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Retazos del pregón
Hace ya bastantes años, en corredera 21, en la casa grande como muchos la llamamos, me dijeron una frase “no olvides tus raíces, no olvides de dónde vienes”.
Como voy olvidar de dónde vengo, si allí solo me faltó echar los dientes. Recuerdo a mi abuela llevándome de pequeño hasta la ermita que asoma al final de la Puerta Osuna.
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Y aquellas mañanas del 13 de junio en las que me despertaba temprano para asomarme a la reja del parque mientras se celebraba la función principal. El rito siempre era el mismo, me despertaba con el sonido de los cohetes, iba, lo veía y para el colegio. Algunos años más tarde y siendo desde niño bien callejero, cogí mi bicicleta y viendo que la puerta de la ermita estaba entre abierta me colé hasta dentro.
En aquellos momentos estaban vistiendo a San Antonio. “Esto no lo pueden ver los niños” me dijo una mujer que había por allí. La curiosidad y la inocencia próspera de la edad. Me llevó a pegar mi cara a la puerta de la sacristía y a colocar uno de mis ojos en el hueco de su cerradura ver lo que pasaba dentro. Allí en el suelo estaba mi San Antonio con la cabeza cubierta por su capucha mientras le ajustaban la trasera de esta con alfileres.


Más tarde, cuando ya estaba listo, me invitaron a pasar para verlo de cerca. Me emociono tanto ver como María Luisa se fundía en un abrazo con él, cómo si fuese de carne y hueso. Ahí empezó nuestra amistad, porque no lo veo de madera, para mí es un amigo con el que me paro a hablar cada martes del año.
Fue tan feliz mi niñez tras aquella puerta. Donde la inocencia de unos niños jugaban con trapitos, con varas y hasta con sillas viejas.
Como felices son tus vecinos cada trece junio cuando sienten tu presencia. Con la alegría de una calle que estalla en fiesta, todo es poco para engalanar tu verbena.
Y las flores de papel… que adornan tu calle larga
Son suspiros del alma
De los que te quieren, de los que están, y de los que faltan. Por eso llevan el nombre de, Luisa, Consuelo y Encarna.
Miguel, Manuela, Rafael y Yolanda.
Que no falten sus nombres, que lo quieren con el alma.
Rosario, Dolores, Carmen y Ana
Que no falten nombres a esas flores que engalanan.
Lucía, Pepe, María, Antonio, Luis e Inmaculada.
Que no le falten flores, que la calle es muy ancha por eso sé que son muchos los que me faltan.
Y tus manos acunan mi vida entera
Yo soy un barco y tu mi vela
Tu ermita es puerto donde se anclan mis tristezas.
Y tu velario es aliente que cada martes se llena de promesas
Pasarán los años…
Y tú allí siempre nos esperas.
Cada trece de junio,
Cuando pasas… tras tú habito pasa mi vida entera.
Contigo van mis recuerdos.
Mi niñez, mi juventud, contigo va mi abuela, la que me enseñó a llegar a ti, la que me enseñó el camino hasta aquella ermita vieja.
Contigo van mis sueños, de los jóvenes que un futuro próspero esperan.
Contigo van los nietos, los padres y las señoras viejas.
Contigo van los novios que un si quiero pronto esperan.
Contigo van los cohetes, los alumbrados de colores y las verbenas.
Las mujeres del barrio, tus camareras, las que limpian tu templo, Contigo va Rosario y Consuelo las humildes santeras, María la mora que mendigaba amores por la plaza de la Corredera.
Contigo va Eduarda, la gitana canastera, que pedía limosnas en tu puerta
Y contigo siempre irá un pueblo que cada martes te reza.
D. Miguel Ángel Guillena López
- Pregonero de las Glorias 2023 -
