Hoja Parroquial No. 300 Parroquia San Felipe de Jesús, Chichimequillas, El Marqués, Qro.

Page 1

Hoja Parroquial

Párroco Pbro. Silvestre García Suárez Vicario Pbro. Emmanuel Ramírez Olvera

San Felipe de Jesús

Chichimequillas, El Marqués, Qro.

11 de Noviembre de 2018 No.300 Año 8

Parroquia San Felipe de Jesús Chichimequillas

Tel. 2466223

“Parroquia en Oración, Parroquia Misionera” XXXII DOMINGO ORDINARIO ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 87, 3 Que llegue hasta ti mi súplica, Señor, inclina tu oído a mi clamor. ORACIÓN COLECTA Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que, con el alma y el cuerpo bien dispuestos, podamos con libertad de espíritu cumplir lo que es de tu agrado. Por nuestro Señor Jesucristo...

PRIMERA LECTURA Con el puñado de harina la viuda hizo un panecillo y se lo llevó a Elías. Del primer libro de los Reyes: 17, 10-16 En aquel tiempo, el profeta Elías se puso en camino hacia Sarepta. Al llegar a la puerta de la ciudad, encontró allí a una viuda que recogía leña. La llamó y le dijo: "Tráeme, por favor, un poco de agua para beber". Cuando ella se alejaba, el profeta le gritó: "Por favor, tráeme también un poco de pan". Ella le respondió: "Te juro por el Señor, tu Dios, que no me queda ni un pedazo de pan; tan sólo me queda un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en la vasija. Ya ves que estaba recogiendo unos cuantos leños. Voy a preparar un pan para mí y para mi hijo. Nos lo comeremos y luego moriremos". Elías le dijo: "No temas. Anda y prepáralo como has dicho; pero primero haz un panecillo para mí y tráemelo. Después lo harás para ti y para tu hijo, porque así dice el Señor Dios de Israel: 'La tinaja de harina no se vaciará, la vasija de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra' ". Entonces ella se fue, hizo lo que el profeta le había dicho y comieron él, ella y el niño. Y tal como había dicho el Señor por medio de Elías, a partir de ese momento, ni la tinaja de harina se vació, ni la vasija de aceite se agotó. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Del salmo 145, 6c-7. 8-9a. 9bc-10 R/. El Señor siempre es fiel a su palabra. *El Señor siempre es fiel a su palabra, y es quien hace justicia al oprimido; El proporciona pan a los

hambrientos y libera al cautivo. R/. *Abre el Señor los ojos de los ciegos y alivia al agobiado. Ama el Señor al hombre justo y toma al forastero a su cuidado. R/. *A la viuda y al huérfano sustenta y trastorna los planes del inicuo. Reina el Señor eternamente. Reina tu Dios, oh Sión, reina por siglos. R/. SEGUNDA LECTURA Cristo se ofreció una sola vez para quitar los pecados de todos. De la carta a los hebreos: 9, 24-28 Hermanos: Cristo no entró en el santuario de la antigua alianza, construido por mano de hombres y que sólo era figura del verdadero, sino en el cielo mismo, para estar ahora en la presencia de Dios, intercediendo por nosotros. En la antigua alianza, el sumo sacerdote entraba cada año en el santuario para ofrecer una sangre que no era la suya; pero Cristo no tuvo que ofrecerse una y otra vez así mismo en sacrificio, porque en tal caso habría tenido que padecer muchas veces desde la creación del mundo. De hecho, él se manifestó una sola vez, en el momento culminante de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo. Así como está determinado que los hombres mueran una sola vez y que después de la muerte venga el juicio, así también Cristo se ofreció una sola vez para quitar los pecados de todos. Al final se manifestará por segunda vez, pero ya no para quitar el pecado, sino para salvación de aquellos que lo aguardan y en él tienen puesta su esperanza. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor. ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mt 5, 3 R/. Aleluya, aleluya. Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. R/.

Esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos. Del santo Evangelio según san Marcos: 12, 38-44

E

n aquel tiempo, enseñaba Jesús a la multitud y le decía: "¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplios ropajes y recibir


reverencias en las calles; buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; se echan sobre los bienes de las viudas haciendo ostentación de largos rezos. Éstos recibirán un castigo muy riguroso". En una ocasión Jesús estaba sentado frente a las alcancías del templo, mirando cómo la gente echaba allí sus monedas. Muchos ricos daban en abundancia. En esto, se acercó una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor. Llamando entonces a sus discípulos, Jesús les dijo: "Yo les aseguro que esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos. Porque los demás han echado de lo que les sobraba; pero ésta, en su pobreza, ha echado todo lo que tenía para vivir". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Credo PLEGARIA UNIVERSAL Oremos, hermanos, por todos los hombres y por sus necesidades, para que nunca falte a nadie la ayuda de nuestra caridad y digamos confiadamente: Te rogamos, Señor. v

Para que la Iglesia viva en paz, crezca constantemente, se extienda por todo el mundo y persevere con alegría en la presencia del Señor, confortada por el Espíritu Santo, roguemos al Señor. v Para que el Señor conceda a los que gobiernan el espíritu de sabiduría y de prudencia, a fin de que rijan a sus pueblos pensando en la paz común y en el bien y la prosperidad de sus súbditos, roguemos al Señor. v Para que Dios Padre libere al mundo de toda falsedad, hambre y miseria, y auxilie a los perseguidos, a los encarcelados y a los que son tratados injustamente, roguemos al Señor. v Para que todos nosotros realicemos nuestro trabajo con espíritu cristiano y consigamos frutos abundantes por nuestras obras, roguemos al Señor. Señor Dios, que sustentas al huérfano y a la viuda, haces justicia a los oprimidos y das pan a los hambrientos, escucha las súplicas de tu pueblo, que confía en tu amor, no permitas que a nadie le falte nunca ni la libertad ni el pan, y haz que todos aprendamos a ayudar a los necesitados, a ejemplo de tu Hijo, que se entregó libremente para salvarlos a todos. El, que vive y reina por los siglos de los siglos. ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS Señor, mira con bondad este sacrificio, y concédenos alcanzar los frutos de la pasión de tu Hijo, que ahora celebramos sacramentalmente. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 22, 1-2 El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas. O bien: Lc 24, 35 Los discípulos reconocieron al Señor Jesús, al partir el pan.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Alimentados con estos sagrados dones, te damos gracias, Señor, e imploramos tu misericordia, para que, por la efusión de tu Espíritu, cuya eficacia celestial recibimos, nos concedas perseverar en la gracia de la verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Ha dado todo lo que tenía para vivir. “Dar" es la acción del generoso. Dar una limosna, por ejemplo, en el campo material. Pero también dar de mi tiempo, compartir mis conocimientos con los demás o contagiar mi alegría con una sonrisa son manifestaciones de esta virtud. Hay muchas maneras de "dar", y muchas motivaciones para nuestra donación. ¿Se puede hablar de generosidad cuando lo hacemos por interés, esperando recibir algo a cambio? Tampoco es generoso quien da, pero sólo un poco de lo mucho que podría, como nos muestra el Evangelio. ¿Y qué decir de quien "es generoso" para que los demás digan: "qué bueno es..."? Madre Teresa dijo (y vivió, por supuesto) que hay que "amar hasta que nos duela". ¡Ya tenemos un buen termómetro para saber si somos realmente generosos! Si mi donación es vasta, voy por buen camino. Si no me exige sacrificio alguno, es seguro que puedo dar mucho más. Y este "dar" se identifica con la generosidad cuando se hace pensando en el bien del otro, cuando se da por amor.

Antiguo Testamento Libros Proféticos LIBRO DE NAHUM

El nombre hebreo, probablemente en la forma intensiva, Nahhum, significa principalmente “lleno de consolación o consuelo”. Lo poco que se sabe respecto al Profeta Nahúm es lo que se puede recoger de su libro, pues su nombre no aparece en ningún otro sitio en las Escrituras canónicas, y los escritores judíos extra-canónicos son apenas menos reservados. La información positiva dispersa que otorgan estas fuentes no está sabiamente suplementada por las historias sin valor respecto al profeta puestas en circulación por los traficantes de leyendas. Este artículo bregará sólo con lo que se puede recoger del libro canónico de Nahúm, el único documento de primera mano disponible. De su título (1,1) se desprende que Nahúm fue un elcesita (según B.D.; V.A. elcosita). Los comentaristas nunca han estado de acuerdo sobre el verdadero significado de esta


declaración. En el prólogo a su comentario del libro, San Jerónimo dice que alguien entendió “elcosita” como una indicación patronímica “el hijo de Elcós”; él, sin embargo, afirma la opinión comúnmente aceptada de que la palabra elcosita muestra que el profeta era nativo de Elcós. En la enseñanza del libro de Nahúm se puede hallar poco que sea realmente nuevo y original. La originalidad de Nahúm es que su mente está tan absorta por las iniquidades e inminente destino de Nínive, que parece que él perdió de vista los defectos de su propio pueblo. Sin embargo, la fatalidad de Nínive fue en sí misma una lección que el apasionado lenguaje del profeta calculó muy bien para impresionar profundamente las mentes de los israelitas reflexivos. A pesar de la vaguedad del texto en muchos lugares, no hay duda de que el libro de Nahúm es verdaderamente “una obra maestra” (Kaulen) de literatura. Ya han sido señalados la viveza y lo pintoresco del estilo del profeta; en sus pocas cortas y destellantes oraciones, la mayoría imágenes gráficas de texto, oportunas y eficaces figuras, irrumpen expresiones grandiosas, enérgicas y patéticas, se impulsan vehementemente unas contra otras, pero dejando la impresión de perfecta naturalidad. Además, el lenguaje permanece siempre puro y clásico, con un tinte de parcialidad por aliteración y el uso de modismos raros y precisos (1,10; 2,3.11) las frases son perfectamente equilibradas; en una palabra, Nahúm es un maestro consumado en su arte, y se encuentra entre los más perfectos escritores del Antiguo Testamento.

Creo en Dios Padre. CREO EN DIOS PADRE Nuestra profesión de fe comienza por Dios, porque Dios es "el primero y el [...] último" (Is 44,6), el principio y el fin de todo. El Credo comienza por Dios Padre, porque el Padre es la primera Persona divina de la Santísima Trinidad; nuestro Símbolo se inicia con la creación del cielo y de la tierra, ya que la creación es el comienzo y el fundamento de todas las obras de Dios. Párrafo 1: Creo en Dios "Creo en Dios": Esta primera afirmación de la Profesión de fe es también la más fundamental. Todo el Símbolo habla de Dios, y si habla también del hombre y del mundo, lo hace por relación a Dios. Todos los artículos del Credo dependen del primero, así como los mandamientos son explicitaciones del primero. Los demás artículos nos hacen conocer mejor a Dios tal como se reveló progresivamente a los hombres. Con razón los fieles confiesan que los más importante de todo es creer en Dios" (Catecismo Romano, 1,2,2).

¡Buen mes de noviembre, queridos catequistas! ¡Seamos creadores de comunidad! El mes de noviembre estará dedicado a la comunidad: origen, lugar y fin de la catequesis. Varias han sido las circunstancias celebrativas y litúrgicas que han motivado tal denominación; todas ellas relacionadas con el aspecto comunitario de la fe: En este mes, eleva nuestra mirada a la única Iglesia universal, de la que todos formamos parte, y nos invita a unirnos, prepararnos, formarnos y convertirnos en catequistas, haciendo de la iglesia ese momento festivo donde celebrar la alegría de la comunión: ¡empeñémonos intensamente por una vida de santidad en comunidad! ¿Cómo deben de ser los catequistas que exige este tiempo? 1. Catequistas modelos de Fe: Todos, al hacer memoria de nuestro propio proceso personal de crecimiento en la fe, descubrimos rostros de catequistas sencillos que, con su testimonio de vida y entrega generosa, no ayudaron a enamorarnos de Cristo. 2. Catequistas que viven el encuentro personal con el Señor: Toda vocación, mucho más la del catequista, presupone una pregunta: ¿Maestro, dónde vives? Ven y verás... De la calidad de la respuesta, de la profundidad del encuentro surgirá la calidad de nuestra mediación como catequistas. La catequesis necesita de catequistas santos, que contagien con su sola presencia, que ayuden con el testimonio de su vida. 3. Catequistas que busquen el encuentro personal y vivo a través de la Eucaristía: Todos experimentamos el gozo, como la Iglesia, de ésta presencia cercana y cotidiana del Señor Resucitado hasta el fin de la historia. Misterio central de nuestra fe. En la visita y la adoración al Santísimo experimentamos la cercanía del Buen Pastor. 4. Catequistas que combatan la miopía espiritual: Estamos en tiempos de miopía espiritual que hace que se quiera imponer como normal una cultura de lo "bajo", en que parece no haber lugar para la trascendencia y la esperanza. Hoy más que nunca, surge el deseo del hombre: "Queremos ver a Jesús". Muchos rostros que, con un silencio más decidor que mil palabras, nos formulan este pedido. 5. Catequistas adoradores: Porque adorar es postrarse, reconocer desde la humildad la grandeza infinita de Dios. Sólo la verdadera humildad puede reconocer la verdadera grandeza. Una de las grandes perversiones de nuestro tiempo es que se nos propone adorar lo humano, dejando a un lado lo divino. No adorar lo no adorable es el gran signo de los tiempos de hoy. ídolos que causan muerte no merecen adoración ninguna, sólo el Dios de la vida merece "adoración y gloria". Adorar es decir AMEN. 6. Catequistas conscientes de ser vasijas de barro: Con la misma mirada contemplativa con la cual hemos descubierto la cercanía del Señor de la historia, reconozcas en tu fragilidad el tesoro escondido, que confunde a los


soberbios y derriba a los poderosos. Abraza tu fragilidad, reconoce tu barro, así darás culto, sólo al verdadero Dios. 7. Catequistas audaces y fervorosos. Implica navegar mar adentro Audacia que nos lleva a anunciar a Jesucristo con toda nuestra vida. En esta espiritualidad de navegar, existe la tentación de traicionar la llamada a marchar como pueblo, renunciando al mandato de peregrinación como pueblo, para correr alocadamente la maratón del éxito. De esta manera nos sumaremos a la cultura de la exclusión, en la que sobra el anciano, el niño, donde no hay tiempo... Hace falta mucha audacia para trabajar unidos a la Iglesia y contra la corriente. Caminar como pueblo siempre es más lento, no faltando el cansancio y el desconcierto, pero confiados en la invitación a renovar el fervor de la audacia apostólica, en comunión y unión al sacerdote y los pastores.8. Catequistas, hombres y mujeres que anuncian cómo es el Señor: Ser catequista no es enseñar catequesis, sino es, desde tu pecado, dejarte mirar por Jesús que te salva, y llevar esa alegría de la salvación a todos los demás explicándoles como es el Señor, pero que sea realmente Señor de los catequizandos. Para lo que hay que ayudarles a rezar en profundidad, adentrarse en sus misterios, a gustar de su presencia... No vaciando el contenido de la catequesis, reduciéndola a simples ideas que llevan a la enfermedad de la historia. 9. Catequistas de este tiempo: Somos catequistas de este tiempo, de esta Iglesia. Y, por ser catequistas de este tiempo marcado por la crisis y los cambios, no hemos de avergonzarnos de proponer certezas... No todo está en cambio, no todo es inestable, no todo es fruto de la cultura o el consenso. Hay algo que se nos ha dado como don, que supera nuestras capacidades, que supera todo lo que podamos imaginar y pensar. El catequista ha de vivir lo que nos dice S. Juan: "Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él". Podemos decir con el apóstol Pablo: "Sé de quién me he fiado". 10. Catequistas que salgan a "LA PERIFERIA´*: Animados a pensar la pastoral de la periferia, desde aquellos que están más alejados, de los que habitualmente no concurren a la parroquia. Ellos también están invitados a la Boda del Cordero. Dios los ha llamado a ser sus catequistas, en esta Iglesia, para que sean parte y protagonistas de la asamblea, no para manejar, ni imponer, gobernar, mandar, o buscar enfrentamiento y lucha, sino para hacer juntos la apasionante experiencia de dar a conocer a Cristo, y dejar que sea Dios quien escriba la historia.

E l P a p a Francisco ha llamado a una iglesia católica más activa, que salga en busca del pueblo, "sin un apego frío a las normas y leyes". T a m b i é n aseguró que, así como Jesús "zarandeaba" a los

doctores de la Iglesia para que éstos se desmarcaran de su absoluta rigidez, "ahora también la Iglesia es «zarandeada» por el Espíritu para que deje sus comodidades y apegos". El pontífice también arengó al clero y a los creyentes a abrirle la puerta a los que tienen "hambre de Dios, de dignidad" y subrayó que "la Iglesia no es una aduana, quiere las puertas abiertas porque el corazón de su Dios no está solo abierto, sino traspasado por el amor que se hizo dolor". Este camino de seguidores como al que fueron llamados los primeros doce en su momento y ahora exige de nuestra participación, no es fácil, ya que está lleno de mucho esfuerzo de purificación. Algunos preceptos, prohibiciones y mandatos nos hacen sentir seguros; cumplir con determinadas prácticas y ritos los dispensan de la inquietud de preguntar: ¿Qué es lo que le agrada a nuestro Dios? Jesús, el Señor, nos señala que cumplir es caminar tras Él, y que ese caminar nos pone frente a leprosos, paralíticos, pecadores. Esas realidades demandan mucho más que una receta, una norma establecida. Debemos aprender, que ir detrás de Jesús supone otras prioridades, otras consideraciones para servir a Dios. El discipulado no es algo estático, sino un continuo movimiento hacia Cristo; no es simplemente el apego a la explicitación de una doctrina, sino la experiencia de la presencia amigable, viva y operante del Señor, un permanente aprendizaje por medio de la escucha de su Palabra. Y esa palabra, lo hemos escuchado, se nos impone en las necesidades concretas de nuestros hermanos: será el hambre de los más cercanos en el texto proclamado, o la enfermedad en lo que narra Lucas a continuación. La segunda palabra, renovarse. Como Jesús "zarandeaba" a los doctores de la ley para que salieran de su rigidez, ahora también la Iglesia es «zarandeada» por el Espíritu para que deje sus comodidades y apegos. La renovación no nos debe dar miedo. La Iglesia está siempre en renovación (Ecclesia semper reformanda). No se renueva a su antojo, sino que lo hace "firme y bien fundada en la fe, sin apartarse de la esperanza transmitida por la Buena Noticia" (Col 1,23). La renovación supone sacrificio y valentía, no para considerarse mejores o más pulcros, sino para responder mejor al llamado del Señor. El Señor del sábado, la razón de ser de todos nuestros mandatos y prescripciones, nos invita a ponderar lo normativo cuando está en juego el seguimiento; cuando sus llagas abiertas, su clamor de hambre y sed de justicia nos interpelan y nos imponen respuestas nuevas. Y en Colombia hay tantas situaciones que reclaman de los discípulos el estilo de vida de Jesús, particularmente el amor convertido en hechos de no violencia, de reconciliación y de paz.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.