo lo que debes saber sobre la vida, el comportamiento y las técnicas, tal como un maestro; y te cuida, te protege, te guía y te ama como un padre.

Introspección y fortaleza interna Wushu, en esencia, no es una práctica de fuerza bruta, sino una de fuerza interior. Una mujer frágil puede estar dotada de una capacidad enorme, porque el wushu hace brotar ese gran poder interno; y en una competencia real o una pelea, este poder resulta en un arma muy peligrosa. El wushu puede herir, pero no se ve desde la superficie. Cuando se está aplicando en

la lucha, hasta parece bello, como bailando, pero cada movimiento puede matar. Fortalecer el cuerpo y mejorar la condición física son “efectos segundarios” de la práctica de wushu. Es decir, si practicas wushu, alcanzarás sí o sí estos efectos. Fortalecer el cuerpo es un efecto intrínseco; la condición física será la manifestación externa de la fuerza interior. En este sentido, el entrenamiento no consiste sólo en mover los brazos y pies, sino también en mover la mente. Y para alcanzar el estado de unificación de cuerpo y alma, se debe aprender a promover la bondad y restringir la perversidad. Aquellos que vienen al wushu verdadero solo a aprender a pelear se irán automáticamente después de


un rato, porque se darán cuenta de que el objetivo del wushu no es pelear; los practicantes no pueden tener ansias de violencia ni el corazón de contender. Por eso, entre los practicantes serios de wushu no hay gente mala, todos tienen una paciencia superior y un comportamiento civilizado. En las prácticas de lucha, el entrenamiento exige practicar frente a un enemigo imaginario, y el aprendiz ensaya sus técnicas para atacar y hasta matar a ese enemigo. Esto hace que sus cabezas se llenen de materias violentas –el pensamiento es materia–. En el aprendizaje de wushu no existe un enemigo imaginario. Esta es una gran diferencia entre el wushu y otras prácticas de lucha.

En wushu se debe alcanzar el estado de unificación de forma y alma. Sólo en un estado de cuerpo y mente en paz, ambos pueden ser controlados por la consciencia. El aspecto más importante del aprendizaje es entonces la práctica de elevar la conciencia moral y la compasión, e impedir la maldad con un espíritu noble e indoblegable. Los practicantes de wushu tienen que prestar atención a acumular en todo momento lo que los chinos llaman ‘de’, virtud. Los maestros siempre hablaban sobre cómo acumular virtud a través del comportamiento diario. Si un practicante de wushu no le da importancia la virtud, a quienes más dañará son a sí mismo y a su familia. La atención en la virtud afectará el nivel al que

pueda llegar y lo protegerá de no caer en la perversidad. El proceso de la práctica de wushu incluye abandonar toda ambición y pensamientos embrollados; recién entonces el practicante podrá obtener lo que los chinos llaman “gong”, una energía superior. Debe ser humilde y reflexionar a todo momento sobre sí mismo, viendo sus propias fallas y corrigiéndolas, y viendo lo bueno en otros. Ante todo, el practicante tiene que respetar al maestro y al Dao, porque lo que estos le enseñan, definitivamente no son solo movimientos. Lea ‘El poder curativo de las artes marciales’, pág. 42 53


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